Fábricas de cambio Una mirada desde la arqueología industrial Dentro del marco de la clase Cultura Material en la Arqueología Industrial, los estudiantes del programa de Arqueología de la Universidad Externado de Colombia organizaron un conversatorio para exponer una serie de casos que demuestran el potencial arqueológico de varios sitios industriales en el Altiplano Cundiboyacense. Para la mitad del siglo XX, se empezó a reconocer que los inmuebles industriales eran un testimonio físico de lo que se consideró como uno de los procesos de cambio social y tecnológico más importantes de la humanidad: la Revolución Industrial. Estos edificios, fábricas y maquinarias comenzaron a tener un alto grado de importancia identitaria e histórica, por lo que se empezaron a considerar objetos patrimoniales y se volvió necesaria su conservación y reconocimiento, objetivo bajo el cual se originó la arqueología industrial.
La fábrica de loza Entre hornos y casas 1834 1837 Aunque el sitio originalmente fue diseñado como fábrica, sus instalaciones fueron modificadas para ser utilizadas como vivienda, las cuales son ocupadas actualmente por los descendientes de los trabajadores originales. Esto ha permitido el empoderamiento de la comunidad frente a la protección y conservación de las estructuras que se encuentran en pie. El barrio de los hornos 1996 2014 Con una nación recién independizada, varios miembros de las élites promulgaban la construcción de industrias nacionales para promover la economía local. En 1832, varios personajes de la élite capitalina formaron la Sociedad de Industria Bogotana. En 1834, fue inaugurada la Fábrica de Loza Bogotana. El día de la inauguración la fábrica se incendió. En 1845 el único dirigente de la Fábrica era el empresario Nicolás Leiva, que mantuvo el sitio hasta su muerte en 1887, fecha en que también se considera el fin de la época funcional de la Fábrica. Se resalta que uno de los objetivos de esta fábrica fue disminuir la delincuencia al disciplinar a los residentes a través de la implementación de la fábrica. El testimonio de unas ruinas Las fuentes orales han permitido comprender cuál fue el cambio social, económico y cultural resultante de la implementación de la Fábrica de Loza Bogotana. A partir de la comparación de registros materiales que muestren cambios espaciales a través del tiempo, se espera dar cuenta de cómo la Fábrica participó en la formación de un territorio con un valor local arqueológico y cultural, el cual ha sido desconocido por las administraciones distritales en tanto sitio declarado como patrimonio de la ciudad. Es de resaltar que el aspecto identitario que tienen las personas del barrio respecto al sitio, refuerza el valor histórico, simbólico y arqueológico del lugar.
Bavaria La industrialización de la cerveza, una nueva bebida para el pueblo Plano de localización 1889 1923 1955 La puesta en marcha de la fábrica de cerveza Bavaria fue muy importante para la industria creciente del país a finales del siglo XIX, al ser pionera en la producción de cerveza e influir en la urbanización de la capital. El barrio La Perseverancia contiene la memoria histórica de otro aspecto de la industria en Colombia, el de los espacios y cultura material asociada a la clase obrera 2014 No son solo falcas y cavas A través de la arqueología se puede reconstruir el contexto, que incluya además del aspecto arquitectónico, las máquinas, los objetos de vida cotidiana, las redes de comunicación y transporte, zonas de explotación de materia prima entre otros. La creación de la industria cervecera La fábrica de cerveza Bavaria fue fundada en 1889, por los hermanos Kopp. En 1891 se inician las labores de producción de la cerveza, las cuales se dividían en el molido de la cebada, el cocimiento de la cerveza, el lavado de las botellas, los salones de envasado y el taller de herrería. Leo Kopp fomentó una fuerte lucha contra las bebidas fermentadas, como la chicha y el guarapo, que eran apetecidas por las clases bajas; para ello utilizó estrategias, como la creación de cervezas de un costo menor. Para integrar el complejo industrial se creó un barrio para los trabajadores de la fábrica. La Perseverancia fue uno de los primeros barrios obreros de Bogotá, fundado a principios de siglo para dar respuesta particular a las necesidades que tenían los empresarios de la Cervecería Bavaria, de ubicar a sus empleados en un lugar cercano a la fábrica, para optimizar el tiempo de trabajo en producción.
Tubos Moore Arcilla y gres, materias primas para el desarrollo de la industria nacional 1906 Significación Cultural 1925 1944 Este complejo se compone de tres fábricas ubicadas en el barrio Las Cruces y en el 20 de Julio. La primera fábrica tiene una antigüedad de 108 años siendo pionera en la producción masiva de tubos y ladrillos vitrificados que fueron implantados en el sistema de canalización de Colombia. Estas fábricas constituyeron un eje de cambio que influenció la consolidación de nuevos materiales de construcción en la canalización de los sistemas de drenaje. Fueron focos de progreso no solo urbano si no también rural, al generar un impacto en la vida cotidiana de los habitantes del país y una mejora notable en la salubridad de las ciudades. A pesar del gran valor histórico y arqueológico, estas fábricas han desaparecido de la memoria física de la ciudad. El gres y la consolidación de los drenajes 2012 De canteras hornos y chimeneas. Con una aproximación arqueológica es posible analizar los restos materiales de las fábricas de tubos Moore ubicadas en las Cruces y el sector del portal del 20 de Julio, las cuales fueron destruidas para adecuar nuevas estructuras citadinas. Se pueden comprender los cambios evolutivos de los sectores donde fueron construidos estas fábricas y el impacto que generaron a nivel nacional en el contexto social, económico, histórico y cultural. Tubos Moore es una fábrica creada en el año de 1906, por Plantagenet Moore, pionera en la producción y distribución de tubos y ladrillos vitrificados. La fábrica contaba con una instalación en el barrio las cruces la cual funcionó durante 10 años; para 1925 los dueños adquirieron otro predio cerca de la antigua fábrica para su nueva instalación; a esta fábrica se le llamó San Rafael, y funcionó hasta los años 40 cuando la fábrica fue trasladada a la zona del 20 de Julio con el nombre de nueva Planta la Colina. Actualmente solo se encuentra en pie la Fábrica San Rafael, que está próxima a su demolición. La antigua fábrica de tubos, declarada patrimonio, es ahora un conjunto residencial, y la Planta la Colina es ahora el portal de Transmilenio del 20 de Julio.
Estación de la Sabana Una huella de la conexión férrea con la modernidad 1880 1913 a 1917 1927 1954 La estación de la sabana es una evidencia arqueológica viva de la evolución de sistemas y medios de transporte, con un cambio en su estructura en los años de 1955. Este era el punto de transporte de mercancías y pasajeros más importantes del país, y era el punto de conexión de la capital con el mundo, produciendo la modificación urbana del entorno, concentrando el uso de espacios de comercialización y contrabando. De la trocha a la vía férrea Desde tiempos prehispánicos y hasta la Colonia, fue utilizado el sistema de cargueros, para el trasporte de personas y mercancías, el cual fue reemplazado por los carruajes tirados por caballos. La industria ferroviaria se implantó en la ciudad a la ciudad en 1865, dando inicio al trasporte masivo de carácter intermunicipal, cuya variante urbana, en 1884 fue el tranvía tirado por mulas, que rodaba sobre rieles de madera. Los dos sistemas de transporte masivo confluían en la Estación de la Sabana, cuyo edificio de estilo neoclásico es la obra de William Lidstone y Mariano Sanz de Santamaría, construida entre 1913-1917, cuya monumentalidad contrasta con los edificios de talleres y bodegas. El complejo que se resiste a desaparecer: Un análisis de fotografías antiguas, contrastada con la observación del sitio, da cuenta de un retraso tecnológico del sistema ferroviario que lo hace obsoleto frente a los nuevos sistemas de transporte; el terminal en desuso, que viene siendo reutilizado para actividades administrativas y culturales, pero que mantiene su categoría de complejo ferroviario: cuenta con una vía férrea, fuentes de energía (agua y carbón), maquinistas, estaciones, talleres, unos vagones o coches de pasajeros y unas locomotoras a vapor.
Ferrería Samacá Samacá: más que un paisaje de buitrones 1855 1918 1936 2014 El complejo representa una parte esencial en la memoria local de sus habitantes. Aunque el recuerdo de los pobladores de la región está más ligado a la empresa de textiles que aún opera en la zona, el sitio de la antigua ferrería de Samacá resulta ser un referente cultural e histórico de un territorio consolidado a la industrialización desde el siglo XIX. De esta manera, la historia de ambos complejos industriales se fusionan en una demostración de valores históricos, sociales, económicos y tecnológicos. Así, los inmuebles, tanto las ruinas como los que siguen en pie, son manifestaciones de la búsqueda por el progreso que emprendió el naciente Estado. Las ruinas del progreso: el hierro prometido Un sistema bajo tierra A partir de la visita al sitio, la comparación de registros materiales y documentales que muestran la evolución espacial de la fábrica, se puede comprender la consolidación de un paisaje industrial de mediados del siglo XIX conformado por las fuentes de energía, la materia prima, redes de comunicación y transporte, inmuebles y mano de obra. Para el caso de la Fábrica de Samacá se identifican: el río como fuerza hidráulica, los conductos de aire como alimentadores de combustión para los hornos, los inmueble-máquina como el horno alto y la chimenea, las zonas de explotación como las minas de hierro y coke, y las redes de transporte como rieles que comunicaban el interior de la fábrica y aseguraban la distribución de los productos. La construcción de la Ferrería se inició hacia 1855 por los colombianos Agustín Landinez y Máximo Valero. Aunque originalmente se contrataron expertos franceses, fue por mano de los ingleses Martin Perry y Santiago Bruce que la fábrica tomó forma. Sin embargo la fábrica no resultó rentable. Debido a esto, sus propietarios se vieron obligados a venderla al gobierno del entonces Estado Soberano de Boyacá en 1877. El estado tomó la decisión de construir un nuevo complejo con la ayuda de los estadounidenses Charles Otto Brown y Levy David York. Para 1880, se pondría en marcha el complejo industrial, que presentó muchos tropiezos y enormes costos, lo que obligó a su cierre, en 1884. En 1936, por un desbordamiento de la quebrada Rabanal se generó una avalancha que destruyó casi en su totalidad el complejo industrial de la ferrería. Las estructuras que se mantuvieron fueron absorbidas por la Fábrica de Textiles de Samacá, convirtiéndola en la zona de tejido e hilados. Para 1964 se clausura el sitio.