Marxismo Vivo nueva época Marxismo y Religión Debemos luchar contra la religión. Esto es el abecé de todo materialismo y, por tanto, del marxismo. Pero el marxismo no es un materialismo que se detenga en el abecé. El marxismo va más allá. Afirma: hay que saber luchar contra la religión, y para ello es necesario explicar, desde el punto de vista materialista, los orígenes de la fe y de la religión entre las masas. (V.I. Lenin) Revista Teórica de la LIT CI
122 Contenidos del dossier CONTENIDOS Por una interpretación materialista sobre el origen y los fundamentos de la religión...123 Sobre la historia del cristianismo originario...127 El socialismo y las iglesias...151 Socialismo y religión...175 La actitud del partido obrero hacia la religión...181 Año II N. 2 Octubre de 2011
Marxismo Y Religión 123 POR UNA INTERPRETACIÓN MATERIALISTA SOBRE EL ORIGEN Y LOS FUNDAMENTOS DE LA RELIGIÓN Revista Teórica de la LIT CI Cecília Toledo (Brasil) La religión ha encontrado un terreno fértil para desarrollarse. En la medida en que aumenta la explotación de los trabajadores, que hoy, con el imperialismo, alcanza niveles muy superiores a los del inicio del capitalismo; en la medida en que esa explotación trae todo tipo de secuelas, sobre todo la destrucción de los valores humanos y la falta de perspectiva futura de una vida mejor en este mundo, más y más seres humanos depositan sus ilusiones en una de las millones de iglesias y sectas religiosas que proliferan por el mundo. El crecimiento vertiginoso de las religiones, que llevan más y más masas a las calles para pedir paz en la Tierra, para pedir por el fin de la miseria y de la violencia, es el mejor ejemplo de la falencia del sistema capitalista imperialista que el mundo soporta desde la Primera Guerra Mundial. El crecimiento de las iglesias, contradictoriamente, es un reflejo del atraso de las masas, mantenidas en el abandono de la ignorancia y de la súper explotación, que llevan a un proceso continuo de alienación de sí mismo y de los demás, como de una falta de esperanza en este sistema, un volver la espalda para una vida terrena que hace mucho desistió de apostar en el avance de la humanidad. En Occidente, la Iglesia católica, aun asolada por escándalos de pedofilia, corrupción y enriquecimiento vergonzoso, continúa siendo una de las más fuertes y arrastrando a millones de fieles a rezar por sus inúmeros santos. Incluso no duda en canonizar nuevos padres y monjas, creando otros santos para que sean adorados por los fieles cuando éstos comiencen a dar señales de desmoralización. En Medio Oriente, el islamismo, como religión de Estado, y el judaísmo, se mantienen hace siglos y se renuevan en medio de la lucha de clases, sirviendo de escudos para las monarquías y los gobiernos pro-imperialistas, que utilizan las creencias de los pueblos para mejor someterlos, para lanzarlos unos contra otros, para dividir a los que luchan, como la mejor forma de reinar sobre todos.
124 Cecília Toledo Las iglesias y las religiones son muchas y cada día surgen nuevas, pero todas tienen un precepto común: aceptar las desgracias con la cabeza baja, como castigos a ser soportados en esta vida a cambio de una vida mejor en el paraíso. Esa idea, que de una u otra forma está embutida en todas las religiones, es el mejor antídoto contra la lucha de clases. Sin embargo, el materialismo histórico muestra que todo tiene un límite; los seres humanos soportan las desgracias sólo hasta el punto en que su supervivencia estuviere amenazada. Y, a pesar de que las religiones aún arrastran a millones de fieles, la lucha de clases está en ascenso, justamente en aquellos países en que la religión es un asunto de Estado. Un buen ejemplo de eso son las mujeres musulmanas que, aun con los velos islámicos en su cabeza, con la creencia de que son inferiores u otras ideologías religiosas clavadas en sus cerebros, están en las calles luchando contra las monarquías árabes y mostrando que quieren una vida mejor aquí mismo, sobre la Tierra. Aun con la condena de la Iglesia y manteniéndose religiosas, cada vez más mujeres en el mundo apelan al aborto cuando no pueden o no quieren tener hijos. Los ejemplos por la negativa también valen como prueba de que el discurso religioso ya no cala tan profundo cuando las condiciones materiales de vida hablan más alto. La Iglesia enseña que matar es pecado, pero nunca se mató tanto como hoy, sobre todo en las guerras imperialistas. La Iglesia enseña que robar es pecado, pero ella misma ya no consigue esconder tantos escándalos de corrupción, además de encubrir a gobiernos y burgueses corruptos hasta la médula. La Iglesia, como una de las instituciones más importantes del Estado burgués, sufre los embates de la lucha de clases. En este dossier, Revista Marxismo Vivo trata este tema tan complejo y al mismo tiempo tan candente de nuestros días, como es el tema de la religión. En toda su historia, el marxismo dio gran importancia a esta cuestión buscando explicar de forma materialista la participación del proletariado en las distintas religiones, y el papel que ellas cumplieron en la lucha de clases y cómo sirvieron a las clases dominantes, en los diversos períodos históricos, para mantener su dominación. Presentamos, en primer lugar, el texto de Friedrich Engels, Sobre la Historia del Cristianismo Primitivo, escrito en 1895. En él, Engels muestra que la historia del cristianismo primitivo tiene puntos muy claros de coincidencia con el moderno movimiento de la clase trabajadora. Como, en el inicio el cristianismo, era originalmente un movimiento del pueblo oprimido, habiendo surgido primero como la religión de los esclavos, del pueblo destituido de todos los derechos, de las personas subyugadas o dispersas Año II N. 2 Octubre de 2011
Marxismo Y Religión 125 por Roma. Engels recuerda que ambos, el cristianismo y el socialismo, pregonan la salvación futura de la miseria, pero mientras el cristianismo habla de esa salvación en una vida después de la muerte, el socialismo la plantea para aquí, para este mundo, en la transformación de la sociedad. El segundo texto incluido en este dossier es El Socialismo y las Iglesias, de Rosa Luxemburgo, que data de 1905, cuando la primera fase de la revolución explotó en Rusia. Es una elaboración de Rosa hecha al calor de la revolución y que, por lo tanto, trae esa fuerza interna en cada uno de sus argumentos. Rosa Luxemburgo, que vivía en Alemania, se dedicó a ayudar a dirigir el Partido Social Demócrata de Polonia y Lituania (PSDPL) y a difundir e interpretar las noticias de la Revolución Rusa entre la clase trabajadora alemana, escribiendo infinidad de folletos que eran leídos ávidamente por los trabajadores y activistas. La Revolución de 1905 aproximó a muchos luchadores al partido, obreros e intelectuales que recibían un curso acelerado de teoría y práctica revolucionarias. Rosa se preocupaba por difundir al máximo posible las ideas marxistas, en responder a los problemas fundamentales de la lucha de clase y a desterrar algunos de los preconceptos más arraigados entre la clase trabajadora. El folleto intitulado El Socialismo y las Iglesias fue uno de los frutos de ese período, cuyo objetivo era explicar a los trabajadores polacos que estaban adquiriendo conciencia de clase, exactamente por qué la Iglesia es una institución reaccionaria, que se opone a la revolución, y cómo llegó a convertirse en una de las más ricas e inhumanas fuerzas de explotación de los trabajadores. También data de 1905 el texto Socialismo y Religión, de V. I. Lenin, que publicamos luego del de Rosa Luxemburgo. En ese texto clásico y totalmente actual, Lenin parte de la premisa marxista de que toda la sociedad moderna está construida sobre la explotación de la enorme masa que forma la clase obrera por parte de una insignificante minoría de la población perteneciente a la clase de los capitalistas, para explicar el papel de la religión. Lenin analiza la religión desde el punto de vista de clase y no desde un punto de vista meramente filosófico, para mostrar que la opresión económica de los trabajadores es la fuente de todo tipo de opresión política, de humillación social, que oscurece y embrutece la vida espiritual y moral de las masas. Y en ese proceso, la religión es uno de los elementos de opresión espiritual que en todas partes oprime a las masas, agotadas por el perpetuo trabajo para los otros, por la necesidad y por el de - samparo. Pero Lenin resalta la gran contradicción que engendra la religión: el esclavo que adquirió conciencia de su esclavitud y lucha por su liberación es ya Revista Teórica de la LIT CI
126 Cecília Toledo medio esclavo; el obrero consciente, formado en las grandes fábricas, tiene más condiciones de superar los principios religiosos, de comprender los avances científicos, de tener una comprensión materialista del mundo, y trata de conquistar para sí una vida mejor aquí, sobre esta tierra. Otro texto imperdible de Lenin es aquel en el cual discute la Actitud del Partido Obrero frente a la Religión, escrito en 1909. Recuerda que la cuestión no es tan simple como parece. El marxismo siempre considera que todas las religiones e iglesias modernas, todas y cada una de las organizaciones religiosas, son órganos de la reacción burguesa llamados a defender la explotación y a embrutecer a la clase trabajadora. Ese principio llevó a la socialdemocracia a declarar que la religión debe ser tratada como asunto privado (Programa de Erfurt, 1891), o sea, de fuero íntimo, y no algo impuesto y controlado por el Estado. Sin embargo, para Lenin esa táctica se convirtió en una rutina, y llegó a engendrar una nueva distorsión del marxismo en el sentido contrario, el sentido oportunista. Según Lenin, la tesis del Programa de Erfurt comenzó a ser interpretada en el sentido de que nosotros, los socialdemócratas, nuestro Partido, considera la religión un asunto privado; que para socialdemócratas, como Partido, la religión es un asunto privado. No obstante, la socialdemocracia considera la religión como un asunto privado en relación con el Estado, pero de ningún modo con relación a sí misma, al marxismo y al partido obrero. Debemos luchar contra la religión, decía Lenin. Ese es el abecé de todo materialismo y, por lo tanto, del marxismo. Pero el marxismo no es un materialismo que se detenga en el abecé. Él va más allá. Afirma: es preciso saber luchar contra la religión, y para eso es necesario explicar desde el punto de vista materialista los orígenes de la fe y de la religión entre las masas. La lucha contra la religión no puede limitarse a la propaganda ideológica abstracta; es preciso vincular esa lucha a la actividad práctica, concreta, de la lucha de clases, que tiende a eliminar las raíces sociales de la religión. Ningún folleto educativo será capaz de desarraigar la religión entre las masas que dependen de las fuerzas ciegas y destructivas del capitalismo, mientras ellas no aprendan a luchar unidas y organizadas contra esa raíz de la religión. El partido del proletariado exige del Estado que declare la religión un asunto privado, pero no considera asunto privado la lucha contra las supersticiones religiosas, por medio de la educación materialista y de la concientización de que la fuerza para transformar el mundo no está en ningún ser abstracto, superior, inaccesible, sino en sí mismo y en su clase. *** Año II N. 2 Octubre de 2011