(Londres, 31 de octubre de 2013)

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Pedro Ponce Castilla
hace 6 años
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2 cuerpo. Asimismo, una de las piernas, y también uno de los brazos, aparecían cercenados, desgajados del cuerpo. Parecía haber sido cortada por un hacha, o tal vez por una sierra mecánica. Un gran charco de sangre resbalaba por encima de la tumba. Una de las chicas cayó al suelo desmayada. La otra gritó y gritó como una posesa, presa del pánico. Los chicos se apresuraron a calmarla y a levantar a su amiga del suelo intentando reanimarla moviéndole ligeramente la cabeza y dándole palmaditas en la cara. Otro de los chicos sacó su móvil para llamar a Scotland Yard. (Londres, 31 de octubre de 2013)

3 Un crucero por el Nilo Adam Owen paseaba tranquilamente fumándose un cigarrillo por la orilla del East End londinense. Su alta y desgarbada figura destacaba entre la multitud. Su extremada delgadez y su más de un metro noventa de estatura recordaba la espigada figura de un jugador de baloncesto de la NBA, excepto porque tenía la costumbre de caminar ligeramente encorvado, y porque nunca le había gustado jugar al baloncesto, sino al jockey sobre patines, aunque no de forma profesional. Owen era neoyorquino, de padres londinenses. Su padre había sido embajador británico en Estados Unidos, y él era agente de la Interpol. Recientemente había terminado de llevar a cabo una operación a la que habían llamado por el extraño nombre de

4 Gravedad Lunar, un nombre en clave que era capaz de despistar al más avispado, y que estaba relacionada con la resolución de una serie de asesinatos y de contrabando de drogas. La operación había durado algo más de dos años y durante todo ese tiempo Adam no había tenido ningún tipo de descanso. Por ese motivo, al término de esa operación policial, sus jefes le premiaron con dos meses de vacaciones pagadas, y de un sobresueldo, una especie de bonificación o prima por los servicios prestados durante el largo período que había durado la complicada operación de investigación, y su muy satisfactoria y efectiva resolución. Ahora el larguirucho Adam paseaba pensando en sus cosas, en cuál sería la mejor forma de disfrutar de sus merecidas vacaciones. Owen tenía un ligero parecido con el actor Johnny Deep, aunque el agente

5 de la Interpol era más alto y también algo más joven. Owen decidió que para distraerse lo mejor era hacer un viaje. Pensó en cual podía ser el lugar elegido, y no tuvo dudas: iría a Egipto. Nunca había estado en el país norteafricano y sentía mucha curiosidad por conocerlo. Estaba seguro que sería un viaje muy interesante, toda una aventura. Mientras acababa de fumarse su cigarrillo, decidió que no quería hacer el viaje solo. Sería mucho más divertido, si iba acompañado de alguien. Pensó en diferentes amigas que podían aceptar su invitación, y de las dos o tres posibles, se decidió por Abigail Slattery, Abby, para los amigos. Recordó entonces como conoció a Abby. Los hechos se remontaban a cuatro años atrás. Él llevaba trabajando tres como teniente de homicidios en Nueva York, y

6 tenía una brillante hoja de servicios. Sus superiores, sobre todo el capitán Madox, le propusieron entonces que se integrara en la Interpol. A él le pilló por sorpresa la propuesta, pero no le desagradó en absoluto. Aceptó y poco después se trasladó a la oficina de ésta en Washington, e hizo un curso acelerado de seis meses. Allí coincidió con Abigail Slattery. El caso de ella había sido distinto. Había trabajado como sargento en la policía de la capital norteamericana y acababa de pasar por una ruptura matrimonial, un divorcio bastante conflictivo, y necesitaba un cambio de aires, un cambio radical en su vida. Empezar de cero. Siempre había tenido el sueño de trabajar para la policía internacional, y en aquel momento de cambio y ruptura en su vida, no dudó en proponérselo a sus superiores. Estos aceptaron y poco después

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