PREHISTORIA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA



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Transcripción:

PREHISTORIA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA LAS CULTURAS PALEOLÍTICAS Dependencia total del medio Principalmente recolección para la obtención de alimento, posteriormente, pesca y caza también economía parasitaria del medio Nomadismo Sin división del trabajo ni apropiación privada de excedentes Fuerte cohesión tribal Ciertas prácticas de carácter mágico Los restos más antiguos hallados en Europa de seres humanos corresponden a los hallazgos de la Sierra de Atapuerca (Burgos): fósiles de aproximadamente 1 millón de años de antigüedad de un tipo humano "pre-neandertal" Homo antecessor. Algo posterior (900.000 a.) es la cultura de los cantos tallados, yacimiento de El Aculadero (Cádiz), de posible origen africano y protagonizada, probablemente, por el Homo erectus. Cultura achelense, asociada al Homo erectus, cuyos instrumentos típicos son el bifaz y el hendidor. Gran cantidad de yacimientos, principalmente en las terrazas de los ríos como el Tajo, Guadiana, Manzanares,... Los yacimientos más importantes son los de Torralba y Ambrona (Soria). La caza adquiere importancia para la obtención de alimentos. El Paleolítico Medio (90000-30000 a.p.) está protagonizado por un nuevo tipo humano, el Homo sapiens Neanderthalensis, correspondiendo con la cultura denominada musteriense lascas e instrumentos más pequeños y especializados: raederas, puntas, cuchillos, etc. Mayor importancia de los asentamientos en abrigos y cuevas, uso creciente del fuego, inicio del trabajo sobre hueso y primeras manifestaciones de culto funerario son otras características del período. Los principales yacimientos musterienses en la península Ibérica son: Toll (Barcelona), Cova Negra (Valencia), Los Casares (Guadalajara), terrazas del Manzanares Jarama (Madrid), Castillo y Morín (Cantabria),... La etapa más importante corresponde al Paleolítico Superior (30000-8000 a.p.), asociada al Homo sapiens sapiens (Cro Magnon), cuyos restos aparecen en la Península, por ejemplo, en la cueva del Castillo (Cantabria), en la del Parpalló (Valencia) y en la de Carigüela (Granada). Se caracteriza por el desarrollo de la industria del hueso, con nuevos instrumentos como azagayas, agujas, arpones, etc., y muy especialmente por la aparición de las primeras manifestaciones artísticas (arte parietal y mobiliar). La caza se convierte en el principal medio de obtención de alimentos, favoreciendo un aumento de la población. 1

Se pueden distinguir dos grandes áreas, la cantábrica y la mediterránea, y tres fases cronológicamente sucesivas: auriñaciense, solutrense y magdaleniense, que marcan el progresivo desarrollo técnico de la industria lítica y ósea. Es en la última fase, la magdaleniense, cuando aparecen en la Península las grandes manifestación del arte rupestre franco cantábrico 1, como en las cuevas de Altamira, La Pasiega, el Castillo,... (Cantabria). El cambio climático que se produce tras la última glaciación marca el inicio del Mesolítico o Epipaleolítico (8000-5000 a.p.). La retirada o desaparición de los grandes mamíferos produce una "crisis alimentaria" que deberá superarse con el perfeccionamiento de la caza, haciendo más variada y selectiva la recolección e incrementando la pesca y el marisqueo. Se pueden diferenciar tres grandes áreas culturales: la cantábrica, la mediterránea y la portuguesa. En la primera se distinguen dos conjuntos industriales, el Aziliense, caracterizado por los "microlitos", y el Asturiense, en el que dominan los "macrolitos". En ambos casos existe una importante relación con los concheros (depósitos de conchas), muy característicos durante el Mesolítico, como los hallados en los valles bajos del Sado, Mondego y Tajo de la zona portuguesa. El arte del período se reduce al arte mueble basado en ideomorfos 2. EL NEOLÍTICO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA "Revolución neolítica" Desarrollo de la agricultura y la ganadería economía de tipo productivo Inicio del sedentarismo desarrollo de la arquitectura Desarrollo de la cerámica Crecimiento de la población Inicio de la división del trabajo Aparición de la propiedad privada El Neolítico peninsular (5000-3000 a.c.) se desarrolla en tres fases: antiguo, medio y reciente, y presenta una gran diversidad regional. Serán las distintas variedades cerámicas las que sirvan para distinguir las diferentes culturas neolíticas, dado que la industria lítica presenta pocas diferencias con fases anteriores en el inicio del Neolítico. Será muy importante la industria ósea, que se especializa. Asimismo, adquieren importancia los elementos de adorno personal como brazaletes, cuentas de collar, etc. Los tipos de enterramientos más característicos serán dos, bajo losa o pequeño túmulo, y en fosa formando necrópolis. 1 Representación de animales aislados, escasos ejemplos de figuras antropomorfas, naturalismo, policromía. 2 Signos propios del arte prehistórico de significado desconocido y que se asocian a ideas mágico religiosas. 2

Culturas destacas del Neolítico en la Península son, en primer lugar, la cultura de la cerámica cardial 3 (V milenio a.c.), que se inicia en el área catalana, en torno al macizo de Montserrat, extendiéndose posteriormente por Levante y Andalucía. Esta cultura se caracteriza por los sepulcros en fosa formando necrópolis y la ubicación de los poblados en llanuras, cerca de los cultivos. En el área andaluza adquiere el Neolítico una gran importancia, existiendo varios yacimientos destacados, como los de la cueva de Carigüela (Granada), la de Nerja (Málaga), la de la Dehesilla y la del Algar (Cádiz) o la de los Murciélagos (Córdoba), donde adquiere un gran desarrollo los cultivos cerealísticos. Su cerámica más característica se decora inicialmente con incisiones, paso a ser lisa en el Neolítico reciente. En la región levantina hay mucha influencia del Neolítico catalán, presente en yacimientos como los de la Cova de l'or (Alicante), Cova Fosca (Castellón) o cueva de Cocina (Valencia). En la meseta la neolitización es más tardía; destacan yacimientos como los de Diego Álvaro (Ávila) y La Vaquera (Segovia). Igualmente tardío es el Neolítico en la zona vascocantábrica y Galicia. Por último, hay que señalar las destacadas manifestaciones artísticas del arte rupestre levantino 4, cuya cronología llega a abarcar desde el 6000 al 2000 a.c., siendo los yacimientos más destacados los de Cogull (Lérida), Val del Charco del Agua Amarga (Teruel), Valltorta (Castellón) o Minateda (Albacete). EL INICIO DE LA METALURGIA: CALCOLÍTICO Y EDAD DEL BRONCE En el III milenio a.c. se dan importantes cambios, entre los que destaca el inicio de la metalurgia del cobre. Asociados a estos cambios técnicos se produce un desarrollo de la agricultura y aparecen los enterramientos colectivos (megalitismo) y los primeros núcleos preurbanos. El Calcolítico o Edad del Cobre se produce en la Península entre finales del IV milenio y los inicios del II milenio a.c., cuyas principales manifestaciones materiales son: Herramientas de cobre, como cuchillos, puñales, punzones y agujas, aunque también aparecen piezas de adorno personal como brazaletes o sortijas (realizadas también en oro). Cerámica de escasa calidad, gran tamaño y sin decoración. Una excepción es la gran difusión peninsular del vaso campaniforme que aparece en yacimientos como el de Ciempozuelos (Madrid). Monumentos megalíticos, asociados a la difusión de los enterramientos colectivos, de variada tipología (dólmenes, dólmenes de corredor,...) y que pueden encontrarse en casi todas las regiones peninsulares. De los yacimientos de la Edad del Cobre, generalmente situados en zonas cupríferas (Andalucía), el más importantes es el poblado de Los Millares (Almería), siendo también destacados los de El Cabezo del Plomo (Mazarrón, Murcia), El Cerro de la Virgen (Orce, Granada) y el portugués de Vila Nova de Sao Pedro. La Edad del Bronce se inicia a comienzos del II milenio a.c., distinguiéndose varias fases: Bronce antiguo y medio, hasta 1200 a.c., y Bronce pleno, de 1200 a inicios del I milenio a.c. Durante el Bronce antiguo y medio se produce un nuevo desarrollo de la agricultura, fundamentalmente en la periferia Sur y Este peninsular, un progresivo abandono de las técnicas lítica y ósea sustituidas por la metalurgia, desarrollo de la industrial textil, de la cestería y del trabajo en pasta vítrea (cuentas de collar). La cerámica presenta superficies oscurecidas y poca decoración. Destaca la llamada copa argárica, relacionada con otros modelos similares del Mediterráneo oriental. Los enterramientos de este momento son individuales, y se realizan en pequeñas cistas. Los poblados presentan un inicio de ordenación urbanística, situándose en zonal altas y, generalmente, presentan muralla de piedra. De esta primera fase el yacimiento más destacado es el del Argar (Almería), destacando asimismo los poblados de Fuente Vermeja, Fuente Álamo o El Oficio (todos almerienses). También en la región levantina destacan Callosa de Segura, Altico de la Hoya o Cerro de la Cañada Palomera, con una cronología entre el 1700 y el 1300 a.c. LAS CULTURAS PROTOHISTÓRICAS El término protohistoria se refiere al período de la historia hispana entre el año 1200 a.c. y finales del siglo III a.c., es decir, la etapa entre las invasiones indoeuropeas de la península Ibérica y la conquista romana de Hispania. Durante esta etapa histórica se desarrollaron las culturas del Bronce final y de la Edad del Hierro, de las que se han conservado fuentes escritas, básicamente de autores clásicos, aunque sean escasas. 3 Cerámica con decoración por impresión con conchas y/o punzones. 4 Monócromos o bícromos, se representan escenas (caza, danza,...), aparece la figura humana, tendencia a la estilización y esquematización. 3

Del Bronce final al Hierro El período comprendido entre el 1200 y mediados del I milenio a.c. engloba la subfase del Bronce pleno o final y la de la primera Edad del Hierro, estando la división entre ambas entre el 800 y el 700 a.c.. Es un período de gran dinamismo cultural en el que los pueblos peninsulares aumentan sus contactos entre sí y, además, están sometidos a la influencia de las migraciones indoeuropeas y de los colonizadores fenicios y griegos. Se pueden distinguir diferentes áreas geoculturales: En el noreste peninsular se desarrolla desde finales del II milenio a.c. la cultura de los Campos de Urnas, cuya denominación se debe a un rasgo cultural, sus enterramientos, que realizaban incinerando a los muertos y depositando sus cenizas en urnas. Esta cultura procede de Europa central y está protagonizada por indoeuropeos, los celtas. Pueden establecerse varias etapas u oleadas migratorias, la más antigua corresponde a 1200-900 a.c.; una segunda etapa se produce en torno al 900-700 a.c., extendiéndose esta cultura desde Cataluña hacia Levante y el valle del Ebro. Desde el siglo VIII a.c. se produce una nueva etapa u oleada migratoria, asociada ya a la difusión de la metalurgia del hierro que viene acompañada de una creciente diferenciación social. La zona mediterránea, incluyendo el Levante y el sureste peninsular, se caracteriza por mantener el substrato cultural anterior, que se verá marcado por la influencia de la cultura de los Campos de Urnas catalana y, posteriormente, de fenicios y griegos. Destaca el "tesoro de Villena" datado en los primeros siglos del I milenio a.c.. A partir del siglo VII a.c. se generaliza el uso del hierro, desapareciendo la inhumación en cista de época argárica. En el oeste de la Península, desde Galicia hasta el sur de Portugal, se desarrolla el llamado Bronce atlántico, caracterizado por la utilización masiva de metales (cobre, estaño y oro). El hábitat típico de este momento es el "castro", formado por cabañas circulares con organización irregular, protegidas por foso y empalizada. Esta cultura presenta varias etapas; la última, a partir del año 800 a.c., coincide con la llegada del hierro por el sureste por influencia fenicia que tarda en difundirse hacia el noreste la menos un siglo. En la Meseta el Bronce final queda representado por la cultura de Cogotas I, yacimiento de la provincia de Ávila, caracterizado por una cerámica con decoración incisa y excisa, que se difundirá a otras zonas culturales hispanas. Las principales actividades económicas son la ganadería ovina y caprina, y la agricultura de cereales. A partir del 700 a.c. se inicia en la Meseta la primera Edad del Hierro, que dura hasta el 450 a.c. aproximadamente. El poblado más destacado es el de Soto de Medinilla (Valladolid). Por último, en las islas Baleares se desarrolla a partir de 1300 a.c. la llamada cultura talayótica, posiblemente llevada a las islas por emigrantes. Esta cultura se caracteriza por los monumentos megalíticos (talayots, navetas y taulas). La cultura tartésica Entre finales del II milenio y mediados del I milenio a.c. (paralelamente a las culturas mencionadas arriba) se desarrolla una floreciente cultura en el área de Andalucía occidental, que recibe el nombre de Tartessos, de la que se hallan referencias históricas en textos semíticos y griegos. Los factores de este desarrollo son, principalmente, los siguientes: existencia de un importante substrato cultural anterior, gran potencial económico de la región, gran concentración humana, estrecha relación con las culturas vecinas y, como factor decisivo, el contacto con los pueblos colonizadores, en particular con los fenicios. La metalurgia tartésica fue muy variada, se utilizó el bronce común y el bronce tartésico (aleación de cobre y zinc latón ), desarrollándose el uso del hierro a partir del siglo VII a.c.; asimismo, tuvo un gran desarrollo la orfebrería, habiéndose encontrado destacados tesoros, como el de Aliseda (Cáceres, 600 a.c.) o, principalmente, el tesoro del Carambolo (Sevilla, 600 550 a.c.). También es muy destacada la cerámica tartésica. En relación al urbanismo, los poblados de esta cultura son mayores que los de épocas precedentes, en ocasiones rodeados por grandes murallas. Las viviendas tenían planta rectangular. Destacan los poblados de Asta Regia, Alfaraque y el Carambolo. Las bases económicas tartésicas fueron la agricultura usaban del yugo y el arado; los cultivos más destacados fueron el olivo y la arboricultura, la ganadería y la minería, destacando también la pesca. Fue muy importante el comercio, tanto con otros territorios peninsulares como, fundamentalmente, con los fenicios. Socialmente hubo una creciente especialización de funciones y una gran diferencia entre la elite dominante y el pueblo, existiendo vestigios de servidumbre o esclavitud. La organización política se basó en una monarquía, en la que destaca, por las referencias históricas, el nombre del rey Argantonio (siglos VII-VI a.c.) En cuanto a los aspectos culturales, las creencias y la religión tartésica estuvo muy influenciada por los fenicios, como demuestra el culto a la diosa Astarté, de origen oriental. Se conocen diversos santuarios, como el de Cástulo (siglos VIII-VII a.c.). Asimismo, la escritura tartésica pudo tener su origen por influencia fenicia. 4

Hacia mediados del I milenio a.c. la cultura tartésica desaparece. Como causas se consideran, en primer lugar, la crisis fenicia a lo largo del siglo VI a.c. y, en segundo lugar, la expansión hacia el sur de la cultura celtibérica. Los turdetanos fueron los continuadores de la tradición tartésica en la zona andaluza. La segunda Edad del Hierro: los pueblos prerromanos Mediado el I milenio a.c. se inicia la segunda Edad del Hierro en la península Ibérica, etapa que se caracteriza por el uso generalizado del hierro que sustituye definitivamente al bronce; también se caracteriza por la cerámica a torno y por la aparición de importantes progresos en las actividades económicas, especialmente en la agricultura y la ganadería. Los pueblos asentados en la Península en este momento, herederos de las tradiciones indígenas, reciben el nombre de prerromanos, pudiendo distinguirse entre ellos diferentes áreas culturales: Área cultural ibérica, muy marcada por la influencia de los pueblos colonizadores. Área cultural céltica o indoeuropea, en contacto más estrecho con la Europa occidental. Asimismo, existe un área cultural con elementos comunes a ambas, la llamada cultura celtibérica. La cultura ibérica surge como resultado de los cambios en la tradición indígena ocasionados por la influencia cultural de los pueblos colonizadores, fundamentalmente por la influencia griega, y queda plenamente establecida en torno al siglo V a.c., abarcando una amplia zona geográfica desde los Pirineos hasta la Andalucía occidental. Pueblos iberos destacados fueron: indigetes y layetanos en la actual Cataluña, edetanos y contestanos en Valencia, mastienos en la costa de Murcia, bastetanos en la Andalucía oriental y turdetanos en la Andalucía occidental. Los ilergetes del valle del Ebro y los oretanos del alto Guadalquivir fueron pueblos intermedios entre la cultura ibérica y el área indoeuropea. Su economía se basó en la agricultura (cereales, vid, lino, esparto,...), la ganadería (muy variada) y la minería, así como la industria textil y el comercio, tanto con otros grupos iberos como con los pueblos colonizadores, que presentó una importante novedad, la introducción de la moneda como unidad de cambio. La sociedad estaba muy jerarquizada; a la cabeza un rey con autoridad sobre la ciudad y su territorio (en ocasiones sobre varias ciudades), seguido de los guerreros (portadores de la falcata, espada ibérica), los artesanos, campesinos y, por último, siervos y esclavos. No existía unidad política. En el urbanismo ibérico pueden distinguirse entre los núcleos urbanos y los poblados menores; en general forman planos regulares con casas adosadas formando calles paralelas y murallas, frecuentemente ubicados en lugares elevados. En relación al mundo de las creencias, no hay constancias de divinidades pero sí hay abundantes santuarios en emplazamientos naturales asociados al agua donde se depositaban gran cantidad de exvotos de diversos materiales, fundamentalmente en bronce santuario del Cerro de los Santos. Los enterramientos dominantes son por incineración; las cenizas se depositaban en una urna. Existen diversos tipos de tumbas: turriformes (tumbas reales) y tumbas de cámara, en una de las cuales se halló la famosa Dama de Baza. 5

Entre las manifestaciones culturales hay que destacar la importancia que alcanzó la escritura ibérica. El arte se centra en la pintura sobre cerámica y la escultura votiva, funeraria, etc., entre la que destacan la Dama de Elche, la Dama de Baza, la Dama oferente del Cerro de los Santos y la Bicha de Balazote. En el norte y centro de la península Ibérica se asentaron los pueblos celtas y celtíberos, correspondientes al área cultural indoeuropea y, por tanto, con una mayor relación y un mayor contacto con la Europa occidental. Fueron pueblos predominantemente ganaderos que practicaron el nomadismo y no tenían gran número de ciudades, pero que desarrollaron mucho la metalurgia del hierro. Socialmente eran más arcaicos, manteniendo estructuras de tipo tribal. Entre estos grupos destacan: Entre el Ebro medio y la zona oriental de la submeseta norte, los celtíberos, como los lusones, los pelendones, los arévacos y los celtíberos propiamente dichos. Eran pueblos ganaderos, con una gran desarrollo del trabajo en hierro (gladium hispaniensis), cuyos principales núcleos fueron Numantia y Termantia. En la Meseta occidental estaban los vettones, conocidos por los verracos, esculturas toscas de animales asociadas a cultos ganaderos. Destacan los poblados de Sanchorreja (Ávila) y el de Cogotas. En el centro de la cuenca del Duero estaban asentados los vacceos, principalmente agricultores. Sus principales ciudades fueron Cauca y Pallantia. Al sur del Sistema Central se encuentran los carpetanos, básicamente pastores. Al oeste de la Meseta se hallaban los lusitanos, que practicaban la ganadería y la minería. Del norte y noroeste peninsular el pueblo más conocido es el galaico, la cultura de los castros 5, de los que se han localizado más de cinco mil entre Galicia, norte de Portugal y occidente de Asturias. Tuvieron un gran desarrollo de la orfebrería en oro, siendo su bases económicas la ganadería, la pesca y el marisqueo. Tuvo importancia en estos pueblos la adivinación y la magia. Por último, desde el área galaica hasta los Pirineos occidentales, se encuentran los astures, cántabros y vascones, y otros pueblos más reducidos, dedicados fundamentalmente a la recolección de alimentos y a la ganadería de cabras y cerdos. Fueron sociedades con un marcado régimen matriarcal. LOS PUEBLOS COLONIZADORES Durante la primera mitad del I milenio a.c. el área del Mediterráneo occidental sufrió un intenso proceso de colonización por parte de fenicios, griegos y cartagineses. La causa principal de estas colonizaciones fue el comercio, basado fundamentalmente en los metales (cobre, estaño, oro, plata,...), pero también hubo un importante interés por las pesquerías y salazones de la costa andaluza peninsular. Colonización fenicia El primer pueblo en llegar a la península Ibérica fue el fenicio; según las fuentes literarias, Gadir (Cádiz) fue fundada en el año 1100 a.c., pero los restos más antiguos hallados hasta la fecha datan de finales del siglo IX a.c., siendo una fecha arqueológicamente probable para la fundación de Gadir la del 800-775 a.c. A partir de la primera mitad del siglo VII a.c. los fenicios fundaron diversas colonias en la costa mediterránea andaluza Malaka (Málaga), Sexi (Almuñécar, Granada), Abdera (Adra, Almería), atraídos por la riqueza minera de la zona, fundamentalmente Huelva (Río Tinto), por ello, también, el intenso comercio que tuvieron con Tartessos, interesados por sus manufacturas y orfebrería. La influencia cultural fenica sobre los pueblos de la península Ibérica es muy importante y fundamental. El urbanismo fenicio marcó la transformación de los poblados indígenas en auténticas ciudades; la introducción del torno de alfarero; la difusión de diversas técnicas del trabajo de los metal y de la orfebrería; la adopción por parte de los indígenas de deidades de origen oriental, como la diosa Astarté o el dios Melkart; o el desarrollo de la escritura entre los pueblos peninsulares por influencia fenicia, son varias de estas importantes aportaciones culturales de los fenicios. La caída de Tiro, capital de Fenicia, en el año 573 a.c. ante Nabucodonosor II marca el inicio de la decadencia fenicia en el Mediterráneo occidental. Colonización griega La colonización griega fue posterior a la fenicia; a partir del último cuarto del siglo VII a.c. los focenses tuvieron un intenso contacto comercial con Tartessos, marcando el inicio de la presencia griega en la península Ibérica. La fundación entre el siglo VII y VI a.c. de Masalia (Marsella) sirve de punto de partida de la actividad griega en las costas 5 Poblado localizado en un alto, rodeado de muralla, en cuyo interior las casas, circulares con muros de piedra y techo cónico de paja, se disponen sin orden ni plan urbanístico. 6

peninsulares catalanas, donde los focenses crean importantes colonias, como Rhode y Emporion 6 (Ampurias), fundada ésta en torno al 575 a.c. y que logra un gran auge como centro comercial en el siglo V a.c. En este siglo de apogeo del comercio griego en la Península se fundan nuevas colonias en el sureste peninsular, como Hemeroskopeion, Alonis y Akra Leuké (en torno a Denia, Benidorm y Alicante, respectivamente). Se han hallado en la Península gran cantidad de objetos materiales que ponen de manifiesto la importancia de la presencia griega: abundante cerámica cráteras, lekitos, ánforas, copas, etc., objetos de bronce cascos, figuras,..., esculturas de piedra escultura del dios Asklepios (Ampurias) y la acuñación de moneda (Ampurias). La derrota griega contra etruscos y cartagineses en la batalla de Alalia (535 a.c.), si bien no influye inicialmente en la actividad griega en la península Ibérica, marca el inicio de la decadencia comercial griega en el Mediterráneo occidental. Colonización cartaginesa Cartago, ciudad fundada en el norte de África (Túnez) por exiliados tirios, continuó con la actividad abandonada por los fenicios. La colonización púnica en el occidente mediterráneo se desarrolla a partir del siglo VI a.c., siendo la fundación de Ebusus (Ibiza) en el año 654 a.c. y la colonización de la isla el hito que marca la expansión cartaginesa, que se hace manifiesta e intensa a partir del siglo V a.c., cuando Ibiza se convierte en un importante centro comercial. También se encuentran restos púnicos en diversos lugares de la Península como Villaricos, Almuñécar, Málaga, Cádiz (sarcófagos antropoides), o la destacada Cartago Nova (Cartagena), fundada en el año 226 a.c. 6 Ciudad de planta rectangular, trazado ortogonal con ágora en el centro y amurallada. 7