APOYOS EDITORIALES La antimesa: el color de mi vida JUNIO 2015
ÍNDICE DE CONTENIDO APOYOS EDITORIALES Un recorrido turístico que presenta las más selectas propuestas de vanguardia de la cultura gastronómica, además de proyectos literarios y de diseño que muestran la conexión que existe con la cocina. PÁG. 1-5 Hojasanta Vol. 7...
PÁG 1 La antimesa: el color de mi vida La combinación exacta entre cultura y tradición, dan como resultado composiciones exquisitas colmadas de texturas, colores y formas. Ideales para acompañar los sabores de una mesa en primavera.
PÁG 2 Sobremesa La antimesa: el color de mi vida Métodos y memoria Primavera en la mesa Mantequilla Entonces llegan El alba de los grillos Otro y más domingos Texto Begoña Sieiro Fotos Pía Riverola 102 Junio 2015
PÁG 3 La antimesa: el color de mi vida. 103 Junio 2015
PÁG 4 Sobremesa Día soleado: check. Mantel de flores: check. Copas de colores: check. Vajilla nueva: check. Mentalmente palomea su lista para asegurarse de que esté todo sobre la charola antes de salir. Es un ejercicio que le gusta jugar con ella misma para mantenerse activa; al menos eso le gusta pensar. En esta época de computadoras que te resuelven la vida, más vale ahuyentar el Alzheimer con cualquier palo que esté al alcance. Recordar sus listas es el suyo. Ahora se dispone a colocar los componentes de la lista sobre la mesa. Está preparada para ir en contra de todo lo que le enseñaron hace ya varias décadas en la Escuela de Señoritas. «Qué rebeldía», piensa, burlándose de ella misma y de lo que dirían sus hijos si la oyeran. Sale al jardín, limpia la mesa con un trapo mojado y se sienta un segundo a esperar que se seque, para poner el mantel. Observa. Las hojas de los árboles vuelven a ser verde brillante, las flores de la entrada pintan como polka-dots la jardinera, y los regadores al fondo alimentan al pasto sediento. Cada verano este jardín regresa a lo que era exactamente un año antes: se despide del aire frío, esconde las ramas con hojas, frutas y flores, y se pinta de muchos colores Como su mesa! Se alegra. Es la época de preparar té de limón helado, de limpiar la alberca y de comer afuera. Se da cuenta de que los dibujos del mantel, las enormes flores que tanto se tardó en escoger, ya no significan nada cuando te acercas, mucho menos cuando pones los platos encima. Una vez más se ríe de sí misma al ver que los veinte minutos de indecisión en realidad no harán diferencia cuando todos se sienten a comer. Nunca pensó que ella pondría una mesa tan colorida, con tantas texturas, formas y relieves. Después de treinta años en México, era inevitable que algo «Bastante», piensa de la cultura ya fuera parte de ella. Voltea a ver su casa y lo comprueba: más colores y figuras. Queda muy poco de la mujer asustadiza y reservada que se enamoró de aquel hombre alegre y tan latino. Se da cuenta de la hora y el tiempo que lleva absorta en el pasado. Termina rápido de poner la mesa: vino en la hielera, asador prendido, servilletas bien dobladas, copas y vasos de agua, dos platos, tenedor, cuchara, cuchillo. La canasta de pan al centro, mantequilla algo queda de su pasado inglés, aceitunas y algo de botana para los niños. Mira todo con detenimiento una vez más sólo para ver que no falta nada. Reitera que es una antimesa, de acuerdo con las leyes de la sobriedad que aprendió hace mucho, pero le encanta: está llena de vida, de recuerdos. Eso sí, todo en su lugar, con una simetría perfecta entre cada utensilio tampoco podía olvidar todo lo que había aprendido. Mientras camina de regreso a la casa, se dice a sí misma que su mesa no es, como pensó antes, una antimesa; si lo fuera estaría triste y solitaria, llena de lugares vacíos, falta de colores vivos, de elementos alegres, de risas. Esa es la mesa nunca utilizada, nunca disfrutada. No es el lugar de reunión, de conversación, de diversión que ella tiene listo. Ya se oyen las voces al fondo. Gritos, risas, riñas, niños que corren: no hay duda, ya están aquí. Sólo queda ella. Le gusta tomarse sola la última copa de vino de la tarde, después de que todos se fueron. Recuerda la mesa como estaba al principio: limpia, simétrica, igual de vacía. Hace una nueva lista: no volver a hacer puré de camote; preparar más ensalada la próxima vez; volver a comprar este vino; hacer agua de piña (para la niña). El sol se esconde y difumina la tarde de domingo familiar pero no su sonrisa. Ahora ya se vuelve a escuchar el silencio del jardín: el último cantar de los pájaros, el baile de las hojas con el viento, los grillos cuando despiertan. Empieza a planear la reunión de la semana siguiente: más elementos, más color, más sabores nuevos. Hay que mantenerlos contentos: que vengan cada domingo; que llenen la casa de gritos y de manchas los manteles; de alegría las pláticas y de color mi vida. Bowls para fruta, bowls para ensalada, copas y cubiertos de Baci Milano. Tela de catálogo de Missoni Home. Vasos capuchino, cacerola roja y portautensilios de Revol. Platos trinche, platos ensalada y bowl para cereal de Le Cadeaux. Caja de metal para azúcar de Stalwart. Charola de metal de Knack3. Tabla para picar de Europe2You. Todos estos productos están disponibles en Casa Palacio. Marcas BACI MILANO MISSONI HOME REVOL LE CADEAUX STALWART KNACK3 EUROPE2 YOU 104 Junio 2015
PÁG 5 La antimesa: el color de mi vida 105 Junio 2015
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