La función ejecutiva y sus trastornos



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I CONGRESO VIRTUAL IBEROAMERICANO DE NEUROLOGÍA SIMPOSIO: NEUROPSICOLOGÍA (y II) Editor: C. Carnero-Pardo La función ejecutiva y sus trastornos D.A. Pineda EXECUTIVE FUNCTION AND ITS DISORDERS Summary. Introduction. Executive function is a set of cognitive operations, which are sustained by the complex activities of the frontal lobe systems. Executive function is responsible for programming, establishing goals, classifying, executing, controlling, changing, monitoring and confronting all the mental activities. Objective. To review and to actualize neuropsychological literature about executive function, its development, its structure, its theoretical model, its alterations in different neurological and neuropsychological disorders, and its clinical qualitative and quantitative assessments. Conclusion. Executive function is a multidimensional construct of the cognition, which is structured and modified through the development during childhood, and which is altered during different neurological and neuropsychological disorders, and which could be evaluated in a qualitative or quantitative approaches. [REV NEUROL 2000; 30: 764-8] [http://www.revneurol.com/3008/i080764.pdf] Key words. Executive function. Frontal lobes. Prefrontal syndromes. Perseverative behavior. INTRODUCCIÓN Definición La función ejecutiva es un conjunto de habilidades cognoscitivas que permiten la anticipación y el establecimiento de metas, el diseño de planes y programas, el inicio de las actividades y de las operaciones mentales, la autorregulación y la monitorización de las tareas, la selección precisa de los comportamientos y las conductas, la flexibilidad en el trabajo cognoscitivo y su organización en el tiempo y en el espacio para obtener resultados eficaces en la resolución de problemas [1-10]. Por tratarse de una función compleja, el trabajo de cada una de sus operaciones dependerá de numerosos factores, tales como la naturaleza de la tarea cognoscitiva, el entrenamiento académico, la ocupación, las destrezas automatizadas, las demandas de otras tareas simultáneas o secuenciales y la guía cognoscitiva principal de la tarea [1,2,6,10,11]. El análisis de cada componente de la función ejecutiva y su peso factorial es bastante difícil, y en algunos casos confuso, pues cuando se evalúa la función ejecutiva se hace conjuntamente con otras funciones, y no es posible hacerlo de otra manera [6,10,12]. En otras palabras, la función ejecutiva sería un conjunto de factores organizadores y ordenadores subyacentes a todas las demás actividades cognoscitivas [3,7]. Recibido: 31.12.99. Aceptado: 17.01.00. Servicio de Neurología Clínica. Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia. Profesor de la Maestría en Neuropsicología de la Universidad de San Buenaventura. Medellín, Colombia. Correspondencia: Dr. David A. Pineda. Clínica Las Vegas. Fase 2. Carrerra 46 # 2 Sur - 45. Consultorio 254. Medellín, Antioquia, Colombia. E-mail: dpineda@epm.net.co 2000, REVISTA DE NEUROLOGÍA La parte I de este Simposio se ha publicado en Rev Neurol 2000; 30 (5): 465-94. Neuroanatomía Se presume que la función ejecutiva es una actividad propia de los lóbulos frontales, más específicamente de sus regiones más anteriores, las áreas prefrontales, y sus conexiones recíprocas con otras zonas del córtex cerebral y otras estructuras subcorticales, tales como los núcleos de la base, el núcleo amigdalino, el diencéfalo y el cerebelo. A este substrato neuroanatómico y neurocomportamental se le ha denominado de manera genérica como frontal, prefrontal o áreas cerebrales anteriores, de allí que estas referencias se tomen como sinónimos en la literatura neuropsicológica [4,5,8,13-16]. Los lóbulos frontales representan un sistema neurológico muy complejo [17,18]. La complejidad de los lóbulos frontales es evidente en los diversos sistemas de conexiones recíprocas con el sistema límbico (sistema motivacional), con el sistema reticular activador (sistema de atención sostenida), con las áreas de asociación posterior (sistema organizativo de los reconocimientos), y con las zonas de asociación y las estructuras subcorticales (núcleos basales) dentro de los mismos lóbulos frontales (sistema de control sobre las repuestas comportamentales) [15,19-21]. Estas interconexiones, especialmente las proyecciones con el núcleo dorsomediano del tálamo, definen la particular organización histológica de la corteza isocortical prefrontal [20,21]. En los humanos estas zonas alcanzan un tercio de toda la superficie del neocórtex, y se cree que integran los comportamientos intencionados, los cuales requerirían una planificación y organización secuencial de acciones [4,5,10,15,17]. Dada la complejidad de estas actividades, es lógico considerar a las áreas prefrontales como un conjunto de sistemas anatómicos complejos, definidos por su histología, el tipo y el número de conexiones con otras estructuras cerebrales y las características neuroquímicas de estas conexiones [4,5,15]. La corteza prefrontal ha sido definida estructuralmente de acuerdo con las proyecciones talámicas, ya que estas conexiones tienen la particularidad filogenética de aparecer bien definidas en los primates 764

CONGRESO VIRTUAL y en el hombre. Las dos mayores proyecciones aferentes al córtex prefrontal provienen de los núcleos talámicos dorsomediano y ventral anterior por un lado, y del núcleo ventral lateral por el otro. Estas proyecciones definen la composición histológica de lo que se conoce como corteza frontal granular, por estar constituida predominantemente por células (neuronas granulares) de las capas II y IV del neocórtex. Las proyecciones de la porción medial del núcleo dorsomediano (magnocelular) se dirigen a la porción medial y orbital de la corteza prefrontal (áreas 11, 12, 13 y 14 de Brodman). La porción lateral del núcleo (parvocelular) se proyecta a las áreas prefrontales laterales y dorsales (áreas 9 y 10 de Brodman). Las proyecciones de la zona paralaminar del núcleo dorsomediano se dirigen al área 8 de Brodman, también denominada como campo ocular frontal. El núcleo ventral lateral tiene proyecciones recíprocas con las áreas 6 de Brodman o zona premotora, y con el área 6 A-beta de Voght o área motora suplementaria (AMS). Hay también conexiones menos abundantes que se establecen con los núcleos reticulares y con los núcleos intralaminares [4,5,20,21]. Estas proyecciones y las conexiones con otras estructuras corticales y subcorticales del encéfalo (sistema límbico, cerebelo, formación reticular, núcleos basales, etc.) van a determinar la función de cada sistema prefrontal específico, que va desde la estructuración de patrones motores automatizados, hasta la programación de comportamientos complejos y anticipados a eventos de probable ocurrencia [7,10,15,17,22,23]. Tras la introducción del concepto de circuitos complejos frontales subcorticales segregados en paralelo [15,23,24], se han descritos cinco circuitos fronto-córtico-subcorticales, los cuales proporcionan modelos de substratos neuroanatómicos y neurobioquímicos acerca del control de la actividad motora y de las conductas. Se ha postulado que al menos tres de estos circuitos estarían ligados al control de los comportamientos complejos. Estos sistemas tendrían origen en: 1. La corteza dorsolateral; 2. La corteza orbitofrontal, y 3. La corteza del cíngulo anterior [15]. El daño neuroanatómico o neurobioquímico específico a nivel de cada uno de estos circuitos, bien sea en el hemisferio derecho o en el izquierdo, va a determinar la aparición de síntomas diferentes. Este gradiente diferencial de tres sistemas organizados de manera distinta va a definir las características específicas de las diversas formas de síndromes prefrontales [6,15,23,25-27]. Desarrollo de la función ejecutiva El período de mayor desarrollo de la función ejecutiva ocurre entre los seis y los ocho años. En este lapso los niños adquieren la capacidad de autorregular sus comportamientos y conductas, pueden fijarse metas y anticiparse a los eventos, sin depender de las instrucciones externas, aunque aún está presente cierto grado de descontrol e impulsividad. Esta capacidad cognoscitiva está claramente ligada al desarrollo de la función reguladora del lenguaje (lenguaje interior) y a la aparición del nivel de las operaciones lógicas formales y a la maduración de las zonas prefrontales del cerebro, lo cual ocurre tardíamente en el proceso de desarrollo infantil. Los procesos de maduración comprenden una multiplicidad de elementos tales como la mielinización, el crecimiento dendrítico, el crecimiento celular, el establecimiento de nuevas rutas sinápticas y la activación de sistemas neuroquímicos [17,28-30]. Por lo general, los niños de 12 años ya tienen una organización cognoscitiva muy cercana a la que se observa en los adultos; sin embargo, el desarrollo completo de la función se consigue alrededor de los 16 años [7,29,31-35]. Entonces, las preguntas referidas a la aparición de la función ejecutiva y su relación con la maduración de los lóbulos frontales tienen respuestas múltiples, que Tabla I. Clasificación de la perseverancia patológica. Clasificación de Luria (1966) [17] Perseverancia compulsiva o repetitiva: es la tendencia a repetir una tarea anteriormente realizada en el contexto de una nueva tarea Perseverancia inerte o inercia de la conducta: es la incapacidad para detener o cambiar una tarea a pesar de tener la orden de hacerlo Clasificación de Sandson y Albert (1987) [37], modificada por (Vilkki (1989) [38] Perseverancia persistente: tendencia a repetir la ejecución anterior Perseverancia con bloqueo en la tarea o recurrente: dificultad para pasar de una tarea a otra, aparecen elementos de una tarea previa en el contexto de otra Perseverancia continua (inercia): incapacidad para detener una serie. Se observa mejor cuando se pide al paciente que realice una serie limitada de números o de letras y éste no es capaz de parar la ejecución dependen de la naturaleza de la operación cognoscitiva que se quiera conocer. Al igual que sucede con el lenguaje, en donde los diversos niveles tienen períodos de aparición de tipo escalado, etapa por etapa, las diferentes actividades de la función ejecutiva comprenden diversas edades de aparición y consolidación [7,29]. Evaluación de la función ejecutiva La función ejecutiva puede evaluarse desde tres perspectivas diferentes y con diferentes objetivos, aunque ninguna de ellas excluye a la otra [6,10,14,18,35]: Evaluación clínica cualitativa Evaluación clínica o investigativa cuantitativa Evaluación experimental Evaluación clínica cualitativa La evaluación clínica cualitativa se realiza mediante la observación directa del paciente, y busca definir los comportamientos y conductas que indiquen la presencia de los síntomas de los diversos tipos de síndromes prefrontales. Los síntomas que han sido relacionados con los síndromes prefrontales son: a) dificultades en la atención sostenida; b) alteraciones en la autorregulación; c) problemas en la organización cognoscitiva y de la conducta, y d) rigidez cognoscitiva y de la conducta. La evaluación de estos síntomas se lleva a cabo durante todo el proceso de consulta neuropsiquiátrica o neuroconductual, y no utiliza ningún instrumento específico diferente a los utilizados para el interrogatorio y la evaluación general. Este tipo de evaluación demanda una gran experiencia clínica, y una familiaridad y conocimiento de los fundamentos teóricos relacionados con la estructura de las funciones ejecutivas y las características clínicas de las diversas formas de presentación del síndrome prefrontal. La aproximación clínica es dicotómica y debe determinar si un comportamiento o una conducta específica corresponde a un síntoma o a un estilo cognoscitivo particular. Los síntomas a observar son: Impulsividad. Se produce por deficiencia en la inhibición. Cualquier sujeto debe ser capaz de responder con una inhibición frente al autorregulador verbal no hacer. En la impulsividad patológica el paciente es incapaz de posponer una respuesta, aunque tenga una instrucción verbal específica para no responder. En los casos extremos se observa el llamado magnetismo o imantación, es decir, la necesidad incontrolable de tocar y manipular todos los objetos del ambiente. 765

Inatención. Se genera por falta de desarrollo de un adecuado control mental y monitorización sobre la naturaleza de los comportamientos y sus consecuencias. El sujeto se muestra inestable, distraído e incapaz de terminar una tarea sin control ambiental externo. Dependencia ambiental. Va ligado a los dos anteriores e indica una falta de planificación, programación y autorregulación comportamental. Un síntoma a observar es la presencia de ecopraxia, es decir, la imitación inerte de las actividades de los demás. Perseverancia patológica y la inercia comportamental. Indica una falta de flexibilidad en la autorregulación de los comportamientos y las conductas. A diferencia de las operaciones cognoscitivas de la función ejecutiva, no existe una relación entre la rigidez cognoscitiva y el nivel de inteligencia, tampoco se observa una relación con las habilidades académicas. Por esta razón se considera la flexibilidad cognoscitiva como la operación más pura de la función ejecutiva. En la tabla I se resumen las diferentes clasificaciones de la perseverancia patológica. En la inercia del comportamiento los sujetos son incapaces de detener una acción una vez que ésta se ha iniciado; aun cuando reciban la orden explícita de parar, actúan como si no tuviesen freno para regular y detener su comportamiento. En las personas normales este freno se establece mediante la función reguladora del lenguaje en sintonía con el contexto social. La alteración metacognoscitiva. Es la incapacidad para reconocer la naturaleza, los alcances y consecuencias de una actividad cognoscitiva, manifestada a través de los comportamientos y de las conductas. El individuo es incapaz de evaluar conceptual y objetivamente las cosas que hace o dice. Esta alteración tiene que ver con trastornos de lo que en la psicología comportamental se denomina el locus de control. No hay capacidad metacognoscitiva para sopesar una situación o un evento, y atribuir de manera justa las causas del éxito o el fracaso de la acción a los elementos externos o a las decisiones y acciones propias. Este sistema atributivo metacognoscitivo, que aparece alrededor de los 6 años, debe estar totalmente desarrollado en la adolescencia, y debe afinarse y sincronizarse culturalmente para garantizar una adecuada modulación de las conductas a lo largo de toda la vida. Un sujeto con una función metacognoscitiva bien desarrollada tendrá un adecuado autoconcepto y evaluará los eventos que suceden a su alrededor sin comprometer su sí mismo más allá de los factores que su conducta podía controlar, tampoco atribuirá a elementos externos la causalidad de los comportamientos que estaban bajo su control [4-7,10,14,17,18,27,29,35,36]. Evaluación cuantitativa Utiliza pruebas neuropsicológicas estandarizadas para una aproximación clínica más objetiva y especialmente para investigaciones que se puedan reproducir. Tiene la ventaja de que los resultados pueden ser revisados y analizados por otros observadores, y también pueden ser contrastados en cualquier momento con los resultados de otras pruebas para establecer su fiabilidad mediante pruebas estadísticas. La experiencia clínica requerida para establecer los diagnósticos es menor que la que se necesita en la evaluación cualitativa. Tiene la desventaja de requerir más tiempo para la aplicación de las pruebas, su calificación y su análisis clínico, lo cual la hace más costosa [6,10,14,39,40]. La evaluación cuantitativa requiere tres niveles de análisis de los resultados: Nivel psicométrico: intenta establecer una puntuación estándar de destrezas. En este nivel se debe definir si una determinada ejecución corresponde o no a un nivel normal para la edad. Utiliza para ello las escalas directas y las transformaciones en escalas estándares tipo T, tipo Z o de percentiles. Este análisis es extremadamente importante en la neuropsicología y en la neurología del comportamiento. Generalmente las puntuaciones estandarizadas pueden ser trasladadas a un sistema gráfico para construir perfiles de normalidad de una población determinada. Con ello se pretende determinar si un sujeto o un grupo de investigación están dentro de los márgenes de ejecución normal. Análisis de los factores cognoscitivos: corresponde a la primera etapa clínica de aproximación a los resultados. Se trata de definir cuáles son las operaciones cognoscitivas necesarias para realizar una tarea específica, y cuál o cuáles son las responsables de la puntuación obtenida. Por ejemplo, para copiar la figura compleja Rey un sujeto requiere, además de la atención sostenida básica, de su capacidad de reconocimiento visual, de sus habilidades para orientar objetos en el espacio, de su coordinación visuomotriz, de sus habilidades motoras finas y de su capacidad para organizar las ejecuciones en el tiempo y en el espacio. Análisis neuropsicológico del factor subyacente a los errores: es la etapa clínica más avanzada, y requiere de la cualificación y tipificación de los errores, independiente de las destrezas y habilidades. Aquí deben lanzarse hipótesis y establecer constructos explicativos para los signos (errores) observados, es decir, definir los llamados síndromes neuropsicológicos [9,10,41-44]. Existen varias pruebas que se han utilizado para la evaluación de diversos componentes de la función ejecutiva. Las más estudiadas son la prueba de clasificación de tarjetas de Wisconsin (Wisconsin Card Sorting Test), el test de fluidez verbal, la prueba de fluidez de diseños, la organización del aprendizaje, la torre de Hanoi o de Londres, el test de conflicto palabra/color o prueba de Stroop y la prueba de apertura de caminos (Trail Making Test) [1-3,6,10,12,14,29,36,45,46]. El test de clasificación de tarjetas de Wisconsin (WCST) (Heaton, 1981). Es el test más utilizado y más conocido para evaluar la función ejecutiva [1-4,6,10,12,40,45]. Se ha sugerido que el WCST es sensible a los daños o a las alteraciones funcionales de la región frontal dorsolateral. El test de fluidez verbal: fonológico /f/, /a/, /s/, y semántico animales y frutas. Se mide mediante el número de palabras producidas dentro de cada categoría en un minuto, y es considerado una prueba de producción verbal controlada y programada, que es sensible a las alteraciones en el funcionamiento de las áreas prefrontales izquierdas [10,41]. Esta prueba tiene puntuaciones normatizadas para niños y adultos latinoamericanos [3,39,40,47,48]. Prueba de fluidez de diseños. Es una prueba de fluidez y programación visuomotriz, durante la cual se solicita dibujar el mayor número de figuras o formas con o sin sentido durante 3 minutos, en su parte de trabajo libre. En la segunda parte se establecen restricciones dándole sólo cuatro líneas fijas y permitiendo únicamente el diseño de figuras desconocidas o sin sentido en 3 minutos. Se puntúan el número de figuras logradas correctamente, el número de errores y el número de perseveraciones (figuras repetidas). No se ha encontrado correlación entre esta prueba y el test de fluidez verbal, por lo que se postula evaluaría la actividad prefrontal derecha [33,49,50]. 766

CONGRESO VIRTUAL La organización del aprendizaje. Se fundamenta en que una de las funciones de los lóbulos frontales es establecer estrategias de asociación adecuadas para retener la información. Se sabe que los trastornos en la memoria de los pacientes con lesiones frontales son debidos a esta alteración, la cual se explica por la desconexión de las zonas frontobasales del sistema límbico [1,2,6,15,17,29,51,52]. La torre de Hanoi o la torre de Londres. Es una prueba de organización y programación visuoespacial de una secuencia de movimientos y de memoria operativa. Tiene una versión con tres anillos y una de cinco anillos de diferentes colores y diferentes tamaños. Para los pacientes con lesiones del lóbulo frontal esta prueba se convierte en casi una tarea imposible [14,35,53]. La prueba de conflicto palabra/color o test de Stroop. Es una prueba que discrimina bien entre personas con daño frontal e individuos normales [14,28]. Lo que se busca es inhibir la tendencia automática y responder de manera controlada mediante la solución de estímulos en conflicto [7,45,46]. Esta prueba tiene la limitación en los niños y en los adultos analfabetos porque requiere cierto nivel de lectura automatizada. La prueba de apertura de caminos (TMT A y B). Es una prueba que sirve también para observar la autorregulación, el control de la atención sostenida y la capacidad de cambiar flexiblemente de una ejecución a otra [45,46]. Evaluación experimental Se utiliza para la investigación de casos o grupos de casos seleccionados de manera estricta. Se controlan y manipulan todas las variables criterios y los demás factores, para evitar su influencia sobre las variables observadas. El experimento está destinado a medir de manera precisa una sola operación cognoscitiva. En el estudio de la función ejecutiva se han diseñado experimentos para medir la capacidad de control comportamental y conductual (hacer, o no hacer) [17,26,28], para observar la impulsividad y la perseverancia [29] y para analizar la relación entre la función ejecutiva y los paradigmas cognoscitivos genéticos [18,35]. La limitación de estos estudios viene dada por la rigurosidad del método experimental, que demanda de un control total sobre las variables, lo cual puede resultar dispendioso y costoso. Trastornos neurológicos y psiquiátricos asociados con alteraciones de la función ejecutiva Hay un gran número de enfermedades y trastornos neurológicos Tabla II. Trastornos neurológicos y neuropsiquiátricos del desarrollo más estudiados. Trastornos del desarrollo con disfunción ejecutiva Deficiencia de atención con y sin hiperactividad Síndrome de Gilles de la Tourette Síndrome de Asperger Trastorno autista Síndrome desintegrativo infantil Depresión infantil Trastorno obsesivo-compulsivo infantil Trastornos de la conducta Trastorno explosivo intermitente Trastornos en el adulto que producen disfunción ejecutiva Farmacodependencia y abuso de sustancias Psicopatía y trastorno violento de la conducta Esquizofrenia Depresión mayor Trastorno obsesivo-compulsivo Daño cerebral focal por trauma de cráneo Enfermedad de Parkinson Esclerosis múltiple CADASIL Enfermedad vascular lacunar VIH y neuropsiquiátricos del desarrollo en los que se ha encontrado una alteración en alguno o varios componentes de la función ejecutiva. Estos trastornos tienen como síntomas y signos comunes a aquellos observados en pacientes con lesiones de los lóbulos frontales, como son la impulsividad, la inatención, la perseverancia, la falta de autorregulación conductual, la dependencia ambiental y la deficiencia metacognoscitiva [4,5,14,17,27,45,52,54]. Los trastornos más estudiados se enumeran en la tabla II. 1. Pineda D. Disfunción ejecutiva en niños con trastornos por deficiencia atencional con hiperactividad (TDAH). Acta Neurol Colomb 1996; 12: 19-25. 2. Pineda D, Cadavid C, Mancheno S. Características de la función ejecutiva en niños con deficiencia atencional e hiperactividad (DAH). Acta Neurol Colomb 1996; 12: 187-96. 3. Pineda D, Ardila A, Rosselli M, Cadavid C, Mancheno S, Mejía S. Executive dysfunction in children with attention deficit hyperactivity disorder. Int J Neurosci 1998; 96: 177-96. 4. Stuss KH, Benson DF. Neuropsychological studies of the frontal lobes. Psychol Bull 1984; 95: 3-28. 5. Stuss DT, Benson DF. 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LA FUNCIÓN EJECUTIVA Y SUS TRASTORNOS Resumen. Introducción. La función ejecutiva es un conjunto de operaciones cognoscitivas sustentadas por la actividad de los sistemas más complejos de los lóbulos frontales, las cuales se encargan de la programación, fijación de metas, clasificación, iniciación, ejecución, vigilancia, cambios flexibles y confrontación de todas las funciones mentales. Objetivo. Revisar y actualizar la literatura neuropsicológica acerca de la función ejecutiva, la neuroanatomía de los lóbulos frontales, los modelos teóricos acerca del desarrollo y operación de las función ejecutiva, las alteraciones que sufre en los diversos síndromes neurológicos y neuropsicológicos y su evaluación clínica cualitativa y cuantitativa. Conclusiones. La función ejecutiva es un sistema múltiple de la cognición que se estructura y se modifica durante el desarrollo en la niñez y que se altera en diversas enfermedades neurológicas y neuropsicológicas que afectan los sistemas complejos frontales del cerebro. Su evaluación puede llevarse a cabo desde una perspectiva clínica cualitativa o desde una aproximación cuantitativa estandarizada. [REV NEUROL 2000; 30: 764-8] [http://www.revneurol.com/3008/i080764.pdf] Palabras clave. Función ejecutiva. Lóbulos frontales. Perseverancias. Síndrome prefrontal. 35. Welsh MC, Pennington BF. Assessing frontal lobe fuctioning children: views from developmental psychology. Dev Neuropsychol 1988; 4: 199-230. 36. Ardila A, Rosselli M. Evaluación neuropsicológica del síndrome prefrontal. En Pineda D, Ardila A, eds. Neuropsicología: evaluación clínica y psicometría. Medellín: Prensa Creativa; 1991: p. 129-36. 37. Sandson J, Albert ML. Perseveration in behavioral neurology. Neurology 1987; 37: 1736-41. 38. Vilkki J. Perseveration in memory for figures after frontal lobe lesion. Neuropsychologia 1989; 27: 1101-4. 39. Pineda D. Introducción. En Pineda D, Ardila A, eds. Neuropsicología: evaluación clínica y psicometría. Medellín: Prensa Creativa; 1991. p. 1-2. 40. Ardila A, Rosselli M. Neuropsicología clínica. Medellín: Prensa Creativa; 1992. 41. Ardila A, Rosselli M, Puente A. Neuropsychological assessment of the Spanish speaker. New York: Plenum Press; 1994. 42. Ardila A, Lopera F, Pineda D, Rosselli M. Neurología comportamental y neuropsicología. Acta Neurol Colomb 1995; 11: 83-6. 43. Ardila A. Estructura de la actividad cognoscitiva: hacia una teoría neuropsicológica. Neuropsychologia Latina 1995; 1: 21-32. 44. Denckla MB. Executive function, the overlap zone between attention deficit and hyperactivity disorder and learning disabilities. International Pediatrics 1989; 4: 155-60. 45. Grodzinzki GM, Diamond R. 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Rever e actualizar a literatura neuropsicológica sobre a função executiva, a neuroanatomia dos lóbulos frontais, os modelos teóricos acerca do desenvolvimento e operação da função executiva, das alterações que sofrem nos diversos síndromes neurológicos e neuropsicológicos e da sua avaliação clínica qualitativa e quantitativa. Conclusões. A função executiva é um sistema múltiplo da cognição que se estrutura e se modifica durante a evolução na infância e que se altera em diversas doenças neurológicas e neuropsicológicas que afectam os sistemas complexos dos lóbulos frontais do cérebro. A sua avaliação pode fazerse sob uma perspectiva clínica qualitativa ou sob uma abordagem quantitativa padronizada. [REV NEUROL 2000; 30: 764-8] [http:/ /www.revneurol.com/3008/i080764.pdf] Palavras chave. Função executiva. Lóbulos frontais. Síndrome préfrontal. Perseveranças. 768