CAPÍTULO 13. EL ÁMBAR DEL THOLOS DE MONTELIRIO

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Transcripción:

CAPÍTULO 13. EL ÁMBAR DEL THOLOS DE MONTELIRIO Mercedes Murillo-Barroso 1 Resumen: La excavación del tholos de Montelirio, ha sacado a la luz la que es sin duda la mayor colección de objetos de ámbar de la Prehistoria Reciente de la Península Ibérica con diferencia. En total se han documentado más de 250 cuentas y colgantes, en su mayoría directamente asociados a restos humanos. En este capítulo se presenta un estudio de las piezas de ámbar recuperadas, hoy día depositadas en el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla, así como su contextualización en el marco del Calcolítico peninsular. De las más de 250 piezas de Montelirio, se analizaron 35 muestras por espectrometría de infra-rojos por transformada de Fourier (FTIR) además de unos aparecidos en la Estructura 10.042-10.049 del PP4-Montelirio. A título comparativo se utilizaron los resultados obtenidos para el pomo de ámbar de la misma estructura ya publicados con anterioridad (Murillo-Barroso y García Sanjuán, 2013). Tanto las muestras del PP4 Montelirio como todas las muestras de ámbar con escasa alteración del tholos de Montelirio presentan un mismo espectro, que al igual que el del pomo de ámbar, se asemejan a la simetita siciliana. Las muestras tomadas sobre la capa de alteración de estos ámbares también han permitido definir el espectro característico que presentan estas resinas tras una alteración post-deposicional. Palabras clave: Ámbar, Procedencia, FTIR, Prehistoria Reciente, Adorno, Intercambios. CHAPTER 13. THE MONTELIRIO THOLOS AMBER Abstract: The excavation of the Montelirio tholos, has revealed what is certainly the largest collection of amber objects of the Iberian Late Prehistory by far. In total over 250 beads and pendants have been documented, most of them directly associated with human remains. This chapter presents a study of the amber pieces recovered, currently curated at the Archaeological Museum of Seville, in their broader Chalcolithic Iberian context. 35 samples from the Montelirio tholos as well as fragments appeared in the structure 10042-10049 of PP4- Montelirio were analyzed by Fourier transform infra-red spectroscopy (FTIR). Results obtained for the amber dagger pommel of the same structure previously published (Murillo-Barroso and Garcia Sanjuan, 2013) were also considered as a matter of comparison. All amber samples from Montelirio with little alteration, as well as samples from PP4 Montelirio have the same spectra which, as the amber pommel does, resemble the Sicilian simetita. Samples taken from the altered layer have allowed defining the characteristic spectrum exhibited by these resins after post-depositional alteration. Keywords: Amber, Provenance, FTIR, Late Prehistory, Ornaments, Exchange. 1 Institute of Archaeology. University College London. 31-34 Gordon Square, London WC1H 0PY, Reino Unido. [m.murillo-barroso@ucl.ac.uk] 311

MERCEDES MURILLO-BARROSO 1. INTRODUCCIÓN El ámbar es una resina fósil utilizada por el ser humano desde el Paleolítico Superior. Desde entonces, su uso se ha mantenido hasta la actualidad. Su origen botánico queda reflejado en la mitología griega: el ámbar era producido por las helíades, hijas del sol y del océano, que fueron convertidas en álamos y cuyas lágrimas se transformaban en ámbar. El mito establece también cierta relación entre el ámbar, el océano y el sol, elementos a los que también se ha vinculado tradicionalmente al ámbar (como ejemplo podríamos destacar el amuleto solar danés de bronce y ámbar). Una relación similar se establece en la mitología nórdica. En este caso son las lágrimas de la diosa Freyja las que se convierten en ámbar si caen en el mar (en cuyas costas se recoge) o en oro si caen sobre la tierra. La estrecha relación entre el ámbar y el oro es también conocida desde la Antigüedad, considerándose al ámbar el oro nórdico y siendo recurrente la asociación ámbar-oro en los depósitos de la Europa septentrional desde la Edad del Bronce (eg. Knockane, Lattoon o Tooradoo en Irlanda; eg. Herity y Eogan, 1996). A pesar de su origen botánico, el ámbar se ha trabajado desde su descubrimiento como un elemento pétreo equiparable a lo que en la actualidad serían las piedras preciosas y semipreciosas en joyería; y al igual que a éstas, tradicionalmente se le ha otorgado una infinidad de atributos, incluyendo propiedades curativas aptas para su uso como ingrediente en remedios medicinales, analgésicas, por ejemplo por su supuesta capacidad para aliviar el dolor de la irrupción dental en bebés mediante su uso como collar, o apotropaicas, como amuletos protectores, etc. No obstante, su uso más extendido se da en el campo de la joyería. En la Península Ibérica, las primeras evidencias del uso del ámbar datan del Protoauriñaciense. En estas cronologías tempranas, todos los hallazgos se restringen a la Cornisa Cantábrica, zona en la que contamos con los mayores depósitos naturales de ámbar de la Península Ibérica (Álvarez Fernández et al., 2005). No es hasta momentos posteriores, durante el Neolítico y especialmente el Calcolítico, cuando el uso del ámbar como elemento ornamental se extiende al resto de Iberia y comienzan a documentarse objetos elaborados con ámbar foráneo. El número de yacimientos en los que se ha documentado ámbar prácticamente se duplica en el Calcolítico con relación al Neolítico aunque, con los datos Figura 1: s de ámbar y piedras verdes de La Pastora y pomo de ámbar de la Estructura 10.042-10.049 del Sector PP4-Montelirio. Fuentes: Museo Arqueológico Nacional y Murillo-Barroso y García Sanjuán, 2013. 312

CAPÍTULO 13. EL ÁMBAR DEL THOLOS DE MONTELIRIO que teníamos hasta la fecha, en volumen de objetos, el consumo de ámbar se veía reducido: de 79 piezas de ámbar cuantificadas en 10 yacimientos neolíticos, se pasaba a un total de 48 en 22 yacimientos calcolíticos (a lo que habría que sumar nueve sitios más que presentan algún elemento de reutilización durante la Edad del Bronce) siendo lo común recuperar entre una y cinco cuentas de ámbar por yacimiento. Hasta la fecha, el yacimiento calcolítico con más objetos de ámbar era Los Millares, en cuya necrópolis se recuperaron 10 cuentas repartidas en cuatro sepulturas (Murillo-Barroso y Martinón-Torres, 2012). En el yacimiento de Valencina de la Concepción se conocía la presencia de ámbar tan sólo en dos sepulturas: una gran cuenta de ámbar de 3,30 cm de longitud y 0,90 cm de anchura hallada en el tholos de La Pastora y actualmente expuesta en la exhibición permanente del Museo Arqueológico Nacional junto a 14 cuentas verdes; y una de las piezas más singulares de ámbar de toda la Península Ibérica: el pomo del puñal de sílex recuperado en la Estructura 10.042-10.049 del sector del PP4-Montelirio (Murillo-Barroso y García Sanjuán, 2013) (Figura 1). La excavación del tholos de Montelirio, ha sacado a la luz la que es sin duda la mayor colección de objetos de ámbar de la Prehistoria Reciente de la Península Ibérica con diferencia. En total se han documentado más de 250 cuentas y colgantes, en su mayoría directamente asociados a restos humanos (Apéndice 1). El único yacimiento con un volumen de cuentas que en en Iberia se aproxima de lejos a esa cantidad de objetos es la cueva de Muricecs de Cellers (Llimiana, Pallars Jussà, Lleida), donde se documentó un collar compuesto por 135 cuentas de ámbar báltico (Murillo-Barroso y Martinón-Torres, 2012), aunque su cronología es bastante posterior, entre 1400-1200 cal ANE, por tanto en la Edad del Bronce Final (Gallart i Fernàndez, 2006). La mayoría de las cuentas de Montelirio aparecieron en posición primaria en la Cámara Grande (CG), en asociación directa con al menos ocho de los 20 individuos identificados (los individuos UEs 101, 102, 103, 110, 112, 114, 115 y 343). En la mayoría de los casos, las cuentas parecen formar parte de las sofisticadas indumentarias de estas personas, realizadas en su mayoría a base de cuentas de concha, piedra y ámbar. Este sería el caso del ámbar asociado a los individuos UEs 101, 102, 103, 110, 114 y 343 a cuyas indumentarias se les asignó las UEs 95, 94, 163, 361, 167 y 344 respectivamente. En el caso de los individuos UEs 112 y 115, las cuentas de ámbar que tienen asociadas aparecen sueltas, por lo que no se puede afirmar que formaran parte de su indumentaria. Los dos individuos de la Cámara Pequeña (CP), uno de complexión más robusta y otro más grácil, no presentan objetos de ámbar directamente asociados a ellos en posición primaria, aunque es cierto que las alteraciones sufridas en la CP en la Antigüedad hizo que quedara poco material in situ. Sí se documentaron no obstante algunas piezas de ámbar en las unidades de relleno y colmatación de estos episodios de alteración de la CP. En el Capítulo 4 de esta monografía, por Á. Fernández Flores y L. García Sanjuán, se proporciona una descripción más extensa de estos contextos. En la CG, a excepción de los individuos UEs115 y 356, de edad adulta pero cuyo sexo no pudo determinarse, el resto de inhumaciones con cuentas de ámbar, al igual que todas en las que se ha podido identificar el sexo, son mujeres jóvenes (de entre 18 y 34 años). Puede verse una extensa valoración del registro antropológico en el Capítulo 16 de este volumen por J. C. Pecero Espín. Las indumentarias mejor conservadas son las de los individuos UEs 101, 102, 103, 114 y 343. La indumentaria del individuo UE 110, a la que se asocian un número mínimo (NM) de 11 cuentas de ámbar en su mayoría de perfil rectilíneo, no pudo reconstruirse con tanta precisión. En el caso de los individuos UEs 101, 103 y 114, éstas se realizaron a base de cuentas concha o piedra y ámbar (en el caso del ámbar, NM 6, 12 y 5 respectivamente) y quedan reducidas exclusivamente a la zona de la pelvis. En el caso del individuo UE 102, el tejido estaba formado por alineaciones de cuentas circulares y planas, probablemente de piedra y concha, intercaladas en ocasiones con piezas de ámbar de diversa tipología (NM 61). La indumentaria alcanzaba desde el cuello hasta la mitad de la tibia y el peroné, excluyendo los brazos; documentándose sobre y bajo el cuerpo aunque no puede descartarse que esta disposición no se deba a movimientos vasculares post-mortem (Figura 2). Las cuentas de ámbar se engarzan generalmente con dos alineaciones de cuentas blancas, al igual que se documentó en la vestimenta del individuo 103 (Figura 3) reservándose su uso prioritariamente para las costuras o bordes aunque también se identificó un motivo radial realizado con cuentas de ámbar en la zona del pecho. En el individuo 343 las cuentas de ámbar quedan restringidas a la zona pectoral (Figura 4). 313

Figura 2: Individuo UE 102 donde se observa la indumentaria realizada a base de cuentas perforadas. Fotografía: Álvaro Fernández Flores. Figura 3: Detalle de la indumentaria del en la que se identifican tres cuentas de ámbar de tendencia globular muy degradadas unidas por dos hilos de cuentas perforadas blancas. Fotografía: Álvaro Fernández Flores. Figura 4: Detalle de la indumentaria del individuo UE 343 con las cuentas de ámbar en la zona pectoral. Fotografía: Álvaro Fernández Flores. 314

Figura 5: Detalle de la indumentario o paño de ofrenda realizado a base de cuentas perforadas blancas sobre el que se habían depositado varias vasijas cerámicas. Fotografía: Álvaro Fernández Flores. Figura 6: Uno de los objetos de arcilla pintada de rojo identificado como betilo en el que aparecen incrustadas dos cuentas perforadas de ámbar. A la derecha, detalle de las cuentas. Fotografías: Álvaro Fernández Flores. Además de las cuentas directamente vinculadas a individuos y las recuperadas en las unidades de colmatación de los episodios de alteración antiguos, el ámbar aparece también como parte de un posible paño de ofrendas realizado a base de cuentas de concha, ámbar y cuentas de piedra de color negro bajo algunos de los platos cerámicos de la CG (Figura 5). Sería el único caso de una prenda textil no asociada directamente a un individuo. También se documentaron dos cuentas incrustadas en la superficie de un objeto de arcilla pintado de rojo que se ha interpretado como un betilo que posiblemente correspondieran a la indumentaria de algún individuo y hayan quedado incrustadas en el betilo post-deposicionalmente (Figura 6). En conjunto, las piezas de ámbar del tholos de Montelirio son también la colección que presenta una mayor variabilidad tipológica de la Prehistoria Reciente de la Península Ibérica, que hasta el momento se restringía a la presencia de cuentas de collar, mayoritariamente de sección redondeada, o de tipo ovoide o toneliforme y más raramente con algunas excepciones como el ya mencionado pomo de la Estructura 10.049 del sector PP4 Montelirio, situada a escasos 200 metros del tholos de Montelirio. 315

MERCEDES MURILLO-BARROSO En este capítulo presentamos un estudio de las piezas de ámbar recuperadas en Montelirio, hoy día depositadas en el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla, así como su caracterización por espectrometría de infra-rojos por transformada de Fourier (en adelante FTIR) y su contextualización en el marco del Calcolítico peninsular. 2. CARACTERIZACIÓN MORFOLÓGICA El carácter orgánico del ámbar, aunque fosilizado, lo convierte en una materia más frágil y más susceptible a la degradación que los restos inorgánicos. Así, muchas de las piezas de ámbar de Montelirio se recuperaron presentando ya un avanzado estado de oxidación en el momento de la excavación. Algunas de ellas se encontraban muy disgregadas y fragmentadas por lo que no es posible conocer cuál habría sido su forma original. No obstante, a pesar de que un elevado porcentaje de piezas apareció en un avanzado estado de degradación, el estudio de los restos mejor conservados ha revelado una gran variedad tipológica, si bien la gran mayoría de las piezas son cuentas o colgantes, es decir, se elaboraron para ser portadas por personas bien en forma de collares o como parte de su indumentaria (aunque como ya hemos comentamos con anterioridad algunas de estas cuentas parecen conformar un paño de ofrenda que no se vincula directamente a ningún individuo). De entre las piezas que se encontraban en un buen estado de conservación se han identificado al menos seis tipos de cuentas diferentes y cuatro tipos de posibles colgantes o figuras además de múltiples amorfos y restos de ámbar disgregados cuya morfología original no puede reconstruirse. Asimismo, más de 30 cuentas de ámbar se encuentran hoy en día consolidadas junto a los individuos. Estas cuentas no se han considerado al establecer la tipología aunque parece intuirse que la mayoría de ellas se trata de cuentas ovoides de gran tamaño (Figura 4). La descripción de los principales tipos que han podido identificarse es la siguiente: 2.1. CUENTAS La gran mayoría de los objetos identificados son cuentas que forman parte de indumentarias o paños de ofrendas. Excluyendo las hoy día consolidadas junto a los individuos, hemos podido identificar un total de 129 cuentas de diversas tipologías, aunque en muchos casos su estado de disgregación no permite definir su forma original. De las piezas mejor conservadas, el tipo más numeroso, es el de cuentas discoidales de pequeño tamaño, con un NM de 43. Lamentablemente todas proceden de las unidades de relleno de las fosas de alteración tanto de la como de la CG en las que se han documentado materiales de cronologías posteriores. Figura 7: Conjunto de cuentas discoidales de ámbar de pequeño tamaño recuperadas en Montelirio. Fotografía: Mercedes Murillo-Barroso. 316

CAPÍTULO 13. EL ÁMBAR DEL THOLOS DE MONTELIRIO Figura 8: Aros (arriba) y cuentas aplanadas de ámbar de Montelirio. Las cuentas, aunque presentan una tendencia redondeada no llegar a formar una circunferencia perfecta (abajo). Fotografía: Mercedes Murillo-Barroso. Figura 9: s esféricas de ámbar con perforación central de Montelirio. Fotografía: Mercedes Murillo-Barroso. No obstante, dada la similitud formal que tienen con las cuentas de hueso y concha de las indumentarias de los individuos recuperadas in situ, debieron formar parte de algún tejido de época calcolítica. Este tipo de cuentas presenta una gran homogeneidad formal, con una forma muy similar a las múltiples cuentas de hueso o concha que conforman las indumentarias de los individuos de la CG. Son de pequeño tamaño, con un diámetro máximo de entre 3,4 y 6,7 mm, una altura de entre 2 y 3 mm aprox. y una pequeña perforación de entre 1,5 y 2 mm de diámetro (Figura 7; Apéndice 2). El peso de estas cuentas oscila entre los 0,05 y los 0,13 g sumando un total de c. 2,8 g aunque al encontrarse en un avanzado estado de degradación han perdido gran parte de la masa original. La mayoría de las cuentas se encuentra en un estado de degradación y oxidación avanzado con escasos restos de resina aún con apariencia vítrea. Algunas cuentas presentaban restos de pigmentos rojizos en la superficie al haber estado expuestas al cinabrio empleado en el ritual funerario, al igual que en las sepulturas del cercano sector PP4-Montelirio (Hunt Ortiz y Hurtado Pérez, 2010; Hunt Ortiz et al., 2011; Rogerio-Candelaria et al., 2013). Una forma similar tendrían los aros (aunque en este caso el diámetro interno es considerablemente mayor) y las cuentas de tendencia discoidal, aplanadas, que son de mayor tamaño que las discoidales de la Figura 7 (Figura 8). Los aros presentan una sección circular, de unos 9 mm de diámetro máximo y unos 4 mm de altura, con un espesor de entre 3 y 4 mm. Sólo se han identificado tres aros, con un peso de entre 1 y 1,5 g. En este caso, muestran evidencias de haber tenido una capa superficial degradada que han perdido en su mayor parte quedando sólo visible la pieza de resina de aspecto vítreo. Las cuentas aplanadas presentan una tendencia redondeada aunque no llegan a conformar una circunferencia clara como las anteriores (Figura 8). De estas cuentas hemos podido individualizar seis, que presentan un diámetro mayor, de unos 11-12 mm con perforaciones de entre 3 y 4 mm de diámetro. Presentan también una superficie muy alterada por la degradación y sólo en la zona interna se conservan restos de ámbar translúcido de apariencia vítrea. Un cuarto tipo de cuentas lo conforman aquellas de forma esférica. Se ha cuantificado un total de 13 cuentas esféricas de entre 8 y 12 mm de diámetro máximo con finas perforaciones internas de entre 1 y 3 mm de diámetro (Figura 9). El peso de estas cuentas es mayor que el de las piezas anteriores, oscilando entre 0,2 y 0,8 g. Las cuentas de este tipo que han podido estudiarse pesan un total de 4,7 g. 317

MERCEDES MURILLO-BARROSO Una quinta forma de cuentas las formarían las cuentas ovoides o toneliformes, que son comunes en la Península Ibérica (Figura 10; Apéndice 2). En Montelirio se han contabilizado 20 cuentas de este tipo, aunque se intuye esta misma tipología en algunas de las cuentas de mayor tamaño consolidadas con los restos óseos y cuentas blancas del individuo conservado en el Museo Arqueológico de Sevilla. El tamaño de estas cuentas es variable, de 13 a 29 mm de longitud presentando algunas de ellas restos blanquecinos en el interior de la perforación, que podrían proceder de la fibra que se hubiera empleado para unirlas o coserlas. La mayoría de estas cuentas presenta, al igual que el resto, una capa exterior fuertemente degradada aunque en su mayoría conservan restos de ámbar aún sin alterar. Figura 10: s ovoides o toneliformes de ámbar de diversos tamaños con perforación central de Montelirio. Nótese que alguna de ellas presenta aún restos del cordón o fibra que las unía en sus extremos. En la cuenta de mayor tamaño se aprecia claramente la capa exterior degradada y fracturada y el núcleo de ámbar de apariencia vítrea. Fotografía: Mercedes Murillo-Barroso. Algunas de estas cuentas presentan restos blanquecinos al interior de las perforaciones que podrían ser restos del hilo o el cordón que las uniera. La mayoría de estas cuentas presenta una superficie agrietada y degradada fruto de la oxidación aunque en ocasiones pueden identificarse restos de la resina aún translúcida en el interior. Un último grupo lo forman las cuentas que presentan bordes rectilíneos. En este caso hemos conseguido identificar 17 cuentas. Este tipo de cuenta presenta una mayor heterogeneidad morfológica, pues mientras en unos casos parece intuirse una forma triangular, en otros casos ésta parece ser más trapezoidal o romboédrica (Figura 11; Apéndice 2). Estas piezas, al igual que la mayoría de cuentas descritas con anterioridad, presentan una superficie de alteración postdeposicional aunque se conservan restos de ámbar con apariencia vítrea en el interior. Algunas cuentas presentan también restos blanquecinos en el interior de la perforación y en tres casos se observaron restos de pigmentación rojiza, probablemente cinabrio, en la superficie. Hasta donde sabemos, este tipo de cuentas no se había documentado antes en Figura 11: s de bordes rectilíneos de tendencia triangular, trapezoidal o romboédrica de Montelirio. En el interior de la perforación central algunas conservan restos del cordón o fibra que las unió originalmente. Fotografía: Mercedes Murillo-Barroso. 318

CAPÍTULO 13. EL ÁMBAR DEL THOLOS DE MONTELIRIO Figura 12: Collar neolítico con cuentas discoidales y de perfil recto triangulares, trapezoidales o romboédricas hallado en Sortekærs Mose (Dinamarca). Fuente: Museo Nacional de Dinamarca. ámbar en la Península Ibérica, donde el predominio de las cuentas de tendencia redondeada es total. Más que perfiles rectilíneos, las cuentas de ámbar peninsulares se caracterizan por ser cilíndricas u ovoides, de tendencia por lo general a presentar secciones curvilíneas. Las dos excepciones más llamativas, hasta donde conocemos, serían el pendiente recuperado en la Gruta do Correio-Mor (Loures, Portugal) de cronología Neolítico Final/Calcolítico Antiguo (Cardoço, 2003: 242; Fig. 20.8) y un colgante que quizá se trata de una de las primeras piezas elaboradas en ámbar en la Península Ibérica, el colgante protoauriñaciense de la cueva de Isturiz (White, 2007: 292). Aunque no son de la misma tipología que estas cuentas de Montelirio, ambas piezas presentan una sección rectilínea: se trata de dos pendientes o colgantes de tendencia rectangular con una perforación en uno de sus extremos. 319

MERCEDES MURILLO-BARROSO El tipo de cuenta de tendencia triangular o trapezoidal que aparece en Montelirio, aunque tampoco es muy frecuente en otros materiales, en los que en general al igual que ocurre con el ámbar predominan las cuentas discoidales, tubulares o toneliformes, sí se han documentado en otras materias primas como la variscita (Baldellou et al., 2012: 309). Este tipo de cuentas sí es más frecuente en ámbar en otras regiones de la Europa septentrional, como por ejemplo el Neolítico de Dinamarca (Figura 12), donde el registro de objetos de ámbar tanto en variedad tipológica como en cantidad, con más de 50.000 objetos documentados, es enormemente rico dada la gran abundancia de ámbar en la zona algunos depósitos Neolíticos como el de Læsten (3700-3300 cal BC), con más de 4000 cuentas, llegan a pesar 8,5 kg. Los tipos de cuentas descritos se utilizaron tanto en las indumentarias de los individuos como en el paño de ofrendas. La única excepción sería la de las cuentas discoidales de pequeño tamaño que aparecen en todos los casos en unidades de alteración tanto de la CP como, mayoritariamente, de la CG. En el caso de las cuentas de bordes rectilíneos, éstas sólo se observan en la indumentaria del individuo UE 110 aunque también se recuperaron en el paño de ofrendas y en las unidades de alteración de la CG. Del mismo modo, las cuentas esféricas sólo se recuperaron en la indumentaria del individuo UE 103 y en las unidades de alteración y la CG. La forma utilizada en un mayor número de objetos es el tipo de cuenta más común en la Península Ibérica: las cuentas toneliformes. Éstas se emplearon en las indumentarias de los individuos UEs 103, 105 y 119 así como en el paño de ofrendas. También aparecen en las unidades de alteración de la CP y la CG. Es posible que las indumentarias y los tipos de cuentas empleados en ellas se seleccionaran de forma personalizada. No obstante dado el elevado grado de degradación y fragmentación de muchas de las piezas de ámbar no podemos descartar que estas formas no se hubieran empleado también en las indumentarias de otros individuos. 2.2. COLGANTES Y FIGURAS Las piezas más singulares de Montelirio son sin duda las que hemos catalogado como colgantes y figuras ya que estas son tremendamente escasas en la Prehistoria Reciente de la Península Ibérica. La única pieza inventariada como colgante procede de la cueva de La Pastora (Alcoy, Alicante). Se trata de un colgante Figura 13: Piezas de ámbar de la cueva de La Pastora (Alcoy, Alicante). La pieza de la derecha, descrita como colgante cilíndrico con apéndice no presenta perforación. Fuente: Bernabéu Aubán y Pascual Benito, 2003: 43. cilíndrico con apéndice sin perforar (Bernabéu Aubán y Pascual Benito, 2003: 43) (Figura 13). En Montelirio se han identificado al menos tres posibles colgantes o figurillas además de una serie de que no parecen corresponderse con cuentas aunque dado el grado de fragmentación que presentan tampoco puede proponerse una tipología concreta. En primer lugar, se recuperó un colgante apuntado de tendencia triangular de 2 g de peso con una longitud máxima de 32,2 mm, una anchura máxima de 18,7 mm y un espesor máximo de 8,7 mm (Figura 14). Parece esbozarse una perforación en su lado opuesto aunque al estar fragmentado en esa zona, esto es algo que no puede confirmarse. Aparentemente se trata de un colgante de sección triangular, pero al estar fragmentado por su extremo opuesto tampoco puede descartarse que se trate de un colgante romboidal. Este colgante formaba parte del tejido interpretado como paño de ofrendas documentado bajo algunos recipientes cerámicos (UE 175). En la Península Ibérica no se conocen hasta la fecha colgantes triangulares o romboidales en ámbar, aunque éstos sí aparecen en otras materias primas como la calaíta o el hueso (Bernabéu Aubán y Pascual Benito, 2003: 43; Soler Díaz, 2002). El estado de conservación de la pieza es considerablemente bueno a pesar de hallarse fragmentada. En su reverso se observan marcas del resquebrajamiento superficial característico del ámbar por lo que se deduce que ha debido perder la capa de oxidación superficial quedando visible sólo el núcleo de aspecto vítreo. Dado el mayor espesor del colgante frente a la mayoría de las cuentas, el remanente de ámbar que queda sin alterar es mayor. 320

CAPÍTULO 13. EL ÁMBAR DEL THOLOS DE MONTELIRIO Arriba: Figura 14: Colgante de tendencia triangular de ámbar de Montelirio. Fotografía: Mercedes Murillo-Barroso. Derecha: Figura 15: Colgantes de ámbar con apéndice de Montelirio. Podrían tratarse de figuritas de bellotas, un fruto representado en Montelirio en otros soportes. Fotografía: Mercedes Murillo-Barroso. Un segundo tipo lo forman dos piezas de tendencia globular y apéndice en las que no se aprecian evidencias de perforación, de aproximadamente 3 cm de longitud y 2,5 g de peso (Figura 15). Una de estas piezas apareció, al igual que el colgante anterior, en lo que se ha interpretado como un paño de ofrendas. La segunda se recuperó en la indumentaria del individuo UE 102. Aunque el estado de conservación de las piezas dificulta enormemente su asignación tipológica, la morfología de estas dos figuras, con un pequeño apéndice en uno de los extremos se asemeja a los colgantes en forma de bellota encontrados en esta tumba, en uno de los casos formando parte de la indumentaria del individuo UE 343. La representación de las bellotas es muy recurrente en el tholos de Montelirio. Se ha documentado en varios colgantes perforados de marfil, en los que se observa la cúpula de brácteas detalladamente tallada, así como en la decoración de cabezas de alfiler (puede verse una descripción más extensa de estas piezas en el Capítulo 10 de esta misma monografía). En la Península Ibérica, la primera representación de una bellota, hasta donde sabemos, procede de los niveles neolíticos de la Cueva del Toro (Antequera, Málaga). Se trata de una bellota realizada en caliza con la cúpula de brácteas tallada y rellena de almagra, con un apéndice en el que se encuentra la perforación (Camalich Massieu et al., 1987). Durante el Calcolítico, se conocen varias representaciones de bellotas procedentes de la provincia de Sevilla. Un colgante de bellota de marfil similar a los de Montelirio, con la cúpula de brácteas también tallada, apareció en la cueva artificial calcolítica Antoniana (Gilena, Sevilla) (Cruz-Auñón Briones y Rivero Galán, 1987: 53 y 63), mientras que en el dolmen del depósito de Castilleja de Guzmán, cercano a Montelirio, se recuperó otro colgante de bellota en caliza también con la cúpula de brácteas tallada (Vargas Jiménez, 2004: 25). En Los Algarbes (Tarifa, Cádiz) también se documentaron dos posibles bellotas con perforación longitudinal hasta la mitad de la pieza que podrían ser calcolíticas (Posac Mon, 1975: 113). En el caso del ámbar, dado que los colgantes han perdido la capa superficial, no puede saberse si éstos se encontraban tallados con un mayor detalle. La representación de las bellotas no obstante, es bien conocida en el Mediterráneo y perdurará en la Península Ibérica hasta momentos muy posteriores. La elevada importancia económica que debió desempeñar la bellota en las sociedades pre y protohistóricas de la Península Ibérica ya ha sido puesta de manifiesto en diversos trabajos (e.g. Bueno Ramírez et al., 2003; 2005; García Gómez et al., 2009; Pereira Sieso, 2011). De su papel en tanto que recurso alimenticio en ocasiones de primer orden para las poblaciones peninsulares se hicieron eco las fuentes 321

MERCEDES MURILLO-BARROSO clásicas (véase Pereira Sieso, 2011) y sus representaciones son bien conocidas en la orfebrería ibérica, por ejemplo en las diademas de Mairena del Alcor o de la Puebla de Los Infantes (e. g. Perea Caveda, 2006) así como en representaciones orientalizantes (como los colgantes de hueso de Villaricos o el colgante de plata de Puig des Molins) y romanas. Dada la cantidad de representaciones de bellotas en Valencina, tanto en marfil como estos posibles colgantes de ámbar, hemos de suponer que este fruto debió tener también un fuerte peso en la economía de estas comunidades, cuya presencia en el entorno de Valencina está contrastada por la evidencia de quercus en los análisis palinológicos (Llergó López et al., 2013). Un posible tercer tipo lo constituiría una pieza de tendencia ovalada que formaba parte de la indumentaria del al igual que uno de los posibles colgantes de bellota arriba descritos. En esta pieza se observan tres incipientes apéndices. Uno, de mayor extensión, en el extremo opuesto de la pieza y otros dos en la base longitudinal (Figura 16). No se observan perforaciones en la sección conservada. Aunque la pieza se encuentra fracturada y, al igual que las anteriores, ha perdido la capa superficial que en ocasiones puede llegar a ser muy gruesa, la tendencia que se intuye recuerda a la morfología de los amuletos o figuritas zoomorfas de ámbar conocidas desde el Mesolítico en la Europa septentrional (Figura 17). Las representaciones zoomorfas en otras materias primas como el marfil son también recurrentes en Montelirio (véase el capítulo 10 de este mismo volumen) así como en otros yacimientos peninsulares (e. g. Valera et al., 2015). Lamentablemente el grado de conservación y fracturación de la pieza no permite ir más allá en su caracterización tipológica. Además de estas piezas, se recuperó un cuarto fragmento de tendencia ovalada de unos 2 cm de longitud en la indumentaria del que tampoco responde a la tipología de las cuentas. No se observan evidencias de perforación aunque al estar fragmentada es posible que originalmente hubiera tenido alguna perforación o aro de suspensión en su extremo más corto y se tratara de un colgante o pendiente. Otros no presentan perforaciones, por lo que aparentemente no conformaban cuentas, serían tres cilindros de 30, 17,5 y 20 mm de longitud conservada y 11,6, 10 y 0,8 mm de diámetro respectivamente (Figura 18) así como un fino vástago de poco más de 2 cm de longitud. Dos de estas piezas se recuperaron Figura 16: Figura de ámbar de Montelirio, de tendencia ovoide con tres incipientes apéndices; uno en el extremo opuesto y dos en uno de los lados longitudinales. No presenta perforación. Podría tratarse de una figura zoomorfa, abundantes en Montelirio en marfil. Fotografía: Mercedes Murillo-Barroso. Figura 17: Figurillas zoomorfas de ámbar Mesolíticas halladas en Fanø (Dinamarca). Fuente: Museo Nacional de Dinamarca. 322

CAPÍTULO 13. EL ÁMBAR DEL THOLOS DE MONTELIRIO en el paño de ofrendas (UE 175) y una de ellas en la indumentaria del. En todos los casos se observan los restos del agrietamiento superficial característico del ámbar que ha sufrido un proceso de desgaste. Esta capa superficial se ha perdido, quedando a la vista el ámbar de apariencia vítrea. También se constatan diversos que podrían haber formado parte de colgantes o figuritas pero que dado el grado de fragmentación no puede sugerirse ninguna tipología en concreto. Se trata de de tendencia rectangular con bordes rectos y cóncavos, algún fragmento formando un ángulo recto y así como otros de tendencia ovalada sin perforaciones o amorfos de varias aristas que debieron formar algún tipo de objeto distinto a las cuentas (pueden verse algunos ejemplos en la Figura 19). Este tipo de piezas se documentaron en las indumentarias de los individuos UEs 102 (NM 5), 103 (NM 1) y 104 (NM1) así como en el paño de ofrendas UE 175 (NM 2). Figura 18: Tres cilíndricos de ámbar de Montelirio. Se observan las marcas de la fragmentación característica de la capa de oxidación superficial, que han perdido. No presentan perforación. Fotografía: Mercedes Murillo-Barroso. Finalmente, en muchos casos, lo que debieron ser cuentas o colgantes y que se conservan en el museo de forma individualizada con distintos números de inventario, se encuentran a día de hoy completamente disgregados en múltiples sin que sea posible ninguna reconstrucción tipológica. Dado el grado de detalle que observamos en la talla de marfil, el cristal de roca o el sílex o en el trabajo del oro, es muy posible que originalmente las piezas de ámbar hubieran mostrado también un cuidado acabado. En el Norte de Europa, donde la abundancia de ámbar es mucho mayor y el grado de conser- Figura 19: Fragmentos de posibles colgantes o figuras de ámbar de Montelirio. Fotografía: Mercedes Murillo-Barroso. 323

MERCEDES MURILLO-BARROSO Figura 20: Cuatro colgantes Mesolíticos y un colgante-hacha Neolítico con decoración geométrica incisa hallados en Dinamarca. Fuente: Museo Nacional de Dinamarca. vación de las piezas es por lo general muy bueno, se conocen colgantes de ámbar con decoración geométrica incisa desde el Mesolítico (Figura 20). No sería extraño pensar que los colgantes de ámbar de Montelirio hubieran estado decorados con motivos geométricos similares a los que encontramos en el marfil o el oro. Por desgracia, el avanzado grado de degradación en el que se recuperaron los objetos de Montelirio (algo que puede hacerse extensible al resto de la Península Ibérica) hace imposible documentar este tipo de decoración superficial, en el caso de que la hubiera habido. 3. CARACTERIZACIÓN GEOQUÍMICA En un primer estudio preliminar realizado por Maria José Feliu Ortega en la Universidad de Cádiz, se obtuvieron los resultados de análisis FTIR de cuatro muestras de ámbar de Montelirio (Feliu Ortega, inédito). El objetivo de aquel estudio preliminar fue la identificación segura de la materia prima empleada en la elaboración de las cuentas como ámbar. En dicho informe se confirmó que las cuentas analizadas se realizaron en ámbar y se indicó además que se trataba de un ámbar distinto a la succinita báltica aunque no se propusieron otras procedencias. Para el estudio de caracterización arqueométrica (geoquímica) presentado en este trabajo se han tomado 35 muestras de 32 objetos de Montelirio, atendiendo al diferente grado de conservación y priorizando siempre aquellos casos en los que el ámbar mantiene la apariencia vítrea y presenta escasos signos de degradación superficial, aunque esto no fue siempre posible (Tabla 1). En tres casos en los que la capa de degradación superficial y la resina vítrea eran claramente disgregables, se tomó muestra tanto de la capa oxidada como de la resina interior (Figura 21). La caracterización del ámbar de Montelirio se ha realizado por Espectroscopía de Infrarrojos por Transformada de Fourier (FTIR) ya que se trata de uno de los mejores métodos de identificación y clasificación de resinas y requiere una cantidad de 324

CAPÍTULO 13. EL ÁMBAR DEL THOLOS DE MONTELIRIO Figura 21: Detalle del estado de conservación de uno de los objetos de Montelirio. Se aprecia claramente el núcleo de ámbar de apariencia vítrea y una gruesa capa de degradación superficial. En estos casos se tomaron muestras tanto del núcleo de ámbar como de la capa superficial degradada. Fotografía: Mercedes Murillo-Barroso. Figura 22: Fragmentos de ámbar incrustados en un vaso de marfil de la Estructura 10.042-10.049 del Sector PP4-Montelirio. Fotografías: Miriam Luciañez Treviño. muestra relativamente pequeña (2 mg aprox.). Esta técnica de análisis es la más generalizada para el estudio del ámbar arqueológico ya que además de su sencillez y rapidez en la obtención de resultados, permite identificar la procedencia del mismo, con especial precisión para la procedencia báltica gracias a los trabajos de Beck y su equipo (Beck, 1982; Beck et al., 1964; 1965). Los análisis se realizaron con un equipo FTIR Perkin Elmer modelo Spectrum Two SN 94751 en los laboratorios Wolfson del Instituto de Arqueología del University College London (Reino Unido). El equipo cuenta con un ATR acoplado por lo que la extracción de muestra no es necesaria, no obstante, dado el grado de degradación superficial y fragmentación de los objetos se optó por la elaboración de pellets para el análisis. Se tomaron aproximadamente 2 mg de muestra, manualmente pulverizada sobre un mortero de ágata y mezclada con una pequeña cantidad de KBr. Con la mezcla se elaboraron discos de 13 mm de diámetro y 1 mm de grosor por presión. Cada muestra fue escaneada 50 veces en el rango de 4.000-370 cm -1, con una resolución de 4 cm -1. Los resultados se presentan en espectros por transmisión de infrarrojos. A modo comparativo se consideran también los resultados del análisis de las dos piezas de ámbar recuperadas en el cercano sector PP4-Montelirio: el pomo de ámbar de la estructura 10.042-10.049 ya analizado con anterioridad (Murillo-Barroso y García Sanjuán, 2013) así como unos pequeños que aparecieron incrustados en un cilindro de marfil junto al individuo inhumado en la misma estructura (García Sanjuán et al., 2013; En Prensa 1). Más allá de que aparecieran fragmentados, los restos de ámbar en este caso presentaban un buen estado de conservación, con leves signos de degradación postdeposicional (Figura 22). La observación de las muestras en el microscopio óptico revela la característica apariencia vítrea y translúcida del ámbar con tonalidades mayoritariamente oscilando entre anaranjadas y amarillentas tanto en las cuentas de Montelirio (Figura 23) como en las muestras del pomo y los del sector PP4-Montelirio (Figura 24). Los espectros FTIR revelaron, como ya había confirmado el informe preliminar de M. J. Feliu Ortega, que en todos los casos se trataba de muestras de ámbar y que en ningún caso se corresponden con la succinita báltica. 325

MERCEDES MURILLO-BARROSO Arriba: Figura 23: Muestras de ámbar de Montelirio. Nótese la variabilidad cromática de tonos anaranjados y amarillentos. Fotografía: Mercedes Murillo-Barroso. Derecha: Figura 24: Muestras del pomo de ámbar de la Estructura 10.042-10.049 (las cuatro piezas superiores) y de los de ámbar de la misma estructura (las dos inferiores) del sector PP4-Montelirio. Fotografía: Mercedes Murillo-Barroso. En una primera valoración observamos que las muestras formaban dos grupos relativamente homogéneos entre ellos identificándose dos espectros diferentes: el primero representado por 20 muestras y el segundo por 14. Al haber tenido la oportunidad de tomar muestras tanto de la capa de oxidación como del núcleo de ámbar translúcido bien conservado en varios objetos, observamos que la diferencia entre los dos espectros observados responde a la degradación de la resina (Figura 25). En todos los casos, el núcleo de ámbar presenta un mismo espectro característico (Figura 25 a). En la zona útil para la determinación de la procedencia del ámbar, la zona de la huella dactilar del espectro (de 1300 a 900 cm -1 en sentido amplio, donde se refleja la flexión de enlaces CH, CO, CN, CC, etc.) observamos tres fuertes picos de transmisión. Los dos primeros, en 1456 y 1382 ±1 cm -1, habituales en las resinas antiguas, responden a las flexiones -CH 2 - y -CH 3 (Rodríguez Montoro, 2013: 33). La tercera banda la observamos en 1242 ±1 cm -1 seguida de un pico secundario de menor intensidad en 1180 ±5 cm -1 y un segundo pico, también de baja intensidad en 1040 ±5 cm-1 que responderían a las vibraciones de los enlaces simples C-O y C-C (Rodríguez Montoro, 2013: 37). En algunas muestras se observa una banda o pico muy leve en 890 ±5 cm -1 que podría ser una consecuencia de la degradación de los componentes del grupo de metileno exocíclico de la resina. Guiliano et al. (2007) ya demostraron que este pico desaparece con la exposición térmica de la resina por lo que su presencia o ausencia no puede considerarse en términos de procedencia, sino más bien en términos de conservación o de las condiciones del entorno a las que ha sido expuesta la resina. El espectro de la capa oxidada de estas mismas muestras presenta un patrón significativamente diferente en la zona entre 1800 y 900 cm -1 (Figura 25b). En estos casos observamos un pico de absorción secundario en 1646 ±5 y 1570 ±5 cm -1 donde en las muestras de ámbar anteriores no se aprecia más que un leve hombro. Los picos de transmisión subsiguientes se mantienen igual aunque la banda de absorción de 1420 ±5 cm -1 presenta una intensidad significativamente inferior y tras el pico de transmisión secundario de 1180 ±5 cm -1, que también presenta una menor intensidad, aparece un segundo pico de muy baja intensidad, que en algunas muestras sólo aparece como un leve hombro en 1143 ±5 cm -1. En 894 ±5 cm -1 también observamos un pico en la mayoría de las muestras (que en uno de los casos aparece en 829 cm -1 ) y que también debe ser considerado como efecto de la alteración postdeposicional. 326

CAPÍTULO 13. EL ÁMBAR DEL THOLOS DE MONTELIRIO Figura 25: Espectros FTIR de tres muestras de ámbar que presentaban una capa de degradación claramente diferenciable. El gráfico superior muestra el espectro característico del núcleo de ámbar de apariencia vítrea mientras que el gráfico inferior muestra el espectro de la capa superficial degradada. Los espectros se presentan en Transmisión de Infrarrojos. Una vez quedó definido cuál habría sido el espectro del ámbar original y cuál el resultado del ámbar alterado por degradación postdeposicional, observamos que las muestras con un peor estado de conservación (21 muestras) presentaban el mismo espectro que la capa de oxidación mientras que las piezas mejor conservadas (14) mostraban el mismo espectro que las muestras de los núcleos. Asimismo, la muestra de los de ámbar que aparecieron asociados al marfil del sector PP4-Montelirio y que mostraban un buen estado de conservación presenta el mismo espectro que las muestras bien conservadas del tholos de Montelirio (Figura 26), por lo que debe considerarse que tendrían la misma procedencia. Del mismo modo, si comparamos los espectros de estas muestras con el que se obtuvo de la muestra del pomo del PP4-Montelirio (Figura 27), observamos que ambos son comparables, por lo que parece seguro que tanto el ámbar del tholos como el del sector PP4-Montelirio tendrían un mismo origen. En un trabajo previo ya se propuso la procedencia siciliana para el pomo de ámbar del sector PP4-Montelirio (Murillo-Barroso y García Sanjuán, 2013), propuesta que se hace ahora extensible para el resto de objetos documentados en el tholos de Montelirio y del sector PP4-Montelirio. Después de haber comparado los espectros con la extensa base de datos del Amber Research Laboratory del Vassar College (New 327

MERCEDES MURILLO-BARROSO Figura 26: Espectro FTIR de los de la Estructura 10.042-10.049 del sector PP4-Montelirio (en azul) en comparación con los espectros de ámbar característicos de las muestras de Montelirio. Nótese la similitud de los cuatro espectros presentados en Transmisión de Infrarrojos. Figura 27: Comparación del espectro característico de Montelirio así como de los y el pomo de ámbar del sector PP4-Montelirio con el espectro de referencia de la simetita siciliana del Amber Research Institute, Vassar College (Nueva York, Estados Unidos de América). Los espectros se presentan en Transmisión de Infrarrojos. 328

CAPÍTULO 13. EL ÁMBAR DEL THOLOS DE MONTELIRIO Figura 28: Distribución de los hallazgos de ámbar en contextos calcolíticos de la Península Ibérica. Nótese la mayor concentración en la mitad Sur peninsular en sitios cercanos a la costa. 1. Bela Vista; 2. A Gruta Do Correio-Mor; 3. Quinta do Anjo (Cueva 3); 4. Alcalar (3 y 4); 5. Anta Grande da Comenda da Igreja; 6. Anta de Vale de Antas; 7. Atalaião dos Sapateiros; 8. Caño Ronco; 9. Valencina de la Concepción (estructura 10042-10049 PP4-Montelirio, La Pastora y Montelirio); 10. Paraje del Monte Bajo; 11. Los Delgados I; 12. La Velilla; 13. Valle de las Higueras (Cuevas 1 y 3); 14. Gorostiarán E; 15. Trikuaizti I; 16. Larrarte; 17. Los Millares (tumbas 4, 7, 12, 63 y 74); 18. Blanquizares de Lebor; 19. Cova de La Pastora; 20. Castell Morrés; 21. La Fossa del Gegant; 22. Cova del Frare. Elaboración: Mercedes Murillo Barroso. York, Estados Unidos de América) que incluye ámbares de diversas procedencias, a día de hoy la única coincidencia de los espectros del ámbar de Valencina continúa siendo la simetita siciliana. No se observa tampoco similitud con los espectros FTIR definidos para el ámbar cretácico del Norte de la Península Ibérica (Alonso et al., 2000: 166). Si comparamos los espectros obtenidos de los del vaso de marfil, el pomo de ámbar y las muestras del tholos de Montelirio con el espectro de referencia de la simetita, vemos que en todos los casos se identifican claramente un pico máximo de absorción en 1241 ±5 cm -1 así como un pico de absorción secundario de menor intensidad en 1181 ±5 cm -1 (Figura 27), siendo estos los picos diagnósticos del ámbar siciliano identificados por Beck y Harnett (1993) en la zona útil para la caracterización, entre 1300-1100 cm -1. 4. VALORACIÓN Y CONCLUSIONES El estudio del ámbar de Montelirio pone una vez más de manifiesto la singularidad de esta sepultura, y por extensión la del yacimiento de Valencina de la Concepción, en cuanto a la excepcionalidad de sus materiales. Con un NMI de 251 1 objetos de ámbar cuantificados, Montelirio se trata, con diferencia, de la sepultura con más piezas de ámbar de todo el Calcolítico peninsular, seguido muy de lejos por Los Millares, en cuya necrópolis se encontraron 10 cuentas repartidas en tres sepulturas (Figura 28). Esta extraordinaria cantidad de ámbar junto a la presencia de otros objetos igualmente excepcionales (láminas de oro repujado, marfil tallado, puntas de flecha extraordinariamente finas, cinabrio o cristal de roca) hacen que nos encontremos ante la sepultura más singular del yacimiento y posiblemente una de las más singulares de la Península Ibérica. 329

MERCEDES MURILLO-BARROSO En lo relativo al ámbar, se trata también del yacimiento que presenta los objetos más distinguidos de la Península Ibérica; desde el pomo de ámbar del puñal de sílex del sector del PP4 Montelirio a los posibles colgantes o figuritas zoomorfas y de bellotas del tholos de Montelirio, además de presentar la mayor variedad de tipos de cuentas hasta la fecha. La explotación de los depósitos de ámbar cretácicos de la Península Ibérica sólo está documentada en las primeras fases del uso de esta materia, durante el Paleolítico Superior, y queda restringida a los únicos hallazgos de ámbar de tan temprana cronología en la Cornisa Cantábrica, en el entorno en el que se documentan la mayor parte de los recursos de ámbar peninsulares (Álvarez Fernández et al., 2005). Durante el Calcolítico, periodo en el que se produce un aumento considerable de yacimientos con objetos de ámbar, en los casos en los que contamos con un análisis de procedencia, predomina la presencia de ámbar foráneo: contamos ya con la primera evidencia de la llegada de ámbar báltico a la Península (con una cuenta del dolmen de Larrate) (Álvarez Fernández et al., 2005), y a la luz de los análisis realizados en Valencina, un predominio de ámbar siciliano. La posibilidad de que el ámbar no sea de origen peninsular abre multitud de interrogantes en lo relativo a las posibles vías e implicación social de los contactos, así como a la significación social del ámbar en las sociedades calcolíticas del sur peninsular. El hecho de que se trate de una materia prima exógena, le otorgaría seguramente un valor añadido dado su exotismo. En el momento de uso del tholos de Montelirio, en la primera mitad del III milenio cal ANE, así como de la sepultura con el pomo de ámbar del sector PP4-Montelirio a finales del IV-principios del III milenio cal. ANE (García Sanjuán et al., En Prensa 2), los objetos de ámbar son ya conocidos en Sicilia. Hasta donde sabemos, los primeros objetos de ámbar en Sicilia datan de principios del IV milenio cal. ANE y se hacen comunes en la Edad del Bronce (2200-1700 cal. ANE) (Cultraro, 2007) curiosamente, coincidiendo con el momento en el que se produce un descenso significativo de hallazgos de ámbar en la Península Ibérica. Los contactos y circuitos regionales en la zona siciliana son también conocidos desde el Neolítico. En concreto, se conocen intercambios de obsidiana que vinculan a Sicilia con Cerdeña y Túnez (Tykot et al., 2013). La isla de Pantelleria, situada entre las costas de Túnez y Sicilia, parece haber sido la principal fuente de aprovisionamiento de obsidiana del Norte de África y ha sido también documentada en Sicilia e Italia (Tykot, 1995; Tykot et al., 2013). Desconocemos si a día de hoy existen objetos de ámbar calcolítico con análisis de procedencia en la costa africana, pero dado que existieron contactos entre Sicilia y Túnez, y contamos con la presencia de otros materiales africanos en el tholos de Montelirio, en Valencina y en el Sur peninsular, como es el caso de los objetos fabricados con cáscara de huevo de avestruz y especialmente el marfil (Schuhmacher et al., 2009; Nocete Calvo et al., 2013), es posible que el ámbar siciliano llegara a la Península a través de intercambios indirectos por el Norte de África. Si observamos la distribución espacial de los hallazgos de ámbar calcolíticos de la Península Ibérica (Figura 28) vemos que estos se concentran principalmente en el Sur peninsular, siendo muy escasos en la franja Norte donde se concentran la mayor parte de los depósitos geológicos de ámbar de la Península. Asimismo vemos que, con algunas excepciones, la mayoría de los objetos aparecen en yacimientos de zonas cercanas a la costa. Una distribución similar se constata en los objetos de marfil calcolíticos (Schuhmacher et al., 2009). Este patrón de distribución podría apoyar la hipótesis de la llegada marítima de estos materiales foráneos, bien como materia prima, bien como objetos acabados. Los contextos en los que aparecen los objetos de ámbar son también significativos. El ámbar aparece sistemáticamente en contextos funerarios mayoritariamente asociado a individuos concretos. Aparece además en las sepulturas con los ajuares más singulares de la Península Ibérica, frecuentemente acompañado de otras materias primas exóticas o simbólicas como cuentas de cáscara de huevo de avestruz, ídolos, marfil, cristal de roca, cuentas verdes o cinabrio reflejando la elevada carga identitaria, simbólica y/o de status de este material (Murillo-Barroso y Montero Ruiz, En Prensa). El hecho de que predomine el ámbar foráneo sumado a los contextos en los que aparecen estos objetos hemos de entenderlo en términos de economía política. El volumen de ámbar documentado en la Península Ibérica no es lo suficientemente abundante como para poder hablar de extensas redes o circuitos comerciales permanentes ni de relaciones de interdependencia. No obstante sí permitiría el establecimiento de vínculos y relaciones entre determinados individuos o grupos. El 330