Del capítulo cuatro, Despertar a la Mayoría Cuidadora, páginas 113-119:

Guía de discusión para miembras de la ANTH sobre The Age of Dignity, por Ai-jen Poo LECTURAS PARA EL MÓDULO 3 Del capítulo cuatro, Despertar a la Mayoría Cuidadora, páginas 113-119: El concepto de la Mayoría Cuidadora me vino durante una batalla legislativa de seis años para establecer los derechos básicos de las trabajadoras del hogar en el estado de Nueva York. En junio de 2009, salí en El Programa de Brian Lehrer en la estación de radio WNYC con Bárbara Young, una niñera de mucha experiencia en la ciudad de Nueva York, y Donna Schneiderman, la empleadora de una niñera en Brooklyn, para hablar sobre la legislación de la Carta de Derechos de las Trabajadoras del Hogar que estaba pendiente en la legislatura del estado de Nueva York. Justo antes de mi segmento, Lehrer habló con el entonces gobernador David Paterson. Él le mencionó al gobernador que nosotras estábamos en el estudio y le preguntó sobre su posición en cuanto a la carta de derechos. El gobernador respondió, La exclusión de los derechos laborales de las trabajadoras del hogar y los trabajadores de la agricultura es el legado de una larga historia de racismo. Cuando este proyecto de ley llegue a mi escritorio, lo firmaré. Esta era la primera vez que alguien escuchaba al gobernador expresar su apoyo al proyecto de ley. Todas estábamos desbordadas con emoción. En vivo por radio, en el estudio de WNYC, Lehrer me preguntó por qué yo estaba llorando. Mi voz temblaba y yo respondí que este era un momento increíble, después de más de setenta años de exclusión de las leyes laborales y después de muchos años de hacer campaña, escuchar que el gobernador de Nueva York estaba con nosotras. Se sintió como si fuéramos a hacer historia y, de hecho, la hicimos. El 31 de agosto, 2010, me uní a docenas de trabajadoras del hogar en la histórica ceremonia llevada a cabo mientras el proyecto de ley se convertía en ley. La legislación final, la cual cubrió más de doscientas mil trabajadoras del hogar, incluyó mandatos de días laborales de ocho horas de duración, paga por horas extra, un mínimo de veinticuatro horas consecutivas de descanso semanales, por lo menos tres días libres pagos por año, protección contra la discriminación y el acoso y protección del seguro de compensación del trabajador. La Carta de Derechos de las Trabajadoras del Hogar se convirtió en nuestra campaña principal, un símbolo del comienzo del fin de la invisibilidad de las trabajadoras del hogar a lo largo del país. El trabajo en Nueva York inspiró a mujeres por todo el país que fueron parte de la nueva 1

Alianza Nacional de Trabajadoras del Hogar. Durante los seis años de la campaña de la carta de derechos, en viajes a Albany y en reuniones con legisladores, llegamos a entender los obstáculos entre nosotras y un reconocimiento legal del valor del trabajo del hogar. Nos dimos cuenta de que no podríamos lograr nuestras metas con solo las voces de esta fuerza laboral virtualmente invisible. Esto resultó en un cambio poderoso y transformador en nuestro trabajo organizativo, a medida que entendimos que casi todo el mundo está conectado a alguien que trabaja como trabajadora del hogar, ya sea porque fueron criados por una trabajadora del hogar o emplearon a una trabajadora, porque tenían familiares que trabajaban como cuidadoras o porque eran cuidadoras como tal o porque habían realizado trabajo como cuidadoras. Aprendimos que sacar formalmente a la luz las experiencias de las trabajadoras del hogar también traía a la luz las luchas de muchos empleadores de trabajadoras del hogar. Esto permitió que viéramos las metas compartidas y el poder potencial de nuestra colaboración. Podíamos construir una coalición ganadora y lo haríamos que cruzara líneas de raza, clase, género y edad, incluyendo a otras trabajadoras ya familiarizadas con la situación de las cuidadoras, y que interactuara con nuestra fuerza laboral todos los días, como los miembros y miembras del sindicato de porteros y guardias de seguridad (Local 32BJ de SEIU), trabajadores y trabajadoras que enfrentaban obstáculos similares, como los trabajadores de la agricultura (también excluidos de la protección de los derechos laborales); y otros líderes que tenían familiares que eran trabajadoras del hogar (como el entonces presidente de la ALF- CIO, John Sweeney); así como también grupos de justicia racial, grupos de inmigrantes, organizaciones de mujeres, grupos de fe, estudiantes y celebridades. Finalmente, y aun con más fuerza que todo lo demás, estaban los hijos y las hijas cuidadas por niñeras, las personas de la tercera edad y otras que recibían apoyo de cuidadoras, y la gente empleada como trabajadoras del hogar. Mucho del trabajo organizativo tradicional ha tratado de ver al jefe como un enemigo. Pero en el espacio tan íntimo en el que trabajan las cuidadoras, el modelo de ellos contra nosotras ya no sirve. Aunque a menudo haya antagonismos en la relación laboral, a menudo también hay lazos profundos de familiaridad y afecto entre las trabajadoras y las familias con las que trabajan. Debido a la naturaleza del trabajo y la intimidad de la relación entre los empleadores de trabajadoras del hogar y las trabajadoras en sí, a veces estas trabajadoras conocen a sus empleadores mejor que lo que se conocen ellos a sí mismos y las trabajadoras ven a los empleadores como humanos. Las negociaciones entre las dos partes son mejores cuando buscan el beneficio mutuo. El momento en que los empleadores de las trabajadoras del hogar se convirtieron en nuestros aliados fue un paso más profundo para entender que encontrar cosas en común pudiendo ver y considerar la experiencia del otro o de la otra es de suma importancia para la transformación social significativa. La tarea de construir una economía más cuidadora y una nación más cuidadora significa que tenemos que cruzar en conjunto a través de las diferencias de raza, cultura, clase y generación en maneras que este país nunca ha visto. Esta convergencia se trata de aceptar toda la gama de quiénes somos en realidad y en quiénes nos estamos convirtiendo como nación. Tenemos que involucrar a todas las comunidades impactadas por el elder boom (un 2

drástico crecimiento demográfico de personas de la tercera edad): cuidadoras, grupos de personas de la tercera edad, defensores de los derechos de discapacidad, organizaciones de mujeres, sindicatos, comunidades de fe, jóvenes y estudiantes. Esta es la Mayoría Cuidadora; el poderoso alineamiento, a través de generaciones, de las experiencias estadounidenses que representan la diversidad completa de quiénes somos como nación, con un potencial ilimitado para cambiar el panorama político y el valor básico que nos conecta a todas y todos: el cuidado. Yo creo que tenemos una Mayoría Cuidadora en Estados Unidos; es quiénes somos quiénes estamos supuestos y supuestas a ser y puede proveer la base de nuestro poder mientras trabajamos en conjunto para crear soluciones amplias y accesibles que sirvan para todos y todas nosotras. Establecer el marco de una Mayoría Cuidadora no había solo construido el poder de corto plazo que necesitábamos para ganar nuestra lucha legislativa. En maneras importantes, la naturaleza de nuestras relaciones comenzó a cambiar, particularmente en cuanto al comportamiento de miembros comunitarios individuales para con trabajadoras del hogar. También comenzó el trabajo esencial del cambio de la cultura popular con respecto a notar, apreciar y valorar el trabajo que se lleva a cabo en el hogar. La campaña de Nueva York comprobó que, para transformar nuestra nación en una nación cuidadora, vamos a necesitar crear un cambio en tres áreas de la sociedad: cultural, conductual y estructural. A veces se nos olvida que el cambio profundo y duradero requiere de trabajo en todos estos tres frentes. Por ejemplo, como parte de una estrategia más amplia a favor de un cambio social profundo, el movimiento por los derechos civiles tenía un plan claro por el cambio legislativo: acabar con la segregación racial que había sido establecida por ley en el sur de Estados Unidos. Y el movimiento tuvo éxito: los restaurantes y autobuses dejaron de ser segregados, las personas afroamericanas ganaron el derecho al voto en el sur y más. Algunas personas pensaron que el movimiento por la igualdad racial podría acabar y acabaría con la aprobación de la Ley de Derechos Civiles pero aun continúa hoy. De hecho, actualmente las escuelas están más segregadas que en la década de 1960 y la segregación en la vivienda también está en alza. Estamos todavía luchando contra el racismo a nivel de interacciones individuales, ya sea el uso de perfiles raciales en el trabajo de policías individuales o la trágica muerte de Trayvon Martin a manos de George Zimmerman en 2013 y las instituciones, como el sistema judicial, que refuerzan estas acciones individuales. La desigualdad racial está tan profundamente arraigada en la sociedad estadounidense que deshacerla requerirá de una estrategia holística a favor del cambio social. Para manifestar la visión del movimiento por los derechos civiles, necesitamos estrategias continuas que atiendan las maneras en las que la desigualdad racial continúa subyaciendo y formando la política gubernamental y la economía, estrategias que entiendan que el racismo de hoy se manifiesta en formas diferentes a las de la década de 1960, algunas menos obvias. Y que necesitamos continuar retando y cuestionando las presunciones culturales y los patrones conductuales que continúan dividiéndonos. El movimiento de las mujeres en las décadas de 1960 y 1970 nos brinda otro poderoso ejemplo de una estrategia integrada a favor del cambio social. Aunque el movimiento de las 3

mujeres obtuvo unas victorias importantes, su plataforma fundamental la Enmienda de la Igualdad de Derechos, la cual podría haber enmendado la Constitución para garantizar iguales derechos para las mujeres no se aprobó. Pero aun con esta derrota política, los esfuerzos culturales y sociales del movimiento de las mujeres han cambiado nuestra sociedad radicalmente. Actualmente, las mujeres están haciendo cosas que podrían haber sido inimaginables hace tan solo un siglo. El cambio cultural estuvo al centro de esos cambios estructurales. Estos dos movimientos vieron el trabajo que toma conseguir igualdad como un proceso de largo plazo. Sus líderes sabían que necesitábamos trabajar en todos estos tres frentes si iban a progresar. Esa es la estrategia que necesitamos adoptar si vamos a encontrar nuestro camino a una nueva era de cuidado en Estados Unidos. Para cambiar la cultura, tenemos que encontrar una historia más humana sobre qué está ocurriendo en el mundo y por qué, una que sirva para cambiar actitudes, valores e identidades y que abra un panorama más complejo y completo. Quiénes son hoy las personas de la tercera edad? Cómo está eso cambiando? Cuál es el trabajo de las mujeres en esta era? Cómo estamos experimentando el cuidado y cómo valoramos el trabajo del cuidado? Cómo vemos a las personas inmigrantes? Quiénes son nuestras cuidadoras héroes? Trabajar en el área cultural toma de nuestra vida emocional en formas que mueven nuestros corazones y nuestras mentes, lo cual es fundamental para lograr un progreso duradero. Una segunda área del cambio social es conductual y relacional. Es aquí donde apoyamos cambios en las acciones de personas individuales, familiares y grupos de gente. Qué pueden hacer las familias para fortalecer los lazos entre generaciones? Cuáles conversaciones se deberían tener entre familiares? Qué pueden hacer vecinos, amistades y comunidades para ofrecer dignidad y seguridad a las personas de la tercera edad? Este trabajo se trata de crear la oportunidad para que la gente transforme sus prácticas y relaciones entre sí. La tercera y última área es la del cambio estructural o de política, donde establecemos o influenciamos planes políticos, obtenemos la representación de políticos, cambiamos o implementamos políticas públicas o construimos nuevos sistemas e instituciones. Estas políticas públicas pueden determinar la distribución de recursos, por ejemplo, en el proceso presupuestario o especificar la inclusión, la exclusión, la regulación o la protección de ciertas poblaciones, actividades o recursos. Qué tipos de instituciones podemos construir para apoyar a personas de la tercera edad, familias y cuidadoras? Cuál es el rol más efectivo de las agencias federales y estatales para apoyar la provisión del cuidado? Cómo podemos pagar por el cuidado, aun cuando haya familias que se encuentren atrapadas en situaciones económicas precarias? Ya sea tomando la iniciativa para tener las conversaciones difíciles con familiares, fortaleciendo la comunicación con nuestras cuidadoras pagas o participando en la defensoría del cambio político, toda área contiene una invitación para que la gente participe y ayude a construir una sociedad que reconozca el rol del cuidado en una vida digna para nosotras y nosotros. Del capítulo cinco: Una política de cuidado, páginas 160-163: 4

TRABAJOS DEL CUIDADO EN EL SIGLO VEINTIUNO Hoy se estima que aproximadamente 12 millones de adultos, el 40 porciento de quienes tienen menos de sesenta y cinco años de edad, necesitarán cuidado de largo plazo, servicios y apoyo a causa de discapacidad o limitaciones funcionales. El noventa porciento de estos individuos reporta recibir cuidado no pago, mientras que el 13 porciento reporta usar por lo menos alguna forma de cuidado pago. Muchos de estos individuos tienen necesidades sin cubrir porque los familiares que proveen cuidado están agotados, porque no pueden pagar cuidadoras o porque los programas financiados por el gobierno no ofrecen suficiente cubierta para el cuidado, los servicios y el apoyo. Mucho del cuidado de largo plazo, ya existente y financiado por programas públicos, está basado en instituciones, y hogares para personas de la tercera edad en particular, pero sabemos que la gran mayoría cerca del 90 porciento de las personas estadounidenses quiere quedarse en su hogar y permanecer integrada en su comunidad por la mayor cantidad de tiempo posible. Muchos estudios han comprobado que la gente florece en ambientes integrados de riqueza generacional y puede funcionar de formas más productivas, como miembros plenos de sus comunidades, por más tiempo. El cuidado a domicilio es el futuro. Es por eso que tiene la fuerza laboral con más rápido crecimiento del país. El Buró Estadounidense de Estadísticas espera que la fuerza laboral crezca por más de 1,6 millones de cuidadoras para 2020. Cuidado Digno para Todas las Generaciones estima que 828.500 trabajos adicionales de cuidado a domicilio se necesitarán durante el transcurso de la próxima década para cubrir las necesidades de más de 3 millones de individuos adicionales que necesitarán cuidado. Mirando al crecimiento laboral japonés como resultado de su programa de cuidado de largo plazo, el Research Programme on Health and Productive Aging de la Asociación de Geneva declara que, El número total de personal en el sector de servicio de cuidado de largo plazo (LTC, por sus siglas en inglés) ha aumentado de 720.000 en 2000 a casi 1.000.000 en 2004, un aumento del 38 porciento para este período. No es sorprendente que la mayoría del aumento provino del sector de servicio de cuidado a domicilio que había añadido más de 200.000 empleados, con el sector del cuidado institucional añadiendo solo 70.000 empleados. En un momento en que el país necesita soluciones para la crisis de desempleo, esta es una solución clara. La creación de estos nuevos trabajos podría comenzar ahora con dos pasos: un aumento en las estrategias de financiamiento para programas sociales existentes como Medicare y Medicaid que apoyan el cuidado a domicilio y un nuevo balance de nuestros programas sociales para crear más apoyo para el cuidado a domicilio y comunitario y no para los hogares para personas de la tercera edad. Mejorar la calidad laboral A menos que mejoremos la calidad de estos trabajos, la industria se mantendrá inestable, la 5

calidad de cuidado será inconsistente y no podremos retener a las trabajadoras por suficiente tiempo como para construir su nivel y capacidad de cuidado. Con una fuerza laboral tan grande viviendo en la pobreza, la desigualdad económica actual no perdurará; empeorará. Necesitamos mejorar la calidad de los trabajos del cuidado a domicilio con un alza en los salarios de las cuidadoras a domicilio, financiadas de formas tanto públicas como privadas, a un mínimo de $15 por hora sin reducir los números de las horas de cuidado recibidas por las y los clientes con la creación de estándares voluntarios de salud y seguridad y con la provisión de días por enfermedad pagos. Además, reconociendo que los estados necesitan asumir la responsabilidad por garantizar la disponibilidad y accesibilidad de una fuerza laboral bien cualificada de cuidado a domicilio, cada estado debería desarrollar una infraestructura de apoyo para facilitar programas dirigidos al consumidor. Esto incluye tomar responsabilidad por desarrollar condiciones laborales de calidad y por permitir que las cuidadoras a domicilio tengan una voz en las políticas que impactan sus vidas. Los estados podrían inclusive hacer que salarios más altos sean una condición para participar en programas estatales de Medicaid. Las y los gobernadores podrían asignar agencias para evaluar regularmente a la fuerza laboral de las cuidadoras en sus estados y ofrecer recomendaciones en cuanto a cambios a los salariales para garantizar un número suficiente de trabajadoras. Desarrollar destrezas de cuidado Los actuales requisitos federales en cuanto a la capacitación de auxiliares de la salud a domicilio no han cambiado en más de veinte años y no hay estándares federales para la capacitación o la certificación de personal auxiliar del cuidado. La estructura fragmentada de los requisitos de capacitación limita la capacidad de las y los trabajadores para moverse entre los contextos de cuidado de largo plazo y avanzar en una carrera. También limita nuestra capacidad para desarrollar la fuerza laboral que necesitaremos para apoyar un sistema mejor coordinado y eficiente para proveer cuidado de calidad de largo plazo. Las necesidades de cada persona son diferentes, cada contexto de cuidado es diferente y aun así hay ciertos elementos de preparación que pueden ayudar a prevenir lesiones y facilitar una asociación saludable entre la proveedora de servicios y la gente que recibe apoyo y servicio. La capacitación desarrollada en asociación con grupos de consumidores e informada según previos esfuerzos por identificar habilidades, destrezas y conocimientos fundamentales para proveer cuidado de calidad incluyendo al Personal and Home Care Aide State Training Grants; los modelos del U.S. Department of Labor Apprenticehip; y el mapa de Direct Service Workforce Competencies del Centro de Servicios de Medicare y Medicaid como buenos ejemplos. Personalmente he presenciado el poder de la capacitación de la fuerza laboral en mi trabajo con niñeras. Muchas de las líderes más comprometidas de Trabajadoras de Casa Unidas han pasado por el Curso de Capacitación de Niñeras. Con cada célula de su cuerpo, las trabajadoras del hogar entienden que su trabajo es un trabajo que requiere destrezas: cualquier persona no puede hacer este trabajo y hacerlo bien. La provisión de capacitación valida esta verdad. Tiene el potencial de resultar en mejores salarios y beneficios en una 6

industria sin ley. En un ambiente donde las trabajadoras están constantemente sintiéndose invisibles y limitadas, la capacitación ofrece un sentido de profesionalismo junto con un camino más concreto hacia un mejor futuro. 7