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Índice Siéntete libre de compartir este artículo para que tus amigos y conocidos amantes de la Historia puedan unirse a revistadehistoria.es 1. El hoplita ateniense del siglo V ac (Parte I) 2. Armamento del hoplita ateniense del siglo V ac (Parte II) 3. Ilíada, héroes, armas y dinámica de combates 4. Ilíada, Táctica, Estrategia y Combates 5. La batalla de las Termópilas

6. Tanagra, el primer enfrentamiento entre Atenas y Esparta. (Primera Parte) 7. La batalla de Tanagra, Esparta versus Atenas(II) 8. Espartiata, como convertir a un bebé en el guerrero mas temido de Grecia 9. Mirónides, el ateniense olvidado (I) 10. Mirónides, el ateniense olvidado (II) 11. El ejército macedonio. La creación de Filipo II

12. revistadehistoria.es El hoplita ateniense del siglo reciben V gratis ac nuestros (Parte artículos históricos I) por email. Ya nos siguen más de 68.000 fans en facebook, 9.500 seguidores en Twitter, 5.600 +1 en google+ y 20.000 cultas y selectas personas Apúntate a nuestro selecto boletín, y te avisaremos cuando publiquemos un nuevo artículo histórico, para que lo leas cuando te plazca. Mucho se ha escrito sobre los soldados espartanos, no en vano eran los hoplitas Compártelo con tus amigos y conocidos (infantes pesados en la antigua Grecia) más temidos de la época. Sin embargo los espartanos eran la excepción, pues ningún soldado griego se dedicaba a tiempo completo a la guerra, por lo que surge la pregunta, cómo eran los mayores rivales de los espartanos en el siglo V ac., es decir, cómo eran los hoplitas atenienses del siglo V ac.? El hoplita ateniense, Choque de falanges El hoplita ateniense del siglo V ac La primera cuestión que debe tratarse es el origen social de los hoplitas atenienses, pues la condición de hoplita se encontraba relacionada con el status social. En Atenas procedían en su inmensa mayoría de la clase llamada los zeugitai, es decir, la tercera de las cuatro clases en las que el legislador Solón dividió a los atenienses un siglo antes, según su índole económica. Por supuesto las dos clases superiores, menos numerosas, también aportaban hoplitas, pero es la tercera la que supone la base de este tipo de soldados. Los componentes de esta clase estaban lejos de ser grandes propietarios, pero si que tenían un terreno lo suficientemente grande como para pagarse su propia panoplia. Muy clarificadoras son las palabras del helenista francés Edouard Will, que calificó la carga de los hoplitas atenienses en Maratón como la carga de los campesinos

del Ática". El hoplita ateniense Por lo tanto los hoplitas atenienses eran ante todo medianos propietarios, hombres libres que vivían pendiente de los cambios del tiempo, de la recolección de la cebada o de tener el dinero suficiente para poder pagar la comida que consumían sus dos esclavos, o se vería obligado a vender uno. Para estos varones mayores de veinte años, y a pesar de no ser su ocupación central tal y como estamos diciendo, la guerra (polemos) si que era una faceta casi familiar, una condición más de lo que suponía ser ciudadano ateniense, La guerra es la madre de todas las cosas" frase atribuida a Heráclito y que ejemplifica como pocas la relación de los griegos con la guerra Para ellos la guerra era como acudir a la asamblea o cumplir con sus deberes cuando les tocaba algún cargo público. Cuando llegaba la primavera y con ella el tiempo de los combates, el hoplita ateniense se vestía con la panoplia pagada por él mismo o recibida en herencia por parte de su padre, ya demasiado viejo, o fallecido, como para llevarla.

El hoplita ateniense A comienzos del siglo V ac., los atenienses combatían agrupados en diez tribus (siguiendo la nueva división política en la que Clístenes había dividido a los habitantes del Ática), cada una dirigida por un stratego. Los diez strategoi se encontraban encabezados por el Arconte Polemarco, y los once eran quienes tomaban las decisiones a ejecutar por parte del cuerpo cívico en combate. En esa fecha se estima que cada tribu podía alinear alrededor de 1.000 hoplitas. El hoplita ateniense Y hasta aquí se acaba la excepcionalidad militar de Atenas en el mundo griego, porque la formación de combate de las diez tribus era la misma que el resto de los griegos, la falange. Esta táctica suponía que los hoplitas combatiesen en formación cerrada, hombro con hombro, presentando un muro de escudos lo más compacto posible al enemigo y del cual sobresalían las lanzas. Los atenienses también colocaban a sus mejores tropas en el lado derecho del frente de combate, porque los griegos entendían que al embrazar el escudo con el

brazo izquierdo, el lado derecho estaba así mucho más desprotegido. Era en este sector donde se colocaba el Arconte Polemarco. El hoplita ateniense Esta forma de combate responde a todo un comportamiento social, ya que lo importante en este tipo de lucha era el grupo, no las individualidades. Este aspecto puede observarse muy bien en quien erigía el trofeo si se alcanzaba la victoria tras una batalla. Eran los atenienses, como cuerpo cívico, y no el stratego quien lo hacía. El hoplita ateniense Por otro lado el combate hoplítico se entendía como la manera de luchar más digna, la más honrosa para cualquiera de los ciudadanos, de ahí que la inmensa mayoría de los atenienses más acomodados lucharan como hoplitas y no como caballeros sobre sus monturas. Por supuesto los ciudadanos menos pudientes (thetes) y que no podían permitirse el costearse su panoplia, no podían llegar nunca esta posición de honra. Los thetes nunca alcanzarían esa virtud (areté) que, como vemos, los atenienses (en este caso también el resto de los griegos) asociaban a una determinada forma de combatir. Para una ciudad democrática como Atenas, la asociación del hoplita con el ciudadano virtuoso, suponía que estos apoyaran a las facciones que apostaban

por una democracia más moderada (algunos líderes fueron Arístides, Cimón o Tucídides), en contraposición a los thetes, que apoyaron a aquella facción que apostaba por una democracia más plena (algunos líderes fueron Temístocles, Efialtes o Pericles). Durante todo el siglo V ac. los thetes servirán en la flota, y de ahí vendrá la asociación por parte de los atenienses de la flota con la democracia más radical, y el ejército de a pie, los hoplitas, con los aristócratas o al menos con una versión de la democracias más moderada. La importancia de pertenecer a este grupo politico-económico-social", puede observarse en el epitafio de Esquilo, en el cual no se menciona su faceta de poeta trágico, sino su papel en la batalla de Maratón, como hoplita, por supuesto. Esta tumba esconde el polvo de Esquilo, hijo de Euforio y orgullo de la fértil Gela De su valor Maratón fue testigo, y los medos de larga caballera, que tuvieron demasiado de él." Autor: Rafael Velis Ferre para revistadehistoria.es

Armamento del hoplita ateniense del siglo V ac (Parte II) El armamento del hoplita ateniense del siglo V ac (en eso era igual a los espartanos y al resto de los griegos) consistía en un escudo (aspis) y que recibía un nombre concreto (hoplon), una lanza (asty), un casco, una coraza pectoral y una espada corta. Con respecto al hoplon, parece ser que esta palabra también denominaba a las armas en general. Los estudiosos se muestran de acuerdo en que hoplita deriva de hoplon, pero no hay tanto consenso si procede del significado de escudo o de armas. Armamento del hoplita ateniense del siglo V ac, escudo Redondo, realizado mediante tablas de madera con láminas de bronce como refuerzo, con un diámetro de unos 90 cm., y lo suficientemente abombado como para que fuese embrazado por el antebrazo, el aspis era el elemento de la panoplia que más caracterizaba a los hoplitas. El peso del escudo, de entre 6,6-8 kg., hacía que los hombres tuvieran que aprovechar la forma convexa del mismo en los combates de larga duración y apoyarlo en el hombro. Armamento del hoplita ateniense, Hoplon Otra gran particularidad del hoplon era que cuando un infante lo embrazaba

bien, siempre acababa sobrando" casi la mitad por el lado izquierdo. Esto permitía que el compañero que se establecía a la izquierda, dentro de la formación en falange (ver artículo I), se aprovechase de esta protección extra", por lo que se acercaba todo lo que podía a su compañero de la derecha. Tucídides en su Historia de la Guerra del Peloponeso, nos narra lo que este hecho producía en las falanges, y es que toda la línea de combate se acababa moviendo hacia la derecha por dicha búsqueda de seguridad. Atenas no pondrá en sus escudos la letra alfa (la letra inicial de Atenas) hasta finales del siglo V ac., muy al contrario que los espartanos, que colocaron la lambda (de Lacedemonia) a mediados de dicho siglo. Por lo tanto los hoplitas atenienses lucían en el escudo sus propios blasones, pudiendo verse gorgonas, delfines, el triskel (símbolo asociado a la familia Alcmeónida) o el toro, típico de los atenienses del demo de Maratón. Armamento del hoplita ateniense del siglo V ac, coraza Otro de los elementos defensivos con los que contaba un hoplita ateniense, era la coraza. La más extendida en el siglo V ac. era la de lino prensado y endurecido al sumergirla en vinagre con sal, y que en ocasiones poseía láminas de bronce como refuerzo entre las capas prensadas. Se colocaba desde la cabeza, pues se cerraba mediante dos hombreras que se ataban al resto por delante. Armamento del hoplita ateniense, Linothorax Aunque ya casi en desuso por aquellas fechas, también había hoplitas que portaban corazas de bronce que se cerraban por el costado. El infante que la

llevase puesta en aquellas fechas era casi seguro que fuese por ser un arma recibida en herencia. Las corazas solían completarse con tiras de cuero (ptereuges) que colgaban de la cintura, es decir, donde acababa la armadura, y que cubrían la parte baja del vientre y los glúteos. Armamento del hoplita ateniense del siglo V ac, grebas Las grebas daban a los hoplitas la protección necesaria en las espinillas. Eran una pieza única de bronce abierta por detrás, y permitía que, abriéndolas ligeramente, se colocaran en las pantorrillas. Armamento del hoplita ateniense, grebas Teniendo en cuenta que una vez embrazado el escudo, este protegía hasta la mitad del muslo, las grebas completaban esa visión de hombres acorazados" que los hoplitas ofrecían. La mayoría de los hoplitas habían aprendido que debían colocarse una pieza de tela en la parte baja de los tobillos para evitar rozaduras. Armamento del hoplita ateniense del siglo V ac, casco El casco era un componente defensivo clave en los hoplitas atenienses. En el siglo V ac. estaba muy extendido el uso del casco llamado por los estudiosos de tipo corintio, pues no se conoce su nombre en época clásica. Cerrado casi por completo, sólo dejaba abiertas dos pequeñas oquedades para la visón del infante.

Armamento del hoplita ateniense, casco corintio A pesar de parecer demasiado molesto por la merma en visión y audición, pruebas contemporáneas demuestran su gran valía. Sin embargo si que ofrecía poca ventilación a su portador, por lo que durante las largas marchas bajo el sofocante sol estival de Grecia, se llevaba semicalado. Los hoplitas llevaban puesto también un gorro de fieltro o una cinta, para evitar incómodos rozamientos con un casco tan cerrado. Armamento del hoplita ateniense del siglo V ac, armas ofensivas El arma ofensiva por excelencia era la lanza (dory), que en el caso de los hoplitas atenienses tenía una longitud de algo más de dos metros, entre los 2,20-2,40 m., según los testimonios arqueológicos correspondientes al siglo V ac. Por supuesto la lanza se componía de tres partes: la punta, realizada en bronce y que tenía como misión herir o matar al enemigo mediante un golpe punzante; el astil, que se hacía con madera (Jenofonte recomienda la de cornejo por ser resistente a la par que flexible); y por último el regatón o sauroter, también de bronce y que se usaba para mantener la lanza clavada en el suelo mientras no se combatía e incluso para rematar a los caídos sin necesidad de dar la vuelta a la lanza.

Armamento del hoplita ateniense, dory Este arma era tan importante para los hoplitas, que los griegos reclamaban la tierra conquistada mediante la expresión tierra conquistada por la lanza (ge doriktetos), algo parecido a nuestra expresión de ganado por la espada". Armamento del hoplita ateniense, xiphos Completaba la panoplia del hoplita ateniense una espada corta de doble filo llamado xiphos, y que medía entre 50-55 centímetros. Aquí si que los atenienses se diferenciaban de sus rivales espartanos, puesto que estos usaban una espada mucha más corta, de unos 30 centímetros. La utilidad de la espada se veía reflejada cuando al hoplita ateniense se le rompía la lanza, o la perdía en el fragor de la batalla, pues ese corto tamaño era ideal para usarlo en medio de la melé" que suponía una batalla hoplítica. En definitiva el hoplita ateniense poseía unas armas y una formación muy similares al resto de los griegos, pero con unas peculiares características de extracción social y en los mandos del ejército. Puedes ampliar la información leyendo la Primera Parte de este Artículo. Autor: Rafael Velis Ferre para revistadehistoria.es

Ilíada, héroes, armas y dinámica de combates En la Iílada los héroes combaten solos" contra sus enemigos o ayudados por otros héroes, depende de la situación o la grandeza de cada héroe. Así pues, Antíloco y Meríones o Menelao luchan junto algún otro héroe para apoyarse. Por otro lado, Patroclo, Diomedes, Agamenón, Héctor y sobretodo Aquiles luchan casi siempre o siempre solos para que su gloria sea mayor. Ilíada, héroes, armas y dinámica de combates, Protagonistas de la Ilíada Ilíada, héroes, armas y dinámica de combates: héroes El héroe se mueve casi siempre con su carro y un cochero. Cuando se encuentra frente a otro héroe, se dirigen unas palabras, según la importancia que tenga tal héroe, y discutirán sobre su genealogía dando así más prestigio a los contrincantes. El combate comienza siempre con la lanza. Si falla el primer lanzador, luego lanza su oponente. Casi siempre los combates terminan con las lanzas pero si ambos fallan, probarán con otra lanza que les provea su escudero

o, en su defecto, lanzarán una piedra o emplearán la espada. Suele al fallarse un disparo contra un héroe acertar a su escudero o cochero o a otro héroe de menor rango. Luego, tras vencer a su oponente, le despoja de las armas. Ilíada, héroes, armas y dinámica de combates, Aquiles y Héctor Cuanto más grande sea un héroe, más armas despoja y con mayor facilidad. En cuanto menor sea un héroe, más dificultades tendrá para tomar su botín. Aquí es donde adquieren gran protagonismo los arqueros pues aprovechan que el héroe está ocupado despojando a su adversario para acertarle con una saeta. Antíloco renuncia a despojar a su adversario por culpa de las flechas y Diomedes es herido por Paris mientras despojaba a un adversario. Ilíada, héroes, armas y dinámica de combates, Antíloco Hay casos de combates entre héroes que no siguen este proceso: Áyax y Héctor

comienzan un combate lanzándole una piedra Áyax, que abate a Héctor. O un héroe recibe una herida traicionera de otro no flechador, como Patroclo. Si el combate no acaba en muerte, el héroe vencido huye en su carro o se cubre dentro de un batallón, arrastrado o por su propio pie o simplemente se deja para otra ocasión por pacto o se rehúsa al combate si, tras dictar las genealogías, los héroes descubren que sus antepasados fueron huéspedes. Entonces no combaten y se evitan entre sí. Ilíada, héroes, armas y dinámica de combates, Héctor y Áyax Los combates de los héroes, con la utilización de la formación abierta y los carros de guerra así como la lucha individual encarna el estilo de guerra de época micénica, rescatado de la tradición épica que Homero sigue. Cuando el combate se realiza en formación cerrada, cobra mayor importancia la hueste de soldados comunes como bloque. Se repliegan muy juntos e incluso utilizan otro tipo de armas distintas a los héroes. Aquí cobra mayor importancia la táctica y el conjunto. Esta forma de combatir es reflejo de la misma organización del ejército en la época de Homero, en la cual comienza a formarse el ejército hoplita.

Ilíada, héroes, armas y dinámica de combates: Armas Las armas toman protagonismo en Homero pues son el botín que da la gloria al vencedor y declaran el rango o importancia o incluso el carácter del héroe. Las armas defensivas toman una especial importancia frente a las ofensivas salvo la lanza. La armadura y el broquel son especialmente importantes pues por ellos se reconocen entre los héroes y se adivina su linaje. Son las piezas más codiciadas en los botines. Entre las armas ofensivas la lanza es la que tiene el mayor protagonismo. Con ella se deciden casi todos los combates. Armadura del tipo micenio, del siglo XIV-XV a.c En segundo lugar está el arco, que lo utilizan especialistas como Pándaro, Teucro o Paris. Y luego están la espada y las piedras. Los grandes héroes son lanceros.

Los arqueros suelen ser héroes importantes en cuanto a su linaje pero no obtienen la misma gloria e incluso a veces son tachados de cobardes, sobretodo los del bando troyano. Ilíada, héroes, armas y dinámica de combates, Paris La espada es un arma totalmente secundaria con la cual casi nunca se lucha en Homero. Agamenón es el que más la usa, aunque más que para el combate, para masacrar el cuerpo de sus enemigos. Las piedras, en cambio, adquieren casi más protagonismo que la espada: Áyax vence a Héctor con una piedra y Héctor también hiere a Áyax con otra piedra. El mismo Héctor rompe la cuerda del arco de Teucro también con una piedra y con un enorme pedrusco abre las puertas de la muralla de los griegos. Aparecen otras armas como hachas, pero como premios en los juegos funerarios, aunque hay un Héroe que la utiliza en los combates. Ilíada, héroes, armas y dinámica de combates, Aquiles victorioso

El carro de guerra era muy utilizado por los héroes para transporte aunque hay referencias de lucha. La jabalina no aparece casi en las batallas. El hecho de que los héroes utilicen sus lanzas como armas arrojadizas no supone que éstas sean jabalinas por dos razones sobretodo: Una porque se deja constancia en las descripciones de que la lanza es larga y los héroes se apoyan en ella. Otra que Aquiles, cuya lanza es especial, con carácter consagrado, es bastante larga y la utiliza como arma arrojadiza. La jabalina, así pues, se reduce a un arma utilizada en los juegos fúnebres, aunque hay referencias a ellas en combate pero utilizadas por las huestes cuando acosan al otro bando o a algún héroe pero nunca se hace referencia a ellas utilizadas por algún héroe. Aquiles de Rubens Algunas armas son de épocas distintas: Los héroes llevan armas propias de época micénica, como el escudo de Áyax Telamonio o el que hace Hefesto a Aquiles, o las espadas tachonadas, el carro de guerra contrastan con armas de los siglos oscuros como los escudos redondos o la armadura hoplita de Agamenón. Ilíada, héroes, armas y dinámica de combates: Botín El botín es el fin del héroe pues es lo que da la gloria. Cuanto más botín se disponga más honra se tiene. El botín que se consigue directamente en la Ilíada son las armas del enemigo, especialmente su coraza. Hay otros botines pero

conseguidos en acciones que no aparecen en la Ilíada salvo por mención. Estos botines son armas, calderos, animales, especialmente caballos, braseros, objetos de orfebrería o mujeres y cualquier objeto de valor. El botín lo tomaba el propio héroe con sus manos o sus escuderos o heraldos. Puedes completar la lectura de éste artículo leyendo Ilíada, Táctica, Estrategia y Combates. Autor: Alejandro Pradas para revistadehistoria.es

Ilíada, Táctica, Estrategia y Combates En la Ilíada, los combates descritos por Homero siguen unos mismos parámetros constantemente, con ligeras o importantes variaciones según la intención del poeta. Estas variaciones están sujetas a la misma naturaleza o destino de cada héroe y por tanto, la importancia de éste pues, el fin último del poema y sus batallas es la gloria de los héroes y, en especial, de Aquiles. Así pues la belleza estilística, la gloria del héroe, la intervención divina y el destino son rasgos que se intrincan con la dinámica del combate quedando algunos aspectos, como el táctico, distorsionados o relegados a un segundo plano.

Ilíada, la furia de Aquiles Ilíada, protagonistas Sin duda, los protagonistas en los combates son en primer lugar los héroes y después los dioses, que se traban en sus disputas. Se hace referencia a las huestes de soldados infantes, contados por miles y que no tienen ningún peso específico para decidir la batalla. Ésta milicia apenas es nombrada salvo en contadas ocasiones que suelen simbolizar la entrada al combate de ambos bandos o un cambio en la dinámica del combate protagonizado por algún o algunos héroes, entonces la milicia aparece como el resurgir de éstos héroes o el declive de los oponentes.

Héroes de la Ilíada Los héroes luchan solos o acompañados de sus escuderos u otros héroes o divinidades y se enfrentan entre ellos siendo los protagonistas absolutos. Los infantes comunes no plantean ningún problema a los héroes pues es entre ellos donde se decide el combate. La hueste es sólo la sombra de sus logros. Ilíada, Táctica y Estrategia La táctica en Homero es muy simple y casi siempre la misma: formaciones abiertas en las que los héroes avanzan sobre carros hasta el momento de atacar, en el que bajan y luchan a pie; por detrás de ellos avanza la hueste de infantes y entre ellos, ocultos tras los escudos de sus compañeros, se hallan los arqueros. Ilíada En los combates en formación abierta los héroes marchan los primeros sobre sus carros dirigiendo a la hueste, si bien son pocos los momentos en los que esta dirección plantea un problema táctico. Lo normal es que, simplemente, arenguen a la hueste o encomienden a unos u otros una tarea específica.

Ilíada, guerreros micénicos ante las murallas de Troya Néstor propone a Agamenón una táctica antes de comenzar el combate. Héctor y Agamenón aparecen constantemente, no sólo arengando a la hueste sino ordenando en todas sus filas". Se hace especial hincapié en el papel de director de algunos héroes, como Héctor o Agamenón. No se especifica bien las órdenes pero ello el poeta nos lleva a entender que había una disposición táctica y una estrategia. Néstor, Áyax e Idomeneo manejan claramente a los demás héroes e infantes para proteger las naves del fuego troyano y Polidamante aconseja a Héctor sobre la estrategia a seguir para tomar la muralla de los aqueos.

Ilíada Pero esta tarea de dirección está mas implícita que narrada por el poeta, que da pistas pero no desarrolla salvo cuando cree necesario. Al llegar al pie del combate, los héroes se apean de sus monturas en la mayoría de los casos y combaten a pie, en primera línea. Los héroes van acompañados de sus escuderos, uno o dos, y los más poderosos poseen incluso heraldos. Éstos ayudan al héroe a conducir el carro, facilitarle armas cuando las pierden y despojar y transportar el botín de los enemigos caídos. Detrás se acerca la hueste con los infantes y los arqueros. Los arqueros cubren las espaldas de los héroes cuando éstos despojan a sus enemigos y también tratan de abatir a sus enemigos cuando tratan de despojar éstos a un compañero caído.

La hueste de infantería, cuando lucha en formación abierta, apenas es mencionada su actividad salvo de forma muy general. Sabemos que se organizaban en batallones de choque pero no se especifica más. A veces se especifica de algún batallón que junta mucho sus líneas y luchan en formación cerrada, cuando la dinámica general en el combate es la abierta. En las batallas, las formaciones varían a veces por batallones y otras por el ejército entero, como un mismo bloque homogéneo. Ilíada, Hoplitas Otra formación táctica es la del batallón cerrado. El ejército se divide en varias unidades de infantería. Todos se colocan muy juntos, protegiéndose unos a otros con los escudos. Atacan con las lanzas pero en bloque y sin soltarlas. Estas unidades tácticas se utilizan en la Ilíada cuando se toma una posición defensiva, generalmente.

Ilíada, falange Los héroes en muchas ocasiones se resguardan en éstas unidades cuando pierden su pica y les acosan las flechas. El caso más paradigmático de formación cerrada es el que forman los aqueos junto a sus naves, cuando el ejército troyano les hostiga. También cuando el ejército de los mirmídones forma filas delante de Aquiles y Patroclo antes de acudir a socorrer a los dánaos. Héctor y Antíloco se ocultan entre la hueste, que cierra filas entorno a ellos cuando se han visto acosados por las flechas y las lanzas. Ilíada, Mirmidones Lo curioso en Homero es que, al margen de la hueste, los héroes a veces entre ellos se organizan tácticamente en grupos de dos o tres. Un ejemplo claro es el

binomio formado por los dos Áyax, que se cubren las espaldas, sobretodo en la defensa de la muralla en las naves o el dúo Áyax Teucro en el que Áyax protege La batalla de las Termópilas a su hermano con el escudo tras lanzar Teucro sus saetas, o el dúo Eneas- Pándaro cuando se acercan a luchar contra Diomedes, ect. La batalla de las Termópilas transmitió a los persas, a pesar de la derrota griega, un claro mensaje: las ciudades griegas no se van a someter a la tiranía. Tras el fracaso de Darío en la primera invasión de Grecia, Jerjes I decidió intentarlo de nuevo, esta vez con un inmenso ejército formado por 250.000 hombres, una cifra colosal para la época y de la que sólo era capaz el imperio persa. Ilíada En cuanto al combate con carros o sobre caballo sólo hay símiles. Sólo suelen luchar desde el carro los arqueros, como Pándaro cuando sube al carro de Eneas. Hay pasajes que Homero omite que el héroe ha bajado del carro pero, al final, da a entender que lo ha hecho aunque no sé si lo hace concienzudamente o por equivocación. Hay una escena en la que parece que Héctor combate montado a caballo: las pistas de Homero acerca de ello dan a entender eso pero no es común salvo en algún símil. Autor: Alejandro Pradas para revistadehistoria.es La batalla de las Termópilas La batalla de las Termópilas Iniciada la invasión, los estrategos griegos decidieron que el mejor lugar para enfrentarse por tierra a este inmenso ejército, era el angosto paso de las Termópilas, que en aquel entonces apenas medía 20 metros (en la actualidad,

tras 2500 años de desgaste, el río Esperqueo lo ha ampliado de 1,5 a 5 kilómetros). La flota griega, formada por 270 barcos, protegía el flanco marítimo contra 700 barcos persas. La batalla de las Termópilas El lugar era perfecto ya que el reducido ejército griego combinado con el angosto paso podía plantar cara al ejército de Jerjes I e impedir su despliegue, mientras que la flota griega, mejor preparada que la persa, podía proteger el flanco marítimo, además los persas dependían por completo de su flota para el aprovisionamiento, por lo que no podían despegarse mucho de la costa. Adicionamente, en la zona existía una fortaleza en ruinas, el llamado "muro focense" que fue rápidamente reforzado por los 7000 griegos.

La batalla de las Termópilas Las tropas griegas estaban formadas por pequeños contingentes de las diferentes ciudades libres griegas, en concreto los famosísimos 300 espartanos de Leónidas, junto a 700 tespios, 2120 arcadios, 1000 locrios, 400 tebanos, 400 corintios, 200 fliuntes, 80 micenos y 1000 focenses.

La batalla de las Termópilas El ejército persa llegó a las Termópilas el 20 de agosto de 480 a. C., y Jerjes lanzó a su ejército contra la muralla griega inmediatamente. Durante dos días enteros de combate, los griegos comandados por Leónidas rechazaron a los persas, pero entonces, un campesino local llamado Efialtes traicionó a los griegos mostrando a los persas un sendero transitable por el único flanco no cubierto por los griegos. Leónidas, que conocía la existencia de dicho sendero, había apostado un contingente de focios los cuales advirtieron a Leónidas de que el paso estaba comprometido y la retarguardia por tanto amenazada.

La batalla de las Termópilas Fue entonces cuando Leónidas tomó su heróica decisión. Para salvar al ejército griego, decidió quedarse en el paso y luchar, para dar tiempo al ejército griego a retirarse, e impedir que la caballería persa los persiguiese. Todos excepto 2 murieron.

Tanagra, el primer enfrentamiento entre Atenas y Esparta. (Primera Parte) Año 457 ac. El sol primaveral caía sobre la llanura tebana al sur del Lago Copais. Cerca de la pequeña ciudad de Tanagra dos ejércitos se encontraban a punto de entrar en liza. De un lado los espartanos y sus aliados peloponesios; de otro, atenienses, argivos y tesalios. Este batalla, menor frente a otras de la historia de la Antigua Grecia, será el primer enfrentamiento en campo abierto que se dé entre atenienses y espartanos, las dos ciudades que rivalizaron por la hegemonía en Grecia durante todo el siglo V. La batalla de las Termópilas Hay que decir, que no sólo se quedaron los 300 espartanos, sino que s e quedaron los 700 tespios y 400 tebanos (que acabaron rindiéndose), y hay que resaltar que a diferencia de los 300 espartanos, que eran soldados profesionales, los 700 tespios eran simples ciudadanos sin casi formación militar, por lo que, y sin quitar méritos a nadie, creo que los tespios merecen también su lugar en la historia Tanagra, el primer enfrentamiento entre Atenas y Esparta El camino hacia Tanagra La lucha entre Atenas y Esparta ha copado siempre el interés de los historiadores desde la propia Antigüedad, no en vano Tucídides escribió su Historia de la Guerra del Peloponeso para dejar constancia del combate entre estas dos

ciudades. Sin embargo, su primer enfrentamiento en campo abierto no fue durante la Guerra del Peloponeso, sino durante la Pentecontecia, los algo más de cincuenta años que median entre las Guerras Médicas y la ya nombrada Guerra del Peloponeso. Tanagra, el primer enfrentamiento entre Atenas y Esparta La relación entre atenienses y espartanos comenzó a deteriorarse muy pronto, podría decirse que nada más acabar la batalla de Platea (479 ac.) con la que se conseguía la expulsión del medo". Los años que distan hasta llegar al 457 ac., son un cúmulo de desencuentros (en este artículo sólo los nombraremos y no entraremos en profundidad) tales como: el despido de las tropas atenienses por parte espartana en el asedio a los mesenios del Monte Itome, la agresiva política exterior ateniense (sitio y toma de Tasos y liderazgo ante la continuación de la guerra contra los persas), la firma de una alianza entre Atenas y Argos, el desencuentro de Atenas con muchos aliados de Esparta (Corinto o Egina) y por último, y que significó la gota que colmó el vaso de la guerra, la alianza entre Mégara y Atenas. Como decimos será precisamente esta última cuestión mencionada, la que desencadene el conflicto en el verano del 458 ac. Al parecer Mégara firmó una alianza con Atenas porque los corintios querían arrebatarles unas tierras fronterizas. Cuando los megareos acudieron a los atenienses en busca de ayuda, estos debieron ver la ocasión como una oportunidad única para controlar una región estratégica para Atenas (véase mapa 1).

Tanagra, el primer enfrentamiento entre Atenas y Esparta La agitación que se debió vivir ante la propuesta de la comitiva megarense, debió de ser extraordinaria, pues la política se sentía con pasión por parte de los atenienses reunidas en asamblea, que entre gritos y voces, sacaban adelante las decisiones a tomar. Finalmente Atenas mandó tropas a defender Mégara y el puerto de Pegas (Mégara poseía dos puertos, Pegas que daba al Golfo de Corinto, y Nisea en el golfo Sarónico), y comenzaron a construir unos muros largos" entre la propia Mégara y Nisea. Tanagra, el primer enfrentamiento entre Atenas y Esparta En las fuentes que tenemos para estos acontecimientos, principalmente Tucídides, Diodoro y Plutarco, hay grandes lagunas, pues los relatos no son muy pormenorizados. Sabemos que en aquellos instantes los atenienses tenían tropas desplegadas en Egipto (luchando contra los persas y apoyando una rebelión egipcia) y en el asedio a Egina. Debido a esto, las tropas que habían enviado a Mégara eran escasas, por lo que cuando llegó el ataque corintio, los atenienses se vieron obligados a llamar a sus ancianos y jóvenes para hacer frente a la amenaza. Podemos imaginar a imberbes efebos y ancianos veteranos marchando hacia la vecina Mégara. Los primeros con los nervios de la inexperiencia, pero con el brío de la juventud; los segundos con la templanza de haber visto decenas de batallas, pero con el regusto amargo de conocer lo cruel que puede ser la guerra. Tanagra, el primer enfrentamiento entre Atenas y Esparta

A pesar de contar con tropas tan poco aptas para acciones militares, Atenas se impuso a Corinto. Hay un pasaje revelador de la crueldad de los combates que tuvieron lugar. Al parecer un grupo de corintios, tras ser puestos en fuga y acosados por los atenienses, se extraviaron en su huida, y fueron a dar a una casa que poseía un gran foso, el cual, lejos de protegerlos, les impidió huir. Los hoplitas atenienses que les perseguían rodearon a los atemorizados corintios de manera terriblemente eficaz, pues esperaron hasta que llegó la infantería ligera. Esta completó el trabajo lapidando a todos los hombres acorralados. Tanagra, el primer enfrentamiento entre Atenas y Esparta Atenas salió indemne, y los corintios fueron derrotados y humillados al ser puestos en fuga por jóvenes y ancianos. Pero lo que no sabemos es si a estas alturas del conflicto los espartanos habían entrado ya en guerra con Atenas a pesar de no combatir aún, o si al contrario aún no habían intervenido. Todo parece indicar la segunda opción. Pasado el invierno, que en la antigua Grecia significaba siempre un cese forzoso de las hostilidades, los atenienses comenzaron a construir sus propios Muros largos" en la primavera del 457 ac. No sabemos la figura política que promovió tal proyecto, pero si se puede adivinar tras esta decisión el auge de la facción más democrática ateniense. Al contrario que la visión más aristocrática, que seguía apegada a la tierra y al combate de hoplitas, los demócratas veían en el mar, y por lo tanto en la flota, el futuro de Atenas. La construcción de los dos Muros Largos hacían de Atenas un baluarte inexpugnable, pues ambos iban hasta la costa, uno hacia El Pireo y el otro hasta Falero, haciendo que en caso de asedio los atenienses no pasaran hambre, pues el suministro de trigo no podría ser interrumpido por vía marítima. Será entonces cuando entren en acción los espartanos. Autor: Rafael Velis Ferre para revistadehistoria.es

La batalla de Tanagra, Esparta versus Atenas(II) La batalla de Tanagra se fue fraguando tal y como vimos en la primera parte del conflicto (ver artículo I), los espartanos acuden a defender la Dóride, su cuna mitológica y ancestral, de un ataque de los focenses. En esta ocasión se sabe con certeza que es la Liga del Peloponeso" (concepto moderno para referirse a los espartanos y sus aliados) quien entra en liza. Mil quinientos hoplitas lacedemonios y diez mil aliados hacen que los focenses devuelvan las tierras arrebatadas a los dorios. Esta fenomenal fuerza se encontraba comandada por Nicomedes, regente del rey Plistoanacte, hijo de Pausanias. Semejante ejército parece enviado a la zona más por el comienzo de los Muros Largos" por parte de los atenienses que por el asunto focense. Sin embargo las fuentes callan una vez más. La batalla de Tanagra, Liga del Peloponeso Son los atenienses los que al parecer decidieron moverse, probablemente movidos por el miedo a un ataque peloponesio antes de ver acabadas sus obras de fortificación. Tampoco se debe descartar el miedo que producía en los atenienses que los aristócratas llamaran a los espartanos, gracias a la proximidad del ejército peloponesio, para que derrocaran la democracia y destruyeran los Muros Largos, pues como hemos visto la construcción de los muros se identificaba con la facción más democrática.

La batalla de Tanagra, muros largos Este miedo siempre existió en Atenas, y es una auténtica pena que no conozcamos más sobre los asuntos internos de la ciudad ática en estas fechas, pues con Cimón, el líder aristócrata, en el ostracismo, y Efialtes, el líder de los demócratas, asesinado, la tensión social en Atenas debía ser muy alta por esas fechas. Era habitual que las discusiones políticas en el ágora o en la pnix acabasen en trifulca. No olvidemos que la visión de una Atenas ideal y filosófica es una visión moderna e idealizada muy alejada de la realidad. La batalla de Tanagra, Monte Gerania Ante esta situación, los atenienses cerraron el istmo que une el Peloponeso con el resto de Grecia a la altura del puerto megarense que mantenían ocupado, Pegas, y mandaron tropas al monte Gerania. Este se trata de un característico peñasco griego salpicado de olivos silvestres y con una cima pelada de roca gris castigada por el calor. El monte Gerania gana altura de manera muy abrupta, no en vano se eleva hasta los 1.300 metros, y ofrece una perspectiva única de toda la Megáride (en la actualidad está coronado por una gran antena y acoge carreras a pie de tipo extremo). Por lo tanto Nicomedes condujo a su ejército a la llanura beocia, y así poder pensar el siguiente paso, y porque no, en caso de combate asegurarse un lugar propicio para desplegar sin problemas sus hoplitas. La alianza firmada con Argos

dio entonces sus frutos para Atenas, pues estos acompañaron a los atenienses y sus aliados en el avance hacia el norte. Diez mil argivos, cuatro mil atenienses y aliados (hay que recordad que Atenas mantiene tropas en Egipto y Egina) y algunos escuadrones de caballería tesalia, se opondrían al ejército peloponesio que se encontraba cerca de Tanagra. La batalla de Tanagra, Hoplita espartano La batalla de Tanagra No sabemos la disposición de los ejércitos, pero es más que probable que los argivos ocuparan el ala derecha al ser los más numerosos y porque los atenienses aportaban tropas de poca calidad. Por su parte entre los peloponesios es seguro que la derecha fue ocupada por los espartanos, como era costumbre en la Liga del Peloponeso. El ala derecha en las formaciones de falange hoplítica era crucial, pues los infantes mostraban su flanco más débil, el diestro, ya que embrazaban los escudos con el brazo izquierdo, de ahí que se dispusieran en ese flanco las mejores tropas, o en su defecto, como en este caso con los argivos, el aliado que más número de tropas aportara.

La batalla de Tanagra El combate fue igualado y duro, como solía ser un combate entre hoplitas si ninguno de los dos bandos cedía pronto. Por lo que se puede adivinar del relato de las fuentes, los espartanos estarían consiguiendo definir la batalla hacia su lado, cuestión de la que se percatarían los escuadrones de caballería tesalios, que cambiaron entonces de bando. Este hecho fue clave, pues al comenzar la huida, los atenienses y sus aliados tuvieron que soportar el acoso de la caballería, la cual le resultaba muy fácil dar caza a los hoplitas no organizados, sino en desbandada. La batalla de Tanagra, Guerra del Peloponeso Los peloponesios consiguieron así una victoria igualada y sufrida, no en vano los dos bandos encajaron muchas bajas, pero victoria al fin y al cabo. Sin embargo no supieron aprovechar el triunfo de manera suficiente, pues se precipitaron en volver a sus hogares. Se ha de suponer que el monte Gerania, en la zona de la

Megáride y que los atenienses habían ocupado, se encontraba ahora sin tropas porque Atenas había sacado precisamente de esas zonas las tropas necesarias para la batalla de Tanagra. Y, por qué decimos que los espartanos y los peloponesios no sacaron rédito de la victoria?, pues porque esa precipitada huida dio la impresión a los atenienses que los espartanos mostraban una vez más debilidad al salir del Peloponeso, lo que los animó a volver a la zona tan sólo sesenta y dos días después. Mirónides, general ateniense de grandes capacidades, los condujo a la victoria ante los beocios en la batalla de Enófita, reestableciendo la preponderancia ateniense en Beocia. El conflicto se extendería aún por varios años más, hasta el 451 ac., cuando se firmaría con los espartanos y sus aliados una tregua de cinco años, y sin duda por la influencia de un Cimón ya vuelto a Atenas de su ostracismo. La batalla de Tanagra no ha pasado a la historia con la magnificencia de otras batallas, pero si que fue la primera ocasión donde dos maneras de afrontar lo que significaba ser griego cruzaron sus lanzas, fue donde atenienses y espartanos se contemplaron por primera vez como enemigos a través de los visores de sus cascos. Autor: Rafael Velis Ferre para revistadehistoria.es

Espartiata, como convertir a un bebé en el guerrero mas temido de Grecia La espartiata es una de esas culturas que se rodean de un halo de romanticismo, que en la actualidad mitificamos, pero no era un vida nada utópica, eran duros y aguerridos, valientes, y esto se lo debían a una estricta educación desde niños, algo impensable en la actualidad desde el punto de vista humano. Espartiata, como convertir a un bebé en el guerrero mas temido de Grecia La espartiata era una sociedad basada en la eugenesia, en la selección de los mejores para convertirse en ciudadanos. En el momento en que el bebé nacía, su padre lo llevaba ante los ancianos de la tribu para su presentación. Estos lo examinaban para comprobar que el recién nacido estaba sano y bien formado. Solo si era un niño perfecto, sano y fuerte, podría ser ciudadano y recibir, por lo tanto, una parcela de tierra para cultivar. Si era rechazado, el bebé se arrojaba por una sima cuyo nombre era, eufemístico, "Depósitos", a los pies de del Taigeto. El bebé, seleccionado, y por lo tanto que se libraba de la "exposición", era criado sin pañales para que su cuerpo creciese con total libertad y no se viese constreñido ni atado, así los músculos y huesos crecían sin malformaciones. Al niño no se le permitían las rabietas ni ningún capricho y ya desde los primeros meses de vida debía aprender a estar solo y a no tener miedo a la oscuridad.

Espartiata A los siete años, el niño, dejaba su hogar y pasaba a ser educado por el Estado. Era obligado a abandonar su hogar y a romper todo vínculo con su familia, a la que dejaba de ver a excepción de contadas ocasiones y de visita. A esta época de su infancia, dice mucho de su mentalidad, se la denominaba "rebaños" y entraban en la institución denominada "conducción". Hasta los doce años endurecían su cuerpo y su carácter con juegos y pruebas que realizaban desnudos y descalzos. Aprendían además a leer, escribir, aritmética, expresión oral, música, danza y poesía. Espartiata A partir de los doce años, a los niños se los dividía en compañías, según su edad. Siempre permanecían en grupos. Vestían sólo un manto. Comían poco, conminándoles a desarrollar su ingenio y destreza en el robo, en el caso de ser

pillados recibían un castigo severo, debían aprender a no ser descubiertos. En este periodo el entrenamiento era básicamente militar, solo se les seguía instruyendo en danza y música por sus grandes beneficios tanto religiosos como por el ejercicio físico y por ser un sistema óptimo para seguir el ritmo del movimiento de la falange hoplítica. A partir de los 14 años, su relación con el mundo adulto era normalizada, los jóvenes tenían que aprender los mecanismos de poder y como ser un ciudadano modelo. Los adultos, de unos 30 años, pasaban a convertir al adolescente en su amante. A partir de ese momento se convertían en su guía y conductor, responsabilizando de las acciones del pequeño, de forma que si este cometía un error, el adulto era castigado por ello. La "pederastia" estaba socialmente admitida y tanto Plutarco como Jenofonte la defienden, según ellos mismos afirman, con ella no se buscaba el goce físico (esto nos lo creeremos o no, claro), incluso este último autor creía que someter a la persona a la sodomía era la mejor forma de educarla. Espartiata A los 20 años, y hasta los 30, comenzaba su instrucción militar en el ejército. A los 30 el joven ya ciudadano de pleno derecho, pudiendo participar en la Asamblea de ciudadanos, incorporarse a las filas hoplíticas del ejército y participar en las magistratutras. Además ya podía casarte y formar una familia.

Espartiata No todos, solo unos pocos seleccionados, probablemente d la alta nobleza espartiata, además de toda la educación anterior, debían pasar una prueba, la denominada cripteia, que ocurría entre los 20 y 30 años. Se trataba de un rito de paso ancestral: los jóvenes vestidos con solo una túnica (la prueba se realiza en inverno), sin calzado, litera, esclavos,... solo con un puñal, tenían que vagar por las montañas escondiéndose durante le día para no ser descubiertos por los adultos y evitar así ser castigados, eran la presa de su propio pueblo. Para sobrevivir tenían que robar y por la noche era cuando se convertían en cazadores, descendiendo de las montañas y matando a los hilotas (esclavos propiedad del estado espartiata). Este sistema educativo era la piedra angular de Esparta, convertía a los niños en aguerridos ciudadanos y guerreros, soldados, al mismo tiempo que virtuosos y acatadores de las leyes inmutalbes del Estado. Solo los reyes y las mujeres no participaban de esta educación y los 300 lo hacían solo en parte. El principal objetivo era el bienestar de la comunidad, que se situaba por encima de todo, no tenía cabida ni el beneficio ni la gloria personal, no podían demostrar arrogancia ni opulencia. Todos eran iguales y todos eran un uno. Autor: Mª Engracia Muñoz para revistadehistoria.es desde http://arqueologiaenmijardin.blogspot.com.es/

Mirónides, el ateniense olvidado (I) Mirónides hijo de Calias es uno de los generales atenienses que menos resonancia histórica ha tenido, hecho por otro lado más que injusto, pues no en vano su figura es clave para cimentar el poderío ateniense y el concepto que después la Historia acabará por llamar el siglo de Pericles". Mirónides, el ateniense olvidado. Vida Lo que se conoce de este fenomenal general ateniense es en todo momento mediante referencias indirectas a él, pues no hay ninguna obra dedicada a su persona, por lo que se debe construir su vida a partir de restos epigráficos y como no, de referencias de autores de la época y posteriores. No sabemos con exactitud los años en los que nació y falleció Mirónides, pero por su actividad política conocida, podemos colegir que nació a finales del s. VI ac., y su muerte debió acontecer sobre mediados del siglo V ac. Mirónides, el ateniense olvidado. Aristófanes Sabemos por Aristófanes, en concreto por sus obras Lisístrata (801) y La asamblea de las mujeres (303), que era un hombre valiente, duro y enérgico. Al

menos así se le recordaba en su ciudad alrededor de cincuenta años después de su muerte, que es cuando escribió Arístófanes, rememorándosele como todo un símbolo de los buenos y añorados tiempos antes de la Guerra del Peloponeso, cuando Atenas era una aún una referencia para todos los griegos y la democracia un ideal limpio de demagogos y pendencieros. Extracto de La asamblea de las mujeres (303): En el arcontado del valiente Mirónides nadie se hubiera atrevido a cobrar sueldo por su intervención en los negocios públicos, sino que todo el mundo acudía trayéndose su botita de vino con un pedazo de pan, dos cebollas y tres o cuatro aceitunas. Hoy, en cuanto se hace algo por el estado, enseguida se reclama el trióbolo, como cualquier obrero albañil." El fenomenal comediógrafo se equivoca al atribuirle un arcontado, pero si que deja claro que en la época en la que Mirónides era elegido como estratego por parte de los atenienses, no se cobraba por las funciones públicas, y que estas se ejercían, tal y como lo hacía Mirónides, por amor al estado, en contraposición a su época. Mirónides. La elección de estrategos Diodoro de Sicilia (XI 79, 3) nos cuenta que Mirónides era tenido por un general valiente, literalmente: un hombre admirado por su valor" Aunque exagera al situarlo a la altura de Milciades, Temístocles, Arístides, Cimón

o Pericles, si que se puede discernir que sus actos bélicos dejaron huella entre los atenienses. Por otro lado también se puede averiguar su tendencia política por una anécdota que nos deja el propio Diodoro (XI 81, 4-6). Cuando Mirónides organizó a las tropas para partir hacia Beocia y combatir a los tebanos en el verano del 457 ac., este sólo se llevó a los hoplitas que se presentaron, y no esperó al resto. Mirónides, el ateniense olvidado. Atenienses frente a espartanos Diodoro lo atribuye a que Mirónides quería contar con aquellos que de verdad fueran valientes, pero sabiendo el contexto de tensión social que se vivía en Atenas tras la derrota de Tanagra sólo dos meses antes (los aristócratas estaban intentando llamar a los espartanos para que derrocaran la democracia), es más que probable que Mirónides sólo se llevase a aquellos que eran partidarios de la democracia, es decir, la posición política que él mismo defendía. No fue la única ocasión en la historia de Atenas en la que un estratego confiaba de manera única en los suyos" para realizar una determinada acción bélica. La propia elección como estratego tras el desastre de Tanagra, lleva también a pensar que los atenienses lo veían como un garante de la democracia y no una figura cercana a los aristócratas, que en esa fecha se agrupaban en torno a un Cimón que se encontraba en el exilio, y que los hacía estar peligrosamente cercanos a los espartanos. Fin de la Primera Parte. Autor: Rafael Velis para revistadehistoria.es

Mirónides, el ateniense olvidado (II) Tras ver la vida de Mirónides en el anterior artículo, veremos ahora sus principales acciones políticas y militares. Mirónides, el ateniense olvidado. Acontecimientos políticos y militares. La primera referencia que conocemos de Mirónides es por parte de Plutarco en la Vida que le dedicó a Arístides, y ahí podemos encontrarlo como enviado junto a Cimón y a Jántipo en la embajada que los atenienses enviaron a Esparta en la primavera del año 479 ac. para avisar a los espartanos de la segunda invasión de los persas, en este caso bajo el mando de Mardonio. Es probable que ese año (480/479 ac.) participase en dicha embajada porque ya ocupaba el cargo de general, pero lo que es seguro es su intervención como estratego en la batalla de Platea en el verano del 479 ac. Allí intervino en la definitiva derrota persa en la Segunda Guerra Médica, y además se opuso con firmeza a conceder el triunfo a los espartanos, por lo que tuvo que ser convencido por parte de Arístides para que se plegara a la decisión del resto de los griegos, que al final decidieron dar el triunfo a los plateenses para evitar tensiones entre Atenas y Esparta, pese a la obstinada oposición de un cabezota Mirónides. Mirónides, el ateniense olvidado, Batalla de Platea Tras estos acontecimientos, volvemos a encontrar a Mirónides en el campo de

batalla. Esta vez son Tucídides en su obra Guerra del Peloponeso y los Discursos de Lisias, los que nos hablan de estos hechos. Mirónides es quien dirigió a los jóvenes y mayores atenienses que tuvieron que hacer frente a los corintios ante los muros de Mégara en el 458 ac. (Ver artículo en Revista de Historia Tanagra, el primer enfrentamiento entre Atenas y Esparta I"). El general ateniense salió victorioso en una batalla donde tuvo que saber llevar a los únicos ciudadanos que quedaban en Atenas, pues esta, mantenía tropas en Egina y Egipto. El pasaje de Lisias (II 50-52) es bastante evocador: los viejos y los que no estaban en la edad, reclamaron hacer frente sólo ellos, al peligro unos porque el valor lo tenían adquirido por experiencia y otros por naturaleza; los unos porque ya se habían mostrado valientes en muchas ocasiones, los otros imitándolos, los viejos porque sabían mandar, los jóvenes porque sabían ejecutar las órdenes." Dentro de este conflicto donde atenienses y aliados se enfrentaron a los espartanos y sus aliados, Mirónides volvió a ofrecer un nuevo servicio crucial a sus compatriotas, pues fue él quien dirigió a las tropas de Atenas tras la derrota de la batalla de Tanagra (Ver artículo en Revista de Historia Tanagra, el primer enfrentamiento entre Atenas y Esparta II") en el año 457 ac. A los dos meses de dicha derrota, Mirónides consiguió otra vez el respaldo de sus conciudadanos, y fue reelegido para el puesto de estratego. Sin perder demasiado tiempo convocó a todos los atenienses para ir a combatir a Beocia y restablecer la preponderancia de Atenas en la Grecia central. Es entonces cuando ocurre la anécdota que relatábamos en el anterior artículo ( Mirónides, el ateniense olvidado I"), por lo que Mirónides se ve obligado a salir de Atenas con un contingente de tropa reducido. Mirónides, el ateniense olvidado, Situación de Grecia en el 457 AC Este hecho no fue óbice para conseguir una gran victoria en Enófita ante los beocios capitaneados por los tebanos, y en inferioridad numérica. Tras la batalla, Mirónides marchó sobre Tanagra, la cual tomó y derribó sus murallas, y tomó rehenes entre los beocios. Tras esta campaña ocupó la Fócide, donde

restableció la preponderancia ateniense en la anfictionía de Delfos, y mandó el ejército hacia Tesalia, donde sin embargo tuvo que volver con la llegada del invierno sin conseguir tomar ninguna ciudad debido a la superioridad en caballería de los tesalios. Mirónides, el ateniense olvidado, Muros Largos Estos acontecimientos son los últimos de los que se tienen constancia de las acciones que llevó a cabo Mirónides para su ciudad. Había salvado a la ciudad con jóvenes y mayores, había restablecido la hegemonía ateniense en Grecia central, y gracias a estas acciones los atenienses pudieron continuar con la construcción de sus Muros Largos y asentar las medidas democráticas. Estos dos últimos puntos serán claves, ya que se trata de los cimientos de la gloriosa época que vivirá Atenas bajo los auspicios de Pericles. Mirónides, un gran militar del siglo V ac. cuyo nombre ha olvidado la Historia, pero cuyas acciones construyeron esa gran democracia que permanece en el imaginario colectivo de Occidente, Atenas. Mirónides, el ateniense olvidado. Apéndice. Algunos historiadores consideran que hubo dos Mirónides, uno el de la embajada a Lacedemonia en el 479, y otro el que realizó todas las acciones que hemos descrito a mediados de siglo. Para este artículo he seguido la corriente inaugurada por J. Kirchner en su obra Prosopographia Attica (1901-1903) y continuada por R. Develin en Athenian Officials (1989), según la cual se trata en todo momento de la misma persona, de Mirónides hijo de Calias. Autor: Rafael Velis para revistadehistoria.es

El ejército macedonio. La creación de Filipo II Durante el siglo IV a.c., el reino de Macedonia logró imponerse sobre el resto de estados griegos como hegemón derrotándolos en algunos conflictos que demostraron la superioridad militar de un reino considerado fuera de la órbita griega por muchos habitantes de las polis. Para lograr este puesto ventajoso, su rey Filipo II tuvo que realizar una serie de reformas militares que cambiarían la forma de combatir en la mayoría de estados griegos. El ejército macedonio. La creación de Filipo II El ejército macedonio. La creación de Filipo II. Antecedentes en Grecia. En primer lugar, mencionar la forma de combate tradicional" que se mantenía en Grecia, que consistía en un cuerpo de ciudadanos formando en orden cerrado y armados con escudos y lanzas, apoyados por una escasa caballería y hostigadores. El hoplita, consistía en el ciudadano medio de una polis, y debía costearse su equipo, pasando este de generación en generación en algunas ocasiones.

El ejército macedonio. La creación de Filipo II. Equipamiento Hoplita El problema del reino de Macedonia es el de no disponer de una clase media" tan numerosa como en la mayoría de las polis griegas, y por tanto disponer de un cuerpo de hoplitas relativamente reducido. Por ello Filipo II, educado en el arte de la guerra en la zona de Beocia, comienza a reclutar sus propias tropas profesionales haciéndose cargo el estado del coste de los equipos y adaptando las tácticas de Epaminondas a sus tropas, además con el fin de abaratar el coste de las tropas, idea una serie de reformas creando la falange de piqueros. El ejército macedonio. La creación de Filipo II. Falange. El ejército macedonio. La creación de Filipo II La gran novedad en la falange de piqueros es su armamento que consiste en primer lugar en la sarissa, una pica de seis metros de longitud que sustituye a la dori de dos metros. Este arma, resulta inútil si no es utilizada en formación, sin

embargo, resulta letal en una falange cerrada de piquero, porque permite a las cinco primeras filas proyectar sus picas hacia el frente creando una especie de erizo humano casi imposible de atravesar con cargas frontales e impenetrable para la caballería, además dota a la falange de una capacidad de choque superior a cualquier formación hoplita similar. El ejército macedonio. La creación de Filipo II. Partes de una Sarissa La sarissa está compuesta por una punta y un regatón con punta, que junto a otra pieza metálica situada en el centro de la pica, permitía ejercer contrapeso en el momento del choque, la pieza central, además, se usaba para dividir el arma en dos mitades, facilitando su transporte en las largas marchas del ejercito. Las últimas filas de la formación, en combate colocaban sus armas en posición de setenta u ochenta grados, pues teóricamente en esta posición el bosque" de picas permitía desviar los proyectiles enemigos. Al ser un arma tan larga, eran necesarias ambas manos para poder utilizarla de manera eficaz, debiendo por ello Filipo, aligerar el peso y tamaño de los escudos, denominados pelte, el cual se llevaba colgado del brazo. El ejército macedonio. La creación de Filipo II. Soldado con Sarissa Además de escudo y pica, el estado otorgaba a los falangitas de casco y grebas, pues cabeza y piernas eran las zonas menos desprotegidas en los combates. Se desconoce si los soldados portaban algún tipo de coraza aunque se ha especulado que probablemente las primeras filas poseían este tipo de equipos. También se ha especulado el hecho de si portaban algún tipo de arma ofensiva

que no fuese la sarissa, siendo probable la utilización de espadas cortas. Los soldados, eran agrupados por las denominaciones de pezhetarioi y ashetarioi, según fuesen reclutados de la alta o la baja Macedonia, y recibían un duro entrenamiento destinado a la rapidez y movilidad del conjunto, así como la práctica de maniobras y tácticas, para poder utilizar la sarissa con coordinación y evitar que estas se enredaran" entre sí. El ejército macedonio. La creación de Filipo II. Pezhetarioi Aun así, el poder de la falange residía en la posición frontal, siendo esta muy vulnerable en los flancos y retaguardias. También precisaba de un campo de batalla plano, pues era la única forma de mantener cohesionada la formación. Además de la falange, Filipo II creó un cuerpo de elite denominados hipaspistas, el cual aun hoy en día continúa suscitando debate entre los investigadores por la poca información que existe acerca de su formación y forma de combate. Se sabe que es un cuerpo de elite debido a que formaban a la derecha de la línea de batalla, siendo este el puesto reservado a las tropas de elite en Grecia, como podían ser la guardia real espartana (los celebres 300) o el batallón sagrado tebano.

El ejército macedonio. La creación de Filipo II. Hipaspista En cuanto a su armamento, se desconoce si iban armados al estilo griego o macedonio, aunque se conoce que portaban escudos más pesados que los soldados de la falange. Se ha debatido si también podrían ser una unidad de tipo ligero que actuase junto al resto de escaramuzadores aunque es poco probable dada su posición preeminente en la formación. Además del cuerpo de falange e hipaspistas, durante la invasión de Alejandro Magno al Imperio persa, la línea de batalla también se componía de hoplitas griegos cedidos por las polis en calidad de aliados/vasallos" de Macedonia. Estas unidades solían ubicarse en los flancos de la falange de picas como unidades más flexibles. A la línea principal, hay que sumarle el apoyo de escaramuzadores, encargados del hostigamiento con armas de proyectiles y caballería. El ejército macedonio. La creación de Filipo II. Hetairoi La caballería macedonia, conocida como hetairoi o compañeros del rey, era