V / Incidencia de la inmigración en el mercado laboral

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El hecho de que sea el sector agrario el que acoja mayoritariamente la mano de obra inmigrante en la región y que ésta se concentre en la provincia de Cáceres son las dos principales paradojas e interrogantes que plantea el fenómeno migratorio en Extremadura situación de las dos provincias extremeñas es similar. Cáceres presenta una tasa de actividad menor, pero en Badajoz el paro es más elevado. Las preguntas que cabe hacerse a la luz de este análisis y del relativo a la población activa inmigrante son: Cómo se explica que sea precisamente el sector agrario el que acoja tan mayoritariamente los trabajadores inmigrantes teniendo en cuenta las tasas de paro internas que soporta? Por qué dichos trabajadores se concentran tan abrumadoramente en la provincia de Cáceres y no en Badajoz, donde el peso de la actividad agraria es mayor? Existe realmente necesidad de mano de obra exógena para satisfacer las necesidades del sector agrario? La inmigración produce fricciones por el empleo agrario entre nativos y foráneos, o más bien está cubriendo huecos? Qué perspectivas futuras se presentan respecto al actual modelo de inmigración laboral, marroquí y agraria, en un contexto de reducción constante de la importancia del sector agrario en el conjunto de la economía española y regional? LA INMIGRACIÓN Y SU REPERCUSIÓN EN EL MERCADO LABORAL EXTREMEÑO / 171

Las explicaciones de este diferente comportamiento provincial tienen que ver con el tamaño de las explotaciones, las disponibilidades de regadío, la estructura empresarial de las explotaciones, el tipo de aprovechamientos y los tipos de cultivo Los cultivos de mayor relevancia sociolaboral actualmente en la región son el espárrago, el tabaco, los frutales, la vid y algunas hortalizas, como el pimiento En las zonas cacereñas de mayor recepción de inmigrantes se dan simultáneamente casi todos esas condiciones En primer lugar, y con respecto al tamaño de las explotaciones, parece constatada la correlación inversa entre éste y la intensidad en el uso de trabajo. A principios de la década pasada distintas fuentes (Censos Agrarios, Encuesta de Estructuras y EPA) mostraban que, frente a las 14 UTAs por cada 100 hectáreas de tierra labrada que generaban las explotaciones menores de 5 has., las de más de 200 has. sólo generaban 4. Por otra parte, las áreas de regadío multiplican las necesidades de trabajo por ocho, y más aún si se trata de actividades o cultivos nada o poco mecanizados, de modo que, según algunos investigadores, por cada 100 has. transformadas en regadío y dedicadas a horticultura o fruticultura estaríamos aportando 15 o 22 nuevas UTAs, siendo este tipo de cultivos los que mayores índices de empleo de eventuales por cada asalariado fijo precisan. Entre estos cultivos existen algunos, que debido a los importantes requerimientos de mano de obra asalariada que presentan, han sido a menudo catalogados como cultivos sociales : destacaban ya a comienzos de la década pasada (momento en que despega el fenómeno migratorio en la región) el tomate poco mecanizado, el tabaco y, sobre todo, el espárrago, que en la actualidad parece ser el cultivo social por excelencia, dados sus enormes requerimientos de mano de obra y las dificultades que opone a la mecanización su recolección. Junto con estos, también tienen una considerable relevancia ciertas producciones frutales y hortícolas características de noreste extremeño, especialmente las cerezas y el pimiento, dedicado en un gran porcentaje a la producción de pimentón. Finalmente, también requieren considerables aportes puntuales de mano de obra el viñedo, en el secano de la Tierra de Barros, y el olivar. Como consecuencia de todo ello deducimos que en aquellas áreas de la geografía regional en que se den estas condiciones (abundancia de explotaciones de tamaño medio, agricultura de regadío y cultivos hortícolas o frutícolas como los mencionados) será lógico que se produzcan importantes requerimientos de mano de obra eventual para el desarrollo de estas tareas. En este sentido resulta bastante evidente que las áreas cacereñas en las que en mayor medida se ha ido concentrando la inmigración laboral agraria a su llegada a la región cumplen sobradamente estas condiciones, con lo cual el fenómeno de la 176 / LA INMIGRACIÓN Y SU REPERCUSIÓN EN EL MERCADO LABORAL EXTREMEÑO

Los cultivos sociales normalmente sólo proporcionan empleo de forma temporal, entre los meses de junio y noviembre, mientras que en los meses restantes se produce la parada invernal La movilidad laboral de los trabajadores eventuales implica necesariamente movilidad geográfica, tanto para buscar otros cultivos, como para buscar empleo en otros sectores durante el invierno Esta temporalidad implica, a veces, desplazamientos periódicos (semanales, mensuales...), o incluso el abandono de la región hacia los lugares de trabajo invernal hasta la nueva temporada definen en gran medida la evolución estacional del empleo agrario en las áreas de regadío donde, como hemos comprobado, se concentra de forma casi absoluta la inmigración laboral existente en Extremadura. Los más característicos de la producción agraria extremeña serían el tomate y el viñedo, para la provincia de Badajoz, y el tabaco, la cereza y el pimiento, para la cacereña, aunque en los últimos años el espárrago blanco parece haberse convertido en el cultivo social por excelencia. Evidentemente habría que tener en cuenta esos otros cultivos que requieren en la región de importantes aportes de mano de obra eventual, tales como la vid y el olivo, además de señalar que en el caso del tomate la mecanización de la producción es cada año mayor. Pero salvando las variaciones que aportan dichos aspectos, de lo que no cabe ninguna duda es que en el trabajo agrario eventual la estacionalidad laboral es considerable, encontrándose el trabajador asalariado con un período que abarcaría desde diciembre a mayo en el que apenas se encuentra empleo en el campo. Es en estos momentos cuando se produce el trasvase estacional hacia otros sectores de actividad. Dispersión geográfica: finalmente, estas peculiaridades de la actividad agraria obligan al trabajador rural a trasladarse fuera de su propia localidad en busca de empleo, ya sea en el sector agrario durante la temporada estival, ya sea en otros sectores como el agroindustrial, los servicios urbanos, la construcción... Todas estas peculiaridades contribuyen sobremanera a que el trabajador eventual agrario puro, sin ningún tipo de propiedad agraria o actividad comercial autónoma que complemente su renta, tienda a desaparecer del panorama laboral español de año en año. Sin embargo, Extremadura y Andalucía, por sus especiales condicionantes históricos y por el enorme peso que ha tenido en sus economías la actividad agraria siguen manteniendo un número considerable, si bien decreciente, de jornaleros, aunque cada vez tiene más peso la figura del jornalero-propietario que combina los recursos obtenidos en una pequeña explotación agraria propia, pero inviable por sí sola para el sostenimiento familiar, con el trabajo asalariado, bien en otras explotaciones mayores, bien en otros sectores de actividad. Así se constata, por ejemplo, como muchos jornaleros y pequeños propietarios se desplazan en los meses de poca actividad agraria a trabajar de lunes a viernes en Madrid como peones albañiles. 182 / LA INMIGRACIÓN Y SU REPERCUSIÓN EN EL MERCADO LABORAL EXTREMEÑO

Sólo debería recurrirse a la mano de obra exógena en el caso de que no fuera suficiente con la regional aun después de llevar a cabo dichas estrategias de dinamización Existen mecanismos legales para importar mano de obra temporal en condiciones laborales óptimas sectores laborales demandantes de mano de obra eventual los efectivos que hasta el día de hoy han permanecido poco menos que ajenos a estas demandas. Sólo una vez que se hayan tomado estas medidas de dinamización laboral y en el caso de que aún así no resultaran suficientes los trabajadores eventuales agrarios existentes (tanto inmigrantes residentes ya en Extremadura como nativos), podría plantearse la necesidad de importar más mano de obra agraria. Ahora bien, aún en este caso, bastaría con aportes estacionales, que deberían estar perfectamente regulados y normalizados en lo que a condiciones laborales y salariales se refiere, debiendo ser éstas iguales, tanto en la práctica como sobre el papel, para trabajadores nativos e inmigrantes, todo ello con el fin de evitar cualquier forma posible de competencia desleal en materia de contratación, así como la conculcación de los logros laborales que los trabajadores agrarios han alcanzado durante las últimas décadas. Este supuesto ya está previsto en la actual normativa vigente sobre permisos de trabajo a extranjeros, concretamente en la modalidad de permisos tipo A, cuya finalidad es la realización de trabajos concretos o de temporada, como sería el caso. LA INMIGRACIÓN Y SU REPERCUSIÓN EN EL MERCADO LABORAL EXTREMEÑO / 189