DIRECCIÓN GENERAL DE OPERACIÓN DE SERVICIOS EDUCATIVOS ADMINISTRACIÓN FEDERAL DE SERVICIOS EDUCATIVOS EN EL D.F

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1 ADMINISTRACIÓN FEDERAL DE SERVICIOS EDUCATIVOS EN EL D.F DIRECCIÓN GENERAL DE OPERACIÓN DE SERVICIOS EDUCATIVOS SUBDIRECCIÓN DE EDUCACIÓN BÁSICA PARA ADULTOS

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3 Directorio Alonso Lujambio Irazábal Secretario de Educación Pública Luis Ignacio Sánchez Gómez Administrador Federal de Servicios Educativos en el D.F. Antonio Ávila Díaz Director General de Operación de Servicios Educativos Raúl A. Cornejo López Subdirector de Educación Básica para Adultos

4 ÍNDICE Presentación Jurado Alfabetización La histroria de mi vida A pesar de todo soy un hombre de bien De diablos y peluches Mis recuerdos La peor maestra del mundo Historia de vida Al fin conocí la felicidad Golpe tras golpe La casa de bambú Nunca es tarde para estudiar Poesía Hojarasca En cautiva soledad Caras Cuento De locos, tontos e indeferentes Todo es posible Carlitos y la semilla de frijol La cocinera Mi mejor enemiga Bibliópolis

5 Bibliópolis El Universo de lo Literario Sexto Concurso Expresión Literaria 2011 En uno de los textos breves de su libro Movimiento perpetuo, que se titula Dejar de ser mono, Augusto Monterroso, cuatro siglos después de que Fray Bartolomé de las Casas propusiera la risa como demostración de la existencia del alma, juega con la idea de que sea la capacidad escrituraria de los habitantes de Hispanoamérica la que pueda verse como prueba definitiva de nuestra humanidad 1. Más allá de las connotaciones cómico-políticas de la invención de Monterroso, no cabe duda de que dicho argumento podría ser de gran peso en una discusión imaginaria sobre las características distintivas de lo humano. Si bien la creación y el grado de complejidad de las lenguas habladas han ocupado siempre un lugar preponderante en nuestra idea de la humanidad, es la posibilidad de dar a esas lenguas el carácter perdurable de la escritura, la que permite extender la discusión al concepto de cultura y entender, entonces, el papel que la acumulación de saberes (prácticos, tradiciones, de historia y de mitología, etc.) tuvo en el desarrollo de las principales civilizaciones del mundo antiguo, así como el que todavía tiene en el sorprendente avance tecnológico de nuestros días. 1 Augusto Monterroso, Dejar de ser mono en Movimiento perpetuo, Ed. Era, México, 1991, pág Aristóteles, La poética, trad. Salvador Mas, Ed. Biblioteca nueva/colofón, México, 2001, libro 9, pág. 85. La escritura, además de memoria de lo ocurrido, a lo largo de los siglos ha sido también memoria de lo imaginado, y de lo sentido. A diferencia de Platón, quien en La República acusa a los poetas de contar mentiras, Aristóteles en su Poética distingue dos modalidades de la escritura, a partir de los distintos tipos de relación con lo que cada una relata: El historiador y el poeta no difieren porque uno utilice la prosa y otro el verso ( ) la diferencia entre ambos reside en que uno dice lo que ha acontecido, y el otro lo que podría acontecer. Por eso la poesía es más filosófica y mejor que la historia, pues la poesía dice lo más universal, mientras que la historia es sobre lo particular 2. La escritura creativa puede verse, entonces, como un espacio de idealización; es decir, como un lugar que desafía Bibliópolis 5

6 las imperfecciones de la realidad y ofrece la posibilidad de conocer o de crear universos mejores o más interesantes. Este comentario sobre las posibilidades de reelaboración del lenguaje escrito se suma a muchos otros que, en la cultura occidental, llevaron al reconocimiento del carácter ficcional de la escritura creativa y a su validación como forma artística. Alrededor del año 1200, por ejemplo, John of Garland, conocido después en Castilla como Juan el Inglés, propone una división de las historias narradas y cantadas por los juglares, en dos tipos principales: res gesta (relatos con sustento histórico) y res ficta (relatos de hazañas y hechos imaginarios). Al proponer esta distinción, lo que John of Garland hace es poner de manifiesto el peso que lo imaginado tiene en el desarrollo de la humanidad. Años después, en su ensayo El creador literario y el fantaseo, Sigmund Freud establece la capacidad de fantasear como una característica común a todos los seres humanos, y que forma parte de un proceso de generación de expectativas. Según Freud, el creador literario capitaliza esta capacidad para poder dar forma a su creación artística; de lo que podría desprenderse que, la literatura no es sino una extensión de nuestra capacidad innata de soñar y desear 3. Una gran parte de la importancia de lo literario radica en que, a través del tiempo y del mismo modo que otras disciplinas artísticas, la literatura se ha convertido en repositorio de la vida interior de la humanidad, en donde las emociones y las sensaciones pueden explorarse con el detenimiento necesario como para establecer una comprensión honda del sentir del otro. En este ámbito es donde la escritura alcanza su mayor complejidad y, por supuesto, donde se explotan al máximo sus capacidades expresivas. Al intentar describir sentimientos como la ira, el miedo o la felicidad, el escritor se adentra en 3 Si el poeta juega sus juegos ante nosotros como su público, o nos refiere lo que nos inclinamos a declarar sus personales sueños diurnos, sentimos un elevado placer, que probablemente tenga tributarios de varias fuentes. Cómo lo consigue?, he ahí su más genuino secreto. En la técnica, que sin duda tiene que ver con las barreras que se levantan entre cada yo singular y los otros, reside la auténtica ars poetica. Sigmund Freud, El creador literario y el fantaseo en Obras completas, T. IX, trad. José L. Etcheverry, Ed. Amorrortu, Argentina, 1996, pág Bibliópolis

7 Sexto Concurso Expresión Literaria 2011 el reino de lo inefable, de lo que no puede ser dicho, porque la tristeza, el amor o la rabia se viven de manera distinta de persona a persona y de acuerdo con el momento específico de la vida de cada una de ellas. Con este sustento emotivo, y al tratar de evocar lo que no existe, se crean para nosotros seres entrañables, a los que podemos llegar a sentir tan próximos como a la gente de carne y hueso con la que convivimos diariamente. Cada uno de estos personajes tiene, en la obra a la que pertenece, un mundo hecho a la medida de sus aventuras, o desventuras. Incluso el más breve relato o poema o sketch teatral abre las puertas a un mundo posible; de tal modo que si leemos: desnudo de mujer, senos que no están ciegos y conocen las aves, hombros y espalda donde la luz del sol parece estar pensando, vientre cruzado por una secuencia de fugaz infinito... 4 Podemos entrar en el espacio y el tiempo del poema y sentir el amor, el deseo, el momento exaltado de la contemplación amorosa, la presencia de quien contempla y de quien es contemplada. Nada de eso está presente frente a nosotros en la realidad y, sin embargo, y a través de nuestra propia experiencia con las emociones, podemos percibirlo. Cuando esto sucede es que hemos tenido un atisbo del mundo del poema, de uno entre millones de mundos posibles; a los que tenemos acceso gracias a la escritura, y que conforman lo que puede llamarse: El Universo de lo Literario. 4 José Carlos Becerra, Paisaje en desnudo en El otoño recorre las islas, Ed. Era, México, 1985, pág. 52. Si bien es cierto que, en un primer momento, la palabra universo puede sonar exagerada para algunos lectores, sólo basta reflexionar por un instante para darse cuenta que lo escrito por la humanidad no conoce límites, ni internos ni externos; que la Internet, con todo y su asombrosa capacidad de recoger y desplegar información, no contiene sino una ínfima parte de todos los textos literarios que existen; que muchos de los textos que existen hoy, sólo serán recopilados y reconocidos en el futuro (tal y como ha pasado con importantes autores del pasado); que Bibliópolis 7

8 una sola novela puede mostrarnos cientos de personajes y contarnos docenas de historias en el transcurso de su trama; que un solo poema crea cientos de mundos distintos para cientos de posibles lectores; en fin, que no hay experiencia que fascine más a los seres humanos que el ver cómo las cosas toman forma de acuerdo con la voluntad, ya sea la nuestra o la de otro. Es por eso que el acto de la creación se cuenta en todas las mitologías. De acuerdo con lo desarrollado hasta aquí, la lecto-escritura nos ofrece dos posibilidades de participación activa en este universo: La primera de ellas, corresponde a nuestro papel como lectores; es decir, a la posibilidad de viajar tanto como queramos, a través de los espacios creados por los autores para nosotros y de compartir, en la charla con otros lectores, la experiencia del viaje. La segunda, en cambio, nos permite tomar parte directa en la creación de este universo por medio de la escritura; en otras palabras, tenemos abierta ante nosotros la opción no solamente de viajar, sino de construir nosotros mismos el punto de destino de otros viajeros. Escribir puede ser entonces un placer personal, pero además, por una parte, es un acto que nos involucra en la formación de la memoria colectiva del mundo y, por la otra, nos otorga la posibilidad de dar algo nuestro para que se comparta con el mundo, de mostrarnos un poco ante los demás y dejar que nuestra humanidad quede a la vista, para que en ella pueda reconocerse otro ser humano, que seguramente tiene sus propios deseos y fantasías. Escribir es, en sí, crear un vínculo que puede unir, lo mismo a unas pocas que a millones de personas, en torno al calor y la luz de una página. En este sentido, el Concurso de Expresión Literaria Bibliópolis, como muchos otros concursos de literatura, ofrece la oportunidad de comenzar o de continuar con el hábito de la escritura; sin embargo, y a diferencia de cualquier otro concurso, éste está directamente pensado para responder a las necesidades escriturarias de una población tan característica como la nuestra, que a veces retoma la escritura después de mucho tiempo de no ponerla en práctica, o que tiene años de cosas que contar, o bien, que inicia apenas su apropiación del lenguaje escrito; descubriéndolo, al mismo tiempo, como herramienta cotidiana y como fuente de placer. Muy pocos espacios de expresión escrita acunan a su público con la atención, el cariño y el cuidado con que éste lo hace, y lo hace porque los aprecia, porque los quiere. Aprovecharlo, en beneficio de los alumnos, de aquellos que quieren seguir adelante en un camino tan lleno de dificultades, es una responsabilidad que debemos compartir todos, es una responsabilidad social, y humana. César Augusto Hernández Coria 8 Bibliópolis

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10 JURADO Luis Cortés Bargalló Es poeta, traductor y editor, nacido en Tijuana en Estudió Ciencias y Técnicas de la Información (UIA), Letras Mexicanas (UNAM) y Música (CNM), en la Ciudad de México. Su quehacer en el mundo de la literatura es amplio: ha traducido a un gran número de poetas estadounidenses entre ellos a William Carlos Williams, Gary Zinder, John Haines y Marianne Moore. Ha explorado, además, la traducción de poesía indígena de Norteamérica. Ha publicado los libros de poesía: Terrario (1979), El circo silencioso (1985), La soledad del polo (1990), Al margen indomable (1996) y Filos de un haz y envés (2008). Es compilador de las antologías: Piedra de serpiente: Literatura de Baja California (1993) y Connecting Lines: New Poetry from Mexico (2006). Su propia obra poética forma parte de las antologías: Siete poetas jóvenes de Tijuana (1974), Asamblea de poetas jóvenes (1980), Parvada (1985) y Poetas de la generación (1989). Ha sido colaborador de un gran número de revistas y suplementos culturales, entre ellos: La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, Revista de la Universidad de México, Casa del Tiempo, Hojas, La Jornada Semanal, Trafalgar Square y El Último Vuelo. Como editor fundó la revista El Zaguán, y ha participado en un gran número de instituciones y editoriales: Dirección General de Publicaciones de la SEP, Editorial Penélope, Dirección de Literatura del INBA, Praxis, Gráfica Editorial y Ediciones Toledo, y es, además, editor independiente. Está incluido en el Diccionario Bibliográfico de Escritores de México (1994) y, desde 2001, es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. 10 Bibliópolis

11 Sexto Concurso Expresión Literaria 2011 JURADO Roxana Elvridge-Thomas Nació en la Ciudad de México, en Estudió la Licenciatura en Ciencias Humanas en la Universidad del Claustro de Sor Juana y la Maestría en Literatura Mexicana en la UNAM. En 1990, obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino ; en 1993, el Premio Nacional de Periodismo Juvenil Elena Poniatowska, en el área de Entrevista; en 1998, el Premio Nacional de Ensayo El Privilegio de la Palabra, del Instituto de Cultura de Yucatán; en 1999, el Premio Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa, y en 2010, en los Juegos Florales Nacionales San Marcos, Tuxtla, el Premio de Poesía Daniel Robles Sasso. Ha obtenido las becas del Centro Eurolatinoamericano para la Juventud (CEULAJ), de España, en 1993, y la de Jóvenes Creadores, del FONCA, en el periodo , ambas en el área de poesía. Ha publicado Memorias del aire, dentro del libro colectivo Labrar en la tinta (UNAM, 1988, poesía), El segundo laberinto (UNAM, Colección El ala del tigre, 1991, poesía), La fontana (UAM, Colección Margen de poesía, 1995, poesía), Imágenes para una anunciación (Casa Juan Pablos, 2000, poesía), La turba silenciosa de las aguas (UAEM/La tinta del alcatraz, 2001, poesía), Fuego (Lunarena, Col. Poetasdeunasolapalabra, 2003, poesía), Xavier Villaurrutia... y mi voz que madura (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2003, ensayo), Gilberto Owen. Con una voz distinta en cada puerto (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2004, ensayo) y Umbral a la indolencia (Orizaba, Letras de Pasto Verde, Colección El Celta Miserable, número 3, Poesía). Sus poemas, ensayos, artículos y entrevistas han sido publicados en numerosas antologías, revistas y suplementos culturales de México y del extranjero. Ha dirigido, también, numerosos espectáculos teatrales en diversos espacios culturales de la República Mexicana. Es Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde 2004, y actualmente se desempeña como profesora-investigadora de tiempo completo en la Universidad del Claustro de Sor Juana y como docente en la Escuela Nacional de Arte Teatral, del INBA. Bibliópolis 11

12 JURADO María Teresa Jardí Nació en el D.F., en Es Licenciada en Derecho, por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es Asesora Jurídica del Centro Nacional de Ayuda a las Misiones Indígenas y, a lo largo de treinta años, ha sido Asesora de diversas otras organizaciones defensoras de los derechos humanos. Es Fundadora y Directora del Departamento de Derechos Humanos de la Arquidiócesis de la Ciudad de México, y Fundadora y Directora del Departamento de Estudios sobre Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana. También ha sido articulista en algunos diarios de la República Mexicana y, actualmente, es autora de una columna diaria de análisis político en el diario Por Esto!, de la Península de Yucatán. 12 Bibliópolis

13 Sexto Concurso Expresión Literaria 2011 JURADO Ángel-Lara, Marco Aurelio Nació en la Ciudad de México en 1970, después de vivir su niñez y adolescencia al margen de la pobreza y el subempleo, inicia su educación ya en la edad adulta graduándose de la primaria; hecho que posibilitó su primer trabajo formal, en el telégrafo de un pueblo oaxaqueño, y así, ayudando a los usuarios a escribir sus mensajes, fue que educó un estilo de escritura de urgencia y minucia, con el que después compuso sus primero aforismos. Posteriormente trabajó de albañil, después como prefecto de una escuela y, a los pocos meses, de velador en una fábrica de veladoras. Sin embargo, nunca dejó de lado la idea de seguir estudiando, pues concluyó la secundaria y la preparatoria por correspondencia. A la fecha ha realizado estudios universitarios y de postgrado; de 2004 a 2008, elaboró su investigación Doctoral en el Programa de Creative and Critical Writing de la School of Literature and Creative Writing de la University of East Anglia, Inglaterra. Sus textos han sido publicados en diversas revistas y periódicos nacionales e internacionales, y ha trabajado como profesor en universidades de México e Inglaterra. Actualmente hace investigación y docencia para la UAEMex. Ha sido ganador del Premio internacional Julio Verne, en 2006, por guión de cortometraje; Premio PAEE FONCA-CONACULTA, en 2006 y 2007, y en el Premio Internacional de Poesía Oliverio Girondo 2005, recibió Mención de Honor. Además ha recibido becas y apoyos para realizar su proyecto: El atril de la luciérnaga. Bibliópolis 13

14 Modalidad Alfabetización 14 Bibliópolis

15 La historia de mi vida Adán Felipe Ortega Sexto Concurso Expresión Literaria er Lugar M i nombre es Adán Felipe Ortega, soy originario de Guerrero, nací en el año de 1975 en un pueblo llamado Huitziltepec, soy de raza indígena mexica, hablo bien el náhuatl, así me enseñaron mis padres desde que era niño. En estos tiempos de 2011, radico en la Ciudad de México; antes que viniera a la ciudad, estuve viviendo en mi pueblo, ahí trabajé. Empecé a trabajar a los seis años de edad, mis padres estaban de acuerdo para que yo trabajara, mi sueldo era de media tonelada de maíz por contrato, éste era de dos meses y medio; me contrataban por temporadas (tiempos de cosecha de maíz). Mi trabajo era cuidar las reses y los burritos allá en el campo, mientras mis patrones sembraban. Hubo ocasiones en que mis padres fueron contratados por temporadas para que cultivaran las tierras, éstas se encontraban lejos del pueblo y nos teníamos que ir a vivir a ese lugar. Cuando se terminaba la cosecha volvíamos al pueblo. Mientras transcurría el tiempo mis padres me mandaban a la escuela para que aprendiera a leer y a escribir, pero yo desaproveché la oportunidad y no quise estudiar, no me daban ganas de asistir a la escuela, mejor prefería ir a jugar con mis amigos. Repetí tres años el primer grado de primaria, pero no crean que esos tres años acudí todos los días a la escuela, sino por año acudí dos o tres meses. Los que eran mis maestros iban a traerme a mi casa para que yo continuara estudiando, pero dejaba de asistir. Han pasado más de treinta años y todavía recuerdo los nombres de mis maestros de primaria y quiero mencionarlos con todo el corazón. Mi primera maestra se llamó Socorro, el otro fue Modesto, al parecer eran originarios de Chilpancingo, Guerrero; daban clases por las tardes de una a seis, de lunes a viernes. El 19 de febrero de 1985, falleció mi padre, lo mató una enfermedad que jamás supimos que era, nunca se le hicieron análisis ni fue llevado al hospital por falta de dinero. Desde ese año de 1985 vinieron los tiempos difíciles para mí, sólo sufrimientos empecé a vivir. Aunque tuve Bibliópolis 15

16 tres hermanos mayores que yo, no se preocuparon por mí. Al morir mi padre, ellos decidieron salir del pueblo, se vinieron a la ciudad en busca de una vida mejor y yo me quedé con mi madre en el pueblo. En aquel tiempo yo tenía once años de edad y en el mes de junio de 1988, mi madre me abandonó, se vino a la ciudad de Cuernavaca con un hombre y yo me quedé en la casa de un tío, hermano de mi madre. Al quedarme solo no hubo quien me diera de comer, aunque tenía tías y abuelos no se preocuparon por mí, no les interesé, hubo días que me quedé sin comer, el hambre es demasiado fuerte pero nadie puede soportar muchos días sin comer. En una ocasión ya llevaba dos días sin comer y nadie me ofrecía alimento, entonces salía del pueblo y me iba al monte a buscar algunas frutas que existen por ahí, lo que encontraba eran guayabas, ciruelas, guajes, nanches y pápalos, así me los comía sin tortillas, hubo ocasiones que comí elotes crudos, las calabazas tiernas las intenté comer pero me sabían amargas, lo que sí me comía eran las hojas de ciruela y la cera del copal, también comía tunas silvestres. Todo esto lo hacía por necesidad. Ese mismo año de 1988, en el mes de noviembre me contrataron para venir a trabajar a la Ciudad de México, el patrón era de mi pueblo, uno de sus ayudantes me convenció para que viniera a trabajar. En cuanto llegué a la ciudad empecé a trabajar de vendedor de globos de gas, mi lugar era en el parque Hundido, trabajaba todos los días de ocho a ocho, mi sueldo era de 2.50 pesos por un ciento de globos que vendiera, duré dos meses y medio en la ciudad y el día 19 de enero de 1989 me regresaron a mi pueblo. Poco después conocí a un muchacho, nos hicimos amigos y me preguntó que cómo me había ido en mi viaje, le dije que de maravilla. Me platicó que él estaba trabajando en Cuernavaca y me invitó a trabajar allí. Salimos del pueblo en febrero y nos venimos a Cuernavaca, llegamos con un familiar de él, a su cuarto. Empezamos a buscar trabajo en la Central de Abastos, pasaron tres días para encontrarlo; nos dieron trabajo en la verdulería, adentro del mercado, pero como yo no sabía trabajar en eso, me despidieron pronto. Busqué trabajo en otros puestos pero no me recibían por ser menor de edad, por no entender el español, pero como yo tenía que comer, empecé con la canastera para ganarme algunos centavos; le ayudaba a la gente con sus bolsas, algunos me daban propina, otros no. Duré casi tres meses sin trabajar; me alimenté sólo de tortillas sin comida, sin chile y a veces sin sal. Cuando estaba pasando por esta situación empecé a investigar dónde vivía mi madre para pedirle ayuda. Les pregunté a mis paisanos si sabían dónde vivía y uno de ellos me dijo que ella venía a comprar su mandado en el puesto donde él trabajaba, así que un día la esperé, iba acompañada por el hombre con el que se había venido a Cuernavaca, compraron y yo estaba cerca pero no me reconoció. Entonces mi paisano le dijo que yo era su hijo, me tomó de la mano y me llevó a vivir con ellos. 16 Bibliópolis

17 Sexto Concurso Expresión Literaria 2011 El señor con el que vivía me metió a trabajar en la construcción, mi sueldo era de cien pesos a la semana. Después de cinco meses ellos se regresaron al pueblo y yo me quedé solo nuevamente. Esto me causó mucha tristeza y a los pocos días me enfermé, me agarró un escalofrío, duré enfermo tres meses, yo no trabajaba y pagaba mi renta con mis ahorros, en cuanto me recuperé fui a la Central de Abastos y conseguí trabajo de vendedor de verdura; me pagaban 35 pesos por semana y una comida diaria. Con el paso del tiempo conocí a un señor que me invitó a trabajar en la construcción, él me pagaba 120 pesos y así trabajé en otras obras. Después de tres años volví a mi pueblo, mis familiares ya no me reconocían pero me identifiqué y se acordaron de mí. Después de pasar unos días en mi pueblo regresé a Cuernavaca y seguí trabajando en la construcción. En diciembre de 1994 dejé la ciudad de Cuernavaca y me vine a la Ciudad de México a buscar a mi hermano. Él se había dedicado a vender globos de gas y empecé a buscarlo por la avenida Insurgentes Sur; preguntaba por él a todos los globeros que encontraba hasta que encontré un globero en la avenida Viaducto que colinda con Insurgentes y le pregunté que si conocía a mi hermano y me contestó que sí, que vivía con él. Entonces el globero me llevó amablemente con él, mi hermano vendía globos por su cuenta y me dio trabajo, ese mismo día empecé a trabajar de globero. Duré un año trabajando en eso pero después a mi hermano se le acabó la mercancía, casi no la compraba, todo lo que ganaba se lo gastaba en alcohol, al quedarme sin trabajo, comencé a trabajar en otras actividades. Como ayudante de carpintería, pintor de casa, albañilería y actualmente trabajo de aseador de calzado y algunas veces vendo globos con mi hermano. En el año 2007 decidí estudiar. Un día bajé en la estación del metro Puebla y empecé a preguntar a la gente si había una escuela que fuera de gobierno y me recomendaron que viniera a la calle 65 porque allí había una y así fue como llegué al CEDEX Juan Crisóstomo Bonilla y entré a preguntar los requisitos y ese mismo día me hicieron un examen, lo reprobé y empecé la primaria desde el inicio. En doce meses la terminé y ahí mismo, en esa escuela ingresé a la secundaria al nivel inicial, fue en el año Actualmente sigo estudiando en el mismo lugar, no he podido terminarla porque no acudo a clases seguido por falta de tiempo, pero en cuanto la termine seguiré estudiando la preparatoria, ya que tengo pensado estudiar una carrera profesional y ojalá que sí se me conceda lo que deseo. Esta fue mi vida real, la que viví, Adán Felipe Ortega. Edad: 36 años Cedex: Juan Crisóstomo Bonilla Nivel: Secundaria Inicial Bibliópolis 17

18 A pesar de todo soy un hombre de bien Ricardo Barrera Hernández 2 Lugar niciaré mi relato recordando mi pueblo con gran añoranza, en el estado de Puebla. Se llama Venustiano Carranza y está muy cerca de lo que se conoce como la Sierra de Puebla. Yo nací en el año de 1979, fui el primer hijo de una pareja muy joven, mi madre tenía 15 años cuando yo nací y mi padre, acaso, unos 19; él era soldado raso, con pocas ambiciones en la vida, su único anhelo era estar en la milicia, y que lo llevaran de un lugar a otro, nunca le interesó superarse, ni estudiar, mis tíos decían que hasta escondía los libros para no estudiar. Yo nací en Ciudad Juárez y ahí duramos como 7 meses, luego nos fuimos a Venustiano Carranza, de donde digo que soy yo, pues ahí fue en donde me crié junto con mi hermano Gabriel, un año y meses menor que yo, hermanos del mismo papá... después sabrás por qué digo esto. Ahí, en Venustiano Carranza, empecé a crecer y a sufrir, sufrir y pasarla mal, pues, desde que mi papá nos abandonó diciendo: regreso al rato y ya no regresó, mi mamá empezó a golpearnos mucho, como si nosotros fuéramos los culpables del abandono de mi padre. La casa donde vivíamos era de madera, contábamos con lo necesario, de comer nunca nos faltó; pero, lo que sí nos sobró, fueron golpes. Al principio, lo que yo recuerdo, es que era algo normal que mi mamá nos pegara, al levantarnos, en la comida, a la hora de dormir, a cualquier hora era bueno para ella. A pesar de eso, nosotros, mi hermano y yo, jugábamos y nos divertíamos. Me empezó a doler la falta de caricias y mimos cuando entré al kínder, ahí me di cuenta que a mis compañeros sus mamás los besaban, los acariciaban y les decían palabras de amor; a mí no, no sabía lo que era eso, con decirte que desde el kínder me iba solo a la escuela, me enseñó una vez mi mamá diciéndome: Mira, te vas por esa calle derechito y luego das vuelta pa la escuela, y de igual manera te regresas, ni creas que voy por ti! Vivía en el pueblo y todos nos conocían, pero eso sí!, tenía muchos amigos que no podían ir para mi casa porque mi mamá los corría y no dejaba de gritar, gritaba para todo y no se diga cuando ella quería enseñarme, puro grito y grito. 18 Bibliópolis

19 Sexto Concurso Expresión Literaria 2011 Cuando estaba en tercero o cuarto, no me acuerdo con exactitud, había un señor, el dueño de la carnicería, al que, cada vez que lo veía, le decía papá y él, con amabilidad, me decía hijo. Como eso me gustaba, no dejaba escapar la oportunidad para verlo, me hacía mimos y me regalaba dulces. Un día me preguntó por mi mamá, me dijo que le gustaría conocerla y yo lo llevé a mi casa para que la conociera; cuando ella lo vio, lo corrió. Pero el señor insistió muchas veces para conocerla, hasta que accedió mi mamá, se visitaban, se daban regalitos y un día, sin más ni más, nos fuimos a vivir a una casa de madera, en unos terrenos lejos del pueblo, nos dijeron que era para pelear tierras y sí, después de algunos años, ya el terreno sería de nosotros. Me quedaba lejos de la escuela, por eso me levantaba más temprano y caminaba como una hora para llegar; las cosas no cambiaron mucho, aún cuando estaba el señor con nosotros, mi mamá nos seguía pegando y pegando por cualquier cosa, nosotros tratábamos de agradarle ayudándola con el quehacer de la casa, lavando la ropa, no gritando, pero a ella nada le gustaba. Un día la hice enojar tanto, que me colgó del techo sin ropa y me pegó con una cuerda, y luego le dijo a mi hermano Gabriel que él también lo hiciera y lo hizo llorando, pues nos queríamos mucho, pero si no lo hacía también le pegaban a él. El señor no se daba cuenta de que mi mamá nos pegaba y ella nos amenazaba que si le decíamos algo, nos iría peor. Yo ya no sentía tanto el dolor de los golpes, lo que me dolía era que mi mamá no nos dijera palabras cariñosas y dejara de pegarnos. Mi abuela, su mamá y mis tías, sus hermanas, no hacían nada por defendernos, pues, cada vez que le decían algo a mi mamá ella les respondía: Ustedes ni se metan, son mis hijos y qué. Pasaron los años, entré a la secundaria y nada cambiaba, y yo sólo lloraba en el río, ahí donde jugaba con mis amigos, y me imaginaba a mi mamá besándonos, abrazándonos y diciéndonos que nos quería mucho, puros sueños. Cómo me dolía su falta de amor! Cuando el señor se daba cuenta de que ella nos pegaba sólo le decía: mujer, ya no les pegues, son niños no animales, pero eso no convencía mi mamá. El señor al que le decía papá y mi mamá tuvieron tres hijos más, dos hombres y una mujer, nos queríamos mucho y yo los defendía de mi mamá para que no les pegara. Ya casi para salir de la secundaria, empecé a vender pan en la mañanita y luego, en la tarde, cargaba tremendas canastas, vendía todo el pan. Mi hermano Bibliópolis 19

20 Gabriel también venía conmigo para vender. Todos los días vendía y, al salir de la escuela, me ponía a ayudarle al señor a vender tacos, y ganaba mi dinero, vendíamos bien, muy bien, pero, aunque había más dinero en la casa, mi mamá no dejaba de pegarnos; el señor poco decía y, cuando se enojaba, mi mamá no le hacía caso. Ya había cumplido los 18 años y me decía: ahora que ya estoy grande, mi mamá ya no me va a pegar, pero no fue así; un día lo hizo y yo la cacheteé. Me sentí tan mal por haberlo hecho, que fui a ver a mi padrino y llorando le dije que me arrepentía; él sólo me dijo, pues, que eso no se hace, que estaba mal, yo seguí llorando y caminando sin rumbo, me dolía, era mi madre, pero también ya estaba harto de sus golpes. Cuando regresé a la casa mi mamá me corrió, me dijo que me fuera porque era un mal hijo, y le pedí perdón, le dije que ya era grande y que estaba harto de que nos pegara tanto; ella no hizo caso e insistió en que me fuera, cuando, en eso, el señor, por primera vez en muchos años, le dijo: Basta de golpes, qué no ves que ya es un hombre?, ya creció, déjalo en paz, y tú hijo, dirigiéndose a mí, me dijo: ésta es tu casa, tú no te vas! Mi mamá sólo dijo que ya no me atendería más y mi hermana me abrazó y me dijo: hermano, no te vayas, yo te doy de comer y te lavo la ropa, pero no te vayas, no nos abandones... Me quedé sólo por ellos, mis hermanos. Aprendí muchos oficios, trabajaba mucho, siendo responsable y ayudando en la casa, también salía con los amigos sólo a jugar. Me acuerdo que el señor al que le decía papá, me enseñó a andar en bicicleta, sí, así, ya de grande, tendría yo ya los 19 años, y fue una de las experiencias más maravillosas que sentí en mi vida, una gran satisfacción, enorme, enorme. Mi mundo ahora era sólo el trabajo, el trabajo y buscar la forma de ayudarles más a mis hermanos, para que tuvieran eso que a mí me faltó. Las muchachas, pues, sí me gustaban, sobre todo una llamada Nely, quien desde la secundaria sólo me decía: Oye Ricardo, tengo que decirte algo, y me citaba cerca de su casa, y cuando nos veíamos ya no me decía nada, porque le daba pena, y así muchos años y no me decía nada. Ya cuando estaba grande me imaginé lo que era, pero, aunque me gustaba, yo tampoco se lo decía. Hasta que, después de haber vivido casi un año en la Ciudad de México y regresado al pueblo para Semana Santa, corrí a verla y decirle: Nely, qué es eso que tantas veces querías decirme?, anda, dímelo ahora!, ella no me dijo nada, pero, como yo ya entendía, le pregunté: te gusto, verdad? No respondió, sólo se sonrojó, y le volví a preguntar: te gusto, verdad? Y no respondió, así que le dije, pues tú a mí sí me gustas, quieres ser mi novia? Ella dijo que sí, y nos besamos. 20 Bibliópolis

21 Sexto Concurso Expresión Literaria 2011 Los días de las vacaciones de Semana Santa me la pasé feliz, mi mamá seguía con sus enojos, pero yo ni caso, me sentía feliz, siendo novio de Nely. Antes de regresarme a la Ciudad de México, le prometí a Nely regresar cada vez que pudiera, porque quería juntar más dinero y tenía un buen trabajo despachando pollo en unas bodegas. Así pasaron dos años en los que yo fui a visitarla en vacaciones o fines de semana, como se pudiera, pues los gastos eran fuertes; además de pagar mis cosas, le mandaba dinero a mi mamá para que mis hermanos siguieran estudiando y comiendo bien. Una de las veces que fui a visitarla, sentí a Nely algo rara, ya no me recibió igual, le pregunté qué pasaba y ella me dijo que mi mamá le decía que no la quería para su hijo, que me dejara; se lo estuvo diciendo muchos años, y yo sin saberlo, lo único que sabía era que a mi mamá no le gustaba porque decía que estaba enferma, que para qué quería una mujer enferma, y es que algunos de sus familiares tenían diabetes, pero eso a mí no me importaba; se lo dije a Nely, lo que me importa eres tú y te quiero como eres, ella se ponía contenta y yo me regresaba a seguir trabajando duro, siempre con la esperanza de casarme con ella y ser feliz. Una vez, cuando regresé al pueblo muy contento ya para pedirle que se casara conmigo, casi cuando iba llegando a su casa, la vi besando a un chavo, estaban bien abrazados, me sentí morir, no hice nada, en ese momento sentía como si me hubieran echado una cubeta de agua fría. Al día siguiente la busqué y le pregunté que qué pasaba, ella sólo me dijo que le gustaba otro muchacho y que ya no me quería, que me fuera. Me sentí muy triste y muy confundido, pues no sabía si era porque yo me había tardado tanto en regresar o eran las malas ideas e insultos de mi mamá lo que ella ya no aguantó. Qué fue en realidad lo que pasó? No lo supe, sólo que ella se casó con ese chavo y, de regreso al D.F., un dolor profundo en mi ser, y la gran incógnita: por qué? Edad: 31 años Cedex: Centro Comunitario Jarillas. GDF Nivel: Primaria Inicial Bibliópolis 21

22 De diablos y peluches: desayunos Alfredo Velarde Téllez 3er Lugar ací en 1952 en la cabaña de papá, según dicen fue un día nublado. Mi llegada a este mundo fue gracias a una partera. Soy el hijo de enmedio de seis hermanos, hijo de Ignacio Velarde y María Lucina Téllez. San Mateo es mi pueblo, crecí entre el maíz, los montes, ríos, caballos, vacas y borregos, municipio de Zitácuaro, Michoacán. Comencé a trabajar la tierra a la edad de siete años, razón por la cual me fue difícil estudiar, asistí a clases sólo cuatro meses, aprendiendo a leer un poco y a escribir menos, mi abuelo decía; que la escuela era una perdedera de tiempo, que el trabajo de los hombres estaba en el campo, razón por la cual anhelo trabajar la tierra desde que soy niño. Cumplidos los doce años llegué a la inmensa Ciudad de México, arribé por una pequeña estación de camiones cercana al mercado La Merced, me asombraba ver la inmensidad de las avenidas y el tranvía era como un sueño. Mi primer trabajo fue de diablero, recuerdo bien que ni siquiera soportaba cargar una caja de jitomates, los más grandes se burlaban de mí; pero yo nunca me rajé, tenía que demostrar que sí podía, aunque un día si me engañaron muy bien y me robaron un diablo unos maleantes que rondaban el mercado. Una bodega era mi hogar, mi cama; cajas de verdura bien apiladas. En mi nuevo hogar no conocía a nadie, estaba solo y muy lejos de mi pueblo. El primer dinero que gané fueron treinta pesos, dinero que enviaba a mi madre a San Mateo, pues yo nada más necesitaba treinta centavos diarios para comer frijoles, arroz, guisado y agua. Trabajé cerca de cinco años, primero como diablero, después, como encargado de la bodega donde guardan todos los diablos. Un amigo me ayudó a entrar a la escuela por las tardes, ahí aprendí un poco más acerca de la lectura y la escritura. Por el trabajo forzado del que era presa todos los días, dejé la escuela después de unos meses. A la edad de dieciséis años regresé a mi pueblo a casarme con Concepción Miranda, una buena mujer que conocí desde niño. Las mujeres de la ciudad me daban miedo, sentía que 22 Bibliópolis

23 Sexto Concurso Expresión Literaria 2011 no tenían tradiciones como las de mi Michoacán, por eso regresé por una mujer de buenos sentimientos, mujer que sigue a mi lado día a día, paso a paso, siempre uno para el otro. Duré aproximadamente ocho años en San Mateo, regresé nuevamente a la Ciudad de México ya con cuatro hijos, después de la muerte de mi padre. Él fue asesinado a traición por un balazo en la cara, un pleito de unos borregos, fue el motivo del malentendido entre mi padre y unos vecinos. Salí prácticamente huyendo del pueblo por si a mí también me querían dar. En una noche sembré unos polines, al segundo día unas láminas nos sirvieron de techo y a la tercera noche mi esposa, hijos y yo, ya teníamos casa, todo esto edificado en el patio de mi hermana Emilia. Eso era bueno porque así comenzábamos algo propio, sin tener que estar de arrimados en la casa de mis suegros. Emprendí mi propio negocio después de aprender con don Juan Godínez ha hacer figuras de peluche, pequeñas y grandes. Él me enseño todo el arte de hacer figura por figura, todo hecho a mano. Vendía al principio en la calle, casa por casa, después comencé a tener buenos clientes, por mayoreo todos mis encargos; como siempre comenzaron las bajas en las ventas y tuve que dejar ese negocio. En mi pueblo dejé un terreno de una hectárea que me heredó mi padre, lo visito regularmente, y en algunas temporadas lo rento para siembra, aunque tan sólo paguen mil quinientos pesos al año. El campo siempre ha sido muy lastimado por el gobierno, en ocasiones no se recupera lo invertido. Hay que rentar yunta, pagar por peones, comprar abono, siempre esperando que el tiempo favorezca las cosechas. La siembra del maíz comienza en la Semana Santa abril-mayo, para el mes patrio, septiembre, ya hay elotes para comer y en Navidad, diciembre, se recoge la cosecha, se deja descansar la tierra y se prepara para el próximo temporal. Recuerdo con melancolía mis jornadas con la yunta de nueve de la mañana a tres de la tarde, ahora con un poco de tecnología es más fácil hacer el trabajo; sin embargo, nunca deja de ser pesado. Si, me gustaría regresar a mi pueblo; es difícil, no hay dinero aquí ni allá. No se vive a gusto de este lado, siempre hay ruido, balazos, muertes, asaltos. No podemos caminar por la calle tranquilos, si por mí fuera me iría sólo con mi esposa, mis seis hijos ya han hecho su vida aquí, el más grande y la chica viven conmigo, los otros cuatro viven en el pueblo de Culhuacán. Bibliópolis 23

24 Todos casados y algunos con familia. Ojalá algún día pueda regresar definitivamente a mi pueblo, de menos a morir en mi tierra, aunque dejaría mis clases que me han servido tanto, ahora ya puedo escribir mejor, y cuando tenga mi certificado de primaria lo presumiré con todos los vecinos, algunos también son del pueblo. Véanme, ahora hasta estoy concursando con mi historia de vida sobre este papel. Perdón por no presentarme hasta este momento, mi nombre es Alfredo Velarde Téllez, en la actualidad y desde hace diez años vendo desayunos (tortas, sándwiches, yogurt y fruta). Todos los días podrán encontrarme en el metro Coyoacán desde las 7 de la mañana, por supuesto acompañado de mi esposa. Edad: 59 años Cedex: Centro Comunitario Santa Martha, GDF Nivel: Primaria Inicial 24 Bibliópolis

25 Mis recuerdos Emilia Arriola Cortés Sexto Concurso Expresión Literaria 2011 Mención Honorífica engo 86 años y recuerdo que cuando estaba chica me gustaba que lloviera, me gustaba mucho mojarme, me metía a un arroyo donde corría el agua, también me gustaba subirme a los árboles y ponía un columpio para mecerme. Iba con una prima al río y nos metíamos a bañar en él. También recuerdo que cuando era niña nunca tuve una muñeca y siempre quise una y me quedé con las ganas, pero me casé y tuve muchos niños. Edad: 86 años Cedex: Mártires de Río Blanco Nivel: Secundaria Inicial Bibliópolis 25

26 La peor maestra del mundo Carlos Rivera Zaldívar Mención Honorífica enía 6 años cuando fui por primera vez a la escuela. Los primeros días los disfruté, pero, al paso del tiempo, me fue gustando cada vez menos. No era lo que yo imaginaba! Todos se preguntarán, por qué? Soy Carlos Rivera Zaldívar, padezco de lento aprendizaje y les contaré lo que sucedió: Mi maestra era la peor del mundo, al ver que yo aprendía a un ritmo diferente, comenzó a molestarse. Una ocasión mis compañeros y yo jugábamos mientras estaba ausente, ella volvió y nos llamó la atención a todos, sin embargo, a mí me golpeó con una regla; muchas veces, al no responder lo que preguntaba, me golpeaba y me ofendía frente a mis compañeros. Viendo esta situación, los compañeros también me comenzaron a agredir, me arrastraban detrás y me revolcaban en un charco de agua. Además de haber sufrido tanta agresión, la maestra me castigaba poniéndome frente al pizarrón durante la clase sin movimiento, ni sonido; ya que eso provocaba más golpes e insultos. Por qué algunas personas creen que una discapacidad nos hace ser diferentes? Quiero que sepas que hirieron mis sentimientos, y doy las gracias... Porque, aunque no supieron enseñarme, me hicieron ser una persona fuerte frente a la sociedad. Hoy quiero que escuchen lo que escribo, que no lo tomen como cuento; pues esto es una historia, mi historia de la vida real. Comprende que, aunque tengamos una discapacidad o nos falte alguna extremidad, todos somos iguales... porque todos sentimos. Edad: 27 años Cedex: Centro Comunitario Xalpa. GDF Nivel: Primaria Avanzado 26 Bibliópolis

27 Sexto Concurso Expresión Literaria 2011 Bibliópolis 27

28 Categoría Historia de vida 28 Bibliópolis

29 Al fin conocí la felicidad Rosa María Pérez Huerta Sexto Concurso Expresión Literaria er Lugar ací en Lagunilla Tlaxco, Tlaxcala, el 15 de abril de Qué puedo decirles, mi infancia fue muy triste, ya que mi papá era muy malo. Desde que yo recuerdo, él tomaba mucho, siempre andaba borracho en compañía de sus amigos. Recuerdo que mi mamá se iba muy temprano por las mañanas a un pozo que estaba muy lejos de la casa, a traer el agua; ella me contó que una vez, me salí atrás de ella y cuando regresó no me encontró, como es de suponerse se asustó mucho y salió a buscarme desesperada. Por suerte, cuando salí tras de mi mamá, un vecino que conocía a mi mamá, me encontró por el camino y me llevó con una vecina, él explicó quién era mi mamá y le dijo que me cuidara hasta que llegará mi mamá; ella llegó por mi hasta la noche, ya que se pasó todo el día buscándome, pensando que me había escapado y que ya nunca me volvería a ver. Mi mamá le tenía mucho miedo a mi papá, por lo que estaba doblemente preocupada, ya que si llegaba tarde a la casa y ya estaba mi papá y ella no, la que se le iba a armar. Sin embargo, por fin llegamos a casa antes que mi papá. Hasta la fecha, no se por qué mi mamá le tenía tanto miedo a mi padre, ya que ella era la que nos mantenía, nos cuidaba y nos alimentaba; siempre estaba preocupada por nuestro bienestar. Viene a mi memoria un día en particular cuando llegamos de lavar, pues como no había agua en el pueblo, teníamos que ir hasta el río a lavar, mi mamá se puso a limpiar el maíz, para molerlo y hacer las tortillas. En eso llegó mi padre muy enojado y con un palo golpeó a mi pobre madre en la espalda, el golpe fue tan fuerte que ella se dobló y yo me asuste muchísimo. Por esto y otras razones igual de desagradables, mis hermanos y yo le teníamos mucho miedo a mi papá. En vez tenerle cariño y que nos diera alegría su llegada, nos daba pánico y nos escondíamos para no verlo. Mi mamá también se ponía a temblar cuando ya iba a entrar a la casa, porque llegaba a pegarle. Tengo un sentimiento de odio hacia mi padre, porque a parte de que nos pegaba y no nos daba nada para comer, traía a sus amigos a comerse todo lo que nos tocaba a nosotros y que mi mamá ganaba con tanto esfuerzo, por eso yo no quiero a mi papá. Bibliópolis 29

30 Soy la segunda de diez hermanos, por eso me acuerdo bien de todo. Cómo es posible que un padre pueda ser tan mezquino con su familia? Cómo no pudo sentir amor por su esposa e hijos? Estas preguntas no puedo hasta ahora contestarlas. Mis hermanos y yo nos íbamos con mi mamá a trabajar al campo; juntábamos nabo, pizcábamos maíz y rascábamos para sacar papa. Cuando no teníamos azúcar, mi mamá juntaba el jugo de los magueyes, ya que éste es dulce y nos hacia atole de masa. Había veces que teníamos para comprar una sardina y esto nos ponía muy contentos, pues para nosotros era un festín. Pocos son los recuerdos felices como estos, pero como dicen por ahí, sin estos momentos Cómo podría uno sobrevivir? Mi mamá aparte del quehacer, cocía, lavaba y planchaba ropa ajena que las vecinas le traían. Parte de nuestras labores consistían en ir al monte a traer leña para vender. Qué puedo decir de mi educación? Estudiaba en la primaria del pueblo, me gustaba ir porque cargaba la bandera, pero lo que en realidad deseaba mí corazón era crecer para poder trabajar y ayudar a mi mamá pues como ya dije ella trabajaba mucho para darnos lo indispensable. No teníamos casa, vivíamos en el terreno de un tío y por azares del destino, mi mamá conoció a don Gabino Botello, un viudo, sin hijos que era muy bueno. Él le pidió que le hiciera de comer, se compadeció de nosotros y le dijo a mi mamá que nos fuéramos a vivir a su casa; pero al paso del tiempo mi papá seguía siendo grosero incluso con él, pero el nunca nos corrió de su casa, pues a nosotros nos quería mucho. Cuando don Gabino enfermó, antes de morir a mi hermana y a mi nos dejó su terreno. Sé que Dios envió ese ángel a nuestras vidas. Tengo en mi memoria un incidente que hasta la fecha marcó mi vida, lo tengo muy grabado y me duele pues todavía siento una gran culpa, pues aún a mis 47 años, al recordarlo siento un nudo en la garganta. Un día mí mamá se fue con mi papá a sembrar al campo, me dejó a cargo de mis hermanos, yo tenia 8 años y me quedé con 3 de mis hermanitos, y el pequeño me pidió de comer y como mi mamá se tardaba, tuve que hacer algo, vi la olla de frijoles hirviendo sobre la lumbre, así es que decidí servirle a mi hermanito; Sólo que no alcanzaba la olla y me subí en algo para alcanzar, pero no la alcanzaba bien así es que moví la olla, y ésta se vino encima de mi hermanito, quemándole su brazo izquierdo: mi mamá tuvo que irse nuevamente a llevar a mi hermano al médico y me volví a quedar a cargo de mis hermanos. Todavía me estremezco al recordarlo y mi hermano hasta la fecha me señala y me dice: Tú me quemaste! Nunca me atreví a contárselo a nadie hasta ahora, ni siquiera a mis hijos. 30 Bibliópolis

31 Sexto Concurso Expresión Literaria 2011 Pero la vida sigue, pude terminar la primaria y una tía, me trajo al D.F., para que pudiera hacer mi examen e ingresar a la secundaria. Pues no pasé el examen, pero no me preocupé, pues lo que yo quería era trabajar, así es que regresé al pueblo. Cuando cumplí 14 años, me fui a trabajar a una fábrica de ropa que había en Tlaxco, allí conocí a otras chicas que también eran de mí pueblo y que trabajaban ahí y fui a vivir con ellas al cuarto que rentaban. Como ya éramos muchas fuimos a rentar una vivienda más grande y cuando Cumplí 15 años, conocí al amor de mi vida, el hijo de mi madrina. Fue para mí el día más maravilloso de mi vida. Él tenía novia, paro me conformaba sólo con verlo cuando iba al pueblo, ya que él vivía en D.F. Cada vez que llegaban al pueblo a ver a sus abuelos, yo suspiraba. Como sabemos el tiempo sigue su marcha y pasaron 3 años en que no lo vi, ni tuve noticias de él; seguí con mi trabajo, pero después hubo problemas con las muchachas y tuve que regresar con mi pueblo, pero la vida ahí era un infierno y decidí venirme al D.F., con una prima de mi papá, el esposo de mi prima trabajaba en un laboratorio de medicamentos y me metió a trabajar ahí durante 3 años. Un día, mi mamá vino por mi y me dijo que habían abierto un taller en el pueblo y pues me regresé al pueblo. Trabajé en el taller 3 años y un maravilloso día, llegó mi príncipe al pueblo y fue a pedirle permiso a mi mamá para que lo pudiera acompañar al cumpleaños de unos de sus tíos. Mi mamá me dio permiso y asistí a esa reunión; fue la noche más hermosa de mi vida, porque nos hicimos novios. Yo no sabia si estaba despierta o todo era un hermoso sueño, sentía que mis pies no pisaban el suelo y me consideré la mujer más feliz de la tierra, no quería que el tiempo siguiera su marcha. Pero finalmente tuve que regresar a casa, nos veíamos cada 15 días. Nuestro noviazgo no duró mucho, ya que me pidió que me viniera al D.F., a su casa, no lo pensé dos veces, la verdad es que ya no aguantaba a mi papá y él era mi príncipe, así es que tuve una buena oportunidad y la aproveché. Mi madrina me recibió muy bien, pues me quería mucho, nos llevábamos de maravilla y se convirtió en una gran amiga, lamentablemente ella enfermó de gravedad y murió; pero le debo mucho, me ayudo a educar a mis hijos, fue una gran persona que me brindó su amistad y su sabiduría sin esperar nada a cambio y aunque ya no esté con nosotros, le agradezco todo lo que hizo por mí. También agradezco a la vida todo lo que me ha dado: un marido maravilloso, dos lindos hijos y ahora me considero un ser muy feliz, tan feliz, que quisiera que todo el mundo fuera tan dichoso como yo soy. Esta felicidad me ha obligado a buscar superarme en muchos aspectos de mi vida, me ha llevado a aprender y aprender cosas, cuando vi que en el consejo de mi colonia daban clases de globoflexia, me inscribí. Después, vi la manta del CEDEX, donde nos Bibliópolis 31