ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE 1. Lectura activa Realiza una lectura atenta de los contenidos. 2. Reflexiona Escribe tres preguntas que la lectura del tema suscite en ti y que tengan que ver con tu práctica de facilitador. 3. Investiga Lee el Directorio General para la catequesis, nn. 103 a 105 y destaca cinco ideas importantes. 4. Recapitula Cuál fue tu aprendizaje más importante del tema? Jesús, contenido de la formación BIBLIOGRAFÍA Directorio General de la Catequesis, nn. 97-117. Catechesi tradendae, nn. 26, 30. 12
Introducción En el tema anterior reflexionamos en la persona de Jesús como Modelo de Facilitador. Asumimos que además de imitar su pedagogía y estilo es necesario configurarnos con Él. Además de tener a Jesús como Maestro, el facilitador sabe que Él es también su contenido. El cometido de la formación consiste en hacer presente la alegre noticia: la de Jesús, Mesías e Hijo de Dios, tal como lo presenta el evangelista Marcos: Comienzo de la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios (1, 1). Independientemente de que los contenidos de la formación puedan hablar directamente de Jesús, la Iglesia u otro tema, el facilitador ha de verse a sí mismo como alguien que anuncia a Jesús, lo hace presente, lleva a otros la comunión con Él. La formación es, en este sentido, cristocéntrica. Nuestra identidad de facilitadores está en clara dependencia con la Persona de 5. Criterios para presentar el mensaje El Directorio General para la Catequesis nos da algunos criterios para presentar el mensaje evangélico (cf. DGC 97). Están íntimamente relacionados entre sí, pues brotan de una única fuente. El mensaje centrado en la persona de Jesucristo nos abre a la experiencia del Padre y del Espíritu Santo. El anuncio de la Buena Nueva del Reino de Dios, implica un mensaje de salvación y liberación. El carácter eclesial del mensaje remite a su carácter histórico. El mensaje evangélico, por ser Buena Nueva destinada a todos los pueblos, busca la inculturación, la cual se logrará en profundidad sólo si el mensaje se presenta en toda su integridad y pureza. El mensaje evangélico es necesariamente un mensaje orgánico, con su jerarquía de verdades. La visión armónica del Evangelio convierte en acontecimiento profundamente significativo para la persona humana. 2 11
La pregunta: según ustedes, quién soy yo? es un interrogante al que respondemos los seguidores de Jesús. Es la pregunta que ha de hacerse constantemente el facilitador para que pueda llevar a otros hacia Él. Esta pregunta invita a todo facilitador a conocer el tema central del Evangelio, a reflexionar sobre la identidad de Jesús, porque solamente quien conoce a Jesús, sabe que es el contenido de su formación. Para Marcos descubrir la identidad de Jesús requiere apertura, búsqueda, esfuerzo cada vez mayor por una comprensión mejor. Para los facilitadores es posible a través de la experiencia de vida con Jesús. El facilitador no puede contentarse con fórmulas fijas, no debe dejar de plantearse la pregunta: tú, quién eres? Nuestra misión como facilitadores consiste en presentar la verdadera identidad de Jesús. Jesús, es a Él a quien buscamos configuramos y, a quien anunciamos. Intenciones: Descubrir en qué consiste que Jesús sea el contenido de la formación (cristocentrismo) y cuáles son las implicaciones para la formación. Identificar las formas por las cuales los facilitadores hacemos presente a Jesús como contenido. Contenidos 1. El facilitador pone en contacto y en comunión con Cristo. 2. El facilitador anuncia la Buena Nueva de Salvación. 3. El facilitador hace que el mensaje sea significativo para la persona. 4. Llevar a los interlocutores a reconocer y a adherirse a Jesús. 5. Criterios para presentar el mensaje. 10 3
1. El facilitador pone en contacto y en comunión con Cristo «Padre, ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo» (Jn 17, 3). Toda formación auténtica ha de ser cristocéntrica. Esto quiere decir que en el centro de la formación encontramos esencialmente a una Persona, la de Jesús de Nazaret. El fin primordial de la formación ha de llevarnos a: Comprender, junto con todos los creyentes, cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo (Ef 3, 18). El fin definitivo de la [formación] es poner a uno no sólo en contacto sino en comunión, en intimidad con Jesucristo: sólo Él puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad (cf. CT 5). El Directorio General para la Catequesis (cf. DGC 98) nos dice al respecto: exclamar y hacer vida la confesión de fe del oficial romano: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios (Mc 15, 39). En los Evangelios encontramos el modelo de itinerario para descubrir el rostro y la persona de Jesús. Nos muestran sus palabras y su actuar. Estos nos llevan a recorrer a su lado el camino que conduce a la cruz y a la resurrección. Esto es lo que tendríamos que lograr en la formación! Las confesiones de fe nos ayudan a comprender la profundidad de la persona de Jesús: Jesús es el Mesías, Hijo de Dios, la Buena Noticia... Cuán grande es el mensaje del Evangelio; nos ofrece la vida en el Reino de Dios, la vida con un Dios con el que hemos sido reconciliados. El Evangelio de Marcos, por ejemplo, empieza a compartir la buena nueva de Jesucristo, muestra el camino del discipulado y termina con el mandato de predicar la buena nueva en todo el mundo. 4 9
hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre». Pues bien, «todo lo que Cristo vivió, hace que podamos vivirlo en Él y que Él lo viva en nosotros». La formación actúa sobre esta identidad de experiencia humana entre Jesús Maestro y el discípulo y, enseña a pensar como Él, obrar como Él, amar como Él. Vivir la comunión con Cristo es hacer la experiencia de la vida nueva de la gracia. Por esta razón cristológica, la formación, al presentar el mensaje cristiano, debe preocuparse por orientar la atención de las personas hacia sus experiencias de mayor importancia, tanto personales como sociales, siendo tarea suya plantear, a la luz del Evangelio, los interrogantes que brotan de ellas, de modo que se estimule el deseo de transformar la propia conducta. 4. Llevar a los interlocutores a reconocer y adherirse a Jesús Que Jesús sea contenido de la formación es llevar a nuestros interlocutores a 8 Jesucristo no sólo transmite la Palabra de Dios: El es la Palabra de Dios. Por eso, toda la [formación] está referida a Él. El «cristocentrismo», debe entenderse en varios sentidos: En el centro de la formación encontramos esencialmente a una Persona, la de «Jesús de Nazaret, Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad». La tarea fundamental de la formación es mostrar a Cristo: todo lo demás, en referencia a Él. Propiciar el seguimiento de Jesucristo y la comunión con Él. Significa que Cristo está «en el centro de la historia de la salvación». Él es, en efecto, el acontecimiento último hacia el que converge toda la historia salvífica. Él, ha venido en «la plenitud de los tiempos» (Ga 4, 4), es «la clave, el centro y el fin de toda la historia humana». El mensaje de la formación ayuda al cristiano a situarse en la historia, y a insertarse activamente en ella, al mostrar cómo Cristo es el sentido último de esta historia. El mensaje evangélico no proviene del hombre, sino que es Palabra de Dios. La Iglesia y, en su nombre, todo facilitador, 5
puede decir con verdad: «Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado» (Jn 7, 16). Por eso, lo que transmite la formación es «la enseñanza de Jesucristo, la verdad que Él comunica o, más exactamente, la Verdad que Él es». - En la formación, «los cuatro evangelios ocupan un lugar central, pues su centro es Cristo Jesús». El cristocentrismo obliga a la formación a transmitir lo que Jesús enseña acerca de Dios, del hombre, de la felicidad, de la vida moral, de la muerte... sin permitirse cambiar en nada su pensamiento. 2. El facilitador anuncia la Buena Nueva de Salvación Siendo la [formación] un momento o un aspecto de la evangelización, su contenido no puede ser otro que el de toda la evangelización: el mismo mensaje Buena Nueva de salvación oído una y mil veces y aceptado de corazón, se profundiza incesantemente en la [formación] mediante la reflexión y el estudio sistemático; mediante una toma de conciencia, que cada vez 6 compromete más, de sus repercusiones en la vida personal de cada uno; mediante su inserción en el conjunto orgánico y armonioso que es la existencia cristiana en la sociedad y en el mundo (cf. CT 26). 3. El facilitador hace que el mensaje sea significativo para la persona (DGC 116-117) Al presentar el mensaje cristiano, no sólo mostramos quién es Dios y cuál es su designio salvífico, sino, como hizo el propio Jesús, mostramos también plenamente quién es el hombre, al propio hombre y cuál es su altísima vocación. La revelación, no está aislada de la vida, ni sobrepuesta artificialmente a ella. Inspira, juzga e ilumina el sentido último de la existencia, a la luz del Evangelio. La relación del mensaje cristiano con la experiencia humana no es puramente metodológica, brota de la finalidad misma de la formación, que busca la comunión de la persona con Jesucristo. Jesús, en su vida terrena, vivió plenamente su humanidad: «trabajó con manos de 7