VII PRESBÍTEROS 43
I. HECHOS 1. La modernidad plantea al ministerio presbiteral grandes problemas que no son entendidos y en muchos casos rebasan la capacidad del presbítero. Esto requiere una constante actualización en su preparación. El tiempo de preparación en el seminario da los elementos básicos para realizar el ministerio pastoral; para dar continuidad a esa formación, recientemente se ha designado a un grupo de presbíteros que acompañen en sus primeros años a los neo-sacerdotes. Existe desde el II Sínodo una marcada preocupación en la formación de los presbíteros, sin embargo, no se ha podido superar una serie de estancamientos y problemas pastorales de algunos sacerdotes (Cf. ECUCIM 2175-2189). Existen algunos sitios en Internet donde se ofrecen cursos de actualización teológica para presbíteros. 2. Hay poco interés, principalmente en generaciones maduras y avanzadas, para conocer y desarrollar habilidades y conocimientos nuevos en orden a la pastoral. 44
3. Se descuida demasiado la conversión personal y la verdadera vocación de servicio en la formación permanente. Incomoda a los presbíteros que el obispo o los laicos les señalen las deficiencias pastorales. Sigue prevaleciendo la idea de que la formación sólo se realiza mediante cursos. En todas las Vicarías se realizan periódicamente ejercicios espirituales y semanas de formación permanente, en las cuales hay poca asistencia. La práctica de la dirección espiritual no es valorada como parte de la formación. 4. En algunos casos hay interés por formarse, sin embargo, no hay cauces realmente pastorales de comunión. Esto es consecuencia del individualismo sacerdotal. La formación recibida en el seminario no garantiza suficientemente la inserción del neo-presbítero en la vida pastoral de la Arquidiócesis. 5. Muchas iniciativas de formación no se concretizan por la falta de interés de los mismos presbíteros y de los obispos. 6. Existe un notable interés económico en las nuevas generaciones sacerdotales. 45
II. CRITERIOS DE ILUMINACIÓN 1. El sacerdote está llamado, mediante la formación permanente, a conservar y desarrollar en la fe la conciencia de la verdad (Cf. 1 Cor 4, 1; PDV 73). 2. La formación permanente ayuda al sacerdote, a la comunión en la Iglesia (Ibíd. 74). 3. La formación permanente está destinada a hacer crecer en el sacerdote la conciencia de su participación en la misión de la Iglesia (Ibíd. 75). 4. Cada sacerdote es el primer responsable en la Iglesia de la formación permanente... Fundamental es la responsabilidad del obispo y, con él, la del presbiterio (Ibíd. 79); sin embargo, pocos son los que lo hacen. 5. La formación permanente de los ministros ordenados ha de estar cimentada en el renovado proceso pastoral que estamos construyendo (MP 110). 46
III. LÍNEAS DE ACCIÓN 1. Mejorar la coordinación y comunicación entre las diversas instancias: comisiones arquidiocesanas, vicarías territoriales, decanatos, parroquias, comunidades religiosas, etc., para conocer y valorar los servicios formativos que ofrecen, y aprovecharlos de acuerdo a las necesidades que se tengan en las comunidades decanales y parroquiales. 2. Conocer y valorar los servicios formativos que ofrecen las comisiones, buscando que esos respondan a las necesidades de los decanatos y de las parroquias. 3. Crear en el presbiterio la conciencia de la necesidad de planear su formación permanente y darse los medios concretos para realizarla. Teniendo siempre presentes las áreas: humana, espiritual, doctrinal y misionera. 4. Unificar criterios a nivel diocesano sobre la naturaleza de la misión permanente y las exigencias de ella, para la formación del presbítero. 5. Cuidar que las necesidades del clero sean atendidas, para que destine tiempo a su formación y acompañamiento formativo de su comunidad. 6. Vincular y sistematizar los proyectos de formación entre la Vicaría de Pastoral y la Vicaría de Agentes. 7. Interesar al equipo formador del seminario sobre el sentido y significado de la misión permanente, para que lo transmitan en la formación. 8. Actualizar la formación permanente del presbiterio, de tal manera que responda a los retos que plantea la post-modernidad. 9. Dentro de los planes y programas de formación permanente del presbiterio, se integre lo referente a la pastoral urbana, pues la mayoría carece de esos conocimientos; y por lo tanto no es posible llevar a cabo la misión permanente en nuestra Ciudad. 47
IV. ORDENAMIENTOS Que el presbítero tenga un conocimiento serio de la realidad y de la historia de su comunidad que le permita dar respuestas acordes a las necesidades, siguiendo los lineamientos diocesanos. Organizar talleres para que el presbítero aprenda a planear tanto su formación como su actividad pastoral, sin olvidar su identidad de pastor y, al mismo tiempo, de formador; auxiliándose de expertos en la materia. Institúyase la semana anual de formación para todos los presbíteros, en la cual se dé una actualización en diversos campos que ayuden a su crecimiento como pastor, bajo la supervisión de la vicaría de pastoral y la vicaría de agentes y las instancias correspondientes, coordinando en cada vicaría para que esto sea ejecutado desde los decanatos. Que la Vicaría de Agentes haga un directorio de recursos formativos, incluyendo los sitios de Internet como apoyo para la actualización a los presbíteros. Fortalecer la comunión diocesana de los presbíteros seculares y religiosos con el obispo. Promover a nivel diocesano, vicarial y decanal recursos acordes a las necesidades más urgentes y a los proyectos pastorales arquidiocesanos, aprovechando las reuniones a nivel de vicaría o de la Arquidiócesis. Que el decano sea verdaderamente un agente que promueva la comunión y la formación de los presbíteros en su decanato. Que el equipo formador del seminario se interese y se integre al proyecto pastoral arquidiocesano y lo proyecten en el proceso formativo de los seminaristas. Los presbíteros aprovechen la homilía como medio formador para la comunidad y para ellos mismos. Esto exige una preparación cuidadosa y pertinente para cada caso. Ofrecer programas de inducción y capacitación para el desempeño de los diferentes ministros arquidiocesanos (párrocos, decanos, comisionados, etc). 48