insurrectas memorias de mujeres insurgentes

Transcripción

1 insurrectas memorias de mujeres insurgentes 1

2 escritura y método: clarainés guerrero garcía investigación: maría herminia rojas pacheco alix maría salazar salazar andrea restrepo restrepo ilustraciones: manuela calleguerrero contexto de prensa: yolanda guerrero garcía corrección de texto: luz stella angarita palencia asesoras: fabiola calvo ocampo maría eugenia vásquez maría calleguerrero 2

3 en algún momento alguien hablará de nosotras safo de Lesbos 3

4 Prólogo Dimos lo mejor de nuestra juventud y reíamos sin temor a nada Fabiola Calvo Ocampo Encerrar una vida entre líneas, nos da la posibilidad de externalizarla u objetivarla, sentir y ver su dimensión sin la trascendencia que abraza el silencio. Este escrito sobre mujeres excombatientes, mujeres insurgentes, tiene una mirada desde la experiencia, la distancia, el abandono del escenario político o la reafirmación en el ámbito social; es una mirada reposada, después de sanar dolores por pérdidas de vidas y hasta la vida misma de las ausentes, después del exilio, el desplazamiento, el abandono de armas y más tardío, el desarme del pensamiento. Qué ganamos, qué perdimos? No lo vemos en blanco y negro, queremos ver las aristas, las trochas de unas mujeres que nos dejan una mirada para la memoria histórica de este país, unas vidas que se aproximan a una Pola, a una Manuela. Fueron mujeres que empuñaron las armas para dispararle a los sueños, muchas veces sin armas, vistas en este libro desde un espejo simbólico que permite un viaje por los caminos recorridos que llegan a la subjetividad. Para adentrarnos en esos retratos de la mano de Clara Inés Guerrero y el grupo que trabajó en la investigación, queremos presentar el paisaje político en el cual se movieron las mujeres que transcurren por las diferentes páginas y, recordar que quienes nos propusimos cambiar el mundo en aquellos maravillosos años de soñadoras, de soñadores, cambiarlo para que el pueblo tuviese pan, tierra y libertad, cambiarlo por nuevas estructuras, apuntarle a un Estado socialista, o simplemente buscar un algo mejor, lo hicimos siempre, pensando en lo colectivo, en lo social. Con todo nuestro idealismo a cuestas, quisimos hacer la revolución. Recuerdo aquel debate en una finca del Eje Cafetero, en una madrugada si transformábamos el mundo o nos transformamos transformando el mundo. En fin, de todos modos apostamos por una nueva sociedad, dimos lo mejor de nuestra juventud, reíamos sin temor a nada, con la alegría de quienes viven reconciliados con la vida y deseaban dejar a su descendencia un lugar amable. 4

5 Quienes despertamos en la conciencia revolucionaria en la década de los sesenta nos encontramos con los lastres de la década anterior. La Violencia, con mayúsculas, promovida por los partidos Liberal y Conservador y por la que nunca han pedido perdón al país, dejó aproximadamente muertos y un acuerdo entre los mismos partidos denominado Frente Nacional y cuya columna vertebral fue su alternancia en el poder cada cuatro años y la exclusión de las demás fuerzas políticas y sociales. Los movimientos sociales 1, en la búsqueda de espacios que no le proporcionaba ni la Constitución ni los sectores en el poder, intentan sintonizar con el circuito político internacional que mostraba la triunfante revolución cubana, el mítico Che, la revolución cultural en China, el mayo del 68 en París, el asesinato de los estudiantes en la Plaza de Tlatelolco en México y los horrores de la guerra en Vietnam tras la presencia de los Estados Unidos de América. El dilema estaba resuelto. Frente a la imposibilidad de movimientos sociales como contradictores del sistema, éstos se constituían en movimiento armado, en guerrillas. En un análisis sobre los conflictos agrarios y luchas armadas en Colombia, Alejandro Reyes y Ana María Bejarano concluyen que los movimientos sociales luchan por influir en el sistema político, que constituye una instancia de mediación en los conflictos. La violencia también está asociada a la incapacidad del sistema político para cumplir esta tarea 2. Al trascendental factor interno de exclusión, se sumaron los acontecimientos internacionales. La guerra fría tocaba el corazón de la sociedad colombiana: Estados Unidos puso sobre la mesa la teoría de la Seguridad Nacional en Punta del Este, con lo cual tanto el Estado como la naciente guerrilla se alineaban a nivel internacional, ahondando aún más su ya declarada condición de enemigos. Tanto el campo capitalista como el socialista se enfrentaban a muerte en los campos de Colombia: unos, con un ejército entrenado en el concepto anticomunista y concebido como una institución independiente en la que nada tenían que ver los poderes ejecutivo, legislativo y judicial que integran un Estado de derecho y otros con un ideal a cuestas y escopetas de fisto. El Estado, llamado a buscar fórmulas para un acercamiento entre colombianos y colombianas, o salidas al naciente conflicto armado, no encontró otras diferentes a la militar, que profundizó en las contradicciones, alimentadas con factores como la pobreza y la ausencia de reforma agraria. Desde el momento en que algunos grupos recién formados, diferentes a los partidos tradicionales, toman las armas, puede afirmarse que la 1 Retomo para este prólogo, parte de mi escrito en Colombia: reflexiones sobre la guerra y la paz, del seminario permanente Paz y Democracia. Consejo de Investigaciones Ciéntificas de España, Universidad de Antioquia y Universidad Bolivariana de Medellín. 2 REYES POSADA, Alejandro y BEJARANO, Ana María. Conflictos agrarios y lucha armada en la Colombia contemporánea: una visión geográfica. En: Revista Análisis Político. Septiembre a diciembre de Bogotá. 5

6 búsqueda fue la aniquilación de una de las dos partes, una de ellas constituida como Estado. En carta de Freud dirigida a Einstein como respuesta a una suya, escrita en Viena en septiembre de 1932 y que titula El porqué de la guerra, comenta el padre del sicoanálisis al científico: Vemos, pues que el derecho no es sino el poderío de una comunidad. Sigue siendo una fuerza dispuesta a dirigir contra cualquier individuo que se le oponga, recurre a los mismos medios, persigue los mismos fines; en el fondo, la diferencia sólo reside en que ya no es el poderío del individuo el que se impone, sino el de un grupo de individuos. Pero es preciso que se cumpla una condición sicológica para que pueda efectuarse este pasaje de la violencia al nuevo derecho: la unidad del grupo ha de ser permanente, duradera. Nada se habría alcanzado si la asociación sólo se formara para luchar contra un individuo demasiado poderoso, desmembrándose una vez vencido éste. El primero que se sintiera más fuerte trataría nuevamente de dominar mediante su fuerza, y el juego se repetiría sin cesar. La comunidad debe ser conservada permanentemente; debe organizarse, crear preceptos que prevengan las temidas insubordinaciones, debe designar organismos que vigilen el cumplimiento de los preceptos-leyes- y ha de tomar a su cargo la ejecución de los actos de fuerza legales. Cuando los miembros de un grupo humano reconocen esta comunidad de intereses aparecen entre ellos vínculos afectivos, sentimientos gregarios que constituyen el verdadero fundamento de su poderío. Avanzando en su misiva, Freud argumenta: Hemos visto que una comunidad humana se mantiene unida merced a dos factores: al imperio de la violencia y los lazos afectivos técnicamente los llamados identificaciones - que ligan a sus miembros. Desapareciendo uno de aquellos, el otro podrá posiblemente mantener unida a la comunidad 3. Este paseo acelerado y crítico de una etapa de nuestra historia, nos da un marco para comprender el compromiso de las mujeres que hacen parte, no siendo las únicas, de este trabajo: Ana Lucia Venegas (Sonia), María Aurelia Ramírez (Estela), Claudia Pasú, Gloria Amanda Rincón (Renata), Gregoria María Espitia Grandet (La Negra Vieja), Beatriz Elena Betancur (Julia), Carmenza Carmona Londoño (La Chiqui), Carmen Alicia Rodríguez (Mencho), Marcionila Pérez Ordoñez (Moño), Alba Rosa David (Negra), Zoraida Téllez Mosquera (Anita) y la mujer trece que es una síntesis de todas esas mujeres y las que no están, esa Yo Colectiva. 3 FREUD, Sigmund, Obras completas. 6

7 Pero este marco lo vemos con la distancia que nos da el tiempo y la reflexión de los años, además de nuevas actitudes de las partes otrora enfrentadas. Hoy estamos en la necesidad de democratizar la democracia, y también de preguntarnos si aquella revolución que hacíamos era un cambio o de verdad, una revolución. Los debates estaban dirigidos a la sociedad y en el lenguaje solo se mencionaba a los los hombres, y no a los hombres y las mujeres y, cuando se hablaba de la individualidad, la nombrábamos en masculino: el hombre nuevo. Buscábamos la inclusión pero no estaba, nuestra lógica era diferente. Hablábamos de las relaciones sociales pero las individuales, familiares y de pareja quedaban sometidas a los intereses del colectivo, y nunca fueron objeto de transformación aunque si de algunos cuestionamientos. Tampoco lo fueron las relaciones con los hijos e hijas o el concepto y vivencia del amor. Presente y muy presente, el patriarcado enraizado en la cotidianidad de hombres y mujeres lo reproducíamos de acuerdo a los cánones establecidos -con manifestaciones abiertas o sutiles. Aún así, los nuevos conceptos, el nuevo sentir, otras miradas fueron llegando por una u otra grieta y poco a poco, sin darnos cuenta, se instalaban en la vida. Era una llovizna que remojaba y abría paso a pensamientos nuevos, frescos. Aunque parezca paradójico era una manera para que germinaran los cambios como una incipiente revolución dentro de la otra revolución político social; inició por algún lado para crecer en procesos individuales y fortalecerse en algunos de los procesos colectivos. Por aquellos años estábamos tan ocupadas, tan ocupados haciendo la revolución que no había tiempo para detenerse en esas pequeñeces, del cuerpo, el amor, el aborto, la anticoncepción, la autonomía, la diferencia Hablábamos de igualdad y muchas mujeres guerriamos dentro de las organizaciones por conquistarla y lo hicimos también en los sindicatos, en la calle, en el campo, en la casa. No había tiempo para sí misma tampoco para sí mismo. Desde luego que contribuimos en los cambios de cada participante de los procesos por la fuerza de las acciones y el afán de las transformaciones pero también llegaron influencias externas como los movimientos hippies y feminista que también se alimentaron de esas otras experiencias-pero prevalecieron los conceptos conservadores y el moralismo cristiano que hoy siguen presentes en la cotidianidad de cientos o miles de militantes de izquierda de aquel entonces. Hoy encontramos a muchos dirigentes y lideresas que han ampliado un poco su visión pero no se atreven, no quieren, no pueden dar el paso para asumir actitudes y un discurso que de verdad contribuya a revolucionar nuestra cultura, nuestro pensamiento, 7

8 nuestra acción y sobre todo nuestro sentir. Quisiera imaginarme un debate-taller sobre estos temas en los diferentes partidos Cuál sería el resultado? Quizá puedan comprender el discurso, pero Podrían interiorizarlo e incluirlos en sus programas? En su libro Para mis socias de la vida, Marcela Lagarde nos trae a Simone de Beauvoir en su crítica a Sartre: las mujeres mientras no vivamos desde el yo misma no podemos ser libres ni aspirar al amor en libertad. Esa urgencia de las mujeres por su autonomía, para ser libres y amar en libertad será una llave para una real transformación individual y social. Traemos la memoria de la libertad de tiempos lejanos, luchamos convencidas por ella en tiempos que nos permitimos recordar y reflexionar y hoy, con la experiencia, conocimiento, sabiduría queremos presentar a estas mujeres que lo dieron todo, unas hasta la vida misma, otras siguen en la locura de vivir. Para ellas y las que aún siguen en el anonimato, va este reconocimiento. Yo Arena esparcida raíz de la montaña en mí verde plateada. Yo como tú esencia itinerante de la historia. Yo agolpada en mí. Yo en mí esperando sin fin eternidad mi eternidad de soplos creadores de aguas en quietud tablas ancladas. La compuerta. Mi yo en mí, en vuelo. Arena esparcida raíz de la montaña en mí. 4 4 Calvo Ocampo, Fabiola. Amazonía entre sombras. Poemas. Edit. Ecoe, Bogotá

9 Manual de uso Qué curioso, desde la rendija veo la vía láctea. Issa 5 Este libro recoge la puesta en escena del espejo simbólico que creamos a manera de baraja-espejo-símbolo 6 en el ejercicio de recordar nuestra memoria insurgente como mujeres. Se inicia con una performancia que abre Latrece, la mujer síntesis, la arcana 7 Yo Colectiva donde nos develamos y finaliza en un viaje por las memorias, guiado por la arcana de la libertad, donde reflexionamos. Este espejo simbólico consta de veinte arcanas. Trece arcanos-retratos y siete arcanos-guías en el que espejamos nuestro cuerpo-texto. Cada arcana tiene un número, un nombre y una imagen. En esta baraja insurrecta los primeros trece arcanos son valores de la ética insurgente y fungen en los símbolos de los retratos hablados. Los siete arcanos-guías son el discurso político que se nutre de las teorías y conceptos contemporáneos que nos proporcionaron reflexiones críticas y maneras incluyentes de sentirse ser social. Entonces, les presentamos como herramienta de reflexión un espejo simbólico que sugiere reflexión para la acción, desde la perspectiva de la individualidad en sintonía colectiva. Comenzamos trabajando en un libro sobre la vida de doce insurgentas. 8 En el proceso descubrimos que no íbamos a hacer historias de vida. Para crear los espejos entendimos que los retratos hablados 9 de cada una de ellas nos permitía tejer memorias a manera de semblanzas y relacionarlas con ejes conceptuales que nos transpolen a la 5 Una de las escasas mujeres que crean Haiku, la poesía brevísima de origen japonés. Se dice entre los traductores que el nombre propio del poeta es hasta tal punto un intruso en un haiku que puede llegar a hacerlo intolerable por completo tomado de El alma del haiku - Issa, blogs.periodistadigital.com/elalmadelhaiku.php?cat=9526 España. 6 Las barajas son juegos de cartas que fungen en oráculos cuando se les da sentido y significado simbólico a las imágenes, números e historias que reflejan. Los oráculos son espejos simbólicos que reflejan el presente y parte de la historia personal de quien lo consulta. 7 Los arcanos son la síntesis de un tejido simbólico. Jung habla de los arquetipos como las imágenes primordiales. Son hermanos gemelos o distintas maneras de nombrarlos y son los hilos maestros del tejido simbólico que guía el comportamiento humano. Los arcanos-guías son los ejes conceptuales o los hilos maestros con los que se teje el relato. En México hay una corriente espiritual que a los arcanos los nombran en femenino cuando se refieren a mujeres. Nos acogemos a esa manera de llamarlos. 8 Doce historias de mujeres guerrilleras. Esta selección fue realizada por el Colectivo de Mujeres Excombatientes en encuentros en las regiones donde participaron mujeres que pertenecieron a las organizaciones guerrilleras que dejaron las armas en los años noventa. 9 Los retratos hablados se crearon a partir de las entrevistas a familiares, compañeros y compañeras de militancia, amigas y amigos, novios de juventud y consultas a los oráculos. 9

10 dimensión política y así llegamos al feminismo, a las teorías contemporáneas sobre la subjetividad y todo el universo de la relación múltiple para comprender la diversidad y la unidad. Experimentar con el cuerpo fue una de las primeras tareas y jugar con los símbolos la clave de la lectura simbólica. La mujer síntesis fue la primera creación y con ella llegaron los espejos y lo que realmente hicimos fue crear una baraja-espejo como una herramienta para leernos, para sentirnos, para pensarnos, para generar acciones políticas de paz. Para espejar o hacer espejo se requiere de una lógica incluyente que relacione con imaginación libre, una piel y unos sentidos que conduzcan los recuerdos y una expresión creadora que nos haga posible el espejo revelador tejido de símbolos. Al espejar logramos dimensionarnos en reflexiones colectivas, tanto en la guerra con sus consecuencias, así como en la paz y sus caminos. Es una apuesta por encontrar herramientas que nos permitan crear una convivencia armónica donde desarmemos el cuerpo y el alma, aprendamos a convivir sin dañar y a ser felices sin molestar, como maneras de ir haciendo caminos hacia una sociedad libre y respetuosa del ser humano. Este espejo simbólico es una herramienta de reflexión para la creación, en este caso para hacer lecturas y crear espacios de propuestas políticas desde nuestra perspectiva de mujeres que fuimos guerrilleras y ahora, asumimos la política como una apuesta por la paz. Las herramientas son los símbolos contenidos en objetos, recuerdos, noticias, historias. Al dimensionarlos en lo colectivo, estos retratos hablados fungen en arquetipos-arcanos de nuestras generaciones insurgentes. Cada una de ellas refleja un sentimiento, un concepto y un comportamiento, que es como comprendemos el proceso simbólico. Las doce historias de mujeres guerrilleras fueron el leiv motiv para crear los espejos. Cada historia reflejada en cada retrato significaba conceptos que fueron y son valores y cualidades de una manera de ser política. Si bien cierto que cada mujer, cada retrato significa y sintetiza, en tal sentido los trece conceptos-símbolo son solo un referente, también lo es, que logran recoger valores esenciales del compromiso revolucionario. La sugerencia es que se vayan creando nuevos arcanos y se agreguen a los propuestos por nosotras. Cada baraja-espejo que se crea tendrá sus propios símbolos, sus propios referentes y su lógica de comprensión. Las siete arcanas-guías recogen nuestras reflexiones sobre conceptos que guiaron nuestra investigación y creación colectiva. Son los referentes conceptuales. Cada uno de ellos está sustentado en reflexiones expresadas en artículos de compañeras nuestras que 10

11 desde la participación en los escenarios académicos, políticos y comunitarios han estado activas en la construcción de una sociedad con justicia social y derechos incluyentes. Este relato a medida que iba tomando forma fue marcando el camino de la escritura y el tono de la voz. Está narrado por Latrece, una mujer síntesis que asume la voz de la yo colectiva y a manera de documento-ficción asume el acto de recordar como un viaje a la memoria donde el recuerdo habita en el presente, en tal sentido, las vivas y las muertas de este relato se encuentran, conviven y crean el espejo. En los recuerdos los seres que los pueblan están vivos y en tiempo presente, de la misma manera que en los mitos, las imágenes del recuerdo están en presente. Nuestro viaje por las memorias fue una comunicación en presente permanente, de la misma manera que lo ha hecho siempre la especie humana. Lo simbólico por su cualidad de sintetizar, se instauró desde el comienzo y las memorias se fueron acomodando en cada uno de nuestros cuerpos. La intención de este libro es contar la experiencia de mirarnos, leernos, dialogarnos, contradecirnos, criticarnos y recordar-olvidar juntas para comprendernos en nuestro ser, estar, querer y deber. Y como es habitual en la consulta a los oráculos se inicia con preguntas, se dialoga con preguntas y se reflexiona con los espejos. Las preguntas son muchas y de muchas índoles, el juego que realizamos con la baraja-espejo, es el de las preguntas. Entonces en este libro van a encontrar muchas preguntas, algunas respuestas y sugerencias para seguir preguntando. Este texto recoge la experiencia de la creación de la baraja-espejo, como una propuesta para reflexionar y crear espacios de acción política de las mujeres. Este viaje por la memoria insurgente a través de los tejidos simbólicos de mujeres activas en la vida, nos ha dado la posibilidad de vernos desde otras perspectivas y de hacernos preguntas como mujeres que buscan transformaciones profundas en esta sociedad y en este país tan arraigado en nuestra piel. Y nos permite, también ofrecer una baraja que espeja, sugiere y esta lista para ser herramienta y vehículo de quien quiera indagar. La lectora y el lector pueden hacer una lectura desde su propio lugar y momento, con su propia lógica, por fuera de la realidad mediática. Memorias de todas, olvidos perdidos, amores contrariados, decepciones constantes, ausencias y presencias, la guerra y la paz, la vida y la muerte, el odio y el amor, en todo esto está contenida nuestra historia 11

12 Claves de lectura La realidad mediática no me nombra, por eso renombramos el mundo, que sí, nos contiene María Calleguerrero 10. Leernos desde la insurgencia para la paz como una fuerza renovadora que propicia caminos en cada acción política, ha sido un imperativo que nos ha acompañado desde la dejación de las armas hace veinte años. Consideramos que la insurgencia es un sentimiento y un pensamiento que mueve a la acción y al pensamiento político desde la búsqueda de una sociedad incluyente, con justicia social respetuosa de los derechos y responsabilidades humanas, con claro sentido de la dignidad y con una profunda comprensión del territorio como el espacio de la matria; entonces, tenemos historias que contar y mucho que decir de las distintas expresiones armadas y desarmadas de la insurgencia. Cuando hablamos de insurgencia estamos haciendo referencia a una manera de concebir y vivir la política. El estigma al desacuerdo con el orden establecido ha vaciado de contenido a la palabra y ha connotado de negatividad las acciones políticas insurgentes. Es inconmensurable la confusión que ha desatado el estigma del terrorismo y el miedo a disentir, protestar, opinar, actuar ha minado el movimiento social y las acciones políticas disidentes ante los ojos de la opinión púbica son subversivas y pueden ser penalizadas. La Constitución vigente fue el resultado de las propuestas del movimiento guerrillero que fueron acogidas por la sociedad civil y obligó a un referéndum. Dicho de manera simple cambiamos las armas por un nuevo pacto social que es en realidad una constitución. El estigma impide ver la importancia de una decisión por la construcción de paz a partir de la justicia social y el respeto por los derechos. Recordar la actividad guerrillera da una atmosfera y recordar con sentido de construcción de paz propicia otra visión, en ese recordar comprendimos algunas de las claves que hacen que eros y tanatos sean hermanos gemelos y la manera como se transforman los sentidos y los significados de la guerra y de la paz. El recuerdo insurgente se llena del mismo sentimiento patrio del colegio cuando en el retrato hablado se perfila una heroína. El recuerdo de ella parece sacado de la historia patria, donde a través del relato de la independencia se construían las heroínas 10 Comenta María Calleguerrero en una reflexión sobre el libro. Julio de 2012, Madrid, España 12

13 signadas por las virtudes católicas defensoras acérrimas de la sociedad patriarcal. La pregunta obligada es Por qué recordamos y reconstruimos con el recuerdo con los mismos ojos que nuestras abuelas? Si la heroína representa un deber ser colectivo, cómo se tejen los hilos que la definen en la memoria colectiva? La pregunta obligada es entonces como se construyen las heroínas y los héroes 11 en las memorias, para comprender qué tipo de ser humano estamos generando como sujeto político. Y las preguntas se suscitaron una detrás de otra, acerca de la manera como llegan los recuerdos, como creamos imaginarios, hasta que punto una sociedad patriarcal como la que vivimos nos signo a niveles tan profundos de las memorias que cuando se hacen espejos es sorprendente el arraigo machista de nuestra visión de mundo. Según los momentos y las circunstancias, los recuerdos y los olvidos se crecían o se disminuían y afloraban en los símbolos los viejos patrones de comportamiento, la arraigada visión patriarcal que entre más remota menos se nota y más consecuencias trae. Los recuerdos de tiempos idos, de momentos grandiosos, de épocas donde nos sentimos plenas, regresan en su presente permanente y se transforman en paraísos perdidos como se ha dado en llamar estos sucesos de las memorias. Lo que se perdió es un recuerdo que crece, mejora, aclara, define, en fin se recuerda con la idealización de los años acumulados, de las mejoras buscadas en nuestra propia imagen o del cuerpo colectivo que es la organización, con la ilusión de percibir los sueños cumplidos. Dice Borges: Sé que los únicos paraísos no vedados al ser humano son los paraísos perdidos. Al tejer los retratos hablados, escudriñando en las entrevistas, en las miradas de quien recuerda, en las atmósferas de la narrativa, hay un tono que se revela dulzón, casi rosa y que impregna cada retrato. Aquí las preguntas se agolpaban. Por qué, si fuimos y somos mujeres poco convencionales, o así lo creemos, el tono de la memoria asume el tono de los estereotipos femeninos? Qué le pone blondas y rosados a nuestros recuerdos? Y aquí hacemos una diferencia entre la memoria en su conjunto y los recuerdos como los sucesos y acciones de la memoria. Las preguntas con algunas aproximaciones a su comprensión siguen vigentes y hacen parte del trabajo de espejar que aquí proponemos. Los medios de comunicación, lo sabemos de vieja data, se encargan de tejer imaginarios y de nombrarlos de una sola manera, desde la lógica de la exclusión, entonces es urgente nombrarnos desde nuestra propia lógica. El sentido de la 11 Las heroínas y héroes son portadores de los valores, virtudes y comportamientos más elevados de la colectividad a la que representan, siendo sus gestas y formas narrativas las que daban cuenta de la construcción identitaria de las naciones. Funcionan como arquetipos de comportamiento en un tejido social. 13

14 resignificación como un continuo ejercicio de sintonía con cada época, es el que ha inspirado la definición de los símbolos que al espejar se vuelven universales. Cada suceso, hecho o momento tiene muchas lecturas, la nuestra en este libro es insurgente. Desde el feminismo entendimos que todo es político, lo íntimo y lo público, entonces combinamos los dos espacios básicos de la convivencia para descifrar las claves que nos llevaron a la lucha armada y los que nos mantienen insistentes en los caminos de la paz. De la misma manera que la homogeneidad que anula la diferencia con la falacia de la igualdad es una generadora de violencias. Comprendimos que teníamos claro un sentimiento y una acción feminista pero el discurso es una tarea a realizar, en tal sentido, muchas de las preguntas se volvieron a formular desde la perspectiva de género. Al definir el tono del relato, nos encontramos con ese lugar común que por fortuna esta revaluado, pero que sigue vigente en los imaginarios de las lectoras, de los lectores: Los hombres escriben literatura universal, las mujeres literatura de mujeres. Pensando en la gente que nos va a leer, como hacer para que ese concepto anacrónico y machista se revalúe en la lectura y se comprenda que nuestro tono es otro, con distinta sonoridad, con diferentes énfasis, con otras lógicas y con otros enfoques, que aportan y son nuestra manera de expresar el mundo. Que viva la diferencia, somos muy distintas de los varones, hablamos y pensamos con otras lógicas, participamos de los mismos escenarios políticos y proponemos otras maneras de acción. Exigimos los mismos derechos ciudadanos en una participación incluyente en la sociedad. Entrada Todo está en la memoria el secreto está en recordar. El reencuentro fue estremecedor. Muchas conocidas, algunas extrañas, unas cercanas, otras distantes cuánto tiempo y cuánta ausencia. Al mirarlas, pareciera que la vida quedó suspendida en un suspiro. Se cumplían diez años de la dejación de las armas El colectivo de Mujeres Excombatientes surge en el año 2001 con el objetivo de recuperar los lazos de solidaridad y afecto entre las mujeres excombatientes y fortalecer las identidades como sujetas políticas constructoras de paz. Agrupa a mujeres que pertenecieron a la insurgencia armada en las distintas organizaciones político militares que dejaron las armas como resultado de los Acuerdos de Paz firmados con el Estado colombiano entre 1990 y 1994: M19 (Movimiento 19 de abril), EPL (Ejército Popular de Liberación), PRT (Partido Revolucionario de Trabajadores), CRS (Corriente de Renovación Socialista), Frente Francisco Garnica y Movimiento Indígena Quintín Lame. El colectivo ampliando su noción en torno al accionar político de las mujeres 14

15 Esa noche una pregunta sobre qué había sido de nosotras en esos 10 años, atizó el interés de pensarnos de nuevo en colectivo, esta vez desde nuestra condición de mujeres insurrectas. Decidimos formar un colectivo de mujeres excombatientes y una red que nos permitiera conocernos, apoyarnos, hacer proyectos y recuperar nuestra voz y memoria. La primera tarea que planteamos fue escribir un libro para izar nuestra voz y nuestra memoria insurgente. De nuevo, el pertenecer a un colectivo, le puso alas a los pies y el trabajo voluntario se revivió en las muchas acciones, discursos, mandados y vueltas para organizar los encuentros. En seis regiones se citaron a las mujeres excombatientes con la tarea de escoger a dos de ellas en cada región para hacer el ejercicio colectivo de recordarnos y narrarnos. Sería entonces, el primer ejercicio para consignar en el libro. Las jornadas estuvieron habitadas por la nostalgia, la alegría, los buenos y los malos recuerdos, las ausencias, la euforia, la tristeza, las ganas y la algarabía y también por el miedo y por las estigmatizaciones. En el reencuentro se hizo evidente que muchas redescubrieron el ser mujer al resignificar su identidad. Esas identidades fueron construidas como pertenecientes a un gran cuerpo articulado y orgánico que eran las organizaciones guerrilleras. En el momento en que dejamos las armas nos vimos como individuas haciendo parte de familias, de trabajos, de vida civil siendo mujeres llegadas de la guerra. Esa noche una pregunta sobre qué había sido de nosotras en esos 10 años, atizó el interés de pensarnos de nuevo en colectivo, esta vez desde nuestra condición de mujeres insurrectas. A partir de ese momento, una interpelación recorrió todos los rincones del evento, tuvo que ver con el ser mujer política, a la vez que su enunciación obligó a variar los paradigmas y mirar hacía los espacios donde se podía indagar sobre el cuerpo, la autonomía, el querer ser y los nuevos parámetros para asumirse como mujeres, civiles y autónomas. La pregunta obligada tuvo que ver con qué fue lo bueno y lo malo de la dejación de armas. Unas respondimos como políticas, enfatizando en la nueva constitución; otras, destacaron el hecho como la posibilidad de tomar las riendas de la vida. Para todas, la ocasión de empezar a ser cada una sin su ejército y sin su colectividad, aspecto que dejó huella y recuerdos confusos en medio de la incertidumbre. Pero en general, la respuesta a la que todas habíamos respondido en el momento en que decidimos dejar las armas y la vida guerrillera, tiene que ver con que consideramos que los cambios estructurales que buscábamos a través de la vía armada, se podrían lograr a través de la vía política que permitiera legislar una nueva constitución. Por eso dejamos las armas para hacer parte activa en la construcción de una constitución más considera excombatientes a todas las mujeres que participaron de las tareas políticas, organizativas, logísticas, militares, de solidaridad y apoyo a las organizaciones político-militares firmantes de los acuerdos de paz. (Tomado de la presentación del Colectivo de Mujeres excombatientes). 15

16 acorde con los tiempos que corrían y para convertirla en una herramienta política de participación en las decisiones de nuestra sociedad, con derechos plenos donde la justicia social, la libertad y la fraternidad, al igual que hace casi trescientos años, hicieran posible nuestro ideal en esta sociedad. Con el cambio constitucional y los acuerdos se buscaba una apertura democrática que abriera el camino de una solución política a los problemas estructurales contenidos en las agendas de los movimientos guerrilleros. Lamentablemente, la lógica de la eliminación del contrario armado y no armado, como en el caso de la Unión Patriótica y el Frente Popular se mantiene y la muerte sigue siendo inherente a la práctica de la política colombiana. De cada región llegamos con muchas historias que contar, con muchas mujeres que proponer, con dolores vestidos de colores y con diez años más que cuentan y a veces, también pesan, aunque nos han dado una visión de conjunto que nos permite estar, ser y compartir juntas, no importa de qué organización vengamos. Quedaban y quedan matices de cada identidad política, pero nos une el cuerpo y el alma de haber sido habitadas por la insurgencia de los años sesenta, setenta y ochenta, y en ese sentido construidas por la lógica de las izquierdas de esos años. Finalmente somos, hermanas y primas y sobre todo amigas. Somos distintas, parecidas, iguales, disímiles, amables, odiosas, hoscas, tímidas, locuaces, somos mujeres colombianas y la mayoría en la medianidad de la vida. Los cuestionamientos que se hicieron durante el encuentro tomaron por sorpresa a algunas, resultaron oportunos para otras y ajenos para varias de ellas. La evidencia estaba sobre la mesa. La naturaleza de las preguntas logró sacudir prioritariamente dos aspectos que produjeron un gran desconcierto: la participación decisoria en las negociaciones en el proceso de desmovilización y la relación con el cuerpo de mujer desde la perspectiva de género. Muchas lo habían pensado pero no consideraron conveniente expresarlo, porque lo que se dio en su momento, contrario al ideal de muchas, tuvo que ver con la poca participación de las mujeres en las decisiones, paradójicamente enfrentada a la invisibilidad de las diferencias físicas y emocionales de hombres y mujeres en la guerrilla, porque si bien es cierto que hubo mujeres destacadas y reconocidas, aparecen como casos aislados en el largo trasegar de los grupos insurgentes armados. Cada jornada estuvo muy movida, muy discutida, muy emotiva, muy sesuda, al final llegamos a consensos y decisiones. Hubo muchos momentos donde revivimos las épocas de los debates en las conferencias, reuniones, asambleas y encuentros de la izquierda, de las guerrillas, de los estudiantes. El lugar común fue siempre la participación política y las acciones a seguir desde la insurgencia no armada en la construcción de una sociedad que oriente sus derroteros, hacía la construcción de la paz. 16

17 Los criterios para escoger a las mujeres protagonistas de nuestro relato cambiaron a lo largo de todo el proceso. Pensamos, en un principio en mujeres que estuvieran muertas, pero de inmediato entendimos que nos poníamos una camisa de fuerza. Luego, vino la discusión de si es combatiente, miliciana, militante, colaboradora. Esa fue la más compleja porque en ella se hizo evidente el género con más claridad. Encontramos que los roles femeninos y el ser mujer estaban confundidos, a veces difuminados, otras evadidos, y casi que éramos visibles solo cuando una acción heroica nos destacaba como combatientes. Entonces, llegamos a la necesidad de ver: cuál y cómo había sido nuestra participación en la lucha guerrillera. Pero, encontramos que militante, miliciana, combatiente y colaboradora como tareas y roles en la guerrilla, cuando se refiere a las mujeres presenta dificultades propias de una visión patriarcal, porque si bien es cierto que las funciones, a veces se confundían entre hombres y mujeres, cuando se refiere específicamente a las mujeres, es más complicado de resolver, por la sencilla razón que en la manera como ejercíamos nuestro compromiso revolucionario, abarcábamos más de lo que estaba estipulado para cada función. Y así, con muchas preguntas, casi ninguna respuesta y la memoria activada nos dimos a la tarea de encontrar las doce mujeres que nos reflejaran, nos simbolizaran y a partir de ellas, de sus vidas y sus obras poder construir una reflexión y un relato de la época. Iniciamos las jornadas en Zipaquirá con las llegadas del centro del país y ahí, surgió Mencho. De Ibagué y el Eje Cafetero llegaron María Nadime y María Aurelia. De Neiva y el sur vinieron Gloria Amanda y Ana Lucía. De Cali y el sur occidente escogieron a La Chiqui, a Claudia Passu y a Moño. De Bucaramanga y el oriente a Rosa y a Zoraida y de Cartagena y la Costa a Gregoria y a Julia. El grupo quedó conformado por mujeres insurgentes armadas del Movimiento 19 de Abril M-19, del Ejército Popular de Liberación (EPL), del Movimiento Quintín Lame y de la Corriente de Renovación Socialista. Había afros, indígenas, mestizas. Distintas clases sociales, distintos niveles educativos, distintas edades y estado civil, distintas labores, participaciones y rangos. Realmente nos sentíamos reflejadas. Con la selección hecha, buscamos la ayuda del maestro historiador Arturo Alape para que nos orientara en la recordación de esas memorias insurgentes y en la metodología de la construcción de historias de vida. Fue una invaluable ayuda sobre todo para orientar las entrevistas y tener puntos de partida para el trabajo. Los grupos que realizaron las entrevistas se esmeraron al máximo en la recolección de la información. En cada región se ingeniaron preguntas, buscaron personas, recordaron momentos, manteniendo presente la importancia de indagar en torno a lo más significativo que se había previsto contar sobre cada mujer escogida. 17

18 Las encargadas de recoger y procesar todas las historias nos reuníamos en casa de Carmen Lidia, quien nos alimentaba el gusto por el trabajo con viandas variadas y deliciosas mientras trabajábamos largas jornadas. Allí salieron textos, relatos, ideas, propuestas, maneras y deseos de cómo sería el libro que ya comenzaba a vivir en nuestros corazones. Con el primer acopio de entrevistas, fotos, recortes y muchas tareas, la participación masiva fue decayendo y el trabajo se volvía más exigente. Quedamos pocas y constantes. Y de nuevo la pregunta cómo hacerlo? Retomando la propuesta inicial que María Eugenia Vásquez había hecho para trabajar memoria insurgente de mujeres, llamamos a Clarainés para trabajar la memoria y con ella llegó Andrea y reiniciamos el trabajo con la tarea primera de construir un propio método de investigación y creación del libro a partir de las herramientas de indagación en la memoria que trajo Clara 13 y las teorías de género que trajo Andrea, sumado a lo que habíamos aprendido con el maestro Alape, las experiencias, reflexiones, elaboraciones y sugerencias de compañeras como la Negra Vásquez, Vera, Norma, Miriam, las compañeras centroamericanas, quienes nos inspiraron y muchas más, tejido a nuestra propia experiencia con un buen acumulado de experiencias y unas profundas ganas de revelarnos a través de nuestra memoria. Y en ese momento reincidió la pregunta de cómo hacer para visibilizar el accionar político de las mujeres? Esa mañana de enero de hace nueve años, ninguna de las que contamos esta historia estábamos seguras de lo que queríamos relatar, teníamos una lista de doce mujeres escogidas en reuniones regionales, teníamos nuestra memoria y la de todas las quinientas mujeres que participan de este colectivo, pero realmente no teníamos claridad de cómo abordar la tarea. Sabíamos que no íbamos a contar heroicidades, ni lamentos y tristezas de las pobres mujeres maltratadas, porque aunque la búsqueda de la participación y respeto por las mujeres había sido uno de los móviles de nuestra vinculación a la insurgencia armada, también lo era la conciencia y la justicia social, así como la libertad, la participación política, y la búsqueda de la felicidad como un objetivo suficientemente sólido para tomar las armas y esgrimir una manera de hacer política, en un país donde no eran legales las discrepancias y disidencias ideológicas, pues las transformaciones de la sociedad colombiana que buscaban todas las organizaciones guerrilleras y en general la izquierda estaban enfocados a la economía desde el bien común, en la política desde la gobernabilidad participativa y en la defensa y respeto a los 13 EL método de indagación en las memorias, es una propuesta que Clarainés Guerrero ha venido trabajado en distintos escenarios desde hace más de veinte años con un énfasis en el trabajo con comunidades desde la perspectiva simbólica. y está consignado en su tesis doctoral. Palenque de san Basilio: una propuesta de interpretación histórica., Universidad de Alcalá, España Clara Inés Guerrero a su vez es parte del Colectivo de mujeres Excombatientes. 18

19 derechos humanos, con el humanismo como urdimbre ideológica. Es decir, nuestra lucha estaba enfocada a combatir la exclusión, la injusticia social, la discriminación y de alguna manera la tontería de la arrogancia del poder. E inmersa en esa lista, la lucha por los derechos de las mujeres lideraba una de las banderas en la lucha contra la exclusión. Pero, pese a que la creencia del momento se cifró en que con estas actitudes se suscitaría un cambio notorio frente la subordinación de las mujeres en nuestros territorios, los procesos revolucionarios en otros países demostraron que la situación de las mujeres no cambió. En esos tiempos heroicos la opción armada, para nosotras, era la única vía posible para lograr una revolución. Aunque con el tiempo pudimos darnos cuenta que si bien la insurgencia armada fue una opción vital para muchas, con igual importancia avanzó la insurgencia no armada, esa que en la actualidad, nos da la energía necesaria para seguir insistentes en la transformación del país. Siguiendo con la búsqueda de cómo contar esas doce historias nos encontramos con múltiples relatos y análisis, de académicas, de feministas, de periodistas, sociólogas, historiadoras, en los cuales resulta lamentable observar cómo los relatos de mayor impacto han sido los que nos muestran víctimas de la guerra, maltratadas en las casas, mal amadas, mal tenidas en las guerrillas y con una voz muy tenue para poder defender la justicia y buscar una participación activa y autónoma tanto en las organizaciones como en las propias vidas. Sin embargo, desde nuestro punto de vista la lectura de la presencia de las mujeres en la insurgencia armada también hay que leerla desde las mismas mujeres y sus posiciones políticas, sus niveles de conciencia y sobre todo desde la perspectiva de la participación dentro de ese proceso. El ángulo de la discriminación es importante y necesario de recalcar, de la misma manera que el ángulo de la búsqueda participativa como parte del trabajo como militantes de organizaciones armadas. Son aspectos que van ligados puesto que la discriminación genera respuestas organizadas o no, pero respuestas que contribuyen a la comprensión más profunda del problema. Lo cierto es que la lectura de nuestro proceso desde paradigmas del feminismo actual nos permite comprender lo que fuimos, hicimos y dejamos de hacer desde la perspectiva política, si asumimos, como lo sugieren, que toda acción humana es política. De la misma manera, nos sugieren el significado de la exclusión desde lo íntimo y lo privado, desde el ser hombre o mujer o cualquiera de las posibilidades de los géneros humanos. Comprender al otro, a la otra, al ajeno, al extranjero, al de la otra orilla, al de las otras clases o al de distinto estrato social, nos permite dimensionar la exclusión como el origen de la desarmonía. Esta manera de leer la realidad nos aportan los estudios de género. 19

20 Es cierto, en las organizaciones guerrilleras donde participamos había machismo y las relaciones entre géneros estaban signadas por el patriarcado, tal y como han sido las relaciones de la especie humana desde que, casi como un olvido, se hizo invisible el lado femenino, el yin del planeta, para poder organizar sociedades donde la exclusión es la regla de oro. Estas organizaciones reproducían muchos de los patrones culturales sin darles mayor discusión, puesto que lo social o colectivo estaba por encima de lo individual y personal. La experiencia del capitalismo donde prioriza al individuo o el comunismo que solo acepta lo colectivo generó niveles de exclusión y violencias de todo tipo. Experiencias enriquecedoras para el mundo entero, sirvieron para comprender la sintonía de lo individual en lo colectivo, convertida en uno de los grandes logros de las sociedades modernas, ahora es tan importante el individuo como el colectivo. La sintonía ética nos facilitó el camino y la solidaridad nos afianzó aquello de que el accionar de la política es un profundo ejercicio de bien común precisamente de lo que adolece la acción política en este país para comprender cómo la lucha por el poder genera politiquería y llena de vicios la convivencia. Ahora, en estos tiempos tan enfermos de violencia, la lucha es por la gobernabilidad desde el bien común. Desde allí fue muy gratificante replantear los caminos para lograr nuestra sociedad soñada. El sentido insurgente se resignifica en la medida en que se mantenga viva la memoria y se sintonice con cada momento de este mundo cambiante. Desde la perspectiva política el libro se dimensiona por el sentido y el significado de narrar con la propia voz, con los criterios propios, con interpretaciones personales en un tiempo en que se vuelve perentorio recuperar espacios de participación y decisión. Y con Fabbri, Luce 14 decimos: La vida se desliza por entre las mallas de las construcciones teóricas, escapa a las clasificaciones y niega a cada paso las generalizaciones y las síntesis. 14 El camino,

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22 Yo colectiva Latrece Yo no sé del sol. Yo sé la melodía del ángel y el sermón caliente del último viento. Sé gritar hasta el alba cuando la muerte se posa desnuda en mi sombra. Alejandra Pizarnik. Soy mujer síntesis, soy muchas mujeres, soy y no soy madura, soy y no soy mamá, soy y no soy esposa, soy y no soy amante, soy y no soy texto sobre una piel territorio. Soy acción, soy persona, soy política, soy insurrecta y soy una polifonía insurgente. La cita en la oficina que nos prestaron es a las ocho de la mañana. La calle, en el centro de Bogotá a esa hora tiene cara de trasnocho, se percibe todavía la agitada vida nocturna del bajo mundo. La primera que llega, acompaña a alguno de nuestros anfitriones a preparar el café y se sienta en el salón que siempre está dispuesto para nuestro trabajo del libro. Vamos llegando y con el tinto en la mano se inician una serie de charlas cruzadas donde se conversa de los sucesos cotidianos, de las noticias, de los chismes políticos, del tratamiento a los achaques de la edad y siempre un comentario acerca del bolso, el lápiz labial o los aretes nuevos. La conversación se vuelve colectiva. El ritual se inicia cuando Clara saca de su bolso la crema de manos, toma un poco y pasa el frasco, cada una hace los mismo, consecutivamente todas en la mesa se frotan las manos esparciendo la crema en manos y brazos, sin perder en ningún momento el hilo de la plática. El grupo está compuesto por: Alix, Dorita, Andrea y Clara. En un comienzo estaban, también, Miriam, Consuelo, Elida, Adriana y eventuales visitas de algunas compañeras que iban a enterarse del libro. Y nuestras invitadas de honor las mujeres protagonistas de esta 22

23 historia. Tres años después de iniciado el trabajo de investigación, se va a definir la escritura del libro. Se sabe con claridad que una creación colectiva necesita de una mano y una voz que recoja y haga la redacción final del relato. La conversación se vuelve discusión al intentar sintonizar distintos estilos, visiones particulares de los mismos procesos, de las memorias comunes para una misma generación. Quién narra y qué narra? La inspiración llega cuando surge la idea de crear una mujer que nos recoja a todas, que espeje a nuestra generación de insurgentas 15. Tenemos doce mujeres escogidas, entonces, sería la mujer trece. La idea suena bien pero es difícil concretarla y vuelve el debate al intentar dar características que nos refleje, nos sintetice y con la que nos sintamos identificadas. La vehemencia en los argumentos hace interesante e interminable la sesión. De pronto llega un nuevo tinto, alguien ha traído galletas y pan. Los ánimos se mesuran y la discusión se retoma buscando salidas. Andrea saca del bolso una cajita con lubricante labial y el rito se repite, los labios de todas están relucientes y obvio nadie perdió el hilo del debate. Latrece toma la palabra: Nací un sábado trece de agosto del dos mil cinco, de manera que soy del signo Leo, y creo que he sido una verdadera leona. Aunque la idea sobre mí se gestó en el apartamento de Andrea, frente al ventanal que mira a Bogotá desde La Macarena, poco a poco, los escenarios de la investigación y creación colectiva de este libro cambiaron según las necesidades y prioridades del trabajo. Y en cada uno de ellos, mi memoria iba delineando mi personalidad. Entonces, me dibujaron sobre una silueta de mujer y me nombraron con un número, el trece, que es de agüeros para unos y para otras, como también, es símbolo de transformación. Soy fuego vehemente como el EME, agua de oleaje fuerte como el EPL, aire sutil y tormenta como el ELN, tierra sabia como el Quintín Lame y sentimiento y coraje como la Corriente de Renovación Socialista. Soy todas esas mujeres de las organizaciones que armadas buscaron darle salidas humanas, justas y libres a los problemas estructurales de este país, tan perdido en su desmemoria. Yo, Latrece narro con el lenguaje político de las mujeres, ese que nos surge de adentro hacia afuera, que nace en el cuerpo, cubre lo cotidiano y se prolonga en lo público, en lo macro. Para nosotras la política deja de ser algo impersonal y es vivencial Y ahí nace la lógica de mi narrativa. Cuando Andrea sacó el espejo casi nunca lo hace, y se miró en él hablando de mí, me sorprendí con mi imagen, esperaba verme joven como en las fotos de nuestras vidas armadas porque cuando las miro, me veo en cada una y también en las cuatro que me crearon, aunque lo confieso quisiera verme como Andrea. Estoy en la mediana edad, tan temida por tanta gente y en verdad tan deliciosa en plena serenidad. Y fui durante 15 Como se nombran las zapatistas 23