La migración mexicana en la crisis: el éxito del modelo neoliberal 1 Fernando Herrera Lima La crisis económica actual está teniendo efectos devastadores en el empleo, tanto en los Estados Unidos como en México. Los últimos datos arrojan cifras de desempleo abierto en ambos países que se aproximan a record históricos Qué implicaciones tiene esto para la migración de trabajadores mexicanos a los Estados Unidos? cómo afecta a algunas categorías ocupacionales especiales, en donde estos migrantes están concentrados? habrá un retorno masivo de migrantes hacia México? se seguirán yendo hacia los Estados Unidos los mexicanos en un volumen similar al de los años anteriores a la crisis? Como es bien sabido, los mercados de trabajo de los Estados Unidos y México están fuertemente articulados de manera transnacional, aunque esto sea de forma claramente asimétrica (Delgado Wise y Márquez C., 2007; Herrera Lima, 2005). En la economía de los Estados Unidos se requiere de manera estructural de fuerza de trabajo barata proveniente de México, que mientras más vulnerable sea mejor se cumplirá la posibilidad de insertarla en toda suerte de trabajos precarios. En México, las remesas enviadas por los migrantes son un fuerte alivio frente a un modelo económico incapaz de generar empleos suficientes, basado en una precarización extrema del trabajo, en la exportación de fuerza de trabajo barata y en donde el mercado interno es casi irrelevante. La ausencia misma de quienes migran, resta de manera importante presiones sobre el mercado de trabajo; al tiempo que las remesas atenuan la pobreza de los hogares. Como se ha venido observando desde los años noventa (Canales, 2000; Herrera Lima, 2006), el nuevo patrón de inserción de estos migrantes en el mercado de trabajo 1 Ponencia presentada en
norteamericano, de acuerdo con los datos que proporciona la Oficina del Censo de los Estados Unidos 2, permite ver que las tendencias más negativas de dicha inserción se han venido acentuando en el periodo reciente. En el análisis que ofrecen Giorguli y Gaspar (2008), puede observarse que la concentración (sobre-representación) de los mexicanos en categorías laborales de baja calidad se ha incrementado y su pobre presencia en los mejores trabajos (sub-representación) se ha seguido intensificando 3. Al comparar a la población mexicana que llegó a trabajar a los Estados Unidos antes de 1996 (3 864 395 personas, de acuerdo al censo) con la que lo ha hecho entre este último año y 2006 (2 550 251 personas), justo antes del estallamiento de la crisis actual (Giorguli y Gaspar, 2008, cuadro 1.6, p.37), se encuentra que los trabajadores de la construcción aumentaron su peso relativo del 16.1% del total en el primer periodo, al 30.9% en el segundo. En tanto que en el trabajo agrícola se presenta un crecimiento porcentual de alrededor de la quinta parte (del 4.1% al 4.9%). Debe recordarse al respecto que aun cuando el sector agrícola norteamericano aporte un porcentaje muy reducido del empleo de los Estados Unidos, dado que la tendencia general es a la mexicanización e indigenización del sector, para la migración mexicana reviste una gran importancia. Pero si se observan las categorías laborales asalariadas que requieren de una mayor calificación, se encuentra que el comportamiento es el inverso. Así, la presencia relativa de los mexicanos disminuye entre uno y otro periodo de 4.4% a 1.8% entre los obreros y trabajadores especializados; y de 2.0% a 0.6% entre los trabajadores de los servicios distintos a la preparación de alimentos y de mantenimiento y limpieza; categorías éstas de menor calificación en las que los migrantes mexicanos mantienen una importante presencia, con el 17.4% y el 14.3%, respectivamente, en el último periodo de arribo; contra un 9.7% y un 14.1%, respectivamente, en el anterior a 1996. En las categorías ocupacionales de mayor calidad, lo que se encuentra es no sólo una escasa participación de los mexicanos en ambos periodos, sino una creciente disminución entre un periodo y otro. Entre los ejecutivos, baja de un 4.1% a sólo un 2 Suplementos de los meses de marzo del Current Population Survey 3 No está en los alcances de esta ponencia entrar al debate sobre las causas de estos procesos ni al muy importante análisis que realizan las autoras sobre las posibilidades y limitaciones de integración que muestran distintos grupos de migrantes mexicanos al respecto, organizados conforme a distintos criterios.
1.7%; entre los profesionales y técnicos, de un 5.2% a un 2.5%; entre quienes se ocupan en la ventas y ocupaciones relacionadas con éstas, de un 7.7% a un 3%; y entre quienes laboran en apoyos administrativos y de oficina, de un 7.1% a un 2.7%. Ahora bien qué implica esto para los migrantes mexicanos actuales en el contexto de una crisis que está afectando de manera contundente al empleo en general y en especial al de las categorías laborales en las que los mexicanos están concentrados? Para el mes de junio de este año, la tasa de desempleo en los Estados Unidos había crecido a un 9.5%, nivel similar al de 1983, conforme a la Oficina del Censo de los Estados Unidos. Para la correspondiente a la población denominada hispana en el censo norteamericano, el índice se ubico en 12.2% (2.724,000 personas), sólo abajo de la población afroamericana, cuyo índice fue del 14.7%. Aunque en estos datos no se diferencia por país de origen, es lógico pensar que la tasa particular de desempleo de los nacidos en México, y en especial de los indocumentados, debe situarse por encima de dicho 12.2%; sobre todo si se considera la muy elevada concentración que se presenta en la industria de la construcción, en donde se inició precisamente la crisis. Un indicador importante para observar el impacto de la crisis en el empleo de los mexicanos en los Estados Unidos está en las remesas provenientes del salario migrante. En este renglón, según datos de Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), para el mes de abril de este año (citado por La Jornada, 17-05-09), cerca de un medio millón de hogares (448,913) habían dejado de recibirlas; lo que equivale a una caída en el total de envíos mensual de poco más de 600 mil dólares. De acuerdo con los datos del Banco de México, tomando en cuenta el mes de mayo de 2009, las remesas descendieron en un 19.86% frente al mismo periodo del año anterior; lo que equivale a una caída de un millón 900 mil dólares. Pero, además de lo anterior, ha aparecido un nuevo fenómeno que habla de la vitalidad de los lazos transnacionales y de su multidireccionalidad. Para que los migrantes puedan sortear la crisis, en la expectativa de que ésta se revierta, sus familiares en Puebla y Oaxaca, están enviando remesas de México a los Estados Unidos, por montos que van de los tres mil a los cinco mil pesos mensuales, conforme a la información
proporcionada por el sistema de microbancos rurales de la Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social (AMUCSS) (La Jornada, 4 de octubre de 20009). Otro efecto que debe considerarse dentro de este conjunto de consecuencias de la crisis para la migración de México a los Estados Unidos, es el de la caída de su saldo neto en los años más recientes. Como puede observarse en un estudio muy reciente del Pew Hispanic Center (Passel y D Vera, 2009), de 2006 a 2007 salieron de México a los Estados Unidos, un millón 26 mil personas y siguieron el camino inverso 479 mil, lo que da un saldo neto de 547 mil. Entre 2007 y 2008, las cifras correspondientes fueron de 814 mil y 400 mil, con un saldo neto de 414 mil. Pero de 2008 a 2009, sólo migraron 636 mil y 433 mil retornaron, lo que hace disminuir drásticamente el saldo neto a sólo 203 mil personas. Esto es, mientras que la cifra de retorno es más o menos estable, e incluso disminuye, la que muestra una caída sensible es la de los nuevos migrantes. El retorno masivo hacia México, al que los medios de comunicación han visto con temor, está lejos de ser una realidad. Debe señalarse, sin embargo, que en este campo es de gran importancia la escala de medición, porque lo que a nivel agregado nacional puede resultar muy poco significativo, en pequeñas poblaciones de mil o menos habitantes, el regreso de 100 personas, que además dejan de enviar remesas, puede ser una catástrofe local. Lo que sí está sucediendo claramente es que una cantidad cada vez menor de mexicanos se ha estado involucrando en la experiencia migratoria. Ese comportamiento general, por supuesto que no resulta extraño, sino muy explicable, por varias razones, tanto por el lado de quienes deciden no irse como por el de quienes deciden no regresar. Las personas que tal vez tenían ya en su proyecto de vida marcharse a los Estados Unidos, pueden haber frenado o pospuesto esa decisión, al menos porque saben que el costo y el riesgo del cruce es cada vez mayor, pero por lo pronto eso no se compensa con la expectativa de conseguir trabajo y mejores ingresos al llegar. Los miembros de sus redes sociales en los Estados Unidos seguramente les están enviando claros mensajes en ese sentido, tanto explícitamente como a través de la disminución del monto de los envíos de remesas, porque casi seguramente están temporalmente desempleados o trabajando menos horas a la semana. Quienes han decido permanecer en los Estados Unidos cuentan con varias razones también. La principal de ellas puede encontrarse en el comportamiento de la economía
mexicana, como se verá a continuación; pero también, muy posiblemente, en otros factores tales como las características y la situación de la redes sociales trasnacionales en uno y otro país (mucho más empobrecidas en el lado mexicano), en la expectativa de que la economía norteamericana mejore próximamente -y no así la mexicana-, en la creciente dificultad para intentar nuevos cruces de la frontera y en el conocimiento acumulado sobre el mundo del trabajo en los Estados Unidos, entre otros elementos. Desde el lado mexicano, pese a todo el discurso oficial, la situación del empleo es alarmante y todo indica que las cosas van a seguir empeorando y no al revés. La crisis del empleo en México ya estaba presente desde antes del estallamiento de la crisis hipotecaria en los Estados Unidos y su expansión ulterior; y una de sus más claras expresiones está precisamente en el dato duro de la expulsión anual, desde principios de la década, de aproximadamente medio millón de personas hacia los Estados Unidos 4. El modelo económico prevaleciente en México en los últimos lustros ha sido depredador del trabajo. Pero en lo que va del presente sexenio, se presenta un importante cambio. Lo que caracterizó al empleo en México desde los años ochenta, fue un proceso de grave y creciente precarización (Rojas y Salas, 2008): muy bajos salarios, aumento en el número de trabajos eventuales y de corta duración; ausencia de prestaciones; unilateralidad patronal en las relaciones laborales; crecimiento impactante de diversas formas de subcontratación; proliferación de los contratos colectivos de protección; disparo de las diversas formas de empleo informal y un largo etcétera; pero acompañado todo esto con una tasa de desempleo abierto atípicamente baja (Rojas y Salas, 2008). Ahora, sumado a todo lo anterior, se presentan tasas de desempleo abierto inéditas en el pasado reciente de la economía mexicana. En efecto, el INEGI reconoce para el primer trimestre de 2009 una tasa de desocupación abierta (quienes activamente siguen buscando trabajo) de 5.1%, equivalente a 2.3 millones de personas; lo cual es una tasa que más que duplica a las de los años noventa. Sin embargo, el especialista David Márquez Ayala (2009) propone de manera muy sugerente la categoría de Desocupación real, que resulta de sumar la desocupación abierta del INEGI con la Desocupación pasiva (disponible, en términos del INEGI), que es la conformada por quienes se han decepcionado de la búsqueda activa del 4 Existe, por supuesto, un importante debate acerca del volumen de este flujo. Una pequeña síntesis del mismo puede encontrarse en Herrera Lima, 2007.
empleo. El resultado del ejercicio arrojó una tasa de desempleo real sumamente elevada, pero que tal vez refleje mucho mejor la situación del mercado de trabajo mexicano. Es una tasa del 15.6%, equivalente a casi 8 millones de personas. Habría que preguntarse si no sería pertinente agregar a esta contabilización a todos los nacidos en México que trabajan o están desempleados en los Estados Unidos, en tanto son personas que se cansaron de buscar trabajo en su país, por considerar que era inútil hacerlo. Se tiene entonces, como conclusión, un escenario en el que la migración hacia los Estados Unidos está disminuyendo coyunturalmente, las remesas están igualmente cayendo, pero en la que no se presenta un retorno masivo hacia México Qué sucederá al terminar la presente crisis? en qué escenario se planteará el futuro de esta migración? Es muy pronto para decir algo al respecto; sin embargo, la hipótesis más plausible es la que plantea que cualquiera que sea ese escenario, la migración masiva de México a los Estados Unidos será una constante al menos durantes los próximos lustros. Como comentario final, cabe responder a una pregunta formulada sobre todo en los medios de comunicación con otra pregunta. La de los medios es: habrá un retorno masivo de migrantes a México? La que dolorosamente puede proponerse como respuesta es: a qué? o para qué? regresar a México.
Referencias Canales, Alejandro J. (2000), Migración, trabajo y globalización. La segmentación laboral en la nueva economía de los Estados Unidos, Estudios Migratorios Latinoamericanos, año 15, n.46, pp.631-656. Delgado Wise, Raúl y Humberto Márquez Covarrubias (2007), El sistema migratorio México-Estados Unidos: dilemas de la integración regional, el desarrollo y la migración, en: Stephen Castles y Raúl Delgado Wise, coordinadores (2007), Migración y desarrollo, perspectivas desde el sur, UAZ, RIMD, SEGOB-INM, CONAPO, Miguel Angel Porrúa, IMI, University of Oxford, OIM, pp. 125-153. Giorguli Saucedo, Silvia y Selene Gaspar Olvera (2008), Inserción ocupacional, ingreso y prestaciones de los migrantes mexicanos en Estados Unidos, México, CONAPO/SEGOB. Herrera Lima, Fernando (2005), Vidas itinerantes en un espacio laboral transnacional, México, UAM. Herrera Lima, Fernando (2006) Hacia una agenda de investigación del trabajo en el espacio laboral transnacional de Norteamérica, Trabajo, año 2, n. 3, México, OIT, UAM, Plaza y Valdes, julio-diciembre, tercera época, pp. 89-121, 1000 ejemplares. Herrera Lima, Fernando Fco (2007), México y la migración internacional: el lamentable balance del sexenio foxista, en: Luis Méndez B. y Marco A. Leyva, coordinadores, 2000-2006. Reflexiones acerca de un sexenio conflictivo, Eón sociales/uam, 2007, tomo II, p.67-90. Márquez Ayala, David (2009). Reporte Económico: PEA, desocupación y empleo, La Jornada, 1 de junio, p.34 (www.vectoreconómico.con.mx). Passel, Jeffrey and D Vera Cohn (2009), Mexican Immigrants: How many come? How Many Leaves? Washington DC: Pew Hipanic Center. July. Rojas García, Georgina y Carlos Salas (2008), La precarización del trabajo en México, 1995-2004, en: RELET, segunda época, año 13, no 19, pp.39-78 (http://www.izt.uam.mx/alast/documentos/revista19.pdf)