Contribuciones de los Agentes de Socialización al Juego Limpio y la Deportividad Valencia Octubre de 2004 Dr. Miquel Torregrosa Grup d Estudis de Psicologia de l Esport (GEPE) Universitat Autònoma de Barcelona (UAB)
Índice Introducción...3 La pirámide deportiva... 4 El papel de los monitores o entrenadores en la iniciación deportiva de los jóvenes... 5 Funciones de los padres en la iniciación deportiva de sus hijos... 7 desarrollo de una campaña de promoción de la deportividad dirigida a padres... 10 Conclusión... 13 Referencias Bibliográficas... 13 2
INTRODUCCIÓN Mucho se ha hablado sobre la violencia y el deporte y sobre la contribución o no del deporte a la educación de los niños y niñas que lo practican. Durante esta charla haremos un repaso de la contribución de los agentes de socialización para que el deporte de iniciación se desarrolle dentro de las reglas del juego limpio y la deportividad y constituya un entorno educativo para los jóvenes practicantes. Realizaremos un repaso alternando los datos de estudios científicos con lo que la observación y el trabajo cotidiano con entrenadores, padres y deportistas nos ha enseñado hasta la fecha. Los agentes de socialización juegan un papel importante en la formación de diferentes características personales de los jóvenes en el entorno deportivo, por ejemplo, percepción de habilidad (Horn, 1985, Smith, Smoll y Curtis, 1979); en las consecuencias emocionales y afectivas de la participación deportiva de atletas jóvenes (Brustad, 1988; Passer, 1983; Scanlan y Lewthwaite, 1986) y en la participación, motivación y grado de implicación en el deporte o en la retirada del mismo (Barnett, Smoll y Smith, 1992; Boixadós, Cruz, Torregrosa y Valiente, 2004; Cruz, 1987, 1994; Lewko y Ewing, 1980; Puig, 1992; Ruíz, y cols. 1990; Torregrosa, Boixadós, Valiente y Cruz, 2004) y también en la transmisión de valores y en el desarrollo moral de los jóvenes (Shields y Bredemeier, 1994; Cruz, Boixadós, Torregrosa y Mimbrero, 1996, Cruz, Boixadós, Valiente y Torregrosa, 2001). Sin embargo, como señalan Brustad (1992) y Greendorfer (1992), la mayoría de investigaciones psicológicas sobre deporte infantil y juvenil han ignorado la importancia de las influencias sociales en los procesos psicológicos que estudiaban. Así, por ejemplo, al estudiar el desarrollo moral de los jóvenes deportistas pocos trabajos han analizado el sistema de valores de los entrenadores, de la familia y los amigos, y los objetivos de los organizadores de las competiciones deportivas. Así pues, resulta importante realizar estudios empíricos sobre aspectos del entorno social que influyen en los procesos psicológicos que desarrollan los niños en el deporte. Sin embargo, hasta ahora, la mayoría de estudios sobre socialización se han desarrollado desde el campo de la sociología del deporte, analizando la práctica deportiva dentro del contexto social de la vida del joven deportista. Este planteamiento se sitúa en un marco más amplio que el de la psicología del deporte, pero coincidimos con autores como Puig (1992) o Watson (1986) en que ambos enfoques son complementarios. En definitiva, se trata de ver cómo las diferentes influencias sociales y psicológicas nos proporcionan una mejor explicación de la iniciación, mantenimiento 3
y abandono de la práctica deportiva, así como del aprendizaje o del deterioro del fairplay en el deporte infantil y juvenil. Tradicionalmente, educadores como Thomas Arnold o el barón de Coubertin han subrayado que el deporte sería un entorno positivo que contribuiría a la educación social y moral de los jóvenes. Algunos psicólogos del deporte han señalado que determinadas prácticas deportivas proporcionan un entorno positivo para la socialización de niños y adolescentes, al desarrollar habilidades de cooperación, afrontamiento del estrés, tolerancia a la frustración y demora de las recompensas, así como conductas de juego limpio y habilidades de interacción social (Bredemeier y cols., 1986). En cambio, autores como Devereux (1978), García Ferrando (1990), Gutiérrez (1995), Ogilvie y Tutko (1971) o Underwood (1978), consideran que muchos programas de iniciación deportiva copian el modelo del deporte profesional contribuyendo a la aparición de conductas contrarias al juego limpio y constituyendo, de esta manera, un entorno negativo para el proceso de socialización infantil. De hecho, existe una creencia bastante generalizada, de que la deportividad se va deteriorando cada vez más en las competiciones infantiles. Por lo tanto, resulta lógica la preocupación de algunos psicólogos del deporte como Haywood (1986) o Orlick (1986) por esta situación, así como su insistencia en que se diseñen programas y competiciones deportivas más centradas en los intereses del niño. La mayoría de psicólogos del deporte compartimos la opinión de que el deporte constituye un entorno neutro para la socialización. El impacto que la práctica deportiva pueda tener en el proceso de socialización de los niños, depende de la orientación que den a la misma los organizadores de las competiciones y otras personas importantes para los jóvenes jugadores como son los entrenadores, los padres, los amigos, o el público en general que asiste a sus competiciones. En esta ponencia nos vamos a centrar en el papel que desempeñan las familias (padres y madres) y los entrenadores en el proceso de socialización deportiva. LA PIRÁMIDE DEPORTIVA En el deporte en edad escolar tiene un papel muy relevante la llamada pirámide deportiva, formado por las figuras más relevantes en esta etapa: el deportista, el entrenador, las familias, especialmente, los padres y madres. Además, otras personas como los profesores de educación física, los árbitros o los organizadores de las competiciones deportivas para jóvenes, así como los compañeros, sobretodo a partir de 4
los primeros años de la adolescencia, también influyen en la participación y en la calidad de la experiencia deportiva de los jóvenes atletas. Según nuestro punto de vista (Cruz, 1997), en el deporte infantil, el psicólogo del deporte debe priorizar el asesoramiento, fundamentalmente a entrenadores y padres, en lugar del trabajo directo con el deportista para iniciarlo en el dominio de técnicas de entrenamiento psicológico. De hecho, los niños y niñas disfrutan con la práctica deportiva y, por lo tanto, sólo hay que preocuparse de que los adultos no estropeen esta experiencia enriquecedora para el desarrollo infantil, tal como se constata en la petición que hacen unos niños y niñas de 12 años en una carta dirigida a sus padres (5): Os agradezco que vengáis a verme los fines de semana cuando practico el deporte que me gusta: baloncesto, fútbol, gimnasia rítmica, pentatlón pienso que el fútbol y el baloncesto son grandes deportes, pero todavía lo serían más si no hubieran discusiones, riñas entre el público o palabras malsonantes dirigidas al árbitro, a los entrenadores o a las entrenadoras. Todas estas personas están haciendo un gran esfuerzo para que los niños y niñas tengamos la ilusión de ser protagonistas en el terreno de juego. Sin su colaboración, nosotros perderíamos el interés de practicar el deporte. A partir del enfoque educativo y preventivo de asesoramiento a padres y entrenadores que propongo, se pueden conseguir tres objetivos: 1. Clarificar el rol de cada uno de los elementos del triangulo deportivo 2. Establecer una buena comunicación entre los tres elementos más importantes de la iniciación deportiva 3. Lograr una orientación educativa de la práctica deportiva, evitando la presión por los resultados inmediatos y el consiguiente estrés de los jugadores. EL PAPEL DE LOS MONITORES O ENTRENADORES EN LA INICIACIÓN DEPORTIVA DE LOS JÓVENES Desde un punto de vista psicológico, podemos señalar que en sus entrenamientos los monitores deportivos utilizan dos enfoques diferentes para enseñar los fundamentos técnicos y las destrezas tácticas propias de cada deporte: el enfoque positivo y el enfoque negativo. El primero se caracteriza por recompensar las conductas deseadas de los deportistas para que éstas se produzcan con mayor frecuencia en el futuro. El enfoque positivo parte de la premisa de que todos los comportamientos que se valoran se aprenden y se hacen. El enfoque negativo intenta 5
eliminar los errores y las conductas no deseadas de los jugadores por medio de la crítica o del castigo. Este enfoque considera que en el deporte, el equipo que comete menos errores es el que gana. Todos los entrenadores utilizan ambos enfoques en algún momento de su práctica diaria, pero con jóvenes en fase de aprendizaje es importante que en los entrenamientos y competiciones predomine el estilo positivo para motivar a los jugadores a alcanzar sus objetivos y establecer una relación entrenador jugador más agradable y relajada. El uso demasiado frecuente de la crítica y el castigo ante los errores, propio del estilo negativo, produce en los jugadores el miedo a fallar. Este miedo ante una jugada que acostumbra a no salir bien, disminuye el rendimiento motor e interfiere con la táctica a seguir y, por tanto, aumenta la probabilidad de no intentar realizar dicha jugada o de volver a fallar, con lo cual, en este último caso, aumenta todavía más la ansiedad del jugador ante el temor de recibir una nueva crítica más dura por parte del entrenador. En esta situación, los partidos y competiciones dejan de ser un reto para convertirse en una amenaza para los jugadores, los cuales pueden infravalorarse no sólo en el ámbito deportivo, sino también en otros aspectos de la vida, como señala Jim Thompson (1993) en su libro Positive Coaching. Además, cuando el estilo negativo es la práctica habitual de un entrenador, las relaciones entrenador-jugadores se deterioran y aparece en los jugadores el resentimiento y la hostilidad hacia el entrenador. El entrenador es, de hecho, una de las figuras clave en la iniciación deportiva, porque planifica los entrenamientos e interactúa continuamente con sus jugadores. Sin embargo, en algunos casos, dichas interacciones no responden en absoluto a lo que se ha llamado un enfoque positivo en la enseñanza de destrezas deportivas. Así, por ejemplo, en un estudio realizado por Pooley (1980), en Canadá, con futbolistas de 10 a 12 años, éstos dicen que su entrenador: a) nunca les elogia (25% de los niños); b) nunca les da instrucciones sobre las faltas cometidas (20%); c) nunca les proporciona retroalimentación sobre sus progresos (20%) y; d) les ignora siempre (25% de los jugadores). Cuando las actuaciones de los entrenadores en partidos y entrenamientos se perciben de forma semejante a la que acabamos de exponer, qué duda cabe que el nivel de satisfacción de los jugadores con la práctica deportiva es bajo y, en algunos casos, se pueden producir un número importante de abandonos en los deportistas jóvenes. 6
Si la actuación psicopedagógica del entrenador es una de las variables críticas para lograr que los deportistas jóvenes continúen interesados en la práctica deportiva, un objetivo prioritario de los psicólogos del deporte debería ser la observación de partidos y entrenamientos en escenarios naturales para obtener datos de las interacciones que se establecen entre los niños y sus entrenadores. Los resultados de estas observaciones permitirán conocer el estilo de entrenamiento de los técnicos que dirigen las competiciones deportivas para niños y niñas en cada país. La mayor parte de los estudios empíricos sobre el papel de los entrenadores en las competiciones deportivas de cara al desarrollo psicosocial de los niños y niñas y a su motivación futura por la práctica deportiva sólo utilizan cuestionarios como instrumentos de evaluación y se han desarrollado en contextos socioculturales diferentes del nuestro. Por este motivo, hace ya unos años el Grup d Estudis de Psicologia de l Esporte de la Universitat Autònoma de Barcelona inició una serie de investigaciones (Boixadós y Cruz, 1998, 1999, Cruz, 1994, Cruz y cols. 1987) basadas en la observación de la conducta del entrenador en competiciones infantiles y en el análisis de cómo estas conductas son percibidas por sus jugadores y cómo afectan a su motivación para la práctica futura del deporte, siguiendo el modelo mediacional de Smoll y Smith (2002). Así pues, el enfoque positivo del entrenamiento es simplemente un conjunto de estrategias psicológicas diseñadas para mejorar el estilo de comunicación de los entrenadores. De esta manera, éstos optimizan las diferentes situaciones de aprendizaje que se dan durante los entrenamientos para que los jóvenes adquieran las destrezas técnicas y tácticas en un entorno social en el que los deportistas se pueden relacionar entre ellos y con el entrenador de una manera agradable, adquieren unas actitudes más positivas hacia la actividad física y el deporte y se pueden evitar algunos abandonos deportivos (Barnett, Smoll y Smith, 1992). Este mismo enfoque positivo puede ayudar mucho al entrenador a establecer una adecuada comunicación con el otro elemento de la pirámide deportiva: los padres. FUNCIONES DE LOS PADRES EN LA INICIACIÓN DEPORTIVA DE SUS HIJOS Las familias, en nuestro entorno, acostumbran a aceptar, sin críticas importantes, la educación física que sus hijos reciben en la escuela y a delegar la educación deportiva de sus hijos e hijas en un club o escuela deportiva. Sin embargo, ellos pueden colaborar eficazmente en una serie de tareas, tal como han señalado autores como De Knop y cols (1994), y Smoll y Smith (1999). Siguiendo a estos autores podemos decir que las 7
funciones más importantes de los padres en la iniciación deportiva de sus hijos son las siguientes: 1. Favorecer la participación deportiva y ayudarles en la elección del deporte. El sistema educativo actual y el estilo de vida urbano no siempre conceden el tiempo que se merece a la actividad física y el deporte de los niños. Ante esta situación, los padres han de plantearse el deporte como una actividad extracurricular que se puede realizar en la misma escuela, en un club o en un patronato o escuela municipal de deportes. Los padres pueden favorecer la participación deportiva de sus hijos de diferentes maneras: a) informándolos sobre las diferentes posibilidades de practicar deporte; b) animándolos a la participación, sin presionarlos para que practiquen un deporte determinado; y c) sobre todo, actuando como modelos que llevan un estilo de vida activo en su tiempo de ocio. En cuanto a la elección del deporte, los padres deberían fomentar, en primer lugar, la participación de sus hijos en diferentes deportes a fin de que éstos tengan una iniciación polideportiva que les permita escoger el deporte que quieren practicar entre un abanico más amplio de posibilidades. Posteriormente, al asesorar a sus hijos en la elección de una especialización deportiva los padres deben ayudar en la elección del deporte, teniendo en cuenta: a) las características físicas -resistencia, coordinación - y psicológicas - autoestima, autoconfianza...- del niño; b) las características del deporte: recreativo, competitivo, individual, de equipo, de resistencia, de precisión...; c) la formación y la calidad educativa de los monitores y entrenadores; y d) otras consideraciones prácticas como la proximidad del club o escuela deportiva al domicilio familiar, la cuota económica, las actividades extradeportivas del club... En definitiva, es fundamental que los jóvenes elijan el deporte que quieren practicar según sus preferencias a partir de su experiencia deportiva y que los padres les ayuden a analizar las consecuencias de su decisión en función de las características de los hijos y de las posibilidades de la familia. 8
2. Asegurarse de que practican el deporte de una manera saludable. La educación deportiva, como parte de la educación global, debe poner énfasis en la diversión y en el esfuerzo para hacerlo lo mejor posible, evitando la presión de los resultados inmediatos (Cruz, Boixadós, Torregrosa y Mimbrero, 1996). En este sentido los padres han de asegurarse que entre los objetivos del club o escuela deportiva de sus hijos están, por lo menos, los siguientes: a) el aprendizaje de la técnica y la táctica deportivas en entrenamientos supervisados y divertidos; b) el aprendizaje de la deportividad, a partir del respeto a las reglas, los adversarios, los técnicos, los árbitros y el material y las instalaciones deportivas; y c) el asesoramiento para que el niño decida el papel que el deporte tendrá en su vida. Así pues, las familias al escoger un programa deportivo concreto para sus hijos deben tener en cuenta que: a) los entrenamientos y las competiciones se adapten a la edad de los participantes; b) todos los niños y niñas tengan oportunidades de jugar, independientemente de su nivel deportivo; c) la diversión, el aprendizaje técnico-táctico y la deportividad son más importantes que los resultados. 3. Mostrar un grado de interés e implicación adecuado en sus actividades deportivas. El hecho de que los niños puedan hablar con los padres de sus experiencias deportivas, positivas y negativas, constituye una buena prueba del interés familiar por lo que hacen sus hijos. Cuando los padres escuchan y dan consejos, felicitan cuando se produce una mejora en un punto débil del juego del niño y se preocupan por ver cómo se lo está pasando más que por los resultados que obtiene, el apoyo familiar proporciona autoconfianza al joven deportista para intentar nuevos retos. 4. Actuar como un modelo de autocontrol para promover la deportividad. Los padres deben saber que sus hijos imitan su comportamiento. Por lo tanto, durante las competiciones los padres han de tener un comportamiento respetuoso con los árbitros y con los jugadores y entrenador del equipo rival (Cruz, Boixadós, Torregrosa 9
y Valiente, 2000). De esta manera, darán una buena imagen de su entidad deportiva, facilitarán la tarea del entrenador de sus hijos para que promueva la deportividad y el juego limpio entre sus jugadores y, en definitiva, lograrán que los jugadores en el terreno de juego sean los auténticos protagonistas. 5. Ayudar en las tareas logísticas del club o escuela deportiva. Además de asistir a algunos entrenamientos y competiciones y comprobar la progresión deportiva de sus hijos, los padres pueden colaborar activamente como miembros de la Junta Directiva en múltiples tareas o, cuando ello no sea posible, pueden expresar sus deseos y expectativas a los miembros de la Junta. Asimismo, los padres pueden colaborar en tareas como: los desplazamientos de los jugadores o la organización de actividades sociales o recreativas para el equipo y, como se ha dicho en el punto anterior, siempre deben dar una imagen positiva del club en las competiciones a las que asisten y en las funciones que realizan. En resumen, el papel de los padres debe basarse en el interés y la valoración positiva de la educación física y la práctica deportiva de sus hijos y en su actuación correcta como espectadores, proporcionando modelos adecuados para sus hijos deportistas. Este último aspecto es el que se trabajó en una Campaña para promover la deportividad entre los padres y espectadores de deportistas en edad escolar, que se resume a continuación. DESARROLLO DE UNA CAMPAÑA DE PROMOCIÓN DE LA DEPORTIVIDAD DIRIGIDA A PADRES La Campaña de Promoción de la Deportividad dirigida a Padres Compta fins a tres (Cruz y cols. 2000), se originó a raíz del debate surgido en el marco del Congrés de l Educació Física i l Esport en Edat escolar en la ciudad de Barcelona que se celebró en mayo de 1998, bajo el lema: Una ciudad más deportiva y un deporte más educativo. Todas las instituciones y entidades que colaboraron en dicho congreso se interesaron en llevar a cabo una campaña de difusión de los valores implícitos en las actividades deportivas en edad escolar. 10
Paralelamente en la III Audiència Pública als nois i noies de la ciutat, los jóvenes de Barcelona expresaban abiertamente sus inquietudes sobre el comportamiento del público en el deporte en edad escolar con frases como las siguientes: Queremos que haya menos agresividad en el deporte y por esto pedimos que todos juntos aprendamos a controlar los impulsos y a respetar al máximo a los compañeros La familia y los entrenadores deben ayudar a crear un buen ambiente de amistad y respeto, y tanto ellos como nosotros hemos de respetar las opiniones de los árbitros ya que ellos se limitan a hacer su trabajo Debemos crear más normas de comportamiento para el público Todo ello llevó a iniciar una Campaña de Asesoramiento a las Familias con la que se pretende ofrecerles orientaciones y recursos para actuar adecuadamente ante la actividad deportiva de sus hijos e hijas y, de esta manera, conseguir un deporte más educativo. La campaña Compta fins a tres, promovida por la Taula de l Educació Física i l Esport en edat escolar de la ciutat de Barcelona, tiene el siguiente lema: Cuando tus hijos e hijas están en juego: Cuenta hasta tres y: 1. Aplaude el esfuerzo igual como los aciertos; 2. Respeta las decisiones técnicas y de los árbitros y; 3. Actúa con deportividad. Dicha campaña consta de diferentes productos de promoción del fairplay y la deportividad. Por un lado la difusión de trípticos y carteles en todas las escuelas, clubes deportivos, asociaciones deportivas, y el máximo número de familias de la ciudad de Barcelona. Asimismo, todo el material de esta campaña de asesoramiento a familias que participan en actividades deportivas, se puede consultar en la Web: www.comptafinsatres.com Por otro lado, se impartieron un conjunto de conferencias de asesoramiento psicológico dirigidas a padres y a entrenadores para potenciar la deportividad durante la práctica deportiva de los niños y niñas. Finalmente, se llevó a cabo un estudio de Evaluación de los Comportamientos y Actitudes de una muestra de espectadores de competiciones escolares (Cruz, Figueroa, García-Mas y Torregrosa, 2003). El Grup d Estudis de Psicologia de l Esport de la Universitat Autònoma de Barcelona (GEPE), elaboró el material de la campaña: Cuando tus hijos e hijas están en juego cuenta hasta tres. Dicho material se publicó un dossier de asesoramiento a las familias (Cruz y cols. 2000), que consta de cuatro apartados: A) Objetivos y filosofía del deporte en edad escolar, 11
B) Funciones de los padres y madres en los diferentes momentos de la práctica deportiva de sus hijos, C) Recomendaciones concretas a las familias con el fin de transmitir los valores positivos de la competición deportiva a los chicos y chicas. D) La socialización por medio del deporte: el aprendizaje de valores, actitudes y comportamientos de deportividad y juego limpio. En el mencionado dossier después de resumir los objetivos que debe lograr un enfoque educativo del deporte y las funciones de la familia que hemos descrito en el apartado anterior - se derivaron las diez recomendaciones siguientes, que aparecen en los Trípticos y carteles de la Campaña, para padres y madres: 1) Informar y aconsejar a los hijos en la elección del deporte, promoviendo que ellos y ellas tengan la última palabra. 2) Practicar algún tipo de deporte o actividad física, ofreciéndoles un estilo de vida activo. 3) Valorar el desarrollo físico y la salud derivados de los programas deportivos antes que el rendimiento. 4) Animar y aplaudir tanto las buenas jugadas como el esfuerzo durante las competiciones. 5) Aplaudir las buenas jugadas del equipo contrario independientemente del resultado. 6) Apoyar la tarea del entrenador/a y no dar instrucciones técnicas que puedan contradecirlo. 7) Respetar las reglas del deporte y las decisiones arbitrales aunque sean erróneas. 8) Promover el respeto y las buenas relaciones con la afición del equipo contrario. 9) Enseñar a los jóvenes a cuidar de las instalaciones y el material deportivo. 10) Colaborar en las tareas de ayuda y organización del equipo y de la entidad. Así pues, las familias como agentes sociales implicados en el deporte en edad escolar han de preocuparse más por el aprendizaje y la mejora de las destrezas técnicas y el bienestar del deportista que por los resultados o la victoria a cualquier precio. Esta "filosofía" del deporte puede evitar la gran presión a la que se ven sometidos muchos deportistas jóvenes y mejorar el fairplay y la deportividad, tanto dentro como fuera del terreno de juego. 12
CONCLUSIÓN Tal como he mencionado al comienzo de la charla, muchos educadores han considerado que la educación física y el deporte contribuyen a la formación del carácter de los jóvenes y, por lo tanto, a su educación moral. Sin embargo, existen pocos estudios empíricos que confirmen dicha contribución, tal como señalan Shields y Bredemeier (1994) y Weinberg y Gould (1996). Por otra parte, diferentes autores, como García Ferrando (1990) o Pilz (1995), han señalado que la deportividad se está perdiendo en el deporte juvenil debido a que los entrenadores y los padres ponen un énfasis excesivo en el resultado y en la victoria a cualquier precio. La mayoría de psicólogos compartimos la idea de que la mera participación en competiciones deportivas no garantiza la formación del carácter o la adquisición de la deportividad. El deporte, como cualquier otra actividad de la vida, puede trasmitir valores deseables o no deseables, tal como ha remarcado Devís (1996). A fin de que las competiciones deportivas lleguen a ser un elemento educativo para los jóvenes, hay que replantearse la iniciación deportiva en las clases de Educación Física, la manera como los entrenadores organizan los entrenamientos y dirigen los partidos, la forma en que participan los padres y los demás espectadores y los modelos que ofrece el deporte profesional (Cruz y cols. 1996). Sólo cuando estos agentes proporcionan modelos adecuados, las competiciones deportivas infantiles se convierten en un instrumento eficaz para el aprendizaje de destrezas físicas y de unos valores socialmente deseables. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Barnett, N.P., Smoll, F.L. y Smith, R.E. (1992). Effects of enhancing coach-athlete relationships on youth sport attrition. The Sport Psychologist, 6, 111-127. Boixadós, M. y Cruz, J. (1998). Coaches communication style with young football players. Proceedings Youth, Science, Olympism International Forum (pp. 307-311). Moscou: Sovietsky Sport. Boixadós, M. y Cruz, J. (1999). Intervención conductual en entrenadores de futbolistas alevines. En F. Guillén (Ed.), La Psicología del Deporte en España al final del milenio (pp. 423-431). Las Palmas de Gran Canaria: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. 13
Boixadós, M., Cruz, J., Torregrosa, M. y Valiente, L. (2004). Relationships among motivational climate, satisfaction, perceived ability, and fair play attitudes in young soccer players. Journal of Applied Sport Psychology, 16, 1-17. Boixadós, M., Valiente, L., Mimbrero, J., Torregrosa, M. y Cruz, J. (1998). Papel de los agentes de socialización en deportistas en edad escolar. Revista de Psicología del Deporte, 7, 295-310. Bredemeier, B.J., Weiss, M.R., Shields, D.L. y Shewchuk,R.M. (1986). Promoting moral growth in a summer sport camp: The implementation of theoretically grounded instructional strategies. Journal of Moral Education, 15, 212-220. Brustad, R.J. (1988). Affective outcomes in competitive youth sport: The influence of intrapersonal and socialization factors. Journal of Sport and Exercise Psychology, 10, 307-321. Brustad, R.J. (1992). Integrating socialization influences into the study of children's motivation in sport. Journal of Sport and Exercise Psychology, 14, 59-77. Cruz, J. (1987). Aportacions a la iniciació esportiva. Apunts. Educació Física, 9, 10-18. Cruz, J. (1994). El asesoramiento psicológico a entrenadores: experiencia en baloncesto de iniciación. Apunts. Educació Física i Esports, 35, 5-14. Cruz, J. (1997). Factores motivacionales en el deporte infantil y asesoramiento psicológico a entrenadores y padres. En J. Cruz (Ed.), Psicología del Deporte (pp.147-176). Madrid: Síntesis. Cruz, J. (2003). Asesoramiento psicológico a entrenadores de deportistas en edad escolar. En A. Cruz, J., Boixadós, M., Torregrosa, M. y Mimbrero, J. (1996). Existe un deporte educativo?: papel de las competiciones deportivas en el proceso de socialización del niño. Revista de Psicología del Deporte, 9-10, 111-132. Cruz, J., Boixadós, M., Torregrosa, M. y Valiente, L. (2000). Participa amb ells!: Assessorament a famílies que participen en competicions escolars. Barcelona: Ayuntamiento de Barcelona Cruz, J., Boixadós, M., Valiente, L. y Torregrosa, M. (2001). Se pierde el fairplay y la deportividad en el deporte en edad escolar?. Apunts. Educación Física y Deportes, 64, 6-16. Cruz, J., Bou, A., Ferrández, J.M., Martín, M., Monràs, J., Monfort, N. y Ruiz, A. (1987). Avaluació conductual de les interaccions entre entrenadors i jugadors de bàsquet escolar. Apunts. Medicina de l'esport, 24, 89-98. Cruz, J., Figueroa, J., Garcia-Mas, A. y Torregrosa, M. (2003). Design and application of a psychological campaign focusing on parents positive participation in Sport. En R. Stelter (Ed.), Procedings of the XIth European Congress of Sport Psychology. New 14
approaches to Exercise and Sport Psychology: Theories, methods and applications (p.46-47). Copenhague: Insitute of Exercise and Sport Sciences. De Knopp, P., Wylleman, P., Theeboom, M., De Martelaer, K., Van Puymbroek, L. y Wittock, H. (1994). Youth-friendly sport clubs. Bruselas: VUBPRESS. Devereux, E.C. (1978). Backyard versus little league baseball: The impoverishment of children's games. En R. Martens (Ed.), Joy and sadness in children's sports (pp.115-131). Champaign: Illinois: Human Kinetics. Devís, J. (1996). Educación física, deporte y currículum. Madrid: Visor. García Ferrando, M. (1990). Aspectos sociales del deporte. Madrid: Alianza. Greendorfer, S.L. (1992). Sport socialization. En T.S. Horn (Ed.), Advances in sport psychology (pp. 201-218). Champaign, Ill. Human Kinetics. Gutierrez, M. (1995). Valores sociales y deporte. Madrid: Gymnos. Haywood, K. M. (1986). Modification in youth sport: a rationale and some examples in youth basketball. En M.R. Weiss y D. Gould (Eds.), Sport for children and youths (pp. 179-185). Champaign, Ill.: Human Kinetics. Horn, T.S. (1985). Coaches'feedback and changes in children's perceptions of their physical competence. Journal of Educational Psychology, 77, 174-186. Lewko, J.H. y Ewing, M.E. (1980). Sex differences and parental influence in sport involvement of children. Journal of Sport Psychology, 2, 62-68. Ogilvie, B. y Tutko, T. (1971). Sport: If you want to build character, try something else. Psychology Today, 5, 60-63. Orlick, T. (1986). Evolution in children's sport. En M. R.Weiss y D.Gould (Eds.), Sport for children and youths (pp. 169-178). Champaign, Illinois: Human Kinetics. Passer, M.V. (1983). Fear of failure, fear of evaluation, perceived competence, and selfesteem in competitive trait-anxious children. Journal of Sport Psychology, 5, 172-188. Pilz, G. A. (1995). Performance sport: education in fair play? Some empirical and theoretical remarks. International Review for the Sociology of Sport, 30 (3-4), 391-418. Pooley, J.C. (1980). Drop outs. Coaching Review, 3, 36-38. Puig, N. (1992). Itineraris esportius de la població juvenil. Una aproximació sociológica. En Actas VII Jornades de l'associació Catalana de Psicologia de l'esport. (pp. 11-35). Barcelona: Geses. Ruíz, A., Martínez, F., Mateu, G., Monfort, M., Martin, M., Ferrández, J.M., Bou, A. y Cruz, J. (1990). Observació i intervenció psicològica amb entrenadors de joves esportistes. En Actas V Jornades de Psicologia de l'activitat Física i l'esport (pp. 93-103). Barcelona: ACPE. 15
Scanlan, T.K. y Lewthwaite, R. (1986). Social psychological aspects of competition for male youth sports participants: IV. Predictors of enjoyment. Journal of Sport Psychology, 8, 25-35. Shields, D.L. y Bredemeier, B.J. (1994). Character development and physical activity. Champaign, Il.: Human Kinetics. Smith, R.E.; Smoll, F.L. y Curtis, B. (1979). Coach effectiveness training: a cognitivebehavioral approach to enhancing relationship skills in youth sports coaches. Journal of Sport Psychology, 1, 59-75. Traducción en J. Cruz y J. Riera (Eds.), Psicología del deporte: aplicaciones y perspectivas (pp. 118-139). Barcelona: Martínez Roca. Smoll, F.L. y Smith, R.E. (1999). Sports and your child. Washington: Warde. Smoll, F. L. y Smith, R. E. (2002). Coaching behavior research and intervention in youth sports. In F. L. Smoll & R. E. Smith (Eds.), Children and youth in sport: a biopsychosocial perspective (pp. 211-233). 2on Edition. Dubuque, Iowa: Kendall/Hunt. Thompson, J. (1993). Positive coaching: building character and self-esteem through sports. Dubuque,Ia: Brown and Benchmark. Torregrosa, M., Boixadós, M., Valiente, L. y Cruz, J. (2004). Elite athletes image of retirement: the way to relocation in sport. Psychology of Sport and Exercise, 5, 35-43. Underwood, J. (1978). Taking the fun out of a game. En R.Martens (Ed.), Joy and sadness in children's sports (pp. 115-131). Champaign, Illinois: Human Kinetics. Watson, G.G. (1986). Sport, socialization and education. Parkside: Australian Council for Health, Physical Education and Recreation. Weinberg, R. S. y Gould, D. (1996). Fundamentos de psicología del deporte y el ejercicio físico. Barcelona: Ariel Psicología. 16