Patricia Darré en colaboración con Youssef El Mabsout Un soplo de eternidad Quiero compartir mis mensajes del más allá Traducción Montse Roca
Introducción Soy médium, es decir, una intermediaria entre el mundo de los muertos y el de los vivos. Sé que esto resultará extraño para muchos; no obstante, en tanto que seres humanos, todos tenemos posibilidades extrasensoriales. Algunos desarrollan capacidades de videncia que permiten captar informaciones sobre acontecimientos futuros, otros capacidades de mediumnidad que permiten comunicarse con el más allá, y se podrían citar también otros dones como los de curar, exorcizar, deshechizar, etc. Todas estas aptitudes están soterradas en nosotros. La vida nos ofrece la ocasión de activarlas o no, pero forman parte del potencial humano y hemos de ser conscientes de ello. Eso que podríamos resumir como las «fuerzas de lo invisible» existe en realidad, lo cual puede tanto inspirar miedo como resultar tranquilizador. Aunque hemos recibido una educa 11
un soplo de eternidad ción bastante cerrada sobre este asunto y crecemos en una sociedad racionalista, que no estimula en absoluto estos potenciales, podemos constatar que el ser humano, la vida y el universo son mucho más extraordinarios y misteriosos que lo que nos permite entrever la cotidianidad, plagada de multitud de problemas pragmáticos. Este libro tiene como objetivo explicar qué hay de cierto en esas «fuerzas de lo invisible» y una parte de los sucesos que llamamos «fenómenos paranormales» vinculados a ellas. Aunque estos últimos distan de estar reconocidos por todos como una realidad, constituyen regularmente el tema de programas de televisión o de radio, de películas, etc., y disfrutan de cierto éxito. Pero pese a la intriga que producen estos fenómenos, al esoterismo le cuesta liberarse de su halo de desconfianza y descrédito. Para los escépticos sigue siendo una especie de fantasía sin fundamento, cosa que no dejan de confirmar los charlatanes con sus prácticas fraudulentas, y desgraciadamente también una parte de quienes poseen verdaderas aptitudes en dicha materia pero cuyo discurso, demasiado simplista, previsible y estereotipado, no permite tener una visión objetiva y global del tema. El esoterismo ha sabido hacerse un hueco en nuestra sociedad de consumo y eso es algo fácil de constatar viendo cómo la gente se arremolina 12
INTRODUCCIÓN frente a los stands de asesoramiento en los congresos de parapsicología o navega por Internet para consultar el considerable número de páginas de videntes o de médiums que existen. El aspecto comercial convertir el esoterismo en un bien de consumo tiende a suprimir su dimensión espiritual, y determinadas personas acuden a él para saber cuántas vidas anteriores han tenido y cómo se llaman sus ángeles de la guarda, con la actitud de quien va de compras al supermercado. Así mismo se ha creado un auténtico mercado alrededor de productos derivados, y es muy fácil conseguir péndulos y tarots adivinatorios con manual de instrucciones. Todos estos productos, que intentan convertirnos en aprendices de brujos, se presentan como si fueran divertimentos, idénticos a los juegos de mesa. En realidad no es algo que deba tomarse a la ligera: la utilización de un péndulo, de tarots o de cualquier otro método adivinatorio no es un acto anodino. Ese es uno de los efectos perversos del descrédito que se atribuye al esoterismo y a lo paranormal; como se cree en ello, es posible convertirlo en una fuente de entretenimiento. Me gustaría advertir a los lectores sobre este punto: estas prácticas no son divertimentos y no están exentas de determinados riesgos. Conozco a muchas personas que, después de haberse divertido con lo que ellas consideraban chismes, han sufrido episodios de an 13
un soplo de eternidad gustia y depresión que han obstaculizado su vida. Cuando se abordan dichas prácticas es necesario actuar en consecuencia, avanzar con precaución, a su ritmo, y tomárselas en serio, ya que abren puertas que no siempre sabemos volver a cerrar. Y no me refiero aquí a prácticas ligadas al péndulo y a cartas adivinatorias. Las sesiones de espiritismo constituyen una categoría aparte: se trata de un tipo de prácticas que deben evitarse radicalmente (a menos de contar con la presencia de un médium), puesto que son potencialmente las más peligrosas. Aparte de estas últimas, ser curioso y querer conocer mejor el más allá y lo paranormal está bien, pero el estado de ánimo con el que se aborda es importante. El consumismo y el descrédito que los rodean les convierten en productos de entretenimiento consumibles a voluntad. Lo conveniente, por el contrario, es emprender dicho camino con discernimiento y prudencia, sabiendo que las fuerzas de lo invisible existen y que potencialmente pueden resultar dañinas, pero que para aquellos que las usan con conciencia y seriedad son un medio para cambiar y evolucionar mejor, para adquirir mayor conciencia de uno mismo y del otro, para abrir la propia experiencia a otras realidades que nos rodean y para avanzar por un camino espiritual. 14