UNIDAD 12. MORAL DEL AMOR Y LA SEXUALIDAD (y III) (6º Y 9º MANDAMIENTOS)

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1 UNIDAD 12. MORAL DEL AMOR Y LA SEXUALIDAD (y III) (6º Y 9º MANDAMIENTOS) CRISTO Y LA ADÚLTERA (1532) LUCAS CRANACH EL VIEJO ( ) MUSEO DE BELLAS ARTES DE BUDAPEST (HUNGRÍA) «HABÉIS OÍDO QUE SE DIJO: NO COMETERÁS ADULTERIO. PUES YO OÍ DIGO: TODO EL QUE MIRA A UNA MUJER DESEÁNDOLA, YA COMETIÓ ADULTERIO CON ELLA EN SU CORAZÓN» (MT 5, 27-28). Salmo 32 Himno al poder y a la providencia de Dios Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones: que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos; encierra en un odre las aguas marinas, mete en un depósito el océano. El Señor deshace los planes de las naciones, frustra los proyectos de los pueblos; pero el plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en edad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres; desde su morada observa a todos los habitantes de la tierra: él modeló cada corazón, y comprende todas sus acciones. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo CUARTO CUATRIMESTRE MORAL Y VIDA CRISTIANA UNIDAD 12 MORAL DEL AMOR Y LA SEXUALIDAD (Y III) PÁGINA 159

2 1. RELACIONES SEXUALES FUERA DEL MATRIMONIO 2. AUTOEROTISMO: MASTURBACIÓN Y PORNOGRAFÍA 3. PROSTITUCIÓN 4. HOMOEROTISMO Y HOMOSEXUALIDAD COMPAGNONI, F.; PIANA, G. y PRIVITERA, S. (Dirs.) (1992): Nuevo diccionario de teología moral. Ediciones Paulinas. Madrid. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA ( ): Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la iglesia. Tercer catecismo de la comunidad cristiana. Edice, Madrid, pgs IGLESIA CATÓLICA (1992): Catecismo de la Iglesia Católica. Asociación de Editores del Catecismo, Madrid, nn LÓPEZ AZPITARTE, Eduardo (2001): Simbolismo de la sexualidad humana. Criterios para una ética sexual. Editorial Sal Terrae, Santander, pgs VICO, José (1999): Liberación sexual y ética cristiana. Editorial San Pablo, Madrid, pgs y VIDAL, Marciano ( ): Moral de actitudes. Moral del amor y de la sexualidad. Editorial Perpetuo Socorro, Madrid, pgs , , y PÁGINA 160 ESCUELA DE FUNDAMENTOS CRISTIANOS DIÓCESIS DE JAÉN (SEDE DE ÚBEDA)

3 1. RELACIONES SEXUALES FUERA DEL MATRIMONIO Hemos de iniciar nuestro estudio advirtiendo que en nuestra sociedad se emplea el mismo nombre de relaciones sexuales fuera del matrimonio 1 para hacer referencia a situaciones antropológica y socialmente muy dispares. Algunas de ellas son: Relaciones precoces, generalmente entre adolescentes, pero también entre adultos, que no implican compromiso afectivo alguno, ni, mucho menos, un proyecto de vida en común. En algunas ocasiones, aunque evidentemente no en todas, la prostitución podría ser un ejemplo de este tipo de relaciones. Relaciones entre jóvenes o adultos, que ciertamente se encuentran comprometidos afectivamente, pero que, por razones socio-económicas o de otro tipo, aún no se han decidido a dar un paso definitivo para formalizar por el momento su unión matrimonial (propiamente, estaríamos hablando de las denominadas relaciones prematrimoniales ). Relaciones entre personas que se aman sinceramente, pero que han decidido orientar su vida según el modelo de una pareja de hecho, que no incluya tipo alguno de institucionalización. Este tipo de relaciones pueden adquirir la forma de unión libre cuando se da un rechazo del matrimonio en cuanto tal o una incapacidad de unirse mediante compromisos a largo plazo; también pueden ser una unión a prueba cuando existe intención de casarse, pero no por el momento. Evidentemente, la valoración moral de estas desiguales situaciones ha de ser diversa, en cuanto manifiestan diferentes tipos y grados de compromiso interpersonal. No tiene el mismo significado un encuentro sexual sin compromiso alguno que unas relaciones entre personas que se aman y se hallan comprometidas. El juicio ético debería aportar alguna matización sobre un comportamiento que, aun siendo idéntico desde el punto de vista material, encierra grandes diferencias. A) La respuesta del magisterio de la iglesia ante las «relaciones sexuales fuera del matrimonio» es suficientemente conocida y explícita: cualquier tipo de relación sexual entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio es una situación irregular e inaceptable. Esta enseñanza tiene su punto de partida en la dimensión procreadora del sexo. La ausencia de un clima amoroso y acogedor haría imposible la evolución y desarrollo del hijo. El matrimonio apareció siempre para la moral católica como el único lugar adecuado para el ejercicio de la plena genitalidad. 1 El término «fornicación» (en griego, porneia) que designaba originariamente a las prácticas sexuales paganas, como por ejemplo, la prostitución sagrada y, por extensión, todo tipo de prostitución, también se utiliza para denominar a las «relaciones sexuales fuera del matrimonio». CUARTO CUATRIMESTRE MORAL Y VIDA CRISTIANA UNIDAD 12 MORAL DEL AMOR Y LA SEXUALIDAD (Y III) PÁGINA 161

4 Pero no es sólo su carácter procreador lo que fundamenta esta postura. Hay otra razón que encierra otro significado más profundo: la entrega plena en la comunión corporal no puede ser expresión de una simple amistad o de una cercanía afectiva más o menos profunda, sino que requiere una densidad amorosa que sólo se encuentra en el cariño conyugal. Cuando el afecto se dirige hacia el otro con un sentido totalizante y exclusivo, la otra persona se convierte en alguien único e insustituible 2. Y es que, cuando el hombre y la mujer se unen a través de sus cuerpos, están utilizando un lenguaje de extraordinaria importancia (ver lo expuesto en el apartado 2 de la Unidad Temática 10 sobre el simbolismo de la sexualidad). Si la palabra que el cuerpo pronuncia dice más de lo que existe en la realidad el gesto se convierte en una mentira; se promete, se expresa y se entrega lo que todavía en ese momento no están dispuestos a prometerse, expresarse y entregarse. Y así se desvirtúa el significado profundo del acto sexual y se vuelve despersonalizante. El acto sexual equivale a ofrecer la propia existencia y recibir la existencia del otro. La simple amistad es demasiado poco para lo que se expresa con ese mensaje. Sin una entrega total y definitiva, la entrega física resulta una mentira trágica: expresa algo que no es verdad. Es posible que el clima afectivo les lleve a creer que se quieren con esta hondura, cuando lo que prima, en realidad, es el simple deseo de compartir una experiencia gratificante. No se debe dar, por tanto, la ofrenda del cuerpo a una persona con la que no se comparte la vida definitivamente y para siempre. Es el simbolismo de una comunión tan profunda que sería falso utilizar ese lenguaje cuando ésta se hace imposible por diferentes motivos. Más aún, si lo que se busca es utilizar al otro o a la otra como un simple instrumento de placer. B) Por otro lado, observamos que en la sociedad actual hemos pasado de un modelo de matrimonio-institución, donde prevalecía la fuerza de lo jurídico, la obligación legal, el vínculo permanente, a un matrimonio-asociación que busca la solidaridad afectiva, mientras dure, pero sin ningún compromiso social. El triunfo del individualismo sobre la dimensión pública y comunitaria de la alianza matrimonial. El amor se proclama como un nuevo juramento que no conlleva la perpetuidad ni necesita tener como testigo a la autoridad eclesiástica o civil. Lo jurídico, ciertamente, no goza de buena prensa en el campo del amor Para qué sirve, entonces, la institucionalización del cariño mutuo?... Si lo que buscan los sujetos que se aman es hacer de su cariño una realidad estable, creadora de nueva comunidad y hacer partícipes a los otros de su nacimiento y consistencia, el compromiso jurídico manifiesta y garantiza esta misma orientación. Pero al mismo tiempo, la institucionalización es una salvaguarda para defender su permanencia e invitar a una mejora constante. Lo más importante del matrimonio no es ciertamente el compromiso público, sino la vinculación amorosa que se ha ido gestando en silencio, en intimidad, de una manera latente y progresiva entre él y ella. Ciertamente, la pareja se siente casada por dentro antes de su regulación civil o eclesiástica. Pero buscar esta última supone una dosis mayor de reflexión y seriedad, que por necesidad psicológica aumenta y se clarifica cuando la promesa es institucionalizada y se hace ante testigos. Antes de otorgar un sí tan comprometido, hay que pensarlo mucho, y su dimensión jurídica es una invitación a ello. 2 JUAN PABLO II (22 de noviembre de 1981): Exhortación apostólica Familiaris consortio, sobre la misión de la familia cristiana en el mundo actual, nn. 11, 20 y 32. PÁGINA 162 ESCUELA DE FUNDAMENTOS CRISTIANOS DIÓCESIS DE JAÉN (SEDE DE ÚBEDA)

5 La ley defiende al amor desde fuera y nunca podrá sustituir a la dinámica interna que lo mantiene; pero en el momento en que esta capacidad de comunión se debilite, está dispuesta a intervenir como ayuda salvadora. La ley está, pues, al servicio del amor, como confirmación, signo y garantía, y lo acompaña como un recuerdo y estímulo para que progrese y madure contra los vaivenes y las veleidades de la vida 3. Si, a pesar de todo, el amor muere, la ley no podrá ser su asesino, pues sólo estaba para su defensa y protección. Si hay algún peligro en la institucionalización, es el de sentirse asegurado en exceso y dormirse amparado por ella, olvidando que el amor es una recreación y un nacimiento constante, que sólo puede efectuarse desde el corazón y no en virtud de fuerza legal alguna. Entendido de esta manera, el problema cambia por completo. Lo que habría que saber no es ya por qué hay que aceptar la institucionalización, sino por qué precisamente se desea rechazar y suprimir. C) Saber si dos personas se quieren no se fácil, sobre todo en sus comienzos y en una etapa de maduración. Una relación sexual prematura en ese periodo de análisis vendría a suponer un obstáculo mucho más fuerte. La gratificación obtenida, la urgencia de volver a experimentarla, el afecto y la cercanía que provoca, impulsan al convencimiento de una absoluta sintonía, cuando a lo mejor no existe más que una vinculación tenue y pasajera. No hace falta mucha experiencia para comprender que la mayoría de los fracasos posteriores se producen por haber llegado las personas al matrimonio sin saber cuán superficial era su afecto. Sin embargo, y en aras de la sinceridad, tenemos que admitir, sin embargo, la posibilidad de unas relaciones prematrimoniales nacidas de un cariño verdadero y auténtico. Estaríamos refiriéndonos a personas comprometidas que no pueden, por el momento, institucionalizar su amor por diferentes motivos. Cómo juzgar moralmente este comportamiento?... El criterio ético fundamental será el siguiente: la sexualidad en el periodo de preparación al matrimonio (noviazgo) debe ser regulada por el crecimiento en la relación de amor interpersonal de la que es expresión. Así lo expresaba, hace ya algún tiempo, A. Valsecchi cuando afirmaba: «Las expresiones externas del amor entre novios deberán estar inspiradas en las fases evolutivas de este amor, que evidentemente no consiste sólo en la atracción física. Una vez más, lo que debe juzgar y estimular cada uno de los gestos es el amor como creciente voluntad de pertenecerse; en la medida en que crece interiormente esta voluntad espiritual, deberá ir sensibilizándose también exteriormente; se trata de un providencial proceso de maduración hacia la experiencia sexual propia de la vida matrimonial. Consiguientemente, hay que mirar menos a la materialidad de cada gesto (a su topografía anatómica, por ejemplo) y mucho más al contexto de crecimiento en el conocimiento y entrega recíproca en que dichos gestos se enmarcan [...] Esto significa que la actitud afectiva de dos novios próximos ya al matrimonio no se puede valorar con la misma medida material con que se juzga el comportamiento de dos jóvenes que se conocen desde hace poco o que se encuentran juntos por primera vez» 4. 3 CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE (29 de diciembre de 1975): Declaración Persona Humana, sobre algunas cuestiones de ética sexual, nº 7. 4 VALSECCHI, Ambrogio. ( ): Noviazgo. En: ROSSI, L. y VALSECCHI, A. (Dirs.). Diccionario enciclopédico de teología moral. Ediciones Paulinas. Madrid, pg CUARTO CUATRIMESTRE MORAL Y VIDA CRISTIANA UNIDAD 12 MORAL DEL AMOR Y LA SEXUALIDAD (Y III) PÁGINA 163

6 De tal manera que la cercanía corporal la experimentarán los novios como venturosa y bienhechora, en la medida en que sea buscada al margen de todo egoísmo y dentro de la dinámica del amor que brota de su relación interpersonal. Esta fuente será la que riegue el campo propio con los mil detalles, palabras y gestos que componen la vida sexual en el noviazgo. Esta será también la raíz del respeto mutuo que se deben los novios, conscientes de que sin respeto mutuo no puede construirse una sana preparación de un matrimonio feliz. Los novios necesitan integrar la sexualidad, pero desde el respeto. Y el respeto podrá exigir a los novios, en determinadas ocasiones, como ocurre también en el matrimonio, una relativización de su propio lenguaje sexual 5. De cualquier manera, y ya para finalizar este tema, habría que preguntarse con sinceridad qué resulta más deshonesto: vivir las relaciones en un clima de profundo cariño, aunque no estén todavía institucionalizadas, o convertirlas en una mera satisfacción egoísta, sin contenido amoroso (como a veces sucede en algunos matrimonios, a pesar de ser ya marido y esposa). Difícilmente podría probarse que una falta contra el recto orden jurídico deba ser más grave que un atentado contra el amor. 2. AUTOEROTISMO: MASTURBACIÓN Y PORNOGRAFÍA El autoerotismo es un fenómeno humano y, en cuanto tal, participa de la complejidad de todo lo humano. No se puede reducir a esquemas prefabricados y estereotipados, por lo que hemos de evitar hacer generalizaciones simplificadoras y simplistas. El autoerotismo no se puede ceñir a la masturbación. En realidad hay otras expresiones autoeróticas de la sexualidad, como pueden ser los deseos, las imaginaciones, la pornografía, etc... Sin embargo, quizás la expresión autoerótica más significativa (y que, por otra parte, tiene la peculiaridad de englobar a otras) sea la masturbación. Por MASTUR- BACIÓN se ha de entender la «provocación mecánica (general, pero no necesariamente manual) de la excitación sexual que el individuo realiza por sí solo, de forma más o menos deliberada y consciente, por lo general en un contexto de fantasías y deseos eróticos. Se diferencia, pues, por sus rasgos específicos, de cualquier excitación o emoción sexual espontánea que puede darse en estado de vigilia o de sueño (sueños eróticos, poluciones nocturnas) y de cualquier forma de excitación sexual realizada en un contexto cualquiera de relación, tanto homo como heterosexual» 6. El Catecismo de la Iglesia Católica define sintéticamente la masturbación como la excitación voluntaria de los órganos genitales a fin de obtener un placer sexual. Ante el hecho de la masturbación existe el peligro de mantener una doble actitud extremista y radicalizadora. Por una parte, hay quienes se obsesionan con él, como si se tratara del problema básico y más importante de la vida moral cristiana, olvidándose de que la castidad no consiste en la simple ausencia de semejante manifestación, sino en la maduración progresiva e integrada del deseo sexual, sin represión por miedo o culpabilidad. Por otro lado, es fácil caer en el extremo contra Cfr. VICO, José (1999): Liberación sexual y ética cristiana. Editorial San Pablo, Madrid, pg. 6 CAPPELLI, G. (1992): Autoerotismo. En: COMPAGNONI, F.; PIANA, G. y PRIVITERA, S. (Dirs.). Nuevo diccionario de teología moral. Ediciones Paulinas. Madrid, pg PÁGINA 164 ESCUELA DE FUNDAMENTOS CRISTIANOS DIÓCESIS DE JAÉN (SEDE DE ÚBEDA)

7 rio, presentando la masturbación como un fenómeno cargado de valores positivos y que la hacen, en muchos casos, deseable, benéfica y hasta obligatoria. En una palabra, no habría que darle ninguna importancia, a no ser que se tratara de un síntoma patológico. De cara a la formación de un juicio moral equilibrado resultan necesarias exponer, al menos, estas tres consideraciones previas que nos lleven más allá de la obsesión y de la trivialidad. 1ª consideración: complejidad de un hecho. Los dos rasgos más característicos que aparecen en la mayoría de los comportamientos masturbatorios (excitación sexual de manera solitaria y egoísta) no resultan válidos para todas las ocasiones. Por ejemplo, sin necesidad de una experiencia placentera, puede una persona enfrentarse a la sexualidad con una actitud que reviste el mismo significado narcisista e inmaduro que la búsqueda solitaria de lo genital. Esta actitud la encontramos en la coquetería excesiva (y no sólo de la mujer), la búsqueda del adorador, el deseo incesante de seducir... De la misma forma que una relación heterosexual en apariencia, incluso dentro del matrimonio, podría tener un carácter masturbatorio mucho más profundo que la misma experiencia aislada de un adolescente. Lo que reviste verdadera importancia para la maduración y el equilibro de la persona es la forma de vivir el sexo en su conjunto, y no la mera genitalidad. 2ª consideración: factores de influencia. Los analistas señalan que hay un elemento común generalmente presente en este gesto: la manifestación psicológica de una crisis de repliegue sobre sí mismo para abstraerse y defenderse del mundo que le circunda, un mundo incomprensible, incomprensivo y hostil 7. Sin embargo, además del factor psicológico, la masturbación es un comportamiento en el que confluyen otros factores como 8 : factores hereditarios, el ambiente familiar, la inestabilidad psíquica y la rápida transformación fisiológica, la falta de una eficaz educación sexual, la falta de centros de interés, las desilusiones y la falta de integración en la vida social, la influencia de los compañeros y del medio ambiente, entre otros. 3ª consideración: no siempre la masturbación es un comportamiento en el que la sexualidad queda implicada. Podemos pensar, como el ejemplo más claro, en la masturbación que se lleva a cabo como medio para la obtención del semen en orden a un análisis espermático. La moral católica expresada en el Magisterio de la iglesia afirma que la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado, ya que la búsqueda del placer sólo es admisible cuando está orientado a la procreación y dentro del matrimonio. La razón principal de esta posición moral católica es: «que el uso deliberado de la facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales se opone esencialmente a su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine. Le falta, en efecto, la relación sexual requerida por el orden moral; aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero. A esta relación correcta debe quedar reservada toda actuación deliberada de la sexualidad» 9. 7 VIDAL, Marciano ( ): Moral de actitudes. Moral del amor y de la sexualidad. Editorial Perpetuo Socorro, Madrid, pgs VICO, José (1999): Liberación sexual y ética cristiana. Editorial San Pablo, Madrid, pgs CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE (29 de diciembre de 1975): Declaración Persona Humana, sobre algunas cuestiones de ética sexual, nº 9. CUARTO CUATRIMESTRE MORAL Y VIDA CRISTIANA UNIDAD 12 MORAL DEL AMOR Y LA SEXUALIDAD (Y III) PÁGINA 165

8 Significa esto que todo acto masturbatorio ha de considerarse necesariamente como pecado grave? Respondemos con las palabras del profesor López Azpitarte cuando afirma: «... deseo evitar, una vez más, los dos extremos: condenar sin misericordia y con rigor, o absolver por completo con ingenuidad. Afirmar que todo acto de masturbación es siempre subjetivamente grave en cualquier circunstancia, o que la falta de libertad y conocimiento hay que suponerla sólo en rarísimas ocasiones, es demasiado gratuito, y tal exageración no sirve siquiera como ayuda pedagógica. Pero creer que no hay tampoco por qué preocuparse de cara a la maduración sexual, y que los actos concretos no pueden ser significativos de una actitud oculta, ambigua, poco limpia y descuidada, sería también un engaño y un falso servicio a la educación. En cualquier hipótesis, aunque con toda certeza no existiese la más mínima culpa moral, resultaría desaconsejable una total despreocupación, pues queda todavía un camino por recorrer para una integración humana, y nadie debería sentirse psicológicamente satisfecho hasta alcanzar esa última meta» 10. Así pues, la masturbación no es siempre y en todos los casos un grave quebranto ético, ya que «para emitir un juicio justo acerca de la responsabilidad moral de los sujetos y para orientar la acción pastoral, ha de tenerse en cuenta la inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos, el estado de angustia u otros factores psíquicos o sociales que reducen, e incluso anulan la culpabilidad moral» 11. Si tenemos en cuenta el significado de la sexualidad humana, tal y como lo hemos planteado en la Unidad Temática 10, podemos comprender mejor lo que representa el hecho masturbatorio dentro de una reflexión más totalizante y personalista de la sexualidad. Nadie se atreverá a negar la dimensión procreadora del sexo, pero tampoco parece que tenga que ser el único criterio, ni el más importante, para iluminar la valoración ética de cualquier conducta sexual y, más en concreto, de la masturbación. Por ello, el fenómeno masturbatorio no es sólo una negativa a la fecundidad, sino, sobre todo, es un obstáculo grave para vivir el aspecto unitivo, de encuentro y comunión de toda conducta sexual humana. Evidentemente, desde esta perspectiva, sería falso mantener que la mejor forma de maduración humana y sexual sea precisamente la práctica de la masturbación. El que quiera ver su sexualidad de esta manera tendría razón para sentirse preocupado, pues estaría optando por un camino opuesto al sentido relacional que aquélla encierra. El riesgo de quedarse en un estado narcisista, la excesiva genitalización del sexo, el utilizarlo como una droga para escapar a otros compromisos o convertirlo en una analgésico para encubrir otros problemas, son síntomas de una desajuste profundo del sujeto. Como decíamos al inicio de este apartado, otro tipo de relación autoerótica es la PORNOGRAFÍA, que consiste en dar a conocer actos sexuales, reales o simulados, puesto que queda fuera de la intimidad de los protagonistas, exhibiéndolos ante terceras personas de manera deliberada. La pornografía ofende a la castidad porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual, atentando gravemente a la dignidad humana de quienes se dedican a ella (actores, productores, comerciantes, público), pues 10 LÓPEZ AZPITARTE, Eduardo (2001): Simbolismo de la sexualidad humana. Criterios para una ética sexual. Editorial Sal Terrae, Santander, pg IGLESIA CATÓLICA (1992): Catecismo de la Iglesia Católica. Asociación de Editores del Catecismo, Madrid, nn PÁGINA 166 ESCUELA DE FUNDAMENTOS CRISTIANOS DIÓCESIS DE JAÉN (SEDE DE ÚBEDA)

9 cada uno viene a ser para otro un objeto anónimo de compra-venta. Igualmente, introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio, virtual. Desde el parecer de la Iglesia católica, las autoridades civiles deben impedir la producción y la distribución de material pornográfico, en la medida que este fenómeno atenta gravemente contra la dignidad humana PROSTITUCIÓN Al igual que la pornografía, la prostitución atenta contra la dignidad de la persona que se prostituye, puesto que queda reducida a objeto de consumo-negocio de placer sexual. La ética cristiana ha juzgado siempre como inmoral a la prostitución, dado que implica el ejercicio de la genitalidad fuera de la relación afectiva y definitiva de los cónyuges, además de la degradación de las personas que venden su cuerpo y de los que reducen la satisfacción sexual a desahogo solamente fisiológico-sensorial. El encuentro sexual en la prostitución pierde, pues, su dimensión unitiva y su significado procreador, convirtiendo a la persona en mercancía que se compra y que se vende, de tal manera que en el ejercicio de la prostitución el sujeto humano queda degradado a puro objeto de placer sexual. Quienes sacan beneficios de la prostitución (quienes se dedican a la trata de blanca, los proxenetas, los clientes) tienen mayor culpa sin duda que las mujeres, hombres, niños y adolescentes que frecuentemente venden su cuerpo bajo presión o dependencia. La prostitución constituye una lacra social. Es siempre gravemente inmoral dedicarse a la prostitución, pero la miseria, el chantaje, y la presión social pueden atenuar la imputabilidad de la falta. 4. HOMOEROTISMO Y HOMOSEXUALIDAD El término «homosexualidad» aparece por primera vez en a mitad del siglo XIX como contrapuesto al término «heterosexualidad». En nuestro tiempo, las cuestiones relativas al homoerotismo y la homosexualidad han alcanzado una gran relevancia. En primer lugar, porque tal comportamiento ha salido de la clandestinidad. Y, además, por los continuos progresos habidos en la biología, la medicina, la psicología e, incluso, la antropología cultural. Las divergencias sobre este tema se plantean ya desde el mismo momento de la definición de homosexualidad. Según el Catecismo de la Iglesia Católica, «la homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacía personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado» 13. Tratando de ser lo más aséptico éticamente, diríamos que «la homosexualidad es la manera de ser de una persona que en su vivencia de la sexualidad se siente pulsionado y puede expresarla con perso- 12 PONTIFICIO CONSEJO PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES (7 de mayo de 1989): Pornografía y violencia en las comunicaciones sociales, nº IGLESIA CATÓLICA (1992): Catecismo de la Iglesia Católica. Asociación de Editores del Catecismo, Madrid, nn CUARTO CUATRIMESTRE MORAL Y VIDA CRISTIANA UNIDAD 12 MORAL DEL AMOR Y LA SEXUALIDAD (Y III) PÁGINA 167

10 nas del mismo sexo» 14. De todas formas, conviene advertir que no existe la homosexualidad, sino personas homosexuales que viven su sexualidad de manera distinta, según sus rasgos personales. De ahí que, en la actualidad, el fenómeno de la homosexualidad difícilmente se deja abarcar en una única categoría. Es un fenómeno pluriforme. Y como tal debemos considerarlo. Desde esta perspectiva es importante que tengamos en cuenta que a la hora de analizar el fenómeno de la homosexualidad, de modo crítico y diferenciado, lo primero que hay que decir es que no todo lo que culturalmente se identifica con maneras de ser homosexuales lo es en realidad. Así, por ejemplo, aunque a veces se dan características de comportamiento típicas (timbre de voz, gestos, movimientos), según la propia cultura, de las del otro sexo (varones afeminados o mujeres varoniles), no se puede decir por eso, sin más, que tales personas son homosexuales. Lo mismo puede decirse de determinados roles, que algunas personas pueden asumir con gusto, y que chocan con los que la cultura dominante establece para el otro sexo: no por eso son homosexuales. Ser homosexual o no serlo, no depende simplemente de los sambenitos que la cultura cuelga sobre las personas para catalogarlas o, en el peor de los casos, para marginarlas. Es aquí donde conviene hablar de los factores que pueden influir en la aparición de esa orientación homosexual. Por el momento, podría afirmarse que, sin negar la posible influencia de ciertos elementos biológicos (cromosómicos, hormonales y neurológicos) que pueden predisponer y condicionar de alguna manera, los factores psicológicos y socio-culturales parecen ser lo más prevalentes e importantes 15. Apoyándose en la Sagrada Escritura (Gen 19,1-29; Rom 1,24-27; 1Cor 6,10; 1Tim 1,10), en la Tradición de la Iglesia y en la recta razón, la postura oficial del Magisterio de la iglesia viene expresada en varios documentos posteriores al Concilio Vaticano II 16, que podemos resumir en estos cuatro puntos: 1º. La moral católica distingue entre condición (orientación) homosexual y comportamiento homosexual que se manifiesta en la actividad homosexual. El simple hecho de tener tendencias homosexuales, de sentir atracción por el propio sexo, no entra en el campo de la moralidad. Nadie es malo ni bueno por encontrarse con una orientación y unos sentimientos que no puede alejar de sí, y que incluso los experimenta como un destino impuesto al margen de su voluntad. La orientación es una manera de ser, no una actividad sin más. De hecho, hay homosexuales que no tienen ningún tipo de actividades homosexuales, lo mismo que hay personas heterosexuales que no tienen actividades heterosexuales. Mientras la condición homosexual en sí misma no es descalificada, sí se descalifican expresamente los actos homosexuales, aunque se insiste en la prudencia en su valoración. 14 VICO, José (1999): Liberación sexual y ética cristiana. Editorial San Pablo, Madrid, pg Cfr. VICO, José (1999): Liberación sexual y ética cristiana. Editorial San Pablo, Madrid, pgs Entre ellos destaca, por su amplitud y articulación, el documento de la CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE (1 de octubre de 1986): Carta a los obispos de la iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales. PÁGINA 168 ESCUELA DE FUNDAMENTOS CRISTIANOS DIÓCESIS DE JAÉN (SEDE DE ÚBEDA)

11 2º. «Los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados» 17. En el Catecismo de la Iglesia Católica aparecen con claridad los argumentos que justifican esa descalificación de la actividad homosexual: «Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual» 18. 3º. Se insiste en la necesidad de mantener actitudes de comprensión y de no discriminación hacia las personas homosexuales. Deben ser acogidos con respeto y delicadeza. Ser homosexual, en teoría, puede ser tan peligroso o rechazable como ser heterosexual. El peligro y la perversidad no existen por tener una u otra tendencia, sino en la orientación práctica que se le dé a cualquiera de ellas. Por ello, semejante condición no debe ser obstáculo para desempeñar una tarea o elegir un trabajo, si tienen, como las personas heterosexuales, un control suficiente de su libido. 4º. Respecto a los derechos sociales de las parejas homosexuales, el magisterio de la iglesia reconoce ciertos derechos a estas parejas (tales como ciertos beneficios sociales, fiscales y hereditarios), pero se opone abiertamente a su equiparación con el matrimonio heterosexual 19, lo mismo que rechaza que se les conceda la posibilidad de adoptar o tener acceso a las nuevas técnicas de reproducción asistida. Hay en juego valores muy importantes que afectan a la naturaleza de la familia y al bien del niño. Las personas homosexuales (al igual que las heterosexuales) están llamadas a vivir su sexualidad digna y humanamente. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente al ideal de la perfección cristiana, como cualquier otro miembro de la comunidad cristiana. ❶ Cualquier tipo de relación sexual entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio es una situación irregular e inaceptable. ❷ La masturbación es una falta contra el amor, porque convierte el placer sexual en un fin en sí mismo y lo desvincula del desarrollo integral personal en el amor entre varón y mujer. Por eso el «sexo con uno mismo» es una contradicción en sí misma. 17 CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE (29 de diciembre de 1975): Declaración Persona Humana, sobre algunas cuestiones de ética sexual, nº IGLESIA CATÓLICA (1992): Catecismo de la Iglesia Católica. Asociación de Editores del Catecismo, Madrid, nn CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE (3 de junio de 2003): Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales. CUARTO CUATRIMESTRE MORAL Y VIDA CRISTIANA UNIDAD 12 MORAL DEL AMOR Y LA SEXUALIDAD (Y III) PÁGINA 169

12 ❸ La prostitución convierte el «amor» en mercancía y la persona queda degradada como mero objeto de placer. Por ello la prostitución es una falta grave contra la dignidad humana y un pecado grave contra el amor. ❹ La Iglesia acoge sin condiciones a las personas que presentan tendencias homosexuales. No deben ser discriminadas por ello. ❺ Los encuentros sexuales entre personas del mismo sexo no corresponden al orden de la Creación. ❻ Quien produce, consume y vende productos pornográficos ofende a la dignidad humana, ya que convierte a las personas en mercancía que se compra y se vende. 1 Sexualidad y madurez humana Marciano VIDAL, Moral del amor y la sexualidad, Sígueme, Salamanca 1972, 119. La sexualidad no se da toda entera y de una vez al hombre: la sexualidad es una realidad dinámica. Todos sus elementos están sometidos, desde el nacimiento hasta la muerte, a la ley de una continua evolución. Tiene tal importancia el carácter evolutivo de la sexualidad que compromete toda la evolución dinámica del individuo. Las diversas etapas de la persona humana se miden por las etapas evolutivas de su sexualidad. La evolución sexual tiene una dinámica interna: es necesario que pase del interés centrado en sí mismo al interés centrado en los demás, del autoerotismo al alloerotismo. Pero esta dinámica sexual repercute en la dinámica general de la personalidad. Solamente el que ha tenido un pleno y perfecto desarrollo sexual puede tener una actitud madura frente a sí mismo, frente a los demás y frente a la realidad en general. PÁGINA 170 ESCUELA DE FUNDAMENTOS CRISTIANOS DIÓCESIS DE JAÉN (SEDE DE ÚBEDA)

13 1 Tras haber estudiado con detenimiento los contenidos de la presente Unidad Temática, responde a estas tres cuestiones: a) Por qué el amor conyugal tiene que estar institucionalizado, sea por el Estado o por la Iglesia? b) Cuáles son las principales razones que la gente suele dar para no casarse? Qué opinión te merecen? c) Por qué con anterioridad al matrimonio civil o eclesiástico no son lícitas las relaciones sexuales? 2 Después de haber estudiado la Unidad Temática, intenta responder razonadamente utilizando tus propias palabras a estas preguntas: a) Todo acto masturbatorio ha de considerarse necesariamente como pecado grave? Por qué? b) Toda relación sexual entre personas del mismo sexo ha de considerarse necesariamente como inmoral? Por qué? 3 Una vez leído el texto Para reflexionar, relaciónalo con al menos dos de los temas tratados en esta Unidad Temática. Da razón de esa relación. CUARTO CUATRIMESTRE MORAL Y VIDA CRISTIANA UNIDAD 12 MORAL DEL AMOR Y LA SEXUALIDAD (Y III) PÁGINA 171

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