LA VIOLENCIA DE LA PULSIÓN APLICADO A LAS TOXICOMANÍAS. Es la pulsión lo que lleva al sujeto a un camino del cual no puede salir, así lo

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1 LA VIOLENCIA DE LA PULSIÓN APLICADO A LAS TOXICOMANÍAS Mag. Silvia Maioli Es la pulsión lo que lleva al sujeto a un camino del cual no puede salir, así lo observamos en las toxicomanías. La repetición de un acto era lo que Freud desarrolló como wiederholen, como repetición que escapa al recuerdo (erinnerunng) y también a la rememoración en el texto Recordar Repetir y Reelaborar (Freud, 1914, p.145). Avanza en este punto con la repetición a raíz de las neurosis traumáticas en Más allá del Principio del Placer donde algo funciona a nivel primario de manera independiente (Freud, 1920, p.12). Eso traumático reaparecerá produciendo una división en el sujeto como un despertar en un sueño, con un acto que desconoce, y que escapa a la representación del lado de los significantes. Por qué planteo la violencia de la pulsión? Porque cae con todo su peso sobre el sujeto mismo. El es su propia víctima y eso es lo que lo tiene atrapado. Sólo al articular su deseo podrá intentar ejercer un dominio, sólo al incluir al Otro, mediante su demanda, podrá atemperar los efectos de su propio goce (Lacan, 1964, p. 190). Los sujetos consumen sustancias tóxicas para sustituir un goce sexual faltante. Esta propuesta fue hecha por Freud en La Sexualidad en la etiología de las Neurosis (Freud, 1898, p.251). La droga es tanto goce como defensa. Así el sujeto necesita matarse de a poco y placenteramente. Tiene una función de límite y también de estrago. Por eso, es algo peor que un síntoma. (Tarrab,

2 2005, pp. 61 y 62). Describen estas modalidades más bien un goce autoerótico que excluye al Otro pero incluyendo un exceso pulsional marcado por una fijación de goce particular. Estos sujetos muestran un modo de goce en el que se anudan pulsión y repetición, aplicable a lo que Lacan nombraba como la operación salvaje del síntoma que va a contramano de la vertiente simbólica del síntoma como mensaje. Es una fijación de goce que obstruye el sentido. La pulsión se enlaza al goce autoerótico (autístico) que excluye al Otro de la escena (Miller, 2005, p.101). Orientamos nuestra práctica clínica siguiendo la dirección de la cura en la cual tratamos de encauzar el goce del sujeto, y necesitamos que incluya al Otro en su demanda, que ponga a trabajar su inconciente y que quiera saber algo de esto. Sabemos que en la clínica nos topamos con sujetos que no quieren saber nada. Para ellos, el tóxico es una solución feliz, punto en el que coinciden Freud, en El malestar en la Cultura y Lacan con una de las últimas referencias en la que sostiene la ruptura con la función fálica, es decir, escapa a la castración, por eso, las drogas tienen éxito (Miller, 2005, p.304). Pero volviendo a la pulsión, podemos decir que hay nuevos síntomas o nuevos fantasmas, pero por ahora no hay una nueva pulsión. (Miller, 2005, p.380). Entonces, lo que se plantea con estos síntomas de la modernidad, es que mantienen su lazo con lo pulsional pero muestran otra cara que es variable, se trata de la inscripción en el campo del Otro. Al nombrar a la pulsión como autoerótica, a través de un objeto (en este caso droga), observamos el

3 distanciamiento con el campo del Otro. Incluirlo dependerá de la instalación del dispositivo analítico. De Freud a Lacan el recorrido pulsional toma el cuerpo propio del sujeto considerado el lugar del goce fundamental, con característica claramente autoerótica. Lo que el campo del Otro le da a un sujeto son identificaciones, ideales, que por la castración lo movilizan a ir en su búsqueda. Nos encontramos ante una modalidad pulsional que aunque escapa del Otro y se escabulle cínicamente, nuestro trabajo será reorientar el goce y anudar la pulsión al Otro por el camino de la palabra. (Miller, 2005, p. 388). Hay una referencia en el texto La Tercera donde Lacan despliega la importancia de la palabra dice: Hacer circular la palabra nos permite ver lo que anda mal, ese real que se pone en cruz con la carreta y que no deja nunca de repetirse para estorbar ese andar. Ese real que no podemos alcanzar por las representaciones, es alcanzado sólo a través de un objeto a (heces, mirada voz o pezón) que hiende al sujeto y lo disfraza de deshecho, deshecho éste que ex -siste al cuerpo. (Lacan, l957, La Tercera, p y 83). Lidiar con ese real que vuelve siempre al mismo lugar es el desafío. También en ese texto nos dejó una cita para los tiempos actuales: Lo curioso en todo esto es que el analista en los próximos años dependa de lo real y no lo contrario. El advenimiento de lo real no depende para nada del analista. Su misión, la del analista, es hacerle la contra. Al fin y al cabo lo real puede muy bien desbocarse, sobre todo desde que tiene el apoyo del discurso científico (Lacan, 1957, p.87). En esta clínica de lo real tendremos sujetos consumidos por algo, tal vez su propia pulsión.

4 Por eso hablamos de la experiencia analítica como praxis que se orienta hacia ese real, o como lo señala Lacan en el seminario XI El análisis es el hueso de lo real (Lacan, 1964, p. 61) que finalmente para producir una rectificación en el sujeto, solo lo podemos realizar a nivel de la pulsión. En otro texto Del Psicoanálisis y sus relaciones con la realidad, Lacan desarrolla un poco más los efectos del goce sobre el sujeto. Plantea que se establecerá una conjunción disyuntiva entre cuerpo y goce. Por sus efectos en relación a la operación significante y a lo que el goce petrifica en él, es que queda el lecho del Otro. Efectos devastadores que Lacan nombra como restos insensibles de voz y mirada, carne devorable, y su excremento. (Lacan, 1957, p.62). Y es lo que el goce captura, es esa verdad que se resiste al saber pero que encuentra en la vía de la satisfacción, o sea en este caso en el consumo, una manera de liberar el montaje pulsional. De esta forma, la violencia pulsional es la manera de escapar a veces a la alienación que produce el campo del Otro. Otras veces el sujeto escapa estableciendo una separación con ese mismo campo. Son los consumos actuales los que muestran el fracaso en la operación de separación fundamentalmente y una modalidad de goce que será particular en cada sujeto. Al volver a plantear las dos operaciones centrales del psiquismo como alienación y separación, hay algo que merece destacarse y es la permanencia en nuestra clínica de los mal llamados síntomas actuales como la depresión y también el stress, que muestran el malestar en la cultura de un sujeto y además que las variables tiempo y espacio no se dominan. Esta propuesta puede empujar a alguien al consumo. Además de los efectos de depresión, que

5 estaría más del lado de la separación, porque muestra la caída del sujeto y la identificación al objeto a como resto; el stress estaría más del lado de la alienación: el sujeto arrastrado por la aceleración de su cadena significante, allí vemos la invasión de goce que toma al cuerpo donde la pulsión se satisface. Este sería el éxito de la cocaína en sus intentos de hacerse legítima socialmente. (Miller, 2005, p. 377). Y vemos también que puede entenderse depresión y stress como malestares que por su condición de insoportables, en ausencia de los representantes sólo tenemos el consumo como vía de satisfacción. Lo que surge hasta ahora es que siempre el consumo mantiene un lazo con la pulsión, pero no siempre con el campo del Otro. Dependerá de los 2 momentos: alienación-separación. Y si predomina la separación, intentaremos evitar la disyunción introduciendo el campo del Otro. Como lo propone Miller cuando destaca que La verdad de la castración es que para gozar hay que pasar por el Otro y cederle goce (Miller, 2005, p. 383). Ese goce autoerótico lo que consume en el sujeto son sus identificaciones, se las traga por medio del montaje pulsional. Este es el circuito que se cierra e interrumpe la relación con el Otro. Arrasa también con el nivel especular, recordemos lo planteado como lecho del Otro. Además, el empuje va acompañado por la cultura que habilita nuevas formas de gozar o maneras de satisfacer la pulsión, como conclusión surgen nuevos consumos a sustancias más elaboradas, a los fármacos como el éxtasis o el viagra mismo, al juego continuo, a la virtualidad perpetua, en suma a la sexualidad en su forma más

6 elemental y primitiva. En todos los consumos hay sujetos que intentan un camino rápido hacia la feliz solución. Referencias Freud, S. Recordar Repetir y Reelaborar Edit. Amorrortu, Buenos Aires, 1914, p.145. Freud, S. Más allá del Principio del Placer Edit. Amorrortu, Buenos Aires, 1920, p. 12 Freud, S. La Sexualidad en la etiología de las Neurosis Edit. Amorrortu, Buenos Aires, 1898, p.251 Lacan, J. Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis, Seminario XI, Edit. Paidós, Buenos Aires, 1964 p. 61, p Lacan, J. Intervenciones y Textos II La Tercera, 1957, Edit. Manantial, Buenos Aires, 4ta. Reimpresión, 1988, p Lacan, J. Intervenciones y Textos II Del Psicoanálisis en sus relaciones con la realidad 1957, Edit. Manantial, Buenos Aires, 4ta. Reimpresión, 1988, p.62 Miller, J. El Otro que no existe y sus comités de ética, Edit. Paidós, Buenos Aires, 2005, p.101, p. 304, p. 380, p. 388, p p. 383 Tarrab, M. Las huellas del síntoma, 2005 Edit. Grama, Buenos Aires, pp. 61 y 62.