CHRISTIAN DUQUOC JESÚS, HOMBRE LIBRE. Esbozo de una cristología DUODÉCIMA EDICIÓN

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Transcripción:

CHRISTIAN DUQUOC JESÚS, HOMBRE LIBRE Esbozo de una cristología DUODÉCIMA EDICIÓN EDICIONES SÍGUEME SALAMANCA 2005

Cubierta diseñada por Christian Hugo Martín Tradujo Alfonso Ortiz García del original francés Jésus, homme libre Les Éditions du Cerf, Paris 1974 Ediciones Sígueme S.A.U., 1975 C/ García Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca / España Tlf.: (34) 923 218 203 - Fax: (34) 923 270 563 e-mail: ediciones@sigueme.es www.sigueme.es ISBN: 84-301-0626-X Depósito legal: S. 502-2005 Impreso en España / Unión Europea Imprime: Gráficas Varona S.A. Polígono El Montalvo, Salamanca 2005

CONTENIDO Introducción... 9 1. El acontecimiento pascual, su importancia en la cristología... 15 2. Jesús de Nazaret: un hombre libre... 27 3. Jesús según el juicio de sus contemporáneos... 41 4. El testimonio de Jesús sobre sí mismo... 51 5. El proceso y la muerte... 67 6. La experiencia pascual: Jesús vivo... 77 7. Jesús hace al hombre libre... 93 8. Jesús el Hijo, rostro humano de Dios... 107 Conclusión... 119 Índice general... 125

INTRODUCCIÓN «Vida de Jesús» o «cristología»? Jesús no es un desconocido. Hablan de él películas y libros de éxito, movimientos juveniles, contestatarios políticos, teólogos comprometidos con nuestro mundo moderno y profano. No sólo en las iglesias se menciona su nombre, sino en la vida cotidiana. Esta curiosidad por Jesús ha dado origen a muchas obras, algunas sensacionalistas, otras serias y competentes. Jesús intriga, fascina. Se quiere conocerlo mejor. Es indudable que este interés constituye el síntoma más elocuente del malestar que reina en un mundo cansado de producir cosas que no le traen la felicidad. El apelativo bajo el que ahora se le invoca, se le ama, se le reconoce, es su nombre galileo: Jesús. El nombre de «Cristo» que le daban los cristianos, desde la primitiva comunidad, tiende a desaparecer. «Tenga, pues, toda la casa de Israel la certeza de que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado» (Hch 2, 36), proclama Pedro en pentecostés. Estas palabras de Pedro serán la pauta que dirija mi trabajo. Es inútil escribir de nuevo lo que ya está muy bien escrito. Actualmente poseemos admirables presentaciones del Jesús del evangelio. Pienso en las de J. Guillet, C.-H. Dodd, E. Trocmé, D. Flusser, G. Bornkamm, J. Jeremias 1 Esas obras demues- 1. J. Guillet, Jésus devant sa vie et sa mort, Paris 1971; E. Trocmé, Jesús de Nazaret visto por los testigos de su vida, Barcelona 1974; C.-H. Dodd, El fundador del cristianismo, Barcelona 1974; D. Flusser, Jesús en sus palabras

10 Introducción tran un gran conocimiento de las fuentes y un gran respeto a su objeto. No pretenden escribir una vida de Jesús. La investigación histórica del Nuevo Testamento que se emprendió hace más de un siglo ha demostrado que los evangelistas no tenían ni mucho menos la intención de escribir una biografía, esto es, una historia secuenciada y motivada de la vida de Jesús de Nazaret. Los evangelios son testimonios de creyentes. Esto no significa que no contengan nada histórico, sino que fueron escritos de tal manera que cada episodio se basta a sí mismo, ya que en él aparece por entero toda la personalidad de Jesús. Esa personalidad es precisamente la de aquel Jesús que a continuación recibió de las iglesias el nombre de «Cristo». Tal apelativo está desterrado en los movimientos de «retorno a Jesús». En efecto, para ellos «Cristo» está relacionado con las imágenes que tratan de combatir; les parece que designa a un Señor lejano, a uno que viene con el poder de Dios para imponer su orden y su ley; «Cristo» no es entonces el «hermano», el compañero comprometido en la lucha contra los opresores, la persona comprensiva que acepta todas las debilidades. «Cristo» es el Dios, ese ser tan lejano y tan solemne que se admira en los mosaicos bizantinos. Es posible desechar el nombre de aquel que ha sido celebrado en las iglesias como «Jesucristo»? Son pocos los que hoy saben qué significa «cristo». Este término viene del griego, y significa «aquel que ha recibido la unción». Es la traducción de una palabra hebrea, adaptada a nuestra lengua con el vocablo «mesías». Cuando se confiesa que Jesús el galileo es el «Cristo», se proclama que es el «Mesías». Así es como lo reconoció Pedro (cf. Mc 8, 29). «Mesías» es un término oscuro para nosotros. Es una palabra del lenguaje religioso. Sólo los especialistas de la sociología de las religiones lo utilizan para designar a los «líderes» y en su tiempo, Madrid 1975; G. Bornkamm, Jesús de Nazaret, Salamanca 6 2002; J. Jeremias, Teología del Nuevo Testamento. La predicación de Jesús, Salamanca 7 2001; N. Scholl, Jesús, sólo un hombre?, Salamanca 1974.

Introducción 11 que, convencidos de su elección divina, intentan forzar la historia para instaurar el reino de Dios, en el que ya no habrá lágrimas ni sufrimientos (Ap 21, 4). Confesar a Jesús como «Mesías» significa recoger las esperanzas que animaron y siguen animando a Israel, el pueblo judío. Este esperaba que Dios enviaría a un ser que no sólo estableciese el poder del pueblo que Dios había escogido como suyo liberándolo de Egipto en tiempos de Moisés, y honrando de esta forma la promesa hecha al patriarca Abrahán, sino que al mismo tiempo inauguraría una era de prosperidad, de paz y de fraternidad para todos los hombres. Aquel pueblo se mostró continuamente vuelto hacia el porvenir en su reconocimiento de Dios. Y los discípulos vieron en Jesús de Nazaret a aquel que esperaban, al «Mesías». Así pues, Jesús no es solamente para la fe cristiana aquel hombre que hizo el bien en Galilea, tomando en sus manos la causa de los oprimidos y sacudiendo el yugo de los sacerdotes y de los profesionales de la religión judía. Es también el «Cristo», el enviado del Padre para hacer pasar este mundo desde su esclavitud a una novedad tan radical que la Biblia la define como reino de Dios, ya que ninguna sociedad pasada o presente es capaz de evocar su imagen. Y la señal de que él es el «Cristo» es que está vivo: Jesús de Nazaret, hombre acreditado por Dios ante vosotros con milagros, prodigios y señales que por él realizó Dios entre vosotros, como bien sabéis; a este vosotros, crucificándolo por manos de paganos, lo quitasteis de en medio. Pero Dios lo resucitó liberándolo de los dolores de la muerte Dios ha hecho Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros crucificasteis (Hch 2, 22-36). La ruptura contemporánea que se ha llevado a cabo entre Jesús y el «Cristo» está justificada si tiene la finalidad de hacer que tomemos conciencia de que aquel que es celebrado en las iglesias que lo proclaman vivo es el mismo galileo de quien habla Pedro en su discurso y al que supone conocido por sus oyentes. El que sea confesado como «Cristo» no reduce en lo más mínimo el nombre de Jesús a un recuerdo sin interés.

12 Introducción El que Jesús sea ahora «Cristo», el «Mesías» venido de Dios para asegurar nuestra liberación, el que sea «Mesías» no sólo como símbolo de una esperanza que recoge todos nuestros sueños y anhelos de ver eliminadas las asperezas del mundo, sino más concretamente como el vencedor de la muerte, todo esto no carece de importancia para nuestra forma de ponernos en relación con aquel galileo. Mi propósito en esta obra, que he procurado aligerar de todo peso científico, pero cuyas ideas fundamentales se basan en un estudio técnico, es el de manifestar quién es Jesús para nosotros a partir de este doble nombre suyo. No voy a repetir el trabajo que se ha realizado a propósito de las fuentes neotestamentarias de nuestro conocimiento de Jesús, sino que me limito a adoptar los resultados que me parecen más justificados, siguiendo el juicio tan acertado de G. Bornkamm: Una presentación de la historia del mensaje de Jesús, en relación con nuestras fuentes, tiene todavía algún sentido y sigue siendo realizable? Será preciso intentar describir detalladamente el desarrollo biográfico y psicológico de la vida de Jesús? Ciertamente que no. Todos los intentos de este estilo están abocados al fracaso Sin embargo, los evangelios no autorizan en lo más mínimo la resignación o el escepticismo. Por el contrario, nos hacen sensibles a la persona histórica de Jesús, aunque de una manera muy distinta de como lo hacen las crónicas o los relatos históricos. Las cosas están claras: lo que nos refieren los evangelios del mensaje, de los hechos y de la historia de Jesús está caracterizado por una autenticidad, por un frescor, por una originalidad que toda la fe pascual de la comunidad no ha podido menguar. Y todo eso nos remite a la persona terrena de Jesús 2. Les dejo a los exegetas, esto es, a los intérpretes científicos del Nuevo Testamento, la tarea de precisar esa otra manera con que los evangelios nos permiten acercarnos a la personalidad histórica de Jesús. Tendré en cuenta sus trabajos citados anteriormente. No intento escribir una vida de Jesús ni trazar un 2. G. Bornkamm, Jesús de Nazaret, 24-25.

Introducción 13 retrato psicológico del fundador del cristianismo. El teólogo, esto es, aquel que toma suficientemente en serio la Escritura proclamada en la Iglesia como comunicación de Dios para hacer de ella el objeto de su investigación y de su pensamiento, no tiene otras fuentes de información distintas de las del exegeta. Pero el teólogo no plantea las mismas cuestiones que él. El teólogo se sitúa al lado del creyente que vive hoy su fe en medio de la incertidumbre y de la duda. Hasta hace poco, confesar a Cristo era algo natural para los que habían crecido en familias cristianas. Hoy, el interés por la figura histórica de Jesús quebranta las convicciones adquiridas y plantea de nuevo la cuestión de la identidad de aquel a quien las iglesias aclaman como su «Señor», y del que muchos creyentes creen que ha sido desfigurado o traicionado por ellas. La cuestión con que se enfrenta este libro es, por tanto, la siguiente: confesar a Jesús no será rechazar al Cristo, tal como nos lo describe la doctrina tradicional? Proclamar a Cristo no será olvidar a Jesús, tal como se impone su personalidad en las fuentes neotestamentarias? Lo que yo llamo «cristología» (discurso acerca de Cristo) es ese esfuerzo por pensar en la unidad a Jesús y al Cristo en función de las cuestiones que actualmente se suscitan entre los creyentes. Ese esfuerzo exige una gran honradez ante las fuentes neotestamentarias y ante la manera con que en el curso de la historia de la Iglesia los cristianos han vivido y expresado su fe, así como ante las incertidumbres y las dudas de hoy. Resulta fácil comprender cómo no puede tratarse de poner punto final en un debate; cualquier empresa cristológica no tiene más remedio que ser un ensayo, y por tanto un estudio provisional.

ÍNDICE GENERAL Introducción... 9 1. El acontecimiento pascual, su importancia en la cristología.. 15 1. La pascua y el testimonio de los apóstoles... 15 2. La pascua y la vida histórica de Jesús... 17 3. La primera tentación: la pascua borra la vida terrena de Jesús... 18 4. Segunda tentación: olvidar la pascua. La vuelta contemporánea a Jesús... 20 5. Acontecimiento pascual y cristología... 23 2. Jesús de Nazaret: un hombre libre... 27 1. Jesús y su entorno social... 28 2. Una palabra libre... 31 3. Una actitud liberadora... 33 4. Jesús, un hombre libre... 36 3. Jesús según el juicio de sus contemporáneos... 41 1. Se le llama a Jesús profeta... 42 2. Jesús acepta ser tenido por profeta... 44 3. Se le llama a Jesús Mesías... 46 4. Jesús rechaza el papel de Mesías... 47 4. El testimonio de Jesús sobre sí mismo... 51 1. Debates sobre la conciencia de Jesús... 52 2. Hipótesis de investigación... 54 3. Cualificaciones neotestamentarias y conciencia de Jesús.. 56 a) El título de Mesías... 56 b) El título de Hijo de Dios... 57

126 Índice general c) El título de Hijo del hombre... 58 d) El título de Siervo... 62 4. La libertad de Jesús, expresión de su conciencia de sí mismo... 64 5. El proceso y la muerte... 67 1. Razones del conflicto entre Jesús y sus contemporáneos.. 68 2. El resultado del conflicto: el proceso... 70 a) La acusación religiosa... 72 b) El delito político... 73 c) Carácter de la condena... 74 6. La experiencia pascual: Jesús vivo... 77 1. Los documentos... 77 2. La experiencia pascual y la cruz... 80 3. La resurreción no es una reviviscencia... 81 4. La resurreción no es la imortalidad espiritual... 81 5. La resurreción no es una imagen ya vacía... 83 6. La resurreción no es un hecho pasado... 85 7. La pascua y la vida terrena de Jesús... 87 7. Jesús hace al hombre libre... 93 1. La muerte de Jesús: consecuencia de su lucha histórica... 94 2. Jesús libera del Dios imaginario... 97 3. El perdón de Jesús libera del odio... 99 4. Perdón, conflictos y liberación... 102 8. Jesús el Hijo, rostro humano de Dios... 107 1. Jesús, el Hijo de Dios... 108 2. Peligros de un malentendido... 110 3. La revelación de Dios en Jesucristo... 114 Conclusión... 119