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1 AÑO VIII NÚM. 336 iitttt^ri^ Citntific0 ][tmin át : iíndas, Ingíuiíría g flítíridhah SE PUBLICA LOS DOMINGOS OOIiri>IOIOI«"E3S I>E STJSOH.II»C3IOKr MADRID Una peseta al mes. T f EXTRANJERO francos año ) C COMUNICADOS, 5 PTAS. LINEA. PR0YINCIA " año. ^ Número suelto, 50 céntimos ^ Sólo 6fi admiten sellos de Ó,15 ptas! Redacción y Administración. -Plaza de Alonso Martínez, 6, bajo, izqda. VODA E.A CORRESPOIVDEIirCÜA A UTOMBRE DEIÍ ADMIMISTRADOR ASÍ SE ESCRIBE Heraldo ha publicado recientemente un artículo de _ondo que no tiene desperdicio. A diferencia de los sono lentos «fondos» sin fondo de nu estros grandes parióos, el «fondo» de referencia es de los que debieran r reproducidos por cuantas publicaciones tienen lectores en España. Doliéndose el Heraldo del sist ema imperante para proveer los altos cargos de nuestra Administración, dice en el artículo consabido: «Difícil, muy difícil, seria encontrar dieciséis hom-»bres verdaderamente preparados y útiles para turnar»en el desempeño de los primeros puestos de cada par-»tido; dificilísimo que un hombre de positivo, de real ))mérito, consagrado varios años á ello, llegue á prepa- «rarse para un departamento m inisterial. En España se «improvisa para tal cargo cualqu iera, y si escribe ó ha-»bla con soltura, tiene un pariente encumbrado, es un «título nobiliario ó «persona grata» en Palacio, le hacen «ministro. Aquí, una persona apta para Instrucción pú-»blica, por ejemplo, va á Hacienda; un economista, á «Gracia y Justicia; un jurisconsulto, á Estado; un inge- «niero, á Gobernación. jipara dirigir la cosa pública como se dirige en Espa-»na, cualquiera sirve y puede desempeñar todos los mi- «nisterios. Está constantemente violado, infringido, lo «que es en Inglaterra un precepto, un axioma de buen «gobierno, «el que cada hombre ocupe su verdadero «puesto», aquel para el que tiene vocación,condiciones, «estudios.» «Varios años de estudio teó rico y otros muchos de «practica se necesitan para lanzarse á interpretar el De-»recho, asistir enfermos, construir edificios, dirigir ex- «potaciones agrícolas; después de varios años también,»ei hijo o el dependiente ó el capataz llegan á poder ha- «cerse cargo del comercio, de la fábrica ó del cortijo. «Pero para este arte dificilísimo y complejo de la legiswlación, que regula el ejercicio de las funciones públi- «cas, Hacienda, Sanidad, Justicia, Obras, Agricultura, «Comercio, Ejército, Marina... para eso no hace falta «ni preparación, ni estudio, ni experiencia, ni nada. «Los políticos no son para el país, ni los funcionarios «parala función, y roto el freno de la capacidad, sin la «cual no es posible penetrarse del deber, la inconscien- «cia de la responsabilidad hace que sea España, de toados los países de Europa, incluso Turquía, el peor adwministrado.»ea la lucha por la existencia, dice esta universal ley «científica, triunfan los más aptos y perecen los más wineptos. Y esto se observa en el mundo físico, porque «los más sanos y robustos tienen la mayor suma de pro- «babilidades de vencer en tan gran combate por la vida. «Y esto se observa en el mundo moral, porque las al-»mas de mejor temple, energía, carácter, conducta, «cuentan con el 90 por 100 de probabilidades para su «éxito. Y esto se observa en el mundo social, porque los «trabajadores, los grandes obreros en todos los ramos»de la actividad, están casi seguros, con el sudor de su «frente y la llama de su inteligencia, de conquistar las»más altas posiciones. Salud física, salud moral, salud «intelectual, constituyen los elementos necesarios para»que la victoria acompañe á los esfuerzos del militante, «del luchador de la struggle for Ufe. Esa ley sólo en- «cuentra una excepción, la excepción de la política, en»que parece ser o de menos la capacidad, la aptitud, y «en la que apenas hay combatiente que llegue sin padriy^no, sin recomendación, sin quemar incienso en el altar «del ídolo, sin comulgar en la religión oficial del santonnismo» Este puñado de verdades, plagiando la frase de Rios Rosas, debieran esculpirse en la fachada del Parlamento para que las aprendiesen de memoria cuantos en él ingresaran.

2 90 MADRID CIENTÍFICO Limitándonos al ministerio de Agricultura, Obras públicas, Industria y Comercio, asombra la facilidad y prontitud con que se liallan á granel Hércules que lleven sobre si tan pesadísima carga en un país donde las personas competentes escasean tanto como en el nuestro Con Agricultura, Obras públicas, Industria y Comercio, hay de sobra para que cuatro cerebros privilegiados consagrados cada uno á un ramo toda la vida, se vieran y desearan para medio imponerse en sue-pecialidadrespectiva. Minas, ferrocarriles, montes públicos,carrete ras, puertos, canales...! [Cuántas horas de estudio, cuántas toneladas de inteligencia y cuántos años de práctica para imponerse en cualquiera de esas ramas del mi-, nisterio consabido! Se dirá acaso que para eso disponen nuestros gobernantes de técnicos que los asesoren. El argumento no es de los que convencen á nadie. O los gobernantes se conforman con las prescripciones de los técnicos, en cuyo caso huelgan por inútiles los gobernantes, ó se separan del parecer de los técnicos y en este caso han de dominar, á lo menos en lineas generales, tas cuestiones sometidas á su consideración. Lo que ocurre con el sistema vigente es que ministros y directores son prisioneros de los jefes de negociado. Son en sus departamentos reyes constitucionales que reinan y no gobiernan. El sistema no se corrige, mientras nuestros políticos no se convenzan de que cada mochuelo debe posarse en su olivo. Figurémonos que se reúnen un torero, un tenor, un abogado, un médico, un sacerdote, un ingeniero, un marino, y un comerciante. Con esas ocho personalidades vamos á guisar un ministerio. Con el sistema vigente, con este axioma político de que todos sirven para todo, hacemos que el abogado construya un puente, que el médico suba á estrados, que el sacerdote mate un toro, que el torero diga misa, que el tenor dirija un barco, que el marino... No, no exageramos. Tan difícil es á un abogado entender de ingeniería, como á un ingeniero deslizarse por entre las sutilezas de nuestros códigos. No vamos á pedir, aunque eso seria lo lógico, que cada gobernante sea un maestro especialista en su ramo, que seria demandar gollerías. Lo que no se nos antojan tan estupendas gollerías, es exigir que sólo se entreguen los altos cargos de la Administración á aquellas personalidades que hayan acreditado cierta competencia en conferencias, libros, periódicos, ó cualquier otro medio de expresión. ELECTRICIDAD ~ PRACTICA Progresos en el rendimiento luminoso de las lámparas de incandescencia En nuestro penúltimo número expusimos rápidamente los perfeccionamientos nuevos introducidos en kg lámparas de incandescencia desde el punto de vista de su forma y extructura general, proponiéndonos hoy decir algo, según prometimos, respecto de los progresos conseguidos en su rendimiento luminoso. Muy espigado encontramos el campo.después del notable trabajo publicado en el número anterior por nuestro distinguido colaborador el joven ingeniero Sr. Otamendi, por cuya razón nos limitaremos á indicaciones muy sumarias. En nuestra rápida reseña debemos señalar en primer término una categoría de lámparas en las cuales el aumento del rendimiento luminoso (ó prácticamente la dis minución de consumo de la energía eléctrica para una misma iluminación) ha sido obtenido por medios independientes del filamento. Es en la forma ó en la agregación de un elemento reflector en donde estriba el perfeccionamiento. Citaremos la lámpara más conocida en este respecto, la glow-lampe, que refleja los rayos luminosos por medio de un espejo formado entre la mis ma ampolla merced á un depósito qu mico especial. En otro orden de ideas la lámpara Saymar ha tratado de obtener el mismo resultado por la agregación, en el centro de la lámpara, de un bastoncito de porcelana blanca alrededor del cual se arrolla el filamento y refleja parcialmente los rayos luminosos. Otro procedimiento permite obtener una mejor utilización de las lámparas de incandescencia; es el que consiste en «forzar» las lámparas, es decir en aplicarles voltaje superior en algunos voltios al que indica la producción de las lámparas. Así una lámpara de 110 voltios funcionando á 115 dará una notable economía de energía eléctrica y una lámpara de 16 bujías dará fácilmente en estas condiciones 18 á 20 bujías Se persigue actualmente aumentar el voltaje de las lámparas de incandescencia, sustituyendo el voltaje usual de 110 por el de 220 voltios, mas ya hemos dicho hace algunas semanas en esta misma sección cuál era el estado actual de esta cuestión y hemos visto que las ventajas se hallan en general más que contrapesadas por los inconvenientes que el nuevo alto voltaje ofrece. Háse intentado un ensayo en el sentido opuesto, es el procedimiento del economizador de M. Weismann. Este procedimiento parece muy interesante por cuya razón daremos algunos detalles respecto del mismo. M. Weismann emplea lámparas de voltaje reducido, el voltaje de la lampara varia con su intensidad luminosa. Por ejemplo el voltaje de una lámpara de 5 bujías no será el mismo que el de una lámpara de 16 bujías. El principio que informa este procedimiemo es el siguiente: empleando lámparas de bajo voltaje se tiene filamentos de diámetro aumentado y esto permite emplear intensidades importantes, con lo cual el rendimiento luminoso es mejor á causa de la gran superficie de radiación. El consumo medio de una lámpara de incandescencia es ordinariamente de 3,5 vatios por bujía, para lámparas de ÍB bujías bajo 110 voltios. Para una lámparade 5 bujías el consumo específico es algo superior, alcanzando á veces hasta 5 vatios por bujía. M. Weisman deduce de sus experiencias que, bajo diversas tensiones, distintas de la de 100 voltios, el rendimiento luminoso decrece con la potencia luminosa de la lámpara. Era natural buscar si se podía obtener el mismo rendimiento luminoso para todas las lámparas cualquiera que fuese su potencia luminosa. M. Veisman ha hecho varios experimentos respecto de este particular, deduciendo quedara obtener el máximo de rendimiento de las lámparas de incandesceneia es preciso apropiar la tensión a estas lámparas^ según su intensidad luminosa respec~ Uva. M. Weisman ha reconocido que las lámparas de filamento grueso y,por consiguiente, debajo voltaje, 20 voltios por ejemplo, eran muy superiores á laa lám-

3 MADRID CIENTÍFICO 91 paras de filamento delgado utilizadas en la práctica. Estos filamentos pueden soportar grandes intensidades y su masa forma volante de calor disiíiinuyendo los efectos de las variaciones de voltaje, que con el procedimiento Weisman son reducidos en amplias proporciones, puesto que un pequeño transformador rebaja la tensión normal de la distribución de 110 á 20 voltios, por ejemplo, y las variaciones son reducidas en la misma proporción ó sea un quinto próximamente. Sobre las consideraciones que brevemente hemos apuntado debemos añadir quem. Weisman ha inaugurado un nuevo sistema de distribución q»e permite obtener á las lámparas las bajas tensiones que necesiten. Cada grupo de lámparas depende de un pequeño transformador de dimensiones muy reducidas y que funciona'siempre á plena ó cati á plena carga y por consiguiente con un rendimiento excelente (de 85 á 95 por 100) El pequeño volumen de estos transformadores permite disminuirlos fácilmente, en los pies de los aparatos por ejemplo y su precio es pequeñísimo: unos 5 francos por cada 5 á 10 lámparas próximamente. Nada proporciona mejor idea del valor práctico del sistema que las cifias de consumo de las lámparas que son las siguientes comprobadas oficialmente: Al empezar: 16 bugias consumen 1,67 vatio por bugía; Después de 100 horas Eetieneul5 bugias que consum^ 1,77 vatio por bugia; espués de 200 horas se tiene: 14 bugias que consu- en 1,93 vatio por bugía. aprendiendo la energía gastada en la transformación, se tiene una media de 1,79 vatio á 2 vatios por la ^ ^^ *y*"sforman estas cifras y se aplica el precio de ergia eléctrica se ve todo el Interés que presenta este sistema. En efecto. 1. Para una lámpara de 100 voltios de 16 bugias, que consume 3,5 vatios por bugía a 11 céntimos de peseta el hectovatio-hora (precio de la energía en Madrid), después de 400 horas se tiene: 56 X 4 X 911=24 pesetas 64 céntimos. Precio de la lámpara 1 peseta. 25 pesetas 64 céntimos. 2." Para una lámpara de 22 voltios en las mismas condiciones antedichas se tiene: 28,8x4x0,11=12 pesetas 67 céntimos Precio de dos lámparas 2 pesetas. 14 pesetas 67 céntimos Resultaría, por tanto, con este sistema, una economía de unas 11 pesetas, ó sea de un 44 por 100. Como se ve este sistema permite emplear toda canalización existente y aun pueden aprovecharse con él las redes á 220 voltios, siendo esta una consecuencia práctica inesperada y curiosa que debe hacer reflexionar á los partidarios de las distribucioneu á 220 voltios. La singularidad de este sistema de distribución estriba, por tanto, en hacer en cierto modo las lámparas independientes de la canalización, lo cual' permite emplear bajos voltajes en aquéllas, con todas sus ventajas y elevados en ésta, con todas las que le son inherentes. Solo resta la sanción de la práctica y ésta parece que no na de hacerse esperar, pues ya se ha constituido una Sociedad para explotar el procedimiento Weissmann. Nos ha entretenido un poco el procedimiento Weismann, por cuya razón resultó algo largo este trabajo, pero quedaría incompleto si no citáramos siquiera las lámparas Nernst y Aüer llamadas á imperar en el alumbrado de incandescencia, si la prática industrial confirma los resultados de los trabajos del laboratorio. En resumen puede decirse que se han realizado progresos sensibles en la lámpara de incandescencia y la mejor prueba que puede darse es que el tipo de lámpara que en 1887 costaba de 3 á 4 pesetas, cuesta hoy de 3 á 4 reales. Hay en este decrecimiento sucesivo y regular del precio de venta una indicación irrecusable, porque esto demuestra indudablemente que la fabricación se ha simplificado y que, por tanto, se han conseguido en ella notabks progresos. Los assiomas del "Economiste &*angais y de "La Estafeta,, Es verdadeíamente lamentable el desenfado con que se imprimen y patrocinan ciertos errores por algunas revistas que al publicarlos les prestan un barniz de seriedad pernicioso por cuanto puede inducir á error á los lectores poco avisados. lilos ingenieros españoles rebosan ciencia y carecen de práctica,)-) ('.nuestros técnicos son nulidades)) y otros asertos parecidos, raro es el día que pasa sin estamparse en revistas del país, reproducido, por supuesto, de revistas extranjeras. Quien lo escribe poco importa; á menudo no sale siquiera de la redacción sino de cualquier caballero de los que tanto abundan, muñidores de sociedades financieras explotadoras de obras públicas. Pero lo escrito, escrito queda y tiene el mismo tipo de letra que lo publicado por persona competente; con lo cual, y con sentido común, que es el menos común de todos los sentidos, un rebaño de lectores, traga ese pienso intelectual y entre plumas de necios y cerebros de bobos se trasmite de generación en generación vaciedad tan concluyente. Esta vez le tocó el turno a la «Estafeta» revista independiente en ocasiones, pero que en el presente ha querido adular al Economiste francais á costa de los ingenieros españoles de Caminos por medio de las cuarsillas qne titula «Los capitales extranjeros en España». Pobre articulista! y llamóle pobre por concederle buena fe en la manifestación del concepto que la clase le merecemos. Bien puede asegurarse que ni él ni los que como él opinan, han conocido de cerca esos genios extranjeros por los que á diario suspiran. [Que delicioso es no comprender los idiomas! üa mayor mérito de esos técnicos, es chapurrear cuándo hablan en español. Cuando disertan... en francés, si lo hacen ante ignorantes, que también los gastamos en España, estos quedan embobecidos, sobre todo cuando la recompensa puede estar al alcance de su entusiasmo. Ocurre con aquellos como con las composiciones poéticas; no pueden traducirse sin que desmerezcan. Créame V. Sr. Redactor; no se fíe de esas alicantinas. Los ingenieros españoles nada tienen que envidiar á esos personajes y si, pueden en cambio enseñarles bastante.

4 92 MADRID CIENTÍFICO He conocido cierto técnico extranjero con diploma, como ellos llaman al titulo, de un país donde pasa por axiomático que son los dioses ferrocarrileros y empiezan ellos por creerlo, que llegó á España con la aureola de haber permanecido en la construcción de varios ferrocarriles y de haber calculado y corrido infinidad de puentes. Sus palabras eran acogidas como sentencias profundas. Este prodigio de saber, calculaba las cargas «unifor- «memente repartidas equivalentes á los trenes de prue- «ba de los tramos metálicos, dividiendo el peso total de «los vehículos que la luz permitía situar sobre la cons-»trucción por dicha luz». Eso según él era la ca-ga equivalente por metro lineal. No tenia noción de los trabajos de Lebol ni de las clásicas circulares austríaca y francesa. Ignoraba que el simple reblonado en el cruce de las aspas de las vigas de montantes y cruces de San Andrés permitiera aumentar la carga total soportada por la misma sección de las diagonales. En construcción era más competente. Creía en la posibilidasl de sentar el metro de vía á 50 céntimos de peseta. (1) Esto basta. Pero he conocido todavía algo más notable que lo referido. Y por cierto que era de la misma nación aunque mucho más personaje que el anterior.-en su país es el de los individuos de peso, un verdadero gros bonnet. Este buen mozo, reconoció una vez una línea en mal estado y después de meditarlo mucho, informó que el presupuesto de reparación importaría, precisamente la cuarta parte de lo que importaron las obras que luego se emprendieron. Y cuidado que se hicieron con tacañería y del modo más chapucero posible. No vaya á deducirse de lo expuesto, pues incurriría en el defecto que señalo, que intento probar la nulidad de los técnicos extranjeros. Nada de eso. En Francia como en Bélgica, Estados Unidos y demás naciones, hay hombres muy competentes y algunos he tenido ocasión de conocer; pero lo que yo censuro, es la creencia general de que todo el que viene á España de tierra ajena, es una eminencia. Si los que lean estos renglones hubieran asistido alguna noche á nuestra peña del café de Fornos en Madrid y hubieran oído referir á compañeros empleados en nuestras grandes empresas ferroviarias los mil desatinos cometidos por algunos endiosados jefes extranjeros, estoy seguro de que habrían adquirido dos firmes convencimientos: uno, que hay mucha calabaza si frente de las grandes compañías, y otro que los que tan precisamente marcaban los desaciertos cometidos, eran personas muy capaces y merecedoras de asumir la dirección de esas sociedades. Si he dado á este extremo más estensión de lo que en (1) N. de la R. Eso es poco, Sr. León. A un compañero nuestro y de V que se hallaba empleado en la construcción de la línea del Oeste, le exigía un jefe de la construcción, tcenico extranjero, que estableciera un paso á nivel eo un punto en que el terraplén tenia DIEZ metros! de cota. Pues dicho técnico cobraba mensualmente francos y nuestro compañero 200 pesetas. El técnico se llamaba Alburquerquo. Era medio francés, medio portugués, medio imbécil. Sépalo la Historia. realidad pedís, el artículo de la Estafeta, ha sido por referirse al asunto convertido en muletilla por algunos caballeros. '' Pasa luego la Revista á considerar los beneficios que á nuestra nación acarrean los capitales extranjeros. En este punto mis convicciones no son tan radicales como las del semanario. Creo que no es dinero lo que falta en España, sino espíritu de asociación. Es muy difícil por no decir imposible medir la riqueza de un país. Cada economista la aprecia á su manera, sinónimo de que ninguna de ellas es la exacta, pero como opinión presentada frente á otra, opinión que trataría de justificar sino temiera ser prolijo en exceso, someto la expuesta á la cons ideración de los lectores. El espíritu de asociación es el que debe fomentarse, pues en as comarcas españolas donde existió, se encuentra muy relajado. Prueba de ello es lo mismo que expone La Estafeta aunque con fin diametralmente opuesto, pues la observación de la facilidad con que entre nosotros se cubren los empréstitos, demuestra la abundancia del capital, y su desconfianza. Al capital se le ofrecen dos caminos; las sociedades y los empréstitos. En aquellas el interés prometido es mayor que en éstos y sin embargo vemos indefectiblemente que en España el dinero huye de las primeras y cubre varias veces los segundos. No hace falta tener los talentos del maestro de las revistas financieras, de ese colosal Leroy Beaulieu, para deducir que poseemos ahorro nacional y necesitamos sólo confianza en la moralidad de las empresas y seguridad de beneficios. Esto no se consigue con R. O. ni por medio de artículos periodíslicos, sino con repetidos ejemplos y años de experiencia, por lo cual no veo inconveniente en qne se tolere y hasta se ampare la llegada de capital extranjero durante el plazo necesario para educar al nuestro. Pero la construcción y explotación, debe encomendarse á técnicos españoles, que para ello trabajaron los respectivos títulos y cuya capacidad, en tesis general, es más que sobrada. Organicen su administración financiera como mejor les, plazca, pero bajo las leyes generales del país, las cua les en honor á la verdad, no conseguirán tampoco eliminarle porque siempre quedan rendijas...por ejemplo, el pago de cupones que queda estipulado en francos, con solo consignar que las pesetas se pagarán en oro según práctica establecida en las letras de cambio... etc. Creer asiste al capital el derecho de nombrar personal de su país y de donde (e plazca, es excesivo. Más justificado estaría el que un enfermo acudiera al médico ó curandero que le agradase, y sin embargo todos encontramos natural que sin titule ó reválida no pueda ejercerse la profesión. El Estado, avinque la Estafeta no lo entienda así,tiene como principal misión velar por la prosperidad y bienestar de los individuos que le componen. Y en fin, para concluir, no crea el colega que el capital se retraerá ante esas trabas; capital acostumbrado á negocios acude donde el lucro le llama, sin respetar fronteras. Basta recordar los ejemplos recientes que en el sumi-

5 MADRID CIENTÍFICO 93 nistro de municiones y bagajes para sus respectivos enemigos, nos h in dado los Estados Unidos é Inglaterra. Fernando de León Ingeniero de Caminos. Los bornos eléctricos Gracias á los trabajos de Moissan se construyen hoy hornos eléctricos donde se alcanzan temperaturas realmente espantosas, abriéndose por este medio á las aplicaciones de la corriente voltaica, nuevos y amplios horizontes». Estudiadas por Moissan las circunstancias geológicas de los terrenos diamantinos, observó que siempre el diamante, «se halla acompañado por el cuarzo, y como esta roca es necesariamente el producto de una presión muy alt*, dedujo que esta última también había intervenido en la formación del diamante. Halló además que en los análisis químicos de los diamantes de cualquier procedencia, siempre se revela la presencia del hierro, y de ello dedujo que los productos naturales ferruginosos, en cuya formación era de presumir había mtervenido una alta presión, debían contener diamantes. No iba descaminado Moisan, porque partiendo del hecho de que el hierro fundido, al pasar del estado líquido al sólido, disminuye de volumen, y que por lo tanto el carbono encerrado en el hierro colado solidificado debía ir una presión enorme, practicó una serie de expeentos que demostraron la presencia de pequeños diamentes en el hierro colado. n onces se le ocurrió construir un horno elétrico En'"'"^*^ ^^^^^ '* temperatura de la reacción. ^ '"^Oj al que se conduce una corriente de dnrt" ^' ''^'^P^ratura alcanza, á los tres minutos,casi ^ «"ü grados centígrados. fista temperatura, suficiente para el objeto á que su strucctor la dedicó, no tiene gran importancia en las industrias de un orden distinto, donde se necesitan temperaturas más elevadas. Acheson, discípulo de Edison, ha construido un horno cuya temperatura ha evaporado un ladrillo refractario puesto en el foco. Entre el horno de Moissan y el de Acheson hay una gran diferencia; el primero ha usado el horno de arco y el segundo el de las lámparas incandescentes. Es tan ardiente el foco que no hay manera en realidad de apreciar su temperatura, aunque sea permitido á la ciencia por medio de varios ingeniosos procedimientos, dar un cálculo bastante aproximado. Con temperaturas tan elevadas, el electricista americano ha logrado fundir el aluminio á grados, la cal á los y el magnesio á los Puede hasta ahora, en pocos minutos, obtenerse una temperatura de grados, y probablemente ningún cuerpo existente en la tierra resistirá calor tan intenso. La importancia de este descubrimiento es tal, que significa una nueva fuerza robada á la Naturaleza por el hombre. En efecto, hasta hoy el calor obtenido ha sido inmensamente inferior al producido por los nuevos hornos: con este invento se ha dado un paso enorme y obtenido una nueva vía para el porvenir, pues el hombre se ha hecho dueño de uno de los medios que emplea la naturaleza para sus transformaciones, de un calor en nada inferior al de las materias en fusión de los volcanes, y al que debió existir en la tierra antes de solidificarse. Un viajero que ha visitado el establecimiento de Acheson, escribe que todo aquello es una maravilla, ((Guando se penetra en aquel hermoso edificio, el cuerpo se estremece oyendo el incesante zumbido de las dínamos más poderosas del mundo, mientras las aguas del Niágara azotan con violencia las máquinas. «Gruesos cables de alambre de cobre llevan una corriente de voltios del establecimiento eléctrico á los hornos, donde la energía eléctrica se transforma en calor. Los hornos son diez y presentan un aspecto extraño al que sólo está acostumbrado á ver los hornos ordinarios, pues no tienen chimeneas, puertas, cenicero, ni resplandor deslumbrante de calor y de luz. El cuarto en que están los hornos es bastante fresco. Cada vez que se carga un horno se construye de nuevo, porque el calor es tan terrible que á menudo derrite los ladrillos haciéndolos una masa, por lo cual hay que emplear nuevos ladrillos. Había hornos en distintos períodos de la operación. Uno hacía cerca de treinta horas que ardía y presentaba un espectáculo extraño: la cima sugería al espectador la fj,lda agrietada de un volcán. De I&s junturas de los ladrillos que formaban las paredes del horno, salían llamas de color azul ó verde pálido, elevándose y creciendo ó decreciendo en intensidad, todo esto sin el menor ruido fuera de una especie de zumbido apenas perceptible. Dentro del horno, que es de forma oblonga, y como de altura de un hombre, había un canal central ó eje de carbón al rojo blanco, en estado casi de vapor. Representaba gráficamente en su actividad hirviente lo que debe ser la ardiente superficie del sol y estaba casi tan caliente como ella. Sin embargo el calor apenas se percibía á una docena de pies del horno, y si no hubiera sido por las llamas que surgían por las grietas de la superficie de las paredes se hubiera podido poner impunemente la mano sobre los ladrillos sin peligro de quemarse. ((Al lanzar la corriente en el horno, se transforman en calor continuamente mil caballos de fuerza eléctrica, y esto durante 36 horas seguidas hasta que se consumen caballos horas de fuerza. Recordando que caballos horas de fuerza, convertidos en calor, hacen herrir galones de agua instantáneamente, ó elevan hasta el color rojo 350 toneladas de hierro, se puede tener una idea del calor desarrollado en un horno de carbocorindón. «Pregunté á Mr. Acherson si podría fabricar diamantes en sus hornos. «Es posible, respondió, con algunas modificaciones. «Los diamantes, me explicó, se forman por un gran calor y una gran presión. El gran calor se obtiene hoy con facilidad, pero la ciencia no conoce aún el secreto de la Naturaleza para producir grandes presiones. El método de Moissan para hacer diamantes consiste en disolver carbón en polvo en hierro derretido, usando un crisol de carbón. Cuando toda la masa está en estado líquido, el crisol y su contenido se meten súbitamente en aguft fría. Este enfriamiento instantáneo produce una presión enorme, de modo que el carbón se cristaliza en forma de di9mantés. ((Pero, sea lo que fuere de la fabricación de diaman-

6 94 MADRID CIENTÍFICO tes, lo cierto es que la posibilidad de llegar á obtener resultado con el horno eléctrico en este sentido es muy probable. Con investigadores científicos que se preocupan con esmero de las mejoras que se puedan introducir en él y con la electricidad tan barata como la que se obtiene en el salto del Niágara, es imposible conjeturar qué nuevos y maravillosos productos, hoy enteramente desconocidos del hombre, se pueden llegar á obtener y aun á manufacturar á bajo precio.» Es indudable que el horno eléctrico producirá una renovación completa en la quimica y en la metalurgia. De ellos han brotado ya el grafito y el diamante, el cromo y el manganeso, el molibdeno y el uranio, el tungsteno y el vanadio, el silicio y el circonio, el aluminio y el titanio... Mañana se anunciará la producción de otros metales que el hombre persigue incesantemente. Estamos otra vez en la edad de los alquimistas, pero más dichosos los de hoy que los de ayer, porque al fin y al cabo, han encontrado la perseguida piedra filosofal. Obras Públicas En una reciente circular del Consejo de Obras públicas, se queja aquel Cuerpo consultivo de que los ingenieros no hayan acudido á la invitación qne se les hizo con fecha 28 de Septiembre de 1900 para emitir juicios técnicos respecto á determinados temas propuestos por aquella corporación. La idea de proponer temas de estudio á nuestros ingenieros se nos antojó excelente desde el principio y sigue antojándosenos hoy. Mas hay que ponerse en la realidad de las cosas, en las impurezas de la realidad, para comprender que no están los tiempos para que los ingenieros pierdan el suyo en disquisiciones técnicas que ningún inmediato provecho les reportan. Dicho se está que sería altamente plausible el que nuestros ingenieros acudieran por puro amor al arte á estos torneos científicos Las cosas, sin embargo, hay que tomarlas como son y no como debieran ser. Mientras no se ofrezca á los ingenieros que acudan á estos concursos una ventaja inmediata, seguirán las cosas cual hasta el presente. No habría medio de que el Estado, que ofrece premios metálicos para el certamen A ó los juegos florales B, estimulase á nuestros ingenieros con procedimientos análogos? Por qué el Consejo de Obras pública.s no propone algo en tal sentido ala Dirección del ramo? RECEPCIÓN ACADÉMICA Hoy, á las dos y media de la tarde, se verificará en la Academia de Ciencias, con la solemnidad acostúmbrala, la recepción del reputado matemático y competente ingeniero de Caminos D. Eduardo Eehegaray. Al discurso que este señor leerá con tal motivo contestará, á nombre de la Corporación, D. Amos Salvador. En el próximo número emitiremos el juicio que nos merezca el discurso del Sr. Eehegaray, que se apartará seguramente de los trillados y anodinos moldes que circulan como moneda corriente en nuestras asambleas oficiales. SISTEMASJ)E RIEGO (Coatinuación)!:' '' año. Cien millones de pesetas. De ellos, 6 millones al pago de intereses; 2 millones á gastos estudios de obras de riego, qudando disponibles 92 mrllones para la mejora de los servicios que el Gobierno considere preferentes. 2. Año. Cien millones de pesetas. De ellos, 12 millones al pago de intereses; 2 millones á estudios de proyectos de obras de riego, quedando disponibles 86 millones á los efectos indicados para el año anterior. 3. Año. Cien millones de pesetas. De ellos, 18 millones al pago de interés, 2 millones á estudio de proyectos de obras de riego; 15 millones á construcción de obras de riego proyectadas en los años anteriores, quedan lo 65 millones á los efectos ya indicados. 4 Año. Cien millones de pesetas. De ellos, 24 millones al pago de intereses; 2 millones á estudio de proyectos de obras de riego; 30 millones á construcción de obras proyectadas, quedando 44 millones á los efectos antes indicados. 5. Año. Cien millones de pesetas. De ellos, 30 millones á intereses; 2 millones á estudios de proyectos de obras de riego; 30 millones á construcción de obras ya proyectadas, quedando 38 millones á los efectos indicados. Al final de este quinto año, razonando dentro de las hipótesis establecidas, tendríamos construidas obras de riego por valor de 75 millones de pesetas, y como el coste medio por hectárea regable es para esta clase de construcciones de 300 pesetas, poco más ó menos, se tendrían disponibles para el riego, y por lo tanto para la la expropiación y venta al final de este quinto año, unas 250 hectáreas en números redondos que, admitiendo el beneficio ya supuesto para La administración de dos mil pesetas en cada una, producirían los 500 millones de pesetas suficientes á amortizar las emisiones realizadas durante los cinco años de este primer periodo. Repitiendo estas mismas operaciones en cada periodo de cinco años y por el número de estos periodos que fuera siendo necesario, según los resultados de los estudios, y admitiendo, para seguir dentro de las hipótesis establecidas, que hubieran de repetirse por tres periodos más, tendríamos al final de los veinte años los siguientes beneficiosísimos resultados. 1. Regadas un millón de hectáreas de tierras con aumento de la riqueza general de la Nación en los dos mil millones de pesetas, que representa su mayor valor después de regadas. 2. Aumento de los ingresos ordinarios en los veinte ó treinta millones de pesetas, que representaría el aumento de contribución como consecuencia del mayor valor y del mayor producto de estas tierras. 3. Aumento de estos ingresos ordinarios y de esta riqueza como consecuencia de las industrias que habrían de establecerse como complementarias y auxiliares de este exceso de producción agrícola. 4." Evitación de la emigración y aliciente poderoso para la repatriación de muchos como consecuencia del trabajo fácil de encontrar y vida más cómoda y desahogada en las comarcas donde estos riegos se establecieran.

7 MADRID CIENTÍFICO 95 5." Mejorados muchos servicios preferentes, en lo que supondría emplear en ellos millones de pesetas. De ellos podrían destinarse las sumas necesarias al establecimiento de fábricas de abonos artificiales, allí donde no los hubiera naturales en cantidad suficiente. De ellos podrían destinarse otras sumas importantes á la construcción de vías de comunicación que pusieran estos centros productores, en relación con los consumidores ó los puertos por donde se facilitase su exportación,y de ellas podrían también destinarse una parte á la habilitación y mejora de estos puertos con beneficio de los intereses generales. Si el Gobierno, deseando utilizarse anticipadamente de los beneficios de este plan, no quisiera ser el que ar bitrase directamente los recursos indispensables á realizarlo, podría adoptar el tercero de los procedimientos á que me he referido, ó sea el de subrogar en particulares ó compañías el derecho á la expropiación y demás que se consideran necesarios, garantizándoles contra el exceso de valor en venta de estos terrenos expropiables, el reembolso del capital que empleasen en las obras de riego, el de los intereses de este capital á un tipo bancario de 4 ó 5 por 100 y una participación en los beneficios suficiente á servir de aliciente á los capitales que se destinasen á estas empresas. Este procedimiento, que lo considero el menos acepable, porque mermaría más que cualquiera de los otros os el beneficio final que se obtuviera, exigiría á más la n ervención oficial de la Administración en los gastos que realizaran los concesionarios, á fin de poder valoequitativamente el importe de los intereses y parti- P Clon en los beneficios que correspondiera á cada omun á los tres procedimientos y como medio fácil cedero para la Administración, se establecería que, yez determinado para cada proyecto los terrenosexpropiables para riegos, se procedería á su valoración cofno de secano en los términos y por los procedimientos que se prescriben en la Ley actual ó se prescribieran en la que al efecto se dictara, no entrando la Administración en dominio de ellos ni abonando su importe, hasta que realizada su subasta, pudiera dedicarse de su valor en ella la parte necesaria al pago de su coste de secano. Para estas subastas podría establecerse preferencia para los propietarios de las tierras dándoles plazos largos para la adquisición del aumento de valor por el riego y distribuyendo el importe de estos plazos en forma que los primeros fueran muy reducidos y aumentasen de valor en los años sucesivos y kasta completar el importe del aumento, según justiprecio en cada caso. Podríase también hacer consolidadas parte de las emisiones de cédulas hipotecarias garantizando su interés con censos sobre los terrenos, á fin de hacer que muchos de los propietarios pudieran apropiarse las mejoras á virtud de una tributación anual, cómoda, fácil y en relación con la importancia que para ellos represente esta mejora que se les cedía. Lo complejo y extenso de este plan, aun dentro de sus ventajas grandiosas é indiscutibles para la Administración, y de la sencillez de las bases sobre que se desarrolla, podrá ser causa de que al realizarlo, tengan que modificarse en cuanto á su valor numérico varias ó todas las hipótesis de que me he servido para desarrollarlo; pero estas modificaciones no podrán nunca, ni por ningún concepto, quitarle su grandiosidad por lo que se refiere á sus resultados finales que, si podrán no alcanzar á los mil setecientos millones de pesetas, diferencia entre el coste de las obras y el mayor valor de los terrenos, nunca bajarían de la mitad, y siempre resultarían beneficiosísimos, aun bajo la inverosímil hipótesis de que se redujeran á una tercera parte, pudiendo suceder sin que ello sea ni mucho menos imposible, como luego tendré ocasión de demostrar, que excediese en no poco á los millones calculados. He consignado anteriormente y creo haberlo dejado suficientemente demostrado, que el derecho á expropiar los terrenos regables en beneficio de la Administración nace de la interpretación más lógica y razonada de las disposiciones legales, en que se consignan los derechos de que la Administración hace uso á estos efectos, y voy antes de concluir á hacer alguna otra consideración que evidencie, aún más si cabe, lo fundado de mi criterio acerca de este punto. Es evidente que ni las carreteras, ni los ferrocarriles, ni ninguna otra de las obras que se construyen como de pública utilidad, crean por sí mismas nuevas riquezas en las comarcas á que su influencia se estiende, contribuyendo sólo á su desarrollo, facilitando seguridades ó medios, á virtud de los cuales puedan utilizarse sus productos de los mercados de su demanda, y adquirir é importar de los centros productores los medios auxiliares indispensables á poder sostener con sus similares de otras procedencias una competencia ventajosa, limi tándose, por lo tanto, y en lo general su influjo, al mejoramiento de una riqueza ya creada. En cambio, los riegos, imposibles hoy de realizar en la mayoría de los casos, dentro del criterio, más vicioso que restrictivo, con que se interpreta la Ley actual, y fácies y seguros de interpretarla del modo más recto y razonado que aquí indico, ó de diotar las nuevas disposiciones que propongo, serán causa eficaz de nuevas producciones de primeras materias, con el mejoramiento y multiplicación de las cosechas que consienten los cultivos de regadío,creando bajo su beneficioso influjo esta riqueza que nunca existiría sin su concurso. Si pues no sería ni racional ni lógico, y á todos parecería absurdo, aun dentro del criterio que hoy se sigue, que después de reconocida como necesaria y útil una carretera entre dos poblaciones de importancia, y terminadas ya sus obras, dejara de utilizarse porque á ello se opusieran los propietarios de los terrenos más próximos á ambas, menos lógico y razonado, y más absurdo, por lo tanto, debe parecer á todos, que siendo de reconocidísima utilidad los riegos, y evidente su necesidad en nuestra España, no prosperen ni puedan establecerse, á pesar de disponerse del agua á ellos bastante, y de ser técnicamente posibles las obras que hayan de conducirla á los terrenos regables, porque los particulares propie tarios de estos terrenos no se presten á cedar á este efecto los beneficios que de ellos han de resultarles y la Ad ministración no se decida á expropiarlos sin su perjuicio por causa de utilidad pública y en beneficio de los intereses generales, cuando procede muy de otra manera y no deja utilizar estos procedimientos por motivos menos justos y razonados, y en atención á beneficios siera-

8 96 MADRID CIENTlMCO pre menos cuantiosos y aun en algunas ocasiones problemáticos. Es más; el articulo 197 del capitulo II de la vigente Ley de aguas, prueba hasta la evidencia que este derecho está consignado en las leyes, si bien con las deficiencias que parecen características en todo lo que á riegos se refiere, y en forma á que resulte ineficaz al fin altamente beneficioso que con su fomento se persigue. Se consigna en el referido articulo que una vez conformes los poseedores de la mayoría de los terrenos regables, con cada plan ó sistema de riegos, en abonar el canon que para su explotación solicite y tenga autorizado el concesionario, quedan por este hecho sujetos á expropiación forzosa los de los restantes poseedores que no se presten al abono del canon aceptado por la mayoría. Resultaría, pnes, considerando los casos prácticos que puedan presentarse que, si en un sistema cualquiera de riegos en proyecto y cuyos beneficios pueden alcanzar á hectáreas, están conformes con el canon los poseedores de , quedan por esta conformidad, sujetos á expropiación forzosa los poseedores de las restantes; no viendo, por lo tanto, á donde puede estar la violencia, porque este derecho se ejercitará cuando siendo posible y beneficioso un plan de riegos que hubiera de beneficiar 6, 7, 8 ó hectáreas, se opusieran á ello sus poseedores. Es más, entiendo hay menos lógica y razón en que del consentimiento de los más nazca el derecho á expropiar á los menos, que en conceder este derecho desde luego para todos los que hayan de destinar sus capitales al establecimiento y fomento de los riegos, y menos lógica y razón aun, si es la Administración, como en estos planes se propone, quien ha de utilizar este derecho. Aunque la sinrazón puede ser el motivo de negarse los propietarios á la aceptación de los cánones de riego, ya aceptados por la mayoría, no es lo general que así suceda, por lo tanto, es lógico admitir que los que se conforman desde luego con los cánones propuestos, son los que ven de un modo claro y evidente el beneficio que para ellos supone el riego; y por lo tanto, que los terrenos que puede el concesionario utilizar como propios, previo pago de su valor de secano, son aquellos en que siendo este beneficio más dudoso, han de ofrecerle menos aliciente para la expropiación, y resultar de todos modos, aun de realizarla, menos beneficios para los intereses genera'es. Por lo demás, los que algo hemos tenido que conocer en el desarrollo de los preliminares de esta clase de concesiones, no desconocemos la serie de dificultades y obs táculos que hay necesidad de vencer antes de llegar á la situación de donde nacen estos derechos á expropiar. Y que, por lo tanto, se necesita qne el negocio que envuelve la concesión sea muy claro, ó pueda auxiliarse con otros complementarios é independientes de ella, en lo que á La Administración se refiere, para que haya quien se decida á acometerlos. CSe continuará.j Se ruega á los señores suscriptores avisen oportunamente los cambios de residencia para evitar retraso ó interrupción en el recibo de nuestra Revista. 'avqga^isn ae^qa por el Teniente Coronel de Artillería retirado D. Manuel Rivera Sempere Ha terminado el siglo XIX, en el que se lian descubierto ó perfeccionado muchas ingeniosas aplicaciones de inventos de otros siglos, y sin embargo, el gran problema de la Navegación aérea ha quedado todavía sin resolver, puesto que los resultados obtenidos hasta ahora con los ensayos practicados no pueden satisfacer á los que, con razón, aspiran á algo más. Quedó, pues, para el siglo XX la gran tarea de realizarlo, lo cual creo no podrá demorarse mucho, como pretendo hacer ver, dando á conocer por escrito una recopilación de mis artículos sobre este asunto publicados en el Memorial de Artillería de los meses de Noviembre y Diciembre de 1864, y en la Revista Ctentifico Militar de los años 1881 y 82 (l),ampliándolos con algunas ideas debidas á los ade lantos de la industria, desde la última fecha, y si esta recopilación ó resumen y su ampliación llevase el convencimiento á mis científicos lectores deque la resolución teórica del problema de la Navegación aérea estaba hecha, bajo los principios fundamentales de mi sistema, la construcción del aparato aéreo resultante y sus ensayos consiguientes serían su consecuencia inmediata. Tres medios existen en la naturaleza para que el hombre pueda trasladarse de un punto á otro del globo terrestre, que son, la tierra materialmente dicha, el agua y el aire: por el primero, el hombre se halla dotado, desde luego, por la Naturaleza; por el segundo, ó el agua, también la Naturaleza le ha dotado, nadando, aunque en menor escala, para poderlo hacer, perfeccionando después durante siglos los medios de locomoción acuática; para poder trasladarse por él con condiciones semejantes á la terrestre; pero con mayor riesgo y alguna limitación relativa comparada con ella: queda solo la locomoción aérea en la que, por solo lo que le ha dotado la Naturaleza, no puede el hombre trasladarse sin el auxilio de máquinas ú otros aparatos. Los tres medios. Tierra, Agua y Aire, son, sin embargo, con su densidad relativa, propios por el mismo orden de facilidad, para la locomoción del hombre, y de ellos sólo falta ver cómo se consigue en el aire, y esto es de lo que se va á tratar. Asi como para la Navegación acuática, se necesita que el cuerpo que marcha sobre el agua, flote en ella por desalojar un volumen de agua, cuyo peso sea mayor que el suyo, del mismo modo el que marcha por el aire tiene que desalojar un volumen de este cuyo peso sea mayor que el suyo á la altura en que se quiere flote diferencian dose únicamente ambos medios en que en el agua marcha generalmente en su superficie, y en el aire lo hace dentro de él. Como todo cuerpo de que el hombre pueda hechar mano, para construir un aparato que flote en el aire, resulta ser de una materia más densa que la de éste, si fuera sólo de una' misma materia; de aquí la necesidad de buscar un modo de hacerlo, que resulte con una densidad meno"*,construyendo el aparato aéreo que (1) Estos artículos fueron remitidos á la Sociedad de la Navegación Aérea francesa, y de su recibo se dio cuenta en las secciones de dicha Sociedad.

9 MADRID CIENTÍPICO 97 se componga por 1«menos de dos materias de densidades diferentes, una mayor que )a del aire y la otra menor; naciendo así el pensamiento afines del siglo XVUI de los globos de aire caliente, más tarde hidrógeno, dando con ese paso uno muy grande para la navegación aérea. Como cuanto mayor sea el volumen de un cuerpo á igualdad de superficie tanto más hidrógeno contendrá y tanto más obtendrá fuerza ascendente, y siendo la esfera la que se encuentra con esas circunstancias, resultó que los primeros aeróstatos, fueron próximamente esféricos, llamados vulgarmente globos (principalmente como entonces no se pretendía más que flotar en el aire), compuestos de una cubierta de papel ó tela impermeable, llena de aire caliente, hidrógeno ó gas del alumbrado, llevando sujeta á ella, por una red de cuerda, el recipiente llamado barquilla para la conducción del hombre, lastre y demás accesorios. Pero para marchar dentro de la atnjófera con dirección, ya la superficie esférica no es la más conveniente y entonces se pensó en prolon garla para que la resistencia del aire al chocar en su parte delantera fuese menor y achatándolo sin alterar en sus ejes horizontales para facilitar su mayor sostenimiento, resultando así un elipsoide achatado. Oon esta figura próximamente, aparecieron después los nuevos aparatos aéreos llevando aún colgada la barquilla y dentro de ella el motor, la tripulación, lastre y demas accesorios, de modo que en su traslación tenia que remolcar al aparato flotante, mientras que éste, á su vez, sostenía al impulsor, productor del movimiento (aparato Giffard y otros). Se comprenderá que se nece-» tuerza motriz poderosa para que aun en una a mosfera tranquila, pueda hacer marchar al aparato reo en una dirección cualquiera, adquiriendo la velocidad relativa bastante para poder ser dirigido por un "' y 1*^^ se producirán movimientos de vaivén por a formación de pares entre la potencia y resistencia imposibles de evitar, no habiendo una unión rígida entre ambas fuerzas. Para evitar estos inconvenientes y canseguir la apetecida unión rígida entre todas las partes del aparato y que la fuerza motriz obrase en dirección contraria á la resistencia, dio lugar á que se hiciesen algunas modificaciones ya haciendo más rígida la unión del aparato flotador con la barquilla, que sin embargo, continuaba siempre colgando debajo, ya aproximándola al mismo, para que la fuerza motriz obrase en dirección contraria á la resistencia y ya colocando el timón en el cuerpo del aparato para que canease mayor efecto (aparato aéreo de M. Renard) y aunque con estas modificaciones se obtuvieron mayores resultados, no fueron todo lo satisfactorios á que se aspira, Qué falta, pues, para poder obtenerse un aparato aéreo que cumpla con todas las condiciones para marchar en el aire? que la barquilla, motor, tripulantes, etc., vayan dentro del aparato aéreo, y no presenten ellos por sí á la resistencia del aire y fuerza del viento ninguna superficie en que ejerzan su ftiala influencia, que la fuerza motriz, pueda aplicarse en dirección contraria á la resultante de las resistencias y que el timón ejerza su efecto en el eje de figura para dar la dirección sin que estas hiodificaciones hagan perder al aparato aéreo sus condiciones de notante y de tener un equilibrio estable, esto es, que su centro de gravedad resulte más bajo que el del punto de aplicación de la resultante de las fuerzas ascendentes y colocados ambos en la vertical que pasa por el eje principal de figura perpendicular á éste cuando el aparato en equilibrio esté horizontal; pues en el momento que deje de verificarse por cualquier causa, que el centro de gravedad se halle en la vertical que pasa por el centro de las fuerzas ascendentes, el aparato se inclinará hacia arriba, hacia abajo, ó á un costado, hasta volver á quedar en equilibrio estable, que sucederá, cuando otra vez se coloquen ambos centros en una misma vertical, que no será ya por lo general perpendicular al eje principal de figura, no estando el aparato horizontal; de modo que la variación de colocación de cualquier peso en la barquilla, hará variar la posición horizontal del aparato; lo mismo sucederá momentáneamente por las variacionea que produzcan en la posición relativa de ambos centros las fuertes ráfagas del viento causando cabeceos y balanceos perjudiciales que podrán, sin embargo, disminuirse haciendo que el centro de gravedad esté lo más bajo posible respecto al otro dicho. Creo que con el aparato de mi invención se cumplen todas estas condiciones, y aunque en la fecha que lo he dado á conocer en mis escritos no podía construirse ni obtenerse resultados satisfactorios, por no estar bien desarrollada la industria del aluminio, metal propio para la nategación aérea, ni la de los motores de poco peso y mucha fuerza usados en los automóviles, en la actualidad creo ya cosa factible su construcción práctica y resolución del problema en una atmósfera tranquila y con vientos regulares, reinantes en la mayor parte del año, pues claro es que con vientos fuertes no podrá funcionar, como sucede igualmente á los buques con los mares fuertes de un temporal. Mi aparato se compone, pues, de un armazón de alumino cubierto de una materia de poco peso con las propiedades que más adelante diré, y de una figura que viene á ser en su parte delantei-a un elipsoide achatado sin sufrir alteración en sus ejes horizontales, y abriéndose en su centro para dejar un hueco interior, se extiende hacia atrás formando dos alas unidas por barrotes de aluminio huecos que las sujeten fuertemente (véanse figuras 1.* y 2.') (*) La materia que cubre el armazón de aluminio debe presentar exteriorraente á la resistencia del aire y fuerza del viento una superficie continua, tersa y lisa; pero en la interior que mira al hueco deberá suprimirse y estará formado solamente de un enrejado de aluminio con unas puertas bastante grandes para poder introducir por ellas en el interior de la envuelta dos telas impermeables, una para hidrógeno y la otra para aire atmosférico, la primera puesta encima de la segunda. En el hueco interior del aparato van colocados el recipiente ó barquilla que lleva la tripulación, motor y demás accesorios, sujeta al cuerpo principal de todo el aparato de un modo rígido, constituyendo (') En lo sucesivo llamaré, para abreviar, envuelta al compuesto del armazón y su cubierta, que deberá ser toda de aluminio si las experiencias lo permiten, pues aunque este metal es grande conductor del calórico, como el aparato al marchar pasa sin detenerse de un punto á otro del espacio, encontrando próximamente al aire con una temperatura igual, relativamente fresca, si se mueve en la misma capa, y si se eleva, lo encontrará con temperaturas que van disminuyendo conforme las alturas son mayores, se deduce que los efectos de los rayos del sol sobre la envuelta no serán muy fuertes, como sucederá cuando el aparato se halle parado y en el suelo.