EL LIBRO DE YOTÁN Ediciones Palabra Madrid
Título original: The Book of Jotham by Arthur Powers. Tiempo Libre Director de la colección: Ricardo Regidor Copyright 2013 by Tuscany Press, LLC Ediciones Palabra, S.A., 2014 Paseo de la Castellana, 210-28046 MADRID (España) Telf.: (34) 91 350 77 20 - (34) 91 350 77 39 www.palabra.es epalsa@palabra.es Traducción: José Gabriel Rodríguez Pazos Diseño de cubierta: Raúl Ostos ISBN: 978-84-9061-113-5 Depósito Legal: M-27461-2014 Impresión: Gráficas Gohegraf, S.L. Printed in Spain - Impreso en España Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.
ARTHUR POWERS EL LIBRO DE YOTÁN PALABRA
A todos aquellos que se enfrentan a retos extraordinarios de tipo físico o mental, y a sus familias y cuidadores. Para que, en comunidad, consigamos vernos unos a otros con la luz de Dios. - 7 -
Índice Prefacio... 11 EL LIBRO DE YOTÁN... 13 Nota del autor... 93 El autor... 107-9 -
Prefacio En 1979, cuando vivía en Brasil, empecé a darle muchas vueltas al asunto de las personas con discapacidad mental y su papel en el plan de Dios. Hasta entonces, yo había sido el tipo de persona que sobrestima su mente, y consideraba la inteligencia como el centro de mi ser. La presencia de personas con discapacidad mental me interpelaba, me asustaba. Durante semanas, llevé este tema a mi oración. Y una mañana, mientras rezaba en la capilla de Nuestra Señora de la Misericordia de Río de Janeiro, me fue dada la historia de Yotán. A aquello siguió el estudio y el ponerme a escribir, pero la historia que aquí presento es la que nació en la oración de aquel día. - 11 -
LUZ U OSCURIDAD. Calidez o frío. Los conoces. Los sientes. El fuego en negra noche. El sol de mediodía en invierno. El mango de la azada, duro y rugoso en tus manos enormes, moviéndose arriba y abajo en el campo de tu padre. Arriba y abajo. Arriba y abajo. No solo ahí, chico. Muévete. Enfado de padre. Ni oscuro ni frío, pero duele como un perro herido que muerde con dientes afilados. Te duele dentro. Señor, qué pecado he cometido para tener un hijo así? Chissss, Judá. No es ningún pecado Cállate, Sara. El chico nos quiere, Judá. Es de Dios. Madre. La luz más luminosa. La calidez más cálida. Cuando estás cerca de ella, sientes dentro - 13 -
como la sombra de las hojas de parra en un día de primavera. Agua fresca en el pozo. Gorrioncitos en el aire. Donde ella va, la sigues. Hornea el pan en el fuego y canta. Sonríes. Se vuelve y te sonríe, sus ojos castaños, cálidos y suaves. Hasta que un día se va. Ha muerto dice tu hermana. No volverá. Brillan los ojos húmedos de Adina. Tú estás sentado en una estera y ella está agachada, delante de ti, con su cara frente a la tuya. Sus finas manos aprietan fuerte tus hombros. Te agita. Entiendes? Mueves la cabeza arriba y abajo, y ella se va. Arriba y abajo, mueves la cabeza, arriba y abajo. Te sientes oscuro y frío, muy oscuro y frío, no habrá nunca nada más. Te pones en pie y buscas a tu madre. No está junto al fuego. Sales. La valla, el campo. Ma Mamá! la llamas. Ma Mamá! No está allí. El sol está vacío y frío. El viento es oscuro, muy oscuro. Mamá! Ya vale! Ya vale! - 14 -
Adina grita delante de ti. Te mira, enfadada como el perro herido. Sus finas manos se agitan. Sus gritos te duelen dentro. Gotas de agua le caen por las mejillas desde los ojos doloridos. Padre ya no está enfadado. Solo está lejos, muy, muy lejos. No oscuro, sino gris como cielo de lluvia. Su frío no es frío de invierno, solo frío como cuando el fuego está muerto. Se sienta en la mesa. Encorvado. Te levantas y vas andando hasta donde está él. Pones tu mano enorme en su hombro. Ab Ab Abbá. Cuesta decir esa palabra. Vete, chico. Ab Abbá. Padre se levanta. Está enfadado. Te mira, pero sus ojos dejan de estar enfadados. Solo lejanos. Te pone la mano en el hombro. Se da la vuelta y sale por la puerta. No hay más luz ni calidez. Oscuridad, frío. Vacío. Andas de un lado para otro, buscando - 15 -
a tu madre, pero no la llamas porque Adina se enfadará. Pasan los días. Días vacíos. Padre está lejos. Tu hermana te da de comer, pero no es cálida. No canta junto al fuego. Sales de la casa. Campos vacíos. Vas al camino. Color pardo, arenoso, a la luz del sol. Andas por el camino y ves tus pies avanzar por el sendero de arena. Arriba y abajo, caminan tus pies. Arriba y abajo. Voces. Levantas la vista. El pueblo. Casas blancas a la luz blanca del sol. Luz brillante del sol que te hace daño en los ojos. Gente. Ruido. No vayas al pueblo, chico. No te gusta el pueblo. Carne muerta colgada en las puertas. Moscas. Gente. Mira quién está aquí! Un joven te sonríe. No es cálido. Yotán. Dice tu nombre. El tontito canta. Otros jóvenes ríen. Grande como una casa, estúpido como un burro. Risa y más risa. Cerca. Dientes amarillos. Mal aliento. Una mano te empuja, y casi te caes. Risa. - 16 -
Hombre viejo con vestimenta oscura. Silencioso, voz grave. Enfadado. No enfadado contigo. Cálido. Túnica larga oscura, barba gris. Los jóvenes se van. Vete a casa, chico dice el viejo. Cariñoso. Te quedas solo. Ni luz, ni calidez. Pero el sol es abrasador, brillante y caluroso. Caminas a un sitio en sombra y te sientas. Mamá, el mundo es frío y oscuro, frío y oscuro. Dónde estás, Mamá? Vienes todos los días a sentarte aquí. Los jóvenes no te ven. La gente pasa, hablan. Los miras. Frío. Frío, vacío y oscuro. Hasta que un día sientes algo nuevo. Gente, mucha gente, y el intenso zumbido de sus voces en el aire. Abejas al sol. Ves gente que aparece por la esquina, una muchedumbre de gente. Y de entre ellos llega luz. La luz más luminosa que hayas conocido nunca, pero no tiene el brillo que te hace daño en los ojos. La calidez más cálida, pero no calurosa, no humeante, no cruel. - 17 -
Te levantas. La muchedumbre pasa. El corazón se te acelera, arriba y abajo. Mueves los pies, sigues a la gente. Parecen estar lejos, se mueven rápido, pero les sigues. Caminas y caminas. Estás en pleno campo, la tierra cultivada y seca a ambos lados del camino. Nunca habías caminado tanto. Los pies descalzos, arriba y abajo sobre las piedras del camino, te empiezan a doler. Más adelante hay un terreno amplio con árboles. Un riachuelo. Nunca habías visto tanta gente. Cuando llegas, no te prestan atención, o ni siquiera se dan cuenta de tu presencia. Están mirando a la luz. Quieres ir a la luz, pero están de pie, hombro con hombro, no puedes pasar. Transcurre un momento. Solo hay un sonido, una voz de hombre, una calidez y una luz. La voz se calla y la gente se empieza a ir, como si no hubiera luz. Qué ha dicho? preguntan. Qué ha dicho? Te abres paso entre la gente que habla y que se va. Y ves entonces la luz. - 18 -
No es madre. No es una mujer. Es un hombre. Está de pie bajo un árbol, hablando a varios jóvenes que le escuchan, muy atentos. No está mirando hacia donde tú estás. Te acercas por un lado, casi por detrás, y te sitúas muy cerca de él. Escuchas su voz recia, ves su cabello negro y su barba, su túnica de color claro, sus manos bronceadas y musculosas. No es tu madre. No puedes llamarle Mamá. Y, entonces, lo entiendes. «Abbá», pronuncias en voz baja. Se gira y te mira con ojos de sorpresa, cómplices. «AB BÁ». Por qué me llamas eso? pregunta. Abbá dices otra vez. Te interroga con sus claros ojos de color castaño. Y entonces, suavemente: Cómo te llamas? Yo Yo tán. - 19 -
Sus ojos no son como los ojos de Mamá. Están más lejos, pero más cerca, tan cerca que penetran dentro de ti. Hacen que te vuelvas tímido. Quieres venir con nosotros, Yotán? Mueves la cabeza arriba y abajo, cada vez más rápido, arriba y abajo. Pues ven dice. Caminas y caminas, detrás de él. Ahora no hay muchedumbres, solo unos pocos hombres y mujeres. Unos hombres jóvenes caminan con él, hablando. Tú caminas detrás, siguiendo la luz. El mundo es luz, calidez y luz. El sol se pone, pero la luz sigue resplandeciendo delante. Él brilla en la creciente oscuridad. Se detienen junto a un río. Lumbre. Susurros. Una joven se acerca a ti. Te da un cuenco con comida. Coges el cuenco. Suave. Te ponen en la mano una torta de pan suave. Comida caliente en la boca, caliente en la garganta, caliente en el estómago. Me llamo María dice la joven. Cómo te llamas tú? Yo Yo tán. - 20 -