Eres la mejor, Gisel!. Es mentira. Lo que dicen es mentira. Solo soy una vanidosa que lo que quiere es ser el centro de atención. Bueno, creo que he

Transcripción

1 Eres la mejor, Gisel!. Es mentira. Lo que dicen es mentira. Solo soy una vanidosa que lo que quiere es ser el centro de atención. Bueno, creo que he empezado un poco mal. Otra vez. Yo los estudios los tomaba como un cuento donde podía ser la protagonista. Siempre estudiaba hasta muy tarde para ser la número uno de los exámenes. He sido así desde los seis años. Primero, fue tocar la flauta muy bien. Desde entonces siempre actué, como si tuviera una máscara en la cara para disimular y crear un personaje casi perfecto. Todo fue muy bien, hasta que llegó alguien que me hizo que abriera los ojos. Era invierno. El paisaje parecía que lo hubieran cubierto de nata y cada vez que miraba me entraba mucha hambre, pero yo solía contenerlo muy bien. Todos los de la clase me rodeaban y explicaban que no le salían un problema de matemáticas y yo les ayudaba, claro. Cuando entró la profesora todos se callaron y fueron a su sitio. Después, ella nos presentó a un alumno nuevo que se llamaba Jorge. Era muy alto y parecía que era el príncipe del cuento. Tenía los ojos y el pelo negro y era muy deportista. Durante la clase se me cayó el alma al suelo ya que me vino un nuevo rival. Jorge, que era perfecto, no paraba de responder todas las preguntas, pero lo peor era que lo hacía todo bien sin mayor esfuerzo. Poco a poco mi vanidad fue creciendo hasta que creí que lo único que quería Jorge era ser el número uno y superarme, pero me estaba subestimando. Me hice amiga de Jorge pero lo que intentaba era descubrir sus malévolos planes para destronarme de mi número uno. Era muy amable conmigo y se preocupaba mucho. Yo sólo le mentía diciendo que me gustaba la música clásica y leer literatura, como por ejemplo Romeo y Julieta. Hubo una semana llena de exámenes, ya que acababa el primer crédito. Yo los aprobaba pero lo que no me gustaba era que en el puesto del número uno estaba Jorge y yo en el segundo puesto. Qué rabia! En el último día de examen me alegre un montón porque saqué el primer puesto dicién Por qué Jorge no se entristeció al ver que estaba en el segundo puesto? Le subestimé. Creí que lo que quería era ser el mejor del mundo pero él no era ese tipo de personas. Aunque podía sacar la mejor nota comprendí que él no perseguía eso. Su voluntad era: aprender para saber, para conocer y porque era su deber. El último día del primer crédito, después de las clases, Jorge me invitó a ir a la biblioteca para estudiar. Yo acepté, pero la verdad no sabía por qué. Durante el camino me dijo que era hijo adoptivo. Su actual padre era el hermano de su

2 verdadero padre. Éste siempre le pegaba hasta que un día lo abandonó. Su madre no estaba ya que murió cuando nació él. Después fue adoptado por el hermano de su padre y siempre le cuidaron muy bien. Él quería devolverles el favor que le hicieron y para agradecérselo intentaba sacar buenas notas. Un día me dijo: La educación no es un cuento, es un derecho. Me extrañe bastante y le pregunté que qué quería decir con eso. Me que yo tomaba los estudios como un cuento y que no me preocupaba mi futuro, que no pensaba en lo importantes que eran. Tras éste accidente fui expresándome con mi verdadera forma de ser en la clase. Alguna gente se extrañó bastante pero no les importó. También estuve estudiando bastante pero sin pasarme y esta vez dejé de fantasear ingenuamente con mis notas. Quiero agradecer a Jorge que me hablara con el corazón. Anyue Zheng, 2º de la ESO DEL INFIERNO AL PARAISO Recuerdo aquel día como si hubiera sido ayer. Estaba paseando por el prado cuando me sobresalté viendo a una niña llorando. Era pelirroja, con ojos verdes, con un cuerpo frágil y pequeño, ya que solo tenía nueve años. Era Isabel. Vivía en Philadelphia, a las afueras, vivía sola en un barrio marginal y con pocas posibilidades, era huérfana y todo el mundo se reía de ella. Un día, Isabel decidió que quería estudiar en una escuela, para poder llegar a trabajar de algo que le pudiera interesar. Así, Isabel fue al ayuntamiento del barrio, a pedir permiso al alcalde de aquella zona, para poder estudiar. Al principio, el alcalde quedó desconcertado por la iniciativa, no le gustó y no sabía qué hacer con la niña, pero, se sorprendió mucho cuando la muchacha le dijo que había aprendido a leer por si sola. Eso hizo que los servicios sociales de aquel lugar se encargaran de buscar una escuela, a la que la niña tenía absoluto derecho de asistir, aunque nadie hasta entonces se hubiera preocupado por ella, así como por algunas personas como ella que vivían de forma marginal cerca de su humilde casa. La niña estaba en su casa, preparando su escasa cena, que era un pedazo de pan con manteca. Estaba hambrienta. Hacía días que no comía. Se lo estaba comiendo con ansia, pero degustándolo a miguitas, con una quietud absoluta y pensando, imaginando cómo sería su nueva escuela. La primera semana no tuvo mucha suerte en la escuela todo le resultaba frío, nadie se le acercaba, nadie la ayudaba, pero cuando pasaron dos o tres semanas, se adaptó, tal como había hecho desde que se quedó sola en casa, después de la separación de sus padres y el posterior abandono. Aunque

3 estudiaba en una escuela de mujeres adultas, nadie notó que era tan niña, pues Isabel había madurado muy deprisa. Siguió estudiando hasta cumplir los dieciocho años, y después consiguió ir a una universidad, a los veinte años. Estudió la carrera de medicina y se sacó el título de doctora y allí mismo encontró a Dree, de orígen filipino. Diez años más tarde, Isabel Martínez era doctora infantil y Dree era ortodontista. Tuvieron una hija y la llamaron Nevaeh, a la inversa de Heaven que significa Paraíso. Un final feliz para aquella pequeña Isabel que había sufrido un infierno. Nada detuvo a aquella pequeña que creía en la educación. Mireia Castillo Moreno 2 de la ESO AMINA: LA HIJA DEL TALIBÁN Había una vez una niña llamada Amina, hija del talibán Abdurrashid, de tan solo 6 años, que vivía en Afganistán concretamente en Kabul la capital. Esta tenía 2 hermanos llamados Ahmed de 10 años y Younes de 14. Ella siempre se preguntaba por qué sus hermanos iban a la escuela, por qué tenían una maleta repleta de libros y material escolar y ella no. Un día se acercó a su hermano mayor Younes y le preguntó que como era la escuela, él le dijo que era muy aburrida y que ella tenía mucha suerte de ser mujer. Amina le pregunto a su hermano Younes: - Por qué papá no me deja ir a la escuela? y el contestó- - Porque eres una mujer! Amina estuvo pensando en esta frase una y otra vez imaginándose que lo que le había dicho su hermano era mentira. Como una mujer no iba a poder ir a la escuela? Su madre, Yasmine, le confesó que ella a escondidas leía un libro de recetas de cocina que heredó de su madre y que si no se lo decía a nadie, la enseñaría a leer y escribir, sin necesidad de ir a la escuela. Cada día Amina y su madre, mientras los hombres estaban fuera y ellas preparaban la comida, aprendía algo nuevo. Un día entró a la habitación de sus hermanos y se encontró un libro titulado: 20 Cuentos para soñar en una tarde aburrida, lo cogió sin que nadie la viera y se lo llevó a su habitación, empezó a leer y leer y se le pasaron las horas, desde ese momento Amina empezó a darse cuenta de su gran pasión por la literatura. Un día se acercó a su padre Abdurrashid y le pregunto:

4 - Papá por qué yo no puedo ir a la escuela sólo por ser una niña? y él le contestó- - Tu misma lo has dicho, eres una mujer como tu madre y todas las demàs, sólo nosotros los hombres tenemos derecho a estudiar y a trabajar! Lo que debes aprender es a cocinar, mantener la casa y cuidar de tus hijos y de tu marido cuando los tengas. Fueron pasando los años y Amina cumplió los 16 años. Cada día esperaba con ganas a Asifa, la mejor amiga de su madre, porque le explicaba historias que había leído en distintos libros. Historias de mujeres afganas que habían sido bastante famosas en el mundo literario Un día su padre la descubrió leyendo el prospecto de una medicina que él tomaba para el corazón, sin mediar palabra le soltó una cachetada y le pidió explicaciones de lo que estaba haciendo, Amina empezó a llorar y le dijo a su padre que sólo estaba ojeando los colores y las formas de las letras ya que ella no sabía leer ni escribir porque no la había dejado ir a la escuela. Abdurrashid, esa misma noche, habló con su mujer y prohibió rotundamente que Asifa pusiera los pies en esa casa, porque no era una buena influencia para su hija. Diez años después Amina cumplía los 26 años, estaba ya casada con un professor de literatura y tenía dos hijas. Afortunadamente la situación del país había cambiado y sus hijas Tahira y Wafa, iban a la escuela. Mientras... Amina escribía cuentos infantiles para tardes aburridas, de los cuales el primer ejemplar siempre era para su querida madre. Selma Chahoub Aguilar. 2º de la ESO MI ABUELA Mi abuela era una niña que deseaba mucho llenarse de conocimientos como quien desea de pequeño incharse de dulces, y siempre decía que de mayor quería ser una buena profesora. La mejor. Muchos niños se burlaban de ella porque en aquella época, la gente pobre no pensaba así, el objetivo de sus vidas era tener algo de tierra, aunque fuera un trocito pequeño, y vivir en el pueblo y trabajar para tener riquezas, las suficientes para vivr, al menos. Les daba igual estudiar mientras tuvieran aquello a lo que estaban acostumbrados.

5 Todo iba bien. Hasta que su madre murió en un parto, cuando mi abuela tenía tan solo 11 años. Entonces todos sus hermanos fueron repartidos entre los familiares, porque su padre trabajaba de encargado de obras públicas con un pequeño sueldo y sin tiempo para atender a sus hijos. Mi abuela a esa escasa edad, tuvo que dejar de ir al colegio, algo que le dolió bastante. Fue entonces cuando estalló la guerra civil en España. En esos momentos, desgraciadamente, de lo único que mi abuela podía preucuparse era de sobrevivir, es decir, de comer. Pero a mi abuela le seguía mucho gustando adquirir conocimientos, conocer todo aquello que pudiera, así que por su cuenta fue aprendiendo a escribir y a leer y con la lectura fue aprendiendo más y más cosas. En cierto modo, toda aquella gente que creía que lo que hacía mi abuela no le serviría de nada en la vida, estaba equivocada. A muchas de aquellas personas les podían timar muy fácilmente, les podían engañar, sin embargo a mi abuela, nadie, nadie, la timaba, conseguía salir de difíciles situaciones, podía leer las cartas y solucionar problemas a muchos de sus vecinos, etc... La guerra civil acabó, mi abuela pese a todo había salido adelante, y no gracias a su fuerza ni a su riqueza, sino a su saberes y conocimientos. Ahora tiene 88, y tiene muchísima memoria con la que recuerda todas las peripecias por las que ha tenido que pasar y con cuanta sagacidad ha salido de ellas. Lo único de lamenta es aquella crueldad por la que tuvo que pasar su madre y el dolor de la guerra que todos sufrieron, y que la dejó a ella sin poder cumplir su sueño educativo. Y yo ahora lucho por tener estudios, carrera, para que jamás me tomen el pelo, para salir adelante lo mejor que pueda, pero sobre todo para que mi abuela, se sienta orgullosa de que su nieta ha logrado lo que ella siempre quiso hacer. Marina Martínez Matencio. 1º de la ESO SOMNIS A L ÀFRICA L Eduard és un professor que porta molts anys d ensenyament en les millors universitats. Ell es preguntava sovint si ja havia après tot el que es pot saber o encara li quedaven moltes més coses per aprendre.

6 Un dia, l Eduard va parlar amb els pares d'un alumne que treia excel lents notes, era un alumne que feia poc temps que havia vingut de Líbia. En aquella petita xerrada sobre el futur de l'alumne, l Eduard va observar que hi havia un nen petit que era el germà petit del seu alumne. Aquell nen no parava de tafanejar els llibres del seu despatx, tot i així passava les pàgines molt ràpid. L Eduard va pensar que no li interessava cap llibre, i mira que hi havia llibres de tots els gèneres, allò era com una enorme biblioteca. Però l Eduard estava ben equivocat. A aquell nen no semblava que li passés això perquè amb cada llibre que obria... cada vegada semblava estar més content. També va pensar que els llegia massa ràpid per a la seva edat o que potser només li interessava els dibuixos que contenien. Quan va acabar la seva xerrada, mentre els pares es posaven els abrics, l Eduard va veure que en les mans tènia un llibre en especial que parlava sobre l Àfrica i amb una veu suau li va preguntar: -Per què passes les pàgines tan de pressa? -Perquè no se llegir. Va contestar. I li va explicar que allà on ell vivia, només treballava perquè la seva família pogués menjar. L Eduard li va dirigir un dolç somriure i li va dir: Si tant t'agrada no veig inconvenient que t'ho puguis quedar fins que aprenguis a llegir, només quan t'ho hagis llegit m'ho podràs tornar i comptar-me si t ha agradat. El noi se n va anar molt content a casa desitjant llegir-se el llibre. L Eduard va comprendre que l educació potser no es podia interpretar a tot arreu igual, que n hi havia en altres països, on per desgràcia afectava molt la pobresa, la manca de temps o bé de disciplina o diferents necessitats a l hora d estudiar.. Després de la seva jubilació, l Eduard va viatjar per diferents països i col laborar amb moltes ONG per veure en quines situacions es trobaven. El primer lloc que va visitar era un petit poble, d un país pobre qualsevol a l'àfrica, on va veure un nen amb les mateixes ganes d'aprendre a llegir que el nen petit del despatx. S hi va quedar uns quants anys ensenyant als pocs nens i nenes que hi havia al poble les coses més bàsiques: còm llegir o escriure, i amb pocs recursos. L'últim dia de la seva estada al poble, va demanar als seus alumnes escriure en una frase què volien ser de grans. Volien ser pilots d avió, cantants, pastissers, metges, arquitectes, perruquers, futbolistes... i fins i tot professors com ell. Abans d'anar-se n va dir als alumnes que mai perdessin l'esperança i que s'esforcessin al màxim en tot el que poguessin que els ajudes a fer-se persones.

7 Després de fer tot el possible per a molts nens que no tenen una educació fonamental i com que era massa vell, l Eduard va morir, però va morir molt content sabent que havia ajudat a molts nens i nenes, i especialment recordava a aquells que tenien menys oportunitats. Uns anys després, en el despatx de l Eduard hi havia algú ocupant la seva cadira de l'escriptori, observant que als prestatges,entre els llibres ordenats alfabèticament faltava un llibre de la lletra A. Aquesta persona va col locar el llibre al seu lloc, era el nen petit que es va quedar el llibre d Àfrica, amb el qual, sortosament, va aprendre a llegir i va aconseguir ser professor. Maria Suárez Nicolás. 4rt. de la ESO LA PEQUEÑA AINA Aina, con siete años de edad, decía que quería estudiar porque quería tener un trabajo digno en el futuro. Pero por más que insistiera en el colegio sólo dejaban entrar a niños porque no tenían más plazas y eran primero los niños que las niñas a la hora de estudiar, así que a ella la echaban siempre que entraba al colegio. Aina lo intentó de todas las maneras, pero no consiguió nada; después de haberlo estado intentando durante todo un mes, y a pesar de ser rechazada, lo siguió intentando una y otra vez. Un día uno de los alumnos de aquel colegio, al ver las ganas que Aina tenía por estudiar, se acercó a ella y le dijo que si ella quería él le podría dar clases después del colegio, él cogería los apuntes y por la tarde se los daría a ella y se los explicaría. Cuando hubo pasado un año, ella fue al colegio para enseñarles a los profesores todo lo que había adelantado durante aquel año. Al ver que Aina sabía más cosas que algunos de los alumnos de la clase la admitieron y al final consiguió un buen trabajo y con él ayudó a su familia a salir adelante. Alex Carmona. 2º de la ESO

8 LA EDUCACIÓN PUEDE HACERNOS FELICES, ESTO NO ES UN CUENTO Yo vengo de una familia pobre, casi sin recursos, cuando empecé a ir al colegio, yo era una de esas alumnas que se esfuerzan en los estudios aunque mis padres no me lo exigían, me gustaban los estudios y sacaba buenas notas, sobre todo en matemáticas y ciencias de la naturaleza. Pero por razones económicas no pude acabar los estudios y tuve que empezar a trabajar. Trabajaba de mujer de la limpieza en una casa de unas personas muy ricas, pero aun así no me pagaban más que unas seiscientas pesetas de nada, por estar trabajando cada mes como una esclava y cumplir los caprichos de esa familia de malcriados. Pero lo que realmente quería era poder estudiar y sacarme la universidad, así que empecé a ahorrar para poder sacarme los estudios. Siempre había deseado ser cirujana, me parecía un sueño, pero nunca tuve la oportunidad de poder acabar el colegio. A los veinticinco años, fui a una escuela de mayores para poder sacarme el graduado escolar, después el bachillerato y después empezar la universidad. La escuela me supuso una gran dificultad por llevar tantos años sin estudiar, pero pude terminarlo con buenos resultados. Al poco de acabar el colegio de mayores reuní el valor (y el dinero) de presentarme a la universidad, donde me especialicé en medicina. Allí pude conocer, como si se tratara de algo fantástico: la anatomía humana. Muchísimas cosas, que jamás me hubiera imaginado del cuerpo humano. Me especialicé en cirugía y fui una de las mejores cirujanas de la promoción pero ha pasado mucho tiempo y ahora ya estoy jubilada. Mientras fui pobre no pude salir de casa y vivía de alquiler en una casa del tres al cuarto y era sumamente infeliz, mis deseos chocaban con la dura realidad. Pero en el hospital, trabajando, disfruté mucho con un trabajo que me completaba como mujer y como persona, encontré al amor de mi vida, tuve dos hijos con él y estoy muy feliz de haber logrado mis sueños. Albert Avellaneda, 2º de la ESO

9 LA VIDA RECOMPENSA UNOS AÑOS DE ESFUERZO Desde la guardería, tenía un buen amigo que me duro hasta la secundaria. En esa época de mi vida me lo he pasado bien con él, hasta que llegó el instituto. Todo cambió cuando entramos en el instituto; desde entonces... ya no era el mismo. Cuando íbamos a primaria, siempre estábamos juntos, las notas? Pues sobresaliente en todas las asignaturas. En sexto curso, el último día, los gamberros de mi clase se agruparon con mi amigo, proponiéndole que se fumara un cigarrillo con ellos. Él estaba en contra del tabaco pero como estaba nervioso, se lo fumó para tranquilizarse. Justo en ese momento cambió su vida. En el instituto, cuando fuimos a conocerlo y más tarde al empezar las clases, él no me dirigió la palabra, yo sólo le saludé para romper el hielo, también le pregunté cómo le habían ido las vacaciones. Él, mirándome de arriba a abajo pasó de mí. Los nuevos alumnos de mi clase no eran plato de mi gusto, pero para mi amigo eran sus colegas de toda la vida, cosa que a mí me dejó perplejo. Antes de entrar se fumaron dos o tres cigarrillos, yo tuve que hacer amistad con otros nuevos alumnos, hablaba con algunos de mi clase para no notar su vacío. El primer día tocó matemáticas. El profesor se presentó y nos hizo un examen para ver en qué nos equivocábamos y en qué no. Mi amigo entregó el examen en blanco. Yo me quedé parado cuando pasó por mi lado y vi que no tenía nada escrito, solo su nombre: Miguel Martínez López. El profesor me llamó para felicitarme, todas las preguntas las respondí bien, y me dijo que ese curso, las matemáticas, no me resultarían complicadas, ya que lo único nuevo que aprenderíamos serían las ecuaciones, pues todo lo demás era un repaso, más avanzado, pero la esencia era la misma. -Arón, estoy impresionado por tu nivel en matemáticas, este curso te irá bien, buen trabajo, Arón. Yo me quedé tranquilo pero no demasiado, pues mi amigo Miguel me empezaba a preocupar. Pasaron días, semanas y el primer trimestre, hasta llegar a la evaluación final, todo evolucionó como al principio. Nos entregaron a todos las notas del curso. Mis notas eran muy buenas, en cambio Miguel las tenía todas suspendidas. Cuando le pregunté por qué no había aprobado ninguna, él me contestó. -Yo no hablo con empollones.

10 Esa frase me dejó destrozado, pero yo sabía que él estaba más destrozado, por dentro y por fuera. Pasaron los años. Cada curso que avanzamos él era aún mas garrulo, chuleta y prepotente. Cuando llegamos a tercero, a Miguel lo echaron del instituto por contestar a un profe, insultarle y amenazarle con una navaja que se había acostumbrado a llevar encima. Desde entonces no lo volví a ver. Me dijeron que el día que fue expulsado, había probado la maría. Pensé muy tristemente que su vida se había roto, se acabaron aquellos sueños que proyectábamos sobre lo que seríamos de mayores, al menos para él. Yo me saqué la secundaria con sobresaliente y con mucho esfuerzo. Los profesores, los buenos alumnos y mis amigos y familiares me felicitaban. Llegué a bachillerato, estuve estudiando en ciencias y tecnología. Superé el bachillerato y la selectividad con muy buena nota. Me admitieron en la universidad que yo quería, y me dieron una beca para ir a esa universidad. Allí estuve estudiando medicina. Me gradué en diversas ramas de la medicina: médico de medicina general y cirujano. Ahora tengo 27 años, tengo novia y tememos casarnos algún día. Conseguí trabajo en un hospital privado y tengo mi propia consulta. Gracias a los estudios, conseguí el trabajo con el que siempre había soñado. El día 3 de Abril del 2017, me desperté a las 8:15 de la mañana, me vestí, desayuné, me despedí de mi novia (por cierto, ella vivía conmigo), y me fui a trabajar al hospital para empezar mi jornada laboral. Acabé el trabajo y me dirigía a casa cuando encontré a Miguel tirado en el suelo. Al principio creí que era otra persona, pero esa persona se levantó y saco su D.N.I. Me lo mostró pidiéndome ayuda. Vi que en el D.N.I ponía que aquella persona se llamaba Miguel Martínez López. Lo primero que me vino a la cabeza fueron aquellos recuerdos de cuando eramos niños y éramos felices juntos. Sin pensármelo le dije que viniera conmigo. Lo llevé a casa y le ofrecí un café y algo de comida, me preguntó que si podía saber quién era ángel de la guarda, le dije mi nombre, Arón Gustavo García, se quedó parado, no acabó de beberse el café, y preguntó: - Eres el mismo Arón que fue mi amigo? -El mismo, Miguel. En ese instante Miguel se echó a llorar, dijo que lo sentía mucho por haberme tratado tan mal y que su vida era una mierda, que había abusado de la droga, que no tenía trabajo y que su novia lo abandonó. Entonces le dije: -Si me prometes empezar de cero, te pagaré una desintoxicación e irás al centro de reeducación para adultos para rehacer tu vida. Lo prometes? -Por supuesto, me has dado otra oportunidad, te juro no malgastarla, Arón.

11 Hoy, 17 de Noviembre de 2024, Miguel sale del trabajo y se reune con su esposa y una hija llamada Ainoa, yo me casé el año pasado pero aún no tenemos ningún hijo; después de comer Miguel, con su esposa y su hija han venido de visita. Joel Guevara Maldonado. 1º de la ESO ROSALÍA LUCHÓ POR SU DERECHO Os voy a contar la historia de mi madre, una mujer que luchó para conseguir una buena educación y unos buenos estudios. Apenas tenía catorce años cuando terminó la EGB y era la hora de decidir si continuaba sus estudios o se ponía a trabajar. El sueño de mi madre era ser bióloga, estudiar la naturaleza y todo lo que le rodea. Para ello debía seguir estudiando, así que fue a hablar con sus padres. Apenas llegó a casa con el papel que le autorizaba a seguir en el colegio, su madre le hizo sentarse en una silla para hablar con ella. -Rosalía, ya has acabado la EGB - Sí! Aquí tengo el papel para que me autorices a seguir estudiando. -Ya... Pero ya sabes que tu padre trabaja como puede y tu hermano nos ayuda con el dinero que gana en su trabajo, pero, aun así sería conveniente que empezaras a trabajar y a ayudarme en las faenas de la casa. - Pero mamá, a mi hermano le disteis a elegir, yo también tengo derecho! -Pero tú eres una mujer y podrías trabajar por la mañana y ayudarme a mí por la tarde. Así que no se hable más! Rosalía se quedó sin palabras. Por la tarde su madre le dijo que ya había encontrado trabajo para ella: planchar ropa en una fábrica. Rosalía se pasó todo un año planchando en la fábrica para ayudar a su familia. Con un poco de dinero extra que ganó trabajando, se compró un libro de ciencias naturales. Todas las tardes se lo leía en su habitación. El hermano pequeño de la familia, Alfredo, no quería estudiar, pero por ser hombre insistían para que lo hiciera, sin darse cuenta de que el niño no tenía ni el más mínimo interés por los estudios. Cuando los padres de Rosalía vieron que tenía tantos libros de ciencias contrataron a un profesor particular para la niña. Rosalía pudo estudiar y así cumplir su sueño, ser bióloga. Rocío Zamora 2 de la ESO