PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL AUTOCULTIVO DE CANNABIS A PEQUEÑA ESCALA GENDER PERSPECTIVE IN SMALL SCALE CANNABIS CULTIVATION



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Transcripción:

PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL AUTOCULTIVO DE CANNABIS A PEQUEÑA ESCALA GENDER PERSPECTIVE IN SMALL SCALE CANNABIS CULTIVATION Bárbara G. Amado, Ramón Arce y Manuel Isorna* Dpto. De Psicología Organizacional, Jurídica Forense y Metodología de las Ciencias del Comportamiento, Universidad de Santiago de Compostela (España) *Dpto. de Análisis e Intervención Psicosocioeducativa, Universidad de Vigo (España) Resumen El cultivo de cánnabis para el propio consumo es una práctica mayoritariamente masculina, sin embargo, se ha detectado un aumento tanto en el uso de dicha droga como en el cultivo a pequeña escala en el colectivo femenino. Por ello, nos planteamos un estudio de campo que tiene por objeto conocer si existen diferencias entre hombres y mujeres cultivadores respecto a sus patrones de consumo de cannabis así como a las diferencias clínicas derivadas de dicho consumo. Para ello, se ha aplicado un cuestionario sociodemográfico y de patrones de consumo, y escalas de medida de consumo problemático de cannabis (CPQ), dependencia del cannabis (SDS), abuso del cannabis (CAST), dependencia de la nicotina (FTND) y del alcohol (AUDIT), a 251 participantes que practicaban el autocultivo. De ellos, 182 eran hombres y 69 mujeres, con edades comprendidas entre los 18 y 54 años (M = 27.39, DE = 6.29). Los resultados mostraron que ambos grupos presentan un patrón de consumo similar, caracterizado por un uso de cannabis diario, en combinación con otras drogas legales en el contexto recreativo. A nivel clínico, hombres y mujeres presentan un consumo de riesgo problemático de cannabis, similares niveles de dependencia del cannabis y del alcohol. Estos datos muestran una convergencia en los indicadores de consumo entre ambos géneros (feminización del uso de drogas) que se concreta en una mayor probabilidad de ser diagnosticados de un trastorno por consumo de sustancias. Se discuten las implicaciones de la perspectiva de género en la prevención y tratamiento de los trastornos por consumo de cannabis. Palabras clave: autocultivo; cannabis; género; dependencia; consumo problemático. Abstract Domestic cannabis cultivation is mostly considered a masculine practice; however, cannabis use and small-scale cannabis cultivation are emerging in female population. Therefore, a comparison between women and men consumption patterns and clinical consequences derived from cannabis use was carried out by a field study. As for this, a sociodemographic and consumption patterns questionnaires, and cannabis problematic use (CPQ), cannabis dependence (SDS), cannabis abuse (CAST), and nicotine (FTND) and alcohol (AUDIT) dependence scales were applied to 251 homegrowers (182 men and 69 women), with ages ranging from 18 to 54 years (M = 27.39, DT = 6.29). Results showed that both gender groups exhibit a similar consumption pattern, that is, a daily cannabis use and a combination of cannabis and legal drugs in a recreational context. Clinically, both women and men inform of a problematic cannabis use, and similar levels of cannabis and alcohol dependence. Moreover, data showed a convergence amongst women and men (feminization of drugs use) in consumption indicators which imply a higher chance of cannabis use disorder. Implications of the results for prevention police, and treatment of the cannabis use disorder are discussed. Keywords: homegrowing; cannabis; gender; dependence; problematic use. Email de contacto: barbara.gonzalez.amado@usc.es

Introducción El cannabis es la droga ilegal más consumida a nivel mundial y la que se asocia con una edad más temprana de primer consumo experimental. A nivel español, la encuesta EDADES del 2011-2012, ha registrado un descenso en la prevalencia de consumo de esta droga (consumo experimental/consumo intensivo o diario) en la población de 15 a 64 años, siendo mayor el porcentaje de hombres (13.6%) que de mujeres (5.5%) consumidores (Observatorio Español sobre Drogas, 2013). Sin embargo, la prevalencia de consumo entre los estudiantes menores de edad (entre 14 y 18 años), es de un 26.6%, produciéndose en el año 2012 una escalada en la prevalencia (29.7% para los hombres y 23.3% para las mujeres) de consumo entre esta población (Observatorio Español sobre Drogas, 2014). En el caso de las mujeres, se observa un ascenso progresivo en el consumo de sustancias legales (i.e., tabaco y alcohol) en las últimas décadas, mientras que los varones destacan en el uso de drogas ilegales. Sin embargo, el número de mujeres consumidoras habituales de cannabis va en aumento (Becker y Hu, 2008) provocando que exista una convergencia entre ambos géneros en el uso de dicha sustancia. Concretamente, la prevalencia de consumo de cannabis en los últimos 30 días en el colectivo femenino, independientemente del rango de edad que se considere, sigue una tendencia ascendente exceptuando el rango de 15 a 24 años (Observatorio Español sobre Drogas, 2012). Por lo que respecta al policonsumo, el porcentaje de hombres y mujeres que consumen más de una sustancia, legal o ilegal, es muy similar, reflejando menores distancias intersexuales a medida que aumenta el número de sustancias consumidas (Observatorio Español de Drogas, 2013). La literatura existente sobre los cultivos en interiores a pequeña escala es muy escasa y, más aún, los trabajos en los que se contempla la perspectiva de género en el autocultivo de cannabis puesto que se cree una práctica exclusiva o mayoritariamente masculina. Tradicionalmente, el papel de la mujer en la industria del cannabis, se circunscribía a operaciones relacionadas con el cuidado de la planta o a cumplir con el papel de acompañante de su pareja (traficante), eliminando la idea de que pudieran ocupar un puesto de autoridad en un contexto de venta de drogas (August, 2013), hecho relacionado con los roles de género asignados al hecho de ser mujer. El tratamiento diferencial de las drogodependencias entre hombres y mujeres es prácticamente inexistente, así se apela a la necesidad de establecer políticas preventivas de drogas desde una perspectiva de género (Arana y Germán, 2005). Esto se concreta en la evaluación de necesidades del colectivo de mujeres consumidoras habituales de cannabis para elaborar planes y programas preventivos, así como tratamientos adaptados a las características distintivas entre géneros en el consumo de drogas. Para ello, es necesario ahondar en las nuevas formas de consumo del colectivo femenino que advierten de un cambio de perspectiva socioeconómica. Por ello, nos planteamos un estudio de campo con el objetivo de conocer si existen diferencias de género en el perfil de los consumidores habituales de cannabis que practican el autocultivo, así como las consecuencias clínicas derivadas del consumo de dicha droga. Método

Muestra Participaron en el estudio 251 cultivadores domésticos de cannabis para su consumo (182 hombres y 69 mujeres). Las edades de los participantes oscilaban entre los 18 y los 54 años (M = 27.39, DE = 6.29). Procedimiento y diseño Se diseñó un estudio cuasi-experimental de campo, realizado entre junio de 2012 y febrero de 2014. Se procedió con un muestreo no probabilístico y para la selección de los participantes se siguió un sistema de bola de nieve. Los cuestionarios y escalas fueron administrados por investigadores previamente entrenados; ciegos a los objetivos del estudio; en sesiones de aplicación individuales y en condiciones de abstinencia. El tiempo de administración osciló entre los 15 y los 30 minutos. El criterio para la selección fue el auto-etiquetaje como consumidor habitual de cannabis y su implicación en el cultivo de esta droga. La participación fue voluntaria, prestando consentimiento informado, respetando los principios éticos de la Declaración de Helsinki (Asociación Médica Mundial, 2013) y de la Ley de Protección de Datos 15/1999. Instrumentos de medida Para alcanzar los objetivos planteados, se aplicaron los siguientes instrumentos de medida: Cuestionario sociodemográfico. Se creó un cuestionario sociodemográfico ad hoc (i.e., sexo, edad, nivel de estudios [certificado escolar, graduado escolar, medio y universitario], con quien vive [solo o en vivienda compartida ya sea con familiares o amigos], ocupación [inactivo, activo y estudiante]) y de patrones de consumo (i.e., dónde adquieren las semillas o instrumentos para el cultivo [Grow Shops o Internet], frecuencia de consumo de marihuana en los últimos treinta días [ninguno, entre 1 y 3 días, entre 4 y 9 días, más de 10 días, todos o casi todos los días], consumo de cocaína o drogas sintéticas en algún momento de su vida, qué drogas consumen al salir de noche [la combinación de cannabis y otras drogas legales o cannabis junto a otras drogas ilegales], han vendido drogas y cuál era el motivo principal para la venta [ganar dinero o consumir gratis], y relacionarse en mayor medida con gente que también consume). Cannabis Problems Questionnaire (CPQ) (Copeland, Gilmour, Gates, y Swift, 2005). Este instrumento, que consta de 22 ítems de respuesta dicotómica (sí vs. no) y que evalúa los problemas psicosociales relacionados con el consumo habitual de cannabis, fue traducido al castellano por los investigadores y sometido a un procedimiento de back-translation. La medida se compone de tres dimensiones (Copeland et al., 2005): consecuencias físicas (α =.78), psicológicas (α =.71) y sociales (α =.55) del consumo de cannabis. Con los participantes en el estudio hemos obtenido una α de.82. Cannabis Abuse Screening Test (CAST) (Legleye, Karila, Beck, y Reynaud, 2007). Escala de 6 ítems cuyo objeto es la detección del consumo problemático de cannabis o patrones de abuso mediante la evaluación de las dificultades para controlar el consumo y sus consecuencias negativas sobre la salud o las relaciones sociales en el último año. Los ítems se contestan en una escala de 5 puntos (0 = Nunca, 1 = Raramente, 2 = De vez en cuando, 3 = Bastante a menudo y 4 = Muy a menudo). La escala mostró, con los participantes en el estudio, ser consistente internamente (α =.75).

Severity of Dependence Scale (SDS) (Gossop et al., 1995). La SDS, de la que se tomó la adaptación castellana para el consumo de cannabis de González-Saiz, de las Cuevas, Barrio, y Domingo-Salvany (2008), evalúa los aspectos psicológicos de la dependencia o consumo compulsivo. Se compone de 5 ítems a la que los individuos responden en una escala tipo likert (ítems 1 a 4: 0 = Nunca/casi nunca, 1 = Algunas veces, 2 = A menudo, 3 = Siempre/casi siempre; ítem 5: 0 = Nada difícil, 1 = Bastante difícil, 2 = Muy difícil, 3 = Imposible). Proporciona una puntuación total de dependencia con un rango que va desde 0 (sin dependencia alguna) a 15 (máximo nivel de dependencia). La fiabilidad obtenida a partir de los datos de nuestra muestra fue de α =.76. Alcohol Use Disorders Identification Test [Cuestionario de Identificación de los Trastornos Debido al Consumo de Alcohol] (AUDIT) (Saunders, Aasland, Babor, de la Fuente, y Grant, 1993), tomando la adaptación española de Rubio-Valladolid, Bermejo- Vicedo, Caballero Sánchez-Serrano, y Santo-Domingo Carrasco (1998). Este test identifica a las personas con un patrón de consumo perjudicial o de riesgo de alcohol. Está compuesto por 10 ítems sobre el consumo reciente, síntomas debidos a la dependencia y problemas relacionados con la ingesta de alcohol. La escala de repuesta de tipo Likert consta de 3 o 5 alternativas. Sometida a contraste la fiabilidad con los participantes en el estudio obtuvimos una α de.76. Fagerström Test for Nicotine Dependence (FTND) (Heatherton, Kozlowski, Frecker, y Fagerström, 1991) para la medida de la dependencia de la nicotina. Consta de 6 ítems (2 ítems: respuesta tipo likert con 4 alternativas de respuesta; 4 ítems: escala dicotómica de respuesta). Una puntuación igual o superior a 6 es indicativa de dependencia de la nicotina. A nivel de clasificación, un puntuación entre 0 y 4 clasifica la dependencia como de nivel bajo; de 5 moderado, y 6 alto. Con los participantes en este estudio obtuvimos α de.67. Variables sociodemográficas Resultados Los resultados mostraron diferencias significativas en el nivel de formación, χ 2 (3, N = 249) = 25,76, p <.001, ϕ' de Cramer =.32, entre ambos géneros. Los análisis post hoc señalan que las mujeres que autocultivan alcanzan, en mayor medida, titulaciones académicas superiores a las de los hombres. Por otro lado, no se han encontrado diferencias significativas en la ocupación (inactivo, activo y estudiante) entre hombres y mujeres cultivadores, χ 2 (2, 212) = 0.46, ns, ϕ' de Cramer =.047. Ahora bien, la mayor parte estaban activos laboralmente (.408 y.417 para hombres y mujeres respectivamente). Tampoco se han encontrado diferencias, χ 2 (1, N = 244) = 47, ns, d = -0.16 respecto a la variable vivienda habitual (vivir en piso compartido o solos/independizados), sin embargo, ambos grupos refieren compartir piso mayoritariamente (.836). La práctica del autocultivo para el propio consumo es característica de la población masculina (.725). Mientras que la adquisición de los productos para el cultivo se formaliza general y exclusivamente en tiendas Grow Shop (.707) independientemente del género. Patrones de consumo

La frecuencia de consumo reciente de cannabis (últimos 30 días) es independiente del género, χ 2 (4, 250) = 0.70, ns, ϕ' de Cramer =.054, pues tanto hombres (.591) como mujeres (.565) refieren fumar cannabis todos los días en proporciones similares. Además, se rodean con mayor frecuencia de otros que también fuman cannabis (.632). Por lo otro lado, los resultados informaron que los hombres han vendido drogas en una proporción significativamente mayor (.772) que las mujeres (.580), χ 2 (1, 754) = 9.15, p <.01, y con un tamaño del efecto pequeño, d = 0.39. Sin embargo, no se han encontrado diferencias intersexuales, χ 2 (2, 116) = 88, ns, ϕ' de Cramer =.125, respecto a la motivación principal para la venta (i.e., consumir gratis, ganar dinero, otros). Ambos grupos refieren vender cánnabis, esencialmente, para ganar dinero (.583 en el caso de los hombres y.719 para las mujeres). No se han encontrado diferencias significativas, χ 2 (1, 246) = 0.77, ns, d = 0.11, entre ambos géneros respecto al consumo experimental de cocaína o éxtasis. Más de la mitad de las mujeres que cultivan (.603) y de los hombres (.663) refieren haber consumido estas drogas alguna vez en la vida. El consumo de cannabis en el ámbito recreativo se asocia, mayoritariamente, con la combinación de otras drogas legales (i.e., tabaco y alcohol), en más de la mitad de la población de cultivadores (.729), no existiendo diferencias, χ 2 (1, 210) = 0.59, ns, mediadas por cuestión de género (.714 para los hombres y.768 para las mujeres), y con un tamaño del efecto pequeño, d = 0.1 Riesgo de consumo problemático (CAST) Los resultados de la comparación de medias en el riesgo de consumo problemático (CAST), entre ambos grupos de cultivadores, mostraron que los hombres (M = 9.89) presentan un riesgo de consumo problemático significativamente mayor, t(241) = 2.59, p <.05, y con un tamaño del efecto moderado, d = 0.37, que las mujeres (M = 8.25). A su vez, la población de individuos que cultivan presentan un consumo problemático (M = 9.44) de cannabis (valor de prueba = 7; punto de corte tomado del trabajo de Spilka, Janssen, y Legleye, 2013), t(242) = 8.52, p <.001, y con un tamaño del efecto moderado, d = 0.55. No obstante, la proporción se sujetos que cultivan cannabis y que presentan un nivel de riesgo de consumo problemático es independiente del sexo, χ 2 (1, 243) = 2.01, ns, d = 0.18. Dependencia del cannabis (SDS) Por lo que respecta al nivel de dependencia percibida al cánnabis (SDS) el contraste de medias inter-grupos informa de la no existencia de diferencias significativas, t(234) = 0.27, ns, entre hombres y mujeres, y con un tamaño del efecto pequeño d = 0.04. A su vez, la población que autocultiva (M = 4.20) informa de dependencia al cánnabis (valor de prueba = 3; Swift, Copeland, y Hall, 1998), t(235) = 6.14, p <.001, y con un tamaño del efecto moderado, d = 0.40. Sin embargo, no se han encontrado diferencias significativas en el nivel de dependencia entre ambos géneros, χ 2 (1, 236) = 2.01, ns, d = 0.07. Síntomas y trastornos asociados

Los resultados de la comparación de medias entre ambos grupos en la problemática psicosocial (CPQ) asociada al consumo de cannabis (i.e., física, psicológica y social), mostraron diferencias significativas, F(3, 239) = 4.48, p <.01, η p 2 =.053, 1-β =.877. Por su parte, las diferencias a nivel univariado no se concretaron en ninguno de los factores que componen la escala. Por lo que respecta al consumo de otras sustancias (i.e., tabaco y alcohol), mujeres y hombres presentan igual dependencia al tabaco (FTND), t(186) = 0.87, ns, y con un tamaño del efecto pequeño, d = 0.14. Por su parte, la población de cultivadores de cannabis (M = 3.23) no informa de dependencia (valor de prueba = 6) de la nicotina, t(187) = -17.46, p <.001, y con un tamaño del efecto grande, d = -28. El estudio de casos indica que no hay una relación entre el género de los cultivadores y la dependencia de la nicotina, χ 2 (1, 188) = 0.61, ns, d = 0.1 El nivel de dependencia del alcohol se midió a través de la escala AUDIT, y los resultados de la comparación de medias mostraron diferencias significativas entre ambos grupos a favor de las mujeres, t(146.559) = 3.10, p <.01, y con un tamaño del efecto moderado, d = 0.40. La población de cultivadores de cannabis presenta un consumo de riesgo (M = 9.80) de alcohol, (valor de prueba = 8), t(226) = 4.21, p <.001, y con un tamaño del efecto pequeño, d = 0.28. Finalmente, el estudio de casos indica igual número de hombres y mujeres de riesgo de consumo de alcohol, χ 2 (1, 227) = 0.61, ns, y con un tamaño del efecto pequeño, d = 0.10. Discusión El autocultivo constituye una característica mayoritariamente masculina. Una posible explicación de la infrarrepresentación de la mujer en esta práctica radica en que son más precavidas a la hora de cultivar o, en realidad, no practican el autocultivo en gran medida (Martín-Gutiérrez, 2008). Ahora bien, los resultados pusieron de manifiesto que, hombres y mujeres que autocultivan, comparten un patrón/perfil de consumo. Esto está en línea con hallazgos previos que advierten de una tendencia hacia la convergencia entre los patrones de consumo de cannabis entre hombres y mujeres (Nebot, Giménez, Ariza, y Tomás, 2006; Observatorio Español sobre Drogas, 2013). La población femenina presentaba un nivel de formación mayor que el de los hombres, ambos grupos referían, mayoritariamente, compartir su vivienda habitual de modo contrario a lo esperado, puesto que el control parental se asocia a la inhibición del consumo de drogas (Becoña et al., 2013) y por extrapolación al autocultivo. A nivel laboral, hombres y mujeres estaban activos en el momento de la aplicación de las escalas. Esto último está en línea con estudios anteriores en los que se explicita que el cultivador, independientemente de su sexo, practica el autocultivo como actividad complementaria a otra profesión, lo que parece entrever la finalidad de autoconsumo que tiene el cultivo a pequeña escala (Martín-Gutiérrez, 2008). Por otro lado, la adquisición de productos para el autocultivo la realizaban, casi exclusivamente, en tiendas Grow Shop. Esto confirma el papel fundamental que desempeñan estas tiendas especializadas en la expansión de la cultura cannábica (Isorna, 2013). Ser varón se asocia con una mayor probabilidad de venta de drogas ilegales, sin embargo, no se registran diferencias intersexuales en los motivos para la venta, siendo el principal ganar dinero. Por otro lado, el género no se asocia con una tendencia al policonsumo. Los resultados dejaron patente la convergencia entre ambos géneros en los indicadores de uso de cánnabis y otras drogas legales en el consumo recreativo, tal y

como se venía sosteniendo (Observatorio Español sobre Drogas, 2013). Esto evidencia el aumento progresivo del uso de drogas legales en el colectivo femenino (Romo- Avilés, 2011) permitiendo que hombres y mujeres se equiparen en términos de prevalencia de consumo. De facto, los cultivadores de cannabis presentan tasas similares de consumo experimental de otras drogas (i.e., cocaína o éxtasis), lo que indica que las ratios de hombres y mujeres que practican el autocultivo, tienden a aproximarse en el consumo de otras drogas ilegales. El género no se relaciona con la frecuencia de consumo de cannabis, tanto hombres como mujeres refieren fumar cannabis todos o casi todos los días lo que redunda, a nivel clínico y para ambos grupos, en un mayor riesgo de consumo problemático y de ser clasificados, en mayor medida, como dependientes del cánnabis. Este dato discrepa de lo argumentado por Becker y Hu (2008), respecto a la mayor probabilidad de los hombres de sufrir un trastorno de abuso o dependencia a las drogas. Asimismo, como consumidores habituales de cannabis, hombres y mujeres que autocultivan informan de dependencia del alcohol, presentando las mujeres menor nivel de dependencia que los hombres. En conclusión, parece que el autoculivo constituye un factor precipitante de un mayor uso de cannabis y, por consiguiente, de un patente malestar clínico derivado de dicho consumo. Desde una perspectiva de género, se habla de un proceso de feminización (Velasco, Vilariño, Amado, y Fariña, 2014) del uso de drogas, al equipararse las ratios que separan a hombres y mujeres en el consumo habitual de drogas ilegales y a la incorporación, prácticamente invisible hasta ahora, de las mujeres en la práctica del autocultivo de cannabis a pequeña escala. Asimismo, los resultados contrarrestan las hipótesis mantenidas hasta el momento que explicaban la discrepancia inter-género en el consumo de cannabis sobre la base de una mayor percepción de riesgo asociada con el consumo (Observatorio Español sobre Drogas, 2013). Sin embargo, cobran fuerza los planteamientos de normalización (Romo-Avilés, 2011) o aceptación social del uso de cannabis por parte del colectivo femenino como posible explicación a esta tendencia ascendente en el consumo habitual. A su vez, el hecho de ser mujer, deja de ser un factor protector (Parker y Measham, 1994) frente al abuso de sustancias cuando se practica el autocultivo para el propio consumo. Las diferencias de género en el consumo de cannabis desaparecen cuando estamos ante una población de cultivadores a pequeña escala. Pero esto no significa que los procesos de socialización y las motivaciones que subyacen al consumo habitual de hombres y mujeres sean las mismas. Como tampoco se espera que los factores que precipitan el inicio y el mantenimiento en el uso de drogas (e.g., la disponibilidad de drogas, las oportunidades para consumir y la percepción de riesgo) sean similares en ambos géneros. Con todo, este trabajo pretende visibilizar, de algún modo, la necesidad de contemplar la perspectiva de género para llevar a cabo políticas más eficaces de prevención y tratamiento de drogas, a partir de la evaluación de necesidades específicas del colectivo. Por último, hay que tener en cuenta las limitaciones del diseño planteado en este estudio que afectan a la generalización de los resultados. En primer lugar, los resultados se basan en autoinformes de los propios cultivadores con el consabido sesgo de respuesta (e.g. disimulación). En segundo lugar, se trata de una muestra de personas adultas y que practican el autocultivo, con lo cual, los resultados no tienen por qué ser generalizables a la población de menores ni a aquellos que no cultiven cannabis. Finalmente, las clasificaciones y diagnósticos se fundamentan en instrumentación psicométrica, esto es, lo que aquí se concluye son impresiones diagnósticas.

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