Los indios de México. Están en los censos? LUZ MARÍA VALDÉS

Transcripción

1 Los indios de México. Están en los censos? LUZ MARÍA VALDÉS Desde el primer censo de población que se levantó en 1885, es tradición dar cuenta sobre el número de hablantes de lenguas indígenas en el país. Su objetivo central ha sido especificar las lenguas y dialectos que se hablan en México y señalar algunas características de la población que las habla, como son la edad y el sexo, así como ubicarlas territorialmente. Nuestro propósito en este trabajo es mostrar la evolución de la información censal que se refiere a los hablantes de lenguas indígenas durante los últimos cien años, de 1895 a 1995, cuando se levantó el Conteo de Población, dado que es el único instrumento que presenta una secuencia histórica de los cambios que se han presentado en la demografía de este grupo de población. A partir de 1900 los censos de población se han levantado decenalmente en México. La excepción fue el censo de 1921, que se presentó con un año de retraso pues la República estaba consolidándose después de la contienda revolucionaria. Resulta interesante señalar que dicho censo incluyó en su cédula una nueva pregunta que se refería a la "raza" con el fin de que la propia población se autoclasificara y elevar de esta forma la confiabilidad de los datos censales. La pregunta era directa. A qué raza se siente usted pertenecer: mezclada, indígena, blanca, otra raza y extranjero. El resultado fue asombroso en tanto 59% (8,504,561) se consideraron pertenecientes a la raza mezclada, 29% se autoclasificaron indígenas (4,179,449), 10% raza blanca y el resto 2% a otras razas y extranjeros. Mientras que los hablantes de lenguas indígenas mayores de cinco años fueron 1,868,892. Había cuatro veces más población que se autoclasificaba perteneciente a la raza indígena en relación con los que declararon hablar una lengua o dialecto indígena. Los censos subsecuentes se limitaron a captar a los hablantes de lenguas indígenas de cinco años y más y la pregunta sobre la raza no volvió a ser incluida en la cédula censal. En 1950 se trataron de incorporar algunas variables de connotación cultural. Estas se referían a la alimentación y vestido sin lograr buenos resultados, desechándose así cualquier otro intento de clasificación de la población indígena. Sin embargo, la persistencia en la captación de hablantes de lenguas indígenas de cinco años y más desde 1930 a la fecha por sexo y grupos quinquenales de edad, su distribución a nivel municipal, y su condición de habla española, ha permitido que se realicen estudios importantes de demografía étnica. A través de estos datos se han podido evaluar logros sociales como es el caso de la educación, medida a través del aumento de población bilingüe y una tendencia decreciente de la población monolingüe.

2 El tamaño real de la población indígena, sin embargo, siempre ha rebasado el volumen de población que se detecta a través de los censos de población como se vio en La razón es muy sencilla, el universo que contemplan los censos se refiere a la población delimitada por edad y características lingüísticas, dejando fuera no sólo a los menores de cinco años sino a todos aquéllos que no fueron censados. A partir de 1990 la Dirección General de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) presentó una amplia información sobre los hablantes de lenguas indígenas. Con ello se sumaron a la celebración del Año Internacional de las Poblaciones Indígenas organizado por la ONU, ocasión para la cual se elaboró un trabajo especial sobre los hablantes de lenguas indígenas! En él se presenta un análisis comparativo de los censos de 1970 y 1990, aportando nueva información sobre el comportamiento de variables sociales, económicas y de vivienda según la lengua y por entidad federativa, a la vez comparando los niveles observados con los niveles para el resto de la población. Entre estos datos destacan: a) Las características educativas. En este renglón se observa que el 28% de los hablantes de lenguas indígenas de 6 a 14 años no saben leer ni escribir, mientras que este dato es del 12% para el resto de la población en las mismas edades; que el 29% de los niños indígenas no asisten a la escuela, porcentaje que es más del doble para el total del mismo grupo, 13%. b) En las características económicas nos hablan de una baja participación en la economía tanto de hombres como de mujeres. Se podría pensar en la necesidad de readecuar el cuestionario de población activa y ocupada. La tasa específica de participación de la población femenina es de 15% mientras que para el resto es casi el doble. Bien sabemos que la mujer indígena es, en la mayoria de los casos, quien lleva la mayor carga económica. El 60% de la PEA está concentrada en el sector primario, el 60% son agricultores. El 21% no recibe ingresos y el 38% recibe menos de un salario mínimo, y finalmente c) Características de la vivienda que nos dicen que el 22% de los hogares tienen un cuarto, mientras que para el resto del país es 10.5%; que el 59.5% de las casas tienen techos con material ligero: cartón, tejamanil, palma, lámina de asbesto; para el resto del país esta proporción es de 33.4%. Un ejemplo específico de estas desigualdades surgen claramente en el estado de Chiapas. Caso que mencionaremos por la importancia manifiesta de esta entidad en la vida política del país. En Chiapas de las 232,296 personas ocupadas, 32% no recibe ingreso, 49% recibe hasta un salario mínimo. Es decir 81% está en condiciones de pobreza extrema si el salario fuera el indicador; 68% trabajan por su cuenta, y sólo el 9% de las mujeres trabaja. La comparación nos lleva a un México atrasado, pobre, con malas condiciones de vivienda, con poco acceso a ingresos decorosos y con diferencias fundamentales en los renglones sociales: educación y empleo.

3 Una innovación importante del censo de 1990 fue añadir información sobre el grupo de 0 a 4 años de edad, en cuya casa el jefe de familia o cónyuge habla lenguas indígenas, ampliando las posibilidades de análisis en la demografía étnica. El siguiente avance en la información censal se encuentra tanto en el trabajo mencionado como en el Conteo de Población de Me refiero a los datos sobre ocupantes de vivienda particular cuyo jefe o cónyuge habla lenguas indígenas. Pretendo mostrar que dejando a un lado a la cifra marcada por la tradicional variable lingüística y tomando en su lugar el número de ocupantes de viviendas, podemos aproximamos al volumen de población indígena por primera vez en la historia censal. Seria necesario cruzar esta información con las variables demográficas, sociales y económicas para obtener el perfil de la población que habita en dichas viviendas. Cabe señalar que en 1990 se registraron 8,373,700 ocupantes en viviendas en donde el jefe o cónyuge habla lenguas indígenas, es decir 3,091,353 personas más que las reportadas como hablantes mayores de cinco años de edad. En el conteo esta cifra es de 8,964,152, lo que implica un crecimiento medio anual de 1.5% en el quinquenio. En 1995 hay una diferencia de 2,248,567 con los hablantes de lenguas indígenas. Se explica esta diferencia porque posiblemente algunos de sus miembros ya no hablan la lengua del jefe o cónyuge, sin embargo el dato se obtiene según la lengua. Se registraron 81 lenguas y dialectos. Vale la pena definir en este contexto qué se entiende por población indígena. La población indígena es aquella que siente pertenecer a un grupo étnico nativo diferente de la sociedad nacional, que participa en formas de organización social, política y económica propias, en donde la lengua, el vestido, las creencias religiosas, la cosmovisión, ritos y costumbres son formas de identificación que les proporcionan una identidad. Esta definición nos hace pensar que el agregado social que habita en la vivienda particular, a que hace referencia el Conteo, comparte entre sus miembros formas culturales como son la organización familiar, las tradiciones y las costumbres. Ello implica la participación activa en los deberes y obligación de índole económica y social que implícitamente se adquieren a través de la cohabitación. Este dato nos muestra un avance importante en la medición de la población indígena aunque no hable sus lenguas. Es una señal clara de que el Censo del año 2000 debe seguir trabajando sobre estas líneas que finalmente nos enriquecen a todos los usuarios. La autora es investigadora asociada de la Coordinación de Humanidades, UNAM.

4 1 La población hablante de lengua indígena en México, XI Censo general de Población y Vivienda, INEGI, 1990, México, Jóvenes y salud Adicciones

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