Tracy Bloom NADIE HACE EL AMOR LOS MARTES. Traducción del inglés de Isabel de Miquel. La efera de los libros

Transcripción

1 Tracy Bloom NADIE HACE EL AMOR LOS MARTES Traducción del inglés de Isabel de Miquel

2 Capítulo 1 Están las que eligen al hombre que será el padre de su hijo, y las que no. Están las que se pasan años cribando el inmenso pajar de la población masculina y las que un día caen en una trampa. Katy nunca se había visto a sí misma como de las que caen en trampas. Desde luego, no se imaginaba que a los treinta y seis años estaría embarazada, soltera y con un novio ocho años más joven. Un novio que ahora se encontraba junto a ella, vestido de futbolista, para acompañarla al curso de preparación al parto. Tenía náuseas, pero lo achacó a los nervios de la clase y al hecho de que Ben, que venía directamente del colegio donde daba clase de Educación Física, apestaba a zapatillas deportivas, a chicos sudorosos y a puré de patatas. De todas formas, seguro que su novio encontraría la manera de disipar sus miedos con sabias palabras. Me ha dicho un tipo del trabajo que en estas clases 9

3 te pasas dos horas hablando de tetas y de chichis. En serio sirve de algo? Katy se quedó mirándole. Exhaló un hondo suspiro, puso la primera y arrancó. Por favor, no digas eso. Ben estaba toqueteando todos los botones, interruptores y diales del tablero del coche. Que no diga qué? Katy chasqueó los dedos. Chichis. Es mejor que otros términos dijo Ben. Podría decir... No, no digas nada más le interrumpió Katy. Sabes que a mi abuela no le gustaría esa palabra. Por qué lo dices? Vendrá tu abuela con nosotros? Ben abrió la guantera y echó un vistazo dentro. Kate se estaba impacientando. Porque mi abuela se llama Chichi, ya te lo dije. Ben le dirigió una mirada de admiración. No me lo habías dicho. Es el tipo de información que hace que la vida valga la pena. No lo habría olvidado. En serio? Kate dudaba si continuar la conversación, pero comprendió que a su novio le alegraría el día. Entonces, no te he dicho nunca cómo se apellida mi abuela? Ben se quedó un momento pensativo. De repente empezó a dar botes de entusiasmo en el asiento. Vagina! Tiene que ser vagina. Dime que se apellida vagina y seré feliz para siempre. Su apellido es Fogoso. No pudo evitar una nota de triunfo en su voz. 10

4 Ben miraba a Katy con la boca abierta, totalmente estupefacto. Me tomas el pelo. No me digas que sus padres la llamaban Chichi con un apellido como Fogoso. Es de locos. No seas tonto. Fogoso es su apellido de casada. No se llamaba así. La llamaban Chichi y se casó con el señor Fogoso? Se quedó un rato callado. Luego declaró en tono solemne : Tu abuela era un genio de la comedia. La conversación se interrumpió aquí, porque Ben estuvo enganchado al móvil durante el resto del trayecto. Tenía que contarles a sus amigos, por escrito o de viva voz, la historia más divertida sobre nombres que había oído en su vida. Y seguía pegado al móvil cuando Katy se preparó para salir del coche: colocó con cuidado la voluminosa tripa en la dirección de salida, confiando en que arrastraría al resto. La amplia túnica rosa de algodón y poliéster se agitaba en todas direcciones sobre su cuerpo lleno de protuberancias. Se dijo que ojalá tuviera el aspecto de una embarazada que controla la situación, pero entonces recordó que era la falta de control la que la había llevado hasta aquí y volvió a experimentar un ahogo que ya le resultaba familiar. Se volvió hacia Ben en busca de apoyo y reparó por primera vez en sus rodillas cubiertas de barro. Tus rodillas! Señaló la ofensiva capa de tierra proveniente del campo de fútbol. Ben simuló sentirse ofendido. No querrás que vuelva a pedirte en matrimonio! 11

5 Katy movió la cabeza con gesto desalentado, inspiró hondo y siguió andando. Siempre había creído que empuñaba las riendas de su vida. Había ido cumpliendo con todos los requisitos: universidad, licenciatura y compra de casa. Se había saltado el paso de la boda, cierto, pero por propia decisión. Su primer amor resultó una experiencia tan traumática que nunca recuperó plenamente la capacidad de amar. Desde entonces, al menor parpadeo del haz amoroso, Katy atisbaba el futuro desengaño, y esto le permitía adelantarse a los acontecimientos con una ruptura clara y definitiva. Esta táctica le había evitado el dolor y la humillación que sufrían sus amigas, a las que había visto estamparse una y otra vez contra el suelo. Ya no sabía cuántas veces les había oído asegurar que habían encontrado el amor verdadero. Katy las escuchaba siempre con la tristeza de saber que dos semanas más tarde volverían a llamar a su puerta y le explicarían entre sollozos que su príncipe azul se había ido en busca de otra princesa; una historia tan triste como predecible. Y mientras Katy abría una botella de vino ellas abrirían su corazón. Inevitablemente, esa noche acabarían borrachas en el salón, cantando y bailando al son de una música facilona. Luego habría un momento de intenso sentimiento en que le asegurarían a Katy que era la mejor amiga del mundo, y al filo de la madrugada una de ellas se asomaría al balcón a vomitar. A Katy le sorprendía que sus amigas no comprendieran que, si le entregas el corazón a un hombre, este lo desechará como un juguete viejo en cuanto aparezcan otras faldas. 12