CARDIEL Y FICCIÓN. Número 10

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José Ramón Plaza Valenzuela
hace 5 años
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1 CARDIEL Y FICCIÓN Número DE SEPTIEMBRE DEL 2018

2 CVETA. BONDAD

3 JACK

4 CVETA

5 Pobre e infeliz hombre, su tragedia me arrebató el sueño, sus heridas cada vez son peores, si bien es una dicha ser quien le ayude al refugiarlo y darle paz, no puedo permitirme ser su única aliada, pues eso

6 me haría indispensable, y no quiero que sufra cuando yo ya no esté en este mundo, no seré la culpable de haberlo hecho débil cuando siempre ha tenido mucha fuerza dentro suyo, se levanta, una y otra vez,

7 más difícilmente sin mi ayuda, pero lo hace de todos modos. Mis sentidos me han dicho que ya es hora, pero no quiero levantarme, aún no, mi mente está exhausta, tantas horas de la noche pensando en el sufrimiento del

8 indefenso conejo, Jack es fuerte pero algún día lo tomarán por sorpresa y ni siquiera yo podré salvarlo. Quizás siga dormido, nos daré entonces a ambos la dicha de una prórroga en esta incomparable tranquilidad del

9 despertar en las mañanas sin ajetreos, pues hoy no tengo compromiso alguno con Abohon, solo con Jack, debo ver como amaneció, va a estar igual ahora que en unos momentos más, puedo darme el lujo del reposo indiferente,

10 solo un rato más, seguro él también desea lo mismo. Llego al descanso pero el sueño ya me ha cerrado sus puertas, mas me es suficiente así, pensamientos revoloteando en mi conciencia estática pero alerta ante el

11 sonido del permanente viento de Abohon. Mi mente ha reposado, no sé cuanto me fui, me alegra haberme dado el gusto de hacerlo, pero el día debe empezar tarde o

12 temprano y alguien depende de mí, una vez más, soy aquella persona para él. Me estiro con un glorioso bostezo y después bajo mis pies de la cama y en seguida noto que una parte de la sabana se ha quedado atorada en

13 una de mis astas, suelto una pequeña risa y tomo el extremo de la sabana y lo libero, dejándolo caer suavemente. Miro hacia abajo, mi vestido blanco apenas y deja verme los pies, un recuerdo viene a mí, este vestido fue un

14 regalo del anterior jerarca, Marcos, fue uno de sus muchos intentos de tomar mi mano, ese viejo mapache nunca se daba por vencido, sin embargo sus halagos no eran nuevos para mí, mucho menos especiales o

15 ingeniosos, me llamaba la venado de la luz y curiosamente no sé por qué, mis ojos tal vez, puede ser, y sé que no es coincidencia que me llamase así y después me regalara este vestido de tela luminosa, sucumbí más a los encantos de

16 esta prenda que a los del mismo hombre, desde el día que me lo obsequió, no me lo he quitado, la tela luminosa impide que el vestido se ensucie o se avejente, es maravilloso, al menos es algo por lo que

17 Marcos vivirá en mis memorias. Después de la nostalgia, me levanto y siento el piadoso frío del mármol en mis pies, camino hacia la escalera que me recibe todas las mañanas y empiezo a

18 bajar, reposo mi mano sobre el barandal mientras bajo poco a poco las escaleras, ocasionalmente siento las ramas y las hojas de la enredadera que rodea el metal del barandal acariciando el pelaje de mi brazo, con una breve mirada

19 admiro el jardín que da vida al patio afuera de mi habitación, de todas las habitaciones, un patio interno alimentado por un tragaluz en el centro del techo que lo cubre. Sin darme cuenta he pasado el último escalón, sigo

20 caminando en dirección al edificio principal de mi castillo, es prácticamente igual a los demás, muros blancos como la nieve con sutiles defectos grises, grandes corredores y muchas habitaciones.

21 Entro al edificio y camino por el corredor que da hacia la sala, los muros y el techo bajo oscurecen un poco el camino, pero empiezo a ver la sala a lo lejos y de inmediato distingo la figura de mi huésped,

22 Jack está ahí, al lado de la sala, esperándome como si fuese la primer alegría del día, comienzo a sonreír mientras me acerco cada vez más a él, su mirada está fija en mí y la mía en él. Estamos parados uno frente al otro, la

23 sonrisa de Jack se vuelve más grande. Cveta dice Jack con voz temblorosa de agradecimiento profundo. Al igual que la suya, mi sonrisa se vuelve más clara, pongo mi mano en su mejilla y

24 no despego mis ojos de los suyos. Hola Jack.

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