El rol de los historiadores e historiadoras en tiempos de crisis

Transcripción

1 El rol de los historiadores e historiadoras en tiempos de crisis Mensaje de Toma de posesión Asociación Puertorriqueña de Historiadores 19 de febrero de Por: Dr. Félix R. Huertas González Presidente En un reciente programa de televisión donde participé, intenté resumir nuestro rol en la sociedad contemporánea. En dicho programa citaba a uno de mis historiadores favoritos, Eric Hobsbawn, cuando señalaba que nuestro rol era recordar lo que otros olvidaban. Sin embargo, desde que asumí el compromiso hace tres años de dirigir el Decanato de Educación General de la Universidad del Turabo (único y con total autonomía administrativa y académica dentro del SUAGM), y más recientemente presidir HIRO (la asociación de Historiadores e Historiadoras de la región oriental), pertenecer al Comité organizador de la XXII [vigésima segunda] Asamblea Anual de la APH, y ahora presidirla, ya había establecido con anterioridad que la relación entre historia y común-unidad debía ser prioridad tanto en la gestión universitaria como de cualquier otro organismo, no solo como un intento de entender el pasado humano, sino con el objetivo de estrechar lazos, generar procesos identitarios y de integración 1

2 social. En ese proceso, la reconstrucción histórica y el rol del historiador e historiadora, en muchos casos con el apoyo de la academia y de otros sectores, se convierten en una herramienta clave para alcanzar dichos objetivos. Este contacto, indudablemente, abre nuevos espacios que permiten diálogos, que producen solidaridades y que permiten cumplir con una responsabilidad social que es cada día más urgente. Por otro lado, me parece importante retomar, tanto teóricamente como en la praxis, lo que en una entrevista de Verónica Gago a la teórica mexicana Raquel Gutiérrez llama la idea fuerza de lo común. Con ello, Gutiérrez se refiere a que lo común no es una categoría clasificatoria que aluda a la propiedad sino que es una idea-fuerza central de la reorganización de la convivencia social. Y añade que lo común es aquello que se produce colectivamente y cuyo control y decisión no se delega en otras mediaciones políticas que no sean los mismos que la producen. Lo común es una manera de nombrar eso público no estatal. El horizonte de lo común es, ante todo, una perspectiva de lucha que se lanza a reapropiarse y recuperar directa y colectivamente lo que ha sido arrebatado de las manos de las colectividades. En tal sentido, lo común no es algo meramente 2

3 heredado sino que, ante todo, es producción reiterada de sentido y de vínculo para dotarse colectivamente de capacidades de intervención en asuntos generales. Este proyecto de lo común, o lo que llamo convergencias, sería el intento serio de un grupo de historiadores/historiadoras, intelectuales, escritores/as, archiveros/as, gestores culturales, estudiantes, que de alguna forma buscamos un punto de encuentro donde iniciemos un debate que produzca nuevos imaginarios políticos y sociales. Sin lugar a dudas, los historiadores/as que me han precedido en la dirección de la APH nos han permitido entender con profunda claridad que nos encontramos en un desbordamiento del discurso político-filosófico, de sus formas y figuras de argumentación. Dicho debate nos lleva posiblemente a varios resultados. Por un lado, desde la práctica académica, nos llevaría a repensar la praxis o mejor dicho, la intervención crítica sobre lo real o como establece Foucault, pensar desde lugares teóricos distintos las relaciones entre las lógicas de los sujetos y lógicas de la vida. Necesito y quiero pensar que la convergencia que se produce esta noche con organizaciones e instituciones tales como: el Salón Literario Libroamérica en PR dirigido por la escritora nacional, Mayra Santos 3

4 Febres; el Pen Club Internacional de Puerto Rico, por José Muratti; la Universidad del Turabo, con Dennis Alicea; el Instituto de Cultura, por Jorge Irizarry; el Archivo General de PR (AGPR), por Karin Cardona; Archired, por Irma Santiago; el Centro de Estudios Avanzados (CEA). por Miguel Rodríguez López; la Biblioteca Jesús T. Piñero, por Jaime Rodríguez Cancel; el Instituto de Historia de las Ciencias de la Salud del Recinto de Ciencias Médicas de la UPR por Juan B Giusti; la Sociedad Puertorriqueña de Genealogía, Norma Feliberty; la Fundación Luis Muñoz Marín por Linda Hernández y Julio Quirós; Exposición Nacional de Altares de Reyes, por Félix Cruz; el Centro de Estudios e Investigaciones del Suroeste (CEISO) por Nancy Vargas; el Centro Cultural de Lajas, por José Luis Vargas; Ecomuseo Comunitario, por Pablo Crespo y la Oficina Estatal de Conservación Histórica de PR, por Diana López Sotomayor, es un esfuerzo individual y colectivo que nos seguirá llevando a una crítica continua sobre las diversas categorías o discursos modernos o posmodernos. El pesimismo y el fracaso no son opciones en esta nueva alianza. No dudo que nuestro rol sea producir nuevo conocimiento, abrir espacios para nuevos debates, polemizar, pero también crear alianzas 4

5 con aquellos grupos que piensan que un mejor país es posible. El tiempo dirá si la ruta seleccionada es la correcta. Por el momento, como nos dice Galeano en La cultura del miedo, si es mejor, como creemos, la esperanza que la nostalgia, quizás esa literatura naciente (me refiero a la historiografía) pueda merecer la belleza de las fuerzas sociales que tarde o temprano, por las buenas o por las malas, cambiarán radicalmente el curso de nuestra historia. Y quizás ayude a guardar para los jóvenes que vienen, como quería el poeta, el verdadero nombre de cada cosa. 5