El debate sobre el maltrato de algunos hombres hacia las mujeres sigue abierto y, cada vez se hace más evidente la imposibilidad de un pensamiento simplista con el que zanjar rápidamente un problema incómodo. Digo incómodo porque he observado que es frecuente cierto malestar (más de hombres que de mujeres) cuando se habla de los maltratos, incluso llegan a enfadarse; quizá sienten que hay algo profundo que se pone en cuentión. Desde luego no es un problema sencillo, es bastante intrincado, así, por ejemplo, ahora en España se está dando mucha cobertura mediática a los hombres que han defendido a mujeres que estaban siendo atacadas en la calle, esos hombres, naturalmente, en poco tiempo pasaron a ser tratados como héroes. Excepto en un caso (que sepamos), uno de estos hombres a su vez había sido denunciado por malos tratos. El análisis escapa a la ética, no es una cuestión de buenos y malos, ni de mujeres que se dejan maltratar y de hombres que no pueden controlar su violencia, es una cuestión que remite al simbólico masculino y al simbólico femenino. CLARA JOURDAN El enigma de la mujer maltratada * Gemma del Olmo Campillo. He notado que frente a episodios de violencia contra las mujeres, por parte del marido o de quien conviva con ella, los medios de comunicación * Publicado en: Clara Jourdan, L enigma della donna maltrattata, Per amore del mondo Un certain regard, primavera 2008, www.diotimafilosofe.it. Traducido del italiano de Gemma del Olmo Campillo. 201
DEBAT OBERT. Clara Jourdan: El enigma de la mujer maltratada empiezan a preguntarse por qué una mujer no denuncia enseguida al hombre violento. Por ejemplo, dando la noticia del asesinato de una mujer por su marido ocurrido en los primeros días de 2008, un periodista de Tg3 1 lanzaba la hipótesis de que la mujer no había denunciado al marido por amor. Este preguntarse y este intento respetuoso de interpretar el comportamiento de una mujer me parecen expresiones de un cambio del lugar común que veía a la mujer maltratada como una persona privada de autoestima, víctima, incapaz, etc. Se daba por descontado que la víctima que no denuncia enseguida tiene un defecto de algún tipo; en cambio ahora, en mi opinión, nos damos cuenta de la existencia de un misterio, sobre el cual podemos hacer hipótesis, sí, pero no reductivas, no que transformen en miseria la dignidad de la mujer maltratada. Una contribución muy significativa en este sentido es el libro de María-Milagros Rivera Garretas, Mujeres en relación. Feminismo 1970-2000 (Icaria, Barcelona, 2001), 2 en el capítulo titulado Yo también soy una mujer maltratada, donde el enigma queda resuelto al ver en el comportamiento de la mujer maltratada una de las caras de un más femenino, lo cual no quiere decir considerar bueno el comportamiento de una mujer que sigue estando con el hombre que la maltrata. Esto es muy importante, y ha sido posible porque la autora ha logrado distinguir, in primis dentro de sí, el plano simbólico del plano de la ética. Es decir, aun desaprobando el comportamiento de una mujer que no se separa del hombre violento, ese comportamiento se puede entender en clave de grandeza femenina. En la vida corriente, es una evidencia que a las mujeres nos atrae especialmente la relación por la relación, la relación sin más, por el gusto de estar en relación, [...]. Yo pienso que esta predilección una predilección histórica, no predeterminada tiene que ver con una capacidad misteriosa que su cuerpo, el cuerpo de ella, señala: la capacidad de ser dos. Ahí radica pienso su gran dignidad, su más, el más de ella. Su capacidad de ser dos es su gran dignidad cuando va bien y también cuando va mal. Porque lo simbólico, la capacidad de ser significándose libremente, viene antes de la ética: viene antes de si salió bien o mal, de si es juzgado bien o mal. Cuando va bien, la mujer crea vida, o sea cuerpos 202
que hablan y relaciones; cuando va mal, surge el aborto como problema, y surge también la violencia. [...] Yo no he trabajado con mujeres maltratadas; pero sí conozco bastantes mujeres, ricas y pobres, cultas y menos cultas, jóvenes y mayores, que se exponen persistentemente al riesgo de ser maltratadas, con tal de no romper un vínculo, por fidelidad a la apertura a lo otro, a lo otro de sí, que su cuerpo señala (sin determinar nada) [...] [...] A mí me parece que esta es la gran dignidad de una mujer maltratada: su ofrecerse, su ofrendarse, a mantener viva la memoria de la importancia del vínculo, de su amor al vínculo. Y hacerlo en un mundo empequeñecido por el individualismo, empequeñecido por un entender la libertad como libertad individual. Las mujeres, históricamente, hemos entendido muchas veces la libertad en relación: una forma de libertad distinta y civilizadora. La ofrenda de dignidad, de memoria de que el vínculo es la raíz de la civilización humana, es lo que no cabe, lo que queda fuera, excluido por el discurso que ve a la mujer maltratada solo como víctima. La memoria preciosa que ella ofrece resulta, ahí, en ese discurso, insignificante e insignificable. La marean con la autoestima, por ejemplo, cuando ella sabe que el amor de sí no quiere separarlo del amor a lo otro de sí (pp. 35-37, las cursivas son mías). De estos fragmentos del libro Mujeres en relación me parece que emerge muy claramente el pensamiento nuevo de Milagros Rivera sobre la cuestión de la violencia doméstica, introduciendo también una perspectiva que va más allá de la cuestión. Si la capacidad de ser dos, que sin duda es un más femenino, está en el origen de un comportamiento discutible, quiere decir que en la capacidad de ser dos reside también un aspecto problemático de la diferencia femenina. El ver en el más algo no necesariamente solo positivo me parece un punto importante en el plano filosófico; puede abrir a una mirada nueva sobre la diferencia femenina y más en general sobre el sentido de la diferencia. No obstante, aquí quiero centrarme en el tema de la violencia y del exponerse al maltrato. 203
DEBAT OBERT. Clara Jourdan: El enigma de la mujer maltratada He citado varios fragmentos del texto porque es el punto del libro que plantea un problema en el feminismo. En España, donde Mujeres en relación fue publicado en 2001, suscitó polémica. No he podido leer ninguna crítica, pero por lo que me han comentado hay una dificultad en entender el plano simbólico no como un plano ético y existe el temor de que reconocer un más pueda autorizar el no sustraerse al maltrato. En Italia el capítulo ha sido hasta ahora ignorado, incluso estando en un momento en el que el tema de la violencia y del maltrato comienza a ser tomado en serio también por los medios de comunicación (como se ha podido constatar en la manifestación nacional del 24 de noviembre de 2007 en Roma contra la violencia sobre las mujeres, cuando, por primera vez, los diarios han dado relevancia al problema, aportando datos conocidos hace tiempo pero poco divulgados). Las recensiones de Mujeres en relación pienso en la de Luciana Tavernini publicada en la revista Leggere donna y en la página web Donne e conoscenza storica han sacado a la luz la extraordinaria riqueza de este pequeño libro, pero evitaron comentar ese punto, muy político, y de política de las mujeres. Quizá por lo perturbador. No niego que sea inquietante. En efecto, es difícil aceptar ver un más cuando hay un comportamiento que se desaprueba y que incluso repugna o encontramos nocivo para la civilización. Sobre todo cuando nos afecta personalmente, cuando toca algún lugar profundo y delicado de nuestro ser. Podemos apartar la mirada. A mí sin embargo me pasó que me dejé dar (por usar una expresión de Milagros Rivera). Este capítulo me abrió la mente y el corazón, y conozco a otra mujer a quien le pasó lo mismo, cuando se lo di mecanografiado hace años con motivo de un pre-estreno italiano de la película Ti do i miei occhi (Te doy mis ojos, de Icíar Bollaín, España, 2003). Desplazarse a un plano simbólico en el que existe la libertad femenina, por hechos y situaciones donde parecía inevitable situarse en un plano de miseria, tiene un efecto rompedor: le sucedió a muchísimas mujeres en los primeros años del feminismo en muchos otros aspectos de la experiencia femenina. Hoy, dar un sentido a ese comportamiento me ha dado la posibilidad de entrar en relación política con las mujeres maltratadas y ha cambiado mi modo de sentirme a mí misma, en esa parte pequeña o grande no importa de semejanza que he tenido y tengo con ellas. 204
Seguramente desmontó en mí aquel desprecio por la víctima del que ha hablado Luisa Muraro en el encuentro Estamos volviendo al victimismo? el 1 de diciembre de 2007 en el Círculo de la Rosa de Milán (la trascripción del debate está en la página web www.libreriadelledonne.it). Y lo desmontó reconociendo que el ser víctima no es casual en una mujer maltratada, sino que está vinculado a elecciones suyas (como las de los mártires o las víctimas por motivos políticos), y sobre todo no es genérico, en cuanto que tales elecciones tienen que ver con la fidelidad a su ser mujer, a su más femenino. Hay que tener en cuenta que se trata de elecciones de relación más bien complejas. Hay algo grande [en] la mujer que aguanta las palizas de un marido violento mientras espera a que sus hijas e hijos se hagan mayores. Este algo es la sabiduría de que la relación (incluso) con ese hombre es todavía necesaria para sacar adelante el proyecto de vida en el que ella un día se embarcó (Mujeres en relación, p. 37). Durante la presentación del libro organizada por Città Felice en Catania el 25 de junio de 2007, Milagros Rivera habló de amor y fidelidad al tejido de relaciones que un día establecimos en torno al vínculo con un hombre, incluso cuando ese hombre se obstina en destruirlo. Es importante tenerlo presente, porque quien no vive esa situación tiende a simplificar, a creer que se trata simplemente de dejar al hombre y el resto continúa como antes. Muy al contrario, en los pocos testimonios que he podido leer o escuchar de mujeres que se han sustraído al maltrato sólo después de muchos años me ha impresionado en particular la entrevista recogida por Mariangela Mianiti, «Io non ho più paura», Vanity Fair, 12.7.2007 emerge la consciencia de los múltiples aspectos de un vínculo que no se establece sólo con el hombre. Y aspectos también muy materiales: recuerdo haber oído a una mujer decir que no había denunciado antes al marido porque con ello este hubiera perdido el trabajo y no habría podido pagar la hipoteca de la casa, y por tanto ella y sus hijos habrían perdido la casa. En cuanto a la preocupación de que reconocer un más tenga un efecto contraproducente a la hora de denunciar y sustraerse a la violencia, es verdad lo contrario, puesto que Marisa Guarneri de la Casa de mujeres 205
DEBAT OBERT. Clara Jourdan: El enigma de la mujer maltratada maltratadas de Milán fundada por ella junto a otras en 1986 considera ineficaz una relación en la que no hay práctica de relación sino únicamente una relación de ayuda entre quien piensa que está un escalón por encima y ofrece una ayuda a quien la necesita: es fácil que la mujer sea vista como sujeto débil, como cómplice (intervención en el encuentro de Milán, citado). En cambio, reconocer un más es lo que permite ayudar de verdad. Escribe Milagros Rivera: reconociendo en primer lugar la dignidad del amor al vínculo, se puede pienso luego, valorar la medida del riesgo al que es civilizador que una mujer se exponga. En cambio, despojándola, expoliándola, de su dignidad, de su dignidad también como mujer maltratada, ella entonces, sí, se hunde en la miseria de la víctima: quedándose sin vía de retorno a sí, al amor de sí abierta a lo otro, del que ella se ha hecho depositaria; y que es la gran enseñanza que ella, paradójicamente, ofrece (Mujeres en relación, p. 40). Puesto que nadie sale de una situación difícil amputando un trozo de su vida, sino reconociendo la grandeza del deseo y del esfuerzo que le han llevado allí, también cuando pierde (de la intervención en Catania, citada). Lo recordó con otras palabras Luisa Muraro en la introducción al encuentro de Milán: Están también entre nosotras, mujeres que han padecido y padecen la vejación y la violencia muy a menudo a causa de que quieren a alguien o han querido a alguien o han tratado de querer, es decir, por la razón más noble que se pueda tener. Y esto ilumina también otro aspecto de la cuestión, señalado por Luisa Muraro al final del encuentro: Es preciso acordarse de que quien soporta torturas u otras formas de violencia no quiere extirpar de sí lo ocurrido. Lo ocurrido forma parte de su biografía y de su economía, debe integrarlo, debe ser parte de su personalidad. Integrarlo es darle un sentido. El cálculo del riesgo puede ser el punto sobre el que hacer palanca para ayudar a salir del maltrato, una vez reconocida la dignidad de la mujer maltratada. En esta dirección se están orientando ahora en la Casa de las mujeres maltratadas de Milán, como ha apuntado Marisa Guarneri en el encuentro citado: Estamos trabajando incluso hemos cambiado la manera de hacer las entrevistas con las mujeres sobre la percepción del riesgo. Por tanto, no solo acoger el sentimiento, la emotividad, el sufrimiento, y hacer un proyecto juntas para salir de esa situación, sino dar instru- 206
mentos para que las mujeres se den cuenta de cuándo efectivamente una situación llega a un momento de riesgo. Sí, probablemente, en el enigma de la mujer que se resiste persistentemente a romper un vínculo incluso cuando arriesga la violencia y la muerte (Mujeres en relación, p. 40) hay también un problema femenino de percepción del riesgo de la relación. (Como probablemente hay un problema masculino de percepción del riesgo en la relación con las máquinas y las herramientas, por parte de los hombres, quienes a menudo son víctimas de accidentes cuando las usan). Última anotación política. Mujeres en relación fue publicado en España en 2001. Cuando la autora lo escribió, en su país el tema de la violencia contra las mujeres, y en particular el maltrato doméstico, era ya noticia en los medios de información y ya era considerado un problema importante por parte de las instituciones políticas y de los hombres más sensibles. En esta realidad se desarrolló, de hecho, la reflexión de Milagros Rivera (cfr. p. 32). Hoy, cuando el problema ha sido asumido públicamente también en Italia, podemos aprovecharnos de los trabajos hechos en España. Ya ha ocurrido con el llamamiento difundido en 2006 por algunos hombres, La violencia contra las mujeres nos compete, que surgió de una exigencia sentida por hombres italianos que desde hace tiempo se preguntaban sobre sí mismos, aunque el estímulo a expresarse públicamente vino de un documento que salió dos años antes firmado por centenares de hombres españoles. El libro de Milagros Rivera hace una aportación notable al pensamiento femenino sobre el tema: tomémoslo y discutámoslo. Sería una verdadera lástima no usarlo en la lucha contra el maltrato a las mujeres. notas: 1. Telediario que se emite varias veces al día en la cadena televisiva italiana Rai Tre, la tercera de las cadenas de la Rai (la televisión pública), junto con Rai Uno y Rai Due. (N. de la t.). 2. María-Milagros Rivera Garretas, Donne in relazione. La rivoluzione del femminismo, trad. italiana de Clara Jourdan. Nápoles, Liguori, 2007. 207