LIA CIGARINI. Entrevista realizada por María-Milagros Rivera Garretas

Transcripción

1 DUODA. Estudis de la Diferència Sexual, núm LIA CIGARINI. Entrevista realizada por María-Milagros Rivera Garretas Lia Cigarini es abogada y jurista y, ante todo, es una mujer apasionada por la política. Tanto, que casi todo lo que toca lo convierte, antes o después, escuetamente, en palabra política. Lo hace sin despegarse de las cosas ni de la experiencia, de lo vivido, y quizá sea esto lo que hace que su palabra sea convincente y tenga la fuerza persuasiva que da el despojarla de todo lo superfluo. En los ya muchos años que llevamos de relación en el contexto de Duoda y de la Librería de mujeres de Milán, he visto muchas veces cómo sus palabras hacen un vacío que no es de incomprensión sino de sorpresa y de fecundidad, porque te ponen inmediatamente a pensar. Recuerdo en 1994, poco antes de su conferencia en el Seminario público de Duoda sobre El derecho y la libertad femenina, una entrevista en la radio con varios periodistas muy dispuestos a destrozar lo de femenina que, ante las primeras palabras de Lia, se quedaron literalmente mudos y, al cabo de un rato, hicieron preguntas inteligentes. Cuando pienso en tu obra, pienso sobre todo en dos descubrimientos tuyos que para mí han sido y son decisivos: la libertad femenina y la política del deseo. Son dos descubrimientos demasiado grandes para ser afrontados directamente. Te preguntaría primero cómo eras, qué política hacías, cuando empezaste a barruntar que la libertad no es una sino dos? Empiezo a contestarte partiendo de mi experiencia entre los comunistas 181

2 ENTREVISTA jóvenes (1956/1966), una experiencia que recuerdo con gusto, porque el estar allí nacía de un deseo mío hecho de muchas cosas pero que resumo así: tengo desde pequeña una gran pasión política. Esto significa, si es que se puede dar una definición de esa extraña pasión que hiere a algunas y algunos para toda la vida, que siempre he tenido necesidad de otras y de otros para comprender el lugar en el que colocarme en el mundo para pensar y para actuar. Soy una mujer muy sociable: solamente las relaciones, los conflictos y la contradicción me mantienen viva y me hacen pensar. Además, nací en una familia burguesa pero atravesada, de generación en generación, por un hilo de inquietud con respecto a su estatuto social: bisabuelos y abuelos socialistas, padre comunista, tías abuelas y tías que tuvieron una vida ejemplarmente autónoma. Tanto que, hablando y bromeando con Ida Dominijanni de nuestra pasión política, hemos llegado a la conclusión de que, en nuestro caso, la pasión política es de origen genético. El hecho es que más allá de la política del PCI [Partido Comunista Italiano], toda centrada en la crítica social, en una idea de libertad limitada a la explotación económica y a la liberación de las mujeres más que a la libertad femenina, esos años juveniles en la organización comunista fueron para mí una experiencia de relaciones intensas algunas de las cuales me siguen acompañando hoy con chicas y chicos, estudiantes y obreros de los más inteligentes y conscientes que andaban entonces por Italia. Nos sentíamos libres de disentir de la postura política del partido y de su organización más rígida. A pesar de que el partido comunista italiano, como sabes, a diferencia de otros partidos comunistas, dejaba sitio al debate libre. Tratándose de jóvenes, la subjetividad estaba siempre en juego; nos divertimos y participamos en luchas eficaces de transformación de lo existente. Y no recuerdo episodios de machismo: las chicas, que eran una minoría, mil sobre diez mil inscritos, eran, por una parte, muy respetadas por ejemplo, no se hablaba de sexo delante de ellas y, por otra, eran 182

3 DUODA. Estudis de la Diferència Sexual, núm consideradas por igual, como compañeras, porque así lo dictaba la ideología comunista. Aparte o, mejor, colocadas aparte, estaban las lecturas de mis escritoras preferidas, de la historia secular del feminismo, de las Preciosas, de las feministas norteamericanas e inglesas del siglo XIX y principios del XX, mujeres que hablaban en primera persona, o sea una historia que no combinaba con la cuestión femenina a la que el PCI prestaba atención y daba apoyo organizativo al lado de las demás cuestiones nacionales, la católica y la meridional. Pensándolo ahora, creo que eran precisamente esas lecturas lo que me hacía sentir libre y lo que potenciaba mi voluntad. Sobre las escritoras, peleaba con mis jóvenes compañeros intelectuales, ávidos de lecturas de autores hombres pero que no leían a Jane Austen, Virginia Woolf o Ivy Compton Burnett, casi como si fueran lecturas para señoritas. Me enfadaba y les atacaba duramente. Aparte, finalmente, estaban los síntomas de un malestar profundo: una frigidez sustancial y el bloqueo de la palabra en las reuniones públicas más ritualizadas. Era, sin duda, el inconsciente que avisaba, por falta de verbalización. Pero tal vez y con más exactitud me confrontaba con algo no pensado nunca antes. Por tanto, dos nudos no resueltos o, mejor, además, no pensados nunca: hacer política mixta que, no obstante, me apasionaba, junto con el escaso o nulo valor atribuido a la palabra de las mujeres, y la sexualidad masculina como significante universal. Y cómo descubriste la política del deseo? Hablé precisamente en Barcelona, en el Congreso internacional de las filósofas, 1 de la experiencia de la libertad femenina que trabaja dentro de mí y a mi pesar. En realidad, la toma de conciencia de que había que dar un corte neto con la política de los partidos y con la historia de la liberación de 183

4 ENTREVISTA las mujeres, a mí se me presentó más con un desplazamiento de trato, de encuentros, de lugares que con una reflexión. En La política del deseo 2 escribí: aún así, algunas mujeres han sido esenciales en mi historia... Daniela Pellegrini, gran figura del movimiento de las mujeres, a la que conocí en 1966 (cuando andaba un poco aturdida después de la derrota de la izquierda comunista en el undécimo congreso del PCI, sin más decisión que la de no repetir la experiencia de partido) con un texto en la mano que hablaba de transcendencia femenina y no de cuestión femenina, fue ya lo esencial, y a esto se añadió el primer grupo feminista de Italia, el DEMAU [Demistificación del autoritarismo patriarcal], y entonces se escribió el texto Lo masculino como valor, Luisa Abbà... Luisa Muraro

5 DUODA. Estudis de la Diferència Sexual, núm Es decir, encuentros, agrupaciones en pequeños grupos de autoconciencia de mujeres solas. Esta fue la invención política. Pero insisto éramos conscientes de ello solo a medias: dentro de nosotras presionaba urgente el deseo de hablar con otras mujeres de nuestra experiencia, incluida la más íntima. Pero la separación, el corte con la política masculina, nos planteó inmediatamente la pregunta: qué sentido tiene el ser mujer en este mundo en el que todos los paradigmas cognitivos con que pensamos, hablamos y actuamos, están marcados por la sexualidad masculina y por su simbólico? Un simbólico que no interpreta ni representa nuestra sexualidad. No sé si hoy hay autonomía simbólica de las mujeres, pero pienso que muchas mujeres y algunos hombres tienen hoy deseo de un simbólico vivo; es decir, de que el sentido de la propia vida en común con otras y otros esté siempre vinculado con la experiencia de la relación. Una experiencia política de la que los hombres me parece a mí no pueden prescindir para llegar a aceptar su parcialidad simbólica. Qué es para ti el deseo? Y cómo convive con la democracia representativa? Para mí, el deseo es la subjetividad humana en cuanto tal. Por tanto, es fundamental no solo en la experiencia política de las mujeres sino en la de todos. En cambio, en la política masculina es visto como fuente de confusión: las famosas fuerzas pulsionales que deben ser reguladas y que obstaculizan, por ejemplo, el funcionamiento de la democracia representativa. Me parece que, en el presente, el deseo de libertad se expresa únicamente desde las mujeres. También ha sido así en el pasado (las místicas, las Preciosas, las sufragistas), porque el deseo femenino no se objetiva. O está vivo o desaparece de la historia. No crea instituciones, jerarquías, poder, o conceptos sobre la libertad y la democracia sea o no representativa que valgan durante siglos. 185

6 ENTREVISTA Para algunas, es un defecto terrible. No estoy de acuerdo. Las mujeres andamos más ligeras por la tierra: libros, revistas, lugares de encuentro en algunas ciudades, librerías y poco más. Y si miramos lo que ha sucedido con la caída del comunismo en 1989, no solo el de la URSS sino, por ejemplo, del PCI italiano, que era un gran partido (un millón y medio de inscritos y gobernaba media Italia), vemos que los hombres (y las mujeres) de izquierda, al quedarse sin esa fuerza y organizazión mundial sobre los hombros, no saben pensar ni moverse, ni siquiera elaborar el luto de la pérdida. O sea que el peso de la pasada organización puede ser más letal que la escasez de estructuras permanentes. Tu descubrimiento de la libertad femenina influyó en la fundación de la Librería de mujeres de Milán? Puedes contar un poco cómo fue la fundación de la Librería? La librería en 1975 y, más tarde, el Circolo della rosa, fueron concebidos como lugares adecuados para la práctica de la relación; es decir, como lugares en los que las mujeres pueden estar juntas para verse y hablarse, escucharse, ponerse en relación una con otra y con las otras, implicar el cuerpo y la sexualidad y, así, superar la separación entre lo privado y lo político tal y como eran entendidos tradicionalmente. Fue un deseo fuerte, casi una necesidad, de tener un espacio público después de la toma de la palabra en el pequeño grupo de autoconciencia que se reunía principalmente en la casa de una o de otra, de tener un lugar público abierto a la calle y que fuera de muchas, no regulado por los intereses masculinos. Y cómo ves ahora la librería y los demás espacios de mujeres? La Librería, como otros lugares de las mujeres esparcidos por Italia, han sido y son el signo de un desmarcarse o desequipararse del contexto dado por la política masculina. Hoy han perdido la cualidad explosiva o detonante inicial, cuando las reuniones de solo mujeres y los espacios de mujeres tomaron por sorpresa y tuvieron un efecto casi traumático en los partidos y en los hombres. Porque hoy son espacios y asociaciones que tienen que demostrar continuamente que lo que hacen ya es política, mientras que 186

7 DUODA. Estudis de la Diferència Sexual, núm hace cuarenta años, por el mero hecho de estar las mujeres solas, resultaban explosivos y políticos. En un determinado momento, después de constatar lo que acabo de decir, yo pensé que eran cáscaras vacías, sitios cerrados, marginales, puesto que las mujeres estaban por todas partes y tomaban la palabra en todas partes. Después me he dado cuenta de que, para quien no tiene simbólico o, más exactamente, para quien quiere un simbólico vivo, o sea que el sentido de la propia vida en común con otras y algunos otros esté siempre vinculado con la experiencia de la relación, los lugares de encuentro son fundamentales. Son, entre otras cosas, sitios que han hecho muchos regalos a las mujeres que los han frecuentado: una política generosa, libertad, bienestar, saber y también prestigio social. Mientras que las mujeres que hacen o son admitidas a la política de los hombres tienen que pasar por una silenciosa prueba: tienen que adaptarse a la competición entre hombres. No la pueden deshacer. Porque inmediatamente te espetan: pero de qué vas! Te has hecho elegir diputada y ahora me vienes diciendo que aquí, en el Parlamento (o antes en el partido) tengo que hacer política de relación, eres diputada y no sabes qué es la representación. De modo que estas mujeres no deben o no pueden cambiar las reglas: o se atienen a ellas o no deben molestar. Y, en realidad, no molestan. Y qué sentido tienen hoy? Yo veo todavía hoy que la Librería y las demás agrupaciones de mujeres podrían ser sencillamente Grupos de hablantes de la universidad o de una fábrica o de barrio o de ciudad, que están en el mundo como espacios en los que se trabaja por la independencia simbólica de mujeres y de hombres. Es precioso el nombre de Grupos de hablantes. Y la independencia simbólica de qué sería? La independencia no es tanto de las instituciones como de esas grandes 187

8 ENTREVISTA ideas unitarias como democracia representativa, ciudadanía, decisión, jerarquía, poder, partido, etc. A partir de la diferencia sexual, de la que algo sabemos, y cada vez más orientando la práctica de la relación ya sabes que yo hace años que insisto en esto hacia la vida pública. Por ejemplo, el trabajo, que es el espacio público por antonomasia, tendría que ser el principal lugar de estas relaciones a expandir. Añado además que es precisamente en el trabajo donde las mujeres han obtenido autoridad porque son las más cultas y competentes. Y se trata de autoridad enraizada en la diferencia femenina porque se dice las mujeres tienen una competencia más: la capacidad relacional que deriva del hecho de que el trabajo femenino es más básicamente trabajo porque junta la producción con la reproducción de la existencia humana. Y vuelvo a insistir en que pienso que el trabajo político de lo simbólico tiene en el centro la autoridad de la palabra de las mujeres. notas: 1. Organizado por la Iaph (Internationale Assoziation von Philosophinnen) en Su publicación: Libertad relacional, DUODA, 24 (2004), pp Lia Cigarini, La política del deseo, prólogo de Ida Dominijanni, trad. de María-Milagros Rivera Garretas. Barcelona: Icaria,