MEMORIAS DE ANTONIO GRANDE

Transcripción

1 MEMORIAS DE ANTONIO GRANDE Antonio Grande Catalán

2 Título: Memorias de Antonio Grande Autor: Antonio Grande Catalán I.S.B.N.: Depósito legal: A-XXX-2001 Edita: Editorial Club Universitario web: Printed in Spain Imprime: Imprenta Gamma Telf.: C/. Cottolengo, 25 - San Vicente (Alicante) gamma@gamma.fm web: Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información o sistema de reproducción, sin permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.

3 Esta es la historia aventurera que por muchas circunstancias de la vida me tocó vivir. Hijo de una familia humilde y honrada en un pueblo pequeño llamado Minaya en la provincia de Albacete, hoy perteneciente a la Comunidad de Castilla la Mancha, Tierra del Quijote y Sancho Panza. Nací el 28 de abril del 1917 y me pusieron de nombre Antonio, hijo de Rufino. Grande Carretero y de Dolores Catalán Parra. En el año 1920 Minaya contaba con habitantes y en el 1950 de un total de según estadísticas la población sufrió un brutal descenso de personas, debido a la emigración de mayores y jóvenes a otros lugares del País, incluso el extranjero. En parte también influyó la Guerra Civil Española en varias personas que como yo nos fue imposible por razones políticas poder regresar ni al pueblo ni a España, por muchos años. Los hombres mayores y jóvenes que se vieron obligados a emigrar, fue debido al hambre y la miseria que padecían en el pueblo. Sabido es que mientras la mayoría de los países Europeos se recuperaban de la Terrible Tragedia Mundial, con la ayuna Americana, en España el hambre y la miseria duró muchos años por culpa de la dictadura Franquista. Fue en una aldea llamada las chozas a unos 7 Km. de Minaya, donde vi la luz del día por primera vez, donde mi padre era mayoral del ganado lanar. En la misma aldea había otra familia, también de Minaya, y el padre era el mayoral de la labranza. Las dos familias convivían juntas sin ningún problema, cada una cumpliendo con sus obligaciones. Un hijo de esta familia y yo éramos muy amigos y siempre estábamos jugando juntos. Esta amistad duró toda la vida. mi buen amigo murió hace unos siete años. Minaya, es un pueblo que siempre ha vivido de la agricultura y del ganado lanar, y en aquellos tiempos las 5

4 familias que disfrutaban de una fuente de trabajo fijo vivían bien. Mis padres se querían mucho y eran felices y eso se reflejaba en sus hijos. Yo me acuerdo desde que tenía unos tres años de lo mucho que nos querían nuestros padres yo acompañaba a mi padre a todos los sitios. Cuando regresaban por la noche con el ganado yo salía a su encuentro, mi padre me cogía en sus brazos y me hablaba de las ovejas, las conocía a todas individualmente. Para mí fueron unos años muy felices, me encantaban os animales, el campo, el monte, los pájaros, había liebres, conejos, perdices, yo sabía donde había muchos nidos de diferentes pájaros, pero no se lo decía a nadie, con el fin de que no los molestaran, desde muy pequeño por haber nacido en aquel ambiente siempre he sabido amar y respetar la naturaleza por eso hoy cuando veo tanta crueldad en España contra los animales y en general contra la naturaleza sufro mucho, también tendrá algo que ver quizás mucho haber vivido tantos años en Inglaterra donde la gente aprende desde muy joven a amar y respetar a los animales, la naturaleza y la fauna en general. Todo este mundo tan maravilloso que me rodeaba se vino abajo sin previo aviso ni consideración. Tendría yo unos 7 años cuando empezaron los grandes problemas en nuestra familia; los nuevos dueños traían sus empleados y tanto mi padre como la otra familia de la noche a la mañana se quedaron sin trabajo y sin vivienda, ni recompensa de ninguna clase. En aquellos tiempos los empresarios gozaban de libertad absoluta, para despedir al personal sin previo aviso ni recompensa alguna, por esta y otras razones, el que encontraba una colocación fija que eran pocos, pues hacían un gran esfuerzo, por mantenerla, aunque fuera ganando poco y aguantando a los empresarios que sin duda alguna abusaban de la gente humilde trabajadora. Mi padre encontró un piso donde vivir en Minaya, sabía leer y escribir, que no era poco en un pueblo como Minaya. Se 6

5 buscó un trabajo de ordinario y hacía el recorrido en tres Minaya Albacete; así empezó ganándose la vida, pero una vez más el destino le jugó una mala partida. Cayó enfermo y en menos de dos años murió a los 36 años de edad en el Yo tenía 10 años, y era el mayor de cuatro hermanos, dos varones y dos hembras, me seguía mi hermano Rufino con 18 meses menos que yo, después le seguía mi hermana Dolores con dos años menos que él y por último mi hermana Ángeles, tres años menos que mi Dolores. Al quedarse mi madre sola con cuatro hijos pequeños y sin medios económicos de ninguna clase ni ayuda de nadie, mis dos tíos mayores que mi padre, llamados José María y Ángel, propusieron a mi madre, de que ya que ellos eran cuatro familias incluyendo a mis abuelos, lo mejor sería de que cada uno de nosotros nos fuéramos uno con cada hermano de mi padre y el otro con mis abuelos, preferían dejar a mi pobre madre sola, antes que ayudarla, ya que todos disponían de medios para poder hacerlo, especialmente mis abuelos ya que en un pueblo como Minaya estaban considerados de clase media alta, pues tenían tierras, viñas, ganado lanar, mulas y cuatro casas incluyendo la que ellos vivían, pues era una casa hermosa, tenía varias habitaciones, su bodega de vino, corral grande y hasta un pozo de agua. Mis abuelos tenían cuatro hijos, los cuatro varones, el mayor se llamaba José María, el segundo Ángel, el tercero Rufino, mi padre, y el cuarto Alfonso. En aquellos tiempos, y en un pueblo pequeño como Minaya, las familias siempre insistían que sus hijos se casaran con alguien que económicamente estuviera mejor que ellos o por lo menos lo mismo, pero jamás inferior a la suya. Como se puede apreciar la familia de mi padre gozaba de buena salud económica, pero en cambio por parte de mi madre, era todo lo contrario, mi pobre madre pertenecía a una familia humilde, pobre y algo numerosa. 7

6 Sus padres sólo disponían de sus brazos para ganarse la vida, no tenían otros recursos. Mis abuelos por parte de mi madre, murieron antes de nacer yo, mi abuelo se llamaba José y mi abuela Isabel, y eso es casi todo lo que sé de ellos. Mi madre de joven estaba de criada en casa de mis abuelos, y tanto ellos como sus cuatro hijos la trataban muy bien, era buena trabajadora, limpia y guapa, y como criada, no se podía pedir más, y todos la apreciaban, la respetaban y la querían como buena criada. El gran problema llegó el día que mi padre informó a mis abuelos de que él y mi madre estaban enamorados y por consiguiente desearían casarse cuando llegase el momento oportuno, tal noticia cogió a mis abuelos por sorpresa, pues jamás se esperaban que su hijo pudiera pensar en casarse con una criada pobre, por muy buena y guapa que fuera. Mi madre fue despedida en el acto y a mi padre le prohibieron que la viese. Pero como el amor no tiene fronteras, ellos siguieron amándose. Llegó el día de su boda y según tengo entendido nadie por parte de mis abuelos les acompañó. Los dos hermanos mayores de mi padre ya se habían casado, y sus bodas fueron con el consentimiento de mis abuelos, por consiguiente se celebraron por todo lo alto. El regalo principal que mis abuelos daban a sus hijos el día de la boda era una casa, a mis padres no les dieron la suya aún cuando ya estaba hecha. Mi madre pasaba muchas fatigas trabajando en todo lo que salía, tratando de sacar a sus hijos adelante como podía sin ayuda de nadie, todos mis tíos podían haber hecho algo por ayudarnos, especialmente mis abuelos, pero nos abandonaron; mi madre tuvo que buscar otra vivienda porque no podía pagar el alquiler donde murió mi padre y mantener a sus hijos al mismo tiempo. Encontró un casutillo sin luz eléctrica ni agua ni servicios, esto no es de extrañar, en España en aquellos años había miles y miles de pueblos sin estas comodidades, y 8

7 muchos eran más grandes que Minaya, esto lo pude comprobar yo durante la Guerra Civil. La casa que mis abuelos debían haberle dado a mis padres, seguía cerrada. Mi abuelo murió dos años después que mi padre y nosotros seguíamos viviendo en aquel agujero, y allí seguimos algún tiempo más, y ni mi abuela, ni mis tíos nos daban la casa aunque después supimos que mi abuelo nos había dejado escrito en su testamento que la casa era nuestra. Una noche fría de invierno, mis hermanos ya dormían, y yo hacía compañía a mi madre, que si la memoria no me falla creo que estaba cosiendo, cuando alguien llamó a la puerta, era un señor de unos 50 años de edad, muy bien vestido y con sombrero. Era abogado y rico y muy bien conocido en el pueblo de Minaya, por favor entre usted Don Euvegildo, y siéntese, le dijo mi madre. El hombre se quitó el sombrero y dirigiéndose a mi madre, le dijo, Dolores ni tú, ni tus hijos tenéis que estar viviendo en este agujero teniendo una casa que pertenece a tus hijos por herencia de su padre, eso lo comprendo Don Euvegildo, pero yo nunca podría pagarle a usted su trabajo para poder conseguirla, yo no quiero que me pagues nada, sólo te pido que me deis vuestra autorización para conseguir lo que por ley es vuestro y ni su abuela o tíos pueden negárselo. Dos días después un empleado de Don Euvegildo vino a mi casa para notificarle a mi madre que se pasase por su despacho lo antes posible, que tenía noticias que darnos. Mi madre se puso en camino inmediatamente insistiendo en que yo la acompañara. La casa de Don Euvegildo estaba en el centro del pueblo junto a la de una hermana suya y sin duda alguna eran las mejores casas de Minaya. Este señor por regla genera vivía en Albacete Capital de la provincia en invierno y en verano en el pueblo cuando se hacía la cosecha del campo. Su despacho era amplio, muy bien amueblado, no faltaba ningún detalle, al entrar se levantó, nos saludó muy cordialmente, y 9

8 pidió que nos sentásemos, y abriendo un cajón de una mesa muy grande y pulida, sacó una llave y dirigiéndose a mi madre le dijo; toma Dolores aquí tienes la llave de vuestra casa, mi madre muy emocionada no sabía que contestar, la alegría de tener nuestra propia casa era inmensa, nos despedimos de Don Euvegildo dándole un millón de gracias y nos fuimos directamente a nuestro nuevo aposento. Era una casita situada en una placeta que hacía esquina a dos calles. Tenía dos dormitorios, cocina, comedor amplio, patio y corral, donde mi madre criaba gallinas y conejos, y en el patio tenía muchas plantas, pues le gustaban mucho las flores. También tenía luz eléctrica y otras comodidades que no había en donde vivíamos antes; pero lo más importante, es que era nuestra, ya no teníamos que pagar más alquileres por muy pequeños que estos fueran. En los inviernos yo me buscaba trabajo cuidando de cabras y ovejas y en los veranos; julio, agosto y septiembre, me buscaba trabajo en las grandes aldeas como trillador con un par de mulas trillando todo el día bajo aquel sol abrasador con el fin de separar el grano de la paja, se ganaba algo más que guardando cabras y ovejas, pero era un trabajo muy duro y mal pagado, éramos unos 10 o 12 chiquillos ente 6 y 11 años más o menos, los hombres tenían hora y media de siesta después de comer, pero nosotros no, nada más terminar la comida, los hombres nos uncían aquellas grandes mulas a la trilla y así nos pasábamos todo el día dando vueltas y vueltas sin parar hasta que llegaba la noche. Durante estos años algunos meses cuando no encontraba trabajo podía ir a la escuela, que eran muy pocos. La primera escuela que fui eran monjas las maestras, y tengo que confesar de que no me llevaba muy bien con ellas, eran muy severas y castigaban mucho, me acuerdo de que uno de los castigos eran encerrarnos en un cuarto oscuro y algunas veces por largo tiempo, se pasaba muy mal, ya que cuando se 10

9 es joven la oscuridad puede hacerte coger miedo y durante muchos años. Al cumplir los catorce años, me criaba muy desarrollado y aparentaba tener más de los que en realidad tenía. Encontré trabajo como labrador en una finca muy importante a unos 15 Km de Minaya llamada el Capitán, era la finca más importante agrícola de Minaya, había 8 pares de mulas y en el verano cuando se hacía la cosecha del campo nos juntábamos más de cuarenta personas sin contar los segadores que eran otros tantos o más. En mi familia todo había cambiado, ya no necesitábamos ayuda de nadie, yo estaba de labrador y ganaba un sueldo que aunque pequeño, contribuía al bienestar de la familia, mi hermano Rufino guardaba cabras y ovejas, y mi hermana Dolores estaba de criada en casa de un médico, aquellos años de fatigas ya se habían quedado atrás y hasta olvidados, conforme crecimos también crecían nuestros sueldos; mi madre volvió a casarse, con un hombre muy bueno, que tenía un carro y una mula, y se ganaba la vida sin problemas, mi madre estaba contenta de ver a sus hijos crecer, todos trabajando, unos en unas cosas y otros en otras y en casa no faltaba el pan, y así fueron pasando los años hasta que llegó la maldita Guerra Civil en el 1936, de la cuál hablaré extensamente más adelante. Volviendo a mi nuevo trabajo a los catorce años como labrador en el Capitán, tengo que confesar que era un oficio muy bien mirado, de los trabajos manuales, en el pueblo quizás fuese el que más aspiraban los jóvenes, pues se comía mejor que en otros trabajos, se ganaba más y las chicas preferían los chicos labradores a pastores u otros oficios, no es que haya muchos oficios de donde escoger, pues en esos pueblos de Castilla la Mancha se vivía y aún siguen viviendo de la agricultura, y el ganado lanar, y hay grandes extensiones de viñedo. El Capitán se encuentra a unos once Km de un pueblo que se llama Munera, algo más grande que Minaya. 11

10 Cerca de el Capitán vivían dos familias de Munera, dos hermanos llamados Andrés y José, sus aposentos eran unas chozas hechas por ellos mismos, estas viviendas primitivas se hacen con palos de madera, ramas de leña y tierra encima, pueden hacerse varias habitaciones, para dormir, despensas para las cosas de comer y beber y también cuadras para los animales, son viviendas muy frescas en el verano y calientes en el invierno. Estos dos hermanos eran conocidos como los Eleodoros se dedicaban a hacer carbón de leña y también vivían del producto de tierras que arrendaban, el mayor se llamaba Andrés y tenían siete hijos entre chicas y chicos, uno de los hijos se llamaba Monifa y nos hicimos muy buenos amigos, el otro hermano se llamaba José y tenía tres hijas y dos hijos, ambas familias se suministraban de agua y otras comodidades de el Capitán entre las tres hijas del Sr. José había una que se llamaba Isabel, muy guapa y bien hecha físicamente, y ante todo muy simpática, yo le hacía ver por mis gestos y miradas que me gustaba, y estaba seguro de que yo también le caía bien. A los 15 años nos hicimos novios, sin decírselo a nadie con el fin de que no se enteraran sus padres, nos queríamos con locura, y tratábamos de vernos sin que nadie nos viera o se enterara, especialmente el padre y un hermano ya casado que nos vigilaba, la hermana más joven llamada Rosario era nuestra cómplice, ella me traía los mensajes de su hermana haciéndome saber dónde podíamos vernos, cuando, a qué hora etc. Así pasamos casi dos años hasta que por fin se enteraron sus padres y como nos temíamos, nos prohibieron seguir viéndonos, porque éramos muy jóvenes, porque yo era de otro pueblo, etc., etc. La madre era una santa y sin que se enterara su padre y el hermano, consentía poder vernos, todas las semanas mi novia y su madre iban al pueblo a hacer las compras de la semana, y volvían al día siguiente, yo me 12

11 enteraba por la hermana menor de el día que hacían el viaje al pueblo ya que no era siempre el mismo. Se dejaba el trabajo al ponerse el sol yo pedía permiso al mayoral y enseguida emprendía el viaje a Munera, unas veces andando y otras corriendo con el fin de hacerme los 11 Km lo más pronto posible para estar al lado de mi novia. Al principio nos veíamos en casa de unos vecinos, eran un matrimonio estupendo, allí cenaba y hablaba con mi novia hasta las doce o la una de la madrugada, entonces me despedía de mi amor y emprendía el viaje de regreso a el Capitán. Algunas veces después de haber hecho el viaje tenía que volver a andar aquellos 11 Km sin poder ver a mi novia, alguien me avisaba de que había venido el padre o el hermano mayor sin esperarlos, no ocurría muchas veces, pero cuando me lo hacían, algo enfadado pensaba de que algún día me las pagarían todas juntas por hacerme aquellas marranadas, después se me pasaba el enfado, y sólo pensaba en a próxima oportunidad de poder verla de nuevo. En estos pueblos de la Mancha hay costumbre de cuando un mozo de otro pueblo se hace novio con una de sus mujeres, tiene que pagar la patente, esto significa tener que convidar a un grupo de mozos del pueblo a beber lo que quieran. Una noche después de despedirme de mi novia, un grupo numeroso de mozos salió a mi encuentro pidiéndome la patente, yo les dije que ya la había pagado aún sabiendo que era mentira, entonces me pidieron el justificante, que firman todos los presentes al pagar la patente, con el fin de no tener que pagarla dos veces, me negué rotundamente a pagar nada insistiendo de que ya lo había hecho, a decir verdad me negaba porque no tenía ni un duro. Por este pueblo pasa un río que en algunos sitios es caudaloso, y el que se niega a pagar la patente, sin pensarlo dos veces, lo tiran al río, en primer lugar era invierno y en segundo lugar yo no sabía nadar, pero eso a ellos no les importaba un 13

12 pepino, yo ya pensaba en lo peor, nos acercábamos al río, se oía el agua correr, cuando de repente llegó un grupo de jóvenes amigos míos, diciéndoles a los otros que ya había pagado la patente y que el certificado lo tenía Monifa, que se encontraba fuera del pueblo, no se lo creyeron pero yo me salvé de un gran remojón, o quizás de algo peor, después yo me hice muy popular en Munera, y tenía amigos por todas partes. Así transcurrieron unos dos años, y no se cuantas veces me hice aquellos dichosos 11 Km, pero los hacía con alegría y buen gusto por ir a ver a aquella mujer tan guapa, éramos una pareja ideal y a todos los sitios que visitábamos hacíamos mella, todos los jóvenes querían ser amigos nuestros, bailábamos muy bien y éramos muy populares entre todos los demás. También cambió nuestra suerte, pues el Sr. José, padre de mi novia nos dio permiso para poder vernos en su casa sin necesidad de tener que valernos de los vecinos amigos, etc. También llegó el día de no tener que andar más aquellos largos 11 Km, me compré una bicicleta de segunda mano, pero para mí me parecía un Rolls Royce nuevo, me costó 60 pesetas, parecerá muy barato, pero hay que tener en cuenta que yo ganaba menos de dos pesetas diarias, esto era en el año Era una bicicleta Inglesa, automoto, fuerte como un roble, la mayoría de las veces, íbamos dos montados por aquellas sendas y caminos que había cerca de el Capitán. Había muchas casas o aldeas de campo, y en la mayoría había chicas y chicos y se organizaban bailes por las noches cada semana cuando no en un lado, en otro, nos comunicábamos unos con otros pasando la noticia de dónde y cuándo se hacía el baile, la hora era siempre la misma, después de dejar el trabajo, se cenaba y enseguida en marcha, eran años muy duros, se trabajaban muchas horas pero éramos jóvenes fuertes y felices, no había otra alternativa mejor dónde pasar el tiempo libre, especialmente en el invierno cuando las noches son tan largas. 14

13 Eran los años de la República, y en las grandes ciudades se luchaba por las 8 horas y en muchos trabajos las conseguían haciendo huelgas, paros, etc., pero en el campo era imposible poder conseguir reducir las horas de trabajo, era tan grande la necesidad de poder conseguir un trabajo para darle de comer a las familias que los empresarios se aprovechaban de las circunstancias de la clase obrera forzándoles a tener que aceptar lo que ellos ofrecían sin discusión, de lo contrario quedaban despedidos, esto no sólo pasaba en Minaya sino también en toda la España rural. Por ejemplo el pueblo de Minaya el 70% de su riqueza pertenecía a cuatro hermanos conocidos como los Cilleres, las grandes fincas de labor y ganado eran suyas. Estos señores vivían en el mejor sitio de Albacete, la capital de la provincia, en grandes palacios con muchos cuadros, y sólo visitan el pueblo en verano cuando se hacía la recolección de la cosecha que por lo general duraba unos dos meses, Julio y Agosto, el 70% de la clase trabajadora había trabajado toda su vida para estas cuatro familias, al igual que sus padres y sus abuelos, antes que ellos, y jamás hicieron nunca nada por el pueblo, ni una escuela, ni una piscina, ni un paseo, que bien podrían haber hecho en agradecimiento a todos los trabajadores que tanto hicieron por ellos durante tantos años. El 30% restante de la riqueza la repartían entre la clase media alta y baja el resto de la población no tenía nada sólo sus brazos. Entre la clase media alta se encontraban mis abuelos por parte de mi padre como ya he explicado anteriormente. Estas pobres gentes estaban al margen de las cuatro estaciones del año, en el verano había trabajo para todos, en otoño y primavera para algunos y en el invierno para muy pocos. No había ayuda social de ninguna clase, ni tampoco existía ni se conocía cobrar el paro, hoy cuando veo esas colas todos los meses en las puertas de loa Bancos y Cajas de Ahorro, pienso y creo que algunos hombres cobran el paro y hacen otros 15

14 trabajos. Sólo en la calle donde yo vivo conozco no uno sino varios, y así en toda España, luego están los gandules que o quieren saber nada cuando les mencionas el trabajo. Estos son los que defienden Anguita, Gutiérrez y Redondo, secretario del partido comunista y de los sindicatos U.G.T. y CC.OO. yo no es que esté en contra de los sindicatos ni mucho menos, yo he sido y seguiré siendo un Socialista toda mi vida, pero estos Secretarios con sus huelgas, paros, etc. estoy seguro de que hacen más mal que bien a los trabajadores que dicen representar; en mi larga vida sindical estoy convencido de que las huelgas nunca han solucionado nada ó muy poco, la prueba está en que los países democráticos que menos huelgas tienen son los que mejor viven, además cuando se hace una huelga hay que estar seguro de que se puede ganar, no como las huelgas en España apoyadas por el comunista Anguita que jamás han ganado nada, al contrario, los únicos sufridores después de la huelga son los de siempre, los trabajadores. Ahí pueden ver a los Alemanes, muy pocas huelgas pero todas las ganan, resultado, el país que mejor vive en Europa, todos ganan; los sindicatos, los empresarios, y lo más importante, el país en general. Volviendo a el Capitán, era una aldea muy importante, perteneciente a una de las cuatro familias más ricas, había ocho pares de mulas con sus correspondientes mozos, al igual que en el ejército está colocados por escalafón, es decir, que está el mayoral, después, zagal mayor, segundo, etc. cuando yo entré en esta casa hacía el número cuatro con catorce años cumplidos, por tanto había tres por encima de mí y cuatro por debajo, los sueldos estaban establecidos con arreglo al número que se ocupaba, ganando más el número uno y mucho menos el número ocho. Yo empecé a trabajar en esta casa en el 1931 y en el 1936 ya era zagal mayor, el mayoral llamado Félix, era un hombre muy capacitado, reconocido por todos los mayorales 16

15 del pueblo, no tenía ningún hijo sólo dos hijas llamadas Amparo y Felicia, este hombre, bueno, se tomó algún interés por mí desde el primer día, y me enseñaba los grandes conocimientos que él había poseído durante sus años como mayoral. Aunque parezca mentira un gran mayoral en la agricultura es una persona muy capacitada, tiene que saber, cómo preparar la tierra, cuándo y para qué, sembrar a su debido tiempo, qué animales comprar, cómo domarlos y ante todo cómo tratar a la gente; este hombre lo tenía todo. Yo le tenía un gran respeto y le apreciaba como a un padre, su mujer era una señora muy buena y me apreciaba igual que yo a ella. En esta aldea como en las demás se trabajaba de sol a sol, menos los meses de Julio y Agosto, cuando se hacía la recogida de la cosecha, durante estos dos meses de trabajo tan duro, sólo se descansaban dos días; el 25 de Julio y el 15 de Agosto, los demás meses del año sólo se descansaba un Domingo de cada quince días, y todo por dos pesetas al día que era lo que yo ganaba como zagal mayor en el 1936 los demás ganaban menos. Como es sabido en el 1931 el catorce de abril llegó la República, que durante los años que gobernó España, trató de hacer reformas sociales y preocuparse por las clases menos favorecidas, aunque encontraba gran resistencia en la Burguesía, apoyada por los grandes terratenientes, la Iglesia y algunos altos mandos del ejército, en total, todas las clases privilegiadas, que habían mandado en España tantos siglos no podían permitir que una República dirigiera los destinos de la nación, aún cuando los gobiernos de la República siempre llegaron al poder por mandato del pueblo en las urnas. Fueron años de gran agitación política, a mí me gustaba oír en la radio hablar a Don Manuel Azaña, Indalecio Prieto, Largo Caballero, y tantos otros, yo veía en estos hombres la salvación, de las injusticias cometidas por esa plaga privilegiada contra la clase 17

16 obrera que tantas fatigas había pasado con su sudor por tan pequeña recompensa. Esos grandes oradores que informaban a las clases obreras, de que España era el país más atrasado de Europa, por culpa de toda esa plaga de vividores que sólo sabían disfrutar a costa de los demás, claro está, que ellos veían venir el peligro que esos grades oradores despertaban en las clases trabajadores, por consiguiente en tiempos de elecciones metían miedo a los trabajadores diciéndoles que si votaban a la República serían despedidos de sus puestos de trabajo, otros les ofrecían dinero si les votaban a ellos. Conforme se iban acercando las elecciones del 1936, las tensiones entre la Izquierda y la Derecha, se agravaban más y más cada día, así cuando en Febrero del 1936 las Izquierdas ganaron las elecciones, el pueblo se lanzó a la calle lleno de júbilo y alegría, yo no pude votar por no tener 21 años, pero me acuerdo que jóvenes como yo íbamos por las calles con banderas de la República celebrando la victoria de las Izquierdas. A partir de las elecciones de Febrero, hasta el 18 de Julio la provocación a las fuerzas de orden público por grupos de la extrema derecha eran insoportables, como por ejemplo los grupos de Falange Fascista Española cuyo secretario general era José Antonio Primo de Ribera, hijo del general Dictador durante la Monarquía de Alfonso XIII. Era un joven de unos 25 años listo y dinámico, pero de ideas muy distintas a Franco, después explicaré la diferencia entre uno y otro. También había otros grupos reaccionarios apoyados por los terratenientes Burgueses, y también por la Iglesia Católica, de aquellos años que sólo supo estar siempre al lado de los ricos, hoy tratan de hacerse pasar como buenos, pero a los que nos tocó vivir aquellos años, sabemos muy bien su comportamiento y a qué lado de la gente estaban. 18

17 Es cierto que la República separó a la Iglesia del Estado y, por qué no? no tenían suficiente por todos los siglos que habían estado chupando de los gobiernos y monarquías Españoles? El Gobierno no respondía con suficiente firmeza a aquellos grupos de la extrema derecha, ni tampoco a aquellos militares traidores que, aunque viviendo mejor con la República y estar mejor pagados que nunca, todavía no estaban satisfechos. No todos los militares eran traidores, la mayoría de los mandos, de coroneles para abajo y algunos generales estaban al lado del Gobierno, como se pudo comprobar cuando estalló el movimiento. Unas semanas antes del 18 de Julio, el ministro del interior hizo venir a Franco desde Las Canarias donde era el jefe de las fuerzas armadas. Al preguntarle el Ministro Quiroga, que había algún rumor, de que él junto con otros mandos, estaban conspirando contra el gobierno, Franco, contestó, rumores, su señoría, simples rumores, el ministro Quiroga era un hombre pacífico y bonachón, y se creyó las falsas mentiras de Franco, y a la salida del ministerio hay una foto donde se ve al ministro dándole una palmada a Franco en la espalda, diciéndole, buen viaje a Las Canarias y siga siendo un buen chico, general. Franco con una falsa sonrisa, saludó al Ministro, dio media vuelta militar y se marchó. La Guardia de Asalto, fue un cuerpo de policía formado por la República, y era sin duda el cuerpo con más prestigio por el Gobierno, eran hombres escogidos por su altura y su físico, era la policía que más cara le echaba a los grupos falangistas y de extrema derecha, unos días antes del 18 de Julio, la situación se agravaba por momentos, un teniente de la Guardia de Asalto llamado Castillo muy popular entre sus compañeros y bien conocido en Madrid, fue asesinado por los grupos de extrema derecha fascista, aquella acción criminal causó un terrible malestar entre todos sus compañeros del Cuerpo de Asalto, era el día 11 de Julio, y aquel mismo día por 19

18 la noche unos compañeros del Teniente Castillo fueron a la casa de Calvo Sotelo líder político de la extrema derecha en el Congreso de los Diputados y en venganza de su compañero lo mataron. El malestar en España empezó el día 14 de Febrero cuando las fuerzas de Izquierda, unidas, ganaron las elecciones por una gran mayoría, aquí empezó la conspiración de la derecha, la Iglesia, y mandos del ejército, contra la República, hasta llegar a estos crímenes. He leído muchos libros sobre la Guerra Civil Española, todos mencionan la muerte de Calvo Sotelo pero ninguno la del Teniente Castillo, origen y chispa de la muerte del líder derechista. Sobre el día 15 ó 16 de Julio llegó a Tenerife el avión Inglés desde Croydon con el fin de transportar a Franco a Melilla, Marruecos; para hacerse cargo del levantamiento militar. Primeramente embarcó a su mujer y a su hija con rumbo al extranjero, después se vistió de civil y engañando a todo el mundo de que iba a un entierro de un amigo, llegó a Melilla, los crímenes que se cometieron en Melilla fueron horrorosos, matando primero a todos los mandos militares que se negaban a levantarse en contra del gobierno, después a cientos de civiles que eran de ideas de Izquierdas, y a muchos por venganzas personales. En el 1976 tuve la oportunidad de visitar Melilla varias veces por mi trabajo y después de vacaciones con mi hija María y mi mujer española, las buenas amistades que hice me contaban que una vez conquistada Melilla los militares Franquistas les daban sus armas a sus mujeres para que se divirtieran tirando tiros a los presos que tenían en el campo de concentración. El general Mola hizo lo mismo en Pamplona donde estaba de jefe de plaza, y en Sevilla el general Queipo de Llano, que siempre se las daba de ser Republicano, era inspector del ejército, entró en la Comandancia y pidió a los Coroneles que se unieran a Franco contra la República, los Coroneles se negaron diciendo que ellos no podían traicionar al gobierno que servían. 20

19 Queipo de Llano ordenó a su escolta que les matasen y allí y en ese momento, y así lo hicieron. Este general era un fanfarrón, borracho que durante la guerra hablaba todas las noches en Radio Sevilla, diciendo a sus colaboradores fascistas, Darles darles, café, eso quería decir: matarlos, matarlos. Otro General traidor llamado Yagüe, al conquistar Badajoz, metió a cuatro mil personas en la plaza de toros, la mayoría civiles, y los fusiló a todos; cuando un Corresponsal de Guerra Americano, le dijo, o mejor dicho le preguntó el porqué había hecho eso, Yagüe le contestó: quiere usted que deje a cuatro mil enemigos detrás para que un día puedan atacarme por la espalda? cosas como estas podría contarlas por cientos porque las viví, también sé que en el lado de la República se cometieron crímenes, pero quién los provocó? Cuando estalló el levantamiento José Antonio Primo de Rivera, jefe de la Falange, se encontraba en Alicante y fue detenido por las autoridades. El Gobierno Español ofreció a Franco canjearlo varias veces por otras personas que estaban en la zona de Franco, entre ellos el hijo de un General Republicano, pero Franco siempre se negó. José Antonio era un joven inteligente, no militar, aún cuando era hijo del General Primo de Rivera, dictador durante la Monarquía de Alfonso XIII, pero este hombre nunca mató a nadie y dio mucho trabajo al pueblo durante los años que estuvo en el poder. José Antonio era un gran estorbo para Franco, por eso nunca quiso canjearlo. De haber vivido José Antonio, estoy seguro de que Franco no hubiera impuesto su dictadura de hierro durante cuarenta años. En un discurso que dio José Antonio el 23 de octubre, entre otras cosas dijo: el Movimiento que yo represento no es de Derechas ni de Izquierdas. Franco prefería que tanto José Antonio, como los Generales Mola y Sanjurjo estuvieran muertos, ya que eran los hombres a los que temía Franco. Supo aprovecharse de la Falange y de sus líderes durante la Guerra, como por ejemplo su cuñado Serrano Suñer, 21

20 hombre inteligente que fue Ministro de Negocios Extranjeros, hombre clave entre Hitler, Mussolini y Franco. Una vez terminada la Guerra, los Falangistas, pidieron su parte del pastel, pero Franco les dijo: Aquí mando yo. Y eso no se lo hubiera dicho nunca a José Antonio. Al principio se creyó que durante el levantamiento militar, sería sofocado en poco tiempo, y así hubiera sido si la Alemania Nazi y la Italia Fascista no hubieran intervenido con su ayuda masiva Franco, como por ejemplo la Legión Cóndor Alemana, con sesenta mil hombres y el armamento de guerra más moderno en aquellos años, al mando del Coronel Wolf Hang Von Richtafen, también responsable del bombardeo por sus cuarenta y tres bombarderos a la Ciudad Cultural Vasca Guernica, donde más de mil personas civiles murieron, de aquí la inspiración del cuadro más famoso de Picasso. Una vez conquistada Melilla, la aviación italiana transportó las fuerzas de Franco a la Península, la mayoría eran moros que traían a España para matar españoles, con toda esta ayuda extranjera ya se pensaba que la Guerra podía prolongarse más de lo esperado, las fuerzas de Franco se acercaban a Madrid, yo hacía dos meses que había cumplido los 19 años, el Gobierno de la República pedía ayuda para defender la Capital de España; dejé mi trabajo y me fui voluntario junto con otros quince hombres más y me fui a defender Madrid. Al llegar nos enrolamos en el Batallón Ángel San Juan nº 105, perteneciente a la Brigada Mixta nº 27, el nombre de Ángel San Juan se lo habían puesto en memoria de un chico de 17 años asesinado por los grupos de extrema derecha, antes de empezar la Guerra. Este Batallón estaba compuesto en su mayoría de hombres madrileños, todos voluntarios, eran una gente formidable, un compañerismo ejemplar, lo que tenían se lo repartían entre todos los demás. Me acuerdo de la consigna que corría de boca en boca en todo Madrid: no pasarán refiriéndose a las tropas fascistas de Franco, y así fue, llegaron a las Puertas de Madrid, 22

21 y aunque hubo varios intentos, allí se quedaron hasta el día que terminó la Guerra. Nadie de este pequeño grupo había estado en Madrid, para nosotros de pueblo, era una gran novedad, ver aquellos edificios tan grandes, aquellas avenidas, el Metro, los tranvías, y tantas y tantas cosas. Una tarde recuerdo que fuimos al cine a ver la película: Una noche en la ópera de los Hermanos Marx. Este cine se encontraba en la Plaza de España y a la salida del Metro la policía nos obligó a refugiarnos dentro del Metro, la artillería de Franco, estaba disparando sobre la Plaza de España, veíamos cómo los proyectiles pegaban contra las paredes de los edificios, ninguno de nosotros habíamos experimentado antes cosa igual, nos cogió de sorpresa y en los primeros momentos hasta algo de pánico, la verdad sea dicha. Durante los primeros días que estuvimos en Madrid, también vimos caer bombas de la aviación alemana en algunos sitios de la Capital. Esta experiencia nos sirvió de fogueo antes de que nos llevaran al frente de combate. Unos días después nos llevaron al frente de Somosierra, donde las fuerzas de la República habían forzado a las de Mola a no avanzar ni un metro más en dirección a Madrid, como habían sido sus planes. La Comandancia se encontraba en un pueblo de la provincia de Madrid, llamado Buitrago, a unos cien kilómetros de la Capital, pueblo histórico por las muchas batallas en tiempos Romanos y Musulmanes. La misión principal de nuestro Batallón era, sin duda alguna, defender el río Lozoya de las fuerzas enemigas, dicho río pasa por Buitrago y es el que abastecía de agua a Madrid, por eso las fuerzas del General Mola intentaron, tantas veces al principio de la contienda, conquistar Buitrago, con el fin de desviar el río y dejar a Madrid sin agua, forzando a la Capital a tener que rendirse y así forzar al Gobierno de la República a entregar la nación a los traidores. 23

22 Pero lo que no sabían estos Generales, es que las fuerzas que defendíamos el agua de Madrid hubiéramos muerto luchando contra el enemigo, hasta el último hombre, antes de entregarles el río. Cuando se lucha por una causa justa contra un enemigo invasor, compuesto por fuerzas extranjeras, cada soldado defensor vale por treinta del enemigo. Ahí está el ejemplo del pueblo Español, contra las fuerzas de Napoleón y siglos antes Numancia y Sagunto. Al poco tiempo de estar en el frente de Buitrago me sacaron para tomar parte de una compañía de ametralladoras, fuerzas especializadas en el manejo de estas armas, y unos meses después me mandaron a una academia militar, para hacer un curso en toda clase de armas de guerra y mando. La Academia se encontraba entre Buitrago y Madrid, era precisamente el Palacio de Santillana, perteneciente al Marqués del mismo nombre, convertido en academia militar durante la Guerra. Se estudiaban muchas horas y sólo se descansaba los domingos, que nos daban permiso para ausentarnos hasta las nueve de la noche. Un domingo, dos tenientes madrileños y yo, salimos por la mañana en dirección a un pueblo llamado Torrelaguna, que se encontraba a unos 12 Km de la Academia. En el pueblo encontramos una pequeña fonda donde comimos bien y tranquilos, sobre las tres, pagamos y nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo, hacía un día de sol espléndido, cuando vimos una cuadrilla de tres aviones, que se aproximaban al pueblo casi por encima de nosotros, no volaban muy altos, de repente, empezaron a caer bombas encima de nosotros, mis dos compañeros salieron corriendo en dirección al campo, pero yo cometí el error de meterme en una fábrica donde se hacían vigas de hormigón, me puse en una viga, todo empezó a caer sobre mí, hubo momentos en que pensé no salir con vida de aquella situación, era la primera vez que había visto caer bombas tan cerca de mí, por fin salí corriendo por encima de los escombros en dirección a donde estaban mis 24

23 compañeros fuera de peligro, preocupados por mí, seguidamente vimos tres aviones más descargando sus bombas sobre la población y así hasta contar dieciocho aviones en total. Hubo muchos muertos y heridos, era una población indefensa, no había artillería antiaérea, sólo mujeres, niños y ancianos. Estos aviones eran alemanes y cuando en el juicio de criminales de guerra en Nüremberg le preguntaron al Mariscal Goering, en el 1946, sobre los bombardeos llevados a cabo por la aviación alemana en España, contestó que los bombardeos se hicieron con el fin de ver la reacción de la población civil, que como es sabido se llevaron más tarde en Londres, Plymouth y otras ciudades Inglesas. Pero hizo saber que todos los bombardeos en ciudades indefensas españolas se hicieron con toda la autoridad y el consentimiento de Franco. Volviendo a mis estudios en la academia militar del Palacio Santillana, tengo que decir que saqué buenas notas y regresé a mi unidad con los galones de Sargento, era a mediados del año 1937 y yo había cumplido 20 años. En el 1938, me enviaron de nuevo a la academia militar, esta vez el curso era de seis meses y mucho más duro que el anterior, desde septiembre de 1938, fecha en que terminé el curso hasta el día que terminó la Guerra, hacía y tenía el mando de Teniente, esperando el nombramiento oficial del Ministerio de Guerra. Pero como se sabe los últimos meses de la Guerra, fueron tiempos muy difíciles y había cosas más importantes que atender que nombrar mandos militares. El Gobierno ya había salido de España, después de la caída de Cataluña, en Madrid se había formado una Junta Militar y Civil encabezada por el Coronel Casado, que en las últimas semanas trataba de llegar a un acuerdo con Franco, con el fin de que la rendición del ejército republicano fuese humana y justa. Pero Franco sólo aceptaría una redición incondicional y nada más. El día 29 de marzo, a las 9 de la mañana, recibimos órdenes de la Junta Militar de Madrid, de que aquella misma 25

24 noche nos entregáramos a las Fuerzas Franquistas, a las 10 de la noche en un sitio determinado y haciendo entrega de nuestras armas conforme íbamos llegando. Fue un día muy triste para miles de combatientes, que como yo éramos voluntarios, y habíamos luchado casi tres años contra un ejército de generales traidores, que ganaron la Guerra por la ayuda de la Alemania Nazi y la Italia Fascista. Hubo hombres que se suicidaron y otros que no quisieron entregarse, teníamos que pasar entre dos fuegos muy grandes, donde nos esperaban las Fuerzas de Franco, entregábamos las armas y nos hacían subir a unos camiones descubiertos, aparcados en una larga fila, nos llevaron a la Plaza de Toros de Valladolid, allí estaríamos entre 20 o 25 mil hombres. A las ocho de la mañana nos sacaron de la Plaza de Toros y nos llevaron por el centro de la ciudad a la estación del tren para trasladarnos a un pueblo llamado Medina de Río Seco, donde había un Campo de Concentración, con fama de ser uno de los peores de los muchos que había en España. Antes de darnos un cazo de agua caliente como cena, después de 24 horas sin comer ni beber nada, nos hicieron cantar el Cara al Sol, la canción fascista con el brazo en alto. Tuvimos que cantarla diez o doce veces, pues como no la sabíamos había que repetirla hasta que se hartaron de tenernos formados en grandes filas con el brazo haciendo el saludo nazi-fascista. Al medio día nos daban un cazo de agua caliente y un trozo de pan negro y por la noche una lata de sardinas para cuatro personas, todas las latas tenían cuatro sardinas, pero había algunas más grandes que otras, entonces las sorteábamos y ésta era la dieta diaria. El hambre y los piojos nos comían, no había forma de quitárnoslos de encima, había sólo un grifo de agua para tanta gente, muchos comentábamos que habría sido mejor morir, matando fascistas, que aquella situación. Teníamos que dormir en el suelo pegados unos a otros para darnos calor, ya que las noches a finales de marzo y abril eran frías. La guardia 26

25 del Campo, eran gallegos, igual que Franco, se paseaban por el Campo entre los prisioneros con sacos llenos de pan, ofreciéndoselo por relojes, sortijas de oro, cazadoras de cuero, y todo lo que poseíamos de valor. El hambre era tan grande que en pocos días se hicieron con todas las prendas de valor que teníamos. Yo cambié una sortija con las iniciales de mi novia y mías, una camisa de seda y un reloj de pulsera. Muchas noches el comandante del campo sobre la una o las dos de la mañana volvía borracho del pueblo y empezaba a dar palos hasta que se le cansaba el brazo, ó su mujer que siempre lo acompañaba, le decía déjalos ya cariño no les pegues más, ya está bien por hoy. Así transcurrieron tres meses, los peores tres meses de mi vida, sin lugar a dudas. A primeros de Julio formaron un Batallón de Trabajos Forzosos, y yo era uno de ellos. Nos llevaron a las provincias de Cáceres y Badajoz para recoger las alambradas de las trincheras y demás materiales causados por la Guerra, nos hacían andar muchos kilómetros todos los días hasta llegar al trabajo en pleno verano, el calor en esas provincias, en Julio y Agosto son las más calurosas de España, pero tengo que confesar que lo pasábamos mejor que en el campo de concentración, ya que se comía algo mejor y en el campo siempre se encuentra alguna cosa como por ejemplo caza, había muchos conejos y liebres y los que se descuidaban, a la sartén, pues los cocineros eran también prisioneros, y siempre nos mandaban aceite y sartén. Por las noches regresábamos al pueblo, donde nos alojaban en casas particulares requisadas por el ejército, mandaban el rancho y a dormir. El pueblo se llamaba Castiblanco, y era un pueblo bien conocido por sus ideas de Izquierdas, y cuando pasábamos al lado de las gentes siempre nos daban alguna cosa de comer, ó un paquete de cigarrillos, etc. en estas casas dormíamos unos 20 ó 30 prisioneros, y en la puerta había un soldado de guardia. Una noche cuando el guardia se retiró de la puerta para hacer 27

26 sus necesidades, dos prisioneros y yo salimos y fuimos a parar a una casa que hacían un baile y como eran gentes de Izquierdas nos acogieron muy bien y todas las chicas querían bailar con nosotros, pero poco duró la alegría, de momento se presentó la policía militar buscando a tres prisioneros, las mujeres nos metieron debajo de las camas, pero nos encontraron. Aquella noche dormimos en la cárcel del pueblo controlada por la policía militar. Al día siguiente nos pusieron delante del Batallón y un Sargento les decía lo que habíamos hecho la noche anterior y como ejemplo nos iban a fusilar para que el Batallón supiera lo que le pasaría a aquél que tratara de hacer lo mismo sin permiso alguna vez. Volveré más adelante, para dar cuenta del final que tuvo el fusilamiento ante el Batallón. Yo me había enseñado a hacer zapatillas con suela de cuerda de saco, y lo de arriba de lana de diferentes colores, las vendía y me ganaba unas pesetas para cigarrillos, comida, etc. Un día sin percatarme de su presencia, el Comandante del Batallón se paró ante mí, me levanté, le hice el saludo con brazo en alto como había que hacerlo, y sin decir ni una palabra más me dijo que a las 8 de la noche me presentara en su despacho, yo pensé que sería para castigarme, a las 8 en punto, llegué a la puerta y el centinela con fusil en mano, me dijo, que qué deseaba, el Comandante que oyó hablar dio orden al centinela, de que me dejara entrar y cerrara la puerta, me hizo que me sentase y me ofreció un cigarrillo. Empezó diciendo que tenía una casita de campo en Galicia de donde era, y que a su mujer y a una hija que tenía de 18 años, les encantaría tener unas zapatillas como las que había visto al pasar ante mí, claro está me dijo que yo le daré dinero para comprar el cáñamo, lana, ó lo que hiciera falta, y por consiguiente estaría libre de todo servicio durante el tiempo que necesitara para hacer las zapatillas y que esperara que pudieran estar hechas antes de cinco semanas, cuando se 28

27 marchaba de permiso a su querida Galicia, yo le prometí que estarían hechas, y entre mí pensaba pasar el mes de Agosto en la sombra. Mandó pedir la medida de los pies de su señora e hija, mientras tanto yo iba preparando los materiales para tan importante obra y desde luego, desde aquella misma noche quedaba relegado de todo servicio. Precisamente la noche de la escapada al baile, me encontraba yo en plena obra de zapatero ya tenía un par de zapatillas terminados, pero el Comandante no lo sabía, todavía le faltaban dos semanas para irse de permiso. Cuando el Comandante se enteró de que yo era uno de los bailadores, dio órdenes de que me presentara en su despacho inmediatamente, al entrar en el despacho dio órdenes al centinela de que se marchara y cerrara la puerta. Esta vez no me dijo que me sentara ni me ofreció un cigarrillo, se le notaba que estaba un poco enfadado, o por lo menos lo parecía. Por qué se fueron ustedes al baile? Sin mirarme a la cara, tenía la cabeza agachada, y parecía estar más interesado en los papeles que tenía encima de la mesa que en mí, como yo no decía nada volvió a hablar diciendo: conteste, por fin le dije, mi Comandante nos fuimos porque somos jóvenes y hace ya muchos meses que no hablamos con una chica, - Eso no son excusas para irse al baile dijo, son ustedes prisioneros de guerra, y no tienen derecho a ninguna libertad. Después de una excusa me preguntó si las zapatillas estarían terminadas antes de irse a Galicia, le aseguré que estarían. Después me dijo que yo siguiera con mi trabajo, pero que los otros dos serían castigados, yo le dije, que el que tenía que estar castigado era yo, ya que fui el responsable de que los otros se escaparan conmigo. Muy bien, contestó, esta vez no serán castigados, pero como ocurra otra vez el castigo será doble, puede marcharse, pero antes de abrir la puerta me dijo, un momento, y mirándome a la cara con algo de sonrisa, me dijo, si yo hubiera estado en vuestro sitio, también me habría ido a 29

28 bailar. Cuando regresó de su Galicia, me dijo que a su mujer y a su hija le habían gustado mucho las zapatillas, y me traía las medidas de una amiga de su hija para que le hiciera unas zapatillas a ella también pero que fueran de otro color con el fin de que no fueran iguales. Yo encantado con no tener que estar en aquel sol tan agobiante, estaba dispuesto a hacer lo que fuera, además a medio día iba a la cocina y como era yo solo me daban bien de comer y abundante. En septiembre me llamó para decirme, que si podía terminar las zapatillas de la amiga de su hija ya que muy pronto nos marcharíamos de Badajoz y que esta vez él no iría con el Batallón ya que había sido destinado a otra unidad del ejército, pero no me dijo a donde nos llevarían, yo lo sentía porque al marcharse el comandante se terminaba mi trabajo de zapatero. En el mes de septiembre terminamos la limpieza de las trincheras y sin previo aviso nos mandaron en vagones de tren, unos 30 en cada uno, y en un rincón del vagón teníamos que hacer nuestras necesidades, el viaje duró tres días y dos noches, me acuerdo que pasamos por Madrid, era de noche, y por unas ventanas pequeñas que había en los vagones se veía el alumbrado de la ciudad, y muchos madrileños reconocían varios sitios, en una estación de Madrid estuvimos parados varias horas, la ración del día era un panecillo negro y unas latas de sardinas que había que repartir entre todos, no teníamos ni idea de a donde nos llevaban; el tren estuvo parado tanto tiempo que se hizo de día, nos daba la impresión de que andaba dos kilómetros para adelante y tres para atrás, por fin llegamos a nuestro destino, eran sobre las 9 de la mañana, y al salir de aquellos malditos vagones nos dolían todos los huesos del cuerpo, qué viaje más criminal de hambre, miseria y mal olor. Era la estación de Irún y nos hicieron formar, y después de contar si no faltaba ningún prisionero, nos llevaron andando unas 6 horas cuesta arriba pasando por un pueblo llamado Elizondo con dirección a los Pirineos, una vez en la montaña, 30