TEMA 6. Insectos habituales en el olivar (y otros habituales que no son insectos).



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Transcripción:

TEMA 6 Insectos habituales en el olivar (y otros habituales que no son insectos). ÍNDICE 6.1 Quién teme a la mosca feroz?... 3 6.2 El prays del olivo... 10 6.3 La cochinilla de la tizne... 13 6.4 El barrenillo del olivo... 14 6.5 El algodoncillo del olivar (Euphyllura olivina Costa)... 15 6.6 El escarabajuelo picudo (Otiorrhynchus cribricollis Gyll.)... 17 6.7 El mosquito de la corteza (Resseliella oleisuga Targ.)... 17 6.8 El arañuelo (Liothrips oleae Costa)... 18 6.9 La euzofera (Euzophera pinguis Haw.)... 19 6.10 El glifodes o piral del jazmín... 21 6.11 Los ácaros... 22 6.12 Los topillos... 22 En los olivares tradicionales, y en aquellos donde la intensificación no ha sido exagerada, las plagas son las mismas desde hace siglos. En el olivo, además de alimento, los insectos encontraron en las rugosidades del tronco o en la oscuridad del interior del hueso de la aceituna el necesario refugio para soportar las inclemencias de este loco clima mediterráneo (el calor asfixiante de los veranos, los fríos del invierno, las lluvias torrenciales), un lugar adecuado para hacer sus puestas y protegerse de sus predadores, asegurando la continuidad de la especie. Este sería el esbozo de un equilibrio que conviene mantener observando cómo ha sido su historia. 1

Las especies de insectos habituales en el ecosistema del olivar no siempre suponen un problema de importancia, como sí ocurre con la más o menos feroz mosca de la aceituna, el prays (Prays oleae Bern.) y la cochinilla de la tizne (Saissetia oleae Olivier). Algunas sólo son un problema localizado como el barrenillo (Phloeotribus scarabeoides Bern) o el arañuelo (Liothrips oleae Costa.). Muchas se presentan ocasionalmente, localizadas en el tiempo, como el algodoncillo (Euphyllura olivina Costa.), o localizadas en el espacio y en el tiempo a la vez como el mosquito de la corteza (Resseliella oleisuga Targ.). Esta no es la situación normal en la mayoría de los cultivos actuales, donde las plagas de mayor importancia suelen ser relativamente modernas (ácaros, insectos minadores, aleuródidos, etc.) Ya sabemos que el olivar es un cultivo especial. Estas especies no es que sean recalcitrantes por molestar, no son invasoras, ni siquiera expansionistas, son huéspedes habituales del olivar. Se trata de especies de insectos cuya vida (nutrición, reproducción, refugio) está ligada al olivo, al cultivado y al silvestre, y así viene siendo desde hace miles de años. Se establecieron sobre los primitivos acebuches, alimentándose de alguno de los platos que el variado menú ofrece a los fitófagos: anteras repletas de polen, tiernas piezas florales, la nutritiva almendra del hueso, la sabrosa y amarga pulpa del fruto, el apetecible y ordenado parénquima de las hojas, los brotes nuevos en las primeras fases de desarrollo, la dulce savia elaborada, los haces de vasos conductores recién formados... Pura energía, alto contenido en nutrientes y vitaminas. En el olivo encontraron un ambiente adecuado para vivir, simplemente, y se adaptaron poco a poco a los ritmos y a los ciclos del vegetal y de su entorno. Un entorno en el que el acebuche no era el vegetal exclusivo y en el que estaban, o se instalaron pronto, otros insectos menos dados a la dieta vegetariana, y pájaros, y reptiles y mamíferos, que tampoco hacían ascos a almorzar con proteínas animales aunque fueran de insectos. En la mayoría de los casos, estos entomófagos tienen especial predilección por las primeras fases de desarrollo de sus presas: huevos y larvas. Algunos incluso se especializaron en el 2

aprovechamiento como fuente nutritiva de una sola de las especies, o también como lugar de puesta para asegurar la cría (alimento y refugio a la vez). Los fitófagos, para soportar esta presión depredadora o de parasitismo y sobrevivir como especie adoptaron una estrategia de resistencia pasiva, consistente, por lo general, en dejar una descendencia extremadamente numerosa, de tal manera que se aumente la probabilidad de escapar. La estrategia es válida, pero hay que señalar que también aumenta al tiempo el alimento disponible para el predador o el parásito, y por tanto sus posibilidades de cría. El resultado final es que se alcanza un punto de equilibrio, delicado y fluctuante, en el que todos pueden vivir en armonía. El problema se origina cuando, al introducir el cultivo, se deja como vegetal exclusivo sobre un territorio extenso (como los insectos son diminutos tienen otra percepción de las extensiones), a un acebuche escogido por la abundancia de sus frutos o por el tamaño de éstos. El desequilibrio está servido, se ha puesto a disposición de los fitófagos especializados cantidades ingentes de alimento y refugio abundante. En teoría, los entomófagos también se deberían beneficiar por la abundancia de presas pero, quizás, sin que nadie se fije, se ha eliminado una planta que proporcionaba néctar al final de la primavera a los adultos de algunos predadores (que lo son sólo en fase larvaria, como las conocidas crisopas) o se han modificado otras condiciones del entorno. El caso es que el equilibrio se ha vuelto más precario (la inestabilidad ha aumentado) y los episodios de explosión de las poblaciones de algunos fitófagos se han hecho mucho más frecuentes. 6.1 Quién teme a la mosca feroz? De los dos o tres insectos que a veces se constituyen en plaga en los olivares ecológicos y convencionales (que por cierto son las mismas desde hace muchos años en los de cultivo más o menos tradicional, porque en los olivares de cultivo intensivo tienen estos problemas y algunos más), el que da los problemas más graves y tiene solución más difícil es la mosca de la aceituna (Bactrocera oleae, antes conocida como Dacus oleae). 3

Descripción y daños Este díptero, una mosca con sólo dos alas, con un adorno color marfil en la base del tórax, se desarrolla en sus fases larvarias en la pulpa de los frutos de los árboles del género Olea, ya sean silvestres (los acebuches) o cultivados (los olivos). Tan importante es que muchos expertos coinciden en definirla como el insecto clave del agrosistema olivar, y hay quien considera que su distribución (porque no está presente por igual en todas las zonas olivareras) puede ser determinante a la hora de establecer la vocación de los olivares para su transformación al cultivo ecológico. pintan? Por qué tememos todos a esta mosca? Es tan feroz y dañina como la No será por su tamaño, pues los adultos no superan los 5 mm de longitud y un poco más de envergadura con sus alas transparentes desplegadas (con una mancha negruzca característica en los extremos). Sus larvas, sin patas y con cierta forma de huso, alcanzan los 7 u 8 mm en su máximo desarrollo. Quizás sea por sus costumbres alimenticias. Pues lo que nosotros llamamos ataque es simplemente la especial forma de crianza que tiene este insecto, que pone sus huevos exclusivamente bajo la epidermis del fruto de los olivos para que la larva se desarrolle alimentándose de la pulpa de las aceitunas. El instinto maternal de las hembras las lleva a recorrer atentamente cada fruto antes de depositar el huevo, comprobando que la aceituna tiene un grado suficiente de madurez y que no hay otra puesta anterior. Se toma su tiempo. La larva, que sale del huevo a los tres o cuatro días, va comiendo al tiempo que excava una galería a través de la pulpa, cada vez mayor según va creciendo, hasta alcanzar el hueso. Pero el daño importante no lo hace por lo que se come, que en la mayoría de los casos es insignificante. El problema es que hace toda su vida en la galería y entre sus costumbres no está la de hacer limpieza ni nada que se le parezca. Además, estas aceitunas, ensuciadas y dañadas, aceleran su 4

maduración y suelen caer del árbol antes de tiempo. La puesta y el desarrollo de la larva sobre la pulpa de las aceitunas en proceso de maduración suponen el deterioro de la misma, porque es invadida por hongos saprófitos (que se alimentan de materia muerta) y porque las aceitunas caen antes de tiempo. Este deterioro y esta caída repercuten directa y negativamente en la calidad de las aceitunas y del aceite extraído, que tendrá un alto índice de acidez y sabor desagradable. Este sí es un daño a temer cuando se persigue obtener aceites de la máxima calidad (virgen extra) como ocurre en el cultivo ecológico. La movilidad, uno de sus principales rasgos La mosca de la aceituna se caracteriza también, desafortunadamente para los olivareros, por su movilidad. Es capaz de volar hasta 1 km (recuérdese su escaso tamaño). No respeta parcelaciones, ni propiedades, ni barreras. Cuando está presente, se constituye como plaga de todo un paraje, como mínimo, frecuentemente de toda una comarca, independientemente del manejo que lleve cada agricultor. A diferencia de los otros insectos que pueden ser plagas del olivar y que desarrollan su vida en el árbol en el que nacieron, o en sus cercanías, la mosca va y viene por los olivares. La especificidad del insecto podría hacernos pensar en una larga relación entre insecto y planta, pero algunas pistas como la escasez de predadores y parásitos con capacidad de control eficaz en el otoño, o la falta de sincronía de sus ciclos reproductivos (dos en el año: uno a finales de invierno y otro a finales de verano) con la fructificación de su único hospedaje conocido, el olivo, indican que, en la cuenca mediterránea, la mosca de la aceituna es, en términos biológicos, casi una recién llegada. Larga o corta la dependencia es total y la adaptación mayor de lo que aparenta, pues la mosca no sólo necesita aceitunas, o acebuchinas, en un 5

determinado grado de madurez para hacer su puesta y que sus crías se desarrollen, sino también la presencia de determinadas bacterias como la Pseudomonas savastanoi, responsable (eso dicen) de la tuberculosis del olivo y la Agrobacterium luteum, presentes casi siempre en el olivar, para que las larvas puedan digerir la pulpa de la aceituna. En los acebuchales, los olivares silvestres, la mosca interfiere en la dispersión de las semillas, al derribar el fruto antes de que sea consumido por las aves que se encargan de su transporte, pero su presencia no afecta a la viabilidad de la semilla, y al parecer sólo se establece una competencia real entre aves frugívoras e insecto (mosca y prays) en los años de cosecha muy baja. Es en verdad temible el ataque de la mosca, pero... Hay muchos peros. Para empezar, su distribución no es universal. Ni en el espacio ni en el tiempo. Necesita unas condiciones ambientales bastante estrictas para desarrollarse, especialmente de temperatura, tanto estival como invernal, lo que determina su ausencia de muchos parajes, o que su presencia sea anecdótica, o que sea importante sólo en años muy favorables (para ella). Antes de preocuparse habrá que saber si para nuestro olivar es una amenaza o no, y, en caso de que lo sea, cuantificar la amenaza, lo cual no es fácil, pero es imprescindible. En el caso de la aceituna de mesa la incidencia es directa, pues la puesta de la mosca inutiliza los frutos para su consumo. Pero en el caso de aceituna para aceite la mosca causa su principal daño de forma indirecta. La aceituna pierde calidad cuando se desarrollan sobre la pulpa los hongos saprófitos, y los hongos se desarrollan cuando la aceituna cae al suelo, o cuando se almacena, amontonada o en sacos, en espera de la molienda. Por tanto, su incidencia está muy ligada por una parte a la procedencia del fruto (del suelo o del vuelo ) y al tiempo transcurrido entre la recolección y la molienda, de tal manera que llega a ser más determinante para el desarrollo de estos hongos el tiempo de 6

atrojado que la proporción de aceituna picada. Cómo evitar en gran parte los daños Un primer camino simple, directo y contrastado para evitar o reducir los daños de la mosca es un camino sin empleo de producto mágico alguno ni de sistemas de lucha abierta, ni guerra sucia, ni nada de eso: Basta con organizar adecuadamente la recolección, comenzando por adelantar su inicio tanto como sea posible (la totalidad del aceite está formado mucho antes de lo que suele pensarse, y en ese momento la calidad está en su máximo, con el mayor contenido en polifenoles y otros antioxidantes naturales, y todos los aromas, etc). Con esto evitaremos que la aceituna caiga al suelo y que empiece su deterioro. Durante la recolección, los frutos del árbol, sanos y buenos, aunque haya algunos con picada de mosca, se recogen separadamente de los del suelo, que estarán deteriorados. Así que bastará con no mezclarlos en el transporte ni en el patio de la almazara. Esta aceituna recogida del árbol debe molerse en un plazo no superior a 24 horas para conseguir todas las ventajas de este sistema. Esta simple adaptación del manejo, necesaria cuando hay ataque de mosca y conveniente siempre, hace tolerable la presencia de este insecto, sin más sistemas de lucha, hasta índices de aceituna picada cercanos al 20%. Enemigos naturales de esta mosca Ya hemos dicho que sus enemigos naturales no son muchos ni muy eficaces. Entre ellos destacan tres especies de himenópteros que devoran las larvas desde fuera. Estas avispillas son muy activas en julio y agosto, pero disminuyen su actividad en septiembre para decaer radicalmente en octubre, cuando las poblaciones de la mosca toman su mayor incremento. El control biológico de esta plaga se ha intentado, desde hace ya bastantes años utilizando un parásito, otra avispilla llamada Psyttalia (antes Opius) concolor Sgpl., originaria del norte de África, cuya larva se alimenta de las larvas de mosca, 7

devorándolas desde dentro. Esta avispilla parasita, además de a la mosca de la aceituna, a otros dípteros como la mosca de la fruta (Ceratitis capitata Wed). Los resultados no han sido satisfactorios, ya que sólo es posible el control de las primeras generaciones a base de sueltas masivas de insectos criados artificialmente. Al principio del otoño, cuando se produce la gran explosión demográfica de la mosca, el Opius no será capaz de controlar por sí sólo, ni con la ayuda de las especies autóctonas, la población de la plaga. Todo esto debe llevarnos a recordar la influencia benéfica de la diversidad. Por ejemplo, que las hormigas del suelo tienen una importancia notable por su control en la fase de pupa, que se desarrolla fundamentalmente en el suelo. Y que algunas plantas con flores, como por ejemplo la olivarda (Dittrichia viscosa Greuter), abundante en los bordes de los caminos andaluces, y otras muchas más, facilitan la vida a los insectos auxiliares. Se está estudiando los efectos de la introducción de esta planta compuesta, la olivarda, en los olivares, ya que se conoce que facilita la vida de una avispilla (Eupelmus urozonus) que parasita las larvas de mosca, al ofrecerle sobre sus flores una presa igual de apetecible para las épocas de escasez. Cuando el potencial de la plaga es muy alto, por las condiciones ambientales, no queda otro remedio que recurrir a un tratamiento directo para disminuir las poblaciones de mosca. Lo primero siempre será verificar que efectivamente esto es así, y recurrir al apoyo técnico, pues es imprescindible un seguimiento lo más objetivo posible de la evolución de la población del insecto y de su capacidad de hacer daño. No hay que olvidar que no es una plaga de una parcela. Mientras no haya un seguimiento especial para los olivares ecológicos, son muy útiles los avisos que proporcionan las agrupaciones de tratamiento integrado, sabiendo, eso sí, que se puede aguantar un poco más. Otros sistemas a emplear Tratamientos cebo: Empleando insecticidas autorizados con un atrayente 8

que haga algo más selectiva su acción. Como atrayente son eficaces las proteínas hidrolizadas. El tratamiento puede aplicarse por medios terrestres o aéreos, estos últimos resultan desaconsejables desde una óptica ecológica, pues es imposible controlar la deriva. Las aplicaciones terrestres se hacen por el sistema de parcheo, tratando una superficie de un metro cuadrado, aproximadamente, en la cara sur de cada árbol. En los últimos años se ha efectuado este tipo de tratamiento con maquinaria de aplicación de volumen ultra bajo (ULV), con un gasto muy reducido de caldo (50 cc/árbol) y por tanto de insecticida, con resultados positivos. Recientemente se ha autorizado para el control de esta mosca en agricultura ecológica, una sustancia insecticida, procedente de un actinomiceto del suelo, conocida como spinosad, es eficaz para el control de mosca, pero su efecto sobre el resto de la fauna presente no es bien conocido. Trampeo masivo: Mediante la colocación en todos los árboles, o en parte de ellos, de trampas que resulten atractivas para los adultos de la mosca los cuales, una vez entren en ellas no puedan salir o mueran por envenenamiento. Hay bastante modelos: Placas impregnadas de pegamento o de insecticida; botellas transparentes de fácil entrada y difícil salida. La atracción para el insecto suele basarse en más de un estímulo. Así, el color más empleado en las placas es el amarillo, aunque no es indispensable e incluso tiende a cambiarse por otros colores para aumentar la selectividad. Como atrayente olfativo se emplean sales de amonio o proteínas hidrolizadas, que se pueden reforzar, cebando todas o parte de las trampas con un atrayente sexual, la feromona del insecto (espiroacetato). La trampa más sencilla es la desarrollada por los olivareros ecológicos de la cooperativa Olivarera los Pedroches, de Pozoblanco (Córdoba), que aprovechan botellas de litro y medio de PET transparente a las que hacen 4 ó 5 agujeros de 5 mm en su tercio superior, ceban con fosfato biamónico al 3%, y las colocan en los árboles al principio de la primavera. Otros sistemas de protección contra la mosca, de los que no se poseen 9

datos contrastados, se basan en la utilización de árboles cebo, bien intercalando árboles de variedades más atractivas para el insecto, como algunas variedades de aceituna de mesa con mayor relación pulpa/hueso y una maduración precoz, o bien pulverizando una mezcla atrayente para la mosca de tal manera que las picadas se concentren en esos árboles o partes de árboles, liberando al resto de la presión del insecto. Hay algunas referencias positivas del efecto repelente para la puesta de los tratamientos con productos cúpricos (caldo bordelés, por ejemplo) o con talco o carbonato cálcico sobre los olivos con aceituna en proceso de maduración. Al parecer, debido al efecto bactericida del cobre, en el primer caso y al efecto de barrera física en el segundo. El uso de ambos productos está autorizado, aunque con límites de cantidad en las sales de cobre, por el Reglamento Europeo de Agricultura Ecológica. 6.2 El prays del olivo El prays de olivo es un insecto fitófago ejemplo de adaptación al huésped, seguramente también de coevolución insecto-planta. Cada una de sus tres generaciones anuales está especializada en el aprovechamiento de una parte completamente distinta del vegetal, y además el valor nutricio de estos menús les permite, unido a otros condicionantes, una mayor o menor velocidad de desarrollo, la necesaria para una perfecta sincronización con la fenología del árbol. Descripción y daños La generación primaveral se alimenta, en su fase larvaria, de las piezas florales, por esto se le llama antófaga (del griego anthos, flor); la estival se desarrolla a expensas de las reservas nutritivas de la semilla, en el interior del hueso de la aceituna (generación carpófaga, de carpos: fruto), y la otoñalinvernal, que cierra el ciclo, se nutre del parénquima de las hojas (generación filófaga, de philos: hoja). 10

Al prays se le achacan daños en dos épocas (y en tres momentos), en la primavera, cuando al alimentarse destruye gran cantidad de botones florales, lo cual no suele tener mayor importancia dado el exceso de floración habitual en esta especie; y después en el verano, en la generación carpófaga, cuando es responsable de la caída de gran cantidad de frutos, primero tras el cuajado al entrar las larvas, y después al final del verano, al abandonar las larvas el fruto para crisalidar en tierra. El significado práctico de estas dos caídas no es el mismo. En el primer caso, excepto en años con niveles de población extremadamente altos, este derribo de frutos se ve compensado por una caída fisiológica menor. El porcentaje de frutos caídos antes del endurecimiento del hueso es similar en árboles atacados por prays y en los que no lo están. En la caída tardía de septiembre, los frutos están ya en proceso de maduración y el incremento de peso de los frutos que permanecen no llega a compensar las pérdidas. Los controladores del prays Tanta adaptación y sincronización ha requerido mucho tiempo, y este tiempo lo han tenido los consumidores secundarios para adoptarlos como fuente de alimento, en sus diferentes fases y generaciones. El prays es un insecto con muchos controladores naturales, tanto predadores como parasitoides, aun en cultivos bastante intervenidos. La fauna de predadores de prays censada en el olivar se caracteriza por su diversidad. Siendo los crisópidos el grupo más abundante y activo, se han inventariado 10 especies de esta familia de neurópteros. Entre ellas destaca Chrysoperla carnea Steph., la Crisopa, de color verde con alas como de gasa y largas antenas. Su puesta es muy característica, pues coloca sus pequeños huevos blancos sobre un fino filamento de alrededor de un centímetro de largo, para evitar que las larvas ya nacidas, que se lo comen todo, devoren los huevos que contienen a sus hermanas. Este insecto, que se encuentra presente en toda la cuenca mediterránea, es un predador muy eficaz que se alimenta de huevos, 11

larvas y crisálidas y hay datos de la destrucción en generación carpófaga de hasta el 90% de las puestas, siendo normales controles entre el 60 y el 80%. Los parasitoides del prays forman una larga lista. Se han inventariado más de 40 en la cuenca mediterránea, aunque menos de 10 constituyen un complejo parasitario permanente, y sólo dos son específicos o prácticamente específicos. Sólo en casos excepcionales será necesario intervenir en olivares ecológicos para controlar las poblaciones de prays. Tendrán que coincidir una floración débil, poblaciones altas del parásito y escasa presencia de auxiliares. En el caso en que sea imprescindible realizar un tratamiento, ha de hacerse sobre la generación antófaga, que es la más vulnerable, durante la floración. Pero, también durante este período cualquier intervención con insecticidas no selectivos (por muy naturales que sean) lleva a la destrucción de la fauna útil, que en este momento empieza a reconstruir sus poblaciones a partir de los individuos que han sobrevivido al invierno. Se trata de un período crítico en el que es necesario prestar toda la atención posible a los efectos de las intervenciones sobre el resto de la fauna presente. Los formulados de Bacillus thurigiensis var.kurstaki tienen una eficacia muy similar, en cuanto a control de la plaga, a los tratamientos convencionales, con una incidencia mucho menor sobre los demás insectos, pues las esporas y las toxinas de esta bacteria afectan sólo a las larvas de determinados órdenes de insectos (lepidópteros: mariposas y polillas; dípteros: moscas y mosquitos) y actúan exclusivamente por ingestión. Para controlar el prays el tratamiento es sólo eficaz en las generaciones filófaga y antófaga. El momento más recomendable es durante la floración, con la mayoría de las larvas en su tercer estado. Para el control de la generación filófaga, justificable únicamente en plantaciones jóvenes, el tratamiento debe hacerse cuando las larvas estén alimentándose activamente en el exterior de las hojas y brotes. 12

6.3 La cochinilla de la tizne Esta cochinilla (Saissetia oleae Oliv.) es, quizás, la plaga del olivar en la que tiene más influencia en su desarrollo, y por tanto también en su control, la forma de cultivar. Es conocida como cochinilla de la tizne porque favorece el desarrollo de un hongo de aspecto negruzco, la negrilla o fumagina (Capnodium eleaophillum Prill.), que se sitúa sobre las hojas y brotes del olivo aprovechando las exudaciones azucaradas del insecto. Este curioso insecto, del que sólo se conoce a la hembra en España y que en su etapa adulta tiene toda la apariencia de medio grano de pimienta pegado a las hojas o los tallos, tiene una capacidad reproductora enorme, pues cada adulto pone bajo su caparazón alrededor de un millar de huevos, todos de hembra, así que a partir de una sola cochinilla sería posible obtener, teóricamente, un billón de cochinillas en cuatro generaciones. Tal exageración responde a la escasa probabilidad de supervivencia de las crías. En los estados juveniles les afecta el calor y el aire seco, les afecta el frío, y por su escasa movilidad son fácil presa de multitud de predadores. Además, las hembras adultas, con su confortable y recio caparazón y su enorme carga de nutritivos huevos, son una oferta demasiado tentadora para algunas avispillas que necesitan un lugar para depositar su puesta de manera que al nacer tengan alimento y refugio a un tiempo. Cada uno de los parásitos y predadores de la cochinilla por sí solos no son capaces de controlar las poblaciones de cochinilla, pero en conjunto desarrollan una regulación suficiente. Sólo en situaciones excepcionales, de fuertes desequilibrios, será necesario intervenir directamente contra la plaga, empleando pulverizaciones con aceites minerales blancos (que no tienen repercusiones graves sobre la fauna auxiliar) en los momentos de máxima vulnerabilidad de la cochinilla, cuando todos sus huevos se han avivado, preferiblemente al final del invierno para evitar daños a los entomófagos. Con mayor frecuencia puede ser necesario eliminar la negrilla o 13

tizne producida por el desarrollo de algunos hongos sobre las melazas que las cochinillas originan, que es lo que mayor daño produce al árbol (pues para funcionar las hojas deben ser verdes y no negras), y para ello lo más eficaz es el empleo de azufre. Una intervención coherente ha de empezar siempre por eliminar los factores que favorecen los desequilibrios, en este caso por un manejo adecuado del olivar: - poda racional para aireación del árbol - fertilización equilibrada (evitar el exceso de nitrógeno) - riegos adecuados (si los hay) - drenaje y saneamiento, en caso necesario - eliminación de los tratamientos con insecticidas de amplio espectro entre abril y octubre. Es posible la introducción de poblaciones de insectos útiles criados artificialmente para el control de la cochinilla, principalmente himenópteros endoparásitos (avispillas que las parasitan desde dentro) del género Metaphycus, que admiten su cría en insectarios especializados. Existen incluso técnicas para favorecer la cría puestas a punto por el propio agricultor. 6.4 El barrenillo del olivo Este pequeño escarabajo es un parásito del olivo que sólo es capaz de reproducirse sobre árboles muy debilitados. En la naturaleza colabora en quitar de en medio los árboles enfermos o excesivamente envejecidos. Necesita para su reproducción ramas de olivo con escaso flujo de savia, en las que abre una calculada galería bajo la corteza donde se aparea y realiza la puesta. Las larvas crecerán alimentándose de vasos conductores ya inútiles. En los olivares sanos tiene poco que hacer. Pero, tras la poda, si la leña se deja un tiempo en el olivar, estaremos poniendo a su disposición cantidades ingentes de ramas moribundas, ideales para su reproducción, y aprovechará la 14

ocasión para criar de forma desmesurada. Si la leña permanece en el campo o en leñeras con salida accesible, estaremos manteniendo criaderos desde los que la descendencia saldrá a principios del verano hacia los olivares cercanos, donde excavará galerías en los tallos más jóvenes para alimentarse. De esta forma las ramas así debilitadas se caerán a la primera ventolera, dejando al olivo con poco volumen de copa. Puesto que es una plaga originada por los cuidados culturales, debe controlarse con acciones similares, que son tan simples y conocidas como retirar las leñas de poda del campo y encerrarlas en leñeras herméticas antes de que se produzca la salida de la nueva generación del insecto. Existe, incluso, la obligación legal de actuar de esta forma. Tradicionalmente se han eliminado mediante quema los restos de poda no aprovechables para leña. Una opción alternativa a la quema es triturar los restos y dejarlos en superficie, donde contribuirán a proteger el suelo y a enriquecerlo en materia orgánica. En olivares donde haya una cierta presencia de barrenillo podemos colaborar a limpiarlos colocando ramas de leña en medio de las calles de olivar, a modo de cebo que los atrae y que luego quemaremos antes del mes de mayo. 6.5 El algodoncillo del olivar (Euphyllura olivina Costa) Las larvas de este insecto son inconfundibles, aparentan ser pegotes de algodón adheridos a las axilas de las hojas y a las flores de los olivos. Pero se trata de grupos numerosos de larvas que tienen en la parte posterior del abdomen gran cantidad de glándulas por las que segregan hilos finísimos de cera blanca, que al recubrirlas totalmente les proporciona el aspecto característico que les da nombre. Los adultos son mucho más discretos y si no se mira atentamente no se les ve. De tamaño pequeño (2 a 3 mm) y color idéntico al de los brotes sobre los que 15

se posan, su aspecto recuerda al de un bote de remos con la quilla para arriba. Tienen el último par de patas muy desarrollado, lo que le permite dar grandes saltos. Es un insecto chupador que se alimenta de savia elaborada, de olivos o acebuches, durante toda su vida activa. Cuando las poblaciones son muy altas, esta "sangría" puede afectar al desarrollo normal del árbol. Si las puestas se concentran sobre las yemas, puede verse afectado el desarrollo vegetativo, pero no es lo normal. Tiene tres generaciones anuales, y el daño más frecuente se produce en la generación cuyo desarrollo larvario coincide con la floración. En este caso puede verse afectada la fertilidad de las flores, y por tanto el cuajado de los frutos. En el norte de Africa, en las zonas costeras, donde este insecto constituye frecuentemente un problema, se ha llegado a determinar que con densidades superiores a 30 insectos por inflorescencia las pérdidas alcanzan el 40%, mientras que con densidades inferiores a 8 las pérdidas no alcanzan el 13%. En los olivares españoles de zonas de interior, las altas temperaturas y la sequedad del verano suelen ejercer un control suficiente de las poblaciones. Es un insecto con bastantes controladores naturales, predadores como la famosa "crisopa" o una chinche (Anthocoris nemoralis Fabr.) igualmente bien conocida en los ambientes de la "lucha biológica", además de muchos parásitos. Entre unas cosas y otras es difícil que este insecto sea un verdadero problema para el agricultor, por lo tanto no debe alarmarse si aparece alguna primavera. En muchas ocasiones basta un chaparrón para limpiar el arbolado y, si no, basta con tener paciencia y pronto se verá al anthocoris pulular entre los algodoncillos. Sólo en caso de poblaciones muy numerosas (más de 10 larvas por inflorescencia) y con floraciones débiles, será preciso hacer un tratamiento con jabón potásico. Parece que la presencia de cubiertas herbáceas puede favorecer su desarrollo (no todo van a ser ventajas), por lo que en aquellas parcelas con problemas persistentes de "algodoncillo" habrá que revisar el manejo que se está haciendo e introducir las correcciones que sean precisas. 16

De hecho, este insecto y los que vamos a ver a continuación son, en general, problemas propios del periodo de conversión a ecológico o de olivares muy desequilibrados. Cuando se presentan indican al agricultor la conveniencia de una revisión de sus prácticas de cultivo, incluso de las que parece que no tienen ninguna relación. 6.6 El escarabajuelo picudo (Otiorrhynchus cribricollis Gyll.) Este insecto, con nombre de sonoridades literarias, es un pequeño escarabajo de 6 a 9 mm con una especie de nariz prominente (rostro) sobre la que lleva las antenas en su fase de adulto. No suele conocerse por su aspecto, porque es de actividad nocturna y pasa los días enterrado al pie de los árboles. Se le conoce por las pistas que deja con su especial manera de comer. De adultos se alimentan de las hojas del olivo, y de otros frutales, dejando una marca característica, pues va recortándolas en los bordes con pequeños semicírculos, todos iguales y unos junto a otros, dándoles un aspecto de "festoneado" inconfundible. Tienen una sola generación anual, no se le conocen enemigos naturales y, aunque han proliferado en los últimos años (al parecer por la extensión del cultivo sin laboreo, que favorece su desarrollo) es muy raro que lleguen a hacer daño excepto en plantaciones jóvenes, en las que una invasión generalizada puede originar debilitamiento de los plantones y retrasar su crecimiento. Si fuese necesario su control en nuevas plantaciones, habrá que atender a sus puntos débiles, por ejemplo su rutina. Pasa la mayor parte de su vida en el suelo y en las noches de verano, desde junio a septiembre, sube a alimentarse a la copa, pero no vuela, sube andando por el tronco arriba (para bajar se deja caer). Si en su camino se encuentra una barrera insalvable (un anillo con adhesivo, por ejemplo) no podrá alcanzar su objetivo. 6.7 El mosquito de la corteza (Resseliella oleisuga Targ.) Se trata de un insecto con aspecto propio de los mosquitos, pero bastante 17

chico, de unos 3 mm de longitud. Es difícil verlo y aún más distinguirlo. Si está presente con poblaciones abundantes veremos, a finales del verano, los efectos de su crianza: Una serie de ramitas secas sin motivo aparente en las cuales, al observarlas con atención, distinguiremos justo por debajo de la zona desecada, un cambio de coloración de la corteza (del gris verdoso al color cuero) y una pequeña depresión con fisuras, coincidiendo con la zona más coloreada. Si levantamos la corteza en este punto con ayuda de una navaja encontraremos una colección de larvitas de color anaranjado dispuestas ordenadamente unas junto a otras, como las sardinas en una lata. Si está avanzada la estación, encontraremos el hueco, hecho de pequeñas celdas anexas, vacío. Se trata de la cría de este díptero, que en su fase larvaria se alimenta del cambium (el tejido que hace crecer las ramas en grosor). No suele suponer un problema grave casi nunca, pues para sobrevivir necesita condiciones de humedad que son raras en nuestros veranos. Para su control sólo son posibles las medidas culturales. En caso de ataques notables, al final del verano, antes de que se produzca la salida de las larvas para empupar en el suelo, hay que cortar las ramillas secas, por debajo del nido de cría, destruirlas y cubrir el corte con mástic de poda. Es importante conocer que las hembras hacen la puesta sobre heridas abiertas en las ramas, por lo que interesa esmerarse siempre en la realización del vareo, pero más en las zonas en las que este mosquito acostumbre a presentarse. 6.8 El arañuelo (Liothrips oleae Costa) Es un pequeño "trip" (unos 2 mm) de color negro brillante, que constituyó una plaga importante en los años 40, 50 y 60 del pasado siglo. Para combatirlo se llegó a emplear el ácido cianhídrico, el veneno de las cámaras de gas (montando unos tinglados muy aparatosos para su aplicación), pero en la actualidad no suele presentar ningún problema. Al revés que los trips de otros cultivos, que cada día están más de actualidad, este parece haber perdido protagonismo. Es un insecto chupador que cuando abunda puede llegar a debilitar el árbol. Además inyecta 18

una sustancia en los tejidos sobre los que se alimenta, que impide el crecimiento normal de estos, deformándolos. Estas deformaciones, principalmente en hojas pero también en frutos, son características, con unas pequeñas manchas más claras en el punto de la picada, y son un indicio claro de su presencia. Habrá que empezar a alarmarse cuando más de un 10% de los brotes terminales estén afectados. Su control mediante tratamiento (con piretrinas naturales) sólo es recomendable al final del invierno, cuando las temperaturas alcanzan los 15º C en pleno día, los insectos en fase adulta están activos (esto se comprueba golpeando algunas ramas sobre un lienzo blanco, los arañuelos negros destacan perfectamente a pesar de su tamaño) y se pueden contar, al menos, cinco arañuelos por metro cuadrado. En cuanto estos adultos, recuperados de las penurias invernales, se aparean y empiezan la puesta, es inútil la aplicación de insecticidas, que sólo matan a los adultos a los que quedan pocos días de vida. Así que hay poco tiempo para su control por estos métodos. Pero no hay que preocuparse, aunque sólo se le conoce un parásito, que además no es específico, figura en la dieta de unos cuantos predadores, alguno ya conocido como Anthocoris memoralis Fabr., a lo que se añade su delicada constitución, que le hace sensible a los fríos del invierno y a los calores del verano, por lo que busca refugio en las galerías de los barrenillos para hacer la puesta y para sobrevivir a estas estaciones tan rigurosas. Con medidas culturales tan simples como la retirada de las leñas de poda, se les priva de refugio en estas épocas y se logra un control suficiente. 6.9 La euzofera (Euzophera pinguis Haw.) Se trata de una mariposa nocturna de cierta envergadura (20 a 25 mm) cuyas larvas se desarrollan bajo la corteza de las ramas, generalmente cerca de la inserción en el tronco, o en el cuello de la planta si ésta es joven. Para alimentarse cada larva excava una galería en la que va royendo los tejidos subcorticales, los haces de vasos conductores de savia, hasta interrumpir su circulación en un sector de la rama o, si la rodea, en su totalidad, provocando la marchitez 19

irreversible de la rama o del pie completo. Sus efectos se pueden confundir con los de la verticilosis (enfermedad producida por un hongo del suelo), pero no es difícil localizar al causante si se trata de este insecto. La rama empieza a secarse por la punta, por el extremo más alejado del tronco, amarilleando al principio para terminar secándose. No hay que dejarse despistar con la localización del síntoma, hay que dirigir la atención hacia la zona de inserción de la rama en el tronco o hacia alguna de sus bifurcaciones principales. Muy probablemente encontraremos un ligero engrosamiento, una rugosidad en la corteza, y la pista definitiva: El serrín oscurecido que la larva ha desalojado de la galería. Si con una navaja afilada levantamos la corteza en este punto, veremos la galería, que podremos ir siguiendo, en su tortuoso trazado, hasta sorprender a la autora (una buena ocasión para eliminarla). Esta mariposa tiene dos generaciones anuales, con su inicio, más o menos definido, en la primavera y al final del verano. Es una plaga relativamente moderna. Se conocía su presencia y su actividad, pero no causaba daños de importancia hasta hace unas décadas. Como en tantos otros casos, la agresividad de este insecto está condicionada por la vulnerabilidad de las plantas. Lo más frecuente es que se presenten "ataques" en árboles deprimidos vegetativamente por un manejo inadecuado (labores tardías, podas fuera de época) o por las condiciones climáticas (heladas, sequía, granizadas). Cualquier herida en la corteza y la callosidad que se produce al cicatrizar (poda y desvareto, vareo, y las provocadas con los aperos de labor) atrae las puestas y facilita la entrada de las larvas. Evitar estos daños trabajando con cuidado, realizando las podas durante las paradas vegetativas de invierno y verano (desvareto) y mantener los árboles en un estado vegetativo adecuado (la tierra fértil, reserva de humedad, equilibrio hoja madera) son la mejor receta. No se conocen enemigos naturales entre los insectos, aunque hay 20

referencias a algunas chinches asociadas a los cenizos (una hierba de las no invitadas, frecuente en las tierras de cultivo, que científicamente se encuadra en el género Chenopodium), que al parecer ejercen un control efectivo. Sobre lo que no cabe duda es que eran las aves (algunas aves cuyas poblaciones han descendido escandalosamente en los últimos años) quienes se encargaban de su control. Facilitar la vida a las aves, que necesitan hacer sus nidos (la mayoría en los árboles y arbustos, pero algunas en el suelo, si hay hierba mejor) y tener cierta tranquilidad en la época de cría, sin ser rociadas cada dos por tres con sustancias de extraños olores, así como disponer de comida adecuada a cada fase (una dieta variada, en la que suelen entrar las semillas, aunque sean insectívoras) puede suponer contar con unos aliados valiosos y bellos. 6.10 El glifodes o piral del jazmín Su nombre científico era Glyphodes unionalis Gn., ahora Margaronia unionalis Hübn. Pero hay que reconocer que el nombre primitivo, piral o polilla del jazmín, es mucho más elegante, y muy indicativo: Se la conocía por su afición a criar y alimentarse sobre esa planta de adorno, no porque causara perjuicio al olivar. Hoy, la verdad, sólo causa problemas en los viveros y en las nuevas plantaciones. El adulto es una bonita mariposa nocturna, de alas blancas y envergadura media (30 mm) que hace su puesta sobre las hojas. La larva, que al nacer es amarillenta y acaba siendo de color verde intenso, devora las hojas y las yemas terminales, comenzando por el haz para terminar consumiéndolas enteras, dejando sólo los nervios. Si las poblaciones son extremadamente abundantes en verano pueden llegar a alimentarse también de los frutos en desarrollo. La temperatura y la humedad condicionan la evolución de las poblaciones, el número de generaciones anuales (dos en las zonas interiores españolas, y hasta cinco en las costeras), y la duración de cada fase. Está estudiándose la fauna auxiliar y se han inventariado algunos parásitos, himenópteros (avispillas) como en el prays. 21

En plantaciones adultas no es necesario intervenir, y en plantaciones jóvenes sólo cuando los daños sean grandes (más de un 5% de plantones afectados), siendo importante localizar la aparición de focos, para su control localizado. Los preparados de Bacillus thurigiensis son eficaces, siempre que se empleen contra las fases larvarias de las primeras edades que estén activas, que se estén alimentado. 6.11 Los ácaros En general no hacen daño en el olivar. Son pequeños arácnidos invisibles a simple vista incluso con una lupa. Se conoce su presencia por sus efectos, picaduras que producen deformaciones en las hojas, parecidas a las del arañuelo, pero fácilmente distinguibles, pues estas no se sitúan en los bordes, como las de aquel, ni aparece un punto más pálido, sino que parece como si las hojas se hubieran abollado, y en el envés se aprecia un engrosamiento de un verde más vivo. Suele concentrarse su acción en las varetas que nacen al pie, o en los renuevos tras la poda. Les favorece la proliferación de brotes jóvenes tras podas severas o desequilibrios nutritivos (exceso de nitrógeno) y, sobre todo, la ausencia de controles naturales por tratamientos insecticidas inadecuados. El azufre podría ser un remedio eficaz para su control, pero no es práctico, porque se corrige solo cuando se vuelve a la normalidad. 6.12 Los topillos "Musgaños" les llaman en las sierras de Jaén. Son mamíferos roedores que algunos años y en determinados parajes proliferan escandalosamente. Día tras día van apareciendo los típicos montones de tierra removida que señalan las bocas de sus galerías. Hay tres especies diferentes, pero su forma de actuar es muy similar. Se alimentan de bulbos y raíces, que suelen consumir desde debajo de tierra, y claro, cuando están en los olivares, de sus dientes no se libran las raíces del árbol de Atenea (el olivo), por muy divino que sea. 22

El mejor control lo realizan las culebras (grupo animal poco apreciado, en general, pero eficaz y limpio) y otros predadores de más abolengo, como las rapaces nocturnas (mochuelo, lechuza, etc). También colaboran los astutos zorros si no tienen cosa mejor que cenar, las comadrejas (que sólo piden una guarida segura y algo que cazar, para instalarse) e incluso los jabalíes cuando tienen acceso al olivar. Si no se cuenta con estos colaboradores desinteresados hay que recurrir a métodos culturales que son suficientemente eficaces como eliminar la hierba del ruedo de los olivos, arrancándola y dando una labor de 8 ó 10 cm de profundidad junto a las filas de árboles; o dando una labor más profunda en todo el terreno, si la invasión fuese muy grave. Para proteger plantones nuevos es útil rodearlos con una zanja circular, de unos 20 cm de profundidad. 23