Claes Dirck van der Heck (Alkmaar 1571 después de 1649) Paisaje fluvial Óleo sobre tabla 34 x 60,7 cm. 1630-40 ca.
Para el mes de Septiembre hemos elegido este maravilloso paisaje holandés realizado por el destacado pintor Claes Dirck van der Heck, especializado en paisajes y retratos. Vivió a caballo entre el siglo XVI y XVII, perteneciendo a una gran saga de artistas, de hecho el también pintor Claes Jacob van der Heck, era su tío. Gracias a la documentación de la época sabemos que en 1635 aparece como miembro de la Guilda de San Lucas de Alkmaar, y que sus maestros fueron C. van Mander y Jan Nagel. A juzgar por las numerosas menciones que encontramos sobre Van der Heck, debió de pintar un gran número de obras. En muchas ocasiones sus obras han sido confundidas con las de su tío, que también pintaba paisajes compositivamente muy similares. El paisaje como género tiene su origen en Flandes, con una fuerte tradición de paisajistas, los cuales creaban paisajes imaginarios que servían como telón de fondo para sus obras. Pronto llegó esta corriente a Holanda, donde fue un género absolutamente innovador, los paisajes eran reales y totalmente reconocibles. Había muchos artistas especializados en esta temática, los pintores holandeses observaban directamente la naturaleza, salían al campo, daban largos paseos, tomaban notas y bocetos que más tarde desarrollaban en sus talleres, dando vida a maravillosos paisajes. La finalidad de este género era la de incrementar el conocimiento visual del mundo, empeñados en registrar la realidad actuando como un espejo de la naturaleza. Nuestra tabla es un magnífico ejemplo de temprano paisaje holandés con cierta influencia flamenca. Por proximidad geográfica, los artistas estaban en continua comunicación unos con otros, de ahí que como en nuestro caso, podamos encontrar obras compositivamente tan ricas.
Al tratarse de un paisaje, los absolutos protagonistas de la obra son los árboles que aparecen a ambos lados de la composición, enmarcando la escena a modo de paréntesis. El artista toma especial atención en las distintas tonalidades verdes del follaje, para crear los diferentes volúmenes que conforman cada una de las copas. A pesar de que Van der Heck es un pintor holandés, nuestra obra posee muchas características de los paisajes flamencos, sobre todo en el colorido empleado, destacando esos verdes azulados tan propios de los artistas de Flandes de principios del siglo XVII, y es que como hemos dicho anteriormente, en este periodo los artistas introducían en sus cuadros ciertas características de sus colegas. Si nos fijamos en los dos personajes que aparecen caminando a la izquierda, es curioso cómo uno de ellos parece tener alas como si fuera un ángel, pero si observamos con atención, no es así, se trata de un montículo o protuberancia en el suelo que ha creado esta original confusión.
Como en casi todo paisaje que se precie, el río es una constante. En nuestro caso tiene forma serpenteante y sirve para dividir en dos la composición. Son increíbles los diferentes matices que utiliza Heck para crear un efecto diferente en cada fase del citado río. En un primer plano, el agua está algo agitada, en movimiento, con un colorido mucho más vivo. A continuación, tras el puente, nos muestra un pequeño remanso con el agua en calma y ciertas aves descansando en la superficie, y por último el río ahora en zigzag se va difuminando hasta llegar al horizonte. Al fondo en el centro, podemos ver la silueta de una ciudad, en la que se distingue con claridad la torre de la iglesia. A la derecha vemos una imponente construcción dentro de un ambiente rural, rodeada por el río a modo de fortaleza. Como era común, junto a la casa señorial, vemos una construcción mucho más modesta, una granja cuyos campesinos trabajan la tierra y se ocupan del ganado para abastecer de enseres al palacete y a ellos mismos.
A los artistas holandeses del siglo XVII les gustaba de introducir en sus obras cierto mensaje moralizante o aleccionador, escondido en diferentes elementos o actitudes, en nuestro caso van der Heck ha pintado, en primer plano y como eje central de la composición un árbol truncado, que simboliza la fugacidad de la vida, aludiendo a lo corta y efímera que puede ser nuestra existencia. En un primer plano vemos un puente de madera cuyas barandillas están completamente rotas. Un solitario personaje aparece cruzándolo con andares pesarosos, sujetando sobre su hombro lo que parece una caña de pescar o un apero de labranza, y es muy probable que se dirija a descansar después de una larga jornada de trabajo.
BIBLIOGRAFÍA - W. Bernt, The Netherlandish Painters of the Seventeenth Century, Phaidon, 1970, Vol I, pág 50, plate 483 y 484. - A. Bredius, Oud Holland, XLIX, 1932, pág. 288. - T. P. Wortel, Oud Holland, LX, 1943-45, págs. 44-59 y 128-143. - Catálogo All the paintings of the Rijkmuseum in Amsterdam, pág 262. - E. Benezit, Dictionnaire des peintres, sculpteurs, dessinateurs et graveurs, Vol. 4, págs. 921 y 922. PROCEDENCIA Colección privada, Londres MUSEOS Existen obras de Claes Dirck van der Heck en las colecciones de museos de las siguientes ciudades entre otras: Alkmaar- Stedelijk Museum, Archivo Regional de Alkmaar, Ámsterdam- Rijksmuseum, Dublín- National Gallery, Groningen- Groninger Museum, Laren- Singer Museum, Manchester- Manchester City Art Gallery, Montpelier- Musée Fabre, Utrecht- Rijksmuseum Het Catharijneconvent, Zierikzee- Gemeentemuseum.