Módulo de Contenido Nº 1 Semana: ENTORNO A LOS ORÍGENES DEL HOMBRE AMERICANO.

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Módulo de Contenido Nº 1 Semana: ENTORNO A LOS ORÍGENES DEL HOMBRE AMERICANO. Los orígenes de la civilización y de los habitantes del continente hoy llamado América en el curso de la historia han tenido una serie de explicaciones distintas. Estas explicaciones se pueden agrupar en dos grandes grupos: las de carácter mitológico y las de carácter científico (antropológico-lingüístico). Las teorías del primer grupo fueron difundidas durante el siglo XVI por los primeros conquistadores españoles, quienes, intentaron explicar a partir de los fundamentos del mundo antiguo -o tradición clásica- la aparición del Nuevo Mundo y sus desconocidos habitantes. Dentro de las teorías mitológicas del siglo XVI se destacan principalmente dos: a) El mito bíblico: Se refiere, fundamentalmente, a las diez tribus perdidas de Israel, cuyo destino se ignoró a partir de la conquista de ese reino por los asirios en 722 a. C., dos siglos después del cisma que se produjo en el Estado Hebreo de la Antigüedad, luego de la muerte del rey Salomón. Estos datos han quedado consignados en el libro IV de Esdras ( que no es canónico) que comenta que de las originarias doce tribus de los Benei Israel que invadieron y conquistaron Canaan desde Egipto, después de la partición del estado de Salomón en el siglo X a.c., dos de las primitivas tribus constituyeron el Estado de Judea en el Sur y las diez restantes, el Estado de Israel en el Norte. Este estado septentrional fue destruido por los asirios a fines del siglo VIII a.c., y su población fue, en gran medida, dispersada. Estas ideas, durante los siglos XVI y XVII fueron largamente discutidas. Algunos comentadores de la Biblia creyeron que los judíos dispersos se habían establecido en América 700 años antes de Jesucristo, pasando por un estrecho que debía separar ese continente de Asia. Aunque esta opinión fue combatida por

algunos sacerdotes como el padre José de Acosta y Fray Luis de Torquemada en su Monarquía Indiana, siguió proliferando con gran aceptación en muchos textos. Así: El padre Simón de Vasaconcellos que en 1663 publicaba en Lisboa su Chronica da companhia de Jesús do Brasil, en la cual aceptaba ( en su Libro I, n 92) esta hipótesis como muy probable, vista la semejanza que hay de costumbres entre estos indios y aquellos antiguos judíos. Asimismo el doctor don Diego Andrés Rocha, que en 1680 publicó en Lima su Tratado único y singular del origen del los indios occidentales del Perú, se suma a estas ideas bíblicas. 1 b) El mito de la Atlántida: A partir de los diálogos de Platón los hombres europeos también buscaron dar una explicación a las características y origen del Nuevo Continente. Platón en sus Critias y Timeo recoge la tradición egipcia y expone la noticia de que un gran isla llamada Atlántida -más grande que el Asia y el África reunidas- que en otro tiempo se había alzado a poca distancia del Estrecho de Gibraltar (o Columnas de Hércules) al occidente de la cual se levantaban otras islas menores. Encontrándose el pueblo de los atlantes en disposición de invadir Egipto y otras regiones del Mediterráneo, sobrevino una catástrofe natural que sepultó en el mar a los pretendidos invasores junto con su propio continente. Muchos ilustrados del siglo XVI aceptaron como verdad incuestionable la existencia de esta isla, y creyeron que de allí habían pasado a América los primeros pobladores. Por ejemplo el gran cronista español López de Gómara en su Historia general de las Indias (1552), destina uno de los últimos capítulos al estudio de este punto, y se pronuncia abiertamente por esta opinión. 2 Los estudios contemporáneos sobre el mito de la Atlántida, señalan: Los estudios geológicos demuestran que de haber existido la Atlántida como archipiélago o gran masa continental, su hundimiento debe haberse producido en el terciario temprano, o sea unos 50 o 70 millones de años atrás. En esta época no hay trazas siquiera del aparecimiento del hombre sobre la tierra, ni tampoco de otros antropoides o primates superiores. Por lo tanto, postular la existencia de algún continente atlántico 1 Cfr. Diego Barros Arana. Historia General de Chile. Tomo I. Santiago, Rafael Jóver Editor, calle del puente, 1884, p. 15. 2 Ibíd.

en relación con el hombre es completamente irreal y utópico, y menos aún en lo que se refiere a un grado de cultura avanzada de alguna civilización desaparecida. Según los estudios oceanográficos, el único indicio aceptable de respecto a la existencia de tierras en el Atlántico medio lo da el estudio del relieve submarino de una zona comprendida entre los grupos de las Islas Azores, las Canarias y Madera. Respecto a las canarias, se sabe de una plataforma continental que la unió, en el terciario, a la región de Mauritania en el norte de África y que se hundió posteriormente. 3 Como se observa estas afirmaciones no subestiman la posible existencia de dicha formación terrestre, pero ésta es situada en un periodo geológico anterior a la aparición del hombre en la tierra. Durante la segunda mitad del siglo XIX, a partir del desarrollo de las ciencias antropológicas y, en particular, de aquellas ramas dedicadas a los estudios americanistas, surgieron modernas y nuevas hipótesis concernientes a los orígenes de los primeros habitantes del territorio americano. Estas resultaban, ahora, de la aplicación de métodos científicos en la investigación, aprovechando también las evidencias de las ciencias naturales que estaban en un importante periodo de crecimiento y desarrollo, así también como resultado de la aplicación de las ideas darwinistas. 4 A estas importantes influencias científicas, se debe sumar el estímulo intelectual que desarrollaron los ilustrados americanos en el desarrollo de estas investigaciones. Las publicaciones americanistas comenzaron a proliferar y las discusiones se produjeron a escala internacional, empujando hacia una verdadera investigación científica de los hechos. Ahora se trataba de establecer hipótesis de trabajo documentadas con evidencias concretas, factibles de reconocer. Estas investigaciones abren paso a las llamadas teorías científicas del poblamiento americano; pero en las postrimerías del siglo XIX - y a pesar de su común afán cientificista-, estas 3 Bernardo Berdicheswky. En Torno a los orígenes del Hombre Americano. Santiago, Editorial Universitaria, 1989, p. 48. 4 Carlos Darwin, naturalista y filólogo inglés (1809-1882). En la década de 1839-40, publicó su Diario de investigaciones, en el cual consigna sus observaciones en el curso de un crucero austral: las semejanzas en el caso de una misma especie de una isla a otra le ha impresionado. A sus ojos la lucha por la vida es un fenómeno general a cuyo amparo se opera una selección natural. Continúa su investigación y en 1859 da a la imprenta el libro El origen de las especies del que se vendieron en poco tiempo 1.250 ejemplares y se tradujo a seis idiomas. Más información sobre el tema. Cfr. Maurice Crouzet. Historia general de las civilizaciones, vol VI, El apogeo de la expansión europea (1815-1914). Barcelona, Ediciones Destino, 1960, p.124-125.

teorías se encuentran en un franco debate. Al respecto se destacan dos visones representativas del periodo: a) Ameghino y el autoctonismo americano: A fines del siglo pasado el notable paleontólogo Florentino Amenghino, estudiando las formaciones geológicas pampeanas del Sur de la provincia de Buenos Aires, creyó descubrir restos humanos muy antiguos y de rasgos muy primitivos, asociados a la fauna de mamíferos extinguidos, en terrenos del Cuaternario temprano y aún del tardío Terciario. También descubrió una pieza lícita primitiva a la que le asigno gran antigüedad. En consecuencia consideró que estaba en presencia de homínidos 5 muy primitivos, que correspondían a los eslabones perdidos enunciados por Darwin ( 1859-1871), entre los Antropoides y el hombre. De aquí desprendió también la conclusión de que el hombre en América no sólo era originario de este continente, sino que en general el origen de la humanidad misma debía ubicarse y buscarse en las pampas meridionales de la América del Sur, desde donde se había difundido hacia el resto de la Tierra. En el año de 1910, la teoría autoctonista de Ameghino sufrió un duro golpe que la dejó descalificada. Con motivo del Congreso Internacional de Americanistas realizado en Buenos Aires y La Plata, el sabio checo-norteamericano Alex Hardlicka (1912), que asistió a este evento acompañado de un grupo de expertos, sometió a prueba química (C14) los hallazgos de Ameghino, comprobando que los terrenos pampeanos pertenecían, la mayoría, a un Cuaternario tardío y no a un Terciario; que la pieza hallada (calota) 6 estuvo mal medida y que ante nuevas y más exactas mediciones, quedó identificada como perteneciente a un Homo Sapiens relativamente moderno; y por último que el fémur (hallado por Ameghino) pertenecía a un pequeño felino. Igualmente la fauna asociada correspondía a bolsones faunísticos postglaciales. Aunque Ameghino se defendió, no abdicando sus 5 Homínido: Adj. Relativo a un suborden de mamíferos primates actuales y fósiles en el que se encuentra el hombre actual. Ramón García-Pelayo y Gross. Diccionario Larousse. Buenos Aires, Editorial Larouse. Sub vocem. 6 Calota: se refiere a la parte superior del cráneo.

ideas, éste murió un año más tarde. Desde este momento sus ideas perdieron todo apoyo de una base objetiva en la que pretendían sustentarse. Todas las restantes teorías científicas modernas, han identificado el origen del hombre americano desde una perspectiva alóctona y, entre ellas, se destacan las que afirman su proveniencia a través del Océano Pacífico. B) El orígen alóctono a través del océano Pacífico: En este sentido, la primera y más importante de las teorías modernas es la encabezada por Alex Hardlicka, quién postula un poblamiento totalmente alóctono para América, que habría llegado por la única ruta de la región de Behring en el pacífico norte, a través de su estrecho y de la cadena de islas Aleutianas un poco más al Sur. Este movimiento migratorio se habría iniciado en el postglacial, no más antiguo de unos 10.000 años atrás. Habrían llegado en oleadas sucesivas de pueblos cazadores y recolectores, pero sobre todo agricultores neolíticos, todos pertenecientes a la raza mongólica, los que habrían dado origen a la formación racial de los amerindios, de características uniformes y claramente mongoloides, distribuyéndose por todas las Américas. Los alcances de su teoría tuvo una marcada influencia sobre la mayoría de los americanistas durante las cuatro primeras décadas del siglo XX. Hoy en día sin embrago, no queda en pié más que la ruta misma de la migración; ya que no es posible sostener el carácter exclusivo mongoloide de los indios americanos; ni su época de arribo al continente, tan tardía y de un periodo neolítico solamente. 7 Dentro de los científicos que también se sumaron a la hipótesis de un poblamiento a través del océano pacífico, se destaca el americanista galo, Paul Rivet (1876-1958), quién partiendo de las ideas de Hardlicka aporta nuevos elementos de juicio. El científico acepta la ruta de Behring como el principal camino de acceso para los inmigrantes asiáticos, pero no como la única. Acepta también el componente mongólico como el más numeroso e importante, pero no como exclusivo. Igualmente, la época post-glacial de las migraciones, postulada por el antropólogo checo-norteamericano le parece apropiada. Sin embargo Rivet considera que el 7 Bernardo Berdicheswky. Op,cit., p. 58.

poblamiento de América es el resultado de varios movimientos migratorios distintos. Además del elemento asiático mongoloide y esquimal llegado por Behring, se sumarían oleadas de elementos australianos y malayo-polinesios, llegados por vía transpacífica especialmente en el hemisferio sur- los que incluso serían anteriores. Según Rivet los pueblos australianos podrían haber llegado a Sudamérica por el puente antártico, de acuerdo a la teoría del geógrafo y antropólogo portugués Mendes Correa quién postulaba que en los 6 mil a 2 mil años a. C., habrían retrocedido importantes masa de hielo antártico, dejando libres algunas islas australes y tierras antárticas. Esta migración habría sido posible, como producto de una navegación primitiva de isla en isla orillando las costas antárticas hasta arribar a las islas patagónicas del extremo austral de América del Sur. Así, el elemento australoide habría dado origen algunos grupos raciales de los Fueguinos y de los grupos raciales Laguidos, los que serían diferentes a las otras variedades raciales americanas de origen mongoloide, y constituirían el estrato más antiguo de los aborígenes. Para afirmar su tesis, el autor francés utilizó una serie de aparentes similitudes de rasgos raciales, así también, de rasgos culturales y lingüísticos que probarían el estrecho contacto entre estas áreas separadas por le Océano Pacífico. Sobre las pruebas dadas por Rivet, Bernardo Berdicheswky afirma: En la actualidad se considera ya superada la idea respecto de la llegada de los australianos por el supuesto puente antártico de Mendes Correa, cuya existencia no se ha podido comprobar científicamente. Por el contrario, hay una carencia absoluta de evidencias arqueológicas y geológicas al respecto. Naturalmente, los restos arqueológicos tendrían que estar en su mayoría sepultados por el mar. Con respecto a los elementos geológicos, no hay evidencia ninguna de plataforma submarina de escasa profundidad, como la existente en la región de Behring. Tampoco hay evidencias concretas con respecto a las fluctuaciones de los niveles marinos o la existencia de archipiélagos de islas que podrían haber servido como puente. Pero, sobre todo, los restos arqueológicos más antiguos descubiertos en las tierras e islas

del extremo austral patagónico, incluyendo la Tierra del Fuego, no sólo muestran ninguna afinidad o relación transpacífica, sino que corresponden al contexto arqueológico americano, relacionándose claramente con culturas similares de más al norte. Pero lo más significativo es que estas culturas son de una gran antigüedad, no sospechada por Rivet en sus primeras publicaciones. Su edad, en base a cronologías de tipo geológico, reforzadas por datos de Radiocarbono 14, alcanza casi hasta los 12 mil años de antigüedad. Mucho antes pues, en varios miles de años, del comienzo del Optimun Climático, en que habría podido factible la tesis de Mendes- Correa, el extremo autral del continente americano habría estado ya poblado por pueblos que habrían descendido desde el Norte... De las ideas de Rivet queda en pie, solamente, la posibilidad de la llegada directa de poblaciones melanésicopolinésicas por vía transpacífica directa. 8 Se ha podido apreciar de que las teorías del poblamiento americano han sufrido una serie de modificaciones acorde a la evolución del pensamiento crítico en el mundo occidental. Con respecto a la polémica científica de fines del siglo XIX, y comienzos del XX, es posible afirmar, de que hoy en día la mayoría de las teorías de la antropología física y de la lingüística, dirigen su mirada a establecer los orígenes del hombre americano en el Asia, pero por esto, no se descarta las posibles influencias de los sectores polinésicos provenientes a través del Océano Pacífico; lo que nos permite afirmar la existencia (acuerdo) de una explicación múltiple al fenómeno del poblamiento. Al respecto el etnohistoriador Osvaldo Silva, señala: La fecha del primer poblamiento de nuestro país no se puede precisar. Dicho fenómeno está conectado a la ocupación del continente americano. Hace mucho tiempo y en forma simultanea el avance de los hielos, América y Asia estuvieron unidas por medio de un puente terrestre situado en lo que hoy denominamos estrecho de Behring. La formación de los hielos provocó una baja en el nivel de las aguas del Pacífico, dejando al descubierto la plataforma continental que, en ese lugar, tiene poca profundidad. Tal hecho se produjo varias veces; primero lo utilizaron las plantas y animales, explicando así la similitud entre la flora y fauna del Viejo y Nuevo Mundo. Sus diferencias son resultado de mutaciones 8 Op,cit. p 60.

acaecidas durante el proceso de adaptación a ambientes geográficos dispares. Sólo hace unos 50.000 años, hombre (Homo Sapiens), que ya se encontraba en las costas orientales de Asia, pudo emplear la ruta del estrecho. Entraron pequeñas oleadas de cazadores que fueron siendo empujados hacia el sur a medida que otros grupos se desplazaban desde el Asia. Así, lentamente, fue modificándose la virgen superficie americana. En Chile según testimonios arqueológicos, el hombre vivía hacia el año 10.000 a. C., en la región andina de Antofagasta; alrededor del 9.000 a. C., en San Vicente de tagua-tagua y entre el 9.000 y 8.000 a. C., en Tierra del Fuego. De lo anterior, se deduce que gran parte de la primitiva población chilena, al igual que la americana, provino de Asia; no obstante, hay ciertas evidencias que indican la presencia de grupos procedentes de la Melanesia o Australia en el extremo sur del país. Todos ellos poseían una cultura de cazadores o pescadores. 9 Así estos datos vienen a corroborar lo afirmado anteriormente sobre el origen alóctono y múltiple de los primeros habitantes del territorio americano. 9 Osvaldo Silva. Prehistoria de Chile En: Sergio Villalobos, Osvaldo Silva, Fernando Silva y Patricio Estrelle. Historia de Chile. Santiago, Editorial Universitaria, 1980, p. 6.