PRESENTACIÓN DEL LIBRO VAMOS A MEDIAR

Transcripción

1 PRESENTACIÓN DEL LIBRO VAMOS A MEDIAR Vamos a Mediar es la invitación que nos realiza el Maestro Silvio Lerer en su libro, el cual denota un claro mensaje de fraternidad, de proscribir los conflictos o sacar lo mejor de ellos en aquellas situaciones que sean inevitables. Es más que evidente que en el entorno que nos avocamos como ciudadanos colombianos esta propuesta adquiere una gran relevancia. En este sentido, da lugar plantear lo expuesto por el Dr. Sintura quien en su investigación sobre la efectividad de la justicia en nuestro país nos presenta un panorama complejo, situación que nos invita a apropiarnos del mensaje que el Dr. Lerer idónea y pertinentemente propone. Así, Colombia posee uno de los índices más altos de jueces por habitantes, siendo de 9.2 por cada personas, lo que supone un total de jueces y magistrados y empleados, con un promedio de procesos por juez, a 2005 de 330 procesos, a los que hay que sumar la nómina integral de la Fiscalía, ya cercana a las funcionarios. Ahora bien, en el ámbito de los derechos humanos y los delitos económicos y la ampliación de las penas para los delitos ya existentes, se han producido en los últimos ocho años 32 reformas de la ley penal sustantiva por la vía del Congreso y un Decreto de Emergencia Económica, por vía del Ejecutivo, lo que significa una reforma por lo menos cada tres meses. La consecuencia de esta inflación legislativa ha originado la creciente crisis carcelaria y el consecuente empleo injustificado de la detención domiciliaria como un instrumento de solución al hacinamiento carcelario. De esta manera, el importante crecimiento cuantitativo y cualitativo del delito, ahora alimentado por la ineficiencia del aparato de

2 persecución penal, traduce en unos indicadores de bajo productividad de los funcionarios judiciales, en el alto número de procesos que se quedan sin tramitar año tras año y el elevado atraso de los procesos vinculados al sistema anterior que hoy, debemos decirlo claramente, colapsó conjuntamente con el nuevo sistema. Cifras relevantes en el área penal me permiten presentarles que la probabilidad de que un delito sea castigado en Colombia se acerque apenas al 30%, cifra que se estima enfrentará pocos progresos si se tiene en cuenta que cada funcionario de policía judicial vinculado al nuevo sistema oral acusatorio tiene más de 300 órdenes de trabajo en curso sin evacuar, en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali. Ello sin contar la impunidad social que es la variable que determina los delitos que no se denuncian y que alcanza el 82%, conforme con la cifras del Consejo Superior de la Judicatura. Desde la anterior contextualización, debo manifestar que pocos países de Latinoamérica y quizás del mundo han vivido crisis tan profundas dentro de su poder judicial, como Colombia en las últimas décadas. Desde el asesinato de sus ministros, sus jueces, sus funcionarios, hasta la toma armada y sangrienta del palacio de Justicia pasando por la permanente crisis estructural que ha llevado a la parálisis del aparato judicial, con la característica sobresaliente de la eterna congestión. En el fondo de todo esto se encuentran los ya endémicos males que afectan a nuestro país: pobreza, miseria en aumento, luchas de clases, corrupción política, violencia política, crimen organizado y conflicto armado. En un país que lastimosamente ha agrupado a los más grandes carteles ilegales y donde se han proliferado los ejércitos

3 privados, es difícil que la justicia haya tenido un comportamiento modélico. Desde esta lógica, es casi imposible que fenómenos como el de la congestión, la venalidad o la ineficiencia no hayan sido lo habitual en el funcionamiento del poder judicial, principalmente a la hora de dictar sentencia en un juicio. La pobreza de un país en vía de desarrollo, como el nuestro, no hace otra cosa que aumentar las muchas dimensiones del problema, condenando a la justicia a sobrevivir con presupuestos exiguos, no sólo si los comparamos con las de naciones más ricas, sino con las mismas organizaciones al margen de la ley. Por todo esto la obra y el mensaje del doctor Silvio Lerer adquieren para nuestro país una importancia enorme. El autor del libro que hoy presentamos proviene también de un país que en el último siglo sufrió graves crisis institucionales, que terminaron muchas veces con gobiernos de facto o al menos con el intento de ello. Conoce entonces el Dr. Lerer por lo tanto lo que es un poder judicial mal trecho, golpeado y maniatado, Sin embargo, dichos supuesto no lo han limitado, por el contrario, como un ciudadano ejemplar, como él lo es, prefirió trascender y sumergirse en una investigación a lo largo de su trayectoria profesional, toda vez que de manera propositiva se ha encamina a buscar y plantear soluciones inteligentes, coherentes y precisas como las planteadas en su libro. Este erudito y teórico de la mediación, la negociación y otros temas anexos a ello, conoce de cerca lo que él mismo llama en su obra El colapso de la justicia Estatal, según lo decía en el discurso que pronunció al implantarse en la provincia de Buenos Aires la obligación de la mediación prejudicial.

4 Para combatir dicho colapso de la justicia estatal el Maestro Lerer propone la mediación y la negociación como métodos alternativos o previos en la resolución de los conflictos. Pero esto no significa, ni mucho menos, que lo que el proponga sea la privatización de la justicia, como muy bien lo aclara en su libro. Aquí no se trata de aplicar el principio promulgado por el ministro Martinez de Oz de cierta dictadura Argentina, y que enunciaba que empequeñecer al Estado es engrandecer la Nación. Principio que aplicado a la justicia solo puede significar el dejar inermes a los ciudadanos, principalmente los de menores recursos económicos, ante la voluntad omnímoda de los más poderos, que terminan por convertirse en los más violentos. Aquí no se trata entonces de empequeñecer al estado, sino de engrandecerlo, de apuntalarlo, ayudándolo a que se concentre en lo ineludible, en lo necesario, en lo indispensable, en lo impostergable desde el punto de vista judicial. Como muy bien lo dice en este libro el Doctor Silvio Lerer, apoyándose para ello en Giró París, existe un campo específico para la mediación y otro para la denominada justicia estatal. Existe un espacio para dicha justicia, que no puede ni debe ser invadido por la mediación. Querer solucionar los problemas de un tipo con los métodos del otro complica la situación y desprestigia a ambos campos de actuación social. Son estos postulados los que nos llevan a entender el mensaje del libro vamos a Mediar, luego que el objetivo de la mediación para el manejo de conflictos no es entonces debilitar al estado, sino hacer que todos los ciudadanos se conviertan, por así decirlo, en Estado, a través de la participación directa en la toma de decisiones. Es la

5 democracia participativa, la democracia, podríamos decir, radical. A este respecto, hace un siglo el Filósofo Italiano Giovanni Gentile expresaba, en un principio que sirvió de base al totalitarismo, que solo existe una realidad: el Estado. Paradójicamente, este enunciado es cierto, si nos acercamos al concepto de Estado tomando uno de sus elementos principales como lo es el conjunto de la totalidad de los ciudadanos tomando parte activa en la elaboración de soluciones a todo lo que pueda afectarlos. Así podemos afirmar que las instituciones se fortalecen, pues al mismo tiempo que descansan de labores que, por su elevado número más allá de sus posibilidades, también encuentran el soporte de la ciudadanía en general, a través de la verdadera democracia participativa, con lo que estamos en capacidad de aseverar que, el estado somos todos. Las soluciones no llegan entonces de manea vertical, jerárquica, sino horizontal, entre iguales. Se abandona un poco la sentencia griega que decía que la felicidad consiste en que los ciudadanos obedezcan a sus gobernantes, y en que los gobernantes obedezcan a las leyes. Se acaba también con el concepto de Carl Schmitt sobre la sentencia judicial, según el cual el juez no hallaba de manera hábil y, de acuerdo con él, incomprensible, la solución de un conflicto, sino que dicho juez se limitaba a imponer su autoridad en beneficio de una de las partes. Pero esto no significa, ni mucho menos, que la mediación promueva la ilegalidad o atente contra la institucionalidad, pues como ya hemos visto, sigue habiendo campus de acción, en cuanto a la justicia, exclusivos de la actuación estatal propiamente dicha.

6 Son entonces múltiples los beneficios de la mediación en el manejo de conflictos que nos presente el libro del Dr. lerer. Se descongestiona la justicia, se proscribe la impunidad, se garantiza la eficiencia y eficacia del Estado, se fortalece la democracia participativa, se disminuyen los costos, pero sin lugar a dudas, lo más importante es que se reduce significativamente la violencia. La mediación es, claramente, el principal antídoto contra la justicia por mano propia. Vemos entonces que la mediación no es la privatización de la justicia, sino que, todo lo contrario, significa el fin, o al menos la disminución, de la justicia privada. Esto es de particular importancia para un país que, como Colombia, ha vivido durante sus doscientos años de vida independiente bajo el estado de violencia generalizada y de la ley del más fuerte. Un país donde tantos se sienten con permiso de transgredir la constitución y las leyes, un país que aún tiene un conflicto armado interno, sin duda es el que más necesita de la mediación para la solución de conflictos. Cuando la mediación triunfa, el resultado es la no violencia. El conflicto no desaparece, sino que como dice el Doctor Silvio Lerer en esta obra los actores de él se integran, sus diferencias aparentes dan paso a las coincidencias fundamentales, a través de una síntesis dialéctica. Lo que desaparece es la violencia, que es siempre la peor salida de cualquier problema. Por eso un viejo proverbio castrense de los antiguos mogoles rezaba que la mejor batalla es la que no se libra. Pero como ya dijimos, la mediación no sólo se limita a traer consigo una paz estéril, sino que buscan, más allá de la simple tolerancia, del apenas soportarse los unos a los otros, de un nuevo y eterno Edicto de Nantes, que de cada

7 participante en el conflicto surja lo mejor de sí, en colaboración con su supuesto contendiente. Se busca entonces la sinergia, el enriquecimiento mutuo, el conflicto como la base del desarrollo. Son estos escenarios los que nos motivan a resaltar una aparte del libro que hoy se presenta y que el autor manifiesta como el silencio es oro. Esto nos recuerda el pensamiento del filósofo oriental Lao Tse que, hace más de veinticinco siglos, expresaba que la palabra es plata, el silencio es oro. El sentido de esta sentencia es claro: es importante actuar y hablar cuando hay que hacerlo, pero es más importante lo que se deja de decir y de hacer en aras de la búsqueda armoníca para la resolución del conflicto. En la mediación se actúa buscando, como ya dijimos la sinergia y el progreso, pero quizás lo más importante es lo que se evita, la violencia y el conflicto armado. El doctor Silvio Lerer, en esta obra, nos muestra así la mediación no como un simple mecanismo utilitario para la descongestión de los juzgados, sino como un proceso ético de superación moral, de engrandecimiento espiritual. El libro en cuestión no se queda entonces tan sólo en lo jurídico y en sus herramientas. En estos tiempos de especialización, de hiperespecialización, en los cuales se habla peyorativamente del pensamiento enciclopédico, recordemos que el filósofo Argentino José Ingenieros afirmaba que el verdadero genio, o al menos quien desea serlo, es siempre alguien con un conjunto enciclopédico de conocimientos. Así la obra del doctor Lerer explora lo filosófico, lo antropológico, lo

8 psicológico, lo ético, lo histórico. Lo trascendental cotidiano. Lo erudito y lo humorístico. y lo No queda más que traer aquí lo dicho por el historiador español Juan Reglá acerca de San Francisco de Asís y del turbulento entorno en el que le tocó vivir: las luchas entre ciudades, clases y partidos formaban el tejido de la historia de la época, particularmente en Italia. Importaba tanto mantener vivo el espíritu de fraternidad como reducir y aliviar los conflictos inevitables. Podemos decir que en eso consiste la mediación: en mantener viva la fraternidad, en evitar los conflictos violentos y en sacar lo mejor de aquellos que sean inevitables. Que sea entonces la oportunidad de acercarnos a esta obra con la firme convicción que antes de ser abogados somos ciudadanos y como tales debemos reconocer en nuestro diario vivir el mensaje de este libro, por tanto Vamos a mediar Muchas gracias.