PROCUREN MANTENER SU MENTE ABIERTA A NUEVAS CORRIENTES Y TENER CURIOSIDAD POR LO QUE OBSERVAN Entrevista al doctor Jorge Guerra Cáceres integrante de la XI Promoción de Medicina Hugo Lumbreras Cruz, especialista en Medicina Interna, actual Director Ejecutivo de Operaciones Clínicas en Merck (Merck, Sharp & Dohme), grupo responsable de la conducción de estudios a nivel mundial, reside en EE.UU. Cuáles fueron sus motivaciones para estudiar Medicina? Como todo en la vida, fueron múltiples los factores que influyeron en mi decisión de estudiar Medicina, pero quizás el más decisivo fue el interés que despertó en mí la lectura de libros sobre temas médicos y de investigación. Recuerdo con gran afecto a mi maestro de Literatura en el colegio, el Profesor Luís Cuevas, quien nos hizo leer libros diversos, entre ellos uno sobre descubrimientos científicos (cuyo título escapa a mi memoria) y novelas de A.J. Cronin, quien fuera médico de profesión. Siempre pensé que "La Ciudadela", una novela semi-biográfica escrita por Cronin hace casi 80 años, tiene una vigencia continuada y debiera ser leída por quienes aspiran a ser médicos. Crecí en una familia donde mis abuelos eran abogados, mi padre contador y la mayoría de tíos, ingenieros. En el colegio me iba bastante mejor con los números que con las ciencias biológicas. Así que muchos se sorprendieron cuando me decidí por Medicina. Tenia una beca para estudiar en Estados Unidos, pero por recomendación de un tío médico (" Ustedes quieren volver a ver a este chico?"), mis padres se opusieron, y opté por postular a Cayetano Heredia. Puede señalarnos algunas vivencias de su vida universitaria? El primer año en la Universidad fue todo un desafío. Esos eran los días en que no se podía desaprobar un sólo curso, porque se repetía el año. Se trataba de tener cierta disciplina para el estudio pero también encontrar el tiempo libre para disfrutar de nuestros intereses de adolescentes. Aprendí a estudiar en grupo (hasta altas horas de la madrugada) y forjé grandes amistades que aun perduran.
El traslado al actual local del Rímac (o mejor dicho San Martín de Porres), cuando empezábamos el primer año de Medicina, también fue un gran acontecimiento. Por fin teníamos la oportunidad de estar cerca de un hospital y sentir que estábamos estudiando Medicina. Durante los primeros tres años en la Universidad, traté de aprovechar todas las vacaciones para recorrer el Perú. Viajé "tirando dedo" o en buses interprovinciales, a diversos lugares de costa, sierra y selva. Siempre que se den las condiciones apropiadas de seguridad, creo es importante que todo estudiante universitario salga de su "cascarón" y conozca la realidad de nuestro país y su gente. Una situación común en el estudiante de Medicina es la de lidiar con una carrera larga, mientras los amigos avanzan en las suyas mas rápidamente. Hay que vencer las tentaciones de abandonar. De retorno de uno de mis viajes, se me metió la idea de dejar la carrera para convertirme en fotógrafo profesional y recorrer el mundo. El reinicio de clases en las universidades había sido postergado, si mal no recuerdo por decisión de la Junta Militar. Mi padre no se inmutó cuando le comuniqué mis intenciones y solo se limitó a comentar algo como " Me parece bien, pero has pensado cómo vas a hacerlo si ni siquiera tienes una cámara?". Para mi sorpresa, a los pocos días me obsequió una cámara Yashica. Después de aprender a usarla, a revelar fotos y estar entretenido por unas semanas, decidí que lo mejor era matricularme y continuar mis estudios. Por esos años también se despertó mi interés por participar en asuntos estudiantiles y, estando en segundo de Medicina, fui elegido Presidente de la AECH. El país era gobernado por una Junta Militar, como he mencionado; había cierta efervescencia política y empezaba a funcionar la Asamblea Universitaria, con representación estudiantil. Creo que les dimos algunos dolores de cabeza a las autoridades de la Universidad, pero siempre se mantuvo un ambiente de diálogo y colaboración. Recuerdo que con el terremoto de 1970, que afectó tremendamente el norte del país, se suspendieron las clases. Un grupo de estudiantes nos presentamos de voluntarios al Ministerio de Salud para acompañar a las múltiples delegaciones extranjeras de ayuda que llegaron al Perú. A mí, que hablaba inglés, me asignaron a un grupo de médicos franceses y nos transportaron a todos a Chimbote. Pasamos varios días sin hacer nada, acomodados en carpas en el estadio de Chimbote, hasta que finalmente llegó un portaviones norteamericano y sus helicópteros empezaron la movilización a diversos lugares en la cordillera. El piloto nos dejó en un sitio equivocado, sin que tuviéramos ningún equipo de comunicación. La comunidad era pequeña y se había organizado bastante bien, pero tenían un buen número de heridos y enfermos. Uno de los pobladores me traducía de quechua a castellano, yo lo hacía al inglés para uno de los médicos franceses y él le daba la versión final a sus colegas. Luego de unos días de incertidumbre, apareció otro helicóptero y retornamos a Chimbote. A pesar de todo el caos, fue una experiencia única trabajar en condiciones muy adversas y socorrer a gente que lo había perdido todo. El curso de Enfermedades Infecciosas y Medicina Tropical, que llevamos en tercer año de Medicina, también tuvo un significado especial. Profesores y alumnos, encabezados por el doctor Hugo Lumbreras, hicimos gestiones múltiples para hacer realidad el viaje a Pucallpa,
donde no sólo tuvimos ocasión de ver patología propia de la selva y conocer la región, sino de reforzar lazos de amistad con nuestros compañeros de promoción. No sé si siga vigente, pero creo que el Externado rotatorio fue una gran idea que permitió a los estudiantes trabajar con grandes maestros en diversos hospitales de Lima y empezar a afinar sus vocaciones por ciertas especialidades médicas. En lo personal, fue así como afirmé mi interés por la Medicina Interna, tras apreciar las cualidades y estilos de trabajo de los clínicos más notables de la Universidad en los Hospitales Loayza, Dos de Mayo y Rímac. El Internado lo hice en el Hospital del Rímac, el que se manejaba como un auténtico hospital universitario. Mi internado rural fue en los hospitales de Tarma y La Merced, donde con mi compañero Pedro Cornejo hacíamos guardias interdiarias. Esta fue también una experiencia extraordinaria, tanto en la práctica médica como en las relaciones humanas con el personal, los pacientes, sus familiares y la comunidad local. Recuerdo que en Tarma hice el diagnóstico clínico de infarto cardíaco en un paciente, aunque el internista del hospital me aseguraba que esto no ocurría en la gente de altura. Para confirmarlo, tuvimos que ubicar el electrocardiógrafo en un depósito, ya que no se había usado casi desde la inauguración del hospital. Luego se presentó el caso clínico en una reunión médica en Huancayo. Algunos comentarios sobre su Residentado Médico y los logros obtenidos? Al inicio de mi internado aprobé el llamado ECFMG para seguir estudios de postgrado en Estados Unidos. Después de pensarlo mucho, decidí quedarme en Perú y postular a la residencia de Medicina Interna en el Hospital del Rimac (Hospital Nacional Cayetano Heredia). Tuve la suerte de ingresar al lado de excelentes compañeros, Vilma Santibañez, Tomás Bocanegra, Oscar Pichilingue y Eduardo Schiantarelli, entre otros. No sólo trabajamos bajo la supervisión de destacados internistas y maestros, como Amador Carcelén, Armando Sillicani, Segundo Valdivia, José Luis Calderón, sino aprendimos muchísimo de los residentes de las promociones precedentes. Los tres años de residencia nos dieron un entrenamiento sólido y experiencia balanceada en las tres áreas de manejo clínico de pacientes: consulta externa, hospitalización y emergencia. Las rondas médicas con los jefes de sala, las interconsultas y rondas con diversos especialistas, y las discusiones de casos clínicos y de Anatomía Patológica fueron una fuente de aprendizaje constante. También nos beneficiamos mucho del retorno de varios ex-alumnos quienes, tras entrenarse en diversas especialidades en Estados Unidos, se sumaron al plantel docente de la Universidad. Afectuosamente los llamamos los "foreign boys". También fue importante nuestra participación en la docencia de pregrado así como en diversos programas de investigación que se conducían en el hospital. En una ocasión, con el fin de adquirir ciertos equipos médicos, todos los residentes de Medicina participamos como voluntarios sanos en un estudio de tolerancia y seguridad de megadosis de dexametasona vs placebo administrados endovenosamente. Por los efectos secundarios que experimenté, no tengo duda que me tocó estar en el grupo de droga activa.
Fueron muchas las situaciones dramáticas que nos tocó vivir durante ese periodo, pero quizás la de mayor impacto fue el manejo de la Emergencia durante una huelga de la policía y saqueo del centro de la ciudad, que derivó en una severa represión y admisión de heridos de bala y politraumatizados. Si mal no recuerdo, todos los residentes permanecimos de guardia por 2 o 3 días seguidos. En mi último año, tuve el honor de ser elegido Jefe de Residentes de Medicina. Para entonces, había crecido mi interés en el área de Enfermedades Infecciosas y Tropicales y, por gestión del doctor Hugo Lumbreras, pude hacer como electivo el Curso de Enfermedades Infecciosas para Médicos Latinoamericanos, organizado por la Universidad de Buenos Aires en el Hospital Muñiz. Hacia fines del residentado obtuve una beca del Concejo Británico y fui aceptado por el London School of Hygiene & Topical Medicine (LSHTM), Universidad de Londres, para hacer la Maestría en Ciencias en Medicina Tropical Clínica. Esta me sirvió para ganar experiencia tanto en el manejo de pacientes con este tipo de patología como en el diseño y conducción de estudios clínicos. Al término de la Maestría, la Universidad de Londres me concedió el Premio "Frederick Murgatroyd" y se extendió mi beca para permitirme llevar el curso de Estadística Médica y Epidemiología en el LSHTM. Qué profesores le sirvieron de modelo? Estoy seguro que este breve recuerdo no haría justicia a los muchos profesores que contribuyeron a mi formación y que me han servido de modelo a lo largo de mis años de estudiante como de profesional. Tengo una deuda de gratitud con todos ellos y el compromiso de contribuir en la medida de mis posibilidades al desarrollo de las nuevas generaciones de médicos. Si me permiten, quisiera reconocer a las dos personas que, en diversa medida y quizás sin saberlo, han tenido mayor influencia en decisiones críticas en mi carrera: El doctor Amador Carcelén, quien creó escuela en el Perú, enseñándonos a evaluar pacientes en forma metódica, a tomar decisiones consecuentes y a tener fe en nosotros mismos. El doctor Hugo Lumbreras, quien fue un ejemplo de dedicación a los pacientes así como a la docencia e investigación, y quien impulsó la formación de especialistas en enfermedades infecciosas. Coméntenos algunas anécdotas y algunos comentarios sobre su experiencia profesional, lugares donde ha trabajado, logros, posición actual A mi retorno de Inglaterra fui contratado por la Universidad como Profesor Asistente, enfocando mis actividades en la Unidad de Enfermedades Infecciosas y Tropicales del Hospital del Rímac. Posteriormente ingresé al plantel de médicos del Hospital. Como todo profesional que recién se inicia, me fue necesario trabajar en múltiples sitios hasta que pude establecer mi práctica privada. Trabajar en un hospital docente fue muy satisfactorio y me permitió conducir estudios epidemiológicos y clínicos, tener publicaciones y participar en diversos eventos tanto en el Perú como en el extranjero. En 1991 tuve la satisfacción de ser uno de los miembros fundadores de la Asociación Panamericana de Infectología, la cual se ha convertido en la entidad representativa de los infectólogos en la región.
En 1994 tome la difícil decisión de renunciar a mi posición asistencial y reducir sustancialmente mi carga docente para asumir el cargo de Director Médico de Merck, Sharp & Dohme, una de las empresas líderes en investigación farmacéutica. Luego de 9 años de dirigir los estudios clínicos conducidos en Perú, Chile y Venezuela, acepté ser trasladado a la casa matriz en Estados Unidos para hacerme cargo de la región Latinoamericana. Durante los últimos 14 años he asumido posiciones de responsabilidad creciente en el área de operaciones clínicas. A la fecha me desempeño como Director Ejecutivo de Operaciones Clínicas, grupo responsable del manejo de todos los estudios que conducimos a nivel mundial. Qué piensa sobre el futuro de la Universidad Peruana y de Cayetano Heredia en especial? La Universidad Peruana tiene la obligación de contribuir al entendimiento y resolución de los problemas que afectan al país y de preparar a las nuevas generaciones de profesionales que deberán participar en este proceso. El futuro del país esta ligado al futuro de sus instituciones de educación superior y requiere de una universidad pujante e innovadora. A la UPCH le toca jugar un rol de liderazgo dada la calidad de sus programas educativos, su modernización administrativa y su creciente vinculación con la comunidad. Yo tengo plena confianza en las autoridades, personal docente y administrativo, y en el alumnado de Cayetano para afrontar los desafíos del siglo XXI. Qué consejos le daría a los jóvenes estudiantes? Creo que es importante que sientan real pasión por su carrera y procuren tener el más alto nivel de excelencia académica y científica. Sean perseverantes en su trabajo y fíjense metas ambiciosas, sin permitir que nadie les imponga límites a sus aspiraciones. Estén dispuestos a tomar ciertos riesgos y no teman el fracaso. En el mundo actual, también es importante desarrollar buenas habilidades de comunicación, tanto escrita como oral y poder hacerlo en inglés da muchas ventajas. Procuren mantener su mente abierta a nuevas corrientes y tener curiosidad por lo que observan; así podrán identificar y seguir oportunidades de desarrollo profesional donde existan. Tratándose de una carrera larga, como Medicina, es bueno dotarse de una buena dosis de paciencia, desarrollar una visión de largo plazo y mantener una actitud positiva y optimista. No dejen de interesarse por otras cosas, por conocer el Perú y su gente, y ampliar sus horizontes. Tengan confianza en sí mismos, amen lo que hacen y diviértanse. Gracias doctor Guerra por concedernos la presente entrevista.