Sánchez, J.C.; Lanero, A.;Yurrebaso, A. Universidad de Salamanca. Sánchez, Lanero y Yurrebaso 37



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Transcripción:

Sánchez, Lanero y Yurrebaso 37 Variables determinantes de la intención emprendedora en el contexto universitario Determinant Variables of the Entrepreneurial Intention in the University Context Sánchez, J.C.; Lanero, A.;Yurrebaso, A. Universidad de Salamanca RESUMEN La intención emprendedora constituye la clave para entender el fenómeno emprendedor y puede ser vista como el primer paso en el proceso de emprender. Así, el estudio de los antecedentes y determinantes de la intención emprendedora cobra especial relevancia para poder comprender el proceso de creación de empresas. El presente trabajo tiene como objetivo desarrollar un modelo explicativo de la intención emprendedora considerando variables de tipo personal (autoeficacia, proactividad, asunción de riesgos). La muestra de universitarios está justificada porque tal y como defienden algunos autores son las más adecuadas para el estudio en materia de intenciones emprendedoras. Mediante análisis de ecuaciones estructurales se demostró que la proactividad influía directamente sobre la intención de emprender mientras que la autoeficacia y la asunción de riesgos presentaban un efecto indirecto, a través de la proactividad. La autoeficacia presentó una relación directa sobre la proactividad y la asunción de riesgos. Se discuten las implicaciones prácticas y sugerencias para la investigación futura. Palabras clave: Emprendedorismo, autoeficacia, propensión al riesgo, proactividad ABSTRACT The entrepreneurial intention is key to understanding entrepreneurship, and can be viewed as the first step in this process. Thus, the study of the antecedents and determinants of the entrepreneurial intention take on special relevance for understanding the process of creating businesses. The aim of this paper was to develop an explanatory model of the entrepreneurial intention considering the personal variables of self-efficacy, proactiveness, and risk-taking. The sample of university students is justified because, as some authors defend, they are the most appropriate subjects for studying entrepreneurial intentions. Using structural equations, it was shown that proactivity directly affects the intention to be enterprising whereas self-efficacy and risktaking showed an indirect effect, through proactiveness. Self-efficacy was seen to be directly related to proactivity and risktaking. Practical implications and suggestions for future research are discussed. Key words: entrepreneurship; self-efficacy; risk-taking; proactiveness. Esta investigación ha sido patrocinada por CEEICALSA Contacto. José C. Sánchez. Facultad de Psicología. Universidad de Salamanca Avda de la Merced, 109. 37005 Salamanca. SPAIN. E-Mail: jsanchez@usal.es

38 Algunas consecuencias psicosociales de las expectativas educativas INTRODUCCIÓN Dentro del ámbito de estudio de la conducta emprendedora una línea de investigación que está adquiriendo importancia es el estudio de la intención hacia el autoempleo (Bird, 1988; Davidsson, 1995; Douglas, 1999; Krueger y Carsrud, 1993; Reitan, 1996; Robinson, Stimpson, Huefner y Hunk, 1991; Shapero y Sokol, 1982). Si entendemos el proceso emprendedor como una forma de pensamiento que enfatiza las oportunidades más que las amenazas, entonces podemos considerar el proceso de identificación de oportunidades de negocio como un proceso intencional y, consecuentemente, las intenciones emprendedoras claramente merecen nuestra atención. En la literatura psicológica las intenciones aparecen como el mejor predictor de la conducta planificada (Ajzen, 1991), particularmente cuando esa conducta es rara o difícil de observar. La creación de una nueva empresa requiere tiempo e implica una considerable planificación. Resulta difícil imaginar la creación de un negocio simplemente como respuesta a un estímulo y no como una decisión planificada. De esta manera, la conducta emprendedora es exactamente un tipo de conducta planificada (Bird, 1988; Katz y Gartner, 1988) para la cual los modelos de intenciones son idealmente convenientes, puesto que nos pueden ofrecer un medio para explicar y predecir mejor dicha conducta emprendedora (Krueger, Reilly y Carsrud, 2000). Autores como Krueger (1993) han argumentado que las intenciones emprendedoras constituyen la clave para entender el proceso de emprendimiento y pueden ser vistas como el primer paso en el largo y complejo proceso de emprendimiento (Gardner, Kelly, Gatewood y Katz, 1994). De esta forma, ya que las intenciones constituyen el principal predictor individual de la conducta emprendedora, el estudio de los antecedentes y determinantes de dichas intenciones cobra especial relevancia para poder comprender el proceso de creación de empresas. Es por ello que profesores, consultores, orientadores y emprendedores deberían beneficiarse más del conocimiento de cómo se forman las intenciones, así como también de un conocimiento específico de cómo los valores, actitudes, creencias, percepciones y motivos se unen dentro de la intención de comenzar un negocio. La cuestión entonces pasa a ser: Qué determina la intención de emprender?

Sáchez, Lanero y Yurrebasco 39 MARCO TEÓRICO Uno de los principales marcos teóricos que ha guiado la investigación sobre intenciones emprendedoras proviene de la Teoría de la Conducta Planificada (Ajzen y Fishbein, 1980; Ajzen, 1987; Ajzen, 1991), según la cual las intenciones que preceden a cualquier tipo de comportamiento planificado están determinadas por tres factores: actitud hacia la conducta, norma subjetiva (ambos referidos a la deseabilidad de la conducta) y control conductual percibido (referido a la factibilidad de la conducta). De hecho, la mayoría de modelos sobre intenciones emprendedoras toman como referencia el modelo de Ajzen (1991) junto con los elementos principales de la Teoría del Aprendizaje Social y Autoeficacia de Bandura (1997). En esta línea, es de destacar el Modelo sobre el Evento Emprendedor de Shapero (1982), quien, en el contexto de la teoría de Ajzen ha desarrollado uno de los modelos de intenciones más influyentes a la hora de explicar el fenómeno emprendedor. Dicho modelo argumenta que la decisión de iniciar una actividad emprendedora requiere de una creencia preexistente de que dicha actividad es deseable y factible, unida con alguna propensión personal a actuar sobre las oportunidades y algún tipo de factor precipitante. Igualmente, otras muchas variables han sido hipotetizadas en la literatura como predictoras de las intenciones hacia el autoempleo. La mayoría de modelos argumentan que tanto las variables individuales como las situacionales son importantes en la determinación de las intenciones de conducta emprendedora. La historia personal como experiencia vicaria, las características personales como valores, actitudes, motivaciones, rasgos de personalidad, etc., y habilidades personales pueden predisponer a los individuos hacia la formación de intenciones emprendedoras. Igualmente, los factores políticos, económicos y el contexto social como apoyo social, normas subjetivas, percepción de oportunidades y recursos, etc., pueden también contribuir en la formación de las intenciones de autoempleo. Dentro de los constructos psicológicos vinculados al fenómeno emprendedor, algunas de las variables más frecuentemente estudiadas en relación a la conducta emprendedora han sido la autoeficacia, y los rasgos de personalidad, propensión al riesgo y proactividad. A pesar de que no son muchos los estudios centrados específicamente en la formación de intenciones emprendedoras, sí existe cierta evidencia sobre la asociación positiva entre estas tres dimensiones y las intenciones hacia el autoempleo (e.g., Brockhaus, 1982; Brockhaus y Horwitz, 1986; Crant, 1996; Scherer, Adams, Carley y Wiebe, 1989; Zhao, Seibert y Hills, 2005).

40 Intención emprendedora en el contexto universitario Algunos de los esfuerzos más recientes en esta dirección tratan incluso de integrar las variables autoeficacia y propensión al riesgo en los modelos explicativos de la formación de intenciones. Las relaciones planteadas entre ambas dimensiones son variadas. Por ejemplo, Zhao et al., (2005) han erigido a la autoeficacia como un predictor importante de las intenciones emprendedoras, al encontrar que ejercía sobre éstas tanto una influencia directa como mediadora de los efectos de otras variables como la propensión al riesgo, la experiencia emprendedora o las percepciones de entrenamiento formal. También recientemente, Segal, Borgia y Schoenfeld (2005) han verificado su modelo de intenciones en el que destacan las variables de autoeficacia, tolerancia al riesgo y percepción de deseabilidad como los principales determinantes en la formación de intenciones, tanto a nivel individual como tomados conjuntamente. Sin embargo, a pesar de la obvia asociación entre las intenciones hacia el autoempleo y estas tres variables, y de las evidenciadas relaciones entre ellas, la literatura existente sobre el tema no recoge ningún modelo que emplee simultáneamente autoeficacia, propensión al riesgo y personalidad proactiva como determinantes psicológicos de las intenciones emprendedoras. De cara a cubrir este vacío en la línea de investigación actual, el presente trabajo tiene por objetivo fundamental desarrollar un modelo psicológico integrador sobre la formación de intenciones emprendedoras, dando cabida en el mismo a las variables autoeficacia, propensión al riesgo y proactividad como principales antecedentes de la iniciativa emprendedora por su influencia sobre las intenciones hacia el autoempleo. A continuación se presenta una breve revisión de los resultados disponibles de investigaciones previas que relacionan autoeficacia, propensión al riesgo y personalidad proactiva con el fenómeno emprendedor en general y, más específicamente, con la formación de intenciones emprendedoras. Autoeficacia La autoeficacia se refiere a la convicción de que uno puede organizar y ejecutar efectivamente acciones para producir unos resultados requeridos (Bandura, 1997; Chen, Greene y Crick, 1998). Esto es, la autoeficacia es una atribución de competencia personal y control en una situación dada y refleja la percepción de una capacidad personal para realizar un trabajo o tarea concreto. La autoeficacia afecta a la elección de la acción y a la

Sáchez, Lanero y Yurrebasco 41 cantidad de esfuerzo ejercido (Waung, 1995), siendo el principal predictor individual de la elección de carrera (Bandura, 1986). La relación entre autoeficacia y emprendimiento está justificada por diferentes motivos. En primer lugar, porque la gente evita carreras y ambientes que creen que exceden sus capacidades (sin reparar en los beneficios que podrían alcanzar), y emprenden vocaciones para los que se juzgan capaces (Krueger y Dickson, 1994). En segundo lugar, porque la iniciativa empresarial conlleva importantes riesgos y dificultades, por lo que parece claro que los emprendedores necesiten altos niveles de autoeficacia. En tercer lugar, dado que la autoeficacia predice la elección de carrera, los intereses ocupacionales, la perseverancia ante dificultades y la efectividad personal (Bandura, 1986; Krueger y Dickson, 1994; Waung, 1995), también ha de estar relacionada con la actividad emprendedora. Finalmente, puesto que el incentivo para actuar es mayor cuando los emprendedores creen que sus acciones tendrán resultados alcanzables, la autoeficacia es un importante determinante de los comportamientos emprendedores exitosos. Partiendo de este tipo de razonamientos, diversos autores han puesto de manifiesto que la autoeficacia constituye un atributo distintivo de los emprendedores, en comparación con otros cargos empresariales o la población general (Chen et al., 1998; Krueger y Brazeal, 1994; Markman, Balkin y Baron, 2001; Markman y Baron, 2003). Igualmente, otros estudios empíricos unen la autoeficacia al éxito emprendedor, personal y financiero, medido por lo general en ganancias anuales (Markman et al., 2001). Por otro lado, la autoeficacia tiene cabida en los modelos de intenciones de la conducta planeada en general y emprendedora en particular, y frecuentemente se relaciona con el control conductual percibido, en el contexto de Azjen (1991), o con las percepciones de factibilidad según el modelo de Shapero (1982). Así, las percepciones de autoeficacia parecen ser críticas para entender la conducta planeada e intencional, dada su influencia en la formación de intenciones a través de las percepciones situacionales de factibilidad. Esta premisa hace que el estudio de la autoeficacia sea particularmente idóneo en las investigaciones sobre intenciones emprendedoras. Igualmente, dado que la autoeficacia predice el reconocimiento de oportunidades, no es sorprendente que las percepciones de autoeficacia aparezcan como centrales en las intenciones emprendedoras (Scherer et al., 1989). De hecho, en los últimos años algunas investigaciones han demostrado con éxito el poder predictivo de las percepciones de autoeficacia sobre la formación de intenciones emprendedoras, tanto por su influencia directa sobre éstas como por su

42 Intención emprendedora en el contexto universitario asociación con otras variables de interés en la explicación de las intenciones de autoempleo (Zhao et al., 2005; Segal et al., 2005). Con todo ello, planteamos: Hipótesis 1: El grado de autoeficacia percibida influirá positivamente en las intenciones emprendedoras. Propensión al riesgo. La propensión al riesgo puede definirse como el rasgo de personalidad que determina la tendencia y disposición del individuo para asumir riesgos. Los individuos con puntuaciones altas en esta dimensión estarán inclinados a conductas de alto riesgo, es decir, considerarán las alternativas cuyas consecuencias finales puedan alejarse de su marco de expectativas de resultados. Por su parte, los sujetos con baja propensión al riesgo, tenderán a conductas de bajo riesgo, y evitarán las alternativas que puedan causar resultados que varíen mucho de sus expectativas (Das y Teng, 1997). El concepto de propensión al riesgo se ha relacionado con el emprendimiento. Es obvio que la actividad emprendedora implica, por definición, asumir riesgos de algún tipo. Siguiendo a Covin y Slevin (1989), la propensión al riesgo es, junto con la proactividad y la innovación, una de las tres dimensiones de la llamada orientación emprendedora. En este marco, la propensión al riesgo se refiere a la disposición del sujeto a comprometerse con fuentes de oportunidades bajo posibilidades de fracaso. La conducta emprendedora generalmente se ha relacionado con niveles moderados de propensión al riesgo en el individuo (McCelland, 1961; Sexton y Bowman, 1983). Sin embargo, los resultados empíricos son bastante contradictorios cuando se trata de confirmar dicha dimensión de personalidad como rasgo distintivo del sujeto emprendedor. Así, algunos estudios han evidenciado que las personas que crean una nueva empresa y luchan porque salga adelante pueden percibir y reaccionar al riesgo de forma diferente (Busenitz, 1999; Busenitz y Barney, 1997). En la misma línea algunos estudios confirman una mayor propensión al riesgo en emprendedores fundadores de su propia empresa que en directivos de empresas ya creadas (Begley y Boyd, 1987). La propensión al riesgo se convierte desde esta perspectiva en un predictor de la elección de carrera. Por ejemplo, Kolvereid (1996) encontró que el argumento evitar asumir riesgos es mencionado frecuentemente como un factor impulsor en la elección de empleo en organizaciones ya existentes.

Sáchez, Lanero y Yurrebasco 43 Frente a esta evidencia, otros estudios indican que los emprendedores no tienen una mayor propensión al riesgo que los directivos y la población general (Low y McMillan, 1988) incluso cuando, objetivamente, aceptan mayores niveles de riesgo en sus elecciones de carrera y decisiones de negocio. Desde esta postura se defiende que la diferencia clave entre emprendedores y no emprendedores puede ser la tolerancia al riesgo, y cómo procesan información sobre el éxito potencial de una nueva oportunidad de empresa. En esta línea, diferentes investigaciones apoyan que los emprendedores tienden a categorizar las situaciones de negocio como menos arriesgadas que los no emprendedores (Busenitz, 1999; Cornan, Perles y Vancini, 1988; Palich y Bagby, 1995). En otras palabras, los emprendedores pueden no pensar en ellos mismos como más propensos a asumir riesgos que los no emprendedores, pero están más predispuestos a categorizar las situaciones de riesgo como positivas (Palich y Bagby, 1995). A parte de esta polémica, lo que sí parece claro es que el proceso de emprendimiento podría paliar la propensión al riesgo. Así, Brockhaus (1980) propone que los empresarios de mayor reputación pueden tener un perfil de riesgo diferente y Timmons, Smollen y Dingee (1985) predicen que la disposición al riesgo puede reducirse cuando hay fondos que proteger. De forma similar, Smith y Miner (1985) observan que la evasión del riesgo es mayor entre empresarios de firmas de crecimiento rápido que de crecimiento lento. Centrándonos en nuestro tema de interés, algunos estudios recientes han encontrado que la tolerancia y actitudes positivas hacia el riesgo predicen la formación de intenciones emprendedoras (Segal et al., 2005; Shepherd y Douglas, 1997). Igualmente, se ha encontrado que la propensión al riesgo está positivamente asociada con las intenciones de autoempleo a través de su influencia sobre ciertos predictores de éstas como son la autoeficacia (Zhao et al., 2005) y la actitud positiva hacia la conducta emprendedora (Lüthje y Franke, 2003). Con todo ello proponemos: Hipótesis 2: La propensión al riesgo influirá positivamente en las intenciones emprendedoras.

44 Intención emprendedora en el contexto universitario Personalidad proactiva. La personalidad proactiva se refiere a la tendencia a iniciar y mantener acciones que directamente alteran el ambiente circundante (Bateman y Crant, 1993). Las personalidades proactivas identifican oportunidades y actúan sobre ellas, muestran iniciativa, realizan acciones directas y perseveran hasta que consiguen un cambio significativo. En contraste, las no proactivas fracasan en identificar y actuar sobre las oportunidades para cambiar cosas. La proactividad implica un énfasis en anticipar y prevenir problemas antes de que ocurran y una orientación a la acción que incluye una interpretación creativa de las normas y un alto nivel de persistencia y paciencia para operar el cambio. La proactividad es otra de las dimensiones indispensables que Covin y Slevin (1989) incluyen en la denominada orientación emprendedora, en referencia a la implementación de lo necesario para la realización emprendedora, lo que supone perseverancia, adaptabilidad y disposición para asumir la responsabilidad ante el fracaso. Las empresas proactivas son aquellas que son más propensas a buscar oportunidades en el entorno externo (Lumpkin y Dess, 1996; Stevenson y Jarillo, 1990). En el contexto concreto de las firmas ya establecidas, la mayoría de investigaciones se han referido a dos atributos de la proactividad: el comportamiento agresivo hacia otras firmas y la búsqueda de oportunidades favorables de negocio, encontrándose que ambas son mayores en el caso de firmas emprendedoras (Khandwalla, 1977; Mintzberg, 1973). En otros estudios se ha confirmado la relación entre la personalidad proactiva y la conducta emprendedora, tanto en empresas ya creadas como en la población general (Becherer y Mauer, 1999; Jennings, Cox y Cooper, 1994). Finalmente, también existe evidencia de relación entre la proactividad en el contexto de la orientación emprendedora y el desarrollo empresarial por un lado (Brown 1996; Junehed y Davidsson, 1998; Namen y Slevin, 1993), y la carrera exitosa por otro (Seibert, Crant y Kraimer, 1999; Seibert, Kraimer y Crant, 2001). Shapero (1982) ha sugerido que esta propensión personal a actuar sobre las oportunidades es uno de los factores que pueden influir sobre la relación intención-conducta precipitando o facilitando la realización de intenciones. En el ámbito concreto del emprendimiento, Crant (1996) encontró que las intenciones emprendedoras estaban positivamente asociadas con poseer una personalidad proactiva. Igualmente, este tipo de orientación de personalidad ha sido mencionado en la literatura de Shapero

Sáchez, Lanero y Yurrebasco 45 y Sokol (1982) y Krueger y Brazeal (1994) como un importante precursor de las intenciones y el potencial emprendedor. A partir de este razonamiento, planteamos: Hipótesis 3: La proactividad influirá positivamente en las intenciones emprendedoras A partir de lo dicho anteriormente, el modelo que pretendemos poner a prueba en la presente investigación se presenta en la figura 1. Figura 1. Modelo general de intenciones emprendedoras Autoeficacia H.1 Proactividad H.3 Intención de emprender Riesgo H.2 MÉTODO Muestra Los datos se recogieron de una muestra de 907 sujetos, formada por 320 varones (35,8%) y 574 mujeres (64,2%), con edades comprendidas entre 17 y 49 años, siendo la edad media de 22,5 años. Prácticamente, la totalidad de la muestra estuvo constituida por estudiantes universitarios, por considerarse ésta una población de potenciales emprendedores. En cuanto a la distribución de la muestra por áreas de conocimiento, las titulaciones predominantes corresponden a Ciencias Empresariales y Económicas (24,2%), Humanidades (11,1%), Ciencias Sociales (29,2), Ciencias Experimentales (4,6%), Ciencias Técnicas (15,2%), Ciencias Jurídicas (3,4%) Ciencias Sanitarias (3,1%) y Ciencias de la Educación (8,9%). El 53% de los encuestados se encontraban en el momento de la recogida de los datos en cursos iniciales de sus planes de estudios (tres primeros cursos académicos), mientras que el 47% estaban en sus dos últimos cursos de carrera.

46 Intención emprendedora en el contexto universitario Respecto a la situación laboral, la mayoría de los sujetos se dedicaba en el momento de la encuesta sólo a sus estudios (81,4%) y, por tanto, no trabajaban. Entre los sujetos que desarrollaban algún tipo de actividad laboral, predominaban las dedicaciones al sector servicios en actividades de escaso o medio nivel de cualificación (41% y 23,1%, respectivamente). Por otro lado, el 46% de los encuestados reportó algún tipo de experiencia laboral, mientras que el 54% carecía de ella. En la línea de lo anterior, las actividades predominantes correspondían a servicios de nivel de estatus y formación bajo (39%) o medio (25%). Por lo que se refiere a los antecedentes laborales familiares, el 9% de los padres de los sujetos no trabajaban, el 27% eran autónomos, el 41% trabajaban en una organización o empresa privada y el 23% desarrollaban su actividad en una empresa pública. Las actividades predominantes se enmarcaban de nuevo en el sector servicios, esta vez en la línea de niveles de cualificación medios-altos (30% y 25%, respectivamente). En el caso de la actividad laboral de las madres, el 56% no trabajaban, el 9% eran autónomas, el 14% trabajaban en una empresa privada y, finalmente, el 21% trabajaban en una organización pública. Instrumentos La recogida de datos se basó en la administración de un cuadernillo de preguntas a la totalidad de la muestra descrita. Dicho cuadernillo constó de diferentes apartados y escalas que se describen a continuación. Autoeficacia emprendedora. Se adaptó la escala de De Noble, Jung y Ehrlich (1999) que mide la creencia de la persona en sus propias habilidades para desempeñar las tareas requeridas para la creación de una empresa. Se compone de 23 items y los encuestados expresan si se sienten o no capaces de realizar lo que se les indica en cada ítem. Las puntuaciones van de 1 a 10, cuya equivalencia oscila desde completamente incapaz a perfectamente capaz. Los items que se utilizan se pueden agrupar en torno a distintos temas: a) desarrollo de nuevos productos y oportunidades en el mercado, b) construir un entorno innovador, c) iniciar relaciones con los inversores, d) definición del objetivo central, e) afrontar los cambios inesperados, y f) desarrollo de los recursos humanos críticos. Personalidad proactiva. Se empleó la versión de 10 items de la Escala de Personalidad Proactiva, desarrollada por Seibert et al. (1999, 2001) a partir de la selección de los items más significativos de la versión previa de 17 items de Bateman y Crant (Bateman y Crant, 1993; Crant, 1995; Crant y Bateman, 2000), empleada para la medición de la propensión individual

Sáchez, Lanero y Yurrebasco 47 hacia la conducta proactiva. Con estos items, los sujetos valoran en qué medida (a través de una escala tipo Likert de 0 a 5 puntos) emprenden acciones significativas para influir en el ambiente en que se desenvuelven. Propensión al riesgo. Se utilizó la versión reducida, facilitada por el propio autor (Rohrmann, 1997), del Cuestionario de Orientación al Riesgo (ROQ), que evalúa la tendencia general de los sujetos a asumir riesgos a partir de una serie de items sobre la propensión y evitación de situaciones arriesgadas. Los sujetos respondieron a un total de 8 items referentes al afrontamiento del riesgo y actitudes hacia las decisiones de riesgo. Las respuestas de los sujetos se categorizaron en una escala tipo Likert de 0 a 5, en función del grado de acuerdo con las proposiciones presentadas. Intenciones emprendedoras. Se evaluó pidiendo a los sujetos que indicasen, en una escala tipo Likert de 0 a 5, la probabilidad de crear su propia empresa en los próximos cinco años. Procedimiento Los datos obtenidos fueron sometidos, en primer lugar, a un Análisis Factorial (con la mitad de la muestra) con el propósito de identificar los factores objeto de estudio y los items que los integran. Se utilizó como método de extracción el Análisis de Componentes Principales, y como método de rotación la Normalización Varimax con Kaiser. La fiabilidad de los factores resultantes se evaluó a partir del Coeficiente alfa de Cronbach. Los criterios para la eliminación de items o, en su caso, de factores, fueron los siguientes: que saturasen por debajo de,40; que teniendo una saturación por encima de,40 lo hiciesen en más de un factor; que el factor tuviera una fiabilidad inferior a,70. A partir de dichos criterios, se procedió, en cada una de las escalas, a la eliminación de aquellos items que no cumpliesen con los mismos, y a la realización de nuevos análisis factoriales hasta conseguir que los items y factores resultantes cumpliesen con los requisitos propuestos 1. Los factores de las escalas de autoeficacia, propensión al riesgo y personalidad proactiva obtenidos finalmente, fueron sometidos a un Análisis Factorial Confirmatorio (utilizando la otra mitad de la muestra) a través del programa estadístico AMOS 5.0. 1 A disposición de los interesados los ítems que se mantienen en cada una de las escalas

48 Intención emprendedora en el contexto universitario Por último, se realizaron análisis de Ecuaciones Estructurales con toda la muestra, mediante el programa AMOS, para poner a prueba el modelo propuesto. Se utilizaron diversos índices de ajuste como la prueba χ 2. Los valores no significativos indican que el modelo hipotetizado se ajusta a los datos. No obstante, este índice es sensible al tamaño de la muestra por lo que se recomienda, para resolver este problema, utilizar otros índices como el RMSA (Root Mean Square Error of Approximation), CFI (Comparative Fit Index), GFI (Goodness of Fit Index), AGFI (Adjusted Goodness of Fit Index), TLI (Tucker-Lewis Index), y NFI (Normed Fit Index) (Marsh, Balla y Hau, 1996). Generalmente, valores inferiores a,08 en el índice RMSA indican un ajuste aceptable, mientras que valores mayores a 0,1 deberían conducir a rechazar el modelo (Browne y Cudeck, 1989). Para el resto de los índices, valores mayores a,90 son considerados indicadores de un buen ajuste a los datos (Hoyle, 1995). RESULTADOS El Análisis Factorial realizado con los items que medían el nivel de proactividad de los sujetos, utilizando para la extracción el método de Componentes Principales y la Rotación Varimax con Kaiser, dio como resultado tres factores que explicaron el 56% de la varianza. El primer factor dio cuenta del 33,98% de la varianza total y tuvo un valor propio de 3,39. Los dos siguientes factores tuvieron unos valores propios de 1,21 y 1,05 y explicaron el 12,18% y 10,47% de la varianza, respectivamente. El tercer factor fue eliminado ya que presentó una fiabilidad (alfa de Cronbach) de,51, inferior por tanto al criterio establecido de,70. Se realizó un nuevo Análisis Factorial con los items que no fueron eliminados. Se obtuvieron dos factores que explicaron el 57,79% de la varianza. El primer factor estuvo integrado por 4 items y se refieren todos ellos a la persistencia en las acciones. El segundo factor lo integraron tres items que se refieren a la búsqueda e identificación de oportunidades. El alfa de Cronbach de estos dos factores fue de,70 para ambos. Se realizó un Análisis Factorial Confirmatorio a través del programa estadístico AMOS. 5.0. Este análisis produjo un χ 2 significativo (χ 2 = 36,51, df = 13; p =,000 ). No obstante, el resto de los índices demostraron que el modelo se ajustaba a los datos, tal y como se puede apreciar en los siguientes valores: NFI =,973; AGFI =,943; GFI =,983; TLI =,962; CFI =,983; RMSA =,045. Por lo que se refiere a la escala de autoeficacia, el Análisis Factorial, realizado con el método de Componentes Principales para la extracción y la

Sáchez, Lanero y Yurrebasco 49 Rotación Varimax, reveló la existencia de cuatro factores que explicaron el 49,13% de la varianza. Tras la eliminación de aquellos items que no cumplían con los criterios establecidos se realizaron nuevos análisis factoriales hasta lograr que todos los items y los factores resultantes cumpliesen los criterios. En el Análisis Factorial que resultó como definitivo se extrajeron tres factores que explicaron el 55% de la varianza. Estos tres factores presentaron unos valores propios de 4,56, 1,53 y 1,06, respectivamente, y explicaron el 35,107%, 11,75% y 8,17% de la varianza, respectivamente. El alfa de Cronbach de los factores fue,79,70, y,74 respectivamente. El análisis factorial confirmatorio mediante AMOS arrojó un buen ajuste del modelo a los datos (NFI =,953; AGFI =,932; GFI =,973; TLI =,960; CFI =,973; RMSA =,038). El valor de χ 2 fue de 144,13 (df =,62; p =,000). Finalmente, en relación a la escala de propensión al riesgo, el Análisis Factorial, utilizando para la extracción el método de Componentes Principales y la Rotación Varimax, reveló la existencia de tres factores que explicaron el 62,32%. Tras la eliminación de aquellos items y factores que no cumplían con los criterios establecidos se quedo un único factor con una fiabilidad de,71. Este factor lo integraron tres items, por lo que se optó por evaluar el nivel de riesgo de los sujetos a partir de la puntuación en estos tres items. Las relaciones entre las variables y su influencia en las intenciones de emprender fueron analizadas vía Ecuaciones Estructurales según el modelo hipotetizado. En la figura 2 se presenta este modelo considerando los factores de autoeficacia y proactividad que resultaron de los análisis factoriales confirmatorios. El ajuste de este modelo a nuestros datos, a través del programa AMOS, dio como resultado un modelo aceptable, con unos valores de NFI =,975; AGFI =,935; GFI =,985; TLI =,962; CFI =,985; RMSA =,038. El valor de χ 2 fue de 25,39, con 11 grados de libertad y con un nivel de probabilidad igual a,008. No obstante, dado que los pesos de la regresión de autoeficacia y percepción de riesgo sobre intenciones no fueron significativos se optó por eliminar estas relaciones.

50 Intención emprendedora en el contexto universitario Figura 2. Modelo específico de intenciones El modelo que resultó tras la eliminación de estos parámetros aparece en la figura 3. En este modelo también se consideró la relación entre autoeficacia y proactividad de manera unidireccional, en el sentido de que las personas autoeficaces serán más proactivas. El ajuste de este modelo a los datos presentó los siguientes valores: NFI =,971; AGFI =,937; GFI =,984; TLI =,964; CFI =,983; RMSA =,037. El valor de χ 2 fue de 27,88, con 13 grados de libertad y con un nivel de probabilidad igual a,006. Este modelo nos pone de manifiesto que la intención de emprender está determinada por la proactividad de los sujetos. Esta proactividad está determinada a su vez por la autoeficacia (Ratio Crítica, R.C. = 9,92) y por el nivel de riesgo (R.C. = 5,02) que están dispuestos a asumir los sujetos. El nivel de riesgo es una variable que está determinada por la autoeficacia de los sujetos (R.C. = 3,43). Las relaciones entre estas variables podemos sintetizarlas de esta manera. Cuanto mayor es la autoeficacia de los sujetos mayor es su proactividad y su nivel de asunción de riesgos, y este mayor nivel de aceptación de riesgo les lleva a ser más proactivos. Los sujetos más proactivos son los que presentan una mayor intención de emprender una empresa.

Sáchez, Lanero y Yurrebasco 51 Figura 3. Modelo resultante de la intención de emprender Con todo esto, puede decirse que los resultados obtenidos apoyan significativamente nuestra tercera hipótesis, de modo que podemos confirmar la existencia de una relación positiva directa entre la personalidad proactiva y las intenciones emprendedoras. Las hipótesis primera y segunda sólo han recibido un apoyo parcial, en el sentido de que, si bien parecen estar asociadas con las intenciones de emprender, dicha relación no se produce de manera directa, tal como hipotetizamos en nuestro modelo inicial, sino por su influencia sobre la proactividad del sujeto. Más aún, la variable autoeficacia no se presenta únicamente como antecedente de la proactividad, sino también de la propensión al riesgo, pasando esta variable a erigirse como mediadora entre autoeficacia y personalidad proactiva en la predicción de las intenciones hacia el autoempleo.

52 Intención emprendedora en el contexto universitario DISCUSIÓN A partir de la presentación de un modelo hipotético de intenciones para la explicación del fenómeno emprendedor, la presente investigación ha perseguido el objetivo general de comprobar la influencia que determinadas variables tienen sobre la intención de emprender, como principal antecedente de la conducta emprendedora. En concreto, nos hemos centrado en variables de tipo personal que en la literatura se han venido especificando como variables importantes a la hora de explicar el fenómeno del emprendimiento. Estas variables han sido la autoeficacia, la proactividad y la propensión al riesgo. El modelo significativo resultante tras sucesivos análisis estadísticos apoya de forma significativa únicamente una de las tres hipótesis planteadas, introduciendo importantes matices en el modelo inicial puesto a prueba. En este sentido, los resultados obtenidos plantean una doble vía de interacción entre las variables autoeficacia, propensión al riesgo y personalidad proactiva en la predicción de las intenciones emprendedoras. Por un lado, se encuentra una influencia directa de la autoeficacia sobre la proactividad, variable que a su vez determina las intenciones de emprender. Por otro lado, se observa que la variable propensión al riesgo se convierte en mediador entre la autoeficacia y personalidad proactiva, con el mismo resultado predictivo sobre las intenciones emprendedoras. Comenzando por la variable autoeficacia, el matiz que aporta el presente trabajo respecto a otros previos, es que en este caso la influencia de la autoeficacia sobre la formación de intenciones no se da de una forma directa como ha sido hallado en otros estudios (Zhao et al., 2005; Segal, et al., 2005), sino que está mediatizada por la proactividad del sujeto, con la que mantiene una doble relación directa e indirecta por mediación de la propensión al riesgo. Una posible explicación de la asociación entre autoeficacia y proactividad, parte del constructo de percepción de oportunidad, como una de las dimensiones de la personalidad proactiva. En este sentido, Dutton (1993) ha mostrado que las percepciones de oportunidad dependen de las percepciones de que la situación dada es positiva y controlable. Puesto que las percepciones de controlabilidad están, a su vez, fuertemente influenciadas por las percepciones de competencia personal, autores como Krueger y Dickson (1994) erigen la autoeficacia como antecedente de las percepciones de oportunidad. En resumen, podría afirmarse que cuanto mayor es la autoeficacia emprendedora del sujeto, mayores serán también sus percepciones de factibilidad y oportunidad en una situación dada y

Sáchez, Lanero y Yurrebasco 53 mayor su propensión a actuar proactivamente sobre la posibilidad de emprender, puesto que la propensión a actuar sobre las oportunidades se ve también fuertemente influida por las percepciones de control sobre la situación. No obstante, reservamos para nuevas investigaciones el estudio de esta posibilidad más a fondo, así como otras posibles vías de relación entre la autoeficacia y la proactividad en el contexto concreto de la formación de intenciones emprendedoras. Otra relación interesante es la que se plantea entre las variables autoeficacia y propensión al riesgo en la configuración de las intenciones emprendedoras por mediación de la personalidad proactiva. Recientemente, Zhao et al. (2005) han encontrado evidencia de la asociación entre ambas variables, de forma que la propensión al riesgo del sujeto resultó ser un antecedente de la autoeficacia como principal determinante de la intención de emprender. Los autores explican este resultado en relación a la premisa de que los individuos con mayor propensión al riesgo poseerán una mayor tolerancia al estrés de situaciones inciertas, como puede ser el comienzo empresarial, y tenderán en mayor medida a perseguir una carrera emprendedora por mediación de una alta autoconfianza en las propias capacidades para desempeñar los roles y tareas necesarias para tener éxito en el intento empresarial. Sin embargo, la relación hallada entre autoeficacia y propensión al riesgo, en nuestro caso, adopta el sentido contrario. Es decir, es la variable autoeficacia la que juega el papel de antecedente de la propensión del sujeto a asumir riesgos en la formación de intenciones. En este sentido, cabría decir que cuanto mayor sea la confianza del individuo en sus propios recursos y habilidades para desempeñar con éxito la conducta emprendedora, mayor será su disposición a asumir el riesgo de fracaso de la misma por su mayor tolerancia al estrés causado por dicha posibilidad. En cualquier caso, la relación positiva encontrada con respecto a la intención de emprender aporta nueva evidencia al valor predictivo de la propensión al riesgo sobre la actividad emprendedora. Igualmente, nuestro resultado es congruente con el de Lüthje & Franke (2003), quienes han evidenciado la influencia de la propensión al riesgo en la formación de intenciones emprendedoras por mediación de una actitud positiva hacia la conducta en cuestión. En nuestro caso, el mediador utilizado se refiere de nuevo al rasgo de proactividad del sujeto, lo que sugiere que la predisposición del sujeto a aceptar riesgos calculados y moderados es uno de los principales indicadores de su tendencia a percibir y actuar sobre las oportunidades.

54 Intención emprendedora en el contexto universitario Por otro lado, en el contexto de la denominada orientación emprendedora propuesta por Covin y Slevin (1989) podemos hallar una segunda explicación posible a la relación encontrada entre las dimensiones de propensión al riesgo y proactividad. Ambas constituyen, según estos autores, junto con la dimensión de innovación, una orientación estratégica básica y unidimensional (Covin y Slevin, 1989, p. 79), por tanto, es de esperar que ambas variables covaríen y mantengan entre sí una relación positiva. De cualquier forma, estas posibles explicaciones deben tomarse con cierto escepticismo hasta que nuevas evidencias aporten una mayor luz sobre el asunto. Lo que si puede decirse es que, según los resultados encontrados, nuestras tres variables de interés interactúan significativamente en la determinación de las intenciones emprendedoras. De esta forma, parece que la alta autoeficacia percibida por el potencial emprendedor, unida a la consecuente mayor disposición a asumir los riesgos de la situación, determinan la mayor tendencia del sujeto a actuar proactivamente sobre la situación, lo que se convierte en el predictor más potente de las intenciones emprendedoras. En esta línea, la variable de personalidad proactiva tal vez sea, como se viene sugiriendo, la que más ha visto confirmada, como se demuestra en nuestro estudio, su importancia en el terreno del emprendimiento, al haberse hallado una doble influencia de esta dimensión, directa y como mediadora, sobre la formación de intenciones. Como quiera que sea dicha relación, los resultados obtenidos permiten afirmar, en la línea de investigaciones previas, que determinados rasgos del sujeto como la persistencia en las acciones y la búsqueda e identificación de oportunidades constituyen un potente predictor de la iniciativa hacia el autoempleo (Crant, 1996; Krueger y Brazeal, 1994; Shapero y Sokol, 1982). Igualmente, estos resultados son consistentes con otras investigaciones previas que han sugerido la importancia de la propensión a actuar en el desarrollo de las carreras emprendedoras. Este es el caso, por ejemplo, del modelo sobre el Evento Emprendedor de Shapero (1982), quien, en el contexto de la teoría de Ajzen, argumenta que la decisión de iniciar una actividad emprendedora requiere de una creencia preexistente de que dicha actividad es deseable y factible, unida con alguna propensión personal a actuar sobre las oportunidades y algún tipo de factor precipitante. En este marco, poseer una personalidad proactiva puede ser un importante elemento de la propensión a la acción. Por otro lado, de cara a considerar las posibilidades de generalización de los resultados, cabe mencionar alguna de las limitaciones de este

Sáchez, Lanero y Yurrebasco 55 estudio. Quizá el principal obstáculo se refiera a la escasa variabilidad de la muestra a lo largo de ciertas dimensiones importantes como la edad, el nivel educativo y el grado de iniciación en el proceso emprendedor. No obstante, este tipo de muestra resulta de gran utilidad para una investigación de estas características puesto que, como ha argumentado Krueger (1993), las muestras de estudiantes son las más adecuadas para el estudio en materia de intenciones emprendedoras. En suma, estos resultados nos ponen de manifiesto, entre otras cosas, la necesidad de seguir profundizando en esta temática, tanto en lo que se refiere al diseño de escalas más ajustadas y fiables, como en la investigación sobre otros componentes, fundamentalmente cognitivos, de las variables personales que aquí no han sido considerados, y sobre otras variables contextuales, que tal vez puedan explicar la intención de emprender mejor que las variables de personalidad. De hecho, una mayor profundización en el perfil psicológico del emprendedor, considerando no sólo variables de personalidad, sino también y principalmente variables cognitivas, tal como apuntan algunos estudios (e.g. Baron y Ward, 2004; Gaglio, 2004; Hindle, 2004; Keh, Foo y Lim, 2002; Mitchell, Busenitz, Lant, McDougal, Morse y Smith, 2002), así como variables contextuales, son algunas de las líneas por las que puede discurrir la investigación en este campo. REFERENCIAS Ajzen, I. & Fishbein M. (1980). Understanding Attitudes and Predicting Social Behavior. Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall. Ajzen, I. (1987). Attitudes, traits and actions: Dispositional prediction of behavior in social psychology. Advances in Experimental Psychology, 20, 1-63. Ajzen, I. (1991). The theory of planned behavior. Organizational Behavior & Human Decision Processes, 50, 179-211. Bandura, A. (1986). The Social Foundations of Thought and Action. Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall. Bandura, A. (1997). Self-efficacy: The Exercise of Control. New York: W. H. Freeman & Co. Baron, R. A. & Ward, T. B. (2004). Expanding entrepreneurial cognition s toolbox: Potential contributions from the field of cognitive science. Entrepreneurship Theory and Practice, 28, 553-573. Bateman, S. & Crant, J. M. (1993). The proactive component of organizational behavior. Journal of Organizational Behavior, 14(2), 103-118.

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