TERRITORIAL OROERING: CONCEPTUAL BASES ANO STRA TEGIES FOR APPLlCATION IN MEXICO



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Transcripción:

Ordenamiento territorial. Bases conceptuales y estrategias de aplicación en México 1 Fernando Rosete V. 2 y Gerardo Bocc0 3 Resumen La carencia de un método coherente en la elaboración de planes de ordenamiento territorial a varias escalas espaciales obliga a plantear una alternativa a partir de la revisión crítica de la bibliografía existente sobre el tema y de algunas experiencias prácticas. El objetivo general es proponer un enfoque en la elaboración de planes de ordenamiento territorial basado en el uso congruente de la regionalización y la evaluación de aptitud. Los objetivos particulares son: 1) Puntualizar en cada paso metodológico, los métodos, herramientas, enfoques y técnicas existentes para cubrir los requerimientos específicos de cada uno. 2) Especificar la relación entre cada paso y las experiencias al respecto desarrolladas en México. Palabras clave: regionalización, ecología, evaluación de tierras, paisaje terrestre, ALES. TERRITORIAL OROERING: CONCEPTUAL BASES ANO STRA TEGIES FOR APPLlCATION IN MEXICO Abstract The lack of a coherent method for developing plans of territorial ordering at several spatial scales makes it necessary to propose an alternative which parts from a critical review of the existing literature on the topic and some practical experiences. The general objective of this paper is to propose an approach to the development of plans for territorial ordering based on the congruent use of regionalization and aptitude assessment. The specific objectives are: 1) to give a detailed account of each methodological step, the existing methods, tools, approaches, and techniques needed to cover the specific requirements of each one; 2) to specify the relationship between each step and the related experiences developed in Mexico. Key words: Regionalization, ecology, land assessment, landscape, ALES. En la actualidad el ordenamiento territorial es un tema que se aborda como una necesidad imperiosa de la realidad nacional en foros científicos y acadé- micos, en múltiples discursos de planeación regional, en reuniones de especialistas y en el ámbito político. El ordenamiento territorial es una herra- Recibido: febrero, 1997. Aprobado: mayo, 1999. 2 Investigador del Programa de Aprovechamiento Integral de los Recursos Naturales PAIR-UNAM. Alumno de la Maestría en Manejo y Conservación de Recursos Naturales, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo UMSNH. 3 Investigador del Instituto de Ecología de la UNAM (Unidad Académica Morelia). La investigación en la que se basa este artículo ha sido financiada por DGAPA (UNAM), proyecto IN101196. E-mail: gbocco@miranda.ecologia.unam-. mx. 21

Revista de Geografía Agrícola mienta de gran utilidad en la planeación, que tiene relevancia tanto en orden espacial como sectorial a mediano y largo plazo. Se puede definir como un conjunto de procedimientos que se centran en la organización del espacio con miras al desarrollo sustentable de las actividades productivas. En México este concepto se ha venido desarrollando desde finales de la década de los ochenta hasta nuestros días. Existen varios trabajos enfocados al ordenamiento territorial, los cuales se han desarrollado con diversos niveles de alcance, coherencia y escala (ver, entre otros: Rossignol, 1987; Geissert y Rossignol, 1987; Anta, 1992; Toledo et al., 1992; Alvarez-Icaza et al., 1993; SEDESOL 1992; Villers, 1995). Sin embargo, el concepto es aún susceptible de análisis. La carencia de un método congruente en la elaboración de planes de ordenamiento territorial a varias escalas espaciales requiere el planteamiento de una alternativa a partir de la revisión crítica de la bibliografía existente sobre el tema y de algunas experiencias prácticas. El objetivo general es proponer un enfoque en la elaboración de planes de ordenamiento territorial basado en el uso coherente de la regionalización y la evaluación de aptitud. Los objetivos particulares son: 1) puntualizar en cada paso metodológico, los métodos, herramientas, enfoques y técnicas existentes para cubrir los requerimientos específicos de cada uno; 2) especificar la relación entre cada paso y las experiencias al respecto desarrolladas en México. El método de análisis para un área determinada consiste en abordar tres niveles clave en el entendimiento del área de estudio. Estos niveles son la regionalización ecológica, la evaluación de tierras (o evaluación de aptitud de los suelos) y el ordenamiento territorial propiamente dicho, los cuales siguen este orden en forma secuencial para poder obtener los resultados de manera coherente. Las técnicas para abordar cada uno de los niveles antes mencionados dependen en forma directa de la escala que se pretenda abarcar en el estudio, ya que se emplean técnicas y herramientas diferentes según la resolución espacial deseada. El presente trabajo se centrará en la caracterización de las técnicas utilizadas en la definición de los tres niveles mencionados, analizando por separado las técnicas utilizadas en cada uno de los tres niveles. Regionalización ecológica En México el proceso de agrupar unidades similares de terreno en cuanto a sus características físico-geográficas, tales como topoformas, tipos de suelo y clases de clima, data de principios del siglo veinte. Ya sobr0 los años treinta los trabajos más destacados fueron elaborados por Ordóñez (1936 Y 1946), que propuso una división territorial de 12 provincias principales y algunas subprovincias. Raisz (1959 Y 1964) propuso el primer mapa geomorfológico para México con 11 provincias y varias subprovincias, tomando en cuenta para su definición el mantener una proporción entre el tamaño de cada una, evitando el problema de escalas existente hasta ese momento. Otros trabajos de la época son los de Álvarez (1961) y Alcorta (1964), en donde ambos proponen 16 provincias fisiográficas relativamente similares entre sí, en cuanto a la ubicación de sus Ifmites geográficos. Cabe destacar que los criterios utilizados para definir cada una de las provincias en todos los trabajos citados anteriormente son marcadamente geomorfológicos, por lo que se puede reconocer esta tendencia con claridad. En la actualidad, el peso de lo geomorfológico en la definición de provincias y sus divisiones es muy grande y es la base a partir de la cual se estudian las características ambientales del territorio definido. Las características del mismo definirán la distribución de los suelos, la hidrología de laderas, características de los hábitats y la distribución y abundancia de las especies. Es necesario respetar la secuencia rocarelieve-suelo-agua-vegetación-fauna a medida que se profundiza en el conocimiento de una región y se incrementa la escala de trabajo. La regionalización ecológica supone la combinación de una zonificación esencialmente bioclimática y otra que involucra el conjunto de factores geológicos del relieve y edáficos. En el presente artículo analizaremos cuatro propuestas presentadas durante los últimos años por el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), Instituto de Geografía - UNAM, 22

Ordenamiento territorial El Colegio de Postgraduados y el Instituto Nacional de Ecología (INE). Revisión de las metodologías propuestas en México a. INEGI En el trabajo de Quiñones (1987) se define el sistema fisiográfico de la Dirección General de Geografía (DGG) del INEGI, a partir del cual se ha elaborado el mapa fisiográfico de México (INEGI, 1981), que es el primer intento por realizar una clasificación de todas las subprovincias que integran las 15 provincias fisiográficas del país. El sistema fisiográfico de la DGG está basado en dos conceptos: el elemento topográfico y la topoforma. Los elementos topográficos se definen como "superficie terrestre de topografía homogénea cuyos límites son dados por cambios en el tipo de curvatura superficial (entre cóncavo, llano y convexo) en sentido vertical, horizontal o ambos, o por cambios abruptos de pendiente" (Quiñones, 1987. pp. 13). En el sistema se manejan 12 elementos topográficos; los cuatro básicos son: Elemento 1) Es plano y horizontal, carente de componente vertical, relieve y pendiente. Elemento 2) Es plano pero posee relieve y pendiente por encontrase inclinado respecto a un plano horizontal. Elemento 3) Es convexo, tanto en sentido horizontal como vertical. Presenta un relieve positivo ya que se levanta en relación con una superficie ideal plana. Elemento 4) Es cóncavo, tanto en sentido horizontal como vertical, de relieve negativo ya que representa una hendidura al centro con relación a una superficie ideal plana. Los restantes ocho elementos que maneja el sistema corresponden a geometría básica de laderas. La definición de un elemento topográfico es completamente cualitativa, ya que no considera cuantificaciones de áreas o pendientes, ni los cambios de los grados de concavidad y convexidad. El sistema no elimina consideraciones genéticas, litológicas o climáticas, pero la preponderancia es la precisión morfográfica de los elementos topográficos que componen una geoforma determinada. Una topoforma es una geoforma geométricamente reducible a un número pequeño de elemen- tos topográficos, entendiendo como geoforma a cualquier accidente del relieve (tales como planicie, cono cinerítico, inselberg, abanico aluvial, duna y otras). Casi todas las topoformas existentes pueden ser reducidas a un número pequeño de elementos topográficos de entre los doce definidos por Quiñones (1987). La caracterización de las topoformas con base en los elementos topográficos que las componen se hace de forma idealizada, ya que en la realidad es frecuente encontrar diversas modificaciones a un modelo ideal. Quiñones (1987) caracteriza diez topoformas por sus elementos topográficos componentes: planicie no inclinada, cuesta, domo granítico, pliegue periclinal negativo, colina acampanada, cono cinerítico, inselberg, abanico aluvial, dolina y duna de tipo barján. El sistema fisiográfico de la DGG presenta los siguientes niveles de clasificación: 1. provincias fisiográficas; IIA. subprovincias fisiográficas; lib. discontinuidades fisiográficas; 111. sistema de topoformas; IV. topoformas; V. elemento topográfico. La provincia fisiográfica se define como los grandes conjuntos estructurales que integran un continente y forman unidades morfológicas superficiales de carácter distintivo, con origen y morfología propios. Representan la primera división de las superficies continentales. Para que una región sea considerada como provincia fisiográfica debe cumplir ciertos requerimientos, como tener un origen geológico unitario, morfología propia y distintiva, litología distintiva y ser una extensión y variación morfológica suficiente para ser divisible en subprovincias. La subprovincia fisiográfica es una gran área que resulta de la primera subdivisión de una provincia fisiográfica, siempre y cuando cumpla con los requerimientos especificados para la provincia fisiográfica, excepto el último, así como que las geoformas que las integren presenten las estructuras predominantes típicas de la provincia asociadas con otras diferentes que son características en el nivel de la subprovincia por no aparecer en forma importante en el resto de la misma provincia. 23

Revista de Geografía Agrícola La discontinuidad fisiográfica se caracteriza por ser un área dentro de una provincia fisiográfica cuyo origen y morfología no corresponden a la misma. Cumplen los tres primeros requerimientos de las provincias fisiográficas pero el último no. Esta unidad sólo puede ser subdividida en topoformas. Sin embargo, el concepto de discontinuidad es diferente de la escala y puede generar confusión. Los sistemas de topoformas son conjuntos de topoformas asociadas entre sí, según un patrón o patrones estructurales o degradativos y que además presentan un mayor grado de uniformidad paisaj ística respecto a las subprovincias fisiográficas o discontinuidades fisiográficas. Las topoformas y los elementos topográficos fueron descritos al comienzo de esta sección. El criterio utilizado por la DGG del INEGI es completamente geomorfológico, ya que las unidades se construyen a partir de las topoformas y los elementos topográficos, que son definidos con base en criterios geológicos y geométricos. Si bien es coherente y sintético, no se describe claramente cómo pasar de un nivel de detalle al superior o al inferior. Es decir, no están claras las variables para ser utilizadas en cada nivel de la clasificación, por lo tanto la cartografía, a diferentes escalas, será más función de la experiencia del intérprete que de criterios bien establecidos. b. Instituto de Geografía de la UNAM Lugo y Córdova (1992) han propuesto una regionalización geomorfológica de la República mexicana en 14 provincias para tierra firme. El principio fundamental utilizado para definir las subdivisiones del territorio es la homogeneidad del relieve. Desde el punto de vista de la geomorfología el planeta Tierra se subdivide en continentes y cuencas oceánicas, que forman parte de diferentes placas litosféricas. Los continentes se dividen en sistemas montañosos, superficies cratónicas y sistemas rift. Presentan un sistema de siete órdenes de clasificación partiendo del continente: 1. Continente; 11. Cordilleras y sistemas continentales; 111. Grandes sierras, planicies, etc.; IV. Partes distintivas al interior del 3er. orden; V. Elementos topográficos como cuencas de lagos o montañas. Los órdenes VI Y VII incluyen formas menores sobre el terreno como barrancos, abanicos aluviales, colinas, etc., las dimensiones del último orden son de algunos metros a decímetros. Las unidades mayores del continente que forman la República Mexicana quedan comprendidas en el rango del tercer orden y parcialmente en el segundo. Las grandes unidades del relieve mexicano corresponden a unidades del tercer y cuarto orden de clasificación global, que son los límites de la propuesta presentada. Las escalas pequeñas, los elementos con influencia decisiva en la definición de las áreas son geológicos y morfológicos, mientras que al incrementarse la escala la participación de los elementos físico-geográficos es más determinante y a escalas de detalle la influencia de factores humanos es contundente. Lugo y Córdova (1992) presentan un mapa con 14 provincias y 47 subprovincias para tierra firme y 26 provincias oceánicas, con base en su morfología, morfometría y relación con la estructura geológica. Para la Tierra se consideran cuatro categorías de forma del relieve de orden mayor: sistemas montañosos, altiplanos, planicies y depresión intermontana. Cada una de estas categorías se subdivide a partir de cambios morfológicos. La definición de cada una de las provincias y subprovincias fisiográficas que se muestra en el mapa se efectúa a partir de los parámetros principales que caracterizan el relieve (densidad de disección y profundidad máxima) y el clima (cinco tipos generales para todo el país). Mencionan la necesidad de agregar más factores como pendientes, altitudes, etc., conforme se va incrementando la escala de estudio. Anteriormente Lugo (1990) propuso una regionalización de la República Mexicana con base en la clasificación del relieve en 21 categorías definidas por rasgos morfológico-geológicos, repartidas de la siguiente manera en cuatro grandes formas de relieve: 12 categorías de montañas y altiplanos, tres de márgenes montañosas, tres de superficies de plataforma y tres de planicies costeras acumulativas. Lugo (1990) define 14 provincias fisiográficas para tierra firme del territorio mexicano a partir de 24

Ordenamiento territorial una modificación de Álvarez (1961) Y Quiñones (1987), precisa cada una de ellas así como sus subprovincias integrantes. El enfoque adoptado de nuevo en ambos trabajos es completamente geomorfológico para la escala que se trabaja, se menciona la necesidad de incorporar factores físico-geográficos y de influencia humana conforme se aumenta la escala de trabajo. Como en el caso deiinegi, no se especifica una metodología clara para cambiar de escala e integrar diferentes niveles de análisis. c. Colegio de Postgraduados En 1977 inicia el proyecto denominado "Levantamiento fisiográfico de la República Mexicana" en el CEDAF del Colegio de Postgraduados. Los primeros trabajos se presentan en Cuanalo (1977) y Cuanalo et al. (1981), en donde se propone una regionalización fisiográfica de México. Santos et al. (1985-86) proponen una metodología de regionalización natural para grandes territorios, a escala de provincias y regiones, basada en el concepto de paisaje, Con referencia al caso de México. Los principales factores que se consideran como causantes de la variación ambiental del país son: posición geográfica, geología y relieve. Este último es el que define más claramente su influencia, ya que modifica las condiciones climáticas. En sus trabajos, los autores mencionados han estudiado y analizado las propuestas de las escuelas extranjeras adoptando diferentes conceptos generados por ellas y aplicándolos en sus trabajos en México. Es por esto necesario retomar los enfoques y conceptos más importantes adoptados por estos autores en sus trabajos. El concepto de paisaje surge de un concepto central del estudio integral de un área, que es el de "Iand" 4 generado en Australia por Christian y Stewart (1964), definido como "un complejo de atributos superficiales o cercanos a la superficie terrestre, que son significativos para el hombre". Mabbutt (1968) plantea que existen básicamente tres enfoques para la clasificación de tierras: el genético, el de paisaje y el paramétrico. El prime- ro pretende delimitar unidades de tierra diferenciadas por factores causales, variaciones ambientales y su localización geográfica. El segundo lo define como "la línea de clasificación terrestre por medio de la identificación de áreas de tierra"; lo que involucra la delimitación de áreas a través de los rasgos distintivos visibles sobre la tierra y el tercero se define como la clasificación de tierras con base en los valores que toman ciertos atributos. Trabaja con cuantificaciones de elementos que se consideran causales de la variación, con aplicación sobre áreas pequeñas. El concepto central del enfoque de paisaje parte de la tesis de que cada parte de la superficie del planeta es el producto final de una evolución gobernada por material geológico parental, procesos geomorfológicos, clima pasado y presente y tiempo. La escuela rusa (Solntsev, 1962) menciona los elementos básicos que componen un paisaje: corteza terrestre, atmósfera, agua, suelos, vegetación y fauna. Una vez más nos encontramos que el paisaje es un concepto esencialmente geomorfológico, considerando el estudio de las geoformas en cuanto a su forma visible, origen y evolución. De las propuestas desarrolladas en varios países para definir las unidades cartográficas basadas en el paisaje, los autores estudiados adoptan la propuesta por Brink et al., (1966), que plantea siete niveles de clasificación: l. Zona terrestre; 11. División terrestre; 111. Provincia terrestre; IV. Región terrestre; V. Sistema terrestre; VI. Faceta terrestre; VII. Elemento terrestre. Santos et al., (1985-86) definen a la provincia terrestre como "un ensamble o arreglo de formas y otros rasgos superficiales, de estructuras de segundo orden o de una gran asociación litológica". y a región terrestre como "un ensamble o arreglo de formas y propiedades superficiales, expresivas de una unidad litológica o una estrecha asociación litológica con una evolución geomorfológica comparable". 4 En este trabajo se adopta la traducción de tierra, tierras o territorio cuando se encuentre la palabra en inglés, dependiendo del contexto en que se encuentre. 25

Revista de Geografía Agrícola De acuerdo a Finch y Trewartha (1949) existen básicamente cuatro grupos de grandes geoformas: las planicies, altiplanos o plataformas, lome ríos y montañas. Es posible efectuar subdivisiones dentro de cada una de ellas a partir de criterios como el relieve, el clima, la situación continental, geología, posición fisiográfica, drenaje y procesos y agentes degradacionales. Santos et al. (1985-86) presentan 16 provincias, 98 regiones y 230 subregiones intermedias al sistema terrestre. La definición de las provincias fue con base en la identificación de las geoformas básicas, con sus características geomorfológicas propias. Las regiones se definieron a partir de características estructurales, de relieve, hidrológicas, de vegetación y culturales. Con trabajo de campo se cotejaron los resultados preliminares y así llegaron a la propuesta final. Cada una de las subregiones determinadas se describe a partir de aspectos geológicos, hidrológicos, climáticos, geomorfológicos, vegetación primaria y edáficos. La descripción de las regiones y provincias es menos detallada ya que se realiza con un rango mayor de generalidad. Plantean una metodología de regionalización natural de grandes extensiones terrestres a partir de la interpretación visual de imágenes de satélite, involucrando un enfoque analítico y uno sintético de clasificación. Partiendo de un área total se procede a dividirla en áreas pequeñas, retornando al área total para ajustar los linderos, según ciclos de aproximaciones sucesivas. Este esquema tiene la flexibilidad de poder comenzar el proceso de regionalización a cualquier nivel de jerarquía, aunque los autores recomiendan iniciarlo con unidades mayores y rectificar con las menores a medida que se tenga más información. El esquema de clasificación está muy influido por los nombres geográficos de las regiones y subregiones y en algunos casos se mezclan las variables clasificatorias (por ejemplo litológicas, de relieve, tectónicas, etcéctera.) d. Instituto Nacional de Ecología (INE-SEMARNAP). En el ámbito federal ha existido también una preocupación por el creciente d~terioro de los sistemas productivos y naturales del país, por lo que en la segunda mitad de la década de los ochenta la entonces Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE) elaboró un Manual de Ordenamiento Ecológico del Territorio por medio de la Dirección de Normatividad y Regulación Ecológica de la Subsecretaría de Ecología. Ese documento planteaba el marco jurídico del ordenamiento ecológico y las líneas a desarrollar en un proyecto de este tipo. A principios de los 90 la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) y la Dirección General de Planeación Ecológica del Instituto Nacional de Ecología (INE) retomaron la idea y elaboraron un Ordenamiento Ecológico General del Territorio Nacional (SEDESOL- IN E, 1993) con resultados relativos a lo que definen como sistema ecogeográfico (SE) y cartografía 1: 1 000000. Este ordenamiento del territorio mexicano surge en el marco del Plan Nacional de Desarrollo 1989-1994 con el fin de normar el uso del suelo armonizando el desarrollo con la vocación de los suelos. Se contempla que el proyecto sea realizado en tres etapas consecutivas, que son: 1) regionalización ecológica en el nivel SE y la caracterización de cada unidad definida; 2) programas de aprovechamiento sustentable y 3) ejecución del programa de ordenamiento ecológico en los ámbitos federal, estatal y municipal. Centraremos nuestra atención sobre la primera etapa, ya que el interés de este capítulo es analizar el proceso de regionalización. Se define al ordenamiento ecológico como el proceso de planeación físico-ambiental que tiene como metas evaluar y programar el uso de los recursos naturales en función de sus características potenciales y su vocación; definir alternativas de manejo de éstos, considerando la distribución espacial de la población y de las actividades económicas de acuerdo a las prioridades nacionales; asignar políticas territoriales de ordenamiento ecológico, ya sea al conservar, aprovechar, desarrollar o regenerar las áreas según sea el caso (SEDESOL- INE, 1993). El objetivo central del "ordenamiento ecológico general del territorio nacional" es formular un instrumento de planeación que norme las actividades del desarrollo nacional a través de criterios ecológicos y territoriales que propicien el mejor uso 26

Ordenamiento territorial del suelo y manejo de los recursos naturales (SE DESOL-INE, 1993). La regionalización ecológica que plantea el INE se basa en la integración de los enfoques paisajístico, genético y para métrico. Se definen cinco niveles de regionalización : zona ecológica (ZE), provincia ecológica (PE), sistema ecogeográfico (SE), paisaje terrestre (PT) y unidad natural (UN). A continuación se hace una breve descripción de cada uno de estos cinco niveles de regionalización según el documento original: Zona ecológica. Se definen por estructuras geológicas mayores y grandes zonas climáticas. Corresponden a regiones biogeográficas y a las grandes áreas con procesos edáficos generales. Se toman en cuenta factores de clima, relieve, suelos, agua, vegetación y fauna para clasificarlas. Precisan cuatro, que son la zona árida, la templada, la tropical húmeda y la tropical seca. Este nivel se trabaja a escala 1:4 000 000. Provincia ecológica. Corresponden a unidades fisiográficas intermedias y comprenden asociaciones geomorfológicas con factores ecológicos característicos. Las áreas resultantes poseen un patrón geomorfológico específico dentro de las grandes estructuras geológico-orográficas. Definen 88 provincias ecológicas, que más o menos concuerdan con las subprovincias fisiográficas de INEGI. La escala de trabajo en este nivel es de 1:1 000000. Sistema ecogeográfico. Corresponde a sistemas de topoformas homogéneas con un mismo patrón geomorfológico. Define 1 813 sistemas ecogeográficos y no se menciona la escala de trabajo. Paisaje terrestre. Son patrones especificos de topoformas, en donde el factor edáfico se suma a los anteriores y es un importante factor de decisión. Tampoco se definen escalas de trabajo en este nivel. Unidad natural. Son topoformas individuales y tampoco se mencionan escalas de trabajo en este nivel. Los enfoques morfológico y climático fueron los de más peso en la definición de las zonas ecológicas, la provincia ecológica y el sistema eco- geográfico, mientras que los factores edáficos toman relevancia en el paisaje terrestre. De hecho el enfoque geomorfológico es el que define las provincias ecológicas a partir de las zonas ecológicas y a los sistemas ecogeográficos a partir de las provincias ecológicas. La flora parece incorporarse al nivel de unidad natural. No se define cómo moverse de un nivel a otro y las variablés se combinan en forma desordenada. Es importante señalar que la conceptualización del proceso de regionalización ecológica es fuertemente normativa, sin vislumbrar que realmente el componente analítico es el más importante. El enfoque paisajístico parece tener importancia en la definición de las zonas ecológicas y una gran preponderancia al nivel de unidad natural. El enfoque morfogenético está presente en la definición de los cuatro primeros niveles de regionalización y tiene gran peso en la definición del segundo, tercero y cuarto nivel. Sin embargo, no queda clara la relación entre los niveles de la clasificación ni las variables que se integran para clasificar. En el cuadro 1 se hace una comparación de los niveles jerárquicos de regionalización en cada una de las propuestas revisadas. Las cuatro propuestas revisadas comparten la utilización de criterios geomorfológicos como base de su propuesta particular de regionalización, así como la escasa definición de qué variables y criterios clasificatorios utilizar en cada nivel jerárquico. Tampoco queda claro cómo pasar de un nivel a otro y en algunos casos se mezclan las variables clasificatorias a diferentes niveles. En general, el proceso de regionalización es comprendido como un proceso analítico y no meramente normativo. En síntesis, independientemente de las debilidades y fortalezas de los enfoques descritos, la necesidad de una regionalización ecológica coherente es esencial para las posteriores etapas del ordenamiento territorial. Esta regionalización ecológica coherente se puede lograr si se utilizan las variables adecuadas en el nivel correcto, esto es: utilizar las variables con menor dinamismo de cambio en las escalas 27

Revista de Geografía Agrícola Cuadro 1.- Comparación de niveles de regionalización según varios autores. INEGI 1. de Geografía C.P. INE 1. Zona terrestre 1. Continentes 11. División terrestre 1. Provincia fisiográfica 11. Cordilleras y sistemas continentales 111. Provincia terrestre l. Zona ecológica lia.subprovincia fisiográfica y 111. Grandes sierras, planicies, lib. Discontinuidad fisiográfica etc. IV. Región terrestre 11. Provincia ecológica 111. Sistema de topoformas IV. Elementos de 4 orden que integran las unidades de 3er orden V. Sistema terrestre 111. Sistema ecogeográfico IV. Topoforma V. Elemento topográfico V. Elementos topográficos VI. Faceta terrestre VII. Elemento terrestre IV. Paisaje terrestre V. Unidad natural más pequeñas y las variables con un cambio más dinámico en las escalas mayores. Es en este sentido, como se mencionó anteriormente, el respetar la secuencia roca-relievesuelo-agua-vegetación-fauna, conforme se amplía la escala de trabajo es de fundamental importancia para realizar un proceso de regionalización ordenado y coherente. EVALUACiÓN DE TIERRAS La regionalización ecológica nos muestra detalles de las unidades definidas hasta cierto límite. Para poder conocer las potencialidades de los terrenos a analizar es necesario conocer a detalle las características geomorfológicas, edáficas, el uso actual del suelo y la vegetación para poder realizar una evaluación de tierras (ET). Dicha evaluación, según el enfoque de FAO, se basa en la interpretación de los atributos físicos de la tierra con respecto a tipos específicos de uso del suelo y cómo se puede extender la producción de los cultivos sobre bases sustentables (Ponce, 1984). En otras palabras, el proceso fundamental en la evaluación de tierras es la comparación o confrontación de los requerimientos de uso de suelo con los atributos de las unidades mapeadas de tierra. Dentro del enfoque de FAO se describen y analizan dos perspectivas paralelas de aproximación al problema, en donde una evaluación biofísica es precedida por una valoración económica (Theocharopoulos et al., 1995). Uno de los enfoques más reconocido y estructurado de manera más sólida es el propuesto por la FAO y será el enfoque analizado en este trabajo. Enfoque FAO En 1984 la FAO presenta un documento en donde reconoce que los métodos utilizados hasta el momento para la evaluación de las potencialidades de los terrenos se encontraban muy centrados en las características físicas de la evaluación, dejando en un papel irrelevante a las actividades del hombre sobre el terreno, planteando que el manejo juega un papel importante en la conservación o degradación de la tierra ya que es el aspecto más dinámico del sistema de uso del suelo. La evaluación de tierras puede ser definida como "el proceso de valoración del comportamiento de la tierra cuando ésta se usa para propósitos específicos" (FAO, 1984). Uno de los propósitos de la evaluación de tierras es determinar el mejor manejo y las medidas a implementar para cada tipo alternativo de uso del suelo. En ese documento se menciona que la viabilidad de cualquier plan recomendado de uso del suelo depende mucho del conocimiento de las necesidades y circunstancias de los usuarios de la tierra, por lo que la tierra debe evaluarse en términos de relevancia no sólo en el contexto ambiental y económico, sino también del contexto social del área de interés. En la actualidad, el proceso de evaluación de tierras se entiende como la valoración de la sustentabilidad de la tierra para usos alternativos. Este proceso incluye: 28

Ordenamiento territorial 1) identificación, selección y descripción de los tipos de uso del terreno relevantes en el área bajo consideración; 2) mapeo y descripción de los diferentes tipos de terrenos que se encuentran en el área; 3) la valoración de la sustentabilidad de los diferentes tipos de terrenos para los tipos de uso seleccionados. (FAO, 1992). En un estudio de evaluación de tierras los planificadores del uso confrontan áreas de tierra denominadas unidades cartográficas (uc), con usos de la tierra denominados tipos de utilización de la tierra (TUT), para así determinar la aptitud relativa de cada área en cada caso específico (Rossiter et al., 1995; ver una aplicación para México en Rivera, 1993). Beek (1978) introduce el concepto de "tipo de utilización de la tierra" en un esfuerzo por sistematizar las descripciones del uso del suelo en términos de interacciones técnicas y socioeconómicas. Existen dos componentes principales en cualquier actividad relacionada con la tierra. Uno son los recursos de la tierra, el otro el uso del suelo en sí. Para evaluar la sustentabilidad de la tierra para un uso determinado son esenciales dos grupos principales de datos: los datos de los recursos de la tierra y los datos de la utilización de la tierra (Ponce, 1984). Durante el proceso de evaluación de tierras, cada unidad de terreno (unidad cartográfica) es valorada con respecto a su sustentabilidad para los tipos de uso del suelo seleccionados. Las características biofísicas de las unidades de terreno involucradas pueden ser las existentes o después de mejoras por cambios permanentes en las condiciones del terreno. El tipo de uso del suelo es especificado en términos de atributos socioeconómicos y técnicos, con sus requerimientos. Los atributos principales, o clave, mencionados son: tipo de producto, intensidad de labor, intensidad de capital, nivel de conocimiento técnico, tamaño de la unidad de producción y relaciones de tenencia de la tierra (FAO, 1992). Los tipos de utilización del terreno (TUT) están especificados por un conjunto de requisitos de uso de la tierra (RUT), que no son más que las condiciones necesarias de la tierra para la exitosa y sostenida práctica de un TUT dado (Rossiter et al., 1995). Los requerimientos del uso del suelo son condiciones biofísicas que afectan el rendimiento y la estabilidad del rendimiento del tipo de uso del suelo (requerimientos ecológicos), manejo en el tipo de uso del suelo (requerimientos de manejo) y la sustentabilidad del tipo de uso del suelo (requerimientos de conservación). Estos requerimientos son expresados en términos de cualidad del terreno (FAO, 1992). En el contexto de la evaluación de tierras, el terreno incluye todos los componentes biofísicos del ambiente que ejercen influencia sobre el uso del suelo; como ejemplo: clima, topoforma, tipo de suelo, hidrología superficial, flora y fauna, incluyendo los efectos más permanentes de actividades humanas presentes o pasadas sobre estos componentes. El terreno es descrito de acuerdo a sus cualidades actuales o cuando se recomiendan mejoras, de acuerdo con las cualidades predichas después de la implementación de esas mejoras. Las unidades del terreno (unidades cartográficas) son definidas por los valores de un conjunto de características de la tierra (CaT), las cuales son atributos sencillos que pueden ser medidos o estimados. Los valores de las características del terreno se combinan en niveles de cualidades del terreno (CuT), que a su vez son atributos complejos que pueden influir en la aptitud del terreno de una manera semindependiente (Rossiter et al., 1995). Las cualidades del terreno son determinadas por las propiedades biofísicas del terreno que se pueden observar o cuantificar; por ejemplo, régimen de precipitación pluvial, pendiente, profundidad del suelo, drenaje del suelo, ph, etc. Los requerimientos de utilización del terreno (RUT), por su parte, expresan las demandas de un uso de la tierra dado, mientras que las cualidades del terreno (CuT) expresan el suministro, es decir, lo que un área particular puede ofrecer. Un requerimiento es una condición necesaria o deseable para la exitosa y sostenida práctica del tipo de uso del suelo. Al confrontar los requerimientos con las cualidades del terreno se valora la sustentabilidad de la unidad 29

Revista de Geografía Agrícola del terreno para el tipo de uso del suelo definido. Esta valorización involucra estimaciones de' la cantidad y calidad del producto obtenido de cada unidad de terreno basada en las entradas y el manejo que se específica en la descripción de los tipos de uso del suelo (FAO, 1992). La evaluación de tierras se basa esencialmente en la comparación de los datos de recursos del terreno con usos del suelo y los requerimientos ecológicos, de manejo y conservación para estos usos. Cuando se comparan características y cualidades de la tierra con requerimientos del uso del suelo, por unidades de tierra y tipos de utilización, puede existir una gran discordancia entre los límites de la unidad de tierra y los límites del tipo de utilización. La unidad de tierra puede incluir más de un tipo de utilización y un tipo de utilización puede incluir a más de una unidad de tierra. La estructura general del proceso de evaluación de tierras se presenta en la figura 1. Métodos y técnicas Los trabajos de evaluación de tierras deben basarse en la información generada por la regionalización ecológica. La clasificación de los sistemas de tierras se define a escala más pequeña y se realiza con investigación sobre suelos, ya que provee información integrada al detalle requerido para la evaluación de la tierra (Ponce, 1984). Este nivel sirve como un marco de muestreo para la investigación en el manejo de la tierra y las prácticas en el manejo de cultivos. Los atributos de utilización dependerán de las características del área en estudio, pero se incorporan cuestiones de manejo, rendimiento, tipo de fuerza utilizada, etc. Los datos obtenidos se procesan en forma matricial por métodos multivariados y existe el programa de cómputo ALE S (Rossiter, 1990) desarrollado por el Departamento de Suelos, Cultivos y Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Cornell, Ithaca, N.Y. para este propósito. El ALE S (del inglés Automated Land Evaluation System) permite la construcción de sistemas expertos para sus evaluaciones, según el método presentado por la FAO en 1976 (y sus directivas posteriores en 1983, 1984 Y 1985). Este sistema puede ser utilizado tanto a escala" regional o de proyecto particular de manejo. Las entidades que evalúa el programa son unidades cartográficas homogéneas, derivadas de la regionalización ecológica. El ALES es en sí mismo el marco de trabajo de FAO en forma computarizada dentro del cual los evaluadores pueden construir sus propios modelos. Proporciona un mecanismo de razonamiento y limitantes para que el evaluador exprese inferencias usando este mecanismo. Dentro de este marco los evaluadores construyen sus propios sistemas expertos, que serán utilizados en la evaluación de tierras (Rossiter, 1990; ver una aplicación para el caso mexicano en Leyva y Rodríguez, 1996). Este sistema trabaja con los datos obtenidos en el nivel morfoedafológico y de utilización en cada una de nuestras áreas de interés relacionados con cada unidad cartográfica, datos que tienen una referencia geográfica determinada y son presentados espacialmente en mapas, por lo que los sistemas de información geográfica (SIG) representan una importante herramienta de apoyo en la alimentación de los datos al sistema (por ejemplo Theocharopoulos, 1995; Bronsveld et al., 1994). La necesidad de evaluar la aptitud de la tierra para varios usos en países en desarrollo y la necesidad de planificar el uso de la tierra en estos países son las causas de que se haya desarrollado el ALES, bajo un enfoque difundido y aceptado ampliamente, el de la FAO, para poder hacerlo efectivo en el cumplimiento de su objetivo (Rossiter et al., 1995). En el ALES, cada evaluación consiste de un conjunto de tipos de utilización de terreno (TUT), que pueden ser usos de la tierra propuestos y de un conjunto de unidades cartográficas (UC), es decir, la~ áreas de terreno consideradas. Cada unidad cartográfica es evaluada por su aptitud para cada tipo de utilización de la tierra, dando como resultado una matriz de aptitud donde se muestran los diferentes grados de aptitud de cada uc para cada TUT y viceversa (Rossiter et al., 1990). En el sistema de la FAO se definen dos tipos de aptitud: física y económica. Ambas pueden ser evaluadas en el ALES. En el diagrama mostrado en la figura 1 de la estructura general del proceso de evaluación de tierras, el ALES se involucra solamente en los pasos 7,8,9 Y 10. Una evaluación física 30

Ordenamiento territorial 2 Definir las entidades espaciales a ser evaluadas 1 Identificar los objetivos y niveles de- toma de decisiones y los medios para implantar los resultados 1 3 Definir los tipos de utlización de las f- tierras a ser evaluados 4 Definir los TUT en términos de sus requisitos de uso de la tierra 6 1 Identificar de ser posible o necesario las 5 fuentes de datos y estudios relevalentes Definir los RUT en términos de sus características de la tierra diagnósticos I 7 8 Ingresar los datos tabulares y mapas Construir (calcular) los modelos para la r- para las CaT evaluación de tierras j j TUT Tipo de utilización de la tierra 9 Calcular la evaluación I 10 Calibrar los resultados 1 RUT 11 Requisitos de uso Presentar los resultados a los usuarios de la tierra 1, CaT Características de 12 la tierra Asistir en ~ implementación del proyecto I I Figura 1, Diagrama de la estructura general del proceso de evaluación de tierras, tomado de Rossiter et al., 1995, 31

Revista de Geografía Agrícola indica el grado de aptitud para un uso de la tierra, sin considerar las condiciones económicas. Este tipo de evaluación enfatiza los aspectos relativamente permanentes de la aptitud (clima y condiciones edáficas), en lugar de los más fácilmente cambiables (precios). La evaluación tiende a concentrarse en los riesgos o peligros (ambientales) o en las limitaciones absolutas (clima) que se presentan al implantar un tipo de utilización del terreno dado en un área determinada (Rossiter et al., 1990). El ALE S hace la evaluación con base en unidades cartográficas, que generalmente son unidades naturales definidas por un inventario de suelo, clima, geomorfología o fisiografía, es decir, el resultado del proceso de regionalización ecológica. En ALES las entidades utilizadas como base para construir los modelos de evaluación, es decir, las características de la tierra, son más convenientemente manejadas en forma de datos clasificados. Esto es, valores de datos que están dentro de un pequeño y finito conjunto de posibilidades. Estos valores pueden ser ordinales (con una escala continua) o nominales (sin orden) (Rossiter et al., 1990). La evaluación que hace el ALE S de cada unidad de tierra para cada tipo de utilización se efectúa según el siguiente proceso. En primer lugar determina los valores actuales de las características de la tierra para cada unidad cartográfica. Después combina los valores de dichas características para generar los valores de las cualidades de la tierra. Posteriormente armoniza los valores de las cualidades con los requerimientos de uso de la tierra y por último combina los valores de las cualidades de la tierra para generar clases de aptitud, tanto ecológica como económica (Rossiter et al., 1990). En la construcción de modelos,el ALES trabaja con claves jerárquicas multidireccionales, llamadas árboles de decisión, cuyas hojas representan los resultados, tales como rangos de cualidades de tierras y los nodos interiores del árbol (puntos de las ramas) son criterios de decisión. Estos árboles son elaborados por el constructor del modelo y examinados durante el cálculo del resultado de la evaluación a partir de datos reales de la tierra (Rossiteretal.,1990). Los árboles de decisiones son utilizados para determinar: los niveles de los factores (niveles de aptitud) de las CuT, a partir de valores de las características de la tierra; los rendimientos proporcionales esperados a partir de valores de cualidades de la tierra; las subclases de aptitud física, también a partir de valores de las cualidades de la tierra; y valores de características de la tierra (CaT) clasificadas, a partir de valores de otras CaT (Rossiter et al., 1990). El evaluador es la persona que efectúa la evaluación de tierras. Debe entender los conceptos y metodologías involucradas y ser capaz de utilizar las herramientas computarizadas que sean necesarias. Actúa como intermediario entre los tomadores de decisiones y los expertos. Los tomadores de decisiones son los poseedores de la unidad productiva o las instancias de decisión que determinan los destinos de la tierra en los procesos productivos. Estas personas, con apoyo de los expertos en el uso y recursos de la tierra, definen que sistemas productivos evaluar y con base en qué necesidades y características escogerlos. Relación con la regionalización ecológica El proceso de evaluación de tierras es el paso metodológico siguiente a la regionalización ecológica. Esta regionalización nos da una descripción en el nivel morfoedafológico, pero para poder operar planes de manejo es necesario conocer las características y capacidades reales de la tierra de interés, por lo que el nivel de estudio es más detallado, incorporando las características del suelo, factores climáticos, de manejo, económicos, etc. Con los datos obtenidos en la descripción ecológica y de manejo de estos niveles se puede efectuar una evaluación de tierras para conocer el mejor manejo a efectuarse en una región bajo criterios de sustentabilidad. Es por esto que la evaluación de tierras debe seguir a la regionalizació n ecológica; una vez con los datos resultantes de la evaluación de la tierra es posible plantear un ordenamiento territorial en el área de interés, no antes. La regionalización ecológica permite segmentar el territorio en áreas homogéneas, pero no describe la aptitud del terreno para un uso de la 32

Ordenamiento territorial tierra determinado en forma detallada. Una vez comprendida la secuencia metodológica crítica para poder abordar el ordenamiento territorial regionalización ecológica - evaluación de tierras -.ordenamiento territorial, pasaremos a analizar este proceso. ORDENAMIENTO TERRITORIAL En este capítulo se cierra el proceso metodológico secuencial necesario para la elaboración de un plan de ordenamiento territorial (OT) y se exponen algunas de las experiencias más recientes realizadas en México, haciendo un análisis somero de la metodología utilizada y los resultados obtenidos en cada una de ellas. Desde un punto de vista técnico la ordenación del territorio tiene tres objetivos básicos (Gómez, 1994): La organización coherente, entre sí y con el medio, de las actividades en el espacio, de acuerdo a un criterio de eficiencia. El equilibrio en la calidad de vida de los distintos ámbitos territoriales, de acuerdo con un principio de equidad. La integración de los distintos ámbitos territoriales en los de ámbito superior, de acuerdo con un principio de jerarquía y de complementariedad. Enfoque El enfoque moderno del ordenamiento territorial surge a principios del siglo XX como una necesidad de planificar el crecimiento demográfico y económico de los polos de desarrollo en las naciones industrializadas, de tal forma de darle al suelo el mejor uso vinculando de la forma más adecuada a las diferentes unidades del territorio con alcance a largo plazo. Lajugie (1979) define que... el objeto de la ordenación del territorio es de crear, mediante la organización racional del espacio y por la instalación de equipamientos apropiados, las condiciones óptimas de valorización de la tierra y los marcos mejor adaptados al desarrollo humano de los habitantes. La definición conceptual del ordenamiento territorial se refiere a la organización del espacio terrestre en forma armónica con base en tres criterios: 1) La utilización óptima de los recursos de acuerdo a sus potencialidades y distribución geográfica: regionalización ecológica y evaluación de tierras). 2) La utilización racional de los recursos de acuerdo a las necesidades de la sociedad regional y nacional: planificación del uso de las tierras. 3) La disminución de los desequilibrios intra e interregionales y el fomento de complementariedades espaciales: planificación regional. El ordenamiento del territorio es el proceso mediante el cual se formulan marcos conceptuales y espaciales adecuados para gestionar en el espacio la relación entre la oferta ambiental y la demanda social, la evaluación de tierras es un paso fundamental en el análisis de esta relación (Boceo, 1995). Este proceso se puede realizar sobre cualquier región ecogeográfica bajo cualquier tipo de utilización y bajo cualquier condición física y biótica. La ordenación del territorio responde a un intento de integrar la planificación socioeconómica con la física, procurando la consecución de la estructura espacial adecuada para un desarrollo eficaz y equitativo de la política económica, social, cultural y ambiental de la sociedad (Gómez, 1994). Cabe señalar que el ordenamiento territorial (OT) no es igual a la planificación sectorial, enfoque de planeación adoptado por los economistas durante la segunda mitad de este siglo, ya que el OT plantea una planificación espacial, mientras que la segunda es una planeación estructural sobre los sectores de la economía. Villers (1995) menciona que el ordenamiento ecológico es un enfoque o una mentalidad antes de ser un método. Se puede definir como la inquietud de asegurar una integración racional de los elementos del medio biofísico en los planes de ordenamiento del espacio. El primer intento moderno de ordenamiento territorial fue el Plan Regional del Valle de Tennes- 33

Revista de Geografía Agrícola see en 1929. Sin embargo, en América Latina la planificación del territorio se remonta a mediados de la década de los cuarenta. Como consecuencia de la crisis económica que sacudió a los países de América Latina durante la década de los ochenta, se ha tenido que postergar la realización de diversos proyectos prioritarios que formaban parte de algún plan de ordenamiento del territorio en cada país. En Andradey Amaya (1996) puede encontrarse una síntesis de las experiencias más importantes de ordenamiento territorial en un nivel general. El rápido incremento de la población en los países de América Latina bajo fuertes restricciones económicas ha propiciado lo que Grenier (1986) define como el "antiordenamiento del territorio" o el "desordenamiento del territorio". Este concepto define al fenómeno del crecimiento completamente carente de un plan preestablecido, que ha dado como resultado un típico paisaje en América Latina en donde encontramos un caos espacial en la ubicación de las diversas categorías de uso del suelo. Es común encontrar áreas urbanas edificadas en zonas de alto riesgo y complejos industriales asentados en áreas no adecuadas con graves implicaciones sobre el ambiente y las poblaciones humanas circundantes. Los paisajes rurales y campesinos presentan también un evidente caos en cuanto al diseño de los asentamientos humanos y de los espacios productivos, generalmente el uso del suelo no es el adecuado al potencial de los terrenos. Cuando esto sucede en forma sistemática, el manejo es altamente degradador del ambiente. Podemos mencionar, en general, que en Latinoamérica los especialistas de la planificación deben afrontar simultáneamente los problemas de la era postindustrial en las grandes ciudades y los problemas que representan la integración de regiones aisladas de la vida económica en cada nación (Grenier, 1986). La mayoría de las políticas de ordenamiento territorial pueden reducirse a tres tipos: la acción directa en las regiones problema, la ocupación planificada de las tierras nuevas y la política de decentralización industrial (Grenier, 1986). La acción directa sobre regiones problema se refiere a una replaneación o reordena miento de una región que muestra una seria problemática en los niveles ecológico, económico o social. La ocupación de las tierras nuevas son la gran oportunidad de desarrollar todo el potencial de planeación y deberían ser las nuevas propuestas de planificación en armonía con la naturaleza y socioeconomicamente adecuadas, pero en América Latina es difícil que los proyectos de ocupación de tierras nuevas incorporan las nuevas concepciones de la planeación basadas en los postulados del desarrollo sustentable. Es frecuente encontrar amplias zonas industriales rodeadas por asentamientos humanos o que causan un impacto negativo en el ambiente, por lo que representan un riesgo importante para la sociedad y pueden generar gastos fuertes por una eventualidad. Por estas razones (y por otras más, como el crear polos de desarrollo) es que los planes de descentralización industrial son tema de actualidad. La adecuada planeación de estos nuevos polos de desarrollo es de vital importancia para evitar caer en un futuro en planes de acción directa sobre regiones problema. Es importante señalar que los economistas han sido, tradicionalmente, los encargados de la planeación, por lo que los criterios puramente financieros o económicos son los que definen la planificación de alguna región. Comúnmente se cae en un crecimiento sectorial, puntual y asistido, que es lo contrario a un auténtico ordenamiento del territorio. En el caso de las evaluaciones de impacto ambiental, tradicionalmente estos estudios se centran en el impacto puntual que ocasionaría la implantación de un proyecto o una actividad productiva en el ambiente (INE-SEMARNAP, 1995), pero con un enfoque marcadamente productivista y sin tomar en cuenta los daños a mediano y largo plazo. Es generalizada la concepción de que este tipo de estudios es un requisito más para poder llevar a cabo la actividad propuesta, por lo que normalmente carecen de información seria obtenida con metodologías robustas y no tienen un marco conceptual adecuado que permita efectuar una verdadera evaluación del impacto en el ambiente a corto, mediano y largo plazos del proyecto planteado. 34

Métodos y técnicas El método a seguir en un ordenamiento territorial consta de tres partes, que son diagnóstico, prospectiva y el planteamiento de un esquema de ordenamiento (Zinck, 1991). El diagnóstico involucra una serie de pasos sucesivos y aborda una temática interdisciplinaria. Los puntos a definir en el diagnóstico son los siguientes: Divisiones territoriales-regionales. Ocupación actual del espacio. Estructura de la economía regional. Disponibilidad y demanda de recursos naturales. Oferta de tierras. Demanda de tierras. Conflictos y problemas de uso del espacio regional y los recursos naturales. Las técnicas utilizadas en el diagnóstico son el inventario y la evaluación. La prospectiva se basa en la definición de escenarios posibles en el espacio analizado y con base en ellos discutir y consensar el esquema de ordenamiento a implementar. La propuesta de ordenamiento es el resultado del análisis de los resultados del diagnóstico con los poseedores de los recursos naturales, con una solución consensada de los conflictos y problemas detectados en el uso del espacio y de sus recursos naturales, así como el establecimiento de las bases para el proceso de organización del territorio en el futuro. Integración con regionalización ecológica y evaluación de tierras Como se planteó desde el inicio del documento, la elaboración de un plan de ordenamiento territorial (OT) engloba una serie de pasos secuenciales en donde se aborda la región de estudio a diversos niveles de complejidad e integración, con la finalidad de proponer un plan final de OT como resultado del proceso a los poseedores de los recursos naturales. La regionalización ecológica representa un primer nivel de trabajo, en ella se caracteriza al terreno en función del relieve -utilizando un sistema jerárquico de clasificación- y los suelos presentes. Las unidades resultantes, unidades geopedológicas o morfoedafológicas, son la materia prima para realizar una evaluación de tierras según su aptitud para diferentes tipos de utilización del suelo, de acuerdo a la FAO. La síntesis de los resultados obtenidos en la evaluación de tierras representa la oferta ambiental del territorio en estudio. Esta oferta tiene que cotejarse con el uso actual del suelo (demanda) para detectar los conflictos y las coincidencias existentes La relación regionalización ecológica, evaluación de tierras y ordenamiento territorial es de crucial importancia para que los resultados obtenidos verdaderamente se apeguen a la realidad del terreno bajo estudio, ya que en caso contrario, el esfuerzo y los recursos invertidos no serán recuperados en forma de información útil y aplicable en la planeación de un espacio determinado. En la mayoría de los esfuerzos realizados en México no se comprende la importancia de la secuencia regionalización ecológica, evaluación de tierras y ordenamiento territorial; y se proponen planes de ordenamiento territorial basados solamente en los resultados de la regionalización ecológica, a veces usando regionalizaciones poco coherentes, sin efectuar una evaluación de tierras, que es realmente la herramienta que permite conocer la potencialidad de los terrenos (la oferta ambiental del terreno). Si no se conoce con exactitud la oferta ambiental del espacio bajo estudio, al confrontarlo con la demanda social, los resultados serán inexactos. En la situación de la planeación del desarrollo sustentable el tomador de decisiones debe contar con información precisa en la definición de tipos de uso, ya que se encuentra en juego mucho más que el plan de ordenamiento en sí mismo. En síntesis, el ordenamiento territorial debe entenderse como un instrumento de la planeación que aporta al proceso enfoques, métodos y procedimientos que permiten acercar las políticas de desarrollo a la problemática particular de un territorio (Andrade y Amaya, 1996). El territorio es enten- 35

Revista de Geografía Agrícola dido como un espacio social que la población identifica como suyo y se convierte en un elemento integrador y estructurador de los objetivos, las políticas y las acciones públicas y privadas encaminadas a mejorar el bienestar social. Ejemplos en México En el ámbito nacional existen varios estudios que pretenden integrar esta metodología como una propuesta para armonizar las demandas sociales y la oferta ambiental del territorio. Uno de los primeros trabajos fueron realizados por ORSTOM y el extinto INIREB, con base en la metodología morfoedafológica planteada por Rossignol (1987). Los estudios realizados en diversas zonas del territorio nacional, principalmente en Veracruz y Michoacán, tienen una fuerte base morfoedafológica, sin pasar a la evaluación de tierras para poder plantear el ordenamiento territorial. Estos trabajos se encuentran publicados en Geissert y Rossignol (1987). El Programa de Aprovechamiento Integral de Recursos (~AIR) de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México ha tenido diversos acercamientos a esta problemática y metodología; sin embargo sus propuestas se quedan en una primera fase de diagnóstico y de regionalización ecológica sin pasar a la evaluación de tierras que es donde se conoce realmente el potencial de las unidades productivas sujetas al estudio. Aun así, estos trabajos son un buen comienzo para profundizar en la metodología expuesta en este documento. Los resultados presentados por PAIR UNAM se encuentran en Alvarez-Icaza et al., (1993) yen Anta (1992). Otra propuesta para el estado de Michoacán es el Plan Pátzcuaro 2000 (Toledo et al., 1992), pero queda a un nivel de diagnóstico de los sectores productivos, sin un enfoque integrador, ni una regionalización ecológica, ni un plan de opción de integración y continuidad de lo sugerido en la introducción al trabajo. Se ha planteado, asimismo, una propuesta de ordenamiento territorial para el estado de Chiapas (Villers, 1995) retomando la metodología propuesta por SEDESOL (1992). Se presenta una propuesta de regionalización ecológica, pero no se propone esquema alguno de evaluación de tierras para poder llegar a un ordenamiento territorial acorde con la realidad de las unidades productivas y naturales de ese estado. En general, si bien se están adoptando diferentes metodologías enfocadas al ordenamiento del territorio, en ninguno de los trabajos se tiene una ve:dadera propuesta que incorpore los resultados de la evaluación de tierras como base de la propuesta de ordenamiento territorial, conforme a la ruta crítica mencionada en este trabajo para su elaboración. BIBLIOGRAFíA Alcorta, G. R. 1964. "Caminos de México-esquema geográfico de México". En: Atlas Gooddrich Euzcadi. México. 7 p. Álvarez, M. 1961. "Provincias fisiográficas de la República Mexicana". Bol. Soco Geol. Mex. 24 (2): 5-20. Álvarez-Icaza, P., G. Cervera, C. Garibay, P. Gutiérrez y F. Rosete. 1993. Los umbrales del deterioro. La dimensión ambiental de un desarrollo desigual en la región purépecha. Fac. Ciencias UNAM, PAIR Universidad Nacional Autóma de Mé- xico, Friedrich Ebert Stiftung. México. 274 p. Andrade, A. Y M. J. Amaya. 1996. "El ordenamiento territorial: política y plan". Revista SIG PAFC 12: 6-87. Año 3, diciembre. Anta, S. (Coord.). 1992. Ecología y manejo integral de recursos naturales en la región de la Chinantla. Fac. Ciencias UNAM, PAIR Universidad Nacional Autóma de México, FES. México. 250 p. Beek, K. J. 1978. Land evaluation for agricultural development. Some explorations of land use systems analysis with particular re- 36

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