Anatomía y Fisiología. Tema 6: El Aparato Circulatorio. Jorge Martínez Fraga. Nivel: Medio Educación Secundaria - C.F.G. Superior 22 de marzo de 2012



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Transcripción:

Anatomía y Fisiología. Tema 6: El Aparato Circulatorio. Jorge Martínez Fraga. Nivel: Medio Educación Secundaria - C.F.G. Superior 22 de marzo de 2012 1

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Contenido El sistema circulatorio.! 5 Anatomía y fisiología del sistema circulatorio. 5 Líquidos corporales. 5 Introducción. 5 Pérdidas y ganancias de líquidos. 6 Distribución de agua en el organismo. 7 Balance de agua y regulación. 7 La sangre. 9 Características generales. 9 Fase líquida de la sangre: plasma. 9 Fase sólida de la sangre: elementos formes. 10 Introducción. 10 Eritrocitos. 10 Leucocitos. 11 Trombocitos. 12 Hematopoyesis. 12 Hemostasia. 13 Componentes del Sistema Circulatorio. 13 Introducción. 13 El corazón. 14 3

Los vasos sanguíneos. 16 Microcirculación. 18 El sistema linfático. 19 Alteraciones circulatorias. 22 Alteraciones de la tensión arterial. 22 Shock. 22 Síncope cardiovascular. 22 Edema. 22 Eritema. 22 Telangiectasias. 23 Nevos vasculares. 23 Estasis venosas. 23 Rosácea. 23 Angiodermitis. 23 4

El sistema circulatorio. Líquidos corporales: sistema circulatorio sanguíneo y linfático. ANATOMÍA Y FISIOLOGÍA DEL SISTEMA CIRCULATORIO. En este tema vamos a tratar de analizar los principales líquidos corporales, así como los intercambios que, entre estos líquidos, tienen lugar en el interior del cuerpo y los sistemas de conducción. Cuadro: Anatomía del corazón de Enrique Simonet. Líquidos corporales. Introducción. La mayor parte de nuestro cuerpo es un líquido salino, cuyo disolvente principal es el agua. El agua es nuestro principal constituyente por muchas razones: la vida se originó en el agua (siendo, por ello, su materia prima primordial), es capaz de disolver infinidad de sustancias (se habla de disolvente universal), permite intercambios y reacciones químicas, es un buen controlador de la temperatura (actúa como amortiguador de cambios bruscos de temperatura), entre otras cosas. El contenido en agua es variable, dependiendo de la zona del cuerpo. Existen zonas como el hueso o el tejido adiposo, donde la concentración de agua es muy baja. Y zonas, como el cerebro, donde la concentración de agua ronda el 80 % en peso del órgano. La cantidad de agua también varía con el paso del tiempo, pudiendo entender el envejecimiento como un proceso de deshidratación: cuando nacemos, entre el 75 y el 80 % de nuestro peso es agua, mientras que en un anciano puede rondar el 60 %. 5

Pérdidas y ganancias de líquidos. No somos un compartimento estanco de agua: estamos continuamente ganando y perdiendo agua, debiendo mantenerse un equilibrio entre estos dos procesos. Las vías más habituales de pérdida de agua son: Espiración: al respirar, exhalamos aire con un contenido elevado en agua (vapor de agua). Evaporación por la piel: se divide en dos grandes grupos; la primera de las dos es relativamente constante e independiente del entorno, mientras que la segunda es muy variable: Perspiración insensible: se trata de una pérdida de agua de la que no somos conscientes y se debe al agua que se escapa en forma de vapor de agua a través de la piel. Perspiración sensible: derivada de la producción de sudor, que posteriormente se evaporará (como mecanismo de regulación de la temperatura corporal). Como decíamos, esta evaporación es muy variable, pudiendo rondar desde el medio litro al día hasta superar los diez litros. Agua contenida en las heces: generalmente es una cantidad muy pequeña, menor de medio litro al día. Puede sufrir importantes incrementos en determinados procesos gástricos, como diarreas. A través de la orina: se trata del aparato excretor, que es el principal controlador del agua de nuestro organismo. El riñón puede fabricar orina con mayor o menor concentración en función de las pérdidas de agua que el cuerpo pueda tolerar en un momento determinado. En cuanto a los sistemas de ganancia de agua, tenemos: Agua bebida: es la más evidente y deriva de la sensación de sed que se despierta cuando el cuerpo detecta déficit. El consumo de agua es voluntario y muy variable. Hay personas que no beben más de medio litro al día y otros que beben más de tres litros. Agua contenida en los alimentos: como todos los seres vivos están compuestos, en su mayor parte, por agua, su consumo genera también agua que podemos extraer durante la digestión. Puede suponer más de un litro al día, aunque varía mucho dependiendo del tipo de alimento que consumamos. Agua metabólica: el metabolismo, el consumo de nutrientes, genera dióxido de carbono y agua. Puede suponer alrededor de medio litro al día. 6

Distribución de agua en el organismo. Podemos dividir el agua en dos grandes grupos, atendiendo a su distribución en el cuerpo: Agua intracelular: constituye el interior de nuestras células. Es el agua mayoritaria, suponiendo acreedor del 70 % del agua total, es decir, alrededor del 40 % del peso de nuestro cuerpo. Agua extracelular: se encuentra en el exterior de nuestras células. Supone alrededor del 30 % del total de agua, o lo que es lo mismo, alrededor del 20 % del peso total de nuestro cuerpo. Es el lugar donde se producen los intercambios metabólicos entre células o entre el organismo y el medio externo. El agua intracelular es un espacio relativamente constante, ya que las células requieren de cantidades muy concretas de agua, o de lo contrario, morirán. Cada tipo de célula posee una cantidad de líquido intracelular característico. El agua extracelular es más interesante para su estudio, a nivel global. Es una agua más variable y la podemos dividir en tres grandes espacios: Espacio plasmático: plasma o parte líquida de la sangre, contenida en el sistema circulatorio. Su función es el transporte de nutrientes y oxígeno a las células y recoger las sustancias de desecho y el dióxido de carbono de las células. No tiene contacto directo con las células ni con el exterior. Espacio intersticial: se encuentra entre las células y en el se encuentra el líquido intersticial. Forma pare del líquido que separa las células entre si, la linfa (el líquido intersticial penetra en los vasos linfáticos para ser repuesto al espacio plasmático). Limita por un lado con los capilares sanguíneos y por el otro con la membrana celular de las células del tejido. Espacio del líquido transcelular: contiene un líquido extracelular especializado o diferente. Se trata de líquidos que se acumulan en determinados lugares para ser eliminado o con funciones específicas. Por ejemplo los líquidos que se acumulan en el aparato gastrointestinal o urinario, el líquido atrapado en las glándulas sudoríparas, el líquido pleural que reviste los pulmones, el líquido pericárdico alrededor del corazón, el líquido sinovial en las articulaciones, los humores de los globos oculares o el líquido cefalorraquídeo en el sistema nervioso. Balance de agua y regulación. La composición del agua de cada uno de los espacios es diferente y debe tener sus propiedades y mantener cierta constancia. Existe un flujo continuo de material acuoso, de 7

iones, de componentes, de una zona a otra del cuerpo. En todo ello juegan un papel muy importante los procesos osmóticos, que deben permitir los movimientos de sustancias sin conllevar movimientos del agua: si se acumula más agua de la cuenta en determinadas zonas, como por ejemplo dentro de las células, se producirán graves desórdenes (el exceso de agua de las células podría matarlas, hacerlas explotar). El líquido intracelular es más rico en iones de potasio y cloruros que el extracelular. El extracelular es más rico en sodio y fosfatos que el intracelular. Este balance debe permitir que el líquido intracelular sea mucho más rico en proteínas y sustancias orgánicas disueltas sin que los procesos osmóticos arrastren agua al interior. Los balances de agua deben así mismo permitir los intercambios. El líquido del espacio plasmático posee una presión interna debido a encontrarse encerrado en un tubo; se trata de la presión hidrostática, que tiende a hacer que el líquido salga del tubo. Pero posee proteínas disueltas que generan una presión osmótica, denominada presión oncótica, que controla y evita que el líquido salga en exceso. En el extremo arterial de los capilares existe una presión hidrostática muy fuerte, que supera la presión oncótica. Y por eso el plasma tiende a salir en esa zona hacia el espacio intersticial. Sin embargo, en el extremo venoso, debido a la pérdida de líquido, la presión hidrostática está muy disminuido. Sin embargo, la presión oncótica aumenta al concentrarse los solutos por la salida de líquidos. Por eso en el extremo venoso el líquido tiende a pasar del espacio intersticial al interior del capilar. Esquema del intercambio capilar. No obstante, la salida de líquidos en la zona arterial no puede ser compensada por la presión oncótica (por puros motivos energéticos). Por ese motivo se va acumulando una cierta 8

cantidad de líquido en el espacio intersticial. Será devuelto al espacio plasmático por el sistema linfático. Si el sistema de drenaje deja de funcionar como es debido o existiese una salida de agua tan elevada que se saturase el sistema de reposición, se produciría un encharcamiento de los tejidos. Este encharcamiento constituye los edemas. La sangre. Características generales. La sangre es un líquido constituido por una fracción líquida y una fracción sólida, que recorre nuestro cuerpo encerrado en el sistema circulatorio. Se trata del principal medio de transporte de sustancias y un medio fundamental de comunicación corporal. Participa en las funciones respiratoria, nutritiva, excretora, defensiva y reguladora de nuestro cuero. Supone alrededor de entre el 6 % y el 8 % del peso total de nuestro organismo. Es un líquido viscoso de color rojo y con un ph de alrededor de 7,4. Como ya hemos indicado, podemos encontrar dos fases o fracciones en la sangre: Fase líquida: constituida por el plasma o suero, un líquido complejo e color amarillento. Supone alrededor del 55 % del peso de la sangre. Fase sólida: constituida por las células o elementos formes de la sangre. Supone alrededor del 45 % del peso de la sangre. Fase líquida de la sangre: plasma. La mayor parte de este líquido amarillento denominado plasma es agua, concretamente alrededor del 91 %. El 9 % restante son solutos, la mayor parte, alrededor del 7 %, son proteínas. La proteína plasmática más abundante es la albúmina, encargada de mantener la presión osmótica de la sangre y transportar algunas sustancias, sobre todo esteroides. Otra proteína abundante es el fibrinógeno, precursor de la fibrina, encargada del proceso de coagulación de la sangre. Además, en el plasma se encuentran disueltos otros componentes: glúcidos (como la glucosa, a concentración casi constante de alrededor de 100mg por mililitro), lípidos (existe un sistema de transporte de lípidos mediado por apolipoproteínas), nutrientes, creatina, bilirrubina, vitaminas, hormonas (hay 9

gran variedad, a concentraciones muy bajas, pudiendo ir libres o transportadas por proteínas transportadoras), sustancias de desecho (como la urea, el ácido úrico, etc.), gases (como el oxígeno, aunque la mayor parte de este es transportado por los eritrocitos, y el dióxido de carbono) y electrolitos, como Na +, K +, Ca 2+, Mg2+, Cl -, PO 3-4, HCO 3-, SO 2-3, etc. Fase sólida de la sangre: elementos formes. Introducción. Los elementos formes pueden dividirse en tres grandes grupos: eritrocitos (glóbulos rojos), leucocitos (glóbulos blancos) y trombocitos (plaquetas). Eritrocitos. Los eritrocitos o glóbulos rojos son las células más abundantes de la sangre con mucha diferencia: suponen más del 99 % del total, con alrededor de 5 millones de eritrocitos por milímetro cúbico. Se trata de células aplanadas, con forma de disco bicóncavo, carentes de núcleo y repletas de una proteína denominada hemoglobina. La hemoglobina es una proteína globular, constituido por cuatro subunidades y en cuyo centro activo encontramos un grupo hemo, una molécula orgánica que posee hierro en su zona central. Este grupo hemo es el encargado de unirse al oxígeno, ya que la hemoglobina es la encargada de transportar hierro. Y esa es la función fundamental de los eritrocitos: transportar oxígeno por la sangre. Por lo demás, el eritrocito carece de núcleo y orgánulos membranosos internos, se mantiene gracias al metabolismo anaeróbico (ya que carece de mitocondrias) y de esta forma no consume el oxígeno que transporta. La morfología tan particular del eritrocito, la forma de disco bicóncavo mantenida por el citoesqueleto, le permite desplazarse por los vasos sanguíneos más finos y los recovecos más angostos torsionándose sin obstruirlos ni detener el flujo de sangre. La hemoglobina que contienen los eritrocitos supone entre 14 y 20 gramos por cada 100 mililitros de sangre. Cada 10

molécula de hemoglobina está constituida por cuatro subunidades con un grupo hemo cada uno, es decir, con cuatro moléculas de hierro (las cuatro subunidades no son idénticas, sino iguales dos a dos, con dos subunidades α y dos subunidades β. Como los hematíes no tienen orgánulos y no puede repararse, su vida media es muy corta, unos 120 días. Son eliminados por macrófagos del bazo o del hígado, que los fagocitan. El grupo hemo se recicla, el hierro se acumula en forma de ferritina y el resto constituirá la bilirrubina. Deben ser recicladas en el hígado. Los hematíes deben ser repuestos, ya que si disminuyese la cantidad de estos se vería comprometido el transporte de oxígeno. La alteración en el número de eritrocitos se denomina anemia y causa fatiga, calambres o estados anímicos depresivos. Leucocitos. Son células nucleadas y que no contienen hemoglobina. Participan en los procesos de defensa del organismo y pueden dividirse en varios tipos: Granulocitos: son leucocitos con núcleos lobulados y con gránulos visibles al microscopio óptico en su citoplasma. Neutrófilos (Polimorfonucleados): son los granulocitos más abundantes. Su función fundamental es fagocitar invasores marcados con anticuerpos. Eosinófiolos (Acidófilos): son más escasos y sus granos se tiñen con colorantes ácidos. También participan en la fagocitosis de invasores y en procesos inflamatorios. Basófilos: sus granos se tiñen con colorantes básicos. Participan en fenómenos de inflamación y en procesos asociados con alergias, al liberar el contenido de sus granos. Agranulocitos: no presentan gránulos visibles con microscopio óptico en el citoplasma. Hay dos grandes tipos de agranulocitos. Monocitos: son los glóbulos blancos de mayor tamaño, con un núcleo de morfología arriñonada, tiene capacidad para salir de la sangre y transformarse en macrófagos de los tejidos conjuntivos. Su función es fagocitar cualquier elemento externo o desconocido y mostrarlo a los linfocitos, que se encargarán de fabricar anticuerpos y coordinar el ataque al invasor. Linfocitos: reconocen los cuerpos extraños que han sido fagocitados por los monocitos y se activan, fabricando anticuerpos que facilitan la eliminación del 11

invasor, marcándolo al resto de elementos defensivos. Los linfocitos se dividen en dos grandes líneas, las T, que maduran en el timo y los B, que maduran en el bazo. Los B son los principales encargados de fabricar anticuerpos. Los T son células básicamente de ataque, produciendo toxinas que eliminan a invasores o incluso a células propias del organismo que han sido invadidas por virus, o se han transformado en células tumorales. Trombocitos. Más conocidas como plaquetas, no son células en sentido estricto, sino trozos de células. Carecen de núcleo y tienen en su interior gránulos con sustancias que provocan la formación de trombos, además de proteínas contráctiles asociadas a su citoesqueleto, que facilitan el agrupamiento de unas células con otras, para formar trombos. Células de la sangre. Hematopoyesis. La hematopoyesis es la fabricación de células de la sangre. Tiene lugar en la médula ósea, es decir, en la parte interna de los huesos, sobre todos de los huesos largos. Las células madre de la médula ósea se diferencian en otros tipos de células que acaban dando lugar a los distintos tipos de células de la sangre. A estas células madre de la médula ósea se les denomina células madre pluripotenciales. Pueden diferenciarse en células que den lugar a leucocitos, células que den lugar a eritrocitos o en megacarioblastos; los megacarioblastos se transforman en megacariocitos, cuya ruptura da lugar a los trombocitos. La hematopoyesis es un proceso muy regulado, es muy importante que no sobren ni falten ningún tipo de célula sanguínea. Por ejemplo, la eritropoyesis se activa cuando hay niveles bajos de oxígeno, mediado por hormonas, sobre todo la eritropoyetina (la famosa Epo). La 12

eritropoyesis también se estimula por hormonas sexuales masculinas y se inhibe por las hormonas sexuales femeninas. Anatomía y Fisiología Humanas Básicas Hemostasia. La hemostasia es el proceso encargado de detener hemorragias, es decir, evitar extravasaciones o pérdidas masivas de sangre derivadas de alguna lesión que afecte al sistema circulatorio. La primera reacción que tiene lugar si la lesión del vaso es seria es una contracción del músculo liso del vaso, denominada espasmo vascular y que está mediada por los receptores de dolor. Posteriormente se formará un tapón de plaquetas, el trombo blanco. Se van uniendo unas plaquetas a otras y liberando sustancias de los granos. Estas sustancias inducen a la agregación de más plaquetas, que se fusionarán entre si. Las proteínas contráctiles del citoplasma de estas células hacen que el agregado se contraiga y se haga más compacto. De esta forma se impermeabiliza el vaso. Y entonces comienza a fabricarse el trombo rojo, derivado de la solidificación de la sangre. Es decir, de la coagulación. Es una reacción en cascada, en la que unos reactivos van actuando sobre otros y que finalizará cuando el fibrinógeno se transforme en la fibrina, haciéndose una proteína fibrilar insoluble. Hay dos vías de coagulación. Por un lado la extrínseca, que es rápida y tiene lugar en casos de grandes lesiones. La desencadenan proteínas de los tejidos cuando existen traumatismos. Y por otro lado la intrínseca, más compleja y lenta, cuyos componentes coagulantes están dentro de la sangre y que se desencadena cuando las células endoteliales, que recubren por la cara interna los vasos sanguíneos, detectan lesiones. Cuando la lesión ha cicatrizado, debe retirarse el trombo y la red de fibrina formada. Para ello actuará la fibrinolisis, mediada por proteínas enzimáticas que rompen la fibrina. Componentes del Sistema Circulatorio. Introducción. El Sistema Circulatorio consta de dos componentes: el corazón, que es la bomba que propulsa la sangre y los vasos sanguíneos, que son el sistema de tuberías por las que circula la sangre. Analicémoslo independientemente. 13

El corazón. El corazón es un órgano muscular encargado de impulsar la sangre a través de los vasos sanguíneos. Es un órgano hueco, con forma de cono, de unos trescientos gramos de peso en un humano adulto. Descansa sobre el diafragma, en un espacio de la cavidad torácico llamado mediastino, en el centro del tórax, con el vértice hacia la izquierda. El corazón está rodeado por un saco de tres capas, denominado pericardio. El pericardio fibroso, de tejido conjuntivo fibroso, es el más externo. Se trata de una capa dura e inelástica, encargada de evitar la sobredistensión del corazón. Por dentro del pericardio fibroso se encuentra el pericardio seroso, una membrana muy delicada. La capa más interna es una hoja visceral denominada epicardio. Entre el pericardio seroso y el epicardio encontramos un líquido denominado líquido pericárdico, que lubrica el contacto entre ambas hojas facilitando el movimiento del corazón. El corazón está dividido en dos mitades aproximadamente simétricas, la derecha y la izquierda; no son exactamente simétricas porque el lado izquierdo tiene una pared más gruesa. Cada una de las dos partes está dividida en dos cavidades, una superior llamada aurícula y una inferior denominada ventrículo. La mitad derecha del corazón envía la sangre a la circulación de los pulmones. Es decir, es responsable de que la sangre se oxigene y pierda el dióxido de carbono. Y la mitad izquierda es la responsable de distribuir la sangre que le llega de los pulmones al resto del cuerpo. Por eso la mitad izquierda del corazón es mucho más gruesa. A este mecanismo se le denomina doble circulación. La aurícula derecha está separada del ventrículo derecho por la válvula tricúspide. La aurícula izquierda está separada del ventrículo izquierdo por la válvula mitral. Son las válvulas denominadas válvulas auriculoventriculares. Se encargan de evitar el reflujo de sangre de los ventrículos a las aurículas cuando los primeros bombean la sangre. Existen también válvulas que separan las arterias de los ventrículos para evitar el reflujo de sangre tras el bombeo de sangre. Se les denomina válvulas semilunares. También existen válvulas semilunares que separan las venas que llegan al corazón de las aurículas, para evitar el reflujo de sangre tras la contracción de las aurículas en el latido cardiaco. El corazón tiene un pequeño sistema de autoalimentación, es decir, un subsistema vascular que lo nutre. A estas pequeñas venas y arterias que nutren al corazón se denominan coronarias. 14

El corazón se contrae de forma rítmica entre sesenta y ochenta veces por minuto en condiciones normales, distribuyendo de este modo la sangre. A la contracción del corazón se le denomina sístole y es un movimiento que vacía de sangre al corazón. A la relajación o expansión del corazón se le denomina diástole y durante esta se llena de sangre. El proceso de contracción y relajación está controlado por el sistema nervioso central, concretamente por las ramas autónomas simpáticas y parasimpáticos. Cuando el cuerpo requiere mayor flujo de sangre, el ritmo se acelera y cuando se requiere menos, se decelera. Sin embargo, tiene un sistema de latido autónomo, controlado por unos centros nerviosos llamados nodos, que le permiten se autosuficiente del sistema nervioso central en condiciones habituales. Las fibras nerviosas del corazón le permiten distribuir la contracción de forma que esta tenga lugar coordinadamente y cada fibra muscular se contraiga en su momento preciso. Esquema del corazón. Estudiemos el ciclo cardiaco. Tras el latido, el corazón está vacío de sangre, contraído. Se relaja y al relajarse, se expande. Al expandirse, se genera una presión negativa, las válvulas mitral y tricúspide están cerradas y las semilunares que separan las venas de la aurícula se abren. Entonces las aurículas se llenan de sangre. La contracción del corazón comienza por las aurículas, que al contraerse impulsan la sangre hacia los ventrículos. Al contraerse la aurícula las válvulas mitral y tricúspide se abren, mientras que las semilunares que separan al corazón de las venas se cierran. La contracción auricular hace que los ventrículos se llenen de sangre. Las válvulas semilunares que separan a los ventrículos de las arterias permanecen cerradas. Una vez se han llenado de sangre, comienza la contracción ventricular. Justo antes de la contracción ventricular, las aurículas se relajan causando una diferencia de presión que 15

cierra las válvulas mitral y tricúspide (auriculoventriculares). Cuando los ventrículos se contraen, al encontrarse estas válvulas cerradas, la sangre se ve obligada a salir por las arterias, abriéndose las válvulas semilunares que separan las arterias de los ventrículos. Al finalizar la contracción ventricular, el corazón se ha vaciado de sangre. Los ventrículos comienzan a relajarse, causando una presión negativa que cierra las válvulas semilunares, impidiéndose de ese modo el reflujo de sangre de las arterias de nuevo al corazón. De esta forma el corazón bombea, de forma habitual, entre cinco y seis litros de sangre por minuto. A la aurícula derecha la sangre llega por las venas cavas superior e inferior. Desde el ventrículo derecho la sangre se va a los pulmones, saliendo por la arteria pulmonar o tronco pulmonar, que se divide en dos al poco de salir del corazón, yendo una rama al pulmón derecho y otra al izquierdo. A la aurícula izquierda le llegan las cuatro venas pulmonares (dos venas pulmonares derechas y dos venas pulmonares izquierdas). La sangre sale del corazón por la aorta hacia todo el cuerpo. Al tramo de aorta que sale de corazón se le denomina aorta ascendente. Ciclo cardiaco. Los vasos sanguíneos. Sistema de conducción de la sangre a través de todo nuestro cuerpo. Se estima que tenemos alrededor de cien mil kilómetros de vasos sanguíneos por nuestro cuerpo. 16

Existen tres grandes tipos de vasos sanguíneos: Las arterias: llevan la sangre desde el corazón a los tejidos. Las venas: conducen la sangre desde los tejidos al corazón. Capilares: vasos microscópicos en los que se producen los intercambios de sustancias entre la sangre y los tejidos. Pero pueden realizarse subdivisiones. Las grandes arterias que salen del corazón se subdividen en arterias de mayor tamaño. Tras varias divisiones, tendremos vasos de menor diámetro denominados arteriolas. Y dentro de los diferentes órganos, los capilares se van uniendo entre si y van formando vénulas, cuya unión acabará dando lugar a venas y estas se unirán formando las grandes venas de nuestro cuerpo. Las arterias y las arteriolas deben sufrir mayor presión, soportan la sangre que sale directamente bombeada desde el corazón. Sus paredes son elásticas y poseen una capa muscular muy importante, que les permite variar su diámetro, haciendo que el tubo posea una luz mayor o menor. Las venas, en cambio, tienen una pared mucho más fina, puede distenderse en mayor medida que las de las arterias, pero no es tan flexible y apenas tiene capa muscular, por lo que apenas puede variar su grosor. Las venas de muchas zonas del cuerpo, sobre todo en las extremidades inferiores, tienen válvulas que le impiden el retroceso de la sangre. Debemos tener en cuenta que, según avanzamos por las venas, la acción del impulso del corazón van perdiendo fuerza, por lo que la presión dentro del tubo disminuye. Las válvulas ayudan a avanzar a la sangre. Además, las venas realizan pequeños movimientos de su pared, a modo de bombeo, para ayudar a que la sangre avance hacia el corazón. Venas y arterias, por otro lado, suelen discurrir pegadas unas a otras, de forma que la distensión de la vena derivada del flujo de sangre obliga a la vena a contraerse, provocando un movimiento que ayuda a la sangre a ascender por esta. También colabora en el retorno venoso el movimiento del diafragma y el cambio de volumen de la caja torácica, haciendo un efecto de succión. Otros sistema de facilitar el retorno venoso deriva del efecto de succión que llevan a cabo las aurículas del corazón al distenderse y que se denomina efecto sifón. Por último, las venas discurren por zonas estratégicamente diseñadas entre los músculos para que su contracción también ayude al retorno venoso (por eso, para evitar las varices, es mucho mejor caminar que permanece quieto de pie). En muchos tejidos las diferentes arterias tienen puntos de comunicación entre si, denominados anastomosis. Permiten que los órganos sigan funcionando aunque una de las 17

arterias se obstruya, cambiando el flujo hacia otro lado. Suelen poder abrirse y cerrarse. También se establecen en ocasiones entre venas o vénulas y arterias o arteriolas. La presión sanguínea es la fuerza ejercida por la sangre sobre las paredes de los vasos sanguíneos. Suele medirse la arterial (la venosa se mantiene en unos 10 mm de Hg). Hay dos valores, un valor más bajo que corresponde a la presión del vaso en reposo y que se denomina presión diastólica. Cuando llega la sangre impulsada del corazón, la presión sube. A esta presión se denomina presión sistólica. Las presiones diastólica y sistólica son, aproximadamente, de 80 milímetros de mercurio y 120 milímetros de mercurio respectivamente. Varían dependiendo del ritmo cardiaco y del nivel de contracción de los vasos. Puede variar si varía el volumen de sangre o líquidos de nuestro organismo. Y está regulado por el sistema nervioso central y por el sistema hormonal (principalmente, la aldosterona y el sistema renina angiotensina). Esquema del sistema circulatorio. Microcirculación. Se trata de la circulación sanguínea que tiene lugar dentro de los órganos y tejidos y que permite que existan intercambios entre la sangre y los tejidos. Es decir, permite que de la sangre salgan los nutrientes, el oxígeno y se incorpore a este el dióxido de carbono y las sustancias de desecho. Estos intercambios tienen lugar en los capilares, vasos sanguíneos de 18

muy pequeño tamaño, microscópicos, aunque suelen incluirse dentro de la microcirculación a las arteriolas de los órganos, microarteriolas y vénulas de los órganos. En los procesos de intercambio participan las células endoteliales que constituyen el capilar y la membrana basal de los mismos. Los capilares pueden tener diferente permeabilidad, ya que hay varios tipos, y algunos tipos dejan pasar más sustancias al exterior que otros. Por ejemplo, los capilares fenestrados tienen auténticos agujeros que dejan salir grandes cantidades de plasma. El paso a los sistemas microcirculatorios está regulado por esfínteres que pueden cerrarse, dejando el riego por zonas determinadas. También influye el juego de presiones hidrostáticas y osmóticas que vimos al principio del tema. Dibujo general del circulatorio. El sistema linfático. Está constituido por un líquido denominado linfa, que corre por el interior de unos vasos de conducción denominados vasos linfáticos. Además de los vasos linfáticos, existen una serie de órganos y estructuras que intervienen en procesos implicados con la linfa. El sistema linfático tiene tres funciones fundamentales: 19

Drenaje del líquido intersticial. Transporte de los lípidos de la dieta desde el aparato digestivo hasta la sangre. Repuesta inmunitaria, ya que la linfa está cargada de células defensivas y algunos órganos linfáticos están implicados en el proceso inmunitario. Existen varios tipos de vasos linfáticos: Capilares linfáticos: son vasos linfáticos muy finos, compuestos por células endoteliales y con una cierta forma abombada, debido a que las uniones entre las células endoteliales se unen formando una válvula que hace que la linfa sólo pueda avanzar en una dirección. Estas uniones, además, pueden abrirse, permitiendo que puedan penetrar al interior del vaso sustancias, moléculas y células inmunitarias. Vasos linfáticos: son vasos de paredes finas, con multitud de válvulas que impiden el reflujo de la linfa. Debemos tener en cuenta que la linfa carece de órgano impulsor, por lo que evitar el retroceso es trascendental. Los vasos linfáticos se forman por la fusión de capilares linfáticos entre si, aumentando su calibre. Al igual que ocurre en los vasos sanguíneos, aparecen anastomosis. A los grandes vasos linfáticos se les denomina troncos linfáticos. Por los vasos linfáticos circulará al día entre dos y cuatro litros de linfa. Ésta avanza por ellos, gracias a las contracciones de los mismos, ya que se contraen varias veces por minuto, y a la existencia de las válvulas que evitan el retroceso. Además, el recorrido de los vasos linfáticos entre los músculos esqueléticos hacen que la contracción de estos músculos drenen la linfa de los vasos, la empujen, proceso conocido como ordeño. Todos los vasos linfáticos van enlazándose y formando los grandes troncos. Los más importantes son el conducto torácico izquierdo y derecho. Acaban desembocando al sistema circulatorio en dos puntos, en el ángulo que forman las venas yugular interna y subclavia, por la derecha e izquierda. En cuanto a los órganos linfáticos más importantes son los siguientes: Ganglios linfáticos: estructuras ovales, de entre uno y veinticinco milímetros de diámetro, que se encuentran a lo largo de los vasos linfáticos. En el cuerpo existen entre seiscientos y setecientos ganglios, dispuestos en grupos y en ocasiones formando dos conjuntos, uno superficial y uno profundo. Están constituido por una cápsula exterior de tejido conjuntivo denso y unas trabéculas interiores. En los ganglios se acumulan linfocitos, que actuarán como sistema de reconocimiento y defensa. También encontramos macrófagos. Los ganglios pueden actuar como depósitos de linfa, aunque su función principal es actuar de filtro frente a sustancias extrañas y e invasores, que entran en el ganglio, quedan atrapados y entran en 20

contacto con las células defensivas, siendo reconocidos y atacados por linfocitos y macrófagos. Amígdalas: agregados de nódulos linfáticos, inmersos en una mucosa, formando un anillo en la cavidad de la faringe. Protege al cuerpo frente a invasores que se inhalan o se ingieren. Bazo: órgano oval de unos doce centímetros de largo, situado en el hipocardio izquierdo, entre el diafragma y el estómago. No filtra la linfa, sirve de lugar de maduración de linfocitos B y colabora en la fagocitosis bacteriana y para eliminar eritrocitos y trombocitos deteriorados. Además, almacena sangre y la libera si se necesita. Timo: órgano bilobulado, situado en la parte superior del mediastino. Es el lugar de maduración de los linfocitos T. Es más activo en niños, llegando a atrofiarse con el paso de los años. Esquema de vasos y gánglios linfáticos. 21

Alteraciones circulatorias. Alteraciones de la tensión arterial. Son importantes por sus implicaciones y por tratarse de alteraciones cotidianas. Pueden ser importantes por aparecer entre las contraindicaciones de algunos tratamientos estéticos, sobre todo técnicas hidrotermales. El adultos se considera que hay hipertensión si la diastólica se encuentra por encima de 90 mm de mercurio o la sistólica por encima de 160 mm de mercurio. Pueden causar enfermedades coronarias, cerebrales, fallo renal, etc. La hipotensión suele manifestarse como mareos, debido a que la sangre no llega bien al cerebro. Shock. El aparato circulatorio no hace trabajo suficiente para dar aporte de oxígeno y nutrientes a todas las partes del cuerpo. Pueden ser progresivo o brusco. En algunos casos graves puede provocar la muerte. Síncope cardiovascular. Pérdida de conciencia por caída brusca del flujo sanguíneo cerebral. Edema. Hinchazón visible y palpable en una zona del cuerpo, relacionado con la acumulación de líquido en el espacio intersticial. Puede deberse a varios motivos: aumento de la presión hidrostática capilar, bien por fallo en el retorno venoso, bien por insuficiencia cardiaca, bajada de la presión oncótica capilar, exceso de permeabilidad de los capilares, bien debida a lesiones, infecciones, alergias, etc., problemas en el drenaje linfático, depósitos de grasa que dificultan la circulación sanguínea y linfático, cambios hormonales, como los que se producen durante la menstruación, embarazo, que también conlleva compresión de los vasos sanguíneos. Eritema. Enrojecimiento difuso de la piel por congestión de los capilares de una zona y vasodilatación. Puede deberse a muchos motivos, como por ejemplo debido al exceso de exposición solar, denominado eritema solar, de origen nervioso, y hablamos de eritema emotivo, por procesos de alergia o hipersensibilidad, como en el caso de urticaria y dermografismo. Si se debe a problemas en el retorno venoso, en lugar de estar asociado a la vasodilatación arterial, 22

comenzará a estancarse la sangre y ello llevará a que la zona se enfríe y adquiera un color azulado por desoxigenación sanguínea, dando lugar a lo que se conoce como cianosis. Telangiectasias. Dilataciones, generalizadas o localizadas, de los capilares de la dermis. Se manifiesta como enrojecimiento de una zona, que adquiere color rojizo o violáceo, o con la formación de trayectos vasculares visibles, habituales en algunas zonas como las aletas de la nariz y los pómulos. Pueden deberse a factores externos, como cambios de temperatura, o internos, desde hormonales a digestivos o nutricionales, como el exceso de alcohol. Nevos vasculares. Desarrollo excesivo y anormal de los vasos sanguíneo de una zona, es decir, hiperplasia vascular. Puede presentarse como una mancha, de tamaño variable, con un color rojizo, hablándose de mancha de vino. O puntos rojizos, denominados puntos rubí o angiomas estelares, dependiendo de su forma. O como trayectos abultados o zonas dilatadas y enrojecidas, como en los angiomas tuberosos y cavernosos, o en las manchas de fresa. Estasis venosas. Problemas en el funcionamiento del sistema venoso, que provoca que la sangre se estanque en las venas. La piel adquiere primero un aspecto violáceo y posteriormente acarrea una dilatación de las venas, provocando primero la aparición de microvarices y después de varices. Rosácea. Dilatación de los vasos sanguíneos de la cara, asociado a problemas de piel con aparición de pápulas y pústulas, lesiones típicas del acné. Su origen es desconocido y se debate si se puede deber a problemas gástricos, nerviosos, o de las secreciones cutáneas. En hombres es menos frecuente, pero puede agravarse con la dilatación de la piel de la nariz, denominada rinofima. Angiodermitis. Inflamación, por diferentes causas, de los vasos sanguíneos de la dermis de la piel. 23