Pablo Guerrero Los rastros esparcidos EllagoEdicionesPoesía
Colección dirigida por Jaime Sandoval y Francisco Villegas Primera edición Octubre 2003 Pablo Guerrero Diseño gráfico: Estudio Rossana Zaera Imagen de portada: Rossana Zaera Maquetación: Alba Marco Impresión: La Imprenta. Comunicación gráfica. de la edición Ellago Ediciones S.L. Calle Vera, 20-12001 Castellón Tel.964 227 051 Fax. 964 227 562 ellagoediciones@ellagoediciones.com www.ellagoediciones.com Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse de ninguna forma, ni por ningún medio, sea éste eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin la previa autorización escrita por parte de la Editorial. ISBN: 84-95881-30-6 Printed in Spain
Los rastros esparcidos
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Para Charo y para Juan. Gracias por estar tan cerca. 7
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UNO Carbón que espera al tiempo 9
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La aspiración de un hombre Érase un hombre que aspiraba a ser poema en todos sus instantes, y cadencia en la voz del tiempo en las palabras. A construir su casa sobre rocas, sobre la transparencia y el murmullo del agua. A guardar en sí mismo los árboles del bosque, las ciudades, el humo que se extiende, el sonido más puro de una nota incesante, la dulce sed que pervive en la lengua. A abrir los brazos cuando nadie le viera en una cruz de troncos florecidos. A guardar en su iris los paisajes del día, a devolver al aire las miradas del aire, a acariciar el nombre de las cosas, a cambiar con los cambios del color del mar. A descubrir la vida en un grano de arena, en una brizna de hoja que hace vibrar al viento al volar con el viento. A arrodillarse para pedir el vuelo de las aves que cruzan en bandadas. 11
Reino Un camino donde algunos transitan, unas nubes que añaden blanco a las terrazas, una llama que vela el destino de un hombre que recorre los pasos de las luces del día. Porque este no es el reino del dolor de las hojas desprendidas que caen sobre la tierra. Este es el reino de la soledad acompañada por el temblor del mundo. El reino de los reyes que ignoran que son leyes porque no se detienen a preguntar al agua lo que el agua ya sabe. 12
Aún Aún se sienten capaces de reinventar idiomas engarzados en aire, de lanzar semillas desde los espacios sobre una tierra cansada de girar. Aún se sienten capaces de llegar a ser espejos que te miren sin juzgarte, de encontrar lo que nos alumbra en la raíz oculta de sus mares. Aún se sienten capaces de prender estrellas, de rasgar horizontes, de cavar la tierra hasta que salten fuentes de música callada. Aún se sienten capaces de reconocerse en los que portan lámparas, en los viajeros de incontables arenas que abrazan la aventura de pisar lo infinito. Aún se sienten capaces, estos hombres cansados. 13
En brotes de alabanzas La ventana enrejada que un herrero forjó con destreza y trabajo, la luna con la plata de la luz de los ojos y el verano que llega desalojando el aire, una mano que llama buscando albergue grato. La chimenea extiende su recogida lumbre, lamen las llamas rojos de poniente, las sombras darán vuelos al andar de la noche, canciones de alborada que rompen sus semillas. El otoño germina los colores del aire, nos reclama a su luz para que nos rociemos con nuestra luz más íntima, la que llega del agua y florece en los árboles. Tal vez hemos querido nacer y entrar en el tiempo de la muerte para que todo se alce en primaveras de gratitud, en brotes de alabanzas. 14
Canción de cosecha Quiero darte una savia que alimente las palmas de tus manos, dibujadas por los ritmos de la luna mora. Mientras tanto sembremos las palabras que saltan en los ríos. Quiero darte la mirada extendida sobre la tarde que mueve la difícil ternura de la rama del tilo. Mientras tanto, recogemos la cosecha, su sabor a tierra y lluvia. Quiero darte los rezos que desnudan la belleza, la que está deshojada en el calor del poema, en sus sílabas de sol. 15