Sr. RECTOR DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA SRES Y SRAS. DECANOS Y DECANAS DE LAS UNIDADES ACADÉMICAS

Transcripción

1 Sr. RECTOR DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA PADRE RAFAEL VELAZCO, Sres. VICERRECTORES SRES Y SRAS. DECANOS Y DECANAS DE LAS UNIDADES ACADÉMICAS DOCENTES, AMIGOS Al proponérseme asumir la responsabilidad de conducir a nuestro querido Instituto de Ciencias de la Administración, me surgió la reflexión acerca de por qué es necesario que la universidad cuente con una Escuela de Negocios. Encontré respuestas que tienen que ver con objetivos importantes, y con un objetivo fundamental. Sobre los objetivos importantes, que son diversos, aparecen el de desarrollar y transferir conocimientos en ciencia, técnica y arte en management a organizaciones de todo tipo, ya sean estas empresas con fines de lucro, públicas o correspondientes al tercer sector. También es un objetivo importante el continuar un ciclo de educación, que comienza en el grado, y que continúa en la Escuela de negocios, quizá sin solución de continuidad. Pero estos objetivos importantes carecen de contenido si no se alinean a lo que considero es el objetivo fundamental: la formación de líderes, que sirvan a la sociedad, desarrollando capacidades y virtudes en todas las dimensiones de la persona humana, Profesional, Personal-Familiar, y Ciudadana- Social, y que estas capacidades y virtudes, contribuyan a la promoción de la persona a partir de su dignidad y fin trascendente. Y es la visión cristiana de la persona humana, la que aúna lo individual con lo social, promoviendo los valores fundamentales de la verdad, la libertad, la justicia, la paz y la

2 fraternidad. Y es en este marco, que el trabajo profesional constituye un medio necesario para el desarrollo personal, sirviendo como un medio eficaz para servir a los demás. Creo con una firme convicción, en la necesidad de comunicar a quienes toman decisiones, que el trabajo debe ser visto como un servicio, en contraposición a visiones utilitaristas de la persona humana, muchas veces reflejadas en grandes libros de texto. El trabajo debe ser honrado porque es fuente de riqueza o, al menos, de condiciones para una vida decorosa, y, en general, instrumento eficaz contra la pobreza. (cf. Pr 10,4). Es una actividad que tiene por fin realizar al hombre en su fin propio (natural y trascendente). En tal sentido, la Doctrina Social de la Iglesia, que no ofrece soluciones técnicas a los problemas económicos y sociales, ni tampoco propone sistemas o programas económicos y políticos, nos aporta principios de reflexión y criterios de juicio para valorar la realidad social Juan Pablo II sostuvo que la clave del progreso está en una serie de virtudes humanas que son su motor. Habría un círculo virtuoso virtudes-riqueza. Este se puede encarar en los dos sentidos, de las virtudes a la prosperidad cómo las virtudes llevan al progreso económico- y de la prosperidad a las virtudes la exigencia de poner al hombre como fin del progreso económico. Sostuvo también que las causas morales de la prosperidad son bien conocidas a lo largo de la historia. Ellas residen en una constelación de virtudes: laboriosidad, competencia, orden, honestidad, iniciativa, frugalidad, ahorro, espíritu de servicio, cumplimiento de la palabra empeñada, audacia; en suma, amor al trabajo bien hecho. Por el contrario, la ausencia de estas virtudes incide fuertemente en la pobreza.

3 Parecería utópico poner por obra estos principios en las organizaciones, especialmente aquellas que persiguen fines de lucro. En mi trabajo profesional como consultor de empresas, he visto que no solo que son asequibles, sino que la concreción de esos principios, genera organizaciones con personas comprometidas, alegres en el desempeño de sus responsabilidades. Quisiera tomar las palabras que a principios de los años 60 pronunció el destacado empresario Enrique Shaw, fundador de ACDE, quien ocupó múltiples puestos gerenciales en compañías de gran envergadura: Como empresario, sembrar esperanza, ver la realidad, renunciar al beneficio aparente del momento, ser un puente entre quienes conocen el problema y el sumergido que piensa en su problema inmediato. Debemos crear trabajo... y cuanto más eficiente sea nuestra labor, más recursos tendremos para repartir entre pobres y necesitados. Tomo este concepto final, del cual se desprende la inmensa responsabilidad de quienes conducimos organizaciones, de hacerlas rentables si éstas tuvieran fines de lucro, o sustentables en el caso de que no lo tuvieran como fin último, implicando esto el tener que tomar a veces decisiones no del todo gratas, pero alineadas al bien común. Habitualmente, en el ámbito de los negocios, se habla de la importancia de crear valor. Y se lo suele hacer desde dos perspectivas: crear valor al accionista, que es quien toma riesgos, que implica generar una actividad empresarial que satisfaga sus expectativas de utilidades, las de los terceros que prestan recursos, y que además se generen excedentes;

4 la otra perspectiva es la de crear valor a los clientes, que implica que estos estén satisfechos por el precio que pagan por los productos o servicios que genera esa actividad empresarial. Es mi ilusión profesional trabajar además una tercera perspectiva, que es la de de crear valor a la persona humana, atendiendo a su dignidad, y promoviendo el desarrollo de virtudes, que generen un ámbito de excelencia profesional, tanto para personas de nuestra organización, como para todas aquellas que requieran de nuestros servicios y pasen por nuestras aulas. Es grande y estimulante el desafío. Necesitaremos un ICDA muy alineado a las nuevas demandas en capacitación, a los cambios paradigmáticos generacionales, que hoy nos resultan difíciles de descifrar. Nuestros programas de formación deberán estar a la altura de las exigencias de quienes los soliciten; deberemos profundizar el proceso de internacionalización, a través de alianzas con marcas de nivel mundial en el sector de la capacitación ejecutiva; deberemos extender nuestras relaciones con el sector público, al cual tenemos la obligación de transferir conocimiento y colaborar para su profesionalización; procuraremos llevar al management a organizaciones sin fines de lucro, a las que seguramente les será de mucha utilidad. Nos interesa poner al Icda y a la universidad nuevamente en lugares que crucen las fronteras de nuestra provincia, ya que contamos con el conocimiento para hacerlo. Queremos que los trabajos que desarrollan nuestros tesistas en los distintos posgrados, trasciendan las fronteras de una biblioteca, y sirvan para contribuir al progreso de las organizaciones, sirviendo como punto de partida para el ofrecimiento, por parte de nuestro Instituto, de servicios de consultoría a empresas y organizaciones. Queremos trabajar de manera mancomunada

5 junto a otras facultades de nuestra universidad, complementándonos de manera sinérgica, ofreciendo servicios de capacitación a todos los sectores. Debemos ocupar lugares en la opinión pública con nuestros destacados profesores, opinando en temas profesionales. Tenemos la obligación de generar las condiciones necesarias para la investigación en los tres sectores en los que nos movemos. En el ámbito empresario, pondremos un foco especial en las necesidades de profesionalización en el sector de la pequeña y mediana empresa, y de la empresa familiar, creando un instituto para tales fines. Para esto, necesitaremos un equipo comprometido, con vocación de servicio y altamente competente, dispuesto a la generosidad, a la transparencia y a la lealtad a los valores y convicciones que defenderemos. Nuestro gran desafío será transmitir ciencia, técnica y arte en management, con la persona humana como centro, respetando a los demás, comprometidos por lograr el bien común de las empresas y la sociedad, con humildad, aprendizaje y capacidad de escucha. Finalmente quisiera agradecer a Usted Padre Rector y a sus Vicerrectores, la confianza depositada, y la posibilidad que me brindan de poder devolver algo de lo mucho que me dio la universidad y el Icda; agradecer a mi familia, que son la razón de ser de mi vida, gracias por el amor, el cariño y la paciencia en mis desafíos profesionales; a mis padres, por todos los ejemplos de virtudes que me dieron, y finalmente, a dos amigos y concejeros: a Guillermo Martínez Ferrer y a Daniel Scandizzo. Muchas gracias.

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