INTRODUCCIÓN Fernando Bergamín Arniches
00_PRELIMINARES.qxd 1/10/08 09:45 Página 3 José Bergamín en Las Ventas, 1960 (fotografía de José Alcázar).
«Sólo recuerdo la emoción de las cosas y se me olvida todo lo demás. Muchas son las lagunas de mi memoria, pero más los recuerdos de mi historia». Antonio Machado AHORA por primera vez, se publica reunida la Obra Taurina de mi padre José Bergamín. Siguiendo las sabias palabras de Antonio Machado,uno de sus amigos y poetas del alma,nos podríamos preguntar: Es su propia historia taurina la emoción sentida por él? Pensamos que sí, más que su memoria. Porque nada más lejos de lo que aquí encontrará el lector, que unos textos taurinos de recuerdos muertos, sino lo contrario, palabras vivas que reflejan siempre una misma emoción: la emoción del toreo sentido como ese «pensamiento en conmoción» del que hablaba Unamuno, esa «música callada» del alma, como ese becqueriano «espíritu sin nombre... indefinible esencia». Recuerdos del corazón y en el corazón, no memoria filológica ni estudiosa que tanto él mismo detestaba. Que nadie espere de estos escritos el dato, la fecha, la fijación de la obra. Sí estará presente la obra creadora del toreo, sentida como emoción efímera y fugaz, como sentimiento lírico y poético.yo diría para aclararnos más,que sentida...como lo que el toreo es: obra creadora. Porque el toreo es creación de arte mágico, o no es nada. Hay cosas que no tengo que explicar en esta breve introducción, aparentes contradicciones que no lo son, cuando podemos ver los escritos de una época del toreo que nada parecieran tener en común con otra muy posterior. Mi padre decía y repetía siempre con firmeza y hasta con cierto enfado: «Yo no quiero que me expliquen, quiero que me lean». Por ello he buscado brevedad en estas líneas para dejar libre al lector nuevo o al ya conocedor de estos textos, frente a ellos. 5
OBRA TAURINA Es sabido que fue José Bergamín el primero en hablar y en escribir del «hacer y decir el toreo». Señalo la importancia de esta diferencia porque siempre, toda su vida en su poética taurina, sintió por encima de todo la forma de «decir» el toreo. Le interesaron y apasionaron todos aquellos toreros que antes o después, cada uno en su época, «decían» el toreo por encima de hacerlo peor o mejor, incluso de hacerlo mal. Muchos aficionados, buenos aficionados, no entendieron nunca, por ejemplo, su sentimiento manoletista; y digo sentimiento porque por Manolete sintió la admiración del «decir» único y originalísimo del torero cordobés, su elegantísimo sabor que llenaba las plazas de algo a lo que los demás no podían llegar...,ese «riesgo en el que está siempre la esperanza», que nos dice Hölderlin. Ese riesgo para Bergamín también fundamental en su modo de ver y escuchar el toreo, riesgo como antítesis del tremendismo y como negación del profesional sentido de la lidia como fórmula exterior, es decir: el sinsentido del sentimiento. Los llamados lidiadores... le interesaron poco si su toreo no iba acompañado de la gracia y el sabor, esa gracia y misterio que definió en sus «artes mágicas del vuelo»: el cante, el baile y el toreo. La gracia para él encarnada por Joselito el Gallo y reemplazada en la hondura o jondura de Juan... Y así hasta llegar a su Rafael de Paula, pasando por Antonio Ordóñez, con anterioridad por el inefable Pepe Luis Vázquez..., por Antonio Bienvenida y tantos otros que llenarían sus ojos de «visiones memorables», como él mismo expresó;toreros de antes y después,pero toreros siempre. En esta Obra Taurina encontrará el lector casi todos los nombres que fueron de su predilección, y, sobre todo, su manera personal de entender el toreo, lejos siempre de la lección, pero dentro de su milagrosa visión. Muy lejos de la crítica, de la sabiduría pedagógica y muchas veces fácil del estudioso taurino. Lo que encontrará el lector es el arte creador de escribir pensando: geométrica filosofía profunda del sentir en el arte de torear. Volviendo a Hölderlin, se sentirá siempre en este libro el juego mortal en el propio riesgo, ese que mantuvo el autor en su vida y hasta su muerte. Nunca ese riesgo donde «aparece siempre la esperanza» puede ser un riesgo razonado. Por eso escuchó tanto Bergamín durante toda su vida la música callada del silencio torero. 6
INTRODUCCIÓN No podemos olvidar su admiración y exigencia del toro íntegro pero de armonía proporcionada, como nos contaba que le decía siempre Joselito. Defendía al toro de los mortíferos zarpazos verdes de cualquier Sociedad Protectora de Animales. Quería ver su muerte en la plaza. Desde este incierto presente no le hubiera gustado mucho pienso ver terminar a Curro Romero en una Academia, porque no le gustó nunca ninguna. Sin embargo admiró de verdad el toreo, el misterio, la gracia y la pasión del gran torero sevillano. Hubiera sentido, creo que hasta lo más profundo de sus huesos, el riesgo casi metafísico de ese torero de época que no alcanzó a ver y que se llama José Tomás.Y Julio Aparicio, lleno de gracia dramática y jonda.también Javier Conde cuando cuaja un toro de verdad. Llegó a ver a Pepe Luis hijo y admiró su naturalidad angélica. Para terminar, pediría al lector de esta obra que la entendiera con las palabras de Steiner sobre la vida: «Hay un gozo intelectual concentrado e instantáneo». No es eso acaso el toreo? 7