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Transcripción:

Ii f-l 6/ /Oi~ v LOPE PRADA VILLA VECES =t =::::::===========.'-' Fiebre tifoidea Defensa colectiva.,..... TEstS PARA EL l)oc1'orado. n. REPLT nlica DE COLO~lnIA ULUlUD DE UEnOAS naturales Y IEDlOnA,....--. ---5... - BOGOTA 'ripografi.a. AUGUS'l'A MCMXV

,r--'"; f l ~;'A I r I' ~' //.)? o "1><./ LOPE PRADA VILLA VECES ;:;.============= ~/. Fiebre tifoidea Defense colectlva.., a.-'.. ~resispara EL I)OCTORADO RgPC nlica DE COL()~lnIA fa(ultad DE (len[iis naturales Y IEOlClnA f"'ja,: " BOGOTA rrlpografia AUGUS'l'.A MCMXV

Estas paginas, por su escaso merito, no al- ~- canaan cl honor de una dcdicatoria.v--: RECTOR DE LA FACULTAO, DOCTOR DON POMPILIO MARTINEZ N., Profesor de Clinica Qtirllrgica.-PREsIDENTE OF.TESIS, DOCTOR DON JOSE MARIA LOMBANA BARRENE- CHE, Profesor de Terapeutica y de Clinica de Patologia Interna.-JURADO DE CALIFICA- CION: DOCTOR DON MIGUEL RUEDA ACOS- T A, Prolesor de Clinica Obstetrical; DOCTOR DON RAFAEL UCROS DURAN, Profesor de Clinica Ginecologica; DOCTOR DON ROBER- TU FRANCO, Protesor de Clinica de Enterrnedadcs Tropicales.

nini~ol~ Irt/\ r~;., ". Bogota, novie mhre '27 de 1915 ~C'nnr Rector de 1.1 Facultad de Medkina y Ciencias Naturales -.- l.. C. Senor Rector: Tengo ej honor de informar.1 usted que el Sl'il0r I.ope Prada. ell III escrlto.f1ebre T1FOIDEA-DEFE1\'SA COLI'} TIVA. que presenta cornu Tesis para que la Facultad le conceda "I titulo de Doctor en Medicina y Cirugia, estudia la profils xis gen, :.1,'ollfla un.. de la~ epidemias mas persistentes que hasta.inoru 11') h a pdirj(\ cxtinguirse ell ningi no de sus feces, a pcsar tk que par:' ciliis"!;uir:o, se han adoptado medidas, Iundadas en ej couocimic nt., dd cit!" biulr)gico del bacilo lifko, y de las vias de su intro duccion :tl or~;;ni~l1\o numanc, EI autor admite Que 0lr08 estados similares :;1 i.io idco, originadus par bavilos paratifoldeos. pueden prrdur ir un.t iumunid.ul mas lj meno s efic.rz, ~OI1 10 cual s e llegar i.i,i I'i ('Oi:,:iIlSI'Jn d(' q"~ rodos esos bacilos son uno solo, si es que la Dotit'Ilt'Il1<'ria e~ 1I11aenferrnedad espectf.ca (I que su cuadro sin. rnatntorico vs u.. sindromo, consecutivo a J;, in!'e(,'i0n organica por bacterios de disti'da clase, como Iii hana sc spechar el aspecto tlfoide-i que puede u!l:;','rv3rst: en casi todas la in~;cccignes aguuas. Las ruedidas prontacucas que sc indican en e':\(' estudi \, sail aplicabtcs y de importancia trascerutent.il para pr e venir rnurnas in- I~e('j()nes que 51' h.tcen por la via uigestiv a, <\\1:\ cua.ido 50:: locali- "~'l1.1','volleiollt'li en el apar.uo respiratorio, No terminare sin dejar constancia de la inkiigl'l1da y labor iosidad que han caracterizado la vida escolar tlel Sl'ilor Prada; y pal "sit> y pur ta import ancia directa y secundar ia,lei rema Que ha desarronado, cunsldero Que liena los requisites reglamenlarios y ju1.gu que debe publicarse. QUl.'do del ilienor Rector su atento y seguro scrv idnr. J. M. LOMBA:'tA B,\RREN(CHE Universidad Nacionai-eFacuitad de A\edidll;1 y Ciencias :'\:J!urale:o;. Bogota, nov iernbr e 28 de 1915. PL;bIJquese. l!l Rector. p, MARl INEZ N.

In trod uccion Las crecientes adquisiciones en el campo de 1.1 higiene perrniten llegar a una conclusion: es mejor evitar una enterrnedad que dejarla instalar aunque se cornbate en seguida. Los progresos de la liigiene individual y colectiva.>- puede decirse sin ostentacion.v-han hecno mas contra los males hurnanos que le terapcurica propiarncnta dicha; :' la profilaxis esta llarnada a ocupar puesto primordial en la medicina del porvcuir. Se sabe hoy opener impediment».1 la extension de algunas epidernias, haciendo 1(1 lligiene prcvcntiva, pero para llevarla a cabo con ex ito, se necesita 13 ayuda eficaz de los asociados, porque la salud de cada uno de ellos es solidaria a la de sus veciuo«. y Iii prosperidad de la a sociacion colectiva. 10 misrno que (.j porvenir de la raza, esran directamente subordinados a la intezrtdad de la salud publica; pol' consiguieutc. cada uno d~ los iniernbros de la sociedad debe teller idea clara de Ins deberes cuyo curnplirniento le pertenece y ejercer su al'- cion de defensa en beneficio propio y ell provecho de los demas. Es cierto cue una entermcdad cpidernica, cuando hi! adquirido derecho de dominic sohre una cule.tividad, uo se deja desalojar muv Iacilrnentv: por l:i solo heclio de existir, constituye una fuerza CIIY<I inellsijad varia COil la naturaleza y vitalidad del ger.ncn que te produce. EI estudio de esas causas vivas y de sus vias de acceso al organismo hurnano, ha venido, en estos ulrirnos tiernpos a aumentar el arsenal de resistencia contra la enferrnedad, porque el conocimiento preciso del factor eriolo- ~fco permlte establecer las bases de la defensa: la cues-

-8- ti6n esta en saber aprovechar la ocasion en beneficio de la colectividad, y poner en practica los medios mas adecuados para alejarla del peligro, oruanizando convenientemente la higiene preventiva. Tal es el objeto que estas Iineas se proponen, desde el punto de vista especial de la ficbre tifoidea. No tienen la pretension de analiza r dcten darncnte las multiples faces del problema, Hi de establecer, con abundancia de detalles, el fundamento de una perfecta reglamentaci6n; consideran Ian solo uno de los aspectos que presenta el asunto: Ja posibilidad de organizar la defensa. Por esta razon, deben Iimitarse unicarnente a la exposicion de datos generales sobre la materia, tratando de deterrninar a quien corresponde el papel mas importante en la profilaxis.

fiebre tifoidea Defensa colectlvo Las entermedades q lie despues de lin pri mer ataque no reinciden ordinariamente til \'1 mismo individuo, se prest an rnuy bien para la dete nsa desde el punta de vista social. y la Iiebre tiioidea entra ell este grupo. Los estuerzos para cornbatir su contagiosidad no son perdidos, y los resultados que deben esperarse son mas que satistactorios: () de otra manera, JlO hay propercionalidad entre los medias y el fin: los heneficios son siernpre mayores. Dependiente de muchas circunstancias Iavorables y contrarias, la enferrne dad se manticne en un estado que pudiera llamarse de cquilibrio inestable; \0 que en otro tiempo se denominara -el genio epidernico,> par una park, y la resistencia organica por otra, constituyen dos Iuerzas opuestas cuya res ultante vendria a ser como el fiel de una balanza cargada con peso sensiblemente iguales, si se permite el simil, donde el men or exceso en uno de los lades 10 haria inclinar en un sentido 0 en el otro. Esta nocion, esencial en la especie, hay que

---10- tenerla de presente cuando se trata de higiene colectiva. Para tener de ella una idea mas clara y precisa, es necesario representarse cual puede ser el estado de una asociacion en presencia de una enfermedad ampliamente esparcida, atendiend«a las condiciones de inmunizacion () morbilidad en que se encuentran los asociados, y a la parte que corresponde a cada uno ell el cuadro de responsabilidades. En esa poblacion, imaginada como ejemplo, todos los individuos se comportan de distinto modo: unos son mas sensibles que otros at contagio, por simples condiciones de inrnunidad 0 resistencia. En la gran maya ria de los casos la fiebre tifoidea no reincide, porque confiere inmunidad mas 0 menos marcada, y los que Ja han sufrido y logrado tolerar, en tesis general, pueden soportar nuevas contingentes de bacilos tifosos sin padecer su influencia, y de alii en adelante no se ofreceran como medio de cultivo favorable para el bacilo de Eberth; por consiguiente, estos individuos vienen a ser los mas fuertes en presencia de las causas de contagia. Pero no son los unicos que gozan de este privilegio: hay muchos otros que han tenido una de esas fiebres mal definidas que producen ciertos gerrnenes vecinos del baeilo de Eberth y que s610 difieren de este ultimo por algunos de sus caracteres bio-quimicos: desde las infecciones que revisten el aspecto general de la dotienenteria, confinando con ella, y que se If distinguen unicarnente por algunos de sus matices sintomaticos, hasta esos estados gastricos febriles con la fiebre mucosa como termino medio, pueden cornunicar a los pacientes las mismas prerrogativas que a los otros, si no de un modo absoluto, por 10 menos en cierta medida que no dejaria de tener alguna significaci6n. La vacuna ofrece un bello ejemplo, ensenando que el grado de inmunidad no guarda extricta proporci6n can la intensidad de la reacelon

-- 11 - que la produce. Muchas de estas complicacioucs gastricas e intestinales que se traduccn por lesiones anatomicas analouas a las que se encuentran, mucho mas marcad.is, ell la Iiebre tiroidea. pueden conferir en presencia de esta Iiehrc una inmunizacion que debe tenerse r.iuy en cuenta ell ICl resistencia de la colectividad. Otra Iucntc rnuy importante de proteccion que, a decir ve rdad. no esui ahsolutamentc dernostrada COil respecto i' la liehl'e tifoidea. pero que no debe Ialtar porque e xiste de modo cviuente para otras enfermedades que confieren inrnunidad, es fa 411l' vicue p1lr herencia. Hay rnuchos ejemplos demostrativos tanto ell la vacunacion jcneriana, C0l\10 en la vacunacion pastoriana contra Iii enfermcdad carbonosa; ninos que 1'111 toman la vacuna cuand-: la madre ha tcnido viruela un poco antes o durante el ernbarazo y vacas () animales de laboratorio que transmiten la inmunidad a sus pequenos largo tiernpo despues de lit inoculacion de la madre. Estes hechos, perrectarnente irrecusablcs y ya casi del dominio del publico, permiten llegar a una interpretacion en el rnisrno sentido de: los otros relatives a lit fiebre tifoidea: muy bien puede suceder que las madres que la han tenido en un rnornento cualquiera de su vida, aun distante de la concepci-in y del parte, transmitan a su hijo una relativa inmu nidad. Todas estas variedadcs ut: iu.nunidad, de diverse origen y desigual potencia, vienen a constltuir, con el andar del tiernpo, un me dio hostit para ('I libre desarrollo de la enferrnedad. C0l110 si [ucran un arsenal de resistencia del cuerpo social para su dctensa. Es notable que la formaci tin de este medio hosti: sea ere ado poria misma enfermedad, pero es un hecho que sucede frecuentemente en ei mundo de los vivos, como en el dominio de" las Iuerzas naturales, que toda accion crea una fuerza anta-

- 12 '-- gonica que la limita. Cuando pasa una corriente electrica por una larnpara, si su intensidades mayor que la resistencia del filamenlo, 10 funde, y esto corresponde a la muerte producida por la enfermedad; si no es suficiente para fundirlo, se eleva la temperatura y el paso se haec menos facil, hasta que se establece un estado de equilibria: el hila se calienta, 10 que corresponde a la fiebre, peru resiste; al resistir, modifica la corriente hasta lievarla a un grade soportable. El mecanismo de resistencia contra la cnfermedad se hace de distinta manera, pero siguiendo la misma formula. Es 16gico suponer que para la concurrencia de estos distintos modos de inmunizacion contra la fiebre tifoidea, (cornunes a la colectividad pew particulates si se considera par separado cada uno de sus miernbros), ha debido establecerse una lucha continuada por mucho tiernpo contra ella. EI origen del contagio perrnanecera latente, esperando el momenta oportuno para revelarse, y la amenaza es la misma para todos; por consigulente, no faltara nunea la enfermedad y tendra sus victimas senaladas de antemano por su debil nula inmunidad; pero en los casos en que haga sus manifestaciones, no habra de encarnizarse tan ciegamente. Adquirido su asiento en alguna localidad, sufre ciertas modificaciones inherentes mas al cuerpo social que a la enfermedad misma: envejece, si cabe la palabra, y despues de atacar toda una serie de generaciones, acaba con las unidades mas sensibles a su influencia y vacunando las dernas, deja una raza, por seleccion, mucho mas resistente. Se asiste asl a una verdadera aclirnataci6n de los asociados, reconocida por todos los medicos, que los hechos recientes sobre vacunaci6n hacen suponer su mecanisme y se torna benigna para esa comunidad. mas por ia resistencia organica que por atenuacibn del virus. Para encontrar el fundamento de esta aseveracton

- 13- basta considerar el desarrollo de cualquiera enfermedad infecciosa en dos medios, diferentes por la cali dad de los individuos que los constituyen, y seguir las variantes que ofrece en cada uno de ellos. Se sa be que las epidemias evolucionan de distinto mudo ell las ciudades y en el campo: las mismas circunstancias concurren para ocasionar el contagio, pero la reparticion desigual de las agrupaciones viene a deterrninar una desigual reparticion de los casas. por diterencias Ill' densidad en la poblaci6n. Como el contagia directo tiene importante papel en la extension de la epidernia, es natu ral que se haga sentir mas cuando los asociados estan en contacto mas intima. En las ciudades, donde la e xistencia es mas activa y se com plica con el I'OCC incesante de los individuos, donde el hacimiento hace mas abundantes. para un solo punta. los residues del metabolismo social. y las condiciones de sanearnient«son mas dificiles habra,-por condiciones de medio,-un estado de salud poco satisfactorio. con aurnento proporcional de la mortalidad, pero al rnisrna tiempo hay aumento de la inrnunidad media en presencia de las enfermedadcs que producen vacunacion, par las razones apuntadas mas arriba. Todas estas vacunaciones superpuestas, conscierites 0 inconscientes que resultan. unas de enfermedades adquiridas. benignas 0 graves, otras par legados mas () menos dudosos de los antecesores, vienen a formar una sociedad, debilitada en relacion con otra que no haya sufrido todas estas causas de decadencia organica, peru que ha adquirido cierta fuerza de resistencia contra los peligros que continuamente la arnenazan por simples fenornenos de acomodacion al medio en que le corresponde vivir, como en el ejemplo citado anteriorrnente, se adapt a cl hila a la corriente electrica modificando un poco su intensidad. AI contrario, en el campo, donde las costurnbres son distintas de ordinario, rnuy otro el genero de ocupaciones y los nexos sociales

- 14 menos estrechos, por razrin de distancias, habra un estado de salud general mucho mejor, los individuos seran mas vigorosos en SlI fuerza corporal y el cuerpo colectivo mas potente y mejor constituido; las enfermedades contagiosas seran mas raras, pero las vacunaciones contra elias, por ley de proporcion, seran escasas 0 casi nulas; las ventajas en su conjunto pucden ser mayores que los inconvenientes, si no sc cambia en nada 10 referente a las condiciones de existencia 0 a la rareza de las causas de contagio. Considerando los dos grupos, iguales cuantitativamente, es claro que no se pareceran en Ski resistencia original y aunque sean identicos en el mimero, tienen que ser distintos en su calidad. Sacado de su media habitual e imponiendole un carnbio total de sus costumbres, al llevar uno de estes rohustos carnpesinos a la ciudad, se rnostrara mucho mas debil en presencia de las causas de contagia: alii dan de un cornpanero de trahajo, menos fuerte pero ya aclimatado, pasa indemne, adquirira aquel otro una escarlatina 0 una fiebre tifoidea. Y si 1.'1 enfermo regresa a su pueblo, hasta alii sano y prospero, 111.'- vando el germen del mal que 10 ha atacado, implanta la epidernia y en vez de quedar 1.'1 caso esporadico como hahria sucedid«en 13 ciudad, IlO desaparece la fiebre sino cuando hava visitado rnuchas de las casas vecinas haciendo en cad a una de elias varias victirnas. Tal es Ia -chapetonada: de los jovenes que vienen a estudiar 0 ei caso para cl soldado que deja la pequefia aklea de provincia por la ciudad capital. Lo mismo la epidernia celebre de Iiehre tifoidca en el con vento del Buen Pastor en Bristol. a donde una pensionada llevo el germen de la enfermedad. que en corto tiernpo ataco la tercera parte de los hahitantes del monasterio. Y sabre una vasts escala, con ligera inversion de terrninos, para no multiplicar mucho los ejernplos, fue la epidernia de

--. ] 5 saramptcn lievada a las islas Ferae en 1846 por un marino Ingles, donde no se canada esta enferrnedad y par consiguiente sus habitantes nu tenian ninguna vacunaci6n que los protegiera, y hubo al rededor de seis mil enterrnos en una poblacion de ocho mil habitantes. De igual manera, la historia de la importacion de la rnisrna entermedad a las islas Fidji ell 1875: era desconocido el sarampion en estas islas hasta el momenta en que su cesion a Inglaterra, las puso en contact" con los europeos; una visita de Sll rey a Sydney It's llev«el contagio, y se ascguro la difusion de la enfermedad pur una conteren- CIa de los jefcs de las di versas islas, despues del regreso de su rey: en el corte tiernpo de cuatro meses murie ron cuarenta mil personas sobre un total de ciento cincuenta mil habitantes: es verdad que cundio el panico )' se abandonaban los cnfermos a SIIS pronios cuidados y que muchos en la desesperacion, pol' no Ilegar a rnayores infortunios soportando las torturas de una lcnta y cruel agonia, apelaban al suicidio; pero puestas a lin lado las circunstancias que agravaron la mortalidad, queda siernprc una gran diferencia entre estas epidernias devastadoras y las menos terniblcs que se presentan en los lugares don de la enfermcdad sc COIlOCC desde hace mucho tiempo. Can sernejantes ideas pod ria pensarse muy bien que, andando cl tiempo, vendria a ser casi absolute la inrnunicad para una raza en presencia de la fiebre tifoidea, porque despues de una serie no interrurnpida de casos, ida Iimitando SII campo de accion, basta dejar comptetarnente esterilizado e l terrene del organism» social. Es esta una objecion pertectameute valida, imposible de pasar por alto; peru debe tenerse muy en cuenta que en el grade de inrnunidad no puede haher una rnedida absoluta; al lado de las causas que fortalecen ese grado de resislen cia, se encuentran otras que 10 debilitan: el tiernpo,

- 16- que podria bastar por si solo, los cambios de medio, otras enfermedades fisicas 0 morales y para no citar mas. todo 10 que repercute profundamente sobre el ser vivo, como la simple pubertad, De la combinaci6n de estos agentes (On los citados anteriorrnente, que vienen a ser a menera de causas inversas, resulta un termino medio en 10 que se refiere a la inmunidad personal. Agregando a est a las causas sociales de mezcla en individuos de la misma 0 distinta colectividad cuy a resistencia se refuerza o se debilita par los excesos, la miseria, etc., se encuentra el terrnino medio para el conjunto. De manera que este terrnino medio viene a ser como la resultante de dos fuerzas rivales, que obran continuamente en sentidos COI1- trarios: la potencia de expansion de la enfermedad en virtud de la multiplicacion de su germen en los individuos que invade. y la oposicion que encuentra la misrna como consecuencia de otros ataques anteriores. Entre estas dol.' influencias se forma un estado de equilibrio, variable ligeramente COIl las circunstancias, que si por algun procedimiento pudiera traducirse al metodo grafico, se veria como la aguja de un cuadrante que sc mueve al rededor de una posicion media, 10 mismo que cl fiel de una balanza en la comparacion puesta mas arriba. En estas couclicione- I:~'; muy facil suponer cuat se ria d etccto de una fuerza nueva, cualesquiera que sea SIJ intensidad, colocada en uno de los platillos de la balanza: favorable II centraria a la enfermedad, produciria Ull desalojarniento COil oscilaciones nuevas al nivel de la nueva posicion, pero produciendo, en definitiva, un regreso (I t!1l adelanto del lado de la salud colectiva. En los sucesos citados habrian podido cortarse en su principia las cpidernias tornando precauciones auecuadas para evitar la extension del contagiu: una simple desinteccion en el caso de la pensionada del convento, habria podido aniquilar la epidemia en su

-17- origen Y si se hubiera aislado el marino enfermo que introdujo el sararnpion a las islas Ferae, seguramente se habria econornizado un respetable numero de victimas; por consiguiente, hay razrin para decir que no son perdidos los esfuerzos cncarninados a cornbatir la epidemia y que los medics cmplctdos pueden llcgar a un fin ruuy superior. Es indiscutible que el bacilo de Eberth penetra por las vias digestivas en la mayor parte de los casos; y aun cuando algunos autores han pensado que puede introducirse POl' las vias respiratorias a favor de la inhalacion de polvos infectos. el heche no esta perfecta mente demostrado; peru aun suponiendolo ex acto, se liegaria al primer modo de cnntamiuacion, porque despues de atravezar las fosas nasales, pasan las mucosidades necesariarnente al cavum rino-iaringeo de donde descienden al es6fago por los movimientos de d<:gluci6n; de estc punto al intestine, los productos intectantes siguen el mismo camino que las materias aiirnenticias. Cuando el nurnero o la virulencia dl.: los hacilos. (J \:'1 I",-"us ruiuoris resistentire les permite la in vasiou. pcru-trau al torreute circulatori.i, sea por la puerta til' entrada que les ofrece las lesi.mes intestinales. como crce n Iln1l5. 0 por fa via linfatica, COIlll.1 piensan <ltms, () dircctamente sin dejar huellas de su paso. para coustituir un«septicemia en el sentido bacteriologico de la palabr a. Constituida la en- Ierrnedad viene el peligro de la n ansrnision, que puede

- 18- efeetuarse directamente del enfermo al sane por simple contacto, 0 indirectarnente por intermediarios que lievan el germen especifico. EI estudio de la extension progresiva de algunas epidemias rurales, la importaclon de la fiebre tifoidea a un lugar idemne y los repetidos casos de contagio hospitalario, para no citar mas ejemplos, demuestran claramente que la enfermedad puede adquirirse por transmiston directa del paciente al individuo sana. Mas numerosos y en consecuencia, de mas frecuente observacion r-sultan los casas de contagia indireeto de la fiebre tifoidea, nocion que se apoya en la resistencia de su germen especifieo en los distintos medios exteriores como el suelo, humedo () seeo, el agua, las materias fecales, etc. Numerosas y pacientes investigaciones de laboratorio (Uffelman, Vincent, Levy, Kayser etc.) han venido a dar, si no una medida exacta, a 10 menos una idea rnuy aproximada de la vitalidad del bacilo de Eberth en la naturaleza. EI origen hidrieo de muchas epidernias de fi ebre tifoidea esta bien establecido aetualmente (Dupre, P. Brouardel, Thoinot, Vaillard). MiJltiples ejernplos han mostrado la imrref~naci6j1 espcclfica del agua potable en el curso de ciertas epide rnias, 'J' algunos heehos que han que dado clasicos en la literatura medica, por la precision COil que han pndid«seuuirse los casos de rontacio. dernuestran de modo terminante el gran papel que descmpcna el ilgllil contarninada en la etiologia de la fiehre.tifoidea. El agua dt' rio puede intectarse por las materias excrernentlclale-, dep.isitndas en las orillas y acarreadas a la vena principal p~.r!',,, atluentcs 0 por las aguas liu- 'lias, 10 mismo que' por el lavad I de ropas provenientes de los enfermos. Otro tanto puede decirse de las aguas de pozo, que resultan de una capa superticiat y

-- 19 - per 10 mismo facllmente accesibles a la misma tmpregnacl6n. EI agua de fuente puede contaminarse cuando no esta bien protegida desde su ernergencia, por las mismas razones apuntadas. Ademas, cuando estas aguas nacen de corrientes subterraneas alimentadas por infiltraciones superficiales que provienen de las aguas que lavan el suelo, pueden pasar a favor de las grietas del subsuelo sin haber sufrido la mellor filtraci6n, lievar consigo las impregnaciones que hayan podido recibir desde su origen y hacerse peligrosas por este motivo. Cabe hacer aqui una mencion especial para la leche, cuya influencia se ha incriminado much as veces como origen de ciertas epidernias. Es un heche) demostado, la propagacion del contagio por leches mezcladas con aguas tif6genas 0 que se han guardado en reciplentes lavados con agua infectada por los bacilus de Eberth (epidemias de Copen hague, Maryleborn. Dunkerque, Fontenebleau. Londres, etc.). Todavia se pueden poner en el activo de las caugas de contagio hldrico. ciertos alirnentos que se consumen crudes 0 despues de haber sulrido una preparacion defectuosa y que tienen relacion mas l) menos estrecha con el agua: las ostras pueden contarninarse si se crlan en aguas tif6genas y han sido la C'Hl'Sa e xclusiva de algunas epidemias (Monsy. Remlinger. Chanternesse, etc.), de igual modo, las legurnbres y las lr.uas STl s.isce itibles del misrno papel en las rnismas condiciones. Algunas epidernias de origen netamente telurico y demostradas por observaciones precisas, han hecho innegable el papel del suelo en la propagacion de la fiebre tifoidea; menos importante que ('I agua en virtud de su relacion mas remota con las vias digestivas, SI pueden hacer llegar el germen de la inteccion hasta el intestino por un rnecanismo faci! de cornprender : en rnu-

-20- chos lugares se depositan sobre su superflcle las deyecclones y dern is m ttcrias conta.ninadas que provienen del cnferrno ; los habitantes pueden muy bien ensuciarse el calzado 0 los pies con estas rnaterias, llevar los gerrnenes a su casa y con ellos casi asegurar las probalidades de contagio; transformadas esas materias en polvo por la desecacibn, puede el viento levantarlas, llevarlas a las habitaciones y hasta depositarlas sobre los alimentos; por otra parte, como ya se ha dicho, la infecci6n de las aguas potables tiene casi siernpre al suelo por intermediario: si las materias contaminadas estan en la superficie, es obvio el modo de transporte; si estan en las capas profundas, infiltradas a favor de las grietas. el agua que pasa par elias las arrastra sin sufrir una filtraci6n pertecta, como sucede en una bujia porosa, que es inti til cuando esta rota. EI aire no intervlene en la propagaci6n de la fiebre tifoidea sino par los bacilos de Eberth que en ocasiones lieva consigo; ya se ha dicho de d6nde provienen y como pueden levantarse. Las epidernias que se atribuyen a los locales abandon ados por tificos no reconocen otro origen; la antigua teoria de los miasmas, era una presunci6n del contagio por el aire. Log utensilios eh: liso personal del enfermo, sus ves.idos y las ropas de su carna, pueden constituir otros tantos medics de transporte para el bacilo de Eberth si 110 se tiene ('I cuidad» de esterilizarlos, y producir en la misrna l",isa (. a distancia nuevas infecciones. Sin duda corresponde a las moscas una buena parte en la etiologia de lit Iiebre t!foid\.,(\: viajeras incesantes del excusado ;I la L.lL':nil v a! comedor, se posan sobre todas las rnaterias que silen de! enterrno, como sangre de epistasis, orinas. deyecci,,::t c;.. 'IC.. donde 5C infectan el tubo digestive y las paras: haciendose vectores del germen especifico, vienen a contaminar las manus (J la

21,''ira d: \:\' I':'; 1TI' "'\'\:1', " ill '.1,1,' \.'S mas prl):)ahle, k~ ;;;, 'kilt"",,'.\lk'h,):; "'I.'ll'l':, li":)ian ac;i~nado a estes i!l~t','ii)s un I':wd impurtant«eil,.j... outazio. basad,)" si1h,' m,':::,; l1ipm"",j,,: h<)~' hall venido a confirrnarse t'sils <unq"kl:)fles,.lcs.ie q II': H.un ilton descubrio l'1 baci:o de Eber.h en el intcstiu» U~ las lti-')scas recogidas en I1s letriu.ts y s.ihre las pilredes de un cuarto h..bitac«por un enleriuo de fiebrc lifoilh::j. IJ's he c hos que ac rhan de meucionars«corresponde n a los casos de contagia directo 0 indirecto. cuyu (Jri~:en sc atribuvc ;l!,ol'n intcccios» constitutdo por el individuo e nte rrn» de Iiebre tifoidca. Una ;tdqllisici;nl cientifica :ie n» muy allti~lia data, In veuido a oxplicar al- ~lil1()s puntos oscuros lit' ctiologta './ ;t unificar ciertas opiniones ",,:ltt;jdictor:as sobre molos de conta~~io que alj11 I,ll ;1;lhi;11 ~illid",k i camn«d~ ::.Jslli;)()r'~is, Inves-!igaci'Jt1es hi.'1l djri~4i'~t' han vcnido a demosrrar que los.onvalecie nte s 0'2 fil';)\': rif',jdca alhc"~"'1!1 i)()t' algj'til tiernpo :-i bacilo d- E')", I'~.'~rad() tit',;irui':''1:ia y aun pucden nospedarlo individuos que no han s'lfrkh sus ataques: son los "fannsh p.ir:a hr,'':; de bacilos: Y!1f) solamente llevan COtlSig\1 \;: g.:r-11:n l'~;jecific(l, sino que In diseminan a su alredcdor jillrregl1,~rhl;) los distintos medios ya senalados y se hacen. pm consiguieute. una causa activa y continua de inteccion. Numerosas son las observaciones sabre que ha veuido a establecerse esre conocimiento. Los individuos sanos portadores, es decir, aquellos que por rclaciones de vecindad 0 de roce con el enterrno, hospedan el bacilo de Eberth accidentalrnente sin haber sufrido la inteccion tifoidea, SOil quiza, entre todos, Ius menus peligrosos en Iii propagacion: ninguu hecho deoidamentel:omprobado perrnite aseverar que hayan onginado cases de contagio: sinembargo, POT Ia circuns-

- 22 --- rancia de llevar el germen patngeno, deben considerarse como sospechosos. Los verdaderos porta-bacilos que propagan la enterdad, al decir de ciertos autores, son aquellos que la han sufrido anteriormente: terminado el periodo fehril, continua vivien do el bacilo tifoso por un lapse de tiempo mas 0 men os largo, como huesped, en ciertos organos del individuo y al salir de alii, todavia virulento, puede hacer nuevas victirnas. Desde este punta de vista son eminentemente peligrosos los convalecientes, talvez mas que cuando estan cnfermos, tina vez que vuelven a hacer vida cornun, porque contra ellos no se toman las mas triviales precauciones de desinfeccion que son de rigor en el curso de la enferrnedad. Las reservas de bacilos se van agotando con rapidez, y en el curso de algunas semanas, pasadas desde la curaci6n, ya no se encuentran; pero en ciertos individuos, que Jlegan al 3 par 100 en las estadlsticas de Schneider. y segun Parck al 6 por 100, siguen reproduciendose en la vesicula biliar, su punta predilecto, en el medio intestinal y en la vejiga, de donde salen par intermitencias. Durante meses y anos pueden encontrarse las colonias: en la vejiga las ha visto Bussing a los seis meses y Gwinn a los cinco anos: en la vesicula biliar, se han demostrado los bacilos tifosos en epocas muy lejanas de la infeccion: los han encontrado Tartout y Ramond, a los seis anos: Prate, a los siete; a los ocho Miller, y piensan que aun pueden durar mas largo tiempo. * * Esta breve enumeracl6n de los principales medias en donde se encuentra el baeilo de Eberth. permite 101-