Laura R. Astarita Diciembre 2013 LA SOLIDARIDAD Un concepto difícil de definir Presentación Pensar en el concepto de solidaridad, no es tarea sencilla. Sino que nos introduce en un problema, debido a que es una palabra que en nuestra realidad es muy utilizado, muchas veces para resolver situaciones en las que se requiere ayuda. Debatir sobre la solidaridad, implica pensar en diferentes contextos sean individuales o sociales, como así también en actitudes o conductas, las cuales podrían ser puntuales o bien, sostenidas en el tiempo. Una mirada por algunos acontecimientos que han sucedido en nuestra realidad, nos permite inferir que las personas, ante un hecho difícil de prever sus consecuencias, como puede ser un factor climático o crisis sociales, tienden a accionar en forma solidaria. En este sentido, la solidaridad es ejercida en forma puntual. Sin embargo, podríamos considerar que el donar sangre, acompañar a ancianos que se encuentran solos, o colaborar en tareas sociales, por ejemplo, también sería responder desde la solidaridad, pero podríamos dudar en creer que esta conducta sea sostenida a través del tiempo. En la actualidad, podemos observar, programas televisivos, en que las personas donan y por tal acto, pueden ser premiados, con un auto, o con algún electrodoméstico. O bien, en las cajas de los supermercados, en que amablemente nos preguntan al pagar nuestra cuenta, si queremos donar algunos centavos a alguna entidad benéfica. Atento a lo cual, nos lleva a preguntarnos qué es la solidaridad?, es un valor, una actitud o una conducta?, es un acto individual o social?, qué creen las personas sobre la solidaridad?, cómo o a través de qué se despliega la solidaridad? Algunas reflexiones sobre la solidaridad La palabra solidaridad refiere hablar de una ligadura entre lo solidario y lo sólido. La raíz del vocablo solidario remite a sólido (que remite a cuerpos macizos, fuertes) y remite a solidar, que se define como establecer o fundar una cosa en razones verdaderas o firmes. Una acepción, de solidario refiere a adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otro. Lo cual implica una obligación a responder. (RAE 1992; 1346,3). Tales aproximaciones, permiten pensar la solidaridad desde una perspectiva social, como necesaria en el fundamento de los vínculos sociales, en los que cada uno responde por uno mismo y por los demás. El individuo no actúa en forma aislada, sino que desarrolla relaciones de colaboración, las cuales no deben confundirse con altruismo. Gallino (1988) define este concepto como la capacidad de los miembros de una colectividad de actuar en respuesta a otro sujeto unitario Amerio (1996) defiende que cada vez más se identifica con el proceso de comprometer a los individuos en una concepción de la sociedad donde la justicia, la dignidad, la igualdad es un bien
fundamental. Bierthoff e Kupper (1999) entiende dicho concepto como la construcción de una actitud que prescribe una acción conjunta. y partiendo de esta definición Mucchi Faina (2001) propone ampliarla hasta incluir una base ideológica y entenderla como un valor y/o motivación que prescribe actitudes de participación y conducta pro social (Gattino, 2004) Por lo cual, entendemos que la solidaridad permite establecer relaciones sociales, en la medida que implica una cierta representación de la unión social (Gattino, 2004), que es propiciada tanto por los individuos, como también, un colectivo social. Así, la solidaridad, participa en el proceso de identidad de las personas, y orienta sus conductas. De esta manera, sea la solidaridad, considerada como un valor o un acto psicológico, es principalmente un acto humano. Por lo cual, se hace necesario definir qué es el ser humano. A lo largo de la historia, se ha considerado a la persona de diferentes maneras. Ya sea, como un animal evolucionado, como un ser creado por Dios, o bien, como un producto social. Sin embargo, pensar el concepto de solidaridad solamente desde una de estas concepciones, es pensar al ser humano desde una mirada reduccionista. La idea de hombre desde nuestra realidad histórica actual, refiere a un concepto multidimensional. Es decir, no sólo la persona se define por sus dimensiones sino que a su vez, éstas se inter relacionan, dando lugar en su devenir, a la personalidad. Atento a lo cual, es nuestra intención definir y explicitar de qué hablamos cuando nos referimos a persona. Como se aclaró en párrafos anteriores, vamos a considerar al ser humano desde una concepción integradora. Es decir, como un ser bio psico social espiritual - existencial. El ser persona implica pensar en la idea de que el hombre es un ser en situación. El hombre despliega su ser en tanto se puede pensar en relación a sí mismo y a la realidad que lo rodea (los demás, las cosas, el mundo). Lo cual permite, no sólo auto-realizarse, abrirse al mundo, sino que también, permite desplegar una fuente ilimitada de posibilidades, a partir de su existencialidad, a través de las diferentes elecciones y actitudes, en forma libre, responsable, y concientemente elegidas. Adler, sostenía que la salud de una persona se desarrolla a partir del despliegue del estilo de vida a través del sentimiento de comunidad. La salud esta dada por la capacidad de sostener relaciones de solidaridad y colaboración con los demás. A partir de un yo unitario finalista y creador. Por lo cual, se infiere que el ser humano posee una finalidad, que se podría considerar como su auto realización en su dimensión social, que permite vivenciar un sentimiento de bienestar. El autor lo define así: Ya en la etapa más temprana el individuo construye su estilo de vida, su carácter, sobre a base del patrimonio heredado y bajo el impulso de las vivencias de los influjos externos del ambiente, que inciden sobre el desarrollo de su sentimiento de comunidad (fuente de los rasgos de generosidad, benevolencia, interés por el prójimo, compasión ) y sobre el afán de poderío (fuente de vanidad, celos, envidia, terquedad, espíritu crítico ). El carácter individual se construye entre estos dos polos de esos dos sentimientos opuestos: el sentimiento de comunidad, que impulsa al sujeto a unirse a los demás y a vincularse con las tareas e ideales del grupo social
en que vive, y el sentimiento de inferioridad, que lo impulsa a rebelarse y a afirmar su personalidad y su dominio ante los demás en virtud de un proceso de sobrecompensación. (1912; 28). Continuando nuestra reflexión, teniendo en cuenta el aporte de Adler, podemos pensar que las personas no se comportan, siempre de la misma manera. Esto es, porque las personas no son todas iguales. Cada uno tiene un carácter, una personalidad, que lo hace único, individual y singular. Aún cuando la situación que comparten sea la misma. Según el motivo que nos ocupa, podríamos decir que no todas las personas son solidarias, no todas las personas despliegan la solidaridad de la misma forma, tampoco todas las personas solidarias, ejercen su solidaridad en toda situación. Más aún, siguiendo a Adler, podríamos considerar que la solidaridad puede ser llevada a cabo, por un sentimiento de superioridad, a modo de sobre-compensación, a los efectos de enmascarar su inferioridad. Ya sea por egoísmo, sentimientos de omnipotencia, o poder; desvirtuando la idea de que ejerciendo la solidaridad, se incluye al otro, prevaleciendo la auto-trascendencia, como la posibilidad de abrirse a los demás, convirtiendo el yo y el tú en un nosotros. La autotrascendencia es la esencia de la existencia. Ser humano es estar dirigido a otro diferente de sí mismo. Esa otridad, para citar a Rudolf Allers, queda bajo la otridad del referente intencional al cual el comportamiento humano está dirigido. De esta manera la esfera de lo transubjetivo queda constituido. (Frankl, 1988) Siguiendo a Frankl: uno debe reconocer que ser humano significa estar profundamente comprometido y enredado en una situación, y confrontado con un mundo cuya objetividad y realidad, de ninguna manera está despreciada por la subjetividad de este ser que está en el mundo Podría decir, que es el sentido lo que pone en marcha al ser. (op. cit.) Ambas citas ilustran la idea de pensar la solidaridad como un acto conciente e intencional, que apela al yo soy dejando de lado al yo debo, reuniendo al yo y al otro, a través de esta apertura del Ser autotrascendente, en virtud de su libertad y responsabilidad, siendo llamado a su valores, permitiendo el despliegue de una existencia auténtica. Párrafos anteriores se ha plateado la idea de un ser humano en relación a su contexto (tal como se desarrollo anteriormente), lo cual implica actitud, creencias y conductas. Más la capacidad de sufrir no es en último término otra cosa que la capacidad de realizar lo que llamamos valores de actitud. No solamente el acto creador (que corresponde a la capacidad de trabajo) puede dar sentido a la existencia hablamos en este caso de valores de creación- y no solamente la vivencia, el encuentro y el amor pueden dotar la vida de sentido nos referimos a los valores de vivencia -, sino también el sufrimiento; es más, no se trata en él simplemente de una posibilidad cualquiera, sino de la posibilidad de realizar el supremo valor, de la oportunidad de cumplir el más profundo sentido. Puede uno dar sentido a su vida realizando una acción o ejecutando una obra. Pero uno puede también dar sentido a la vida, acogiendo en sí lo bello, lo bueno, lo verdadero, o experimentando a un solo
hombre en su ser, en su singularidad y unicidad es decir, como tú (Frankl, 1992) Para Viktor Frankl, son tres los grupos de valores a partir de los cuales puede encontrarse sentido a una situación: Valores creativos: como aquellos que el hombre da al mundo en términos de su creación. Valores experimentales o vivenciales: como aquellos que el hombre toma del mundo a través de la experiencia o la vivencia. Valores actitudinales: son los más elevados de los valores, según Frankl, ya que permiten adoptar una actitud ante el sufrimiento o el dolor, ante la culpa existencial y frente a la transitoriedad de la vida. Así, podemos reflexionar que la solidaridad puede ser considerada una acción, una experiencia o una actitud, según la forma en que cada ser humano se auto realizase en su existencia a través de su escala de valores, en su singularidad. Sin embargo, es necesario notar, que la solidaridad como valor, ya sea de creación, vivencial o de actitud, según lo aportado por Frankl, es un valor que implica un encuentro entre un yo y otro en una realidad compartida, que permite descubrir un sentido, único y singular para cada ser. Por lo cual, y teniendo en cuenta nuestra idea de persona, el hombre como ser existencial, entendemos que los vínculos sociales se sostienen a través del ejercicio de valores. Por lo tanto, al reflexionar sobre la solidaridad, se hace necesario continuar con el abordaje de este tema. En primer lugar podemos definir que los principios refieren a los valores morales de una persona o de un grupo. Entendiendo lo moral, desde una dimensión ética, como el conjunto de costumbres que son compartidas por un grupo de personas, estableciendo lo que se espera que esté bien y lo que no, según las pautas culturales del mismo. De alguna manera, es una norma que rige la conducta de los seres humanos. Así, podemos establecer, en primer lugar y en sentido amplio, que los valores son principios. Contiene un aspecto objetivo y un aspecto subjetivo. El primero, refiere a que los valores existen, son. De una u otra manera son compartidos y conocidos por un colectivo social. El aspecto subjetivo refiere a la forma en que cada persona encarna ese valor. En segundo lugar, podemos considerar que los valores implican una elección. Atento a lo cual, podemos decir, que son caminos, que se elige transitar, vivenciar, experimentar, en relación a otras posibles vías. Considerando que el ser humano es un ser en situación, la elección de un valor depende de la situación por la cual se atraviesa. Y va a estar en íntima relación con la jerarquía de valores de las personas. En la escala de valores que posee todo ser humano, algunos valores van a preponderar en relación a otros, según la situación o contexto que se atraviese. En algunas ocasiones una persona puede ser humilde, en otras tolerante, en otras actuará con orden, con sentido del humor, con colaboración, o siendo solidario, etc. Por lo cual, se deduce que la elección de un valor implica la intencionalidad de la acción, como forma posible de llevar a cabo un valor. Intencionalidad que remite a una elección conciente y responsable y que expresa ideales, pensamientos, convicciones. Por lo tanto, refiere al carácter y a la personalidad de las personas o grupo que los ejerce. Como sabemos, el carácter, como componente de la personalidad, puede re significarse, cambiar, a partir de la relación con el mundo (los demás), a partir de la experiencia, a partir de tiempo. Esto va a tener incidencia en la jerarquía de valores de una persona. Lo cual hace que los valores no sean estáticos, sino que
posean categoría dinámica. Lo mismo puede relacionarse a un grupo de personas o colectivo social. Los valores de una sociedad pueden verse afectados por diferentes situaciones, crisis, etc. Los valores guían la conducta, a través del análisis de la razón, con el objetivo de expresarse en la propia existencia de una manera recta. De lo expresado en párrafos anteriores, surge la relación entre valor y acción. La acción refiere al movimiento, al comportamiento, a la conducta. Lo cual, implica cierto grado de energía y trabajo al llevar a cabo un valor. A partir de este recorrido, se establece que hablar de solidaridad implica tener en cuenta esta tríada entre principio, valor y acción. Teniendo en cuenta diferentes variables, como ser, el tiempo, considerando la categoría dinámica y las posibilidades de cambio del carácter y la personalidad de los seres humanos. Como así también, las creencias. Las mismas consideradas como premisas o ideas, que orientan la conducta humana, y que se van adquiriendo en la relación con el mundo, las mismas pueden variar, por ejemplo, según la etapa evolutiva que se atraviese. Consideraciones finales Podemos concluir que, la solidaridad es un acto humano por que pone en juego a todas las dimensiones del Ser. Pero que este despliegue de la solidaridad, puede pensarse como un acto psicológico, en tanto implica la subjetividad de la persona (realidad psíquica, experiencias, vivencias) como así también, como el despliegue de un valor, apelando al encuentro con otro u otros, adoptando una actitud de colaboración y participación, siendo protagonistas como actores sociales y a la vez, existenciales. Referencias bibliográficas Adler, A. (1912) El carácter neurótico. Ed. Paidos. Buenos Aires. 6 edición (1975) Frankl, V. (1992) Teoría y Terapia de las neurosis Ed. Herder. Barcelona Frankl, V. (2000) Fundamentos y aplicaciones de la Logoterapia. Ed. San Pablo. Buenos Aires. Gattino, S. (2004) Representaciones sociales de la solidaridad. En Psicología Política, Nro.28. Pág. 105 121. Universidad de Turín Montero, M. (2004) Introducción a la psicología comunitaria. Desarrollo, conceptos y procesos. Ed. Paidos. Buenos Aires. Oro O., (1997) Persona y Personalidad. Buenos Aires. Ed. Fundación Argentina de Logoterapia. Real Academia Española. (1992). Diccionario de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe. Roman, J.; Tomicic, A.; Avendaño, C. (2007) Solidaridad como problema. En Revista Mad, edición especial Nro. 2 Zucchi H. (1967) Qué es la Antropología Filosófica Buenos Aires. Ed. Columba