APROXIMACIÓN DE LA HUELLA ECOLÓGICA DE BARCELONA: RESUMEN DE LOS CÁLCULOS Y REFLEXIONES SOBRE LOS RESULTADOS



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Transcripción:

APROXIMACIÓN DE LA HUELLA ECOLÓGICA DE BARCELONA: RESUMEN DE LOS CÁLCULOS Y REFLEXIONES SOBRE LOS RESULTADOS Dirección: Ferran Relea Ginés Realización: Anna Prat Noguer Comisión de Medio Ambiente y Servicios Urbanos del Ayuntamiento de Barcelona Presidencia INTRODUCCIÓN Este artículo presenta, resumidos, los resultados del estudio realizado sobre la aplicación en Barcelona del indicador llamado Huella Ecológica. En él se incluyen los resultados finales de la aproximación de este indicador para la ciudad (aún con las dificultades actuales de cuantificación de ciertos parámetros), se analizan las variables que actúan y se evalúa la utilidad de la Huella como herramienta de gestión ambiental urbana de la ciudad. ANTECEDENTES Para aplicar la Huella Ecológica a Barcelona se han tomando como referentes los estudios similares que han realizado los expertos que propusieron el indicador, los profesores William Rees y Mathis Wackernagel, (de ahora en adelante autores de la Huella Ecológica) y que han sido recientemente publicados en sus libros Our Ecological Footprint (1996), Ecological Footprints of Nations (1997) & The Ecological Footprint of Santiago de Chile (1998). Hay que destacar que, aunque se ha realizado una exhaustiva búsqueda de cálculos de huellas municipales, no se han encontrado antecedentes en este ámbito (a excepción de Munich, ciudad que no utilizó la metodología de los autores de la Huella para su cálculo) sino que, hasta ahora, la Huella se había calculado sólo a escala de país o región metropolitana. Por tanto, este estudio de Barcelona es innovador en la medida que es uno de los primeros intentos de aplicar el indicador a una sola ciudad. CONCEPTO: LA HUELLA ECOLÓGICA APLICADA A LAS CIUDADES Las ciudades se caracterizan por ser áreas de concentración de buena parte de la población mundial (según las Naciones Unidas el 45% de la humanidad vive en ciudades). En Cataluña, en el año 1996 el 56% de la población vivía en núcleos urbanos de más de 50.000 habitantes y el 25% lo hacía en Barcelona ciudad (IEC, 1997). El hecho de que buena parte de la población mundial se concentre en áreas urbanas de poca extensión no significa que el resto del territorio quede libre de la actividad humana, sino que son necesarias amplias áreas de terreno para soportar esta actividad en las ciudades. El indicador de la Huella Ecológica nace de la preocupación por medir este impacto ambiental y territorial de los núcleos urbanos. 1 Las actividades humanas que se desarrollan en una ciudad dependen del aprovisionamiento de recursos naturales (agua, materiales y energía), de la absorción de residuos, y de otras funciones de apoyo a la vida que solo la naturaleza puede suplir. Las personas somos parte de la naturaleza y dependemos inevitablemente de ella para satisfacer nuestras necesidades más básicas: energía para calefacción y movilidad, madera para muebles, árboles para hacer papel, fibras para vestidos, alimentos, etc. Cada uno de estos servicios ocupa un espacio físico productivo, y la suma de éstas áreas se llama la Huella Ecológica de la ciudad. Los autores de la Huella Ecológica definen este indicador como El área de territorio ecológicamente productivo (cultivos, pastos, bosques o ecosistemas acuáticos) necesaria para producir los recursos utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población determinada con un nivel de vida específico de forma indefinida, sea donde sea que se encuentre ésta área. (Ress & Wackernagel, 1996). La Huella Ecológica se utiliza a escala nacional, regional o local, y se expresa en hectáreas per cápita. Por tanto, la Huella es un coeficiente que, sabiendo la población en el momento del cálculo y la extensión de la región considerada, puede traducirse en un área. Cuanto mayor sea la Huella de una ciudad o país, mayor será el impacto ambiental que provoca fuera de sus límites. MÉTODO DE CÁLCULO DE LA HUELLA ECOLÓGICA A continuación se explica cuál es la metodología establecida por los autores de la Huella para calcular éste indicador. Los cálculos se basan en encontrar las extensiones de cultivos, pastos, bosques, terreno urbanizado y mar necesarias para el consumo de un número limitado de productos y en encontrar la superficie asociada a los ínputs energéticos del país o región considerada (Wackernagel, 1997). Por tanto, se calculan las hectáreas per cápita necesarias para: El consumo de productos forestales (Forest land) El consumo de alimentos agrícolas, ganaderos o pesqueros (Farm land) La construcción (Consumed land) El consumo energético directo (o indirecto a través del consumo de bienes importados) traducido a área de bosque necesario para absor-

ber las emisiones de CO 2 asociadas (Energy land). Por tanto, los cálculos de la Huella Ecológica están basados en dos hechos: I) se pueden contabilizar físicamente (en toneladas) los recursos que consumimos y II) estos ínputs pueden traducirse en área biológicamente productiva (hectáreas). Los cálculos se hacen a partir de datos de consumos anuales (entendiendo como consumo anual el que se obtiene de restar la exportación y sumar la importación a la producción anual) y de datos de productividad del terreno (hectáreas necesarias por cada tonelada consumida). Debido a la disponibilidad de datos, hasta ahora los cálculos que los autores de la Huella Ecológica han hecho son a nivel de país, con datos estadísticos de las Naciones Unidas. Sólo existen estimaciones de Huellas de ciudades extrapoladas a partir de los cálculos nacionales y según el número de habitantes de la ciudad y su extensión. Además, a la hora de traducir los consumos (toneladas) a extensiones de terreno (hectáreas), los autores de la Huella Ecológica optan por utilizar datos de productividad media mundial (toneladas por hectárea) porque de esta manera sólo una variación en el componente energético de importación de bienes (y no el componente de productividad del terreno) puede hacer que disminuya la Huella de una región. Si no lo hicieran así, se podría dar el caso que los países con más recursos económicos importaran los recursos de los lugares más productivos del mundo para minimizar su Huella, a la vez que los más pobres se quedarían con las tierras menos productivas teniendo, así, una Huella mayor. Con los datos de consumo y productividad del terreno se confecciona una matriz que relaciona cada consumo con las hectáreas per cápita necesarias de cada tipo de terreno utilizado (cultivo, pastos, bosque, mar o terreno urbanizado). La Huella Ecológica per cápita total resulta de sumar todas las hectáreas per cápita calculadas. Paralelamente al cálculo de la Huella, sus autores buscan datos de la superficie real de cada tipo de terreno (cultivo, pastos, bosque, mar y terreno urbanizado) en la misma zona en que se calcula la Huella. La suma de estas superficies referidas por habitante de la población considerada es la Capacidad de Carga Local, es decir, las hectáreas disponibles para el consumo de sus habitantes. 1 1 A la hora de comparar la Huella Ecológica con la Capacidad de Carga Local (del terreno considerado), los autores de la Huella Ecológica introducen unos Factores de Productividad Local que se aplican a los valores de Capacidad de Carga para traducir los valores locales a valores medios mundiales y así poder comparar la Capacidad de Carga con la Huella Ecológica de la región (calculada anteriormente con los valores de productividad media mundial y no local). Este es uno de los aspectos que se ha variado a la hora de aplicar el método a Barcelona (Véase el apartado de aplicación del método a Barcelona). 2 La Capacidad de Carga se define como la máxima población (o el máximo consumo per cápita en el caso del hombre) que puede soportar un hábitat determinado sin que se altere de manera permanente su productividad (Catton, 1986). Así, en el caso de la especie humana, la Capacidad de Carga expresada en términos de consumo per cápita puede traducirse a unidades de superficie y compararse con la Huella Ecológica. En los cálculos de Capacidad de Carga los autores de la Huella Ecológica incluyen también el espacio necesario para proteger la biodiversidad. En este sentido, se resta un 12% a la Capacidad de Carga calculada, que es el porcentaje de los ecosistemas mundiales que hay que preservar sin explotar para conservar el resto de las especies, según la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo de las Naciones Unidas (Informe Brundtland, Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, 1987). Una vez calculada la Huella y la Capacidad de Carga se pueden comparar, por ejemplo, las hectáreas que utiliza un habitante para su consumo anual de alimentos (Huella Ecológica de los alimentos) y las hectáreas de que dispone en su región (Capacidad de Carga de los alimentos expresada en unidades de superficie) y ver si existe un déficit o no de superficie para la producción de alimentos de la región. APLICACIÓN DEL MÉTODO A BARCELONA Para la aplicación a Barcelona y debido a la disponibilidad de datos, se ha tomado la metodología que utilizan los autores de la Huella Ecológica, William Rees y Mathis Wackernagel, en sus cálculos en el ámbito nacional y se ha estimado la Huella de la ciudad a partir del cálculo de la Huella catalana. Para calcular las hectáreas por habitante catalán asociadas a su consumo anual de alimentos, energía y otros bienes de consumo (Huella catalana) se han utilizado datos del Instituto de Estadística de Cataluña (IEC), del Departamento de Agricultura, Ganadería y Pesca y del Instituto Catalán de la Energía principalmente. Los datos de importación y exportación que publica el IEC son datos del comercio de Cataluña con el exterior (Comunidad Europea y el resto de países internacionales) y no incluyen el comercio interior con el resto del Estado. Los cálculos se basan en completar la matriz de consumo de superficies productivas que dan los autores con datos catalanes (y referidos por habitante). Se han separado los cálculos en dos grandes matrices aunque finalmente los resultados se unen en una sola tabla. En una primera matriz se calcula el consumo de suelo (cultivos, pastos, bosques y mar) asociado al consumo de alimentos, productos forestales y otros bienes obtenidos de cultivos (tabaco, algodón, etc.). Las filas de esta matriz representan los tipos de recursos que se consumen y las columnas contie-

nen los datos de consumo en términos físicos (consumo = producción + importación exportación) y de productividad del suelo para pasar las unidades físicas a superficie. El resultado que se obtiene es, por ejemplo, en el caso de las verduras, el siguiente: en el año 1996 se produjeron en Cataluña 676.120 toneladas de verduras y se exportaron 64.224 toneladas, de manera que el consumo local de verduras fue de 100,47 kg/cápita. Sabiendo que la productividad media de los cultivos de verduras en Cataluña es de 24.648 kg/hectárea, se obtienen las hectáreas necesarias para el consumo local de verduras de un habitante catalán. A estas hectáreas se les han de sumar las hectáreas fuera de Cataluña apropiadas con la importación de verduras, cantidad nada menospreciable pues Cataluña importó, el año 1996, 885.533 toneladas. La productividad que se ha utilizado para transformar estas toneladas en hectáreas es la correspondiente a un cultivo medio mundial (18.000 kg/hectárea en vez de los 24.648 kg/hectárea), por la dificultad que supondría obtener datos del origen de cada tipo de verdura y de cada tipo de cultivo en cada país de origen. 2 De los resultados de la primera matriz hay que destacar la Huella asociada al consumo de alimentos. Los catalanes utilizamos un total de 2,1 hectáreas per cápita y año sólo para alimentarnos. El consumo de pescado es el que provoca una mayor Huella individual asociada a los alimentos, debido no tanto a la cantidad consumida como a la baja productividad de la mar en comparación a los cultivos, por ejemplo. El consumo de carne de cordero es el que más contribuye a la Huella Ecológica cárnica que sigue al pescado en orden ascendente de importancia. El consumo de derivados lácteos y de cereales es también importante a la hora de traducirse en hectáreas, mientras que las frutas y verduras, aún teniendo un elevado consumo, contribuyen muy poco a aumentar la Huella de los alimentos. La productividad del terreno que estamos considerando es muy importante en la estimación de superficies. Así, el consumo de carne requiere mucha más superficie que la misma cantidad de verduras dado, primero, que los pastos tienen una productividad primaria mucho más baja y, segundo, que se pierde en la transformación. Con la primera matriz también se obtiene que la Huella asociada al sector forestal es de menos de 0,1 hectáreas per cápita, mucho menor a la Huella de los alimentos. En la segunda matriz se calcula el área necesaria para absorber el CO 2 emitidoenelconsumodirecto de productos energéticos (electricidad, combustibles fósiles, energías renovables) o utilizados para la manufacturación de los bienes consumidos. Para el cálculo de esta matriz los autores de la Huella utilizan unos factores de productividad que transforman directamente el consumo energético anual (Gj/año) en hectáreas de superficie (ha). Para elaborar la matriz en el ámbito catalán se ha adaptado el método y no se han utilizado estos factores de productividad. El cálculo ha sido diferente según cada fuente energética: Para los combustibles fósiles se han utilizado directamente los factores de emisión de acuerdo con trabajos realizados anteriormente en Cataluña y con las tendencias actuales de cálculos de emisiones y áreas de absorción de CO 2. 3 Los factores utilizados han sido los siguientes: 2 Esta diferenciación entre la productividad local y mundial es una opción alternativa que permite no tener que utilizar taxativamente los Factores de Productividad Local definidos por los autores de la Huella en sus cálculos; y se ha hecho dado que existían datos de productividad local. Esta es la única diferencia incorporada a la primera matriz respecto a la metodología de cálculo establecida por los autores de la Huella. 3 3 De hecho, los factores de productividad utilizados por los autores de la Huella Ecológica han sido calculados a partir de factores de emisión, por tanto, este cambio respecto a la metodología original no hace variar los resultados sino que los detalla y especifica más (ya que diferencia entre diferentes consumos de combustibles fósiles).

Fuente Energética Combustibles fósiles Sólidos Líquidos (GLP/Gasoil, etc.) Gases Electricidad origen térmico (1) Electricidad origen nuclear (2) Electricidad - origen térmico autoprod. RSU Biomasa (3) Biocombustibles (Ethanol) (3) (1) (2) (3) Figura 1. Factores de Emisión de CO 2 Factores de Emisión (Kg CO 2 /Gj) 141 63,5-73 65,8 141-65,8 73 83,5 117 0 0 ÁreadeAbsorcióndelCO 2 1ha/6,6 toneladas CO 2 (Fuente: Terradas, 1998) Depende del combustible utilizado. Hay que hacer notar que si la electricidad es generada a partir de combustibles fósiles (eficiencia del 30%) la Huella por unidad energética final consumida es 3 veces más grande que si se hubiesen utilizado los combustibles fósiles directamente. Factor de emisión asimilado a combustibles líquidos (aunque la energía nuclear no emite CO 2, es, actualmente, la única manera de transformarlo en unidades de superficie). El CO 2 generado en la combustión es reabsorbido por la Biomasa y los Biocombustibles. Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Eurostat, Dirección General de Energía, Eurogas, Baldasano, 1998. Para la energía nuclear, los autores de la Huella Ecológicaasimilanelconsumodeelectricidadproducida en las centrales nucleares con el consumo de combustibles líquidos fósiles, y le aplican el mismo factor de emisión. Aunque esta estimación no refleja la situación real ni de otros efectos del uso de energía nuclear, actualmente es la única manera de convertir el consumo energético de electricidad de origen nuclear a unidades de superficie, por tanto, se utiliza para este consumo el mismo factor de emisión que para los combustibles fósiles líquidos (tal y como han optado por hacer los propios autores de la Huella). La Huella Ecológica del consumo de energía renovable (electricidad hidráulica, eólica, fotovoltaica y energía solar térmica) se ha estimado a partir de datos locales de las superficies de placas solares, parques eólicos o embalses de Cataluña, en lugar de utilizar factores de otros países o de estudios concretos tal y como hacen los autores de la Huella Ecológica. 4 Una parte de la energía consumida se utiliza en la exportación de bienes, y con la importación de bienes se consume energía de otros lugares. Para recoger estos dos aspectos, se incluye en la segunda matriz, un balance de energía para el comercio de bienes. Es decir, al gasto energético de combustibles fósiles, electricidad y energías renovables, se le suma la energía consumida en la importación de bienes y se le resta la energía que se ha exportado en la exportación de bienes (Gj/tonelada). Se supone toda ella de origen fósil, tal y como se establece en la metodología que utilizan los autores de la Huella. Con este cálculo se obtienen los GJ/cápita asociados al balance de importación menos exportación de mercancías, que hay que añadir en la matriz de consumos energéticos. Hay 4 El área que se requiere actualmente para el consumo de energías renovables es de 0,002 hectáreas per cápita, muy inferior a la que se necesita para el consumo de energías no renovables (área de absorción de CO 2), que es del orden de 1 hectárea per cápita. (Véase el apartado de Resultados). que mencionar que los factores de conversión (de energía asociada al ciclo de vida de cada mercancía (Gj/tonelada)) utilizados para el balance, son proporcionados por los mismos autores de la Huella Ecológica, y que estos son fruto de considerar un proceso estándar completo del ciclo de vida de cada producto. De los resultados de la segunda matriz hay que destacar que el consumo energético que más contribuye a la Huella Ecológica energética per cápita es el consumo de combustibles líquidos (gasoil, gasolina y fueloil); sólo para este consumo se necesitan 0,79 hectáreas per cápita para absorber el CO 2 asociado a su consumo, más del 75% de la Huella Ecológica energética. De los consumos energéticos directos también habría que destacar la electricidad de origen nuclear por su relevante contribución a la Huella. Con la segunda matriz también se observa, por tipos de productos comercializados, la importancia de la exportación de productos del sector químico, del sector de la construcción y de la automoción en el balance de importaciones y exportaciones catalanas con el exterior. Este hecho repercute positivamente en la Huella, pues es una producción que no se consume aquí y que, por tanto, hay que restar al consumo inicial energético que habíamos considerado. Este es un hecho que se deriva de la aplicación del método establecido por los autores de la Huella Ecológica pero que hay que analizar con detalle, porque entonces, podría darse el caso que, con tal de minimizar la Huella de un país, no se optara por importar productos con un contenido energético pequeño, sino que se optara por producir productos con mucha energía y después ser un gran exportador, de manera que la Huella se mantendría sin que el proceso estuviera dentro de los límites de la Capacidad de Carga global. Los resultados finales de la unión de las dos matrices se expresan en hectáreas de terreno productivo consumidas por habitante catalán y a través del número de habitantes de la ciudad de Barcelona se aproxima la Huella Ecológica de la ciudad. 4

RESULTADOS: ESTIMACIÓN DE LA HUELLA ECOLÓGICA DE BARCELONA La proyección del cálculo que se muestra en este apartado es el que normalmente se realiza para calcular Huellas Ecológicas en el ámbito de ciudades. El hecho que la Huella de Barcelona se estime a partir de la Huella catalana hace que no sea específica para la ciudad, hecho que hemos de tener en cuenta a la hora de leer los siguientes resultados. Como resultado de los cálculos de las dos matrices (matriz de consumo de suelo: de cultivos, bosques, pastos y mar, y matriz de consumo energético y área asociada) y añadiendo que en Barcelona hay el 75% de terreno construido (Anuario Estadístico de la Ciudad de Barcelona, 1996) y una población de 1.508.805 personas (Ayuntamiento de Barcelona, censo de 1996), se obtienen los siguientes resultados: Figura 2. Huella Ecológica de Barcelona estimada a partir de datos catalanes, 1996. Huella Ecológica de Barcelona estimada a partir de la Huella catalana Hectáreas/cápita Hectáreas totales Cultivos 0,49 739.314 Bosque 0,08 120.704 Área de absorción de CO 2 1,02 1.538.981 Pastos 0,99 1.493.717 Mar 0,65 980.723 Terreno construido 0,005 7.544 TOTAL 3,23 4.880.983 Fuente: elaboración propia, 1998. Según la estimación a partir de los datos catalanes y según el número de habitantes de la ciudad, cada habitante de Barcelona, el año 1996 utilizó 3,2 hectáreas de terreno para el consumo de alimentos, mercancías y productos energéticos, para la vivienda y para las infraestructuras construidas que tiene la ciudad. Cabe señalar algunos hechos que hacen que esta estimación no se corresponda del todo con la realidad: I) Las pautas de comportamiento en el consumo no se corresponden entre ciudades; en Barcelona el perfil del consumidor difiere de otros puntos de Cataluña. En cambio, con el cálculo realizado, la Huella de un habitante de Barcelona y la de un habitante de Vic, Tremp, Lleida o Sitges, por ejemplo, sólo se diferencian por el número de habitantes y la extensión de su municipio. Según un análisis comparativo (realizado en el estudio) de las diferencias en las pautas de consumo catalanas y barcelonesas, la siguiente figura muestra en que aspectos se cree que se ha sobrestimado o subestimado la Huella calculada. Figura 3. Sub o sobrestimación del cálculo de la Huella Ecológica de Barcelona, 1996. Huella de Barcelona estimada a partir de la Huella catalana Cultivos subestimado Bosque? Área de absorción de CO 2 Consumo prod. energéticos sobrestimado Consumo bienes importados y energía asociada subestimado Pastos subestimado Mar subestimado Fuente: Elaboración propia, 1998. II) La ciudad de Barcelona tiene una población real superior a la censada. El hecho de que no existan datos de la población que realmente utiliza la ciudad (estudiantes no residentes, trabajadores no residentes, turistas, etc.) hace que se sobrestime la Huella individual de la ciudad. Hay que comparar la Huella Ecológica con la disponibilidad de terreno o Capacidad de Carga. En cálculos referidos a ciudades no tiene demasiado sentido calcular la Capacidad de Carga local, por tanto se ha procedido a calcular la Capacidad de Carga del planeta, para saber si un habitante de Barcelona se apropia de más o menos espacio productivo del que le correspondería en una repartición equitativa de estos en el ámbito mundial. En la siguiente figura se resumen unos cuantos cálculos sencillos para calcular cuál es la superficie productiva mundial disponible actualmente. 5

Figura 4. Superficie productiva disponible en el mundo, 1996. Población mundial: 5,5 miles de millones de personas Superficie Tierra: 51,5 miles de millones de hectáreas Cultivos: 1,35 miles de millones de hectáreas en el mundo, 10 millones de las cuales se abandonan cada año. 0,25 hectáreas / persona Pastos: 3,35 miles de millones de hectáreas en el mundo. En expansión en detrimento de bosques. 0,6 hectáreas / persona Bosques: 3,44 miles de millones de hectáreas en el mundo. 0,6 hectáreas / persona Terreno Construido: 0,16 miles de millones de hectáreas en el mundo. 0,03 hectáreas / persona Mar: 36,6 miles de millones de hectáreas. 71% de la superficie terrestre es mar. 6,6 hectáreas / persona. De esta superficie sólo el 8,2% produce el 96% de la producción marina mundial. Total: 29-33 kg/ha, 0,5 hectáreas / persona. Esto supone 16-18 kg/cabeza.año, de los cuales sólo 12 llegan a la mesa. TOTAL= aproximadamente 2 hectáreas / persona. Quedando un 12% de la superficie para preservar el resto de especies animales, esto significa 1,75 hectáreas / persona disponibles a nivel mundial. Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Wackernagel, 1996. Hay que hacer notar que los datos del cuadro anterior son constantemente variables, ya que, por ejemplo, cada año se queman bosques o se abandonan 10 millones de hectáreas de terreno cultivable mundial según las Naciones Unidas. Comparando estos datos con los de la Huella Ecológica de los barceloneses, observamos como cada habitante de la ciudad ocupa más de lo que le correspondería como ciudadano del mundo, en la situación teórica que los recursos estuvieran equitativamente repartidos. 5 5 En los cálculos de terreno mundial disponible no se ha restado el 12% necesario para preservar el resto de especies animales con las que compartimos el planeta, por la dificultad de repartir este porcentaje entre las diferentes tipologías de terreno consideradas. Incluyendo este porcentaje en los cálculos, la diferencia entre el terreno disponible y la Huella estimada aumentaría. En los cálculos tampoco se ha considerado la capacidad de CO 2 del mar. 6

Figura 5. Huella Ecológica de Barcelona y Terreno disponible mundial, 1996. Terreno mundial Huella estimada de disponible Barcelona (hectáreas/cápita) (hectáreas/cápita) Diferencia (hectáreas /cápita) Cultivos 0,25 0,5-0,25 Pastos 0,6 0,9-0,3 Bosque y área de absorción de CO 2 0,6 1,0-0,4 Mar 0,5 0,6-0,1 Fuente: Elaboración propia a partir de la figura 2 y Wackernagel, 1997. INTRODUCCIÓN DE NUEVOS ASPECTOS LOCALES La aplicación del cálculo anterior a Barcelona se ha completado, siguiendo la tendencia de otros estudios encontrados en el ámbito europeo, con la introducción de algunos aspectos nuevos de carácter más local y no considerados en los análisis convencionales. Se ha creído oportuno añadir a los cálculos tradicionales de la Huella (consumo de pastos, cultivos, mar, bosques, terreno construido y área necesaria para la absorción de CO 2) las áreas necesarias para: Absorber la producción de RSU de la ciudad: se ha hecho una estimación del área necesaria para absorber el CO 2 equivalente emitido por el vertedero del Garraf y por la incineradora de Sant Adrià del Besòs, puntos de destino principales de los residuos que se generan en Barcelona. De acuerdo con los estudios publicados recientemente por Helena Barracó, para absorber las emisiones derivadas de los residuos de Barcelona vertidos al vertedero del Garraf se necesitan 0,09 hectáreas de bosque por habitante barcelonés, valor relativamente bajo si lo comparamos con las otras áreas calculadas de absorción de CO 2. También según Barracó, las emisiones de la Incineradora debidas a la quema de residuos provenientes de Barcelona necesitan, para ser absorbidas, 0,03 hectáreas de bosque por habitante barcelonés. Un cambio en la gestión actual de los residuos comportaría, también un cambio en la Huella Ecológica de éstos. Así por ejemplo, según Ferran Relea, el aprovechamiento del biogas producido en el Garraf disminuiría un 44% las emisiones de CO 2 de la ciudad y, consiguientemente, también su Huella Ecológica calculada a partir de las emisiones asociadas a la producción de residuos de la ciudad. Proveer a la ciudad de agua potable: el consumo de agua potable requiere de un área que en muchos casos es compatible con otros usos (por ejemplo una cuenca que a la vez que absorbe CO 2, también sirve para recoger el agua que se consume en Barcelona) y que, para no inducir a doble contabilidad, no se incluye en los cálculos. De todas maneras, lo que a veces se incluye en el análisis de la Huella es el coste de oportunidad de no tener esta agua en ríos o el consumo energético asociado al transporte hasta el lugar de consumo. Por ejemplo, en las ciudades de Australia el suministro de agua requiere de 0,27 a 0,37 hectáreas de superficie asociadas a estos costes (Wackernagel, 1997). En Barcelona, se ha hecho ya una aproximación del orden de magnitud del área necesaria para proveer de agua a la ciudad (Prat, 1998). Si nos fijamos en las extensiones de cuenca necesarias para el suministro de la ciudad, obtenemos que el equivalente a la Huella Ecológica del suministro de agua a Barcelona, es decir, la apropiación del área de drenaje para el suministro de agua a Barcelona está entre 0,02 hectáreas/habitante en un año normal y 0,05 hectáreas/habitante en un año seco. CONCLUSIONES: PROS Y CONTRAS DEL CÁLCULO REALIZADO La Huella de Barcelona se estima entre 3 y 3,5 hectáreas/persona sin poder dar la cifra exacta debido a la falta de datos. El aspecto que más contribuye a esta Huella es el consumo de energía de la ciudad y especialmente el consumo de energía de origen fósil calculada como área de bosque necesaria para absorber las emisiones de CO 2 derivadas de este consumo energético, frente a otros consumos y áreas asociadas (cultivos, pastos, etc.). A la luz de estos resultados y en la línea de la discusión ya generada a lo largo del texto, se quiere poner de relevancia lo siguiente: La Huella de Barcelona se ha obtenido por estimación de la Huella catalana según el número de habitantes censados en la ciudad y ha sido completada con algunos aspectos locales. Esta estimación tiene el inconveniente de basarse en la ciudad administrativa y de no considerar el área funcional real de Barcelona que actualmente sobrepasa sus límites administrativos. La Huella catalana se ha calculado con los datos disponibles y no con todos los datos necesarios, faltando los datos de comercio interior. El cálculo realizado tiene puntos fuertes a su favor pero también tiene puntos débiles. En la siguiente tabla se han resumido estas carencias del método de cálculo del indicador de la Huella para enmarcar el resultado final obtenido. 7

Figura 6. Puntos fuertes y puntos débiles de la metodología de cálculo utilizada en la estimación de la Huella Ecológica de Barcelona Cálculos Puntos fuertes del método Puntos débiles del método Matriz de consumo de cultivos, pastos, bosques y mar (calculada en el ámbito catalán dada la disponibilidad de los datos) Traducción directa del consumo de alimentos a hectáreas de cultivo o pastos, necesarias según su productividad local o mundial. Estimando, así, y de manera directa la superficie necesaria para el consumo de alimentos de una región. No penalización de los cultivos altamente productivos por la utilización ambientalmente incorrecta de fertilizantes, pesticidas, etc., primando estos ante la utilización de otros cultivos o pastos por el simple hecho que un mismo consumo necesita menos hectáreas con los primeros, y, por tanto, una menor Huella Ecológica. Considera que el consumo de productos energéticos engloba tanto los consumos energéticos asociados a procesos de producción de bienes, como los consumos energéticos directos realizados en viviendas o en transporte No diferenciación entre el consumo energético asociado a cada sector: transporte, producción industrial o vivienda. Matriz de consumo de energía y área asociada de absorción de CO 2 (calculada en el ámbito catalán) Traducción del consumo de energía fósil a hectáreas necesarias para absorber el CO 2 asociado a su combustión, según diferentes factores de emisión. Traducción de la importación y exportación de bienes a consumo de energía fósil sin diferenciar entre los diferentes procesos productivos utilizados y las diferentes fuentes energéticas utilizadas en la producción de cada bien y utilizando unos factores de procesos típicos de producción. Inclusión del consumo de energía eléctrica de origen nuclear aunque no produce emisiones de CO 2. Asimilación de la energía nuclear a la energía de origen fósil sin considerar otros impactos traducibles a unidades de superficie. Exclusión del consumo no interno de energía (asociada a la exportación de bienes que son consumidos en otras regiones) El resto de las exportaciones hace que paradójicamente una región pueda tener una Huella pequeña produciendo con procesos de baja eficiencia energética y exportando estos productos al exterior; a la vez que importa productos fabricados con menos contenido energético. Estimación de la Huella de la ciudad, según el número de habitantes Con las dos matrices anteriores calculadas para Cataluña, se obtienen las hectáreas de cultivos, pastos, bosques, mar y área de absorción de CO 2 necesarias por habitante catalán. La Huella de Barcelona se estima a partir del número de habitantes de la ciudad. Los dos inconvenientes principales son: 1. Que no se diferencia entre un habitante de Barcelona y uno del resto de Cataluña 2. Que la ciudad tiene más habitantes de los estrictamente censados Hectáreas de terreno construido Para la obtención del resultado final se suman las hectáreas construidas (por habitante) de la región a las hectáreas de cultivo, bosque, pastos, mar y área de absorción de CO 2 (por habitante) calculadas con las matrices En general tienen poca importancia en el contexto del resto de áreas que conforman la Huella, no se diferencia entre una urbanización difusa o concentrada en el territorio. 8

Inclusión de otros aspectos de la Huella: 1. Hectáreas necesarias para la absorción de residuos 2. Hectáreas asociadas al consumo de agua 1. Incluye el CO 2 como único output de la región considerada. 2. No se incluye en los cálculos para no inducir a doble contabilidad. Las cuencas de drenaje hacen a la vez otras funciones ecológicas (son bosques, pastos, etc.) 1. No incluye las hectáreas necesarias para tratar los residuos generados por la región que se está considerando. En cálculos en el ámbito de ciudad, ésta es una carencia importante. 2. Se tiene que incluir si la región utiliza embalses de grandes extensiones o importa agua de otras regiones con altos costes energéticos. Resultados individuales La Huella expresada como hectáreas necesarias por persona y año es la más adecuada a la hora de compararla con la de otras regiones Resultados finales como número de veces la extensión de la región Esta es la manera más utilizada para expresar la Huella de una región, tiene la ventaja que es muy entendedora y que resume en un solo dato todos los cálculos anteriores Con esta manera de expresar la Huella se penalizan las regiones con más densidad de población. Las ciudades concentradas parece que tengan una Huella mucho más grande que otras ciudades más difusas con la misma huella individual Fuente: Elaboración propia, 1998. REFLEXIONES FINALES 1. HUELLA GLOBAL Y ACTUACIÓN LOCAL Las autoridades locales, y en este caso el Ayuntamiento de Barcelona, tienen un papel muy importante en la implantación de políticas medioambientales sobre su territorio. La extensión del territorio, su situación en el espacio (costero, buenas comunicaciones ) y el modo de asentamiento de la población (concentrada, dispersa) condiciona la política y la gestión local. La densidad de población de Barcelona priva de posibilidades de expansión en superficie, hecho que condiciona las opciones de desarrollo futuro. Este hecho es particularmente importante en el análisis de la Huella Ecológica de la ciudad y, en cambio, nos encontramos ante un indicador de carácter todavía demasiado global. Aún queriéndose aplicar en el ámbito local, la metodología utilizada hasta ahora es para ámbitos superiores. En el cálculo de la Huella Ecológica hay muchos problemas para obtener los datos necesarios para completarlo, incluso en el ámbito catalán hay vacíos importantes de información que impiden que el cálculo refleje del todo la situación real. Esto hace que la Huella se haya de calcular a un nivel que dificulta después su utilización como herramienta de actuación local para la reducción del impacto ambiental de la ciudad. Por tanto, la Huella es un buen indicador del impacto global de la ciudad, pero, de momento, no se ha podido llegar al punto de poder utilizarla como herramienta de actuación local, ya que todavía no se ha podido calcular con datos específicos de la ciudad. 9 2. HUELLA INDIVIDUAL Y EXTENSIÓN MUNICIPAL En el indicador de la Huella Ecológica influyen básicamente dos factores: El consumo de los habitantes de la zona que se está considerando. La extensión de la zona. El estudio realizado de antecedentes en el cálculo de Huellas Ecológicas regionales demuestra, a pesar de los problemas de comparabilidad entre los diferentes cálculos, lo siguiente: I) existen reducidas diferencias entre las Huellas individuales de diferentes ciudades o regiones. Por ejemplo, se obtienen las Huellas siguientes: Santiago de Chile (2,6 hectáreas/habitante), Vancouver (4,3 hectáreas/habitante), Londres (2,8 hectáreas/habitante), Munich (3,5 hectáreas/habitante), o Helsinki (2,6-3,5 hectáreas/habitante). II) Existen grandes diferencias entre las Huellas de diferentes regiones a la hora de la comparación con la extensión de la ciudad. En los estudios anteriores se obtiene: Santiago de Chile (16 veces la extensión de la región), Vancouver (19 veces la extensión de la región), Londres (125 veces la extensión de la región) o Munich (145 veces la extensión de la ciudad). Por tanto, resulta que si la ciudad o región es difusa, su Huella (entendida como número de veces la extensión de la región) es más pequeña que si la ciudad es compacta, teniendo la misma Huella Ecológica individual, es decir, el mismo consumo e

impacto asociado. La discusión sobre si la ciudad compacta tiene un impacto mayor o menor que la ciudad difusa para el territorio queda fuera de este contexto, pero si que hay que comentar que la Huella (entendida como número de veces la extensión de la región), aumenta cuanto más compacta es una región en densidad de habitantes. Por tanto, y a la hora de comparar las Huellas de diferentes ciudades del mundo, habría de considerarse el indicador per cápita, es decir, la Huella Ecológica expresada en hectáreas por persona. De otro modo, no puede diferenciarse que parte de la Huella se debe a un mayor o menor consumo y que parte es asociada a la extensión de la región. 10

BARCELONA, SOSTENIBLE? DE LOS AÑOS 70 AL 2000. 1 Jaume Terradas CREAF. Universidad Autónoma de Barcelona Durante los primeros años 80 estuvimos analizando los flujos de materia y energía en Barcelona, y los resultados se publicaron en un libro por Margarita Parés, Gisela Pou y yo mismo, Ecología de una ciudad: Barcelona, de la serie Descubrir el medio urbano, editado el año 1985; y se utilizaron en una exposición en el hivernacle en 1986. A pesar de las muchas limitaciones de aquel estudio, más orientado a introducir la idea de ecosistema urbano que a pretender obtener resultados científicos concluyentes, aquellos trabajos han sido parcialmente reproducidos en revistas como El Correo de la Unesco o Medio Ambiente de Buenos Aires y, incluso, los flujos del agua aparecen en el mucho más reciente Informe Dobris, de la Agencia Europea del Medio Ambiente. Esto sólo quiere decir que no hay demasiada información de éste tipo publicada en el mundo y, si se han estudiado pocos ecosistemas urbanos puede que sea porque el tema no ha parecido lo suficientemente interesante o útil. Sin embargo, el reciente interés por la sostenibilidad y la confección de Agendas 21 ha despertado un nuevo interés por algunos aspectos del metabolismo material y energético de las ciudades, entre otras cosas. El problema reside, probablemente, en saber qué datos importan realmente y en la dificultad que hay de disponer de datos buenos y comparables para construir los flujos y calcular la huella ecológica. Los estudios realizados muy recientemente en la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona) por Anna Prat y Helena Barracó sobre los flujos de agua y energía respectivamente, con los que queríamos ver los cambios que se han producido en los últimos diez años en el metabolismo de Barcelona, han sido una buena ocasión para comprobar las dificultades de estos trabajos. Claro que ellas os lo explicarían mejor que yo. Las bases de datos disponibles son, a menudo, incompletas, o se refieren a superficies diferentes (es curioso cómo cambia un dato aparentemente tan simple como el de la superficie del municipio de un año a otro) o a territorios diferentes según de qué servicio se trate. Entre estas dificultades metodológicas señalemos que los datos de 1995 no siempre, por no decir que en pocas cosas, son comparables con los que tenemos de 1978 y de 1984 de nuestros estudios precedentes sobre flujos de agua. Hay cosas difíciles de entender, como los datos de AGBAR de 1984 obtenidos en aquel momento, que son diferentes de los que da ahora AGBAR de aquel mismo año. Sin embargo, algunos resultados son bastante interesantes. Hay indicios de que ha aumentado el verde urbano (unos 3 km 2 ), abriéndose espacios libres en un núcleo fuertemente urbanizado, pero también el nivel de impermeabilización del municipio, porque se ha construido en solares y zonas ganadas al mar, incrementándose el escurrimiento a la vez que la evapotranspiración y la intercepción. Ha bajado el consumo, por la menor demanda industrial principalmente, pero el consumo por habitante y día en el sector doméstico ha aumentado, un dato significativo, ya que las industrias siguen estando, sólo que fuera del ámbito de estudio. No ha mejorado el porcentaje de agua depurada sobre el total vertido. En conjunto, los datos actuales son mejores que los de hace 10 años, pero todavía quedan lagunas importantes. Las lagunas aumentan si sobrepasamos el ámbito municipal, por supuesto, pero se puede decir que mientras en el municipio y el AMB (33 municipios) disminuye el consumo, crece la demanda en la RMB (163 municipios). Anna Prat dice, entre sus conclusiones, que, paradójicamente, mientras avanza el proceso de metropolización faltan datos a nivel de región metropolitana y, por este motivo, estamos abocados a seguir estudiando los flujos en el ámbito municipal, por lo menos, hasta que no se pueda hacer un estudio mucho más complejo y costoso. Nos recuerda que, con todas las importantes operaciones urbanísticas que se prevén, como el Plan del Delta, la reordenación de Poble Nou, el TAV y el Parque Fluvial del Besós, no se han estudiado en absoluto las variaciones en los flujos del agua y sus consecuencias sobre la calidad ambiental o la sostenibilidad. Ella ha elaborado una lista de 20 indicadores de sostenibilidad relacionados con los flujos de agua, y ha calculado o estimado los valores para Barcelona para la mayoríadeellos. El tema energético es todavía más complicado porque hay que mirar muchas más fuentes de datos. Helena Barracó, en su estudio, observa que las entradas energéticas han aumentado mucho, 9000 GJ en total en Barcelona ciudad entre 1985 y 1995, y ha aumentado relativamente más la energía eléctrica, mientras la importancia de los gases licuados del petróleo disminuye bastante. Aunque el sectorcomercial-industrial ha aumentado en relación a los otros, por el proceso de terciarización, la tracción continúa siendo la mayor causa de 1 Texto correspondiente a la conferencia que tuvo lugar en las jornadas de presentación de los indicadores de sostenibilidad, Fórum Cívico Barcelona Sostenible. Centro de Cultura Contemporánea, Barcelona, 9 de julio de 1998. 1

consumo. El consumo per cápita ha pasado de 23.4 a 34.8 GJ/persona/año (referido a la población empadronada y no a la real, que no la sabemos nunca, lo que introduce dudas sobre el valor de éste aumento). Analiza 11 indicadores ecológicos de sostenibilidad en base a la energía, con tendencias más a menudo negativas que positivas. Pero, una vez más, nos enfrentamos con muchas incertidumbres sobre cuál es el sistema relevante, y sobre cómo llenar los muchos vacíos de información existentes. El Fórum Cívico Barcelona Sostenible ha hecho un trabajo notable de reflexión sobre indicadores de sostenibilidad. Creo que supone un esfuerzo importante. Los ejemplos que he dado ponen de manifiesto las dificultades de cualquier intento serio de analizar la sostenibilidad sobre la base del análisis del metabolismo urbano. Déjenme comentar algún ejemplo. El primero indicador propuesto por el Fórum parece muy sencillo: es el consumo total de energía por habitante. Pero, cómo lo calculamos?. Se trata de la energía consumida, directamente por el habitante de la ciudad en luz, gas, gasolina, etc.?; añadimos, la energía para los transportes o el alumbrado?; hay que sumar la energía invertida en mejorar las vías de comunicación, en construir sistemas de abastecimiento de agua, etc.?; hay que calcular la energía gastada en traer productos de todo el mundo para satisfacer nuestra demanda, o enviar al resto del mundo para llenar los bolsillos de algunos barceloneses?; se tiene que añadir la energía consumida en las granjas de cerdos o en las pistas de esquí para servicio nuestro?. Hoy sabemos que el impacto ambiental de un producto, suponemos que consumido en Barcelona, hay que considerarlo a lo largo de la vida, desde que se produce la materia prima hasta que se elimina o se recicla el residuo. Esto permitiría ver la verdadera huella ecológica, pero es imposible de hacer, es demasiado complicado. Una vez decidido el indicador, la pregunta que nos queda pendiente es: Cuál es la energía gastada por un barcelonés que es realmente significativa desde la óptica de la sostenibilidad?; y secundariamente, a qué población lo tenemos que referir, a la empadronada, a la que sólo trabaja en la ciudad, a la transeúnte que crece cada día?. Los resultados serán diferentes en un caso o en otro, y podemos modificar la tendencia. Naturalmente, hay que elegir una opción sencilla y relativamente fácil de medir. Esto siempre da un poco de miedo, porque en cuanto se tiene un número, se tiende a sacralizarlo, se olvidan las limitaciones que pueda tener. Y un discurso parecido lo podríamos repetir para cada indicador. Los indicadores indican, pero me parece que no sabemos qué indican. Entonces, no sirven de nada?. Quizás si, si se hacen bien y con metodología constante, sirven cuando comparamos una situación con otra, una evolución temporal o dos ciudades diferentes. Son indicadores de tendencia, pero que hay que entender bien y no olvidarse de las limitaciones. Si hablamos de sostenibilidad, pensad que sólo la muerte es sostenible, la vida funciona a caballo de una cascada de energía que le viene de fuera. Eso 2 sí, las cosas pueden durar más o menos. Avanzar hacia la sostenibilidad quiere decir, en realidad, disminuir el grado de conversión de recursos aprovechables en materia y energía demasiado degradadas para aprovecharlas, alargar el tiempo en que las generaciones humanas podrán seguir funcionando sobre el planeta. Pero ninguna ciudad es sostenible. Si se hace extensivo a toda la población humana, a toda la superficie del planeta, la manera de hacer de cualquier ciudad, la que tenga los mejores indicadores, seguro que vemos que la próxima generación no tendrá de qué vivir ni de qué respirar. Por tanto, los indicadores tienen valor como método comparativo y de análisis de tendencia. Se pueden utilizar para compararnos con los que están peor y celebrarlo o decir que vamos mejorando, o para todo lo contrario. En el caso de Barcelona, si aplicamos los indicadores que estén en el ámbito estrictamente municipal, donde tenemos datos más seguros, el problema es que ignoramos los cambios demográficos y socioeconómicos que hacen entrar en juego otras dimensiones de territorio. En el caso de los temas más ecológicos, la biodiversidad nos sirve de paradigma de estos problemas. La diversidad en las ciudades tiene diversos componentes, y un programa sobre el tema podría incluir cosas como: conservación de espacios naturales, corredores, etc. en el interior de la ciudad (asociación de espacios forestales periféricos con zonas forestales urbanas y parques, formando red; importancia de los árboles de las calles, etc.); recuperación de zonas litorales, disminuyendo la contaminación del agua y limitando las actividades de pesca y recolección a ciertas zonas (áreas de cría, creación de biotops artificiales); mantenimiento de los espacios naturales periféricos en buen estado de conservación; fomento de las actividades de investigación, conservación y reproducción de especies en peligro en los parques zoológicos y jardines botánicos; actividad de los centros de investigación sobre biodiversidad; participación y organización de reuniones internacionales; sensibilización ciudadana sobre el tema. Pero la huella ecológica en este caso nos llevaría muy lejos, y habría que considerar el papel de los barceloneses, directo o indirecto, en los usos y la fragmentación del territorio en Cataluña, y mucho más allá, por el café o el cacao que plantan para nosotros, o la marihuana, que para el caso da lo mismo, o en la captura de especies en peligro para venderlas en las Ramblas o de forma clandestina. Soy un poco pesimista, pues, en ir más allá en algunas comparaciones que no serán nunca de interpretación sencilla. En el plano teórico, los esfuerzos que se han hecho en Cataluña para conocer y analizar la sostenibilidad son interesantes, pero tengo muchas dudas que podamos sacar conclusiones prácticas. La base está en algunas ideas de Ramón Margalef, quien hace tiempo que explica la importancia de considerar las energías exosomáticas y los artefactos además de las energías endosomáticas y la biomasa y, yo creo que con una intención puramente didáctica, ha escrito esto alguna vez en una fórmula, un cociente de flujo de la energía por unidad de biomasa, añadiéndole estos otros componentes, esenciales en el

caso humano. Por ejemplo, entre un hombre del tercer mundo y uno de un país rico hay alguna diferencia en el consumo de energía alimentaria (importante, porque va del hambre a la saciedad), pero mucha más diferencia cuantitativa en el consumo de energía auxiliar o exosomática. Las expresiones de este tipo incluyen siempre términos que, en la práctica no se pueden calcular, y por eso digo que Margalef lo presentaba de forma didáctica o como síntesis conceptual. La idea que la diversidad, que en algún caso se ha introducido también para expresar la complejidad del sistema, se relaciona con el grado de organización es atractiva, pero en ecología hace muchos años que se conocen las dificultades de establecer esta relación de forma clara. Los ecosistemas tienen mucha más diversidad de la necesaria para un determinado régimen de metabolismo energético-material, y ésta diversidad sólo se comprende mirando el sistema desde una perspectiva temporal muy amplia, de miles de años. Las medidas de diversidad no tienen en cuenta, además, el diferente papel de cada especie en el funcionamiento del ecosistema, y cuenta igual un mosquito que un elefante. Los intentos de introducir la persistencia o la noción de espectro de diversidad que Margalef ya había hecho hace 25 años para acercarse a una medida del grado de organización, no han encontrado seguidores entre los ecólogos y veo difícil que puedan servir para analizar sistemas antrópicos. Alguna expresión propuesta, como es el caso de la de Salvador Rueda 2, tiene también una intención más reflexiva que de medida, ya que, como él mismo muy bien indica, la fórmula no contiene sumas verdaderas sino adjunciones de términos que hay que considerar, ya que éstos términos no son estrictamente sumables, son magnitudes que se miden con unidades diferentes. No podemos sumar toneladas y bits, por ejemplo. Otras fórmulas incluyen términos tan genéricos que nadie sabría definirlos lo suficiente como para proponer una medida práctica, como la ecuación de la sostenibilidad global, de Jiménez Herrero o la misma de Salvador Rueda, y la de Jordi Beltrán, que es similar. Con esto no digo que los intentos de este tipo sean inútiles, en tanto que ayudan a pensar sobre los componentes básicos de los sistemas que queremos entender, pero sí que hay que reconocer nuestra incapacidad, de momento, para formular una teoría ecológica cuantitativa apropiada para estudiar los fenómenos urbanos, más allá del análisis de flujos, y con las limitaciones de los datos que ya he mencionado. Tenemos que tener presente que la ecología tampoco lo ha conseguido. Las aproximaciones holistas que tenían éxito en los años sesenta, fueron casi enteramente postergadas durante los setenta y todavía lo están, a pesar de alguna reanimación de interés por la diversidad 2 E endos + E exos / B+H+E n+a E endos = energía endosomática E exos = energía exosomática B = biomasa H = sumatorio de las diversidades Eu = estructura urbana A = artefactos culturales y la estabilidad los últimos tres o cuatro años. Por tanto, dudo mucho que haya ninguna teoría general que se pueda extraer de la ecología y aplicarla a los sistemas urbanos, no sólo porque trasladar teoríasdeunámbitoaotrosiempreesmuypeligroso (entramos en el reino de las analogías, que pueden ser inspiradoras en algún caso, pero que en muchos llevan a la confusión), sino también porque en la ecología misma no tenemos teorías lo suficientemente consolidadas de éste tipo. Creo, en resumen, que es esencial mejorar los datos que se tienen, completar especialmente los relativos al área y la región metropolitanas y entender mejor los nexos entre zonas concéntricas (municipio, AMB, RMB), etc. Al haber grandes dificultades en muchos casos, como hemos visto, para establecer secuencias históricas de evolución de indicadores, hay que fijar metodologías de medida de cara al futuro. Y sobretodo, hay que tener una visión coherente de lo que queremos que sea la ciudad. Ahora mismo, coexisten diversos proyectos que, como opciones ambientales, creo contrapuestos, por no decir antagónicos. La operación plataforma del Delta del Llobregat es una apuesta por un gran incremento del tráfico de mercancías, del transporte pesado. A la vez, la ciudad está lanzada hacia el desarrollo turístico. Para muchos, lo que entusiasmaría, tal y como lo definimos en una reunión reciente de prospectiva en esta misma sala, seria una ciudad que de aquí a diez-veinte años vista, apostara por tres ejes: materia gris, silicio y clorofila. Es decir, por un desarrollo axado sobre el fomento de la creatividad, las nuevas tecnologías de la comunicación, menos contaminantes, y el enverdecimiento del tejido urbano. Otra paradoja es la tendencia a ir abriendo nuevas grandes superficies comerciales, según un modelo ambientalmente desastroso (y creo que también socialmente), porque comporta el cierre de tiendas y el empobrecimiento rápido de los mercados tradicionales, es decir, la destrucción de la autonomía de los barrios en un retorno a la irracional ciudad racionalista. Quizás los indicadores son necesarios, pero lo que es más importante es tener una idea de la ciudad que queremos, una idea consistente, que nos lleve hacia un menor consumo de materiales y energía, hacia un mayor uso de la creatividad, desde la ciencia dura al diseño, pasando por las humanidades y el arte (creatividad que ha de orientarse a encontrar soluciones ambientalmente mejores que las actuales), y hacia un entorno más agradable, con más calidad de vida, cosa que ciertamente ya se intenta hacer, pero con la posibilidad manifiesta de pensar no sólo en las fachadas y espacios exteriores sino también en los espacios interiores, terrados y terrazas, promoviendo la revegetación en algunos casos. Materia gris, silicio y clorofila, un trípode para una utopía necesaria, la de una ciudad con barrios autosuficientes para la mayoría de servicios, con actividad comercial difusa y con una decidida elección por el software y no por el hardware en cuanto al desarrollo económico. 3

IV Congreso Nacional del Medio Ambiente, Madrid, 23-27 de noviembre de 1998 MEDIO AMBIENTE, INNOVACIÓN Y CAMBIO TECNOLÓGICO Una aproximación Josep M. Vegara Carrió 1 INTRODUCCIÓN Una dimensión de la relación del cambio tecnológico con el medio ambiente se refiere al impacto del primero sobre el segundo -como sería el caso, por ejemplo, de las consecuencias del cambio tecnológico sobre las reservas de recursos no reproducibles- y la segunda se refiere a las condiciones del surgimiento de innovaciones con impacto positivo sobre el medio ambiente. El presente trabajo se refiere a esta segunda dimensión. TIPOLOGÍA DE LA INNOVACIÓN Y EL CAMBIO TECNOLÓGICO EN EL SECTOR MEDIOAMBIENTAL La distinción básica es la siguiente: a) Tecnologías de final de proceso: su finalidad consiste en incidir sobre el impacto medioambiental, utilizando una tecnología que reduce las consecuencias negativas del funcionamiento del proceso. Generalmente incrementan los costes, puesto que implican añadir módulos de proceso, así como, casi siempre, inputs corrientes adicionales. Ejemplos: el lavado de humos en una incineradora o el uso de catalizadores en los automóviles. b) Tecnologías limpias: el propio proceso es diseñado para reducir los impactos negativos sobre el medio ambiente. es decir, el diseño incorpora características internas, propias de la tecnología, con el objetivo de reducir las consecuencias negativas. Puede contribuir a reducir los costes. Ejemplos: una mejora de las turbulencias en la cámara de combustión de un motor diesel; la pila de hidrógeno alimentada mediante energía renovable sería un ejemplo extremo. Uno de los objetivos centrales de los procesos de innovación, ante el reto de la sostenibilidad y la mejora del medio ambiente debería ser el desarrollo de nuevas tecnologías, tecnologías limpias 2. LA INNOVACIÓN; TIPOLOGÍA La innovación -como es bien conocido- es el proceso de acoplar, por primera vez en un mercado con- 1 Catedrático de Fundamentos del Análisis Económico, Universidad Autónoma de Barcelona. Concejal-presidente de la Comisión de Medio Ambiente y Servicios Urbanos, Ayuntamiento de Barcelona 2 Véase NTST (1994). creto, una nueva oportunidad tecnológica a una necesidad solvente 3. En el caso de una innovación comercial, el necesario carácter solvente de la demanda resulta patente; las innovaciones en el sector público pueden responder a otra lógica. El origen de la innovación tecnológica puede ser una invención -con fundamento científico o básicamente operacional- o bien el resultado de una transferencia de tecnología. La innovación es una modalidad de búsqueda de ganancias; el mecanismo concreto es bien conocido: cuando la innovación afecta -por ejemplo- a un medio de producción, su adopción efectiva se producirá si genera una reducción de costes; dado que el precio de venta del producto no se ha modificado, la empresa innovadora obtendrá unos beneficios diferenciales, transitorios, hasta que la difusión de la innovación provoque -si el mercado es competitivo y es viable la imitación- la reducción del precio y la desaparición progresiva de la ganancia diferencial. Por otra parte, conviene destacar que la difusión efectiva de las innovaciones tecnológicas es lo que provoca el cambio tecnológico, con impactos efectivos sobre el uso de nuevos productos y nuevos procesos, modificaciones en la productividad y en los costes, sobre los efectos ambientales y las condiciones de trabajo, etc. Existe una amplia tipología de las innovaciones; en el contexto del presente trabajo es suficiente destacar 1) la distinción entre innovaciones incrementales y radicales 4 y 2) la distinción según el papel que juegan la oferta y la demanda en el proceso de inducción. a) Innovaciones incrementales. Surgen de la actividad rutinaria de mejora de productos y procesos. Tradicionalmente no se han considerado relevante pero actualmente se ha modificado su valoración debido, especialmente, a la constatación de su impacto acumulativo. Ejemplos: la substitución de materiales o la mejora de los perfiles aerodinámicos de las centrales eólicas. b) Innovaciones radicales. Presentan importantes discontinuidades y un impacto económico sustancial; son el núcleo duro de la destrucción creadora de Schumpeter. Ejemplos: el microprocesador, las máquinas herramientas controladas por ordenador. 3 Shumpeter, J.A. (1942). 4 Freeman, Ch. (1992) 1

Desde el segundo punto de vista, la distinción relevante es entre el papel del technology push o sea, el empujón de la oferta, básicamente suscitado por la actividad de investigación y desarrollo y el papel del demand pull o sea, del tirón de la demanda 5. En general, existe consenso en el sentido de que el tirón de la demanda domina cuando las necesidades del mercado son urgentes y específicas 6. El mismo autor sostiene que el tirón de la demanda ha sido el factor dominante en el desarrollo de la tecnología medioambiental. Mowery y Rosenberg han realizado una crítica radical del enfoque y de los estudios empíricos basados en el tirón de la demanda; ahora bien, en el caso que nos ocupa (y ello es crucial), en general, la demanda de innovación ha sido suscitada por la intervención pública. INCENTIVOS A LA GENERACIÓN DE INNOVACIÓN La tipología distingue habitualmente entre a) los instrumentos económicos, b) los instrumentos de intervención directa y c) los acuerdos. 1. INCENTIVOS ECONÓMICOS A LA INNOVA- CIÓN La distinción básica considerada es la siguiente: a) penalizaciones o subvenciones a la reducción, b) incentivos a las actividades I+D. La obra de Kemp et al. 7 presenta y evalúa un conjunto significativo de modelos. Conviene destacar que la mayor parte de la literatura se refiere a los distintos impactos sobre la innovación de los diversos instrumentos de control de la contaminación a final de proceso. La valoración crítica que realiza Kemp es la siguiente: El resultado de los modelos de incentivos a las empresas es que los instrumentos económicos (...) proporcionan mayor inducción a la innovación que la regulación directa. En régimen de regulación económica el innovador es capaz de explotar una ganancia extra para reducir sus emisiones; ello es así porque los beneficios marginales de dichas reducciones adicionales de emisiones (que se presentan bajo la forma de reducción en el pago de impuestos, subsidios por la reducción de emisiones o ingresos procedentes de los selling permits ) superan el coste marginal de la reducción de emisiones. En régimen de regulación directa no existe incentivo para que el contaminador reduzca sus emisiones más allá del nivel original de control de emisiones porque los beneficios marginales de dicho salto para la empresa son nulos 8. El propio Kemp añade que los anteriores resultados pueden no ser válidos cuando existe incertidumbre. Dado que la incertidumbre es un rasgo esencial del proceso innovador debemos tomar los modelos y los resultados presentados -como él mismo propone- como un punto de partida 9. Cualquier oportunidad de reducción de costes no da lugar, obviamente, a una actividad innovadora debido al factor incertidumbre y a que los beneficios diferenciales pueden permitir financiar otras actividades (por ejemplo, de aumento de la capacidad). Es por ello necesario disponer de una teoría que trate de la generación de incentivos orientados precisamente a la innovación y que contribuya a explicar también las direcciones en las que se orientan éstas. El citado Kemp recoge la crítica cuando precisa que la idea central subyacente a dichos análisis es que los ahorros de coste producidos bajo los diversos regímenes de regulación son indicativos de la probabilidad de que la innovación en el control de la polución se produzca. 10. Justamente, el último modelo que presenta Kemp es el elaborado por Nentjes (1988) que incluye un entorno de incertidumbre tecnológica. El modelo demuestra que la preferencia de una agencia reguladora orientada a obtener resultados ambientales a corto plazo y con aversión al riesgo, tiene un impacto negativo sobre la innovación en el control de la contaminación 11. La incertidumbre es, obviamente relevante. No parece exagerado concluir que disponemos de multitud de modelos pero no de una teoría robusta. Para concluir, dos pinceladas sobre las subvenciones para I+D. La subvenciones vinculadas a la reducción de las emisiones pueden ser eficaces pero también pueden contribuir a mantener activas empresas contaminantes; de aquí la necesidad de diferenciar claramente éstas subvenciones de las destinadas a I+D. Georg,S. et al. 12 analiza la política de subsidios a las actividades de I+D y de inversión en el caso de la innovación para generar tecnologías limpias y realiza un análisis empírico de la actividad del Danish Clean Technology Program. El balance resulta notablemente positivo. Por otra parte, la subvención directa a grupos de empresas singulares, o a agrupaciones, en términos de investigación no competitiva ( a la Japonesa ) permite la cooperación sin otorgar ventajas discriminatorias para proyectos de I+D; es un instrumento que se ha mostrado eficaz en otros campos. Convendría pues explorar su aplicación al campo que nos ocupa. 2. ESTÁNDARES E INDUCCIÓN A LA INNO- VACIÓN Los instrumentos de intervención directa son básicamente los estándares, en el sentido de informa- 5 Mowery y Rosenberg han sometido a un análisis en profundidad el papel del tirón de la demanda ; véase Rosenberg, N. (1982). 6 Skea, J. (1996) 7 Kemp, R. (1997), caps. 2 y 3. 8 Véase Kemp, R. (1997), pg. 39 9 En sección siguiente se analizará el tema de la capacidad inductora de la regulación directa bajo la forma de estándares. 10 Kemp, R. (1997) p. 21 11 Kemp. R (1997) p. 67 12 Georg, S et al (1992) 2

ciones de referencia relativas a las características físicas de productos o procesos y con los que pueden ser comparados. En el campo que nos ocupa los estándares cruciales son los que fijan normas. Como es bien sabido, se sostiene con frecuencia que los estándares no inducen eficazmente la innovación. Hawkins at al. (1995) 13 analizan cómo se determinan los estándares en el campo del medio ambiente: destacan que juega un papel primordial la tecnología punta existente; así pues, se toma como referencia una tecnología viable (Best Available Technology) o bien, con frecuencia, un nivel ligeramente más exigente. En contra de las apariencias, este procedimiento incita a innovar puesto que las empresas productoras de tecnologías medio ambientales son conscientes de que la tendencia es hacia estándares más exigentes y que aquella empresa que se sitúa en primera línea tiene grandes posibilidades de marcar la pauta del nuevo estándar, jugando con ventaja inicial en el mercado. Existen posiciones extremas, como es el caso de Porter 14 que sostiene que los estándares más restrictivos, sin mayores precisiones, estimulan la innovación; esta posición no parece sostenible ya que lo relevante es la distancia existente entre el estándar correspondiente a la mejor tecnología y el nuevo nivel fijado. Cuando el nuevo estándar exige una innovación radical, lo más probable es que el resultado sea un fracaso: esta es la experiencia del Estado de California que impuso en 1992, con el horizonte de 1998, cuotas de vehículos eléctricos cuya disponibilidad exigía innovaciones radicales 15 3. LOS ACUERDOS Los acuerdos voluntarios o entre asociaciones privadas y el Gobierno han aparecido recientemente como una alternativa complementaria. Un ejemplo reciente lo constituye el acuerdo surgido de la negociación durante dos años entre la Comisión Europea y la ACEA (European Automobile Manufacturing Association) para reducir entre 1995 y el año 2005 en un 25 % las emisiones de CO 2. Este modo de aproximarse al tema deja libre las líneas de innovación a desarrollar; no es este el caso de algunos aspectos de la política del Estado de California que exigía suministrar un volumen importante de automóviles eléctricos, con determinados niveles de prestaciones, lo cual -dado el estado de la tecnología- requería innovaciones radicales, es decir, afrontar grados muy elevados de incertidumbre 16. La iniciativa está condenada al fracaso, según las evaluaciones disponibles. PARADIGMAS Y TRAYECTORIAS Algunos autores, vinculados a la teoría económica evolutiva han desarrollado los conceptos de paradigma y trayectoria tecnológicas 17 a) Paradigmas: de forma análoga a la existencia de paradigmas científicos (programas de investigación científicos) existen paradigmas tecnológicos... una visión que identifica los problemas relevantes, un modelo y un patrón de exploración... un modelo y un patrón de solución de problemas tecnológicos seleccionados, basados en principios seleccionados derivados de las ciencias naturales y de tecnologías materiales seleccionadas 18 b) Trayectorias tecnológicas: definidas como un patrón de actividad normal de solución de problemas (es decir, de progreso) sobre la base de un paradigma tecnológico ; comportan una heurística positiva y una heurística negativa e incorporan fuertes prescripciones sobre las direcciones del cambio tecnológico a perseguir o a olvidar ; en definitiva, focalizan la innovación y el cambio tecnológico en direcciones concretas 19. Las trayectorias en el marco de un paradigma marcan pautas para el desarrollo tecnológico, contribuyendo poderosamente a focalizar la actividad en determinados problemas y no en otros; así pues, constituyen un mecanismo adicional, selectivo, inductor de innovaciones, en direcciones concretas. SESGOS. MECANISMOS DE INDUCCIÓN El comportamiento innovador puede tomar direcciones distintas, sesgos diferentes. En este contexto conviene destacar que, en contra de la presunción corriente, una variación en los precios relativos no induce necesariamente una invención/innovación ahorradora del input cuyo precio ha aumentado: el empresario reaccionará ante cualquier oportunidad viable de reducción de costes, al margen de cualquier mecanismo `estímulo-respuesta en el campo de los precios 20. El aumento sostenido del precio de un input sí puede operar como un factor eficaz, en la medida en la que permite anticipar un peso creciente en la estructura de costes. Por el contrario, si nos referimos a la decisión relativa a la selección en el marco de una gama de tecnologías ya existentes, la modificación de los precios relativos sí será relevante, como expone la teoría convencional. Los mecanismos concretos de inducción de innovaciones y de sesgos en las innovaciones hay que buscarlos también, fuera del mecanismo de los precios: un conjunto relevante es el siguiente: a) desequilibrios en los sistemas tecnológicos. Las tecnologías constituyen, generalmente, sistemas complejos, formados por un conjunto de elementos interconectados; el cambio técni- 13 Hawkins,R., Mansell,R., Skea,J. (1995) 14 Véase Porter (1991) 15 Wallace,D. (1995) 16 Véase Wallace,D. (1995) 17 Dosi,G. (1984), Dosi et al,g. (1988) 18 Véase Dosi,G. (1984), p.14 19 Dosi,G. (1984), p.15 20 Véase Rosenberg,N. (1979) 3

co afecta de forma diferenciada a las distintas componentes, de modo que los desequilibrios que suscitan, generan potentes mecanismos de inducción a la innovación. b) la necesidad de controlar el proceso de trabajo. La fuerza de trabajo incide básicamente en tanto constituye el factor menos controlable del proceso de producción; éste es el motor básico de la automatización. c) la presión social, en especial, la reacción ante fallos y los impactos. La seguridad en el trabajo, por ejemplo, constituye un ejemplo emblemático: ha sido un objetivo de la acción sindical y que ha hallado en la legislación un instrumento privilegiado para su mejora; se traducen en normas para el diseño de la maquinaria, por ejemplo. La presión social se manifiesta asimismo como un mecanismo eficaz en los campos del medio ambiente y la sostenibilidad. d) la regulación, concretada, imprime sesgos. Sobre los estándares ya se han formulado diversas precisiones previamente. e) la miniaturización, con la obvia finalidad de reducir peso y volumen, y hacer posibles nuevas aplicaciones. Este sesgo incide ciertamente sobre el consumo de recursos y la denominada desmaterialización 21 ; incide claramente en la minimización de la producción de residuos. Estos son algunos de los mecanismos concretos de inducción de innovaciones y de sesgos concretos; obviamente, es preciso profundizar lo que constituye sólo un apunte. 21 Véase NAE (1989) 4

CONSEJO MUNICIPAL DE MEDIO AMBIENTE Y SOSTENIBILIDAD DE BARCELONA El Consejo Municipal de Medio Ambiente y Sostenibilidad está formado por un centenar de persones representantes de un amplio abanico de la sociedad: organizaciones cívicas y ecologistas, el mundo de la empresa, grupos de expertos, la universidad y la administración, entre otros. Este Consejo tiene por objeto: - Estimular, promover y vehicular la participación ciudadana en el proceso de elaboración y desarrollo de la Agenda 21 Local de Barcelona. - Informar, debatir y difundir las cuestiones relativas a la elaboración y ejecución de la Agenda 21 Local de Barcelona. - Emitir informes y propuestas sobre el medio ambiente y la sostenibilidad urbana y las políticas de los órganos de gobierno del Ayuntamiento de Barcelona, así como también sobre los grandes temas impulsados desde la Comisión de Política Medioambiental y de Sostenibilidad. - Impulsar y estimular la colaboración de las diversas asociaciones y entidades en los campos mencionados. - Promocionar iniciativas de estudio y análisis sobre el medio ambiente y la sostenibilidad. - Analizar y valorar la situación relativa a la elaboración y ejecución de la Agenda 21 Local de Barcelona. Presidente Excmo. Sr. Joan Clos Matheu Vicepresidente Primero Ilmo. Sr. Josep M. Vegara Carrió Co-Vicepresidentes Ilmo.Sr. Josep Puig Boix Sra. Purificació Canals Ventín Sr. Francesc Raventós Torras *** Secretario Técnico Sr. Lluís Boada Doménech Adjunta a la ST Sra. Margarita Parés Rifà Secretaria de actas Sra. Josefa Isabel Martínez Legaz El Consejo se ha estructurado en 13 grupos de trabajo temáticos para la elaboración de una propuesta de Agenda 21 Local de Barcelona. Los seis primeros grupos concluyeron sus trabajos el mes de noviembre de 1998. Desde el mes de enero de 1999 vienen reuniéndose los siete grupos restantes con una frecuencia quincenal. Los grupos de trabajo preparan documentos que contienen un diagnóstico, la propuesta de objetivos y las medidas de actuación a medio y largo plazo y algunas sugerencias sobre indicadores. Una vez debatidos y aprobados por el plenario del Consejo, el contenido final de los trabajos de éstos grupos se someterán a la aprobación del Plenario del Ayuntamiento, y una vez obtenida, la Ciudad de Barcelona dispondrá de su Agenda 21 Local. Energía Coordinación: Ilmo. Sr. Josep Puig Boix Sr. Álvaro del Rio Disdier Grupos de Trabajo Sr. Josep M. Baldasano Recio Sr. Joaquim Corominas Sr. Manel de Riba Bouvier Ilmo. Sr. Daniel Fabregat Llorente Sr. Ramón Folch Guillén Sr. Lluís Fontanals Jaumà Sr. Josep Fradera Ramon Sra. Estela Guerrero Barbecho Universidad Politécnica de Catalunya ECOSERVEIS ENDESA Grupo Municipal CiU (Ayuntamiento de Barcelona) Estudio Ramón Folch REPSOL, S.A. Asoc. Profesionales Energias Renovables de Catalunya Ecos de Barcelona 1

Sr. Amadeu Joan Prat Sr. Antoni Lloret Orriols Ilmo. Sr. Ernest Maragall Mira Sr. Joan Martínez Alier Sr. Antoni Martínez Garcia Sr. Josep Marull Gou Sr. Jordi Serrano Pujol Sr. Enric Tello Aragay Sra. Mª José Vázquez Arias Gas Natural Catalunya SDG, S.A. Universidad de Barcelona Grupo Municipal PSC (Ayuntamiento de Barcelona) Universidad Autónoma de Barcelona Ecotècnia Servicios Generales (Ayuntamiento de Barcelona) Serveis Energètics Bàsics Autònoms (Seba) Acció Ecologista Fed. Entidades colaboradoras con el minusválido Diseño urbano, verde, playas y edificación Coordinación: Sr. Juli Esteban Noguera Sra. Carlota Aguado Roa Sr. Antoni Alarcón Puerto Sr. Josep Antequera Baiget Sr. Fernando Aranda Sr. Xavier López Sr. Jesús Alonso Sáinz Sra. Nati Casado Sra. Pilar Martorell Sr. Pere Cabrera Massanes Sra. Helena Fuster Munné Sr. Marià Martí Viudes Sr. José Manuel Gómez Sr. Josep Lluís Rovira Fontanals Sr. Manuel Sabés Sr. Santiago Vilanova Tané Colegio de Aparejadores Barcelona Regional Fórum Cívico Barcelona Sostenible Patronato Municipal de la Vivienda Patronato Municipal de la Vivienda Colegio de Arquitectos Colegio de Arquitectos Colegio de Arquitectos A.R.I. Ciutat Vella Greenpeace Parque Metropolitano de Collserola Parque Metropolitano de Collserola Instituto Cerdà Universidad Autónoma de Barcelona GEA Consultores Ambientales Residuos Coordinación: Sr. Salvador Rueda Valenzuela Ilma. Sra. Maravillas Rojo Torrecilla Ilmo. Sr. Joan Puigdollers Fargas Ilmo. Sr. Jordi Cornet Serra Ilmo. Sr. Agustí Soler Regàs Sra. Susagna Sanahujes Bars Sra. Anna Tardà Lleget Sra. Mª Lluïsa Oliveda Puig Sra. Cristina Domingo Gómez Sr. Joan Rieradevall Pons Sr. Josep M. Serena Sender Sra. Sofia Bajo la Fuente Sr. Alfredo Jorge Juan Andrés Sra. Alba Cabañes Sr. Roberto Guirado Martínez Sr. Joan Morlà Oliver Sra. Pilar Magdalena Malo Sr. Rafael Milla Anguita Empleo y Promoción Económica (Ay. Barcelona) Grupo Municipal CiU (Ayuntamiento de Barcelona) Grupo Municipal PP (Ayuntamiento de Barcelona) Grupo Municipal PI (Ayuntamiento de Barcelona) Barcelona Activa Org. Consumidores y Usuarios de Catalunya (OCUC) Permanente Consejo de las Mujeres Alternativa Verda Universidad Autónoma de Barcelona Colegio de Ingenieros Industriales Mercabarna Instituto de Mercados de Barcelona Fomento del Trabajo Asociación Grandes Superficies Comerciales Consejo Gremios de Comercio y Servicios de Barcelona CEPA CC.OO. El Ciclo del Agua Coordinación: Sr. Ferran Porta Visa Sra. Montserrat Cuchillo Foix Sra. Mª Antònia Grífols Sr. Jaume Mateu Giralt Sr. Ramón Molist Tarrés Sr. Narcís Prat Fornells Sr. Salvador Rueda Valenzuela Ilmo. Sr. Josep M. Samaranch Kirner Ilmo. Sr. Daniel Sirera Bellés Sr. Jordi Vila Sr. Lluís A. Gutiérrez Universidad Pompeu Fabra (UPF) Ecomediterrània Universidad de Barcelona Consorcio Zona Franca Universidad de Barcelona Área Medio Ambiente Urbano (Generalitat Catalunya) Grupo Municipal CiU (Ayuntamiento de Barcelona) Grupo Municipal PP (Ayuntamiento de Barcelona) Puerto de Barcelona Experto invitado 2

Movilidad, Transporte, Telecomunicaciones, Atmósfera y Ruido Coordinación: Sr. Joan Torres Carol Apoyo: Sra. Esperança Hernández Ilma. Sra. Carmen San Miguel Ruibal Im. Sr. Jaume Ciurana Llevadot Sra. Lucía Artazcoz Lazacano Sr. Jordi López Benesat Sr. Juli García Ramón Sr. Pau Rodriguez Montequín Sr. Sebastià Salvadó Plandiura Sr. Vicenç Bagán Jarque Sr. Joan Trullen Thomas Sr. Joan Estevadeordal Flotats Sr. Pau Noy Serrano Sr. Hermilo Larumbe Echavarri Sr. Esteve Martín Casellas Sr. Josep Martí Valls Sr. Josep Manau Fuster Sr. Joan Laporta Argelich Sr. Josep Garriga Paituví Sr. Miquel Monera Urbina Sr. Andrés Naya Cabrero Mobilidad y Seguridad (Ayuntamiento de Barcelona) Grupo Municipal de CiU (Ayuntamiento de Barcelona) Salud Pública (Ayuntamiento de Barcelona) Via Pública (Ayuntamiento de Barcelona) Movilidad (Ayuntamiento de Barcelona) Mantenimiento y Servicios (Ayuntamiento de Barcelona) Real Automovil Club de Catalunya (RACC) Amigos de la Bici Universidad Autónoma de Barcelona Barcelona Camina Asociación Promoción Transporte Público Fed. Catalana de Gremios Transportes de Barcelona Ferrocarriles Generalitat de Catalunya Centro de Análisis y Programas Sanitarios (CAPS) RENFE Transportes Metropolitanos de Barcelona Telefónica U.G.T. Federación Asociaciones Vecinos Barcelona (FAVB) Biodiversidad Coordinación: Sr. Jaume Terradas Serra Sr. Antoni Alarcón Puerto Sra. Purificació Canals Ventín Sr. Joaquim Casal Coll Sr. Josep M. Castiella Viu Sra. Joana Díaz Pont Sra. Teresa Franquesa Cudinach Sr. Frederic Linares Aguilar Sr. Francesc Lozano Winterhalder Sr. Joan Oms Llohís Sra. Angels Parra Sr. José Ruiz Sánchez Sr. Xavier Tort Casals Sr. Francisco Valero Ibarra Colegio Oficial de Biólogos DEPANA Universidad Politécnica de Catalunya Servicios Personales (Ayuntamiento de Barcelona) Institut Català de Tecnologia (ICT) Instituto Municipal de Educación Diputación de Barcelona Asociación Naciones Unidas en Espanya Consejo Comarcal del Barcelonés Vida Sana Vida Sana Consejo de la Juventud Editorial Oasis Efecto invernadero y ozono estratosferico Coordinación: Sr. Josep M. Baldasano Recio Sra. Mª. Luz Castilla Porquet Sr. Joaquim Corominas Sr. Antoni Lloret Orriols Sr. Narcís Prat Fornells Sr. Joan Rieradevall Pons Sr. Enric Tello Aragay Sr. Jesús Alonso Sáinz Pilar Martorell Ilmo. Sr. Jordi Cornet Serra Sr. Amadeu Joan Prat Sra. Marga Sanz Sr. Miquel Miró Sr. Antoni Palat Ullastres Ilmo. Sr. Josep Puig Boix Sra. M.José Vázquez Arias Sr. Artur Vila Campmany Coopers & Lybrand Grupo Científicos y Técnicos por futuro no Nuclear Teulades i Façanes Multifuncionals, S.A. Departamento Ecologia Universidad de Barcelona Universidad Autónoma de Barcelona Acción Ecologista Colegio de Arquitectos Grupo Municipal PP (Ayuntamiento de Barcelona) Gas Natural Gas Natural Ecotècnia Endesa Grupo Municipal IC-EV (Ayuntamiento de Barcelona) Federación ECOM Repsol Marginación, paro, inmigración Coordinación: Sr. Josep M. Castiella Viu 3