LA TEJEDORA DE SUEÑOS Basado en La tejedora de sueños, de BEGOÑA IBARROLA en "Cuentos para sentir. Educar los sentimientos". Adaptación de Ángeles Merino Ruiz. Había una vez, en una hermosa montaña, una tribu guiada por una Tejedora de Sueños. Ella era la encargada de organizar el trabajo de todas las personas del poblado para que no faltara comida y, cuando alguien enfermaba, la Tejedora de Sueños entonaba canciones mágicas que tenían el poder de sanar el cuerpo y el alma. Las mujeres de la tribu, según las enseñanzas de sus atepasados, tenían poderes para interpretar las señales de la Naturaleza y para encontrar los remedios a todo tipo de males. Y eran precisamente las mujeres quienes se ocupaban de buscar a la Tejedora de Sueños. La elegida sería aquella joven que supiera las canciones mágicas, aquella que se inventara historias que ayudaran a curar, aquella que supiera viajar al mundo de los sueños, aquella en quien las demás confiaran. Maya era la hija de la Tejedora de Sueños. Ella conocía perfectamente el poder de la música a pesar de su corta edad, pues desde bien pequeña su madre le había susurrado canciones al oído, canciones que debería saber para poder convertirse algún día en la futura Tejedora de Sueños. 1
A ella le gustaba mucho cantar, pero sabía que nunca debía enseñar estos cantos mágicos a nadie, pues podrían ocurrir cosas terribles, según le contaban las personas más ancianas de la tribu. Un día, mientras recogía plantas medicinales y alguna flor para adornar su pelo, Maya tarareaba una de aquellas sagradas canciones en lo alto de la colina, sin darse cuenta de que alguien la estaba escuchando: era su amigo Ubali. Qué cantas, Maya? -le preguntó mientras se acercaba-, me gustaría que me enseñaras tus canciones. Pero Maya contestó: Sabes que no puedo, tú eres un chico y es costumbre de nuestro pueblo que sean sólamente las mujeres las que aprendan y utilicen estos cantos. Pero Maya, nadie se enteraría, te lo prometo, yo sólo quiero que me enseñes a cantar como tú, porque siento algo muy especial cuando te oigo. En ese momento empezó a dudar. Por un lado, Maya sabía que eso estaba prohibido, pero Ubali era uno de sus mejores amigos y no quería defraudarle. Está bien, pero sólo te enseñaré una. Tienes que prometerme que no se lo dirás a nadie. Te lo prometo -dijo su amigo Ubali, mientras se sentaba en una roca. Maya se sentó a su lado, cerró los ojos y comenzó a susurrar en sus oídos una melodía, mientras el muchacho sentía que algo extraño le estaba ocurriendo. 2
Cuando terminó de cantar, Maya abrió los ojos y lanzó un fuerte grito que asustó a todos los animales de los alrededores: Ubali había desaparecido de su vista en medio de una espesa niebla. La chica, asustada, comenzó a llorar desesperada pensando que había perdido a su mejor amigo. De pronto, el muchacho volvió a aparecer delante de sus ojos, aunque se dio cuenta de que no era el mismo de siempre: Ubali se había convertido en una muchacha! Qué me ha pasado? -gritó Ubali, al ver su nuevo cuerpo-. Maya, qué has hecho? Creí que eras mi amiga y me has hechizado con tu canto! La joven le miraba de arriba a abajo llorando y temblando de miedo, sin comprender lo que pasaba. Lo siento, Ubali, yo no sabía que te podría ocurrir esto...-le dijo-. Iré a buscar a mi madre, ella sabrá lo que hay que hacer. Tú quédate aquí hasta que yo vuelva. Maya bajó la colina corriendo en busca de su madre y le contó, con mucha angustia, lo que había sucedido. La Tejedora de Sueños, después de regañar severamente a su hija por haber roto su promesa, le dijo: Ahora no puedo hacer nada, pero cuando llegue la noche buscaré un remedio en el mundo del sueño y se lo llevaré.. Maya se fue al encuentro de su amigo Ubali cabizbaja, porque sentía mucho que su madre no pudiera solucionar su problema con rapidez: Ubali -le dijo-, mi madre no puede hacer nada por ti hasta que llegue la noche. Me ha prometido ayudarte cuando consiga el remedio en el mundo del sueño. Y yo qué voy a hacer hasta que llegue la noche? -le dijo Ubali desesperado. Así no puedo regresar al poblado. Pues quédate aquí hasta que llegue mi madre y yo me quedaré a tu lado para hacerte compañía -le dijo. Pero Ubali estaba muy enfadado con Maya y le pidió que le dejara solo. Maya se fue triste y preocupada, confiando en que su madre consiguiera pronto el remedio para deshacer el hechizo de su amigo. 3
Aquella noche iba a ser muy larga, pensó el muchacho, y se quedó contemplando el atardecer, confiando en que apareciera pronto la Tejedora de Sueños. Nadie sabía lo que pasaba en el interior de Ubali, sólo él se daba cuenta de que veía todo de otra manera, olía nuevos aromas que le venían de la pradera, y escuchaba los sonidos de la tierra como si fuera la primera vez. Sus sentidos se estaban abriendo a sensaciones desconocidas. No sólo había cambiado su cuerpo, sino que su mente pensaba de forma distinta y su corazón sentía cosas que antes nunca había sentido. Ubali no podía dormir, aquella experiencia era demasiado extraña para él, todo le parecía nuevo. Al observar cómo un águila cuidaba de sus polluelos, sintió la ternura que sienten todas las madres; las flores que tapizaban la pradera le parecieron de una belleza deslumbrante, como si nunca las hubiera visto antes. Entonces, cerró los ojos y sintió cómo la brisa del viento le acariciaba. Tocado por una magia especial, miraba al Sol en su descenso por el horizonte y su visión le emocionó tanto que las lágrimas llegaron a sus ojos. 4
Entretanto, la Tejedora de Sueños buscaba el remedio al hechizo, y por fin encontró la canción mágica para devolver a Ubali a su estado anterior. Subió lo más rápidamente que pudo hasta lo alto de la colina. Allí se encontró al muchacho despierto, observando con atención todo lo que estaba pasando en su interior: Ubali, ya estoy aquí! -le dijo la Tejedora de Sueños. Traigo el remedio para tu hechizo. Te cantaré una canción mágica al oído y dentro de poco todo volverá a ser como antes. Pues no estoy seguro de querer volver a mi estado anterior. Desde que mi cuerpo y mi sensibilidad es como el de una muchacha, me siento mucho mejor: oigo los sonidos de la Naturaleza, huelo fragancias de hierbas y flores, los colores del campo me parecen más bellos que nunca y mi corazón está feliz Ubali permaneció un momento en silencio un luego dijo: Te agradezco tu esfuerzo por deshacer mi hechizo, pero me quedaré como estoy. Quiero seguir sintiéndome así de bien. Es fantástico! Estoy a gusto con mi nuevo cuerpo y con mi nueva sensibilidad. Desde aquel día, Ubali comenzó a aprender las canciones mágicas junto a Maya y su madre. La Tejedora de Sueños les enseñó los secretos de la música, las plantas y las piedras. Les enseñó a comunicarse con los animales y a interpretar las señales de la tierra, del agua, del aire y del fuego. Algún día, cuando Ubali y Maya crezcan, serán las personas más indicadas para ocupar en la tribu el puesto de la Tejedora de Sueños. FIN 5