RIESGOS ASOCIADOS A LAS AGUAS SUBTERRÁNEAS Riesgos por contaminación Las aguas subterráneas forman parte de las llamadas aguas continentales (ríos, lagos y aguas subterráneas). Las aguas superficiales de los continentes fueron las más visiblemente contaminadas durante muchos años, pero precisamente al ser tan visibles los daños que sufren, son las más vigiladas y las que están siendo regeneradas con más eficacia en muchos lugares del mundo, especialmente en los países desarrollados. En la actualidad cobra cada vez más importancia el riesgo de contaminación de las aguas subterráneas, que puede ser debida a microorganismos (sobre todo en acuíferos superficiales) o a contaminantes fisicoquímicos como metales pesados (plomo) o partículas radiactivas. Actividad agropecuaria La incorrecta gestión de los residuos agropecuarios como los purines en una granja puede plantear serios problemas, tanto sanitarios para los animales y personas que trabajan en la explotación, como medioambientales en el entorno, principalmente debido a la aparición de malos y fuertes olores procedentes de sustancias amoniacales y sulfhídricas; aparición de plagas de insectos: moscas, mosquitos, gusanos y otro tipo de insectos y parásitos; presencia de determinadas bacterias: estreptococos, estafilococos, hongos, algas, etc.; suciedad general, contaminación de suelos, aparición de gases: bencenos, sulfatados, etc., y, por supuesto, contaminación de los cauces donde son vertidos y de los acuíferos donde son filtrados. Contaminantes principales Imagen. Cerdos en una granja Resulta difícil realizar una clasificación homogénea de los contaminantes de las aguas subterráneas, tanto por su diversidad, naturaleza y comportamiento como por la importancia de cada uno y de sus efectos o riesgos derivados de
su presencia en el agua. En todo caso, se pueden establecer los siguientes grupos: - Contaminantes químicos (pesticidas, detergentes, etc.). - Contaminantes biológicos (virus y bacterias). - Contaminantes radiactivos. Riesgos por sobreexplotación Un buen uso de las aguas subterráneas exige tener en cuenta que, en los lugares en que las precipitaciones son escasas, los acuíferos se van cargando de agua muy lentamente y si se consumen a un ritmo excesivamente rápido, se agotan. Imagen. Tierra seca Cuando estos acuíferos se encuentran en la costa, al ir vaciándose de agua dulce, van siendo invadidos por agua salada (intrusión salina) y quedan inutilizados para el uso humano. El agotamiento de los acuíferos conlleva problemas de falta de agua para el abastecimiento humano, riesgos y también sobre los humedales típicos de muchas zonas costeras donde se localizan acuíferos. Salinización de los acuíferos El fenómeno de salinización o intrusión marina se produce cuando se extrae tanta agua del subsuelo (pozos) que se deja espacio para que el agua salada del mar penetre en el acuífero y lo inutiliza debido al aumento de sales en el agua.
Ilustración que muestra la salinización del agua de un acuífero por intrusión de agua procedente del mar Las consecuencias de la salinización del suelo son la perdida de su fertilidad. Es un proceso reversible, si bien costoso, mediante el lavado de los suelos. En la planificación de los sistemas de riego modernos se incorpora la prevención de la salinización. Medidas preventivas Para prevenir la contaminación y sobreexplotación de los acuíferos se debe planificar y controlar la extracción del agua en el tiempo. Esto es: 1.- Determinar la capacidad del acuífero y su distribución tridimensional. 2.- Definir cómo se debe realizar la extracción de agua. 3.- Establecer sistemas de vigilancia y control para identificar posibles situaciones de contaminación y sobreexplotación. 4.- Si es necesario, recargar los acuíferos con aguas depuradas, limitar e incluso prohibir la extracción de agua. Para controlar la calidad del agua se instalan sistemas automáticos de control de medida de la calidad del agua en distintos puntos del acuífero y de los manantiales que lo alimentan. Organización y gestión del territorio. Instalación de depuradoras de aguas En la planificación del territorio se prevé donde se ubicarán los diferentes tipos de actividades (industriales, agrícolas, urbanas, etc.), qué espacios naturales se deben proteger, etc. Así pues, cuando se urbaniza una zona determinada se calcula cuánta agua potable necesitará la población (abastecimiento) y se construyen las infraestructuras para transportarla hasta allí. De la misma
manera, es necesario calcular la cantidad de aguas residuales que se generarán en las viviendas, industrias, etc. y construir las depuradoras necesarias. El agua depurada podrá ser retornada al medio y se volverá a incorporar al ciclo del agua, para tarde o temprano poder volver a usarla. Imagen. Depuradora de agua La agricultura ecológica La agricultura ecológica es un sistema para cultivar una explotación agrícola autónoma basada en la utilización óptima de los recursos naturales, sin emplear productos químicos ni pesticidas, u organismos genéticamente modificados -ni para abono ni para combatir las plagas-, logrando de esta forma obtener alimentos orgánicos a la vez que se conserva la fertilidad de la tierra y se respeta el medio ambiente. Todo ello de manera sostenible y equilibrada. Imagen. Cesta con tomates Tradicionalmente se controlaban las plagas mediante el control químico. Hoy en día la fase del uso preferente de productos químicos para el control de las plagas está siendo superada por un nuevo enfoque: el "control integrado de plagas", o también llamada "gestión integrada de plagas". Este sistema enfatiza el uso de prácticas preventivas simples y económicas que puedan ocasionar el menor daño posible a las personas y al medio ambiente. El método se basa
principalmente en eliminar las plagas minimizando su acceso a alimento, agua y refugios. Establecer el control del regadío Tratando de colaborar en la recuperación y mantenimiento del medio natural y en el desarrollo sostenible de la agricultura, mediante una utilización eficiente del agua, y a sabiendas de que el regadío supone en España casi el 80 % del consumo de agua, se han desarrollado sistemas de automatización y control del riego, basados en las variaciones del contenido de humedad del suelo, que permiten poner en marcha y detener el riego, de acuerdo con los niveles de humedad del suelo que el agricultor considere más adecuados para lograr la máxima productividad de sus cultivos. Además, existen sistemas de riego más eficientes que otros (ordenados de mayor a menor eficiencia): Riego por goteo Riego con aspersores Riego con manguera Riego por surcos (por ejemplo, el huerto) Riego a manta (por ejemplo, inundando un arriate) Ilustración que muestra un huerto con diferentes sistemas de regadío: a manta, microaspersión y goteo.