GRANT & JANE SOLOMON A s ociados al Grupo Experim ental de Scole. Las pruebas científ icas. de la vida después de la muerte



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Transcripción:

GRANT & JANE SOLOMON A s ociados al Grupo Experim ental de Scole Las pruebas científicas de la vida después de la muerte CINCO A ÑOS DE INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA DEMUESTRAN QUE LA VIDA CONTINÚA DESPUÉS DE LA MUERT E Y QUE ES POSIBLE COMUNICAR CON EL MÁS A LLÁ. AUTORES GRANT & JANE SOLOMON Asociados al grupo Experim ental de Scole. Las pruebas científ icas d e lavida después de la Muerte. CINCO A Ñ OS DE INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA DEMUESTRAN QUE LA VIDA CONTINUA DESPUÉS DE LA MUERTE Y QUE ES POSIBLE COMUNICAR CON EL MÁS ALLÁ. E. mail: arme nia@ mr-net.it Web: http://w w w.arm enia.it

ÍNDICE P refacio de Arthur J. Ellison... 3 Agradecimi entos...7 Introducción...9 CAPÍTULOS 1 Una invitación a investigar......15 2 El grupo experimental de Scole...23 3 Los espíritus guía de Scole y los primeros experimentos...35. 4 Progres o......59 5 Investigación científica......101 6 Examen de las películas fotográficas......127 7 Experimentos audio......155 8 Experimentos vídeo......179 9 Una historia increíble de investigación...199 10 F ilosofía espiritual...227 11 El futuro...245 P ost-facio de David Fontana......269 P osdata...279 A P É N D I C E S : A S P E C T O S DE LA CIE N C I A ESPI R I T U A L 1. Los guías espirituales...281 2. F iguras...289 3. Código de comportami ento para los visitantes...293 4. S es iones de investigación científica (SPR)...297 5. Las luces...299 6. Los aportes...305 7. S es iones fotográficas controladas científicamente...307 8. Experimentos fotográficos...309 9. La conclusión del Informe de Scole......311 10. D eclaración del doctor Hans Schaer. Trata del Informe de Scole....313 11. «Si no vemos no creemos»... 317 12. la curación como perspectiva...319 13. los que siguen dudando...323 14. discusión: pasado, presente y futuro...325 Ulteriores informaciones... 329 Serie fotográfica... 331 F otos...333 Índice...353 203

POST-PREFA C I O El profesor F ontana es uno de los tres principales autores del Informe de Scole. Aunque los firmantes de este documento estaban a mpliame nte de acuerdo sobre muchos de los elementos que s urgieron durante la investigación que les llevaron a redactar el Informe, inevitablemente, hubo opiniones diversas en relación a lo que podía deducirse y concluirse en relación a los acontecimientos producidos. El profesor E llison expuso s u comentario en e l Prefacio, y M ontague K een contribu yó de forma especial a la redacción del capítulo 9. Aquí exponemos a continuación el punto de vista del profesor Fontana. N U E S T R O A G R A D E C I M I E N T O A L G R U P O D E S C O L E Es mi deber comenzar ma nifestando nuestra gratitud como investigadores al grupo de S cole. S in su colaboración y s u inagotable cortesía, no habríamos podido desarrollar nuestro trabajo. Muchos de los que dedican t iempo y energía al desarrollo de las facultades psíquicas s on mu y s ospechosos en relación a los científicos, viendo en ellos s olamente personas que tratan de disminuir s us esfuerzos y de explicar cualquier resultado como el fruto de una ilusión, en el mejor de los casos, y como fraude en el peor. P or el contrario, el grupo de S cole era má s que favorable a obtener un j uicio c ientífico obj etivo. D es pués de as egurarse de nuestra buena fe, acogieron de buen grado nuestro interés y, dentro de s us posibilidades, nos dieron toda clase de facilidades y nos animaron a desarrollar nuestras observaciones. Comp artieron libreme nte s us experiencias con nosotros, ofreciéndonos una generosa hospitalidad, s in pedir nada a camb io. Y al que piense que su generosidad fue un intento de ganarse nuestro beneplácito, dej adme que subra ye el hecho de que para nosotros estaba c laro que es t a no era su intención. En efecto, aunque el grupo de S cole tiene todo el derecho a hablar por s í mi s mo, nuestra impresión fue que habríamos perdido s u respeto s i, por un lado, hubiéramos interpretado tan mal su cortesía como para considerarla un intento de corrupción, y por otro, s i hubiéramos s ido t an débiles en nuestra determi nación c ientífica como para consentir que la hospitalidad nos privase de la obj etividad que es de rigor para un científico. C I E N C I A E I N V E S T I G A C I Ó N P S Í Q U I C A Lo esencial de la ciencia es una buena observación. S ea en laboratorio s ea en campo, el científico tiene e l deber de observar los datos s ometidos a estudio con toda la atención de que es capaz, de controlar sus observaciones de l a forma más completa y diligente posible y, finalme nte, de publicar tales observaciones para que s ean exami nadas por s us colegas. D espués de la publicación, debe escuchar las críticas que los demás puedan hacer a s us observaciones, y s i es capaz, rebatirlas, y 204

s i no es capaz, admi tirlas. Claramente, la observación l levada a cabo en laboratorio, donde los científicos pueden aplicar rígidos controles para asegurar que los efectos observables no s ean distorsionados por circunstancias extrañas, y donde las metodologías pueden perfeccionarse progresivamente y desarrollarse a la luz de los resultados, es notablemente más s egura que las observaciones en el campo. P or esta razón, entre otras, mu chos científicos reducen su trabaj o a su laboratorio, y tienen en me nor estima los resultados obtenidos en otro lugar. S in embargo, el trabajo en laboratorio y en campo deberían realizarse, en lo posible, de forma paralela. Efectos que s on observados por primera vez en laboratorio pueden luego s er verificados s obre el campo, mientras que los efectos identificados por primera vez en e l campo pueden s er estudiados s iguiendo rígidas condiciones de laboratorio. N o obstante, desde los años Treinta, cuando el profesor J.B. Rhine y s us colegas desarrollaron por prime ra vez mé todos para estudiar los fenóme nos psíquicos (bajo la nueva denomi nación de «parapsicología») en laboratorio, s e ha dado la tendencia a concentrarse en el trabajo de laboratorio a expensas del trabajo de campo. Indudableme nte, en lo que se refiere a la parapsicología, e l trabajo de laboratorio nos ha s ido mu y útil, en cuanto que ha demostrado s in dejar ninguna duda a los numerosos s agaces investigadores, que los fenóme nos psíquicos s e verifican de hecho y s e explican con nuestros paradigmas científicos (para una reciente y excelente s íntesis de los resultados de laboratorio, ver T he Conscious Universe de Radin). P ero los fenómenos circunscritos al laboratorio tienen una importancia limitada para nuestra comprensión de la experiencia norma l. Es el reconocimi ento de este hecho el que nos ha mo vido, a mis colegas y a mí, a realizar investigaciones sobre lo que es t aba sucediendo en S cole. Y al hacer esto nos hemos planteado s iempre la exigencia esencial en todos los campos de la investigación científica de no tener prejuicios. S i los científicos deciden a priori que los efectos que es t án buscando existen o no existen, s us observaciones, inevitablemente, resultarán gravemente influenciadas. Y en ningún otro campo es esto más cierto que en la metapsíquica, en aquel área de la me tapsíquica que investiga s obre la posible supervivencia del hombre des pués de la mu erte. P orque, a despecho de las argumentaciones contrarias, la ciencia no ha s ido capaz en un s entido generalmente aceptable de «demostrar» o «refutar» tal supervivencia. S e puede observar la pérdida irreversible de todas las funciones vitales en el mome nto de la mu erte y concluir que no hay supervivencia, o bien s e pueden examinar las llamadas comunicaciones post-mortem y concluir que tal s upervivencia es una realidad. N inguna de estas dos suposiciones puede s er considerada como plenamente científica. Los s ignos vitales c línicos cesan realmente en el mo mento de la muerte, pero la vida cerebral puede tamb ién no depender enterame nte de estos s ignos y, por tanto, podría no extinguirse con ellos. Las comunicaciones después de la muerte pueden s in duda parecer impresionantes, pero s e prestan a explicaciones alternativas como una interpretación errónea o la acción de la super-psi. En consecuencia, en los rígidos términos de la actual comprensión científica, s i mplemente ignoramos la res puesta. Lo que sabemos s in embargo es que, en ausencia de una prueba definitiva, en un sentido o en otro, la ciencia debe continuar buscando datos mejores y de ma yo r cantidad. E L I N F O R M E D E S C O L E 205

El Informe de Scole, que Grant y J ane S olomon citan en este libro, es el resultado de nuestras investigaciones. Hemos explicado nuestras observaciones de la ma nera más atenta y cuidadosa posible, teniendo en cuenta no s ólo la experiencia adquirida en nuestras precedentes investigaciones de fenómenos de este tipo, s ino tamb ién nuestro conocimi ento de las innume rables investigaciones llevadas a cabo por otros y nuestra fami liaridad con los diversos mé todos que mé diums deshones tos han utilizado en el curso de los años para engañar a los que habían confiado en ellos. N uestro Informe ofrece una relación de estas observaciones y examina del mo do más exhaustivo, la posibilidad de que los fenómenos a los que hemos asistido fueran el resultado de un fraude. Y, estad s eguros, el fraude es la única explicación alternativa que pueda atribuirse a estos fenóme nos. Está fuera de discusión que nuestra i ma ginación nos ha ya engañado o que haya mos exagerado los fenómenos observados para defender nuestros prej uicios. La función de la ciencia no es la de engañar a la mente de las personas, sino la de pres entar pruebas y permi tir que los demás s aquen s us conclusiones. H emos expuesto detalladamente estas pruebas en nues tro Informe y los lectores interesados pueden estudiarlo. N o obstante, como el fraude es la única alternativa a la autenticidad de los fenómenos obj eto de nuestra investigación, es justo decir que en los dos años en que hemos participado en las s esiones, no hemos encontrado nunca indicio alguno que pudiera hacer pensar en un fraude, ni hemos t enido mo tivo para sospechar que hubiera podido darse. S in embargo, no hemos logrado crear condiciones tan inexpugnables como para hacer prácticamente i mposible cualquier tipo de fraude. En más de una ocasión hemos andado increíblemente cerca, pero s e nos ha resistido el último paso. H e mos recurrido a un protocolo en cuatro fases que i mplicaba, durante las s es iones, la utilización de nuestra película, de nuestro contenedor de s eguridad donde guardar la película, el control por nuestra parte del contenedor y el control de los sucesivos pasos de revelado de la película. Era necesario un protocolo de este tipo, s i queríamos disipar completame nte las dudas de los críticos no presentes en las s esiones. En ausencia del protocolo, los críticos han centrado la atención en aspectos de l as imágenes impresas en las películas que consideraban s ospechosas, por ejemplo, el hecho de que algunas de estas i má genes estén s acadas de l ibros que fácilmente s e pueden encontrar, y de que la reproducción, en algunos casos, s ugiera la intervención de manos humanas. La sospecha s e ha extendido también a la «caja de A lan» en cuanto s e i mpugna que el portacandado puede s er apartado y la caja abierta sin romper los sellos de seguridad. P or inverosímil que fuera perpetrar un fraude, dadas las condiciones en las que s e desarrollaban las s esiones, el hecho de que, en teoría, hubiera podido perpetrarse es suficiente para que estos críticos s ostengan que s ubsistía la posibilidad. Y esta s ucede a pes ar del hecho de que s emejantes acusaciones no se plantean contra la ma yor parte de los fenómenos observados en otros campos menos controvertidos de la investigación científica, aunque la mistificación podría, con toda probabilidad darse también allí ( y a veces con bastante facilidad). La mis ma inverosimi litud de las facultades psíquicas y/ o me diúmn icas es s uficiente para que mu chos críticos prefieran optar por una acusación de fraude por mu y difícil que sea demostrarla. Y s e debe admitir que la presencia de lagunas, por pequeñas que s ean, es mo tivo de insatisfacción en cualquier s ector de investigación. En lo que s e refiere a la investigación psíquica nos s entimos inclinados a preguntarnos por qué los llamados comunicantes no son capaces de presentarnos pruebas irrefutables. Tal vez William J a mes, uno de los padres fundadores de la moderna psicología, y 206

hombre profundamente interesado en la metapsíquica, tenía razón cuando s ugirió que el Omnipotente debió decretar que el campo paranormal conservase para siempre s u elemento de misterio! S i los lectores deciden que, en igualdad de probabilidades, los fenóme nos de S cole eran auténticos, entonces tal vez quieran reflexionar s obre cómo pueden interpretarse. Avalan los fenóme nos la idea de que la personalidad s obrevive a la muerte física y es capaz de comunicar con los que todavía s e encuentran en la Tierra, o bien es posible que haya n s ido el resultado de las facultades psíquicas del grupo de Scole, que se hubieran imp licado de modo consciente o inconsciente? Exami nemos en primer lugar la s egunda de estas dos posibilidades. S i volvemos por un mo mento a la demostración en laboratorio, tenemos que decir que no hay pruebas de que los efectos macroscópicos observados en S cole puedan s er productos de la me nte humana. En realidad hay una demostración llevada a cabo en laboratorio ( T he Conscious Universe de Radin ofrece detalles) de la que s e deduce que la mente humana es capaz de influir en el comportami ento de obj etos inanimados, pero de mome nto estos efectos s iguen s iendo mu y limitados y mu cho menos que evidentes, y no resiste la comparación directa con los efectos macrocósmicos de S cole. S i los componentes del G ES fueran capaces de producir de modo constante tales efectos con la actividad de s u mente, habrían hecho ciertamente mejor demostrándolo en laboratorio. En menos que se dice, s e habrían convertido en super estrellas psíquicas. En efecto, a juzgar por el currículo de al menos algún famoso, aunque discutible, s ensitivo, s e habrían hecho rápidamente famosos como hombres de espectáculo, ganando, entretanto, mucho dinero. En ausencia de pruebas que demuestren de modo fiable que el hombre posee la capacidad de producir los efectos psíquicos ma crocósmi cos del tipo de los observados en S cole, la primera de las s usodichas posibilidades, es decir, que s e ha yan podido deber en parte a la acción de individuos que sobrevivieron a la muerte física y s on capaces de interactuar con este mu ndo, exige una cierta consideración. D ebemos aclarar que, durante nuestra investigación, no hemos recibido nunca informa ciones de ningún presunto comunicante que pueda convencer a los es cépticos e mp edernidos de que estaban verdaderame nte hablando con nosotros des de el otro mundo (aunque otros implicados en el trabajo de S cole pueden haberlo hecho). O igo informa ciones sumame nte oscuras sobre sus existencias terrenas, que no aparecen en libros o en periódicos y que los presentes ignoran, pero que luego en un s egundo tiempo res ultan correctas. Con toda honestidad, está claro que nunca hemos pedido s i mi lares informa ciones, s obre todo porque esperábamos que la investigación continuara, dándonos la posibilidad de proceder a un trabaj o de este tipo una vez completa la investigación s obre los demás fenómenos. Lo que recibimos (es decir, las dos películas de Ruth y varios enigmas e indicios transmitidos a través de los médiums ), aunque fue fascinante, es i mprobable que s atisfaga a todos los críticos, dado que, s alvo una o dos excepciones, está ya disponible en obras publicadas, y en consecuencia podía ser fácilme nte recuperado por la super-psi o por otros medios. A falta de tales informa ciones, qué otras pruebas podrían indicar la s upervivencia después de la muerte? Grant y J ane S olomon han formulado una argumentación sobre la validez de una serie de ejemplos s acados de los relatos ofrecidos por numerosos investigadores que han trabaj ado con el grupo de S cole, y no es mi intención ponerla en duda. P ero debemos preguntarnos también: s i los fenóme nos eran auténticos y s i es i mprobable, por lo que parece, que ha yan s ido producidos por la acción directa de las mentes del grupo de Scole sobre su ambiente, 207

qué agente o poder era responsable de ello? Podían ser entidades del más allá? Una manera de intentar res ponder a esta pregunta es la de analizar la personalidad de los diversos presuntos comunicantes. Parecían distinguirse, de alguna forma s ignificativa, de la personalidad de los componentes del grupo de Scole? En el pasado, en mu chos casos los investigadores avanzaron la hipótesis de que los comunicantes pudieran ser personalidades s ecundarias de los médiums más que individuos por derecho propio. Lo único que se puede decir con cierta s eguridad es que durante toda nuestra investigación los comunicantes de Scole mostraron, cada uno a s u manera, características s ignificativas en el mo do de hablar, en las preocupaciones, intereses, inteligencia, recuerdos y rasgos de la personalidad (es decir, grado de extroversión, de reserva, de sentido del humor, de t alante). La investigación psicológica no s ugiere que las personalidades s ecundarias en las raras ocasiones en que s e han observado que s ustitu yen a la personalidad reinante del individuo muestren este tipo de coherencia. Ellas, al contrario, tienden a s er fuerteme nte idiosincrásicas y e mocionalmente inestables, rarame nte capaces de ma ntener un discurso racional, con el resultado de que parecen más cercanas a fragmentos acentuados de la vida interior reprimida del individuo que seres huma nos íntegros. N inguno de los comunicantes de S cole s e ajusta a este estereotipo. Q ue hablasen a través de los mé diums, o través de lo que continuamente s e nos citaba como «voces directas o indirectas», ellos recordaban a elementos de la clase me dia instruidos, eruditos y reservados. Es interesante notar que a excepción de Emil y Bradshaw que aparecía gran parte del tiempo y hablaba exclusivamente a través de D iana todos eran hombres y comunicaban o bien a través de A lan o mediante la voz directa. N aturalmente, los críticos pueden s ugerir que s í s e pueden aceptar como verdaderos los fenóme nos físicos, las voces por el contrario fueron todas falsas. Ad mi tido que los médiums estuvieran s ólo s i mulando el trance, habrían podido tomar la personalidad de varios comunicantes (con una buena dosis de capacidad teatral). Esta s igue s iendo una posibilidad aunque i mprobable. S i los fenóme nos físicos eran auténticos, por qué tomarse la molestia de enriquecernos con voces artificiosas, sobre todo s i, para s ostener la farsa del trance, los médiums t enían que poner mucha atención para no dej arse es capar durante las largas discusiones sobre fenómenos físicos que ocupaban nues tras s es iones algún indicio de que ellos mi s mos habían observado estos fenómenos? P ero algo todavía más i mportante: durante las s es iones, las voces comentaban frecuentemente de forma detallada los fenómenos antes de que s e verificasen. Esto no habría podido s uceder s i los primeros fueran falsos y los últimos auténticos. Y si las voces hubieran sido falsas y los fenóme nos auténticos, nos encontraríamos, una vez más, ante el problema de cómo explicar estos últimos. Llegamos a la conclusión de que, a menos que s e excluya a priori la posibilidad de la s upervivencia humana, la explicación más s imple y racional es que, s i s e admiten l a autenticidad de los fenómenos físicos, es entonces razonable s acar la conclusión de que fueron auténticas también las voces, donde estas últimas s e muestran en cierto s entido responsables de los primeros. En caso de que hubieran s ido auténticos, teníamos la esperanza, s i nuestra investigación s e hubiera continuado, de investigar s i pertenecían a individuos o eran representativas de alguna forma de alma de grupo. M is colegas y yo quisiéramos concluir formulando al grupo de S cole nues tros mejores votos para el futuro. Los componentes del grupo s e han distinguido por s u abnegación en el trabajo, por el deseo de s ervir a los demás, y por s u notable 208

calidad como hombres y mujeres. H aber tenido l a posiblidad de analizar s u trabajo ha sido para nosotros un privilegio, y deseamos poder continuarlo un día. A pesar de la actual pausa de los trabajos en Scole, confiamos en que ese día no tardará. POSDATA La investigación científica l levada a cabo en los cinco años de la experiencia de S cole ha s ido única. S in e mb argo, a medida que avanzaba el pro yecto, resultó evidente que otros grupos estaban come nzando a obtener resultados s i mi lares a los obtenidos en los prime ros días en S cole. Esto nos lleva al as pecto tal vez más convincente de la experiencia de S cole: la transferibilidad. Cientos de grupos en todo el mundo han comenzado a experimentar s iguiendo directivas s i mi lares, s iguiendo las instrucciones propuestas en la G uía de base del G ES. Como ya s e ha dicho, mu chos de estos nuevos grupos hablan de continuos res ultados. S i s ólo alguno de ellos consigue despegar, entonces, en los próximos dos años, habrá un número s ignificativo de personas que llevarán a cabo este trabaj o en el mu ndo. Q ueremos invitar a los que llevan a cabo estos experimentos a que cuenten sus experiencias. También nosotros hemos comenzado nuestros experimentos y, s i logramos resultados positivos, invitaremos a los investigadores de la S ociet y for Ps yc hical Research a participar en las s esiones. Tal vez, con estos nuevos experime ntos y la investigación por parte de investigadores serios como los de la Society for Psyc hical Research, todos logremos dar un pequeño paso hacia adelante para presentar otras s ólidas razones científicas que apo yen la hipótesis de la supervivencia después de la muerte. Permaneced sintonizados! PRÓLOGO Por A rthur J. Ellison, Profes or Em érito, Doctor en ingeniería, Ceng, FIMechE, FIEE, Antiguo miem b ro IEEE, Ingeniero consultor. Es un placer escribir unas palabras de introducción a este l ibro de G rant y J ane S olomon s obre los fenómenos de S cole. H e tenido e l honor de s er uno de los 209

tres investigadores de la Societ y for Ps ychical Research (SPR) invitados a participar desde e l principio en las s es iones llevadas a cabo por el grupo de S cole. Nuestra presencia, en calidad de investigadores científicos, duró dos años, una experiencia que resultó su ma mente interesante! A lgunos años antes había tenido ocasión de observar muchos fenóme nos físicos del espiritualismo, fenómenos que s in e mb argo i mplicaban s iempre a un mé dium en trance y el ectoplasma, y en los que el médium, al final de la s esión, quedaba s iempre exhausto (Esto coincide con la opinión tradicional de que el ma terial del «vehículo de vitalidad» o «doble etérico» es extraído del médium y utilizado para producir el ectoplasma). A demás, las «personalidades de control» que visiblemente s e expresaban a través del mé dium eran tradicionales figuras exóticas, como indios de A mérica, chinos y otros. S e expresaban de forma extraña, más bien como un actor en sus prime ras actuaciones que trata de i mi tar a tales personajes. En S cole, por el contrario, las personalidades que aparentemente s e comunicaban a través de los dos médiums tenían el acento de californianos mu y instruidos con la excepción de una pareja que hablaba como s i hubieran s ido educados en occidente. Todos nos habíamos fami liarizado, más aún, la relación s e desarrolló en la que podría definirse como una s ólida a mis tad en la que nos llamá bamos por el nombre y nos gastábamos bromas. Esto no parece prej uzgar la calidad de los fenómenos ma nifestados, má s aún se podría decir que la ha reforzado. Este libro des cribe la amplia gama de estos fenóme nos, desde las luces paranorma les hasta obj etos elevados, desde los aportes a las estatuillas tangibles, etc. Por el contrario, no hubo producción de ectoplasma, y al final de las s es iones los médiums aparecían en perfecta forma física como al principio. El mis mo grupo de S cole describía las actividades como fenóme nos energéticos má s bien que ectoplásmicos. Y esto, sin duda, parecía un paso adelante con relación al pasado. N osotros tres estuvimos trabajando en base a nuestra formación cultural. Yo he contribuido como letrado; D avid F ontana resultó de gran utilidad como psicólogo, gracias a la experiencia adquirida en los estados alterados de conciencia; mientras que la formación literaria de M ontague K een resultó de especial utilidad. Los comunicantes nos decían frecuenteme nte, que no conseguiríamos comprender las explicaciones de cuanto sucedía. En má s de una ocasión todos habríamos preferido que nos diesen explicaciones conclu yentes, dejándonos decidir a nosotros s i estábamos preparados para comprender o no. P ero no sucedió as í. Además, habíamos explicado frecuenteme nte que la comunidad científica habría deducido que habíamos s ido engañados desde el mo mento en que los fenómenos, de ordinario, sucedían en la oscuridad. H abría s ido deseable, por nuestra parte, el empleo de un visor en infrarrojos, que hubiera demostrado a través del calor del cuerpo que todos permanecían en su puesto mientras se reproducían los fenómenos. Pero con dolor por nuestra parte ni s iquiera esto s e nos concedió. En nuestro informe nos hemos esforzado por explicar cómo parecía i mposible falsificar mu chos de los fenómenos. P ero los escépticos afirmarán s iempre que los ma gos pueden hacer toda clase de cosas «imposible». A este respecto, desgraciadamente, a los escépticos no s e les pide presentar pruebas para sostener lo que afirman. H a y otro factor i mportante que s e infravalora con frecuencia. Los experime ntadores psíquicos s aben bien que, por mo tivos imponderables, aquellos que desarrollan las investigaciones pueden ser s ubdivididos en dos categorías: los catalizadores y los inhibidores. En presencia de los catalizadores, los fenómenos paranorma les s e manifiestan más fácilmente que en presencia de los inhibidores. Esto s e define como «efecto del experimentador». S ucede que mu chos críticos, 210

cuando tienen la experiencia que los califica para hacer comentarios, s on inhibidores y raramente experimentan fenómenos auténticos. Con frecuencia s on los críticos más acervos porque, en su intimidad, tal vez creen que los fenómenos paranormales auténticos nunca pueden tener lugar. D e la otra categoría de críticos forma parte el respetado y «normal» científico, el cual ya s abe que los fenómenos paranormales son imposibles y que por tanto jamás pueden, ipso facto, verificarse. Y desde e l momento en que son i mposibles, antes de pronunciarse s obre el tema, no es en absoluto necesario estudiar la amplia literatura científica s obre la investigación psíquica, gran parte de l a cual es producida por algunos de los científicos con más autoridad de Gran Bretaña y de Europa. S in embargo, es perfectame nte lícito tener una mente abierta y continuar s iendo científicos. Nosotros tenemos la i mpresión de que los comunicantes de S cole sabían perfectamente todo esto, y que nos eligieron a nosotros tres por este mo tivo. En nuestro informe hemos tratado de s er «hábiles» técnicos i mparciales. E l lector debe también recordar que éramos huéspedes. No éramos por tanto los que e legíamos los experimentos, y las s ugerencias hechas para restringir las condiciones no eran s eguidas de ordinario, unas veces por entrar aparenteme nte en conflicto con las condiciones requeridas para producir los fenóme nos de manera fiable, otras porque los tiempos de los comunicantes nos obligaban de algún mo do a pasar a otro experime nto. H emos actuado lo mejor posible. P ara concluir, quisiera expresar mi opinión. M antengo que el grupo de «esta parte» fue honesto y s incero. D es pués de dos años conocíamos mu y bien a todos sus componentes. A mi parecer los res ultados de las sesiones fueron de gran interés para la ciencia. D es eo que el l ector encuentre este l ibro interesante como yo encontré interesantes las ses iones experime ntales de Scole. A RTHUR J. ELLISON j unio de 1999. A GRADECIMIENTOS M uchas personas han contribuido a la escritura de este libro y no nos es posible mencionarlas aquí a todas. Q ueremos no obstante trasladar nuestro especial agradecimi ento a todos los componentes del grupo experimental de S cole: Robin y S andra F o y, y A lan y D iana Bennett, por sus pacientes y detalladas explicaciones, y por el rico material que nos proporcionaron. 211

G racias también a los autores del Informe de Scole por habernos permi tido consultar los resultados antes de la publicación oficial. (Eventuales discrepancias entre nuestra redacción y l a versión final del informe s on el resultado inevitable de los ritmos de publicación). S i bien, naturalmente, los autores del informe no s on responsables de las opiniones expresadas en es t e libro, les damos gracias por haber leído el manuscrito, haciendo observaciones constructivas. Q ueremos además recordar a todas las personas que nos han enviado informes personales de sus experiencias en Scole. Ta mbién un agradecimi ento especial a Peter Williams y a Lizzie Hutchins, por su preciosa a yuda en la escritura del manuscrito. I N TRODUCCIÓN N o cometeré el típico error de considerar como fraude todo aquello que no estoy en disposición de explicar. C. G. Jung Cuatro personas s e s entaban en un sótano oscuro. Dos de ellas, entradas en trance, come nzaron a transmi tir mensajes enviados por un grupo de comunicantes. La otras dos s eguían las instrucciones de los espíritus. P usieron s obre la mesa algunas películas nuevas, nunca puestas antes en una cámara fotográfica. U na vez reveladas, las películas mostraron i mágenes: palabras y frases escritas a mano, jeroglíficos y otros símbolos y me nsaj es... Éste era el trabajo del grupo experime ntal de S cole: ofrecía una prueba al me nos es t imulante para la mente racional en apoyo de la hipótesis de la supervivencia después de la mu erte. En el pasado s e habían realizado ya experime ntos s i mi lares, donde la «mediumnidad mental» era utilizada para tratar de demostrar que s eres desencarnados informa dores pueden comunicar a través de un instrumento humano, el médium. D esgraciadamente, los me nsaj es de la tía D oris pueden convencer a su s obrina, pero no s iempre son ideales para el estudio científico. U n es céptico puede decir que s e ha tratado de un caso, de una coincidencia, de una intuición, de una óptima conj e tura, y así sucesivamente. P or esto, en 1993, el grupo experimental de S cole inició un experimento de cinco años utilizando un tipo de «mediumn idad física» revolucionaria para producir obj etos tangibles del mundo espiritual. E l término "objetos tangibles" s ignifica algo reconocible a nuestros s entidos o a nuestros instrumentos: manifestaciones visibles, luces, sonidos, s ensaciones físicas, s abores y olores. A lgunos de estos objetos tangibles asumi eron la forma de me nsajes transmi tidos en películas fotográficas, grabados en cinta y videocasetes. 212

La idea básica de la me diumnidad física es s encilla: la prueba física de la s upervivencia viene transmitida del mu ndo espiritual a nuestro mundo. D espués, una vez que algo físico s e manifiesta en nuestra dimensión, ello puede s er me dido y valorado científicamente. La me diumn idad mental es difícil de demostrar desde un punto de vista científico. S in e mbargo, los fenómenos tangibles s on distintos. S e pueden dirigir experime ntos, desarrollar test, completar procedimi entos científicos. En el pasado, el obj etivo de t ales experime ntos consistió s iempre en obtener un objeto paranormal permanente, una «cosa» tangible cu ya procedencia s ólo pudiera atribuirse «a otra dime nsión», s in posibilidad de confusión. U n mí tico ejemplo es aquél de dos anillos de dos clases distintas de madera, entrelazados entre ellos s in j untura. Este tipo de obj etos tangibles s ería considerada una «prueba convincente» desde e l momento en que no pudiera s er producida por «instrumentos norma les». La finalidad del grupo experimental de S cole no consistía en presentar un s olo objeto tangible, s ino tales y tantos fenóme nos que los científicos s e vieran obligados a tenerlos en cuenta. Y en efecto no pasó mucho tiempo hasta que cierto número de estudiosos, entre ellos algunos investigadores expertos en lo desconocido, comenzó a interesarse por los fenómenos producidos. El grupo de S cole estaba mu y contento permitiendo que s u trabajo fuese s ometido a análisis científico, un hecho que i mpresionó a los investigadores. Entre éstos había ingenieros, astrofísicos, criminólogos, psicólogos y ma temáticos. Su interés s e centraba s obre todo en películas fotográficas, porque los tiempos y los métodos de revelado podían s er comprobados. Los investigadores pidieron poder participar en l as s esiones experimentales para controlar ciertos parámetros. Y las imágenes s iguieron apareciendo en la película. A lgunos estudiosos tuvieron dificultad para explicar aquél fenómeno y sugirieron ulteriores precauciones, como llevar ellos mis mos las películas e insertarlas en una caja cerrada con un candado durante toda la s es ión. S in embargo las imágenes continuaron apareciendo en la película. P ero ahora eran ligeramente distintas. En lugar de s er s imp leme nte i má genes de rostros y lugares, reproducían me nsajes crípticos, indicios a través de enigmas que los estudiosos eran invitados a resolver. D es pués, añadieron i mágenes todavía más s orprendentes en videocasete, y mensajes grabados en cinta. S e materializaban obj etos, s e agitaban luces, s e aparecían s eres sólidos delante de aquellos investigadores que has t a un momento antes habían sido incrédulos. La prueba única y revolucionaria s uministrada por el experimento de S cole s ugiere que la verificación científica de la supervivencia después de la mu erte no está tan lejana. S i así fuese, ha y implicaciones inevitables y de largo alcance para todos nosotros. Sería la confirmación de que no morimos... 213

LAS PRUEBAS CIENTÍFICAS DE LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE Capítulo 1 U N A I N V I TA C I Ó N A I N V E S T I G A R Es comp letamente posible que más allá de la percepción de nues tros sentidos se escondan mundos para nosotros desconocidos. A LBERT EINSTEIN Es octubre de 1993 en la perdida aldea de S cole, en N orfolk. Las hojas, brillantes por los colores de otoño, crujen con la primera brisa de la tarde. A lgunas, arrugadas y descoloridas, caen ondeando de los árboles s eculares que rodean una construcción del s iglo diecisiete, S treet F armhouse. U n coche recorre lentamente e l pequeño paseo de grava deteniéndose delante de la casa. D es cienden de él A lan y D iana Bennett. L legan s erenos y relajados a su c ita bisemanal con Robin y S andra F o y. S andra ha tenido un día duro con el dentista, por eso s e disculpa y s e retira a su habitación. Los otros tres esperan con impaciencia su «trabajo ves pertino» en la «cueva de Scole». Recorren un estrecho corredor y descienden, a través de una es calera de caracol, hasta la bodega débilme nte ilumi nada. M ide cinco pasos por diez, y las paredes, el pavimento y el cielo raso están pintados de azul cobalto. La única vía de s alida y de entrada está representada por una s ólida puerta de madera de encina que chirría t erriblemente cuando s e abre. En el centro de la estancia hay una mesa redonda de un me tro de diáme tro y cerca de ochenta centímetros de alta. A lrededor de ella ha y s iete s illas, una para cada componente del grupo. En esta ocasión, s in embargo, cuatro componentes están ausentes y sus sillas perma necen vacías. Robin s aca cintas fosfores centes que han s ido activadas anteriormente exponiéndolas a la luz artificial, para asegurar una claridad difusa y constante en la oscuridad total de la estancia. Ellas permitirán controlar constantemente los mo vimi entos del grupo. S on controlados tamb ién los instrumentos para grabar la s es ión. A lan controla los termóme tros y cuelga de las paredes los micrófonos. D iana coloca en la mesa la grabadora y un opturador de aluminio utilizado comúnmente en las s esiones me diúmn icas. Cada uno s e pone la cinta y s e s ienta en el lugar propio cubriéndose con una manta normalmente durante la sesión, «hace frío como el Polo Norte». Se apagan las luces. A hora s e s ientan en la oscuridad más absoluta S ólo s on visibles las cintas fosforescentes y las etiquetas luminosas colocadas s obre los distintos obj etos utilizados en el experimento. Robin s e ha convertido en un experto en el manejo del 214

magnetófono en la oscuridad. Este aparato, que contiene una cinta virgen, es encendido para registrar los acontecimi entos de la tarde como prueba. P ara es t ablecer las condiciones necesarias para el trabajo, y para enviar pensami entos rectos con el fin de indicar a l mundo espiritual que el grupo s e ha reunido, Robin recita la plegaria de apertura: «Espíritu infinito, fuente creadora de todas las cosas, acompáñanos y guíanos en nuestro trabajo hacia el bien supremo...». Concluida l a oración, s e enciende un s egundo magnetofón y la oscuridad s e llena con una música viva. Los tres se sientan con paciencia, es perando como hace ya mu chos me s es que suceda algo «tangible y fidedigno». Casi de inme diato, D iana entra en un estado de trance. En este estado s e «elevan s us vibraciones», de modo que pueda s er utilizada como «un instrume nto de comunicación». U na voz andrógina comi enza a hablar por primera vez a través de ella, aunque mu y pronto resulta claro que el comunicante es un hombre: Mi nombre es Manu. Seré el guardián entre las dimensiones. En m i última existencia en la tierra, viví en lo que ahora llamáis Sudamérica. El grupo de s eres que represento está formado por varios m iles de m entes que pertenecen a m uchos otros planos de existencia. Tr abajaremos con vuestro grupo para proporcionar una prueba tangible de que es tos planos de existencia s on una realidad. Nuestro proyecto es abrir el camino para importantes m étodos de comunicación entre las dimensiones, utilizando «la energía» en lugar de los m étodos m ás tradicionales, como el ectoplasma. Precisamente esta tarde, es el momento de comenzar el nuevo trabajo. M ientras habla M anu, A lan entra tamb ién en un estado alterado de conciencia. A hora las entidades es pirituales tienen un s egundo instrumento de comunicación, en caso de que lo necesiten. M anu continua durante algún tiempo, transmi tiendo mensajes i mportantes a través de D iana. La grabadora capta fielmente sus palabras. Éstas terminan con esta frase: «A lo que vais a asistir es a una anticipación de lo que sucederá en el futuro...». En esto, s e s iente un fuerte ruido, como un batacazo, mientras un obj eto cae s obre la me s a y rueda por algunos segundos antes de detenerse. «Qué ha sucedido?» s e pregunta Robin. Está impaciente porque concluya la s esión para ver qué es lo que ha provocado aquel ruido. M anu habla de nuevo, como s i respondiese a su pregunta: «Nuestro grupo sólo os ha hecho un regalo». P oco después termina la s es ión experime ntal. D iana y A lan recuperan la conciencia. S e encienden las luces y s obre la me s a ha y una mo neda. Robin la toma: «Mirad, es una corona inglesa con la i magen de Churchill... y está flama nte!». S abiendo que la mujer estaría impaciente por oír la noticia, grita desde el fondo de la escalera: «Sandra! Es absolutame nte necesario que bajes». S andra s e reúne con ellos, para ver qué es lo que ha provocado todo aquel j aleo. Exami nan juntos la mo neda, como incrédulos ante lo que acaba apenas de s uceder. La mo neda, s u prime r obj eto tangible, es depositada con cuidado en un pequeño cofre cerrado con llave. Esto era sólo el comi enzo del extraordinario trabajo del grupo de Scole. «Estáis invitados a participar en la presentación del trabajo del grupo experimental de Scole...». La invitación s e dirigía a nuestro amigo H arr y O ldfield, el docto e inventor protagonista de nuestro último libro, H arry O ldfield's Invisible U niverse. H arr y s onrió con ademán socarrón mi entras se la entrega. 215

«De qué se trata?», preguntamos. «Todo está escrito aquí», responde H arr y, enseñando la carta, mientras la vuelve a leer. «Pan para vuestros dientes, diría yo». «Ti enes intención de ir?». «Intentad pararme. Este trabajo está en los confines de la ciencia. Es importante para todos nosotros. P odría camb iar nues tra visión colectiva de la naturaleza de la vida mis ma». La carta explicaba que un grupo de experime ntadores estaba en contacto con personas «traspasadas» y convertidas en «espíritus», que afirmaban haberse despertado en otro mundo después de la mu erte. En la carta se sostenía que los seres espirituales s e manifestaban en la bodega donde s e hacían los experimentos. Además, l as comunicaciones sucedían utilizando tecnologías modernas, como má quinas fotográficas y grabadoras. Estudiábamos desde hacía ya tiempo fenómenos s imilares obtenidos con y s in instrume ntos y estábamos i mpacientes por comprobar personalme nte esta historia. Realmente habían grabado estos experime ntadores contactos con otra dimensión en un equipo moderno?. N uestro interés por la posibilidad de la vida después de la mu erte s e había intensificado después de los duelos que nos habían afectado en prime ra persona. Cuando Grant era todavía estudiante universitario, s u padre, de apenas cuarenta años, había mu erto de repente, golpeado por una hemorragia cerebral; mientras la mejor amiga de J ane había desaparecido recientemente, con s ólo treinta años, después de una larga lucha contra el cáncer. La muerte física es algo que todos debemos afrontar, y muchos s e preguntan s i ésta es realmente el «fin». A través de la historia la muerte s e ha visto por muchas civilizaciones como una transición «hacia otro lugar». A l igual que mu chas personas querríamos conocer enseguida la respuesta a la pregunta sobre la s upervivencia, s in tener que esperar hasta nuestra desaparición para descubrirlo... o no, según el caso. P or es to, el domi ngo 3 de ma yo de 1998, dejamos nuestra casa en Essex dirigiéndonos hacia Lyng, en Norfolk, para participar en un s e minario organizado por el grupo experimental de S cole (GES). D es pués de un viaje ma rcado por la lluvia y el viento, llegamos al s e minario y pronto descubrimos que la invitación había despertado curiosidad en otra treintena de personas. D es pués, nos enteramos de que muchas de éstas s eguían desde hacía ya mu cho tiempo los progresos de G ES. A lgunas habían formado también su propio grupo experimental bajo la dirección del G ES, y a su vez comenzaban a experime ntar fenómenos insólitos. S e presentó Robin F o y, uno de los fundadores del grupo de S cole. Explicó que el grupo s e había formado a comi enzos de 1993 y actuaba de mo do totalme nte independiente del movimiento espiritualista o de cualquier otra organización. No era religioso ni s ectario. El trabajo desarrollado pretendía s er universal e i mplicaba a individuos de todas las clases sociales, cualquiera que fuera su credo. Todos los componentes del grupo estaban i mp licados en una investigación científica s eria en el campo de los fenómenos paranorma les, donde se utilizaba una aproxima ción totalmente nueva y única. S e reunían dos veces por s emana en s esiones experime ntales para el desarrollo de fenómenos paranorma les físicos objetivos y tangibles, en la bodega de la casa de S cole, cerca de D iss, en el Norfolk. Esta cueva s e había transformado en un «laboratorio de ciencia experimental», pero ellos preferían llamarla afectuosamente «el cubil de Scole». M uchos de los experimentos eran realizados s i mu ltáneamente. El grupo estaba en disposición de efectuar grabaciones audio, video-grabaciones y experimentos fotográficos en el mis mo mes y casi durante la mis ma sesión. 216

P oco después del comienzo del experime nto de Scole, algunas entidades habían e mp ezado a ma nifestarse durante las s esiones experimentales. Abriendo el camino a formas totalmente nuevas de fenóme nos paranorma les tangibles, s u propósito era demostrar, de una vez por todas, que la muerte no existe y que existen otras dime nsiones de existencia. Estas dime nsiones s e ocultan a nuestra normal percepción de los l ímites de nuestros s entidos y de los actuales instrumentos científicos. S e le explicó al grupo que los espíritus guías eran «mi les de me ntes» que trabajaban al unísono para obtener esa prueba tangible de la existencia de otras dime nsiones. O tros equipos de espíritus s e estaban preparando para trabajar con grupos similares. A lgunos ya habían come nzado. El mundo espiritual s abía que una demostración convincente debía incluir una prueba tangible que pudiera ser controlada y llevada fuera del lugar del experimento para ulteriores estudios. P or lo que parecía, los espíritus guías estaban en disposición de crear «acontecimientos» en nuestra dime nsión, utilizando el poder del pensamiento para influir en los átomos y mo léculas «de nuestro mundo». Todo el trabaj o giraba en torno a aquello que definían como «energía creativa». S e trataba de un conj unto de tres tipos distintos de energía que podían manipular para producir los resultados que des eaban. A parentemente, no había s ido posible activar esta técnica hasta el presente estadio de desarrollo de la Ti erra. Los científicos y técnicos del mundo es piritual desarrollaban gran parte del trabaj o más duro detrás de los c inco. S e trataba de personalidades que s e habían interesado por la tecnología y por los experime ntos científicos durante su existencia en la Tierra, interés que t ambién habían ma ntenido después de haber entrado en los reinos espirituales. En octubre de 1993, lograron producir el primer fenómeno real: una moneda tele-aportada. En los dos meses s iguientes, los componentes del grupo de S cole fueron testigos de luces que s e agitaban, campanillas que s onaban, obj etos que se l evantaban, crujidos y fuertes golpes. En enero de 1994, los participantes fueron rociados con agua, y luces inquietas comenzaron luego a tocarlos. Comenzaron también a oír palabras pronunciadas a media voz. Esta técnica de comunicación fue conocida con el t érmino de «voz difusa». Estas voces llegaban desde toda la estancia y hasta del interior de las paredes. Inmediatame nte después de estas manifestaciones, comenzaron los experimentos de fotografía espiritual. A petición de los espíritus guía, el grupo de S cole l levó a la bodega má quinas fotográficas. Éstas s e levantaban y disparaban fotos s olas. U na vez reveladas, las películas mostraban i má genes s orprendentes. D espués los guías pidieron al grupo poner s obre la me s a películas Polaroid y las «influ yeron». Este trabajo continuó hasta la fase en que el reparto fotográfico de los espíritus guía fue capaz de i mpresionar rostros, luces, palabras y frases escritas a mano, y diagramas en películas todavía envueltas en el rollo que era colocado s i mplemente s obre la me s a durante los experimentos, s ellado todavía en la preparación original. Durante los experimentos tenían lugar notables e inexplicables cambios de la temperatura ambiental, un fenómeno que, a partir de abril de 1994, incluyó ráfagas frías. El trabajo progresó rápidamente en pocos meses. Las entidades espirituales come nzaron a escribir en un bloc de papel con un lápiz que era dejado en el s uelo. A l interruptor de la toma eléctrica, se l e hacía disparar varias veces, provocando la interrupción del magnetofón. D espués el grupo asistió a l a proyección de i mágenes de seres espirituales. Hubo un arranque de aplausos cuando s e manifestaron los 217

primeros visitantes sólidos. De hecho, ellos se transportaban a s í mi s mos desde s u dimensión y se unían «físicamente» a los componentes del grupo de la bodega. Los espíritus guía decían con frecuencia que aceptarían de buena gana la colaboración de los hombres y mujeres de ciencias y letras, y que esto sucedería en el futuro. S in e mb argo, a los componentes del grupo nunca s e les reveló con exactitud cuando s ucedería esto. Ellos s e s intieron por eso comprensiblemente complacidos cuando el 2 de octubre de 1995, acogieron a tres ilustres componentes de la Societ y for Ps yc hical Research (SPR) en una s esión experimental. Estos investigadores científicos, que incluían profesores de diversas disciplinas como ingeniería electrónica, psicología, matemáticas y as trofísica, tuvieron mu y pronto ocasión de as istir y controlar personalmente algunas de las pruebas fotográficas y otros experimentos. S u investigación terminó con un informe científico exhaustivo, el Informe de Scole, publicado en 1999. Con el correr de las horas, oímos declaraciones y declaraciones en relación a las experiencias del grupo que habrían desafiado la credulidad de algunos. O ímos hablar de los magnetófonos utilizados para transmitir las voces de los espíritus, de comunicación directa, de i mágenes tomadas en vídeo, de l a construcción de un aparato especial en base a las instrucciones de los espíritus guías, de aportes de obj etos y de sorprendentes exhibiciones de luces. P ero había algo realístico y razonable en torno a estas personas, un hecho que, para nosotros, añadía valor a su presentación. En e l largo viaj e de vuelta a Essex coincidimos en que una cosa era cierta: teníamos que s aber más. Apenas llegamos a casa, nos pusimos en contacto con el grupo, proponiendo escribir un libro s obre su trabajo. Algunos días después recibimos la res puesta. El grupo había consultado con los es píritus guía, los cuales pensaban que los tiempos eran «perfectos» para que fuera escrito tal libro. Lo que s igue es el resultado de largas conversaciones con el grupo de S cole, con los miembros de la S ociet y for Ps yc hical Res earch y con muchas otras personas que han asistido a los experime ntos. S e nos ha permi tido exami nar las cintas utilizadas para grabar los acontecimi entos, y frecuenteme nte transcribimos directamente lo que las voces espirituales comunicaban y los diálogos con el grupo. Es i mportante que un público más amplio llegue a conocer el experimento de S cole, porque esta historia tiene implicaciones de largo alcance para todos nosotros. Como dice Harry, podría cambiar nues tra visión colectiva de la naturaleza de la vida mi s ma. S in embargo, como primer paso, s ólo podemos pediros aparcar por un mo mento vuestros prejuicios. Capítulo 2 E L G R U P O E X P E R I M E N TA L D E S C O L E 218

Los individuos se sienten mo lestos no tanto por las cosas, como por la visión que tienen de ellas. EPITETO La historia de cómo s e formó el G ES s e remonta a agosto de 1991, mes en el que Robin y S andra s e trasladaron a la aldea de S cole, cerca de D is s, en N orfolk. H abían visitado mu chas veces esta aldea con motivo de «pequeñas fugas de la vida frenética». D urante s us estancias, habían admi rado con frecuencia, desde la ventana de la habitación de s u pensión preferida, una hermosa casa con un jardín frondoso y un poco salvaj e. A lgún tiempo después, se trasladarían precisame nte a aquella casa. H abían sucedido mu chas cosas en la vida de los F o y que los había movido a irse a vivir en la S treet F armhouse de S cole (ver foto 1 del dossier fotográfico de las últimas páginas). Robin, un ex-piloto de la RAF, había asumido la dirección de una papelera, mientras S andra s e dedicaba a las faenas de casa; la pareja tenía cuatro hijos ya ma yo res. D esde hacía más de veinticinco años s e interesaban por los fenóme nos psíquicos-físicos. Los fenóme nos psíquicos físicos, que hoy llama n a veces «fenómenos paranormales tangibles», son acontecimientos psíquicos que pueden s er observados por todas las personas que comúnmente participan en lo que s e llama «círculo de desarrollo físico». Por regla general, los fenóme nos s on audibles al oído humano y visibles al ojo, por tanto, con frecuencia pueden s er grabados en cinta ma gnetofónica y tomados en película; los perfumes procedentes de los fenóme nos físicos pueden ser captados con el sentido normal del olfato; mientras los visitantes espirituales pueden hacerse visibles «físicame nte» tocando a las personas (de modo que éstas se den cuenta de sus «cuerpos sólidos») y expresarse de modo bastante independiente de un médium humano, al que puedan utilizar como instrume nto de comunicación. El médium puede también emitir el ectoplasma. La definición generalmente aceptada de ectoplasma, es la de una s ustancia física, una me zcla de sustancias quími cas y fluidos corpóreos tomados del cuerpo del médium y de los participantes. Es por naturaleza «plásmico». Los guías espirituales amasan los ingredientes dentro del cuerpo del médium antes de que el ectoplasma s e l ibere a través de uno o de todos s us orificios. El ectoplasma es luego moldeado y plasmado por los guías espirituales con el fin de producir fenómenos psico-físicos. Los experimentos con el ectoplasma s on s ólo uno de los modos como en el pasado, l as entidades espirituales consiguieron influir en los acontecimientos en el plano físico. N aturalmente, para hacer esto necesitaban de un médium y de las condiciones adecuadas. A lgunos médiums trabaj an todavía de este modo con óptimos resultados. El ectoplasma, s in e mbargo, presenta un problema, puede s er peligroso para la s alud del médium, s obre todo s i s e le molesta o s e le toca mi entras está en trance. Muchas personas t ienen dificultad para creer en estas cosas. S in e mbargo, Robin está convencido de que esta forma de mediumnidad en muchos casos es auténtica. Como en muchas actividades humanas, naturalmente, pueden estar i mp licadas personas honestas y deshonestas. A lgunos médiums s on impostores, otros s inceros. Robin tiene la clara s ensación de que, en este campo concretame nte, hay 219

charlatanes que buscan notoriedad y, por consiguiente, lanzan el descrédito s obre todos los mé diums. Robin y S andra s e conocieron en un círculo físico en Romford, en el Essex, hace mu chos años. El médium presente transmi tió el me nsaj e de un cierto doctor Dunn, que les informaba de que en un futuro trabaj arían de una forma nueva «utilizando la energía y no el ectoplasma». En aquél tiempo, esta frase no s ignificó nada para ellos; hoy, s in embargo, recordándolo, tienen la s ensación de que todo tenía un s entido. P ara ellos, toda la evolución de los experimentos había s ido como dedicarse a un j uego de paciencia durante un largo periodo de tiempo. La impresión es como si hubieran tenido un contacto aquí y otro allí durante muchos años, pero la visión de conjunto había llegado solamente después de haber reunido un número suficiente de elementos. H o y, el grupo de S cole, se da cuenta de haber s ido reunido específicamente para abrir el cami no a un trabajo con una nueva «energía creativa», más bien que con el tradicional ectoplasma. Los espíritus guía de S cole querían alej arse de los mé todos tradicionales por diversos motivos. Los métodos tradicionales no habían logrado convencer a la gente de que la s upervivencia era una realidad. En el comienzo del trabajo del grupo, s in embargo, parecía que los guías consideraban importante que con la energía podían repetir los mis mos efectos que habían obtenido otros espíritus con el ectoplasma. Los guías explicaron que esta nueva energía era mu cho más s egura y fácil de utilizar por un ma yo r número de personas, y que éstos eran suficientes mo tivos para desarrollar un nuevo modo de trabaj a r. Mostraron tamb ién cuántas otras cosas s e podían conseguir utilizando la nueva energía creativa. En su vieja casa de P ostwick, en N orfolk, los F o y habían formado un pequeño grupo que s e reunía para el desarrollo de los fenómenos paranormales físicos, y ahora estaban deseosos de continuar con esta investigación lo antes posible. Estaban encantados de que las otras cuatro personas que habían trabajado con ellos en P ostwick estuvieran dispuestas a hacer algunos kilómetros más para trasladarse a S cole. La biblioteca, que s e encontraba en un extremo de la casa, está preparada para el trabajo, cubriendo las ventanas con una gruesa tela en P V C, y oscureciendo de varios otros modos ingeniosos todas las fuentes de luz. Eso de la oscuridad total de la habitación había s ido s iempre un eleme nto i mportante en el pasado, no tenía que haber ni s iquiera un agujerillo por el que pudiera filtrarse un poco de luz. D ado que era mu y complicado arreglar así la habitación, la dej aron s iempre a oscuras. En consecuencia, una vez preparado este local, no s e tuvo nunca una verdadera y auténtica interrupción en la continuidad de las sesiones. El obj etivo final de los F o y era, s in embargo, reestructurar lo antes posible la ma yo r de las dos bodegas. Una bodega es más fácil de oscurecer, es t ando subterránea y s in ventanas. A demás, Robin y S andra organizaban frecuentemente s eminarios, donde grupos de hasta treinta personas podían observar los fenóme nos físicos. La bodega s ería perfecta para estas demostraciones. A s í fue cómo s e realizó la primera reestructuración del primer local (ver foto 2 de la serie). En febrero de 1992 s e termi naron los trabaj os. S e reunieron veinte personas para un encuentro inaugural, incluido el médium S tewart A lexander. S tewart y s us entidades espirituales trabaj an en el mundo tradicional, con el ectoplasma. P or lo que dij eron las personas presentes en aquella ocasión, hubo una profusión de fenómenos físicos. P ero el acontecimiento más i mportante fue cuando P enna Bianca, 220

una de las principales guías espirituales de S tewart, bendijo la bodega, dedicándola al trabajo del mundo espiritual. D es pués de la reestructuración, del encuentro inaugural y de la ceremonia de bendición, l a excitación y el entusiasmo parecieron producir un incremento de los fenóme nos. Durante las sesiones, después de un repentino descenso de la temperatura, el grupo comenzó a notar botes s ecos, golpes y chasquidos procedentes de las paredes y de a lrededor de las s illas. D e vez en cuando, o ye ron tamb ién débiles s ilbidos. S in embargo, la breve explosión de actividad paranorma l s e acabó mu y pronto. Los F o y ampliaron el grupo a otros tres componentes para ver s i esto podía s ervir de a yu da. Ahora era nueve los que s e encontraban de forma regular. D esgraciadamente, no funcionó. P asaban las s e manas y los me s es, pero en lugar de asistir a un progreso de los fenóme nos, sucedió más bien lo contrario. No pasó mucho t iempo hasta que s obrevino el cansancio en algunos mi e mbros del grupo y s e fueron. Como consecuencia, s e resquebrajó la armonía entre los componentes, factor i mportante para el éxito de los fenóme nos. E l grupo llegó con dificultad al verano de 1992, pero estaba claro que sería necesario aportar camb ios. Ello no obstante, en este periodo s ombrío hubo algunos ra yos luminosos. En algunas ocasiones, cuando médiums como S tewart A lexander eran invitados para s esiones especiales, en la bodega s e reunían hasta veintiocho personas. Y durante cada una de estas s es iones, s e asistía a una variedad s orprendente de fenómenos paranormales físicos. U na demostración especial de me diumnidad física tradicional, que tuvo lugar el 30 de agosto de 1992, s e destaca entre todas las demás en la memo ria de Robin, porque le ofreció la demostración última de la vida después de la muerte. Él mis mo recuerda: Durante la s es ión, mi padre, que había fallecido en 1987, s e materializó. Llegué a abrazarlo y reconocí, s in ningún género de dudas, su voz. Ad mi támoslo, quién de nosotros no reconocería a s u propio padre? Cuando vivía estábamos mu y unidos, y conseguimos tener una conversación durante la cual mi padre me habló de cosas que s ólo él y yo podíamos conocer. M e dio algunos consejos preciosos s obre mi s alud que s eguí inmediata y s abiamente, desde e l mo mento en que s e demostraron extremadamente acertados cuando, al día siguiente, llamé a mi médico para tener la confirma ción. A los F o y les fue transmitido luego un mensaje del mu ndo espiritual, a través de un amigo que era médium, en el que se explicaba que las energías de l as diversas personas de s u grupo no se unían, de aquí la falta de progreso. Es mu y i mportante que s e den energías adecuadas, en cualquier grupo que lleve a cabo experimentos s obre fenóme nos físicos. U na vez recibido el mensaje, los F o y no s abían cómo decírselo a los demás, pero, para s orpres a su ya, fueron los otros los que admi tieron que es t aban pensando en renunciar, alejándose. P or ello, trece meses después de la forma ción del grupo, los F o y hacían punto y aparte, s entándose los dos s olos en la bodega oscura. S e a tuvieron a un riguroso esquema de s es iones regulares para garantizar la continuidad de la energía, mi entras contemplaban la tarea desalentadora de reconstruir, una vez má s, el grupo. S e enteraron de que una s eñora de negocios francesa, llama da M imi, que vivía en la vecina D iss, es t aba interesada en formar parte de un grupo. La prime ra s esión con M i mi tuvo lugar el lunes 21 de s eptiembre de 1992. La a tmósfera era muy buena y el grupo mu y optimista. Robin encendió el ma gnetófono, del que brotó, como de 221