La clase de ciencias Domingo Hoy mi mamá hizo pancakes, mi plato favorito del mundo entero. Lástima que no puedan ser el almuerzo y la comida también. De hecho, hace muchos días que no hacía, desde que mi papá entró a la cárcel Pero hoy quería animarme porque mañana empiezo quinto de primaria; el último año de escuela, ella me dice, es el último año antes de empezar a ser grande. Desayunamos ella y yo solos, porque Juanda, mi hermano mayor, salió hace unos días para algo que se llama servicio militar. Mi mamá lloró mucho. No sé si por saber el lugar en el que está mi papá o por no saber muy bien donde está mi hermano. Lunes Madrugamos mucho mi mamá y yo. Ella me trajo más temprano a la escuela para poder llegar a tiempo al trabajo. Así ha sido desde el año pasado que tuvo que empezar a trabajar como secretaria en una empresa de máquinas pesadas, de esas que parecen Transformers amarillos. Por mí no es problema, a mí me gusta llegar temprano, porque a Cristina, mi compañerita más bonita de la escuela y del mundo, también la llevan temprano y nos ponemos a jugar recogiendo piedritas blancas, del jardín de la entrada, y a construir con ellas castillos para los bichos. Hoy empezamos la clase de anatomía de los seres vivos, y empezamos a ver el cuerpo de las ranas. Parece que mañana nos llevan unas de verdad para que las dibujemos y las toquemos. Nunca he tocado una rana de verdad, creo que Cristina tampoco, porque hoy escarbamos un rato y cuando salían las lombrices ella las quería coger todas, como si nunca las hubiera tocado. 1
Yo le voy a dibujar una muy bonita a mi mamá, para que no llore tanto por las noches. Martes Hoy llegué temprano a la escuela, como todos los días, esperando ansioso para contarle a Cristina que mi mamá me había empacado la cartuchera de colores completa para poder dibujar muy bien las ranas y, si quería, también podíamos dibujar los bichitos viviendo en los castillos y las lombrices. Pero hoy Cristina no llegó temprano. Llegó después del recreo, y ya habíamos visto clase de matemáticas y de música; pero llegó a tiempo para la case de ciencias. Se sentó a mi lado en el pupitre, yo le había guardado el puesto, pero no me saludó ni me miró. Solo miraba a Rosita, la profe, que nos explicaba la anatomía de las ranas con dibujos en el tablero. Las ranas estaban en unas casas de acrílico pequeñitas. Rosita nos entregó una a cada uno y nos pidió que las observáramos muy bien para poder entender cómo funcionan sus cuerpos. Ellas estaban asustadas, ansiosas, como con ganas de salir de esos cajones e irse muy lejos de nuestros ojos que las miraban con ganas de algo que no sabíamos bien qué era. Yo me asusté al ver las ranas tan cerca y con ganas de salir, pero me aguanté el susto para que Cristina no pensara mal de mí. La miré, y ella estaba tranquila y callada, mirando a su rana como si le estuviera hablando en un idioma silencioso. En un momento todos mis compañeritos comenzaron a gritar y a saltar. En especial las niñas gritaban, y era que dos de ellos habían dejado salir las ranas de sus cajones de acrílico y estaban ahora saltando por todo el salón. Mientras todos gritaban, incluida Rosita, yo miraba a Cristina con la intención de protegerla de un miedo que seguramente era más intenso en mí, pero quería parecer fuerte ante ella. Pero estaba tranquila, se reía de todos los que sentíamos miedo, como con un aire de superioridad. En eso sí se parece Cristina al papá, que una vez me contó que es un militar y que es muy estricto con ella y con su mamá. Cuando la 2
lleva a la escuela, como yo soy el único del salón que está en el jardín, me mira como con un regaño en los ojos y se va. Después de tanta gritería, tanto miedo, no pudimos dibujar las ranas. Los colores se me quedaron guardados. Miércoles Hoy llegué a la escuela con la expectativa de ver de nuevo las ranas. Había algo en ellas que me generaba mucho asco pero al mismo tiempo ganas de verlas y liberarlas del castigo de estar encerradas. Cristina también estaba ansiosa por ver a las ranas, y solo hablamos de eso antes de entrar al salón. La profe Rosita llegó con el muchacho del laboratorio, el que siempre tiene uniforme azul clarito. Él nos entregó las cajas con las ranas, pero esta vez las ranas estaban quietas, como durmiendo un sueño profundo, un descanso de la lucha por escapar. Pero las ranas ya no estaban; más bien, sí estaban, pero muertas. Ya no se movían más. Yo no pude evitar asustarme al ver a la mía tan indefensa ahora, sin ganas de saltar. Por un rato no pude ni moverme ni escuchar a la profe Rosita. A todos nos habían entregado un bisturí de cirugía, con unos guantes blancos y unas máscaras para la gripa. Lo que nos pedían hacer era una disección de los órganos de las ranas, teníamos que sacarles hasta el corazón. Miré a Cristina con la intención de protegerla, pero ella ya había abierto su rana en dos. Yo quería vomitar, pero me hice el duro. Sentado al lado de Cristina solo podía mirar sus delicadas manos, muy pequeñas para tanto bisturí, pero más firmes que toda mi fuerza junta. La rana quedó deshecha, y el pequeño corazón se quedó sin latir en su pequeña y fría mano, sin dulzura. 3
Jueves Hoy me desperté como enfermo. No quería ir a la escuela. Me dolía el estómago y tuve pesadillas toda la noche. Soñé que Cristina estaba llorando al lado de su rana, que no podía ni siquiera coger el bisturí. Yo me le acercaba para decirle que nos fuéramos a jugar con los bichos del jardín y nos olvidáramos de las ranas. Me sentía fuerte por poder estar ahí. Pero, cuando llegaba para abrazarla, ella me miraba y tenía el rostro de mi mamá, que lloraba y lloraba desconsolada. No pude soportarlo y me desperté, también lloré pero en silencio, como lo he hecho desde que mi papá está en la cárcel. Tal vez mañana que vea a Cristina le voy a decir que es muy cruel Pero que aun así podemos jugar a los castillos de piedritas en el jardín, mientras vemos a los bichos ser felices por nosotros Viernes Cristina no fue a clase. La profe Rosita nos dijo que no sabía qué había pasado pero que tal vez no volvería. No sé si está muy apenada y arrepentida por lo que le hizo a la rana, sin siquiera dudar, sin pensar que el día anterior estaba viva, y sacarle así el corazón... O tal vez el papá no quiere que vuelva a jugar conmigo. Yo sé que mi papá sí me dejaría jugar con ella, y también jugaría conmigo. Pienso en Cristina y el pequeño corazón en su mano. Sábado Hoy por fin descansé de la escuela. No me levanté con ganas de ir ni a jugar con Cristina, en caso de que vuelva a la escuela, ni de ver a Rosita ni a las ranas vivas o muertas. No quería hacer nada, solo estar con mi mamá, ver televisión, jugar Play porque mi mamá me deja jugar Play los fines de semana y escribir un poco, para contarle a mi hermano, cuando vuelva, lo que me ha estado pasando. 4
Seguro él me puede decir qué debo hacer con ese sentimiento de tener el corazón latiendo en una mano fría y distante. Más tarde Mi mamá recibió una llamada de la cárcel donde está mi papá. Al parecer tuvo un problema con alguien y está herido. Ella me dijo que nos vamos a ir de la ciudad. Domingo Me levanté muy temprano porque mi mamá me despertó. Hoy no hubo pancakes ni desayuno juntos, solo hubo afán, todo muy rápido para poder llegar hoy mismo a otra parte, no sé bien a dónde. Ya no volveré a la escuela, por lo menos no a la misma, me dijo mi mamá. A donde nos vamos no sé si mi papá, mi hermano, Cristina o Rosita nos vayan a encontrar. Ya casi es hora de salir, miro por la ventana mientras escribo y veo a mi mamá sacar las últimas bolsas de basura. La acabo de escuchar llamarme: -Salomón, ya es hora-. Recuerdo a las ranas mirando por el acrílico, asustadas, y siento el corazón latiendo muy fuerte; siento el miedo y un bisturí frío que me paraliza. Por: Genoveva. 5