Jorge Himitian Sitio oficial

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1 EPOURANIOS EL ÁMBITO CELESTIAL DE LA ADORACIÓN Parte I 1. LOS DOS ÁMBITOS DEL UNIVERSO En el universo existen dos realidades: la que pertenece al ámbito material o físico, y la que concierne al ámbito espiritual. Ambas fueron creadas por Dios y para él (Colosenses 1.16). Las realidades físicas: La tierra, el agua, las estrellas, las piedras, los árboles y los animales son perceptibles a través de nuestros cinco sentidos: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Tienen peso, volumen, color, olor, forma; y están ubicadas en categorías de tiempo y espacio. Las realidades espirituales Por otra parte, es obvio que las realidades espirituales no se pueden percibir por medio de los cinco sentidos. Pertenecen al ámbito espiritual: Dios, el Verbo antes de su encarnación y el Espíritu Santo (Juan 4.24). El reino de Dios, su trono, el cielo y el santuario celestial (Juan 3.3). Los ángeles, serafines, querubines y arcángeles (Hebreos 1.14). Satanás, los principados, las potestades, las huestes espirituales de maldad y los demonios (Efesios 6.12). Epouranios, el ámbito celestial de la adoración pág. 1

2 Cuando Pablo dice en Ef. 6.12: huestes espirituales de maldad en las regiones celestes, está haciendo referencia a ese ámbito espiritual invisible a los ojos. La expresión regiones celestes es la traducción de la palabra griega epouranios. En Efesios se menciona este término cinco veces (1.3; 1.20; 2.6; 3.10; 6.12). En la versión Reina Valera 1960, las primeras cuatro veces se lo tradujo como: lugares celestiales ; solo la última (6.12) como regiones celestes. Sin embargo, en el griego se utiliza la misma palabra en todos los casos: epouranios. Y se refiere justamente a esa dimensión espiritual o celestial que se encuentra más allá de lo físico y material (epi + ouranios = sobre + cielos). 2. EL SER HUMANO Dios hizo al hombre con cuerpo y espíritu. Lo formó del polvo de la tierra, y sopló en él espíritu. Es decir, el hombre pertenece simultáneamente a los dos ámbitos: material y espiritual. Dios es espíritu, y creó al hombre a su imagen y semejanza. Esa imagen de Dios en el hombre no es física, sino espiritual y moral. Dios es espíritu y tiene mente, sentimientos y voluntad. Asimismo, el hombre es básicamente espíritu, y tiene mente, sentimientos, voluntad y cuerpo. Por lo tanto, hay en él una parte material, física y visible; y otra inmaterial, espiritual e invisible. Dios nos dio los cinco sentidos para que con ellos pudiéramos percibir y tener contacto con el mundo material. Y nos dio una facultad espiritual para que nos pudiéramos comunicar con Dios y percibir las realidades espirituales. Epouranios, el ámbito celestial de la adoración pág. 2

3 Cuando el hombre pecó, murió espiritualmente ( el día que de él comieres, ciertamente morirás, Génesis 2.17). Esa facultad espiritual que el hombre poseía se dañó, se echó a perder. Y así quedó separado de Dios, de la fuente de la vida y de la luz espiritual. Dios lo expulsó de su presencia. Por lo tanto, el hombre perdió la comunión y la comunicación con Dios. Quedó en oscuridad espiritual y con su facultad espiritual dañada, arruinada. Dijo Jesús: Lo que es nacido de la carne, carne es. Desde que nacemos comenzamos a usar los cinco sentidos y nos aprendemos a mover en el ámbito natural. También comenzamos a desarrollar las facultades de nuestra mente o psiquis, pero no las del espíritu. Pablo dice, en 1 Corintios 2.14: El hombre natural (griego: psíquico) no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. Al estar espiritualmente muertos quedamos a merced de los engaños del diablo, y si le damos lugar quedamos expuestos a sus obras maliciosas. 3. DIOS SE COMUNICA CON EL HOMBRE Por su gran misericordia, Dios siempre tomó la iniciativa de comunicarse con el hombre. Le habló a Adán luego de que este pecó. También le habló a Caín después de que mató a su hermano. Dios en su gracia y soberanía tiene la facultad de hablarle al hombre, aún siendo este pecador. Y se manifestaba en mayor medida a hombres justos y piadosos, como Enoc, Noé, Abraham, José, Moisés, Samuel, David; o a los profetas, como Isaías, Elías, Daniel y otros. Epouranios, el ámbito celestial de la adoración pág. 3

4 Sin embargo, la Biblia dice que: Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por lo profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo (Hebreos 1.1-2). El Antiguo Testamento está lleno de referencias acerca de las manifestaciones de Dios a los hombres a lo largo de la historia, especialmente en la historia de Israel, el pueblo que él escogió. Dios se revelaba a los hombres de muchas maneras: Por medio de palabras (Noé, Abraham). Por medio de la visita de ángeles (Abraham, Jacob). A través de sueños (Jacob, José). Por medio de manifestaciones o teofanías (Moisés, Ezequiel). Por medio de profecías (Moisés, Natán, Isaías). Por medio de visiones (Isaías, Ezequiel, Daniel). Por medio de prodigios y milagros (las diez plagas de Egipto, la apertura del Mar Rojo). Por medio de manifestaciones físicas extraordinarias (en el Sinaí). Por revelación de las realidades del mundo espiritual (el criado de Eliseo, 2 Reyes 6.17). 4. JESUCRISTO Jesucristo representa la iniciativa máxima de Dios de comunicarse con la humanidad. Su nacimiento estuvo colmado de fenómenos sobrenaturales: fue concebido por el Espíritu Santo en el vientre de María, su nacimiento fue anunciado por medio de: la visita de los ángeles, sueños, profecías, Epouranios, el ámbito celestial de la adoración pág. 4

5 revelaciones, visiones, coros de ángeles y palabras de Dios. Su bautismo estuvo rodeado de hechos sobrenaturales: el cielo se abrió, el Espíritu descendió en forma de paloma, el Padre habló desde el cielo con voz audible. Su ministerio desbordó de milagros, sanidades, prodigios y maravillas. Él oía y veía al Padre permanentemente. Todo lo que hacía y decía respondía a su dependencia directa del Padre: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace. Jesús no actuó en la tierra con facultades divinas, sino que siendo Dios se hizo hombre, se vació de sí mismo, tomó forma de esclavo y se hizo semejante a los hombres. No se disfrazó de hombre, se hizo hombre. Sin embargo, nunca pecó. Su facultad espiritual para comunicarse con la esfera espiritual estaba intacta. Su espíritu no estaba muerto como el nuestro. 5. LA RECUPERACIÓN DE NUESTRA FACULTAD ESPIRITUAL Jesús vino al mundo a rescatar al hombre que estaba muerto espiritualmente en sus pecados. Por eso habló de la necesidad del nuevo nacimiento. Al nacer de nuevo, el hombre recupera su facultad espiritual. Jesús le dijo a Nicodemo: El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios (Juan 3.3). El reino de Dios pertenece al ámbito espiritual, celestial, y el que no nace de nuevo no lo puede ver ni percibir. Es como pedirle a alguien que no tiene el Epouranios, el ámbito celestial de la adoración pág. 5

6 sentido del olfato que huela el perfume de una flor, como pedirle a un sordo que escuche un concierto de un cuarteto de cuerdas, o como pedirle a un ciego que contemple un hermoso paisaje. Para poder ver el mundo espiritual es necesario nacer del agua y del Espíritu, arrepentirse, aceptar a Jesús como Señor, bautizarse y recibir el bautismo del Espíritu Santo. Hablar en lenguas es la primera manifestación y la iniciación, de una experiencia sobrenatural (que significa: más allá de lo natural, físico y racional). Las dos primeras manifestaciones en esta esfera son: hablar en lenguas y oír en nuestro espíritu la voz de Dios. Ser llenos del Espíritu es experimentar a Dios en nuestro espíritu. Él es vida, luz, amor, alegría, paz, fuego. Es difícil de describir, pero es real. Aleluya! Las palabras no nos alcanzan para expresar lo que sentimos; por eso comenzamos a hablar en lenguas. El Espíritu Santo nos introduce a una nueva dimensión espiritual, nos muestra una nueva Biblia (aunque se trate de la misma), nos revela la Palabra, nos inspira, nos ayuda a comprender lo que está escrito, nos revela a Cristo en la Palabra, nos lleva a tener comunión con el Padre, nos introduce al ámbito celestial, inspira nuestra adoración, nos da nuevas canciones para Dios. El Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios; nos habla, anima, consuela, fortalece; nos da alegría, paz, amor; nos da palabras de ánimo para dar a los demás; nos da valor para ser testigos de Cristo, unción y autoridad para predicar el kerigma, fe para echar fuera Epouranios, el ámbito celestial de la adoración pág. 6

7 demonios y sanar a los enfermos; nos da poder para vivir en santidad y nos transforma día tras día a la imagen de Jesús. En 1 Corintios 12, al hablar acerca de las manifestaciones del Espíritu de carácter sobrenatural, Pablo menciona nueve dones: palabra de sabiduría, de ciencia, fe, dones de sanidades, el hacer milagros, profecía, discernimiento de espíritus, diversos géneros de lenguas e interpretación de lenguas. Todas ellas son operaciones sobrenaturales que se producen en el ámbito espiritual, que tienen efecto tanto en lo material-físico como en lo espiritual. 6. LA LLAVE QUE ACCIONA NUESTRA FACULTAD ESPIRITUAL Sabemos usar nuestra mente, cuerpo y los cinco sentidos. Pero, cómo usar nuestro espíritu? De qué modo usar nuestra facultad espiritual? Lo que acciona nuestra facultad espiritual es la fe. No se trata de una facultad de nuestra mente sino de nuestro espíritu. La Biblia dice: Con el corazón se cree (Ro ). La fe es un don y un fruto del Espíritu. Es un regalo de Dios. Y de qué manera nos llega ese regalo? A través de la Palabra: La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Ro ). La fe es una substancia espiritual que el Espíritu Santo produce en nosotros cuando oímos la Palabra, la que acciona y vigoriza nuestra facultad espiritual. La Palabra es el estímulo, y la fe la respuesta a ese estímulo. Hebreos 11.1 dice: Es, pues, la fe la certeza (hipostasis = substancia) de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Epouranios, el ámbito celestial de la adoración pág. 7

8 Fe es ver al Invisible. Es ver lo invisible. Es ver la gloria de Dios en el firmamento, en cada flor, en cada árbol, en cada criatura que nace, en cada pollito que rompe el cascarón Fe es ver lo que la Palabra declara como un hecho tan o más real que el que podrían contemplar nuestros ojos en el mundo material o visible. Fe es ver el reino de Dios, su trono, ver al que está sentado en el trono. Fe es creerle a Dios. Es ver lo que Dios dice como un hecho real. Es creerle más a Dios que a aquello que perciben nuestros cinco sentidos o nuestra razón. Nuestros sentidos pueden engañarnos, como también nuestra razón, y aún más nuestros sentimientos; sin embargo Dios nunca miente. Fe es ver con los ojos del espíritu, ver mi viejo hombre crucificado juntamente con Cristo, mirarme y ver una nueva criatura, verme sentado con Cristo en lugares celestiales. Fe es ver el Santuario celestial, es ver el camino abierto hacia el Lugar Santísimo. Es entrar en él, y acercarnos al trono de Dios. La Biblia dice que nos acerquemos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe (He.10.22). Epouranios, el ámbito celestial de la adoración pág. 8

9 Parte II 1. EL SANTUARIO TERRENAL (El tabernáculo de Moisés) Dios le mandó a Moisés que levantara un tabernáculo en el desierto. Se trataba de una especie de carpa sofisticada de 13,50 m. x 4,50 m., que serviría como santuario para el oficio de los sacerdotes. Alrededor del tabernáculo habría un patio o atrio de 45 m. x 22,50 m. (Éxodo 26; ). También le dijo que hiciera una especie de cofre de madera revestido de oro, que sería el arca del pacto, sobre la cual tendría que colocar dos querubines de oro. El arca simbolizaría la presencia de Dios. Desde allí él le hablaría a Moisés (Éxodo 25:10-22). También le dio instrucciones de que colocara el arca en el tabernáculo, y que colgara delante de ella un velo muy grueso, que debería ir desde el techo hasta el piso, y de pared a pared, indicando de esta manera que el camino a la presencia de Dios estaba cerrado a causa del pecado. Al colocar ese velo el tabernáculo quedaría dividido en dos partes: la primera se llamaría Lugar Santo, y la segunda, Lugar Santísimo, donde se colocaría el arca del pacto. Los sacerdotes podrían oficiar todos los días únicamente en el Lugar Santo. Al Lugar Santísimo solo podría entrar el sumo sacerdote una vez al año (en Yom Kipur día del perdón) con la sangre de los animales ofrecidos en expiación. Epouranios, el ámbito celestial de la adoración pág. 9

10 El Lugar Santo debía tener tres muebles: La mesa de los panes, en donde el sacerdote colocaría doce panes (tipo figaza), para interceder por cada una de las doce tribus de Israel (INTERCESIÓN Ro. 8.34; Ef. 6.18). El candelero de 7 brazos. Sería la única iluminación de todo el recinto (REVELACIÓN Ef ). El altar del incienso. Se debía revestir de oro y colocar justo delante del velo. En realidad pertenecía al Lugar Santísimo, sin embargo estaba allí porque los sacerdotes no podían entrar al Santísimo. (El incienso que allí se quemaba representaba las ORACIONES y la ADORACIÓN Ap. 5.8). Afuera, en el atrio, se encontraría: El altar de bronce. A su lado debían inmolar los animales del sacrificio; y sobre él quemarían, cada mañana y tarde, el becerro del holocausto. (Este altar representa LA CRUZ DONDE CRISTO FUE SACRIFICADO). La fuente de bronce con agua, se ubicaría entre el altar y el tabernáculo. En ella los sacerdotes debían lavarse las manos y los pies antes de entrar al santuario. (Representa EL LAVAMIENTO DEL AGUA POR LA PALABRA Ef ) 2. EL SANTUARIO CELESTIAL La epístola a los Hebreos nos revela que este santuario terrenal es figura y sombra del celestial (epouranios). Epouranios, el ámbito celestial de la adoración pág. 10

11 Hebreos 8.1-5: tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan ofrendas según la ley; los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales (epouranios). Hebreos : Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. Hebreos 9.24: Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios. Estos versículos nos enseñan lo siguiente: 1. Existe un santuario celestial que es el verdadero tabernáculo. 2. Se trata de un tabernáculo más amplio y perfecto (completo) que el de Moisés. 3. No está hecho por manos humanas. 4. Fue levantado por el Señor y no por el hombre. 5. Pertenece a la dimensión epouranios (celestial) y no a la creación material. 6. Ese santuario verdadero es el cielo mismo, el gran santuario celestial. Epouranios, el ámbito celestial de la adoración pág. 11

12 7. Allí está el Lugar Santísimo. 8. En el Lugar Santísimo se encuentra el trono de Dios. 9. Jesús está sentado a la derecha del Padre y es el Sumo Sacerdote. 10. Jesús, por su propia sangre, entró una vez y para siempre al Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. 3. LIBERTAD PARA ENTRAR AL LUGAR SANTÍSMO El tabernáculo de Moisés y el templo de Jerusalén estuvieron en pie durante varios siglos por dos razones principales: 1. Para mostrar por medio de ese grueso velo que el camino a la presencia de Dios estaba cerrado a los hombres a causa del pecado. 2. Para esperar el momento cúlmine y único en el devenir de los siglos en que ese velo se rompiera abriéndonos el camino a la presencia de Dios. Y fue exactamente eso lo que sucedió. Al relatar la crucifixión de Jesús, Mateo dice: Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Cerca de la hora novena (3 de la tarde), Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, por qué me has desamparado? (vv ). Más Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo (vv ). Epouranios, el ámbito celestial de la adoración pág. 12

13 Imaginemos el estupor de los sacerdotes que estaban ministrando en el Lugar Santo, al ver ese velo que estuvo allí por siglos rasgarse de arriba a abajo, y el Lugar Santísimo completamente abierto. Eso fue figura de lo que había sucedido en el plano espiritual. La maqueta había cumplido su razón de ser. Hebreos ; 26: Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales ( epouranios ) mismas, con mejores sacrificios que estos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado Hebreos : Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Hebreos : Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, Epouranios, el ámbito celestial de la adoración pág. 13

14 purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. En el Sinaí, cuando Dios descendió al monte, la orden fue terminante: no subáis al monte, ni toquéis sus límites (Éxodo 19.12). Si alguno traspasaba los límites caería muerto. Dios es santo, y un Dios santo no puede tener comunión con los pecadores. Sin embargo, ahora la situación había cambiado completamente. En virtud del sacrificio de Cristo, el texto nos dice: Acerquémonos. El velo fue roto. Ahora tenemos libertad para entrar al Lugar Santísimo. Podemos acercarnos confiadamente al trono de la gracia de Dios. Otro aspecto interesante es que al romperse el velo ya no quedan dos lugares: el Lugar Santo y el Santísimo. Si derribáramos el tabique que separa dos habitaciones entre sí nos quedaría una sola. Lo que hacía Santísimo a aquel lugar era el Arca, la presencia de Dios. Por lo tanto, al romperse el velo, ahora todo se convierte en Lugar Santísimo. La primera parte del tabernáculo (los muebles, el ministerio relacionado con ellos) continúa estando, pero sin el velo. Por eso, el Nuevo Testamento nunca dice que debemos entrar al Lugar Santo sino al Santísimo. Esta esfera celestial es el ámbito de nuestra adoración. 4. EL ÁMBITO CELESTIAL DE NUESTRA ADORACIÓN En el Sinaí, Dios se manifestó a través de fenómenos físicos al pueblo de Israel. Epouranios, el ámbito celestial de la adoración pág. 14

15 Sin embargo, en Hebreos , al referirse a nosotros, dice: Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba Sino que os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial (epouranios), a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. Es allí el lugar al que nos hemos acercado. Nuestro hábitat espiritual es la Jerusalén celestial, el santuario celestial. Allí se encuentran: el trono de Dios, Jesús, los ángeles y los espíritus de los justos hechos perfectos. Allí siempre hay gloria, alabanza y adoración. Los cuatro seres vivientes proclaman sin cesar: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas (Ap ). Millones de redimidos cantan un nuevo cántico diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación. Y todos ellos, junto con millones y millones de ángeles, dicen a gran voz: Al que está sentado en el trono y al Cordero sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder por los siglos de los siglos, Amén. Epouranios, el ámbito celestial de la adoración pág. 15

16 Ese es el lugar en el que está el Señor, y adonde nos invita a entrar en el Espíritu y por la fe cada vez que adoramos, cada vez que oramos. Así que teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo acerquémonos. Las condiciones personales para poder entrar son: un corazón sincero, plena fe y limpiarnos de mala conciencia. Y lo más importante: Dios no solo nos invita a que entremos al Lugar Santísimo, sino a vivir allí las 24 hs. Nos invita a: vivir delante del trono. La Biblia nos dice que entremos al Lugar Santísimo, pero nunca nos dice que salgamos de allí. El Padre nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales (epouranios) con Cristo Jesús (Ef. 2.6). Dios nos invita a vivir permanentemente delante de su trono. Amén. Epouranios, el ámbito celestial de la adoración pág. 16